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Por María Lara
Número 35
El momento histórico actual
está marcado por un proceso de transformación estructural
profundo, que empieza a delinearse como "consecuencia del impacto
combinado de una revolución tecnológica basada en
tecnologías de información/comunicación, la
formación de la economía global y un proceso de cambio
cultural" (Castells, 1997, p.15).
Diferentes teorías e interpretaciones
sociales, al tratar de entender la esencia de la transformación
estructural actual, coinciden en afirmar que las bases de la nueva
revolución socio-técnica están en la generación
de conocimientos y en el procesamiento de la información;
así como el surgimiento de la sociedad industrial se basó
en la producción y uso de la energía. (p. 15). Esta
nueva sociedad es llamada informacional, "para indicar
que los atributos sociales de generación y procesamiento
de la información van más allá del impacto
de las tecnologías de información y de la información
en sí misma".(p. 16).
Sin embargo, apunta Castells (pp.16-24),
no tenemos una sistematización teórica que nos capacite
para comprender los perfiles actuales de las sociedades contemporáneas
como sociedades informacionales, pues si bien hay investigaciones
sobre los impactos sociales y económicos de las nuevas tecnologías,
estos estudios no están integrados dentro de un sistema más
amplio de interacción e interdependencia entre las esferas
sociales, políticas y económicas, característica
central de la nueva sociedad. Los mejores estudios al respecto,
en opinión de este experto, se basan en la teoría
del postindustrialismo, visión economicista, parcial
y excluyente que debemos superar.
En sintonía con esta preocupación
fundamental, Ramón Flecha señala la importancia de
desarrollar análisis prospectivos de la nueva realidad, dejando
de lado la denominación de sociedad postindustrial,
nombre que alude a la descripción de fenómenos actuales
que ya no son iguales a los de la sociedad industrial. Se trata
de llegar a una caracterización en positivo de nuestro momento,
lo cual nos permitirá "determinar proyectos de futuro
para intervenir en su transformación". (1997, p.57).
Comparte esta postura José
Ramón Vidal (2000, p.51) cuando reflexiona sobre el uso social
de la información y el papel del conocimiento, e insiste
en la necesidad de una mirada más incluyente y de nuevas
perspectivas teóricas y metodológicas para responder
a los múltiples interrogantes.
La perspectiva de los autores señalados
constituye el punto de partida de este trabajo, que poco a poco
irá ampliando su espectro a medida que se vaya aprehendiendo
el asunto, y el texto, productor de sentido, se vaya construyendo
El mayor espacio lo dedicaremos
a la aproximación teórica en torno a los nuevos sistemas
tele-informático-audiovisuales digitalizados, que
integrados entre sí en redes hipercomplejas, crean formas
de relación antes inimaginables, en las que el espacio se
hace global y el tiempo instantáneo. Este fenómeno
sociotécnico de la simultaneidad despacializada nos abre
el cauce obligado de la reflexión sobre el "homo internetus"
y las nuevas identidades que se dibujan; sobre la "sociabilidad
virtual" o nueva forma de interrelación social cibermediatizada,
cobijada por la interconectividad e interactividad, y que contribuye
a cambiar los modos predominantes de producción social de
sentido; sobre los nuevos discursos hipertextuales que desbordan
la lógica unívoca y lineal. Sobre una nueva arquitectura
del conocimiento.
Todo avance es heurístico,
por lo que paulatinamente irán surgiendo bocetos de propuestas,
sugerencias y a veces planteamientos imperativos, de la necesidad
de revisar nuestros instrumentales teóricos, epistemológicos
y metodológicos, para abordar un objeto de estudio que ha
comenzado a invadir todos los ámbitos de la vida cotidiana,
revolucionando -como lo expresa Federico Mayor, ex director general
de la UNESCO- "nuestros conceptos de cultura, de ciencia, de
educación, de desarrollo, en una palabra, de la vida"
(1999, p.8).
Esto implica un trasfondo de abordaje
interdisciplinario y dialéctico, sustentado por la consideración
de que "la ciencia y la tecnología son procesos sociales
profundamente marcados por la civilización donde han crecido"
(Núñez Jover, 1999, p.9). Estamos, como bien lo develó
Thomas S. Kuhn desde 1962, ante la refiguración social de
la imagen de la ciencia. Al establecer el nexo entre ciencia-tecnología-sociedad,
hacemos propia la postura de los Estudios en Ciencia, Tecnología
y Sociedad, CTS. Para los CTS la tecnociencia es un proceso social
en íntima imbricación correlacional con los valores
culturales, políticos y económicos. (Núñez
Jover, 1999, p. 9). Consideramos que es ésta una postura
fértil, ética, que puede sustentar el quehacer de
quienes practicamos las ciencias sociales desde la vertiente comunicativa,
frente a las características revolucionarias del proceso
histórico actual, para "sembrar al mismo tiempo, ciencia
y conciencia" (Pupo, R., 2002).
Desde la perspectiva asumida, iremos
desplegando a lo largo del texto un panorama de interrogantes y
desafíos sociales a los que nos enfrentamos en el tránsito
hacia un sistema sociocomunicativo que posibilita nuevas formas
de interacción social, y contribuye a la gestación
de un nuevo entorno: el tecnocultural. En esta mirada aunamos: la
búsqueda de producción social de sentido desde el
reconocimiento de diferentes racionalidades; el respeto e inclusión
de los sujetos sociales como agentes históricos; y la mirada
crítica, esperanzadora y actuante para lograr mejores estadios
de desarrollo social diferenciado.
El desarrollo tecnológico y los procesos de información
y comunicación
Cuando se habla de la
división cronológica de la historia humana, generalmente
se quiere hacer coincidir los inicios de cada siglo con cambios
estructurales importantes, que marquen prospectivamente ese tiempo
y señalen una ruptura o desarrollo respecto del siglo que
acaba de fenecer. Sin embargo, el devenir del hombre no puede ceñirse
al ritmo de cronos y por eso construye sus propios caminos en forma
intersticial, ahondando en los surcos del pasado y proyectándose
hacia el futuro.
El último cuarto del siglo
XX y los inicios del XXI han sido testigos de una revolución
tecnológica basada en tres fenómenos: la digitalización
de imágenes, sonidos y datos, la compresión digital
y la potencia creciente de los componentes electrónicos.
La revolución de la electrónica
digital está en curso y toda una nueva generación
de productos de consumo se agrupará en diversas formas
y sustituirá a los ordenadores, a los teléfonos
y a los televisores tradicionales. La tecnología microelectrónica
es la clave de casi todos los avances actuales en comunicación.
Un mayor rendimiento y la reducción de costos son posibles
gracias a la microminiaturización. (Vidal, 2002).
Cuando hablamos de las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación, (TIC), entendemos
abarcar las ramas de las telecomunicaciones, la informática
y el área audiovisual en su desarrollo de las últimas
décadas. "Se trata, ya de objetos materiales, instrumentos,
procedimientos, ya de objetos inmateriales, conocimientos, contenidos,
símbolos necesarios para crear, renovar o transmitir información"
(Maherzi, 1999, p.16). Además, su aspecto innovador no se
limita a los soportes, sino también al contenido y a la forma
de distribución y utilización. La intervención
de los medios digitales en las transferencias informativas y comunicativas
y el tratamiento informático de la información conducen
a una fusión gradual de las telecomunicaciones, la informática
y el sector audiovisual. Ejemplos de esta convergencia son las computadoras
de bolsillo, que caben en la palma de la mano y permiten navegar
en Internet, correr programas multimedia, hacer presentaciones,
enviar y recibir e.mails; los teléfonos llamados "comunicadores
personales" que, activados por la voz del usuario, ofrecerán
comunicaciones vocales, video en tiempo real y todas las aplicaciones
multimedia a través de una pantalla flexible.
El nuevo paradigma de la convergencia,
manejado por las industrias de las telecomunicaciones, de la informática
y del audiovisual ha propiciado un acelerado avance tecnológico,
contribuyendo a la globalización de la economía y
de la información. La convergencia tecnológica se
nos presenta en una profunda y compleja imbricación y articulación
con las instancias y los poderes económicos, políticos
y culturales. El Informe Mundial sobre la Comunicación de
la UNESCO reconoce que la convergencia es "esencialmente una
construcción social basada a la vez en las lógicas
tecnológica, económica, jurídica y política"
(p.36). Y reconoce que "la integración de las nuevas
tecnologías de la información y la comunicación
en redes unificadas e interconectadas modifica profundamente las
condiciones y los medios de producción, las formas de distribución
y los modos de consumo y de funcionamiento de la sociedad"
(p.13). Estamos ante una nueva economía llamada la economía
intangible, cuyo soporte principal es la circulación
de bienes inmateriales.
El ritmo exponencial de crecimiento
de la tecnología informativa y comunicativa está íntimamente
ligado al proceso de globalización y a su lógica o
racionalidad. José Ramón Vidal Valdés (2000,
p.53) afirma que por una parte, el desarrollo capitalista demanda
grandes volúmenes de información, que deben circular
en tiempo real a escala planetaria y por el otro, el desarrollo
tecnológico acelera y facilita el despliegue de los rasgos
socioeconómicos y políticos propios del capitalismo
contemporáneo.
Nuestro interés en el análisis
de estos fenómenos se deriva de la directa incidencia que
tienen en los procesos informativos y comunicacionales, ya que se
trata de transformaciones tecnológicas que confieren a los
nuevos soportes de la información y de la comunicación
otras capacidades de comunicación, posibilitan nuevas formas
de interacción social y en el entramado social contribuyen
a conformar un nuevo entorno: el tecnocultural. Es por ello que
nuestra perspectiva de análisis de este complejo fenómeno
socio-técnico-cultural es su abordaje como un sistema de
información y comunicación, potenciado por la convergencia
de las telecomunicaciones, la informática y lo audiovisual.
A este punto de nuestro análisis
nos planteamos un interrogante: La información es conocimiento,
ipso facto? Es posible vislumbrar en la sociedad de la información
el germen de la sociedad del conocimiento? Jorge Núñez
Jover nos remite a la obra de Edgar Morin (1984) y cuestiona la
mistificación que se ha hecho de la avalancha informativa:
Información no equivale
a conocimiento. La información necesita estructuras conceptuales
que la soporten y le den sentido. Aunque parezca extraño
la información también genera ignorancia y desconcierto
en ausencia de marcos teóricos, conceptuales y axiológicos
que le den sentido. (1999, pp. 87-88).
Por otro lado, no hay que olvidar
que la dinámica de la ciencia no está desvinculada
del contexto social en el que se produce. "El saber no navega
por encima de las circunstancias sociales igualando oportunidades"
(p. 90). Sería regresar al ideal racionalista del modernismo
el pensar que el acceso a la información y al conocimiento
por sí mismos cerrarán la brecha de la desigualdad.
Desde mi punto de vista, el desafío
es atreverse a romper el paradigma educativo reproductivo y amplificador
del statu quo, establecer estrategias que correlacionen la
educación, la formación y el desarrollo en el aprovechamiento
de las innovaciones tecnológicas. Y el eje rector que posibilita
estos cambios es una perspectiva comunicativa que transversalmente
recorra nuestros sistemas educativo, político y social.
Porque es en las prácticas
comunicativas donde a través del diálogo intersubjetivo
y del consenso se pueden ir superando las desigualdades y definiendo
los cambios a realizar. Esta postura praxeológica se opone
a una división simplista y abstracta entre sujeto-objeto1,
y concibe a todas las personas como co-sujetos. Se apoya en las
nuevas teorías duales de las ciencias sociales, como la de
Habermas: "Sistema y mundo de la vida" y la de Anthony
Giddens : "Estructura y agencia" y recoge la herencia
educativa dialógica de Paulo Freire. (Flecha, 1997, p. 68-69).
En esta empresa, las nuevas tecnologías
pueden convertirse en un apoyo invaluable, por su lógica
incluyente e interactiva:
- Favoreciendo el descentramiento
y la democratización de los sistemas informáticos
a través de la constitución de redes autogestivas.2
- Y por otro lado, propiciando
la transformación de los sistemas de aprendizaje gracias
a la interactividad propia del multimedia y del hipertexto; y
por la posibilidad de la simulación gracias a la realidad
virtual. Inmersión que bien podemos calificar de experiencial
y generadora de conocimientos y competencias, ya que, según
Piaget, el conocimiento se construye a partir de la acción
sobre el objeto.
El dibujamiento de nuevas identidades
El panorama mundial de
los cambios tecnológicos en el campo de la comunicación
que configura la sociedad de flujos, nos sitúa ante una reestructuración
política, económica y cultural del mundo y sus representaciones.
Nos encontramos ante profundas interrelaciones entre globalización
y avance tecnológico, entre avance tecnológico y conformación
de nuevas formas culturales que se construyen y de nuevas identidades
que se dibujan. Desde esta perspectiva compleja son comprensibles
las posturas antagónicas de globalifóbicos
y globalifílicos, ambas emergentes de posturas ideológicas
históricamente ya conocidas.
Para ubicarnos ante las tensiones
y la complejidad de la sociedad de flujos, para intentar su comprensión
a través de múltiples y variadas lecturas, se hace
necesaria una reflexión sobre nuestra visión de identidad,
cultura y desarrollo.
Consideramos la identidad y la cultura
en su historicidad, y como tales, como procesos sociales evolutivos.
Tratar de definir lo que es identidad, encasillándola en
un concepto inamovible es negar su esencia misma, dinámica
y evolutiva, pero también debemos posicionarnos en el sentido
piagetiano de la sagesse, ampliando los alcances de la conceptualización
con la riqueza de la postura valoral. Sólo así tendremos
la mirada capaz de vernos a nosotros mismos, de ver a los demás,
de asir lo inasible de nosotros y de los otros. Así interpreto
a Habermas, cuando dice:
De nuestra identidad hablamos
siempre que decimos quiénes somos y quiénes queremos
ser. Y en esa razón que damos de nosotros se entretejen
elementos descriptivos y elementos evaluativos. La forma que hemos
cobrado merced a nuestra biografía, a la historia de nuestro
medio, de nuestro pueblo, no puede separarse en la descripción
de nuestra propia identidad de la imagen que de nosotros nos ofrecemos
a nosotros mismos y ofrecemos a los demás y conforme a
la que queremos ser enjuiciados, considerados y reconocidos por
los demás. (1998, p. 115).
La cultura, dice Pupo, encarna la
actividad humana y cualifica al hombre por sobre todas las cosas,
la cultura es la expresión del ser esencial humano y la medida
de su ascención. (2002).
Desde esta óptica, planteamos
que la cultura y el desarrollo históricamente se han caracterizado
por un proceso continuo de intercambios y fusiones étnicos
y geográficos, que han dado por resultado la diversidad,
las similitudes y las bifurcaciones que hoy conocemos como naciones.
El desarrollo de los pueblos lo
consideramos como crecimiento no sólo económico, sino
integral, en el cual la cultura no tiene un papel solamente instrumental,
sino que hay que atribuirle un papel constructivo, constitutivo
y creativo. En particular, es importante subrayar que el desarrollo
para nosotros no es un proceso unilineal cuyo único motor
sea el avance tecnológico.
Nos pronunciamos por una visión
plurilineal e histórica del desarrollo, reconociendo los
diferentes caminos que las variadas culturas de Oriente y de Occidente
han transitado. Cuestionamos entonces posturas etnocéntricas
y hegemoneizantes que se autoconstituyen como matriz y modelo cultural
único y uniforme a seguir por otros pueblos. Reivindicamos
el valor de la riqueza cultural y del patrimonio múltiple.
(Pérez de Cuellar, 1998).
Se habla de multiculturalismo, de
interculturalismo, de pluriculturalismo, de tranculturalismo3
, expresiones todas que nos hablan de las diferentes y complejas
relaciones que pueden darse entre las culturas, que hoy encuentran
nueva vigencia por el fenómeno de mundialización y
de globalización y de las formas contemporáneas de
nomadización.
La cultura, dice James Lull, "presupone
una cierta coherencia cognitiva-social y una continuidad de pensamiento
y actividad social". Sin embargo, continúa, "lo
que está en cuestión en esta época es la naturaleza
de las colectividades y relaciones", puesto que la cotidianeidad
ya no está conformada por modos unificados de pensamiento
y conducta. "El ámbito simbólico global presenta
muchas oportunidades nuevas y ricas para el desarrollo de acciones
y sentimientos" De ahí que "la cultura como sistema
de marcos de percepción debe ser entendida como un sistema
abierto. ¿"Cómo -se pregunta Lull - la gente
encuentra su camino en un mundo donde la naturaleza misma de la
cultura ha sido transformada radicalmente en un panorama dinámico
de imágenes y sueños, fantasías e ilusiones,
viajes y retrasos?" (1997)
Estos cambios profundos que forman
un archipiélago cultural global, también están
incidiendo en el sentido de identidad y de pertenencia, que hasta
hace poco se derivaba "del sentimiento de compartir una historia
y un lugar común, una trayectoria común en el tiempo
y el espacio" (Thompson, 1998, pp.56-57), y ahora parece ser
sustituida por aspectos estéticos y simbólicos. "La
globalización y -dentro de ella las nuevas tecnologías-
conllevan ... no sólo cambios de hábitos culturales,
sino nuevos conceptos de identidad e interacción e, incluso,
renovadas acepciones del patrimonio y de las industrias culturales".
(Villaroel, 1999, p.138).
Una de las tendencias de esta dinámica
social es precisamente el declive y la reubicación de los
estados nacionales por la desterritorialización que promueve
la globalización, y la creciente importancia que cobran las
industrias culturales, como lo advierte Nestor García Canclini
(1999).
Negroponte establece una relación
directa entre la interconexión que nos lleva a la conformación
de comunidades electrónicas y la pérdida de los valores
de una Nación-Estado. En esta nueva forma de socialización
digital, dice, "el espacio físico será irrelevante
y el tiempo desempeñará un papel diferente" (1999,
p.27). En su aventura metodológica sobre el espacio urbano,
como lugar del encuentro comunicativo y de la configuración
de narrativas de vida, Rossana Reguillo nos habla de la telepoli
o metapoli, ciudad virtual que trasciende las categorías
de espacio físico y de pertenencia territorial. Trama conformada
por nodos informativos, por la red del ciberespacio, en la cual
"la dimensión presencial de la vida urbana es sustituida
por la interactividad que favorece la tecnología" (2000,
p.36).
Consideramos que está en
juego la gestación de nuevos constructos sociales, como bien
lo señala María de la Luz Casas: "La nueva ideología
del todo interconectado se libera de las identidades locales, neutralizándolas
o destruyéndolas para generar en el horizonte la posibilidad
de estructurar identidades trasnacionales, no sólo de género
o de clase, sino también de consumo".(2001, p.134).
Ahora bien, si la "cibernidad"
produce nuevos ciudadanos en red, cuyos rasgos de identidad tradicionales
(territorialidad, pertenencia étnica, lengua, religión)
se desdibujan, ¿qué nuevos rasgos identitarios caracterizan
a los "netizen"? ¿Son rasgos fugaces, que tienen
una breve permanencia y son sustituidos cuando llega el nuevo grupo
musical, el nuevo CD, la nueva tendencia de la moda? Y si así
fuera, ¿qué es lo que subyace más allá
de la brevedad y levedad de las imágenes, de los sonidos,
de la intangible presencia de los otros mediatizada por la red?
Así pues, estamos viviendo
un proceso complejo de posibles y paradójicas repercusiones
socio-culturales:
- El riesgo de que la globalización
creciente nos lleve a una homogeneización, que significa
pérdida de la identidad, por la tendencia a la reducción
a una sola lógica, universal y utilitaria, y por el repliegue
defensivo e intolerante a los rasgos diferenciales de las identidades.
(Fuentes, 2000, p.17).
- La posibilidad de que caminemos
hacia la unificación, que significa unidad de lo diverso
en una estructura capaz de sintetizarla, sin borrar por ello las
diferencias y particularidades, ya que siguiendo el pensamiento
de Guillermo Orozco, "hoy se vuelve imprescindible el rescate
y la reafirmación de lo propio, sin fundamentalismos"
(2000, p.7). O como lapidariamente María de la Luz Casas
esboza la tensión actual: "Frente a la globalidad
las identidades se desdibujan, pero ante la posibilidad de la
exclusión o la exterminación definitiva, las identidades
se robustecen" (2001, p. 135).
La tensión paradójica
está en el corazón mismo de las TIC: pueden desarrollar
la interculturalidad, pero igualmente pueden generar un repliegue
hacia el individualismo y la subjetividad; pueden propiciar la evasión
de la realidad inmediata, pero también ampliar los horizontes
de conocimiento de la realidad y del "otro", en forma
vicaria o mediatizada.
La tecnología, factor
de desarrollo/factor de exclusión
Ante el crecimiento exponencial
de las tecnologías de la información, surge el debate
sobre el avance tecnológico: ¿debemos considerarlo
como un factor de desarrollo o más bien como un factor de
exclusión? La economía en redes, ¿puede aumentar
o reducir las diferencias entre los países en desarrollo
y el mundo industrializado?
Se plantean dos escenarios posibles,
diametralmente opuestos:
- Para algunos, este panorama
globalizador no resuelve, sino que muchas veces agudiza, la persistencia
de viejas asimetrías en el acceso a la cultura entre países
centrales y periféricos, que se acentúan con las
tecnologías de avanzada.
- Otros, ven en las TIC la oportunidad
inédita para que los países en desarrollo puedan
"quemar" etapas, acelerar su crecimiento aprovechando
las bondades que las TIC ofrecen, como son los sistemas de educación
a distancia, los cuales posibilitan el acceso a los diferentes
niveles educativos de poblaciones aisladas, incrementar así
mismo la educación continua, desarrollar estrategias de
salud, difundir políticas culturales.
El Informe Mundial sobre la Comunicación
de la UNESCO (1999) y autores como Jorge Núñez Jover
(1999), Ramón Flecha (1997) y Carlos Alberto Primo Braga
(1998, p. 24-26) analizan detenidamente el panorama. Este último
advierte en los dos esquemas expuestos un sustrato de determinismo
tecnológico cuando se ofrecen como opciones únicas
e irreconciliables, puesto que la realidad, desde su perspectiva,
es más compleja:
Por un lado, advierte que las tendencias
que se aprecian dejan en clara desventaja a los países en
desarrollo, ya que los países que crecen en la nueva economía,
son aquellos que tienen: "Un amplio acceso de sus empresas
y sus ciudadanos a las redes de comunicación; mano de obra
y consumidores instruidos; instituciones que favorecen la producción
y difusión del saber" (p. 24). La carencia de estos
indicadores en los países en desarrollo nos llevaría
a predecir que las diferencias económicas internacionales
se agravarán en el modelo social basado en la explosión
de la información.
Sin embargo, el mismo autor asevera
que "si se analizan las fuerzas motrices de la revolución
de la información, el panorama que se divisa es distinto"
(p. 26) puesto que "la lógica de la economía
en redes es una lógica de inclusión y no de exclusión"
(p. 26). Se abren posibilidades de aplicación de las tecnologías
de información al servicio del desarrollo, sobre todo por
la reducción de costos de la telefonía y del tratamiento
informático de los datos.
Para Primo Braga existen otras variables,
más allá de la tecnología en sí, y son
éstas las que pueden inclinar el fiel de la balanza en un
sentido o en otro. El subraya una de ellas: las políticas
estatales.
Por su parte, Núñez
Jover asume una postura crítica y analiza con despiadado
realismo las estadísticas sobre la situación de desigualdades
económicas y su relación con el avance científico
y tecnológico. "Es la dinámica económica
y social, junto con la actuación política, las que
determinan el significado social del conocimiento"(p. 90).
En esta postura se aprecia la importancia que el autor concede al
uso social de la tecnología de la información.
Sánchez Ruiz considera que,
"directa o indirectamente, los medios, las tecnologías
de información y comunicación, y las industrias culturales,
participan en y contribuyen a la constitución de este 'mundo
red', interconectado, aunque plagado de desigualdades y exclusiones".
2000, p.55). Como a él, estas consideraciones hacen pensar
a algunos espíritus críticos y humanistas preocupados
por el devenir cultural de la humanidad, en la ilusión de
la "aldea global".
Nuevas formas de interacción social
Las Nuevas Tecnologías
de Información y Comunicación (TIC), en un contexto
globalizado, juegan un papel preponderante: Construyen nuevas formas
de interacción socio-comunicativa. Obedecen a una lógica
particular, basada en la hipertextualidad, la discursividad fragmentada
y la interconectividad-interactividad, lo que propicia la construcción
de una red global que contiene discursos no lineales, a los cuales
se puede acceder trascendiendo las limitantes de tiempo y espacio.
Los nuevos procesos tecnológicos
nos brindan posibilidades de nuevas formas de interacción
social. El ciberespacio, "como espacio de conversación
y acuerdo intersubjetivo" (Reguillo, 2000, p.42) donde la palabra
fluye y es reconocida por los otros, gracias a la comunicación.
La complejidad sociotécnica de los nuevos medios de comunicación
crea formas de mediación social totalmente revolucionarias.
Los nuevos sistemas tele-informático-audiovisuales digitalizados,
interconectados entre sí en redes hipercomplejas, propicia
formas de relación antes inimaginables, en las que el espacio
se hace global y el tiempo instantáneo como lo apunta Nicholas
Negroponte (1999, p. 27).
Desde la perspectiva de la recepción,
El cibernauta trasciende el papel de receptor pasivo o activo, para
convertirse en un actor de la comunicación, capaz de programar
sus propios mensajes (Lull, 2002). El ciberespacio, "nuevo
espacio virtual en el que el mundo entero está conectado
por cable, satélites y redes mundiales como internet"
(la red informática más importante del mundo) (Maherzi,
1999, p.291), nos permite establecer una relación interactiva
en tiempo real, con sujetos reales, en lejanos puntos del globo.
Queda claro porqué las autopistas virtuales o supercarreteras
de la información son consideradas como el mito fundacional
de la "sociedad de la información".
Las características de las
TIC posibilitan formas alternas de interacciones socio-comunicativas
en donde el papel del sujeto se reconfigura, por lo que es necesario
estudiar estas relaciones desde una metodología que respete
su propia lógica y que permita desentrañar los significados
que los actores construyen a través de estas mediaciones.
En particular, respecto a la significación
de los procesos comunicativos en los albores del siglo XXI, y específicamente
respecto a la valoración del entorno tecnomediático,
existen posturas "apocalípticas" e "integradas"
- remitiéndonos mutatis mutandis a Umberto Eco - que
se derivan ambas, desde mi punto de vista, de una visión
puramente instrumental y unilineal de la comunicación, es
decir, considerada ésta solamente como un proceso de producción
y circulación de mensajes, desarticulada del sistema social
que la engendra y la condiciona. Mientras que su profunda significación
procede de su interrelación con las restantes prácticas
sociales y su inserción en el entramado cultural.
A este punto nos pronunciamos por
una perspectiva sociocultural de la comunicación, no reducida
al intercambio de mensajes, ya que como dice Raúl Fuentes
(2000, p. 22) las dimensiones de la acción comunicativa debemos
imaginarlas en términos constitutivos y no sólo instrumentales
de las prácticas sociales, y por lo tanto las ubicamos como
productoras de sentido, constitutivas de la interacción social.
Podemos justamente hablar de una
"sociabilidad virtual", cobijada por la "interconectividad",
acepción que contribuye a cambiar los modos predominantes
de producción social de sentido. Las TIC generan un proceso
de construcción de sentido muy complejo, formas distintas
de representación, de expresión y de conocimiento.
Estos cambios tempranos nos obligan
a reflexionar sobre las nuevas maneras de experimentar el tiempo
y el espacio por parte del "homo ciber o internetus";
sobre una diferente percepción y valoración de la
distancia, que ahora depende de la velocidad de la comunicación
y que se ha convertido en virtualmente instantánea.
Surge un cuestionamiento de fondo:
Si en las comunidades digitales el espacio se hace global y el tiempo
instantáneo, esta reconfiguración diferente de las
categorías de tiempo y de espacio, ¿acaso no incide
en la capacidad perceptiva del sujeto social y por consiguiente,
en la forma como él construye el conocimiento de la realidad
y le otorga sentido?
Y entonces, me pregunto: Si la cultura
es la instancia o agente mediador desde donde se produce la construcción
social de sentido, ¿qué nueva producción social
de sentido es construida por el entorno tecnocultural?
La acelerada expansión de
la capacidad tecnológica de codificación y difusión
informativa, y la consecuente digitalización de cada vez
mayores porciones de la operación cotidiana de los sujetos
sociales, por una parte, y por otra la recomposición de los
sistemas de interpretación del mundo, antes localizados y
ahora cada vez más globalizados en un proceso que se dice
tiende a la homogeneización cultural, han ido cambiando los
modos predominantes de producción social del sentido. (2000,
pp. 17-18).
Cartografía de la sociedad informacional
Nos encontramos ante una
reconfiguración política, económica y cultural
del mundo y sus representaciones, caracterizada por su multidimensionalidad,
complejidad e interrelacionalidad en todos los niveles; y por las
contradicciones, o en el mejor de los casos, paradojas, que la constituyen
y la instrumentan.
Una de las paradojas es que simultáneamente
con los procesos de estandarización se dan posturas de vida,
búsquedas personales y de etnias (grupos nómadas)
que rebasan con mucho las propuestas de las grandes instituciones,
hasta ayer consideradas como las válidas. Nos encontramos
frente a una fragmentación de micromundos, que a veces conviven
en tolerancia y otras se excluyen mutuamente en etnocentrismos y
fundamentalismos.
Nos encontramos ante fenómenos
inéditos: la realidad virtual caracterizada por la inmersión,
interacción y navegación; las interrelaciones sociales
cibermediatizadas; los nuevos discursos hipertextuales que desbordan
nuestra lógica, que conllevan una nueva manera de ser y de
estar del "homo ciber", porque el espacio, el movimiento
y el tiempo son la forma de existencia del hombre.
Nos encontramos -dice Thompson (1998,
p.17)- frente a nuevas redes y flujos de información que
han transformado la organización espacial y temporal de la
vida social, creando nuevas formas de acción e interacción
y nuevos modos de ejercer el poder, disociados del hecho de compartir
un lugar común.
Nos encontramos frente a una nueva
arquitectura del conocimiento que se está construyendo, ya
que dentro de la realidad virtual aparece como una realidad el mundo
representado en tres dimensiones por la computadora.
Ante este horizonte, presento algunas
de las tareas específicas que considero nos competen y que
deberán tenernos ocupados y preocupados en nuestra cotidianeidad
académica:
- Las características de
las TIC posibilitan formas alternas de interacciones socio-comunicativas
en donde el papel del sujeto se reconfigura, por lo que es necesario
estudiar estas relaciones desde una metodología que respete
su propia lógica y que permita desentrañar los significados
que los actores construyen a través de estas mediaciones.
Nuestros modelos metodológicos comunicacionales deberán,
entonces, posibilitarnos la entrada en la corriente intangible
de datos, imágenes y símbolos, aprovechando los
instrumentos de la economía del saber, en y a través
de la red.
- Nuestros estudiantes incursionarán
en estos espacios comunicativos como interlocutores, como co-sujetos
de investigación, porque el cibernauta debe ser visto como
un sujeto comunicativo, con la capacidad no sólo de seleccionar
sus contenidos, sino también de programar sus propios mensajes
y de llegar a construir diferencialmente sus propias narrativas
sociales, aprovechando la amplísima gama de diversidades
y de posibilidades que nutren el mundo de la realidad mediada
por las TIC.
- Otro de nuestros cometidos será
propiciar y desarrollar la visión cognitiva de la comunicación
como un campo transdisciplinario, en el que confluyen las diferentes
ciencias sociales. Integración que nos ayudará a
entender la nueva lógica de las significaciones, que es
lo que está en juego en la simultaneidad despacializada.
- El análisis de la epistemología
del espacio y del tiempo desde la posición del constructivismo
piagetiano puede ayudarnos a entender la nueva lógica de
las significaciones, en la simultaneidad despacializada. Piaget
asocia la construcción del conocimiento con la interiorización
subjetiva o personal de las categorías tiempo y espacio.
El individuo se apropia del tiempo y del espacio de acuerdo a
la percepción que tiene del mismo, por la acción
sobre la realidad, la construcción de los esquemas de acción
y los procesos de abstracción reflexiva y generalización
constructiva (García, 1997)
En síntesis, nos encontramos
frente al desafío de revisar, replantear y construir nuevos
paradigmas, es decir, marcos de pensamiento u orientaciones teórico-metodológicas
que sustenten nuestra reflexión y búsqueda, nos propongan
un lenguaje y orienten nuestro quehacer académico de la comunicación.
Quehacer que sintetiza las tres grandes dimensiones del hombre:
la cognoscitiva, la valorativa y la praxeológica.
Notas:
1
Asumo el pensamiento de Rigoberto Pupo cuando dice que no podemos
identificar al sujeto como el hombre y al objeto como la realidad.
El sujeto es el hombre socio-históricamente determinado,
portador de actividad; la actividad práctica establece cambios
reales. Mientras que el objeto es aquella parte de la realidad humanizada.
(Sesión del Doctorado en Ciencias de la Comunicación
Social, Universidad de la Habana, 8 de marzo 2002, Saltillo, Coahuila).
2 Hay autores como Hamelink (1994)
que sostienen la teoría del empowerment que implica
una mayor participación ciudadana en la gestión y
control de los medios de comunicación en orden a la conformación
de la sociedad civil mundial.
3 Nos basamos en Ramón
Flecha para entender por multiculturalismo el reconocimiento de
la coexistencia de diferentes culturas en un mismo territorio. Interculturalismo
como una forma de intervención ante esa realidad poniendo
énfasis en la relación entre las culturas. Pluriculturalismo
como otra forma de intervención, pero tratando de mantener
la identidad de cada cultura. Por ejemplo, una escuela hispana en
Nueva York (ejemplo del mismo autor), sería vista como un
gueto por la postura interculturalista y como una oportunidad para
la identidad cultural por parte del pluriculturalismo. ( 1997, pp.
69-70).
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Secretaría de Comunicación y Cultura, Ministerio Secretaría
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María
Concepción Lara Mireles
Profesora investigadoria de la escuela de ciencias
de la comunicación de la universidad autónoma de san
luis potosí, México |