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Octubre -Noviembre 2003

 

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La Sociabilidad Virtual y la Producción Social de Sentido
 

Por María Lara
Número 35

El momento histórico actual está marcado por un proceso de transformación estructural profundo, que empieza a delinearse como "consecuencia del impacto combinado de una revolución tecnológica basada en tecnologías de información/comunicación, la formación de la economía global y un proceso de cambio cultural" (Castells, 1997, p.15).

Diferentes teorías e interpretaciones sociales, al tratar de entender la esencia de la transformación estructural actual, coinciden en afirmar que las bases de la nueva revolución socio-técnica están en la generación de conocimientos y en el procesamiento de la información; así como el surgimiento de la sociedad industrial se basó en la producción y uso de la energía. (p. 15). Esta nueva sociedad es llamada informacional, "para indicar que los atributos sociales de generación y procesamiento de la información van más allá del impacto de las tecnologías de información y de la información en sí misma".(p. 16).

Sin embargo, apunta Castells (pp.16-24), no tenemos una sistematización teórica que nos capacite para comprender los perfiles actuales de las sociedades contemporáneas como sociedades informacionales, pues si bien hay investigaciones sobre los impactos sociales y económicos de las nuevas tecnologías, estos estudios no están integrados dentro de un sistema más amplio de interacción e interdependencia entre las esferas sociales, políticas y económicas, característica central de la nueva sociedad. Los mejores estudios al respecto, en opinión de este experto, se basan en la teoría del postindustrialismo, visión economicista, parcial y excluyente que debemos superar.

En sintonía con esta preocupación fundamental, Ramón Flecha señala la importancia de desarrollar análisis prospectivos de la nueva realidad, dejando de lado la denominación de sociedad postindustrial, nombre que alude a la descripción de fenómenos actuales que ya no son iguales a los de la sociedad industrial. Se trata de llegar a una caracterización en positivo de nuestro momento, lo cual nos permitirá "determinar proyectos de futuro para intervenir en su transformación". (1997, p.57).

Comparte esta postura José Ramón Vidal (2000, p.51) cuando reflexiona sobre el uso social de la información y el papel del conocimiento, e insiste en la necesidad de una mirada más incluyente y de nuevas perspectivas teóricas y metodológicas para responder a los múltiples interrogantes.

La perspectiva de los autores señalados constituye el punto de partida de este trabajo, que poco a poco irá ampliando su espectro a medida que se vaya aprehendiendo el asunto, y el texto, productor de sentido, se vaya construyendo

El mayor espacio lo dedicaremos a la aproximación teórica en torno a los nuevos sistemas tele-informático-audiovisuales digitalizados, que integrados entre sí en redes hipercomplejas, crean formas de relación antes inimaginables, en las que el espacio se hace global y el tiempo instantáneo. Este fenómeno sociotécnico de la simultaneidad despacializada nos abre el cauce obligado de la reflexión sobre el "homo internetus" y las nuevas identidades que se dibujan; sobre la "sociabilidad virtual" o nueva forma de interrelación social cibermediatizada, cobijada por la interconectividad e interactividad, y que contribuye a cambiar los modos predominantes de producción social de sentido; sobre los nuevos discursos hipertextuales que desbordan la lógica unívoca y lineal. Sobre una nueva arquitectura del conocimiento.

Todo avance es heurístico, por lo que paulatinamente irán surgiendo bocetos de propuestas, sugerencias y a veces planteamientos imperativos, de la necesidad de revisar nuestros instrumentales teóricos, epistemológicos y metodológicos, para abordar un objeto de estudio que ha comenzado a invadir todos los ámbitos de la vida cotidiana, revolucionando -como lo expresa Federico Mayor, ex director general de la UNESCO- "nuestros conceptos de cultura, de ciencia, de educación, de desarrollo, en una palabra, de la vida" (1999, p.8).

Esto implica un trasfondo de abordaje interdisciplinario y dialéctico, sustentado por la consideración de que "la ciencia y la tecnología son procesos sociales profundamente marcados por la civilización donde han crecido" (Núñez Jover, 1999, p.9). Estamos, como bien lo develó Thomas S. Kuhn desde 1962, ante la refiguración social de la imagen de la ciencia. Al establecer el nexo entre ciencia-tecnología-sociedad, hacemos propia la postura de los Estudios en Ciencia, Tecnología y Sociedad, CTS. Para los CTS la tecnociencia es un proceso social en íntima imbricación correlacional con los valores culturales, políticos y económicos. (Núñez Jover, 1999, p. 9). Consideramos que es ésta una postura fértil, ética, que puede sustentar el quehacer de quienes practicamos las ciencias sociales desde la vertiente comunicativa, frente a las características revolucionarias del proceso histórico actual, para "sembrar al mismo tiempo, ciencia y conciencia" (Pupo, R., 2002).

Desde la perspectiva asumida, iremos desplegando a lo largo del texto un panorama de interrogantes y desafíos sociales a los que nos enfrentamos en el tránsito hacia un sistema sociocomunicativo que posibilita nuevas formas de interacción social, y contribuye a la gestación de un nuevo entorno: el tecnocultural. En esta mirada aunamos: la búsqueda de producción social de sentido desde el reconocimiento de diferentes racionalidades; el respeto e inclusión de los sujetos sociales como agentes históricos; y la mirada crítica, esperanzadora y actuante para lograr mejores estadios de desarrollo social diferenciado.


El desarrollo tecnológico y los procesos de información y comunicación
Cuando se habla de la división cronológica de la historia humana, generalmente se quiere hacer coincidir los inicios de cada siglo con cambios estructurales importantes, que marquen prospectivamente ese tiempo y señalen una ruptura o desarrollo respecto del siglo que acaba de fenecer. Sin embargo, el devenir del hombre no puede ceñirse al ritmo de cronos y por eso construye sus propios caminos en forma intersticial, ahondando en los surcos del pasado y proyectándose hacia el futuro.

El último cuarto del siglo XX y los inicios del XXI han sido testigos de una revolución tecnológica basada en tres fenómenos: la digitalización de imágenes, sonidos y datos, la compresión digital y la potencia creciente de los componentes electrónicos.

La revolución de la electrónica digital está en curso y toda una nueva generación de productos de consumo se agrupará en diversas formas y sustituirá a los ordenadores, a los teléfonos y a los televisores tradicionales. La tecnología microelectrónica es la clave de casi todos los avances actuales en comunicación. Un mayor rendimiento y la reducción de costos son posibles gracias a la microminiaturización. (Vidal, 2002).

Cuando hablamos de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, (TIC), entendemos abarcar las ramas de las telecomunicaciones, la informática y el área audiovisual en su desarrollo de las últimas décadas. "Se trata, ya de objetos materiales, instrumentos, procedimientos, ya de objetos inmateriales, conocimientos, contenidos, símbolos necesarios para crear, renovar o transmitir información" (Maherzi, 1999, p.16). Además, su aspecto innovador no se limita a los soportes, sino también al contenido y a la forma de distribución y utilización. La intervención de los medios digitales en las transferencias informativas y comunicativas y el tratamiento informático de la información conducen a una fusión gradual de las telecomunicaciones, la informática y el sector audiovisual. Ejemplos de esta convergencia son las computadoras de bolsillo, que caben en la palma de la mano y permiten navegar en Internet, correr programas multimedia, hacer presentaciones, enviar y recibir e.mails; los teléfonos llamados "comunicadores personales" que, activados por la voz del usuario, ofrecerán comunicaciones vocales, video en tiempo real y todas las aplicaciones multimedia a través de una pantalla flexible.

El nuevo paradigma de la convergencia, manejado por las industrias de las telecomunicaciones, de la informática y del audiovisual ha propiciado un acelerado avance tecnológico, contribuyendo a la globalización de la economía y de la información. La convergencia tecnológica se nos presenta en una profunda y compleja imbricación y articulación con las instancias y los poderes económicos, políticos y culturales. El Informe Mundial sobre la Comunicación de la UNESCO reconoce que la convergencia es "esencialmente una construcción social basada a la vez en las lógicas tecnológica, económica, jurídica y política" (p.36). Y reconoce que "la integración de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en redes unificadas e interconectadas modifica profundamente las condiciones y los medios de producción, las formas de distribución y los modos de consumo y de funcionamiento de la sociedad" (p.13). Estamos ante una nueva economía llamada la economía intangible, cuyo soporte principal es la circulación de bienes inmateriales.

El ritmo exponencial de crecimiento de la tecnología informativa y comunicativa está íntimamente ligado al proceso de globalización y a su lógica o racionalidad. José Ramón Vidal Valdés (2000, p.53) afirma que por una parte, el desarrollo capitalista demanda grandes volúmenes de información, que deben circular en tiempo real a escala planetaria y por el otro, el desarrollo tecnológico acelera y facilita el despliegue de los rasgos socioeconómicos y políticos propios del capitalismo contemporáneo.

Nuestro interés en el análisis de estos fenómenos se deriva de la directa incidencia que tienen en los procesos informativos y comunicacionales, ya que se trata de transformaciones tecnológicas que confieren a los nuevos soportes de la información y de la comunicación otras capacidades de comunicación, posibilitan nuevas formas de interacción social y en el entramado social contribuyen a conformar un nuevo entorno: el tecnocultural. Es por ello que nuestra perspectiva de análisis de este complejo fenómeno socio-técnico-cultural es su abordaje como un sistema de información y comunicación, potenciado por la convergencia de las telecomunicaciones, la informática y lo audiovisual.

A este punto de nuestro análisis nos planteamos un interrogante: La información es conocimiento, ipso facto? Es posible vislumbrar en la sociedad de la información el germen de la sociedad del conocimiento? Jorge Núñez Jover nos remite a la obra de Edgar Morin (1984) y cuestiona la mistificación que se ha hecho de la avalancha informativa:

Información no equivale a conocimiento. La información necesita estructuras conceptuales que la soporten y le den sentido. Aunque parezca extraño la información también genera ignorancia y desconcierto en ausencia de marcos teóricos, conceptuales y axiológicos que le den sentido. (1999, pp. 87-88).

Por otro lado, no hay que olvidar que la dinámica de la ciencia no está desvinculada del contexto social en el que se produce. "El saber no navega por encima de las circunstancias sociales igualando oportunidades" (p. 90). Sería regresar al ideal racionalista del modernismo el pensar que el acceso a la información y al conocimiento por sí mismos cerrarán la brecha de la desigualdad.

Desde mi punto de vista, el desafío es atreverse a romper el paradigma educativo reproductivo y amplificador del statu quo, establecer estrategias que correlacionen la educación, la formación y el desarrollo en el aprovechamiento de las innovaciones tecnológicas. Y el eje rector que posibilita estos cambios es una perspectiva comunicativa que transversalmente recorra nuestros sistemas educativo, político y social.

Porque es en las prácticas comunicativas donde a través del diálogo intersubjetivo y del consenso se pueden ir superando las desigualdades y definiendo los cambios a realizar. Esta postura praxeológica se opone a una división simplista y abstracta entre sujeto-objeto1, y concibe a todas las personas como co-sujetos. Se apoya en las nuevas teorías duales de las ciencias sociales, como la de Habermas: "Sistema y mundo de la vida" y la de Anthony Giddens : "Estructura y agencia" y recoge la herencia educativa dialógica de Paulo Freire. (Flecha, 1997, p. 68-69).

En esta empresa, las nuevas tecnologías pueden convertirse en un apoyo invaluable, por su lógica incluyente e interactiva:

  • Favoreciendo el descentramiento y la democratización de los sistemas informáticos a través de la constitución de redes autogestivas.2
  • Y por otro lado, propiciando la transformación de los sistemas de aprendizaje gracias a la interactividad propia del multimedia y del hipertexto; y por la posibilidad de la simulación gracias a la realidad virtual. Inmersión que bien podemos calificar de experiencial y generadora de conocimientos y competencias, ya que, según Piaget, el conocimiento se construye a partir de la acción sobre el objeto.

El dibujamiento de nuevas identidades
El panorama mundial de los cambios tecnológicos en el campo de la comunicación que configura la sociedad de flujos, nos sitúa ante una reestructuración política, económica y cultural del mundo y sus representaciones. Nos encontramos ante profundas interrelaciones entre globalización y avance tecnológico, entre avance tecnológico y conformación de nuevas formas culturales que se construyen y de nuevas identidades que se dibujan. Desde esta perspectiva compleja son comprensibles las posturas antagónicas de globalifóbicos y globalifílicos, ambas emergentes de posturas ideológicas históricamente ya conocidas.

Para ubicarnos ante las tensiones y la complejidad de la sociedad de flujos, para intentar su comprensión a través de múltiples y variadas lecturas, se hace necesaria una reflexión sobre nuestra visión de identidad, cultura y desarrollo.

Consideramos la identidad y la cultura en su historicidad, y como tales, como procesos sociales evolutivos. Tratar de definir lo que es identidad, encasillándola en un concepto inamovible es negar su esencia misma, dinámica y evolutiva, pero también debemos posicionarnos en el sentido piagetiano de la sagesse, ampliando los alcances de la conceptualización con la riqueza de la postura valoral. Sólo así tendremos la mirada capaz de vernos a nosotros mismos, de ver a los demás, de asir lo inasible de nosotros y de los otros. Así interpreto a Habermas, cuando dice:

De nuestra identidad hablamos siempre que decimos quiénes somos y quiénes queremos ser. Y en esa razón que damos de nosotros se entretejen elementos descriptivos y elementos evaluativos. La forma que hemos cobrado merced a nuestra biografía, a la historia de nuestro medio, de nuestro pueblo, no puede separarse en la descripción de nuestra propia identidad de la imagen que de nosotros nos ofrecemos a nosotros mismos y ofrecemos a los demás y conforme a la que queremos ser enjuiciados, considerados y reconocidos por los demás. (1998, p. 115).

La cultura, dice Pupo, encarna la actividad humana y cualifica al hombre por sobre todas las cosas, la cultura es la expresión del ser esencial humano y la medida de su ascención. (2002).

Desde esta óptica, planteamos que la cultura y el desarrollo históricamente se han caracterizado por un proceso continuo de intercambios y fusiones étnicos y geográficos, que han dado por resultado la diversidad, las similitudes y las bifurcaciones que hoy conocemos como naciones.

El desarrollo de los pueblos lo consideramos como crecimiento no sólo económico, sino integral, en el cual la cultura no tiene un papel solamente instrumental, sino que hay que atribuirle un papel constructivo, constitutivo y creativo. En particular, es importante subrayar que el desarrollo para nosotros no es un proceso unilineal cuyo único motor sea el avance tecnológico.

Nos pronunciamos por una visión plurilineal e histórica del desarrollo, reconociendo los diferentes caminos que las variadas culturas de Oriente y de Occidente han transitado. Cuestionamos entonces posturas etnocéntricas y hegemoneizantes que se autoconstituyen como matriz y modelo cultural único y uniforme a seguir por otros pueblos. Reivindicamos el valor de la riqueza cultural y del patrimonio múltiple. (Pérez de Cuellar, 1998).

Se habla de multiculturalismo, de interculturalismo, de pluriculturalismo, de tranculturalismo3 , expresiones todas que nos hablan de las diferentes y complejas relaciones que pueden darse entre las culturas, que hoy encuentran nueva vigencia por el fenómeno de mundialización y de globalización y de las formas contemporáneas de nomadización.

La cultura, dice James Lull, "presupone una cierta coherencia cognitiva-social y una continuidad de pensamiento y actividad social". Sin embargo, continúa, "lo que está en cuestión en esta época es la naturaleza de las colectividades y relaciones", puesto que la cotidianeidad ya no está conformada por modos unificados de pensamiento y conducta. "El ámbito simbólico global presenta muchas oportunidades nuevas y ricas para el desarrollo de acciones y sentimientos" De ahí que "la cultura como sistema de marcos de percepción debe ser entendida como un sistema abierto. ¿"Cómo -se pregunta Lull - la gente encuentra su camino en un mundo donde la naturaleza misma de la cultura ha sido transformada radicalmente en un panorama dinámico de imágenes y sueños, fantasías e ilusiones, viajes y retrasos?" (1997)

Estos cambios profundos que forman un archipiélago cultural global, también están incidiendo en el sentido de identidad y de pertenencia, que hasta hace poco se derivaba "del sentimiento de compartir una historia y un lugar común, una trayectoria común en el tiempo y el espacio" (Thompson, 1998, pp.56-57), y ahora parece ser sustituida por aspectos estéticos y simbólicos. "La globalización y -dentro de ella las nuevas tecnologías- conllevan ... no sólo cambios de hábitos culturales, sino nuevos conceptos de identidad e interacción e, incluso, renovadas acepciones del patrimonio y de las industrias culturales". (Villaroel, 1999, p.138).

Una de las tendencias de esta dinámica social es precisamente el declive y la reubicación de los estados nacionales por la desterritorialización que promueve la globalización, y la creciente importancia que cobran las industrias culturales, como lo advierte Nestor García Canclini (1999).

Negroponte establece una relación directa entre la interconexión que nos lleva a la conformación de comunidades electrónicas y la pérdida de los valores de una Nación-Estado. En esta nueva forma de socialización digital, dice, "el espacio físico será irrelevante y el tiempo desempeñará un papel diferente" (1999, p.27). En su aventura metodológica sobre el espacio urbano, como lugar del encuentro comunicativo y de la configuración de narrativas de vida, Rossana Reguillo nos habla de la telepoli o metapoli, ciudad virtual que trasciende las categorías de espacio físico y de pertenencia territorial. Trama conformada por nodos informativos, por la red del ciberespacio, en la cual "la dimensión presencial de la vida urbana es sustituida por la interactividad que favorece la tecnología" (2000, p.36).

Consideramos que está en juego la gestación de nuevos constructos sociales, como bien lo señala María de la Luz Casas: "La nueva ideología del todo interconectado se libera de las identidades locales, neutralizándolas o destruyéndolas para generar en el horizonte la posibilidad de estructurar identidades trasnacionales, no sólo de género o de clase, sino también de consumo".(2001, p.134).

Ahora bien, si la "cibernidad" produce nuevos ciudadanos en red, cuyos rasgos de identidad tradicionales (territorialidad, pertenencia étnica, lengua, religión) se desdibujan, ¿qué nuevos rasgos identitarios caracterizan a los "netizen"? ¿Son rasgos fugaces, que tienen una breve permanencia y son sustituidos cuando llega el nuevo grupo musical, el nuevo CD, la nueva tendencia de la moda? Y si así fuera, ¿qué es lo que subyace más allá de la brevedad y levedad de las imágenes, de los sonidos, de la intangible presencia de los otros mediatizada por la red?

Así pues, estamos viviendo un proceso complejo de posibles y paradójicas repercusiones socio-culturales:

  • El riesgo de que la globalización creciente nos lleve a una homogeneización, que significa pérdida de la identidad, por la tendencia a la reducción a una sola lógica, universal y utilitaria, y por el repliegue defensivo e intolerante a los rasgos diferenciales de las identidades. (Fuentes, 2000, p.17).
  • La posibilidad de que caminemos hacia la unificación, que significa unidad de lo diverso en una estructura capaz de sintetizarla, sin borrar por ello las diferencias y particularidades, ya que siguiendo el pensamiento de Guillermo Orozco, "hoy se vuelve imprescindible el rescate y la reafirmación de lo propio, sin fundamentalismos" (2000, p.7). O como lapidariamente María de la Luz Casas esboza la tensión actual: "Frente a la globalidad las identidades se desdibujan, pero ante la posibilidad de la exclusión o la exterminación definitiva, las identidades se robustecen" (2001, p. 135).

La tensión paradójica está en el corazón mismo de las TIC: pueden desarrollar la interculturalidad, pero igualmente pueden generar un repliegue hacia el individualismo y la subjetividad; pueden propiciar la evasión de la realidad inmediata, pero también ampliar los horizontes de conocimiento de la realidad y del "otro", en forma vicaria o mediatizada.

La tecnología, factor de desarrollo/factor de exclusión
Ante el crecimiento exponencial de las tecnologías de la información, surge el debate sobre el avance tecnológico: ¿debemos considerarlo como un factor de desarrollo o más bien como un factor de exclusión? La economía en redes, ¿puede aumentar o reducir las diferencias entre los países en desarrollo y el mundo industrializado?

Se plantean dos escenarios posibles, diametralmente opuestos:

  • Para algunos, este panorama globalizador no resuelve, sino que muchas veces agudiza, la persistencia de viejas asimetrías en el acceso a la cultura entre países centrales y periféricos, que se acentúan con las tecnologías de avanzada.
  • Otros, ven en las TIC la oportunidad inédita para que los países en desarrollo puedan "quemar" etapas, acelerar su crecimiento aprovechando las bondades que las TIC ofrecen, como son los sistemas de educación a distancia, los cuales posibilitan el acceso a los diferentes niveles educativos de poblaciones aisladas, incrementar así mismo la educación continua, desarrollar estrategias de salud, difundir políticas culturales.

El Informe Mundial sobre la Comunicación de la UNESCO (1999) y autores como Jorge Núñez Jover (1999), Ramón Flecha (1997) y Carlos Alberto Primo Braga (1998, p. 24-26) analizan detenidamente el panorama. Este último advierte en los dos esquemas expuestos un sustrato de determinismo tecnológico cuando se ofrecen como opciones únicas e irreconciliables, puesto que la realidad, desde su perspectiva, es más compleja:

Por un lado, advierte que las tendencias que se aprecian dejan en clara desventaja a los países en desarrollo, ya que los países que crecen en la nueva economía, son aquellos que tienen: "Un amplio acceso de sus empresas y sus ciudadanos a las redes de comunicación; mano de obra y consumidores instruidos; instituciones que favorecen la producción y difusión del saber" (p. 24). La carencia de estos indicadores en los países en desarrollo nos llevaría a predecir que las diferencias económicas internacionales se agravarán en el modelo social basado en la explosión de la información.

Sin embargo, el mismo autor asevera que "si se analizan las fuerzas motrices de la revolución de la información, el panorama que se divisa es distinto" (p. 26) puesto que "la lógica de la economía en redes es una lógica de inclusión y no de exclusión" (p. 26). Se abren posibilidades de aplicación de las tecnologías de información al servicio del desarrollo, sobre todo por la reducción de costos de la telefonía y del tratamiento informático de los datos.

Para Primo Braga existen otras variables, más allá de la tecnología en sí, y son éstas las que pueden inclinar el fiel de la balanza en un sentido o en otro. El subraya una de ellas: las políticas estatales.

Por su parte, Núñez Jover asume una postura crítica y analiza con despiadado realismo las estadísticas sobre la situación de desigualdades económicas y su relación con el avance científico y tecnológico. "Es la dinámica económica y social, junto con la actuación política, las que determinan el significado social del conocimiento"(p. 90). En esta postura se aprecia la importancia que el autor concede al uso social de la tecnología de la información.

Sánchez Ruiz considera que, "directa o indirectamente, los medios, las tecnologías de información y comunicación, y las industrias culturales, participan en y contribuyen a la constitución de este 'mundo red', interconectado, aunque plagado de desigualdades y exclusiones". 2000, p.55). Como a él, estas consideraciones hacen pensar a algunos espíritus críticos y humanistas preocupados por el devenir cultural de la humanidad, en la ilusión de la "aldea global".

Nuevas formas de interacción social
Las Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), en un contexto globalizado, juegan un papel preponderante: Construyen nuevas formas de interacción socio-comunicativa. Obedecen a una lógica particular, basada en la hipertextualidad, la discursividad fragmentada y la interconectividad-interactividad, lo que propicia la construcción de una red global que contiene discursos no lineales, a los cuales se puede acceder trascendiendo las limitantes de tiempo y espacio.

Los nuevos procesos tecnológicos nos brindan posibilidades de nuevas formas de interacción social. El ciberespacio, "como espacio de conversación y acuerdo intersubjetivo" (Reguillo, 2000, p.42) donde la palabra fluye y es reconocida por los otros, gracias a la comunicación. La complejidad sociotécnica de los nuevos medios de comunicación crea formas de mediación social totalmente revolucionarias. Los nuevos sistemas tele-informático-audiovisuales digitalizados, interconectados entre sí en redes hipercomplejas, propicia formas de relación antes inimaginables, en las que el espacio se hace global y el tiempo instantáneo como lo apunta Nicholas Negroponte (1999, p. 27).

Desde la perspectiva de la recepción, El cibernauta trasciende el papel de receptor pasivo o activo, para convertirse en un actor de la comunicación, capaz de programar sus propios mensajes (Lull, 2002). El ciberespacio, "nuevo espacio virtual en el que el mundo entero está conectado por cable, satélites y redes mundiales como internet" (la red informática más importante del mundo) (Maherzi, 1999, p.291), nos permite establecer una relación interactiva en tiempo real, con sujetos reales, en lejanos puntos del globo. Queda claro porqué las autopistas virtuales o supercarreteras de la información son consideradas como el mito fundacional de la "sociedad de la información".

Las características de las TIC posibilitan formas alternas de interacciones socio-comunicativas en donde el papel del sujeto se reconfigura, por lo que es necesario estudiar estas relaciones desde una metodología que respete su propia lógica y que permita desentrañar los significados que los actores construyen a través de estas mediaciones.

En particular, respecto a la significación de los procesos comunicativos en los albores del siglo XXI, y específicamente respecto a la valoración del entorno tecnomediático, existen posturas "apocalípticas" e "integradas" - remitiéndonos mutatis mutandis a Umberto Eco - que se derivan ambas, desde mi punto de vista, de una visión puramente instrumental y unilineal de la comunicación, es decir, considerada ésta solamente como un proceso de producción y circulación de mensajes, desarticulada del sistema social que la engendra y la condiciona. Mientras que su profunda significación procede de su interrelación con las restantes prácticas sociales y su inserción en el entramado cultural.

A este punto nos pronunciamos por una perspectiva sociocultural de la comunicación, no reducida al intercambio de mensajes, ya que como dice Raúl Fuentes (2000, p. 22) las dimensiones de la acción comunicativa debemos imaginarlas en términos constitutivos y no sólo instrumentales de las prácticas sociales, y por lo tanto las ubicamos como productoras de sentido, constitutivas de la interacción social.

Podemos justamente hablar de una "sociabilidad virtual", cobijada por la "interconectividad", acepción que contribuye a cambiar los modos predominantes de producción social de sentido. Las TIC generan un proceso de construcción de sentido muy complejo, formas distintas de representación, de expresión y de conocimiento.

Estos cambios tempranos nos obligan a reflexionar sobre las nuevas maneras de experimentar el tiempo y el espacio por parte del "homo ciber o internetus"; sobre una diferente percepción y valoración de la distancia, que ahora depende de la velocidad de la comunicación y que se ha convertido en virtualmente instantánea.

Surge un cuestionamiento de fondo: Si en las comunidades digitales el espacio se hace global y el tiempo instantáneo, esta reconfiguración diferente de las categorías de tiempo y de espacio, ¿acaso no incide en la capacidad perceptiva del sujeto social y por consiguiente, en la forma como él construye el conocimiento de la realidad y le otorga sentido?

Y entonces, me pregunto: Si la cultura es la instancia o agente mediador desde donde se produce la construcción social de sentido, ¿qué nueva producción social de sentido es construida por el entorno tecnocultural?

La acelerada expansión de la capacidad tecnológica de codificación y difusión informativa, y la consecuente digitalización de cada vez mayores porciones de la operación cotidiana de los sujetos sociales, por una parte, y por otra la recomposición de los sistemas de interpretación del mundo, antes localizados y ahora cada vez más globalizados en un proceso que se dice tiende a la homogeneización cultural, han ido cambiando los modos predominantes de producción social del sentido. (2000, pp. 17-18).

Cartografía de la sociedad informacional
Nos encontramos ante una reconfiguración política, económica y cultural del mundo y sus representaciones, caracterizada por su multidimensionalidad, complejidad e interrelacionalidad en todos los niveles; y por las contradicciones, o en el mejor de los casos, paradojas, que la constituyen y la instrumentan.

Una de las paradojas es que simultáneamente con los procesos de estandarización se dan posturas de vida, búsquedas personales y de etnias (grupos nómadas) que rebasan con mucho las propuestas de las grandes instituciones, hasta ayer consideradas como las válidas. Nos encontramos frente a una fragmentación de micromundos, que a veces conviven en tolerancia y otras se excluyen mutuamente en etnocentrismos y fundamentalismos.

Nos encontramos ante fenómenos inéditos: la realidad virtual caracterizada por la inmersión, interacción y navegación; las interrelaciones sociales cibermediatizadas; los nuevos discursos hipertextuales que desbordan nuestra lógica, que conllevan una nueva manera de ser y de estar del "homo ciber", porque el espacio, el movimiento y el tiempo son la forma de existencia del hombre.

Nos encontramos -dice Thompson (1998, p.17)- frente a nuevas redes y flujos de información que han transformado la organización espacial y temporal de la vida social, creando nuevas formas de acción e interacción y nuevos modos de ejercer el poder, disociados del hecho de compartir un lugar común.

Nos encontramos frente a una nueva arquitectura del conocimiento que se está construyendo, ya que dentro de la realidad virtual aparece como una realidad el mundo representado en tres dimensiones por la computadora.

Ante este horizonte, presento algunas de las tareas específicas que considero nos competen y que deberán tenernos ocupados y preocupados en nuestra cotidianeidad académica:

  • Las características de las TIC posibilitan formas alternas de interacciones socio-comunicativas en donde el papel del sujeto se reconfigura, por lo que es necesario estudiar estas relaciones desde una metodología que respete su propia lógica y que permita desentrañar los significados que los actores construyen a través de estas mediaciones. Nuestros modelos metodológicos comunicacionales deberán, entonces, posibilitarnos la entrada en la corriente intangible de datos, imágenes y símbolos, aprovechando los instrumentos de la economía del saber, en y a través de la red.
  • Nuestros estudiantes incursionarán en estos espacios comunicativos como interlocutores, como co-sujetos de investigación, porque el cibernauta debe ser visto como un sujeto comunicativo, con la capacidad no sólo de seleccionar sus contenidos, sino también de programar sus propios mensajes y de llegar a construir diferencialmente sus propias narrativas sociales, aprovechando la amplísima gama de diversidades y de posibilidades que nutren el mundo de la realidad mediada por las TIC.
  • Otro de nuestros cometidos será propiciar y desarrollar la visión cognitiva de la comunicación como un campo transdisciplinario, en el que confluyen las diferentes ciencias sociales. Integración que nos ayudará a entender la nueva lógica de las significaciones, que es lo que está en juego en la simultaneidad despacializada.
  • El análisis de la epistemología del espacio y del tiempo desde la posición del constructivismo piagetiano puede ayudarnos a entender la nueva lógica de las significaciones, en la simultaneidad despacializada. Piaget asocia la construcción del conocimiento con la interiorización subjetiva o personal de las categorías tiempo y espacio. El individuo se apropia del tiempo y del espacio de acuerdo a la percepción que tiene del mismo, por la acción sobre la realidad, la construcción de los esquemas de acción y los procesos de abstracción reflexiva y generalización constructiva (García, 1997)

En síntesis, nos encontramos frente al desafío de revisar, replantear y construir nuevos paradigmas, es decir, marcos de pensamiento u orientaciones teórico-metodológicas que sustenten nuestra reflexión y búsqueda, nos propongan un lenguaje y orienten nuestro quehacer académico de la comunicación. Quehacer que sintetiza las tres grandes dimensiones del hombre: la cognoscitiva, la valorativa y la praxeológica.


Notas:

1 Asumo el pensamiento de Rigoberto Pupo cuando dice que no podemos identificar al sujeto como el hombre y al objeto como la realidad. El sujeto es el hombre socio-históricamente determinado, portador de actividad; la actividad práctica establece cambios reales. Mientras que el objeto es aquella parte de la realidad humanizada. (Sesión del Doctorado en Ciencias de la Comunicación Social, Universidad de la Habana, 8 de marzo 2002, Saltillo, Coahuila).
2 Hay autores como Hamelink (1994) que sostienen la teoría del empowerment que implica una mayor participación ciudadana en la gestión y control de los medios de comunicación en orden a la conformación de la sociedad civil mundial.
3 Nos basamos en Ramón Flecha para entender por multiculturalismo el reconocimiento de la coexistencia de diferentes culturas en un mismo territorio. Interculturalismo como una forma de intervención ante esa realidad poniendo énfasis en la relación entre las culturas. Pluriculturalismo como otra forma de intervención, pero tratando de mantener la identidad de cada cultura. Por ejemplo, una escuela hispana en Nueva York (ejemplo del mismo autor), sería vista como un gueto por la postura interculturalista y como una oportunidad para la identidad cultural por parte del pluriculturalismo. ( 1997, pp. 69-70).


Referencias:

Casas, M. de la L. (2001). Identidades culturales, globalidad y sociedad de la información. En J. L. Cerdán y F. Aceves (Eds), Anuario de Investigación de la Comunicación VIII. México: CONEICC.
Castells, M. (1997). Flujos, redes e identidades: una teoría crítica de la sociedad informacional. En M. Castells et allí, Nuevas perspectivas críticas en educación (pp. ). Barcelona: Paidós.
Flecha, R. (1997). Las nuevas desigualdades educativas. En M. Castells y otros, Nuevas perspectivas críticas en educación (pp. 55-82). Barcelona: Paidós.
Fuentes, R. (2000). Perspectivas socioculturales postdisciplinarias en la investigación de la comunicación. En Orozco G. (Coord.), Lo viejo y lo nuevo. Investigar la comunicación en el siglo XXI (pp. 17-31). Madrid: Ediciones de la Torre.
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María Concepción Lara Mireles
Profesora investigadoria de la escuela de ciencias de la comunicación de la universidad autónoma de san luis potosí, México