Por Carlos Fara
Número 36
Los que dicen que el peronismo
nunca fue un gallinero para dos gallos se referencian en el antecedente
indiscutible de la historia. ¿Sirve la historia para predecir
el futuro del justicialismo? ¿Vamos hacia un conflicto inevitable
entre Kirchner y Duhalde, del cual el tema piqueteros es solo su
prólogo?
La situación que dio origen
a la alianza entre los dos dirigentes es suficientemente excepcional
como para basarse en la historia. Kirchner es el primer presidente
de extracción justicialista que no llega como consecuencia
de consolidar un liderazgo interno, sino que lo está construyendo
una vez sentado en el sillón. Al carecer de base propia,
no le quedaba otra que apoyarse en el beneplácito de la opinión
pública encuestada como contrapartida de su accionar
en el gobierno- para acumular capital político propio.
Este pecado original
es un dato político clave para el presidente y para el resto
del sistema. Si las encuestas son su base de sostenimiento, sondeos
negativos le producirán más desgaste que el normal,
y su liderazgo fluirá en consecuencia.
Al presidente poco le importa el
partido, en tanto y en cuanto no le genere problemas. Indicadores
económicos en alza, triunfos electorales, manos que se alzan
en las dos cámaras, disciplinamiento político en general
son las cosas que realmente lo movilizan. Néstor Kirchner
es un apasionado de la administración del Estado y en ese
sentido toma decisiones.
Eduardo Duhalde es casi todo lo
contrario. Le interesa más armar listas de concejales en
el partido de Tapalqué que sentarse a ver números
de finanzas y el impacto para su proyecto de poder de diferentes
políticas públicas. Él es el territorio y el
partido. El resto lo aburre. Hasta cierto punto vive su retiro político
como un beneficio y no como un castigo. Difícilmente quiera
volver a ser presidente, salvo que las circunstancias lo exijan.
Pues entonces existe un escenario
de un presidente sin liderazgo previo al cargo- apasionado
por administrar y poco afecto al partido. Y un referente partidario
que prefiere tomar distancia del gerenciamiento, apasionado por
las estructuras. En ese marco, se podría decir que existe
una complementación de roles casi inédita, con un
destacable denominador común ideológico de rechazo
al proyecto menemista. Esta descripción del escenario no
permite proyectar un conflicto fuerte, salvo escaramuzas menores.
Así, el peronismo podría vivir con dos cabezas.
Pero claro, no todo es tan simple,
y la realidad es más dinámica de lo que a los protagonistas
les gustaría. ¿Qué pasaría si el presidente,
encumbrado en su popularidad, decidiera ir a fondo con el proyecto
Cristina senadora nacional por la provincia de Buenos Aires en 2005?
¿Qué sucedería si Kirchner decide que el problema
de la seguridad solo se resuelve metiendo él la mano en la
policía bonaerense? ¿A dónde se orientaría
la relación entre los dos socios si la sociedad empezara
a bufar por que los resultados de la gestión no son los esperados?
En el peronismo, después
de Perón, solo se sostienen en el largo plazo los exitosos,
los seductores y los que conducen efectivamente al conjunto. Si
logran reunir las tres características al mismo tiempo, mejor
aún. Si no, por lo menos dos. Menem hasta el ´97 fue
las tres cosas. Luego del ´97 ya no fue exitoso, pero seducía
y conducía a la tropa. Duhalde fue exitoso hasta el ´97,
pero nunca sedujo y condujo más allá de su provincia.
Kirchner lleva un éxito de 6 meses, esto le permite conducir,
pero no es por naturaleza un carismático que seduce. El santacruceño
logra respeto.
Duhalde se alzará en armas
solo una vez que las encuestas le ultra confirmen que Kirchner ya
no tiene retorno y la sociedad pide un recambio a gritos. Ya pasó
por una y fue demasiado. No querrá pasar por otra tan fácilmente.
Como encuestomaníaco, no arriesgará capital en un
juego con final incierto. Lo que sí puede suceder es que
cada tanto le mande un mensaje a su socio. En parte, por simple
reflejo político (a veces hace falta un golpecito). Y en
parte porque la tropa lo exige, como sucedió ahora a partir
del debate sobre los piqueteros.
Con una economía creciendo
este año al 7,5 % y al 5 % en 2004, el conflicto político
está más lejos que cerca. Si la tropa duhaldista quiere
hacerse escuchar antes de tiempo, su líder tendrá
suficientes recursos políticos para disciplinarla. Y ahí
nomás, vendrá la arenga a trabajar todos por Duhalde
senador en 2005.
Los dos jugadores no están
ahí por casualidad
Carlos
Fara
Director Ejecutivo de Fara
& Asociados, Buenos Aires, Argentina |