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Por Ma. Antonia Martín
Número 36
La acción comunicativa
de los grupos multimedia, en Europa, está regulada de forma
que se realice con el debido respeto a la persona humana. Dicha
acción no puede hacerse como se quiera sino como se deba.
Esto tiene dos aspectos uno negativo (no vulnerar los derechos de
los demás) y otro positivo. En el contexto en el que operan
los grupos multimedia europeos tiene un gran valor lo que se conoce
con el nombre de libertad de opinión considerada como una
"libertad individual" que no puede ser injustamente cercenada
por los poderes públicos. Es una libertad que tiene en Europa
su propia historia. Ya la Escolástica defendía la
personalidad del ser humano enfrentada a la autoridad estableciendo
así los nominalistas la base de lo que ha venido a ser nuestra
cultura occidental.
La libertad enfrentada a la autoridad
y convertida en bandera o estandarte dio origen a la libertad-derecho
al considerar la libertad personal como derecho del individuo y
establecer la obligación de respetar los derechos y libertades
de los demás.
En determinado momento se acuñó en Europa el concepto
de libertad-orden que permitía asegurar la relación
poder fuerza en la dirección de la política. En este
sentido pudo escribir Hobbes:
Los pactos que no descansan en
la espada no son más que palabras sin fuerza para proteger
al hombre ...Los lazos de las palabras son demasiado débiles
para frenar la ambición humana, la avaricia, la cólera
y otras pasiones de los hombres, si éstos no sienten el
temor de un poder coercitivo (Sabine, 1963, 346).
Otras concepciones del pasado son
también el concepto de libertad resistencia mantenido por
Benjamín Constant y el de libertad-participación defendido
en la concepción anglosajona (Duverger, 1968,302)
El paso de la libertad de hecho
a la libertad derecho supone, en el propio pensamiento político,
un giro en su enfoque por el que la filosofía política
se separó del despotismo.
Luego se tomó conciencia
de la importancia de la opinión como fuerza social, precedida
de la aparición de la prensa como medio de difusión
pública de las opiniones y de las noticias.
Ambos derechos - el de la libertad
de opinión y el de la libertad de prensa- aparecieron juntos
por primera vez en 1776 en la Declaración del Estado de Virginia:
"La Libertad de prensa es una de las defensas más poderosas
de la libertad y sólo los gobiernos despóticos pueden
entorpecerla". Esta mentalidad se concretó más
ampliamente en la Constitución de los Estados Unidos fenómeno
de capital importancia dado que a partir de aquel momento, el reconocimiento
y la protección de los derechos humanos será el núcleo
de toda Declaración constitucional. (Terrou, 1970, 16-26)
La trasposición de estos
derechos a nivel internacional tiene su embrión en los pacifistas
del siglo XVIII y en especial en Enmanuel Kant cuando fijó
sus "tres remedios" contra la guerra: 1) el comercio:
"el desarrollo del comercio hará desaparecer las guerras
siendo el pacifismo la base superior al capitalismo", 2) la
moral democrática, "la paz es una virtud moral, virtud
de los pueblos y no de los príncipes", 3) la publicidad:
"el secreto de las negociaciones facilita las guerras; la política
realizada a la luz pública que resultará corriente
a los regímenes democráticos favorecerá la
paz" (Sánchez de la Torre, 1968, 117).
Para realizar el modelo de Kant
se precisaba la concurrencia de los medios de comunicación.
Así, la aparición del telégrafo será
para Beneyto la base de la democratización al abrir la interpretación
de los acontecimientos a la influencia de la opinión (Beneyto,
1963, 10-12). Y fue con el Presidente Wilson cuando la "opinión
pública" vino a integrarse como pieza clave en el sistema
de seguridad colectiva (Seara Vázquez, 1974, 22-26).
Los acontecimientos posteriores
hicieron necesario retornar a dicha concepción. El 26 de
enero de 1941 el Presidente Roosevelt situó entre las libertades
esenciales "la libertad de opinión y de expresión"
que fue recogida en la Carta del Atlántico del 14 de agosto
de 1941 junto con otras libertades que perderían el 4 de
marzo de 1944 su universalidad al declarar el Primer Ministro Churchill
que no se aplicarían al tratamiento que se dispensara a Alemania.
Será pues, la Asamblea General
de las Naciones Unidas reunida en París el 10 de diciembre
de 1948, la que establezca la Declaración Universal de los
Derechos Humanos. Sin embargo, este marco limitó de antemano
la protección internacional de los derechos humanos al mantener
el principio de soberanía del Estado y la exclusión
del individuo como sujeto de derecho internacional (Theimer, 1958,
64).
El derecho a la libertad de opinión
tal como hemos visto que se da en la sociedad internacional, se
concreta y adquiere exigencias jurídicas en el marco europeo.
Ello podemos verlo en un doble aspecto: a) el derecho de opinión
en el Convenio Europeo de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales y b) el derecho de opinión en las Constituciones
europeas.
Una visión aunque sólo
sea de conjunto de esos dos tipos de regulaciones, una internacional
convenida y otra constitucional, nos servirán para entender
los límites a los que deberá sujetarse la acción
de los grupos de comunicación que quieren ejercer su influencia
en el medio europeo. Europa ha establecido en su suelo de una forma
bastante sólida la libertad y se ha acostumbrado a ella.
Quien quiera influir en la opinión pública europea
no tendrá más remedio que aceptarla.
El convenio trata de la Opinión
en los artículos 10 y 14. En el art.10, de acuerdo con la
redacción del párrafo 1, se protege el derecho a la
expresión que comprende dos elementos separables: 1-. La
libertad de opinión; 2-. La libertad de recibir o de comunicar
informaciones o ideas.
Los límites a este derecho
cuando su ejercicio conculca derechos ajenos, queda explicitado
en la comunicación de la opinión o en la transmisión
de informaciones. El examen de las sentencias del Tribunal de Estrasburgo-
la conocida con el nombre del "Caso Engel y otros" de
8 de junio de 1976 y la llamada "Caso Handside" de 7 de
septiembre del mismo año, son ilustrativas al efecto. La
primera porque acepta la restricción de edición y
difusión de opiniones que pueden mermar la disciplina del
ejército y la segunda porque limita la difusión de
obras impresas de negativas repercusiones para niños y adolescentes.
Las Constituciones Europeas se han
apresurado a garantizar este derecho complejo que se conoce con
el nombre de derecho de opinión. Lo llamamos complejo porque
presupone : 1.- el derecho a la información veraz; 2.- el
derecho a una madurez mental y psíquica para poder interpretar
con suficiente corrección la información; y 3.- el
derecho a la expresión.
1.- A la veracidad de la información
hacen cierta referencia las Constituciones de Noruega (art.100)
y de Luxemburgo (art.24). Sin embargo, la mayoría de las
Constituciones no mencionan expresamente la información veraz
sino que parecen presuponer la confianza en la capacidad del ser
humano de decir la verdad con independencia de que el Código
Penal castigue el delito de falsedad como nocivo para la convivencia.
A ello hace referencia el art. 77 de la Constitución de Dinamarca.
La constitución griega a
propósito de la veracidad exige en su artículo 14,
condiciones y cualificaciones para ejercer la profesión periodística
y establece que "la ley señalará la forma de
la rectificación completa por la prensa de las publicaciones
inexactas". Algo semejante encontramos en la Constitución
de Portugal que traslada la exigencia de la veracidad al uso de
los medios informáticos (art.35) y reserva la garantía
del derecho de réplica para la expresión y la divulgación
(art.37).
2.- El derecho a una madurez mental
y psíquica para poder interpretar con suficiente corrección
la información que se recibe, se deduce del conjunto de los
derechos establecidos en la Constitución. Es en un medio
en el que se dan las condiciones requeridas donde el ser humano
halla la capacidad de madurar mental y psíquica. La Constitución
de Irlanda en su art. 40, lo concreta de la siguiente manera: "Al
ser sin embargo, la educación de la opinión pública
materia de tanta importancia para el bien común, el Estado
se esforzará en garantizar que los órganos de la opinión
pública tales como la radio, la prensa y el cinematógrafo,
sin perjuicio de preservar su legítima libertad de expresión,
incluso la crítica de la política del Gobierno, no
sean utilizados para socavar el orden moral y la moral públicas
o la autoridad del Estado".
3.- El derecho a la expresión.
Es el que aparece más tratado en los textos constitucionales.
Algunos textos establecen los medios a través de los cuales
puede ejercitarse la libertad de expresión.
El art.13 de la Ley Fundamental
del Estado Austríaco de 21 de diciembre de 1867 hace referencia
a "la palabra, el escrito, la imprenta o la imagen". Se
trata de una enumeración exhaustiva de la comunicación
dado que lo que puede decirse de las publicaciones, la prensa, la
radio y la televisión puede considerarse incluido en la enumeración
que hace el citado artículo.
Estas simples muestras aducidas,
aunque todas ellas de carácter significativo, nos dan buena
idea de cuál es la mentalidad que existe en la sociedad europea
con respecto a las acciones que los poderes públicos llevan
a cabo a través de los medios de comunicación social.
Son por lo tanto éstos unos límites muy eficaces que
los grupos de comunicación deben aceptar.
Si nos fijamos en los grupos multimedia
europeos podemos apreciar una corta vida. Ésta se ha visto
caracterizada por un periodo de consolidación, en la década
de los 70, amparado en los favores de los gobiernos estatales y
su expansión posterior, marcada por los paradigmas de la
concentración y de la internacionalización. En su
análisis, vamos a fijarnos, por su capacidad de liderazgo,
en los dos grupos principales del panorama europeo: Bertelsmann
y BBC, dando respuesta a modelos representativos europeos tanto
del sector privado como público.
Bertelsmann es una gran compañía
de comunicación de carácter global extendida por todo
el mundo (Fernández Sanz, 1999, 100-108). Se halla implantada
en más de cincuenta países. Tokio, Shangai, Varsovia,
París, Londres, Nueva York entre muchas otras, son ciudades
en las que Bertelsmann se halla presente, con carácter preferente.
La compañía, aun siendo de origen alemán, se
ha desarrollado, sin embargo, de manera más eficaz en los
Estados Unidos, nación en la que Bertelsmann más produce.
Estados Unidos genera el 24% de las rentas producidas en toda la
sociedad. Nos hallamos, pues, al situarnos ante Bertelsmann, en
presencia de la compañía de medios de comunicación
más internacional del planeta y ante una de las primeras
empresas de medios del mundo. El desarrollo mayor de Bertelsmann
y su más rápida expansión ha tenido lugar en
estos dos últimos años. Ha habido quien ha establecido
un paralelismo entre la situación de esta empresa hoy y las
circunstancias que vivió la compañía después
de la Segunda Guerra Mundial cuando tuvo que desplegar una gran
acción reconstructora y creativa.
En esta última época
las rentas han aumentado el 24% llegando a los 16' 5 miles de millones
de euros. Por citar sólo un ejemplo, EBITA alcanzó
el 41% de los beneficios totales de la compañía lo
que en cifras absolutas se traduce por 1 ´8 miles de millones
de euros. En el último año se crearon 3.600 nuevos
puestos de trabajo impulsándose en Internet el más
intenso de los esfuerzos.La tendencia que más ha caracterizado
a la compañía ha sido la de globalizarse. Es una tendencia
que en el futuro va a seguir acentuándose. La estrategia
más destacada es dual y consiste en generar, por una parte,
contenidos de calidad y, por otra, acceso directo de los usuarios
a los medios de todo el mundo. Terminemos esta introducción
con unas palabras clave: Internacionalismo. Cultura. Descentralización
orientada a la cooperación. Diversidad periodística.
Asociación entre accionistas, gestores y empleados. Conjunción
entre vinculación y autonomía.
El Humanismo propio de Bertelsmann
Aun siendo el negocio la parte más vital de su naturaleza
empresarial, Bertelsmann no es meramente una compañía
de negocios (Ostmus, 1998). Toda la actividad mercantil se justifica
oficialmente por el deseo de contribuir al avance de la sociedad
actual. No se trata de quedarse en buscar sin más el aumento
del valor del accionariado. Los beneficios de la compañía,
se ha dicho, no son tanto el objetivo de la misma sino la simple
vara de medir la capacidad empresarial de la gestión. Esa
es la razón por la que una parte importante de los beneficios
de la compañía se destinan a la Fundación Bertelsmann.
Es el carácter humanista
propio de la compañía lo que le lleva a sondear constantemente
a la sociedad mundial en la que está inserta y a tener en
cuenta tanto sus valores como sus defectos y lacras. La constatación
de que en el mundo de hoy gana terreno la intolerancia, la xenofobia
y el racismo no deja de perderse nunca de vista. Claro que, la parcialidad
a la hora de hacer ciertas valoraciones como la del "peligro
moreno", aparece también en los discursos de los dirigentes
y en los informes que la compañía da a conocer. Es
una visión muy occidentalista la que aparece con frecuencia
en el humanismo que la compañía tiene por base. La
dirección de Bertelsmann se opone a que se mal utilicen los
medios para indoctrinar al pueblo con pensamientos de odio que vulneren
la dignidad humana. Se procura tener especial cuidado para que la
indoctrinación no vaya dirigida a los jóvenes que
pueden ser más receptivos a su influjo. Los medios que se
consideran más adecuados para evitar dicho tipo de acciones
son estos dos:
1-. El que todos los medios que
pertenecen a Bertelsmann ejerciten un control autoimpuesto. En opinión
de E. S. Herman y R. W. McChesney, "los sistemas privados de
control de los medios son una amenaza al espacio público
por distintas razones: primero, se basan en un control por parte
de los propietarios y, por lo tanto, suelen representar intereses
de clase; y como los consorcios tienden a crecer y a extender su
radio de acción para aprovechar las ventajas que proporciona
el tamaño, la propiedad de los medios se concentra cada vez
en menos manos, alineando a aquéllos con los intereses de
las grandes compañías. Segundo, los medios privados
dependen de los beneficios que proporcionan la publicidad y tienen,
por lo tanto, que competir entre ellos y servir a los intereses
de los anunciantes para prosperar" (1997:19). Sin embargo,
si comparamos con la BBC, está se ha visto sujeta a las sucesivas
intromisiones de sus primeros ministros, como demuestra Michael
Cockerell, quien culmina su obra aceptando el poderoso control de
Margaret Thatcher sobre el sistema audiovisual británico.
(1990: 403).
2 -. Apoyar a los judíos
para evitar cualquier tipo de manifestación de antisemitismo.
Las comunidades judías - según las directrices que
da Bertelsmann -, deben ser valoradas y ayudadas globalmente para
que puedan desarrollar y demostrar sus valores científicos,
artísticos y periodísticos. En cierta ocasión
Bertelsmann entregó un millón de marcos al Consejo
General Judío para que lo emplease a favor de sus actividades
que normalmente suele desarrollar (Frattini y Colias 1996, 235-272).
De esa forma, el antisemitismo quedaba desvalorizado y postergado
al igual que la xenofobia y el extremismo político.
Como se puede apreciar, en este
sentido humanista, Bertelsmann es fiel al sentir europeo, estableciendo
límites precisos a su ejercicio de la libertad de expresión,
en conexión con el sistema constitucional e internacional
de su área de génesis.
Por su parte la BBC, como ahora veremos, desarrolla un sentido más
amplio de la concepción cultural, acorde con la función
de servicio público y de su acción exterior.
Principios generales de la BBC
La British Broadcasting Corporation (B. B. C), la famosísima
emisora de radio de alcance mundial y de televisión británica
es consciente desde hace tiempo de que debe realizar profundos cambios
para dar respuesta a los desafíos del mundo moderno. En las
adaptaciones que la B. B. C. está realizando con el ánimo
de acomodarse a los grandes desafíos se descubre la existencia
de unos grandes principios que se pueden reducir a estos seis:
1-. La acomodación al cambio
no debe hacerse de forma revolucionaria sino evolutivamente.
2-. La gran ambición y las aspiraciones de envergadura deben
ser el motor de la BBC. Pero a ellas debe unirse un importante sentido
de realismo lo más pragmático posible.
3-. Hay que mantener el sentido tradicional que ha caracterizado
al medio a lo largo de toda su historia.
4-. El objetivo debe ser el mismo de siempre: iluminar y formar
a la gente a partir de las cuestiones y de los hechos que configuran
nuestras vidas.
5-. Para descubrir las líneas que deben seguirse y las programaciones
que deben prepararse hay que buscar la colaboración del público
intentando conocer, de la manera más precisa posible, su
opinión, sus preferencias y sus rechazos.
6-. Lo que, en concreto, pretende hacer la B. B. C. es, por una
parte, mantener los ideales con los que fue creada y, por otra,
actuar con sentido moderno aprovechando las técnicas nuevas
que ha traído la era digital.
Detrás de los propósitos
de la B. B. C. existe una filosofía que tiene en cuenta una
profunda y seria concepción el hombre y de la sociedad. El
peso de la historia y de la tradición cuenta mucho en el
pensamiento de los dirigentes y de los planificadores. Se rechaza
por completo la idea de hacer una empresa rentable que es lo propio
de las radios y de las televisiones comerciales. La conciencia del
cambio es muy fuerte como fenómeno que se constata en todo
el mundo. Y es tan elevada la idea que se tiene de la categoría
y el prestigio de la B. B. C. en el pasado que toda comparación
que hacen con el presente lleva a producir una profunda sensación
de pesimismo y todo planteamiento con respecto al futuro, un cierto
sentimiento de inseguridad e, incluso, de miedo. En la filosofía
a la que nos hemos referido se aprecia la necesidad de proteger
el valor de la seriedad y de operar con diversidad creativa, revistiéndola,
por razones de adaptación, con ideas y con formas nuevas.
Ni en el pasado ni en la actualidad
la BBC ha dado a conocer abiertamente los planes que tenía
o tiene sobre el futuro, ni mucho menos ha buscado la colaboración
del público. En el momento presente la situación es
muy distinta. La dirección de BBC ha caído en la cuenta
de que los canales de radio y de televisión de la BBC no
pertenecen a la famosa Corporación británica sino
que son del gran público de Reino Unido. De resultas de ello
ha llegado a la conclusión de que es necesario tender un
diálogo con los grupos especialmente interesados en la materia,
con los representantes del pueblo así como con el público
en general. Por ello afirman que el futuro debe surgir de ese diálogo.
Diálogo que no supone una reducción del Estado y de
la administración en general, sino más bien, tal y
como señalan E. Giordano y C. Zéller, en el caso español,
"sólo la administración pública ha sido
capaz de introducir algunos elementos de racionalidad económica
en la crítica situación provocada por la competencia"
( 1999:35) En el pasado otoño, la BBC expuso tanto al gran
público como a los políticos, algunas ideas concretas
con la esperanza de desarrollarlas adaptarlas y enriquecerlas con
el debate.
La BBC se muestra convencida de
que todos los ciudadanos tienen capacidad de tomar parte en un gran
debate nacional acerca del futuro, armados con datos y con juicios
que a ellos les llegan no desde alguna organización ligada
a los mercados sino a partir de una fuente imparcial como son las
emisoras de la BBC en la que ellos pueden confiar.
Hay quien cree que los valores son
algo fundamental para ser transmitidos por la televisión.
En el tiempo en que vivimos, los valores están amenazados.
Es necesario ofrecerlos al público y hacer que el público
vaya a ellos, no tanto porque los busque y los desee sino porque
tendría que buscarlos y desearlos. Pero ¿qué
es un valor y qué no lo es en el mundo de la emisión?.
Esta es una cuestión muy debatida y no sólo en el
mundo de la televisión y de la radio sino también
en el de las artes y en el de cualquier manifestación de
la cultura.
Hay quienes creen que lo que verdaderamente
vale es la cultura tradicional de la elite a la que dan tanta importancia
como a la única religión verdadera. Es, por consiguiente,
un deber de las emisoras del servicio público defenderlo
hasta la muerte. Otros, por el contrario, creen que la cultura de
la élite sólo es un hueco más entre los huecos
culturales que existen. El primero de los dos sólo apela
a una cultura en disminución.
Un autor como John Seabrook afirma
que la antigua estratificación de las clases sociales, alta,
media y baja, tiene que ser sustituida por la masa del pueblo sin
clases al que gusta por igual el entretenimiento global y que adquieren
lo que producen las industrias del marketing donde los consumidores
no sienten las viejas aspiraciones culturales y ni siquiera emiten
los viejos juicios que solían ser indicio de poseer una cultura
profunda y de prestigio. Al principio de los años noventa
se fundó la revista The New Yorker. Hablando a propósito
de los valores culturales decía en su perplejidad: "Los
problemas de la revista fueron más allá de la estrategia
de los negocios y de la creciente competición de los otros
medios y más allá de la problemática de los
jóvenes lectores. La verdadera cultura ha cambiado. A pocos
les preocupa acercarse a lo que se considera lo mejor entre lo pensado
y lo conocido. Pocos confían en la selección que el
The New Yorker hace, diciendo que ofrece lo mejor. Algunos lectores
afirman que se sienten culpables de ver producciones literarias
acerca de muchas cuestiones de interés y de no leerlas. La
revista, al seleccionar lo que cree ser lo más selecto entre
las cosas elegantes para que la gente esté agradecida y se
ilustre al mismo tiempo, lo que hace es producirles un sentimiento
de culpabilidad porque no tienen ni tiempo ni seriedad suficientes
para leerlo. El paisaje sereno ha desaparecido y en su lugar ha
surgido un campo de huecos y de categorías. La mayoría
del público británico y de otros países occidentales
se encuentra, en su valoración, oscilando a medio camino
entre la cultura de la clase alta que lucha por mantener la primacía
y el gran público que baila al compás de un sonido
muy diferente".
La BBC se siente obligada a ofrecer
asuntos internacionales, cine mundial, filosofía, literatura.
Hay quien ha dicho que la música clásica en televisión
fue nada menos que una prueba moral en la nueva gestión de
la B.B.C. Antes, en BBC Televisión, la música clásica
era el corazón de la cultura y del prestigio. Ahora las viejas
óperas y los conciertos se siguen ofreciendo pero menos que
antes: solamente de cuando en cuando y siempre en horarios de tarde
y de noche. Y es que la BBC ha cambiado. Tiene gran dedicación
a la música ligera. Es ésta una materia de la que
BBC ofrece mucho más que cualquiera otra emisora similar
en el mundo. Y la mayoría, en horas punta.
Cuando en 1964 se lanzó el
segundo canal, la música seria ocupaba un espacio central.
Se le dedicaban algunos de los mejores espacios y se hacía,
además, gloriosamente. Hoy BBC TWO es un canal muy lleno
de materias, moderno, en el que se ofrecen muchas más cosas
que antes. La música clásica no es más que
una de ellas. Y el público de dicha música es solamente
uno de los públicos. Por lo que respecta a la cultura, la
BBC ha tenido que variar sus grandes programas culturales, famosísimos
en todo el mundo. Su programación de música clásica
se ha reducido. El hecho es valorado por unos de este modo: que
BBC TWO ha perdido su alma. Otros, en cambio, lo valoran así:
BBC se acomoda a los gustos de la mayoría de la gente que
paga por ello en lugar de atender a las demandas enrarecidas de
unos pocos.
El pensamiento oficial de la BBC
es que, entre las dos cadenas, lo que debe hacerse es captar los
grandes momentos culturales de la vida nacional. Por ello se quiso
ofrecer por BBC TWO y también por BBC ONE, la inauguración
de la brillante nueva galería Tate Modern Gallery, a una
audiencia masiva. Fue algo acertado. En cambio, de los eventos de
la BBC Joven Música del Año, se hizo una oferta situada
en los márgenes de la programación. Fue un error.
Por ello, la dirección de la BBC ha dicho que no volverá
a hacer lo mismo otra vez.
Prestar atención a los más
ambiciosos logros artísticos y a las mayores ideas de nuestra
civilización es un imperativo que va más allá
del tamaño de la audiencia. A veces, la audiencia no es muy
alta. Es el caso de los que presenciaron en BBC TWO la nueva ópera
The Silver Tassie, de Mark-Anthony Turnage. Fue contemplada por
un 8% de la audiencia normal de BBC TWO. Pero siempre un número
así es muchas veces superior al de los que presencian la
obra ante el escenario. La BBC tiene obviamente numerosos compromisos
con la programación. Por ello pone documentales de arte.
Al ofrecer programas de música clásica acepta riesgos.
Pero también se siente responsable de tener en cuenta a las
audiencias que no están interesadas en este tipo de agenda
cultural. A veces, los que proponen alta cultura lo interpretan
dicha mezcla diciendo que eso es como ofrecer perlas a los cerdos.
Pero no hay que olvidar que ahora los cerdos tienen medios de realizar
sus acomodaciones por medio de los remotos controles.
Este problema lo solucionó
bien la radio. Lo hizo estableciendo varias cadenas de estaciones
de diverso contenido. Radio 3 se dedica a la música clásica.
Radio 1 a la música rock y pop. Radio 2 a la estación
MOR. Radio 4 a las noticias. Cada una de ellas opera con agenda
de servicio público pero de maneras muy diferentes. La televisión
es más difícil de segmentar que la radio pero la tecnología
digital hace hoy posible la segmentación. Por lo que se refiere
a la audiencia debe decirse que la de la radio es más fiel
que la de la televisión.
El medio utilizado por la BBC para
cumplir con el compromiso heredado de tener música y programas
de arte en sus principales canales, ha sido dedicar un canal digital,
en su totalidad, a la música seria y a las artes, al mundo
de las ideas, a la ciencia, a la política y a la filosofía.
Una emisora de servicio público como la BBC puede aportar
numerosos valores por medio de la diversificación del mercado
que se ofrece como de gran futuro.
La BBC tiene plenamente asumido
que debe estar a favor del talento y de la producción británicas.
Mientras que las emisoras comerciales se dedican a adquirir importaciones
estadounidenses, la BBC invierte miles de millones de libras en
escritores, productores, directores y actores británicos.
La finalidad de tal actuación es doble: que los británicos
vean sus propias vidas y cultura en la pantalla y que el talento
y las características propias del genio británico
se difundan por las pantallas de todo el mundo. De esa forma se
asegura que el Reino Unido está totalmente presente en esta
increíble revolución abierta de los medios. Entre
lo que destaca en las listas que se refieren a ese objetivo de características
nacionalistas es posible mencionar: - descubrir los nuevos talentos
del futuro. - poner en práctica nuevas ideas particularmente
en el drama y en el entretenimiento. - reflejar más las culturas
del Reino Unido. - llevar más al conjunto de la audiencia
británica, programas hechos por BBC Scotland, BBC Wales y
BBC Nothern Ireland. - ofrecer a los niños más programas
producidos en Reino Unido.
La BBC tiene plena conciencia de
que debe hacer un gran esfuerzo por dedicarse a la calidad. Son
muchos los productores y muchas las emisoras comerciales que operan
alrededor del mundo haciendo programas de gran calidad y originalidad.
Entre todas ellas, la BBC quiere destacar por mantener su obsesión
decidida acerca de tener una producción de grandísima
calidad y de prestar mucha atención a la creatividad. Uno
de los grandes dirigentes de la BBC dijo en cierta ocasión
que si un programa puede hacerse normalmente en un año y
que, dedicándole dos años, puede convertirse en un
gran programa, es necesario hacerlo en el espacio de tres años
para que llegue a una perfección y originalidad verdaderamente
fuera de serie. BBC insiste mucho en que la calidad debe mostrarse
en todo: desde la perfección del arte hasta la veracidad
de las noticias pasando por la sugerencia y la exactitud de los
documentales. La BBC tiene la persuasión de que la televisión
es un instrumento muy apropiado para mejorar el mundo. Son muchos
los medios que pueden utilizarse para prestar una incidencia en
tan gran ideal. BBC en alguna ocasión se ha enorgullecido
de que en el año 1999 entre lo aportado por los televidentes
y los oyentes se consiguiera reunir cerca de cien millones de libras
para la caridad. Es inimaginable que cualquier otra empresa mediática
de carácter comercial pueda lograr lo mismo. También
valora la BBC el sorprendente hecho del gran poder educacional que
los nuevos medios tienen de llegar a todos los miembros de la sociedad:
a los niños y a los adultos que tengan un interés,
grande o pequeño, de beneficiarse de ello. Uno de los compromisos
irrenunciables que tiene la BBC es servir a la democracia por medio
de la emisión de imparciales, comprometidas y comprensivas
noticias tanto del Reino Unido como del resto del mundo. Informa
de manera comprometida de las sesiones del parlamento y de las otras
asambleas renovadas del Reino Unido. De esa forma se ayuda al pueblo
a entender los trabajos del gobierno y a saber qué decisiones
se toman y cómo.
Esos son los valores que la BBC
propugna. La BBC se compromete a favor del talento y de la calidad
teniendo la convicción de que lo bueno debe ponerse a disposición
de todas las audiencias. Un ideal de este tipo no es una cuestión
obsoleta ni una vieja moda. La necesidad de difundir los valores
es más relevante que nunca. BBC afirma que sólo será
capaz de lograr tal difusión si realiza adecuadamente el
cambio que necesita hacer y que las circunstancias piden a voces
que haga.
No son pocas las ocasiones en las
que BBC ha afirmado la necesidad de ser valiente. Se trata, evidentemente
de un riesgo. Pero la BBC cree que nadie puede asumirlo mejor que
ella. A partir de los datos que tiene de los televidentes y oyentes:
la edad, el sexo, la profesión
etc., BBC intenta ofertar
una programación variada en la que la exaltación,
directa o indirecta, del valor, se encuentre siempre presente. A
modo de síntesis de todo lo dicho podemos aportar una valiosa
cita de carácter comprensivo. Fue publicada al final de un
informe que la BBC hizo con el título de The BBC Beyond 2000.
Decía así dicha cita: "Nosotros aspiramos a ser
el emisor y el hacedor de programas más creativo y más
digno de confianza del mundo. Buscamos satisfacer a todas las audiencias
del Reino Unido con servicios que informen, eduquen, entretengan
y enriquezcan sus vidas en las formas que el mercado solo no puede
hacer. Nosotros aspiramos a ser guiados por nuestros propósitos
públicos. A impulsar a los talentos más innovadores
de Reino Unido. A actuar independientemente de todos los intereses.
A aspirar a los niveles éticos más elevados. A ofrecer
el mejor producto por el dinero que se nos da. A ofrecer la mejor
contabilidad a los pagadores de licencia. A ser la emisora internacional
líder en el mundo. A ser los mejores y a aprender de los
mejores en todas las cosas que hagamos".
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Theimer, W. (1958), Diccionario de Política Mundial,
Buenos Aires, Miguel A. Collia.
Dra.
Ma. Antonia Martín Díez
Profesora Titular Universidad
Europea de Madrid , España |