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Por Rosa María Bautista
Número 36
Este
ensayo nació por el interés y constante preocupación
por la forma en la cual la educación repercute en el proceso
cognitivo, de aprehensión y aprensión del mundo que
rodea al educando, de manera tal que éste se hace ciertas
visiones del mundo. A lo largo del escrito retomaré varios
puntos de vista de Paulo Freire (por su concepción de la
educación como un proceso de liberación y porque toma
como tema central de su obra el diálogo), Jean Paul Sartre
(por referirse ampliamente al ser humano y su posición en
el mundo) y a Erich Fromm (por hacerme pensar en lo importante que
es el amor en el proceso educativo). Entonces, el tema central es
la educación de la persona y la responsabilidad que tiene
en sus manos el educador.
Así
pues, considero que como seres aventados al mundo, es decir, como
personas que nos encontramos en un mundo contradictorio e incierto,
y que debemos construir nuestro porvenir, la educación nos
provee de elementos para enfrentarnos a ese devenir.
El
hecho de estar en el mundo nos genera incertidumbre, nos revela
como seres racionales que se encuentran sin más defensa que
su poder de aprender (racionalidad).
De
esta manera, educar a las personas o el simple hecho de influir
de alguna manera en su proceso de aprendizaje, implica que se debe
tomar una inmensa responsabilidad y conciencia para con su vida
y a la vez de la nuestra, puesto que formamos seres humanos. Además,
involucra nos genera incertidumbre al preguntarnos si de verdad
estamos haciendo bien nuestro trabajo.
Uno de los principales ejes que debe tener la educación es
el diálogo por su importancia como medio para alcanzar una
visión cada vez más crítica de la realidad.
Paulo Freire se refiere al diálogo como: “Decir la
palabra verdadera, que es trabajo, que es praxis, es transformar
el mundo, decirla no es privilegio de algunos hombres, sino derecho
de todos los hombres... Decir la palabra, referida al mundo que
se ha de transformar, implica un encuentro de los hombres para esta
transformación. El diálogo es este encuentro de los
hombres, mediatizados por el mundo, para pronunciarlo no
agotándose, por lo tanto, en la mera relación yo-tú.”1
El
alumno al reflexionar sobre su práctica cotidiana y al actuar
sobre ella, para convertirla, necesita de la comunicación,
ponerse de acuerdo con los demás y escuchar otras ponencias,
verificar si lo que se está haciendo es realmente positivo.
Así, asumir que nadie tiene la verdad absoluta y aceptar
la posibilidad de estar equivocado.
El
proceso de acercamiento a los alumnos y escucharlos con el objetivo
primordial de compartir las experiencias de vida, la cultura, debiera
ser importante para aproximarse a ellos emocionalmente y conocer
a cada uno de esos seres humanos. Me refiero a ellos como seres
humanos en el sentido estricto de la palabra, según Sartre
El
hombre es el único que no sólo es tal como él
se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe
después de la existencia, como se quiere después
de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa
que lo que él se hace2
Creo
en el constante aprendizaje de y con los alumnos, porque considero
que así se debe de dar la verdadera educación, lo
que significa que “nadie educa a nadie, así como nadie
se educa a sí mismo, los hombres se educan en comunión
y el mundo es el mediador”.3
Es tan importante la aportación de cualquier alumno como
la de la educadora, pues la educación no es unidireccional.
La educación es bidireccional al involucrar un aprendizaje
tanto del educador como del educando.
Cada
participante el en proceso educativo se implica al “pronunciar
el mundo”4, es decir, nos
hace parte de su proceso cognitivo al permitirnos compartir experiencias
de vida y viceversa.
El
amor hacía los educandos es algo que nos compromete humanamente
porque “No hay diálogo si no hay un profundo amor al
mundo y a los hombres. No es posible la pronunciación del
mundo, que es un acto de creación y recreación, si
no existe amor que lo infunda. Siendo el amor fundamento del diálogo,
es también diálogo…El amor es esencialmente,
tarea de sujetos. Si es fundamental que el sujeto que ama tenga
en el ser amado el objeto de su amor, se hace indispensable que
aquel sea reconocido por éste también como objeto
de su amor. El hecho de ser ambos objeto del amor, uno del otro,
los hace sujetos del acto de amar. El amor es un acto valiente,
nunca de miedo, es compromiso con el hombre concreto, en el mundo
y con el mundo”5
Entonces,
la responsabilidad del docente es amar a los alumnos, con un amor
fraterno de “responsabilidad, cuidado, respeto y conocimiento...
Las diferencias en talento, inteligencia, conocimiento, son despreciables
en comparación con la identidad de la esencia humana común
a los hombres”.6
Es
sustancial hacer sentir a todos los alumnos igualmente importantes
aunque diferentes y únicos, estimulándolos por igual
a participar. Lo anterior, se debiera realizar mediante el diálogo
que se establece dentro del aula donde se pregunta acerca de los
contenidos de la materia y la manera en que pueden darle uso a esos
conocimientos en la vida práctica.
La
educación nos remite a un ideal humano, a la forma óptima
en que debe de ser tanto moralmente como éticamente la persona.
“El que el individuo sea consciente de que vive, significa
que cada persona es un fin en sí misma, que responde por
lo que hace, y que no puede ser tratada únicamente como un
medio”7
Como
una herramienta importante se da cabida a la educación integral
“a la unidad de la naturaleza humana... a la unidad y el equilibrio
que llegan a constituir la personalidad natural y adecuadamente
humana. Es una verdad incontrovertible que lo realmente educativo
y formativo está únicamente en lo que alcanza al conjunto
de fuerzas de la naturaleza del hombre, esto es, corazón,
espíritu y mano...”8
Por
medio del amor en el aula que es de y para los alumnos, se explota
el creer y amar de la fuerza del corazón; con el diálogo,
que tiene que ver con la reflexión sobre las prácticas
cotidianas, la liberación de la fuerza del espíritu
que se encarga de pensar; a través de la elaboración
de materiales, la dominación del arte, visto como una habilidad
de crear.
Guiar
a un ser humano es complejo y no creo que se pueda influir en él
en su totalidad. Entonces, el tipo de ser humano que se forma puede
ser de tipo participativo y desinhibido en el aula, porque “los
hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo,
en la acción, en la reflexión”.9
Una persona que se da cuenta de la importancia de expresar sus dudas
y comentarios en el aula para su formación. Comprender los
fenómenos que acontecen a su alrededor, no como simple espectador,
sino como participante de un proceso político, social, cultural
y económico sería lo óptimo para la interacción
dialógica dentro de la sociedad.
El
educando, después del proceso educativo debe verse como un
ser que constantemente transforma su mundo mediante la palabra ya
que la palabra implica la acción.
En su interacción diaria con la otras personas, debe comprender
el papel tan importante que juega al participar activamente con
su opinión en procesos de carácter social en los que
está involucrado. Al mismo tiempo reconocer el pensar de
los demás gracias a que considera cada ponencia tan importante
como la suya. Debe saber que el hombre dialógico tiene la
capacidad de pensar, crear, hacer, transformar y si está
alienado disminuye ese poder.
Un
ser capaz de expresar con la palabra todo lo que lo rodea es un
ser crítico, entonces ante la opresión cuestiona y
no permite de su parte sumisión alguna.
En
un contexto donde es tan importante la opinión de la sociedad
acerca de los procesos que se dan, creo que debemos formar personas
que discutan, interesados por los acontecimientos de la vida diaria,
despreocupados de externar su punto de vista. Además, la
participación de todos en la realización de tareas
como experiencias que les ayude a producir crítica es imprescindible
para fundamentarse y para conocer los distintos enfoques de un tema.
La
sociedad formada en el diálogo debería practicar la
comunicación en cuanto tenga la oportunidad de ella. Transformar
su mundo por medio de la humanización (cuando pueden llegar
a ser conscientes de sí, de su forma de actuar y de pensar,
también pensarán en los demás). Asimilar el
principio amoroso, humilde, esperanzado, crítico que origina
el diálogo.
En
la cultura del diálogo la sociedad debe ser la que de su
punto de vista ante situaciones o acontecimientos que les sean de
interés, ya que estarían interesadas en participar
en las transformaciones de su sociedad y por ende se les dejaría
ser.
El
diálogo no ha sido el principal medio por el cual me he educado,
por ello creo y me permito hablar de la necesidad de establecer
un compromiso por lograr que se dé un proyecto educativo
que implique la humanización del alumno, la verdadera humanización
de la persona.
Notas:
1FREIRE,
Paulo. Pedagogía del Oprimido, México, Siglo
Veintiuno Editores, 2001, p. 101
2 SARTRE, Jean Paul. El Existencialismo
es un Humanismo. México, Ediciones Peña Hermanos,
1998, p. 12
3 FREIRE, Paulo. Pedagogía
del Oprimido, México, Siglo Veintiuno Editores, 2001,
p. 86
4 Ibidem., p. 102
5 Ibidem., p. 102
6 FROMM, Erich. El Arte de
Amar. Una Investigación sobre la Naturaleza del Amor.
Editorial Paidós, México, 1990, p. 53.
7 VILCHIS,
Javier. “Persona, Educación y Destino”. México,
Plaza y Valdés Editores, 2003, p. 22
8 PESTALOZZI,
Juan Enrique. Canto del Cisne. México, Editorial
Porrúa, 1996, p. 6
9 FREIRE,
Paulo. Pedagogía del Oprimido, México, Siglo
Veintiuno Editores, p. 100.
Referencias:
FREIRE,
Paulo. “Pedagogía del Oprimido”, México,
Siglo Veintiuno Editores, 2001, pp. 245
FROMM,
Erich. El Arte de Amar. Una Investigación sobre la Naturaleza
del Amor. Editorial Paidós, México, 1990, pp. 228
PESTALOZZI,
Juan Enrique. “Canto del Cisne”. México, Editorial
Porrúa, 1996, pp. 162
SARTRE,
Jean Paul. “El Existencialismo es un Humanismo”. México,
Ediciones Peña Hermanos, 1998, pp. 128
VILCHIS,
Javier. “Persona, Educación y Destino”. México,
Plaza y Valdés Editores, 2003, pp. 242
Rosa
María Bautista Rodríguez
Investigadora en el Proyecto para la distribución
de la revista Estudios Sobre las Culturas Contemporáneas de
la Universidad de Colima, México. |