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Febrero - Marzo
2004

 

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Selección de Cuentos Cortos
 

Por Alberto Ferreyra
Número 37

Cada cual en su mundo

“La inversa del seno es la cosecante y la inversa del coseno es la secante y la misma relación hay entre tangente y cotangente”.

Adriana escribía esto en una hoja blanca tamaño A4 con la intención de recordarlo el día del segundo parcial. Minutos antes había entendido por qué vale 1 el seno del ángulo de 90 grados, lo que le dio alegría y la llevó a olvidar por un rato que su novio no quería verla de nuevo. Minutos después la hoja blanca A4 mostraba tachaduras encima de los apuntes de trigonometría. “Es la cosecante y la...” puede ser parte de una definición para quien piensa en Matemática, pero es “Estela” para quien sufre por ese nombre.


Problema de tránsito

“La ruta hacia tu corazón está demasiado transitada. Algunos paran en doble fila y no circulan ni dejan circular. Otros están estacionados, ocupando un lugar desde hace muchísimo tiempo, sin usar el auto y sin liberar el espacio, como si hubieran perdido la llave y no la quisieran buscar. Otros tienen un cartelón que dice “Prohibido estacionar”, de manera que ni acercarse uno puede.

Esto sin contar las manifestaciones, que separan todavía más a los que como yo quieren pasar de quienes, como vos, aprovechan cualquier distracción”.

Andrea no era inspectora de tránsito, simplemente había agotado las analogías para aludir a la indiferencia de Horacio y a la influencia que sobre él ejercía su multitudinaria familia.


La precisión es clave en el aula

-Los focos pueden ser...
-¿Los qué?
-Los focos.
-Siéntese.
Carlos no entendía que en una escuela técnica hay lámparas, no focos. Lo aprendió después del signo menos que le valió el error en la denominación. Lo mismo le había pasado tres días antes en Biología, cuando la profesora le dijo que el sentido figurado lo reservara para Lengua Castellana.
-Pero usted preguntó qué era “contagiar” y yo le dije “transmitirle algo a alguien”.
-Justamente por eso. Si yo le paso a usted mi birome, según su definición yo le estoy contagiando mi birome, lo cual no es cierto.
-¿Entonces está mal cuando la gente dice que algunas personas contagian alegría?
-Mire, Tempesta, ésta es la clase de Biología, no trate de irse por la tangente.
-¿Ha visto? ¿Ha visto que hasta usted usa el sentido figurado?
-Una cosa es emplearlo para explicarle algo a un alumno y otra es que el alumno lo aplique para responder un concepto.
-O sea que siempre tiene usted la razón.
-No, al decir eso la razón la tiene usted.

Años después Carlos agradeció no haber entendido lo último.


El buey solo o algo así

El diario de Felisa no impidió espiar este texto, escrito en las páginas 14, 15 y 16 (Felisa tacha más de lo que escribe y numera cada una de las dos hojas en que divide cada A4): “El buen gusto tiene un precio que no admite códigos de barra. Lo sabe todo aquél que, ante negativas de bella gente en cuestiones amorosas, se fastidia al escuchar consuelos como “peor hubiera sido que rindieras mal el final de Semiótica”.

Una disyuntiva al respecto es: intentar con quienes no motivan el gusto, pero están en sintonía con nosotros, o buscar personas atractivas cuyos rechazos son probabilísimos.

La primera alternativa tiene similares beneficios a los de comprar remolacha porque está de oferta.

La segunda, en general, aproxima a la frustración por lo que es mucho más querido que logrado.

Tanto los que se empecinan en recomendar la inclusión de la remolacha en la dieta cuanto las salidas con alguien independientemente del placer parecen conceptuar a la persona cual maquinita – de – cumplir - consignas. “Con alguien tenés que salir. Es como con la remolacha, te hace falta”, aconsejan.
Interpelado así, el fulano se asemeja a los consumidores respecto de la publicidad: le son asignadas obligaciones e indicadas necesidades.

Sin embargo, es posible resistirse a la remolacha. Y preferir la espera en soledad en procura de la hermosa figurita difícil a usar cualquier cartoncito por prescripción cuasi-médica.


Café primaveral

Café con edulcorante. El pedido es tan extendido como el uso de las cucharitas. No importa. Para Javier hay sólo un café con edulcorante digno de importancia.

Lo supo desde que no pudo con su propósito inicial de evitar por un tiempo intentos de noviazgo. Lo supo desde que Magdalena le pareció no sólo linda, también atrayente.

Por un tiempo, Javier perdió el rastro de ella. Estuvo en cafés con gente que hizo su mismo pedido. Asimismo no la recordó.
Un año y dos meses después la volvió a ver. Se dio cuenta de que su sentimiento no había sido una planta muerta, sino un rosal en invierno al que de repente le volvía la primavera.


Prueba de álgebra

“Dos por tres: llueve es una parte de la tabla del dos, así como otra es dos por cuatro: tango”. Lucas Linares escribía esto cerca de Aldana Arizaga, en un examen de Álgebra para el que no había estudiado.

Ella le quería copiar. Sintió bronca cuando vio el escrito y se rió después. No se rió cuando entregó casi simultáneamente su prueba con la de él, ambas apenas escritas y firmadas, y escuchó la voz del profesor: “La próxima vez entreguen una sola hoja con los dos nombres, a ver si la prueba por lo menos les sirve para ahorrar”.


Lic. Alberto Enrique Ferreyra
Departamento de Ciencias de la Comunicación, Universidad de Río Cuarto Argentina.