Razón y Palabra Bienvenidos a Razón y Palabra.
Primera Revista Electrónica especializada en Comunicación
Sobre la Revista Contribuciones Directorio Buzón Motor de búsqueda


Febrero - Marzo
2004

 

Número actual
 
Números anteriores
 
Editorial
 
Sitios de Interés
 
Novedades Editoriales
 
Ediciones especiales



Proyecto Internet


Carr. Lago de Guadalupe Km. 3.5,
Atizapán de Zaragoza
Estado de México.

Tels. (52)(55) 58645613
Fax. (52)(55) 58645613

El Gobierno Corporativo y la Realidad Latinoamericana
Entrevista a Italo Pizzolante
 

Por Italo Pizzolante
Número 37

¿Qué países de América Latina se destacan en materia de reglamentación de Prácticas de Buen Gobierno Corporativo?
La dinámica empresarial, la vigilancia institucional de los mercados y su tamaño hace que el patrón de regulación o autorregulación sea muy diferente en los diferentes países de la región. El país mas avanzado es Brasil, quien por posee además instituciones que estimulan y canalizan el interés por formar mejores criterios de Buen Gobierno Corporativo; tambien mencionaría a México donde el experto López de Silane, director del Instituto de Corporate Governance de la Universidad de Yale en USA ha desarrollado numerosos códigos, y Sam Podolsky quien fundó el Instituto de Gobernabilidad Corporativa, pero quien ha liderado últimamente la región y ha desarrollado una eficiente red de influencia es Venezuela, donde tengo el privilegio de presidir la Asociación Venezolana de Ejecutivos, donde con el apoyo de la Corporación Andina de Fomento fundamos una Consejo Asesor de Buenas Prácticas Empresariales.

¿Cuáles son los principios que se deben tener en cuenta para diseñar un buen Código de Gobierno?
Un buen régimen de gobierno corporativo ayuda a afirmar que las corporaciones utilizan su capital de manera eficaz y ha estimular una relación con ellas basadas en la confianza que genera su transparencia. El buen gobierno corporativo ayuda además a asegurar que las corporaciones toman en cuenta los intereses de un amplio rango de componentes, al igual que las comunidades con las que operan. Además de reflejar que sus Juntas Directivas son responsables con la compañía y los accionistas, ello ayuda a asegurar que las empresas operan para beneficio de la comunidad y contribuyen a su bienestar.

La organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, OCDE y otros multilaterales como el Banco Mundial, han identificado que los principios son: el respeto de los derechos de los accionistas y tratamiento equitativo, independientemente de su participación en el capital, clara definición de las responsabilidad y las funciones de la junta directiva, transparencia, fluidez e integridad de la información, Comunicación efectiva con los diferentes públicos interesados en la empresa y su estructura de gobierno.

¿Cuál es la responsabilidad de la Gerencia en esta materia?
La mas importante es cumplir y hacer cumplir en forma correcta su Plan de Negocios, que mas allá de los transparentes beneficios económicos que persigue, busca generar bienestar en la organización, y el entorno en el que influye. El cumplimiento de la misión empresarial, orientada por la visión de sus líderes, transcurre en un sistema interno que establecen normas y directrices que deben regir su ejercicio, la actuación, de tal manera que se garantice la transparencia, objetividad y claridad en la asignación y administración de los recursos financieros de la organización. Ello transmite la voluntad manifiesta de la Gerencia y la Junta Directiva que supervisa a la Gerencia, en nombre de los accionistas y que la empresa responde con un comportamiento ético, veraz y eficiente a su compromiso con los accionistas, empleados, socios, proveedores y personas que hayan aportado recursos de cualquier índole, incluyendo, por supuesto los financieros.

¿Qué criterios deben regular la integración de una junta directiva idónea para las empresas?
Si anteriormente era suficiente que las empresas se orientaran a crear reputación por su productividad, la calidad de sus productos, su capacidad de competir, entre otros factores, para generar credibilidad y lealtad en los mercados; es hoy, todavía mas importante construir y mantener confianza y es precisamente CONFIANZA el “producto” objeto de gerencia de una buena Junta Directiva, cuyo espíritu de actuación hace foco en la responsabilidad de la empresa y de sus integrantes, ante los legítimos intereses de quienes, confiando en ella, le han asignado recursos como forma de inversión, capital de trabajo y otros; todo esto, con la seguridad de que no sólo serán bien utilizados sino que recibirán por ello un incremento patrimonial.

Se debe tomar siempre en consideración lo importante que es para la empresa el cumplimiento honesto, comprometido y eficaz de los sistemas de control con absoluta y plena responsabilidad, a la vez, que deben implementar una visión integrada y global de cada uno de los procesos empresariales, reforzando los valores y principios como buenos ciudadano corporativo.

La Junta, debe asegurar el cumplimiento con la ley, teniendo en cuenta en todo momento los intereses de los grupos de interés y cuando las decisiones de la Junta pudiesen afectar a los distintos grupos de accionistas de forma dispar, la Junta debe actuar con todos los accionistas, sin distinto, en forma justa.

Es fundamental que la Junta sea capaz de ejercer un juicio objetivo sobre asuntos corporativos con independencia, en particular, de la Gerencia o Dirección de la empresa. El correcto cumplimiento de estos criterios son los que diferencian un buen de un mal Gobierno Corporativo.

¿Hacia dónde deben orientarse las decisiones en materia de gobernabilidad en las empresas?
Sin duda al interés de los diferentes públicos que han puesto su confianza y que dependen del correcto desempeño de la empresa en su dimensión económica y social. Para ello, además de preocuparnos por los productos y servicios que fabrica o presta la empresa, tenemos que ocuparnos también de la empresa que fabrica tales productos y servicios.

Hoy más que nunca debemos enfatizar nuestro compromiso con el cumplimiento de nuestra misión institucional y la creación de una conciencia de autocontrol, frente una compleja realidad caracterizada por cada vez mas numerosos casos de empresas que vieron afectada su credibilidad y confianza debido a una falta de seguimiento de los controles internos o, dicho de otra forma; a la falta de compromiso y responsabilidad con la Gobernabilidad Corporativa como sistema organizacional y código de comportamiento tanto institucional como personal.

Debemos orientar nuestra energía e influencia a crear adecuados marcos legales y estructuras de gobierno; a una mejor infraestructura de los órganos de regulación y control; a combatir con mas y mejor formación los problemas de corrupción y soborno como mecanismo comercial, problemas que ha señalado recientemente el Foro Económico Mundial de Davos. Un buen gobierno corporativo permite profundizar y eficientizar los mercados de capital, atrayendo inversiones, permite direccionar de manera mas eficiente los recursos financieros dirigidos al sector productivo, genera mayor perduración de las empresas en el tiempo, permite responder con éxito a los retos de la globalización ya que al estandarizar la empresa con mercados más modernos llama la atención del inversionista y construye una buena reputación. Sin duda los esfuerzos de buen gobierno crean un mejor ambiente para realizar negocios y sobre todo permite que los diferentes públicos confíen en la empresa y su actuación

¿Qué papel cumple el Estado como promotor de estas políticas?
La Confianza determina la prosperidad económica y hace viable el desarrollo de los planes de negocios de las empresas garantizando el proyecto de vida de aquellos que la integran y el Estado debe crear las condiciones que garanticen en forma equitativa, transparente y en consecuencia confiable para todos. Es el estado quien debe generar los marcos legales, jurídicos, regulatorios, impositivos, entre otros.

Latinoamérica refleja un mapa de multinacionales que actúan también en el resto del mundo, sin embargo, se percibe una “asimetría moral”, entre diferentes Estados, ello se expresa claramente en la opinión reciente de ONGs confiables como la Francesa “Reporteros sin Fronteras”, o la Alemana “Transparencia Internacional”, cuyas peores calificaciones están en los países latinoamericanos. Si sacamos a Chile de la media en los índices de transparencia mundial, Latinoamérica sería el último continente con un índice de 3.2 sobre 10. calificación liderada por Oceanía con 9.1, América del Norte (6.8), Europa (5.6), Asia (4.2) y África con 3.3. Esta estadística refleja claramente la importancia de un Estado promotor de reglas del juego, claras, equitativas, de lo contrario los inversionistas seleccionaran otros destinos para la inversión.

Los valores como el último y verdadero sustento de las instituciones. ¿Qué está pasando con los valores y con las instituciones, respecto de la crisis de confianza en las empresas y en general en todas las instituciones?
Vivimos una “asimetría moral” dentro de las empresas y entre los diferentes países. En el avasallante e inevitable proceso de globalización, las buenas prácticas empresariales en los Gobiernos Corporativos, evolucionaron a una velocidad mucho mas lenta que el desarrollo de sus habilidades para incorporar nuevas tecnologías y mercadear sus productos; incluso, las Universidades y las Escuelas de Negocios, tardaron mucho en incorporar la enseñanza de estrategias gerenciales para la transparencia, mas allá de una aproximación filosófica de la ética en la actuación empresarial. Se escribieron numerosos códigos éticos, inclusive en empresas que hoy son cuestionadas por sus actuaciones y que fueron mas teoría o deseo que práctica o actuación. Hemos vivido una etapa donde algunos Códigos Éticos nacieron del transparente interés de áreas como Recursos Humanos, pero que para la alta dirección fueron más una estrategias de Comunicación hacia afuera, que partes estructurales de una transformación cultural que cubra a todo y a todos los que conforman la empresa. Esa etapa concluyó, aun para aquellos que no se han dado cuenta todavía. Cuando los recursos son escasos, como sucede hoy en Latinoamérica y las ideas son exageradamente divergentes, la lucha por el poder se acentúa dentro de la empresa. La división de bandos dentro de la organización va a depender de la filosofía empresarial y la cohesión de la cultura corporativa solo encuentra garantía si se comparten valores.

Me atrevo a afirmar que por mucho tiempo se descuidó al ser humano que integra la empresa tanto pública como privada y su estructura de valores compartidos, privilegiando la inversión en la infraestructura que le rodea y hoy pagamos caro las consecuencia. La credibilidad institucional, en general, está en manos de la Iglesia; los Medios de Comunicación y dependiendo de realidades locales los militares, en general, con la excepción de Chile, antes del sonado caso de las “coimas”, los empresarios no han estado en las primeras posiciones de credibilidad. Los medios están sufriendo a su vez, duros golpes en la confianza que se les tiene, en Colombia han sido duramente cuestionados y en Argentina este mes se publicó un polémico libro titulado “malditos Medios” que habla del abuso de sus dueños para beneficiarse de la inversión del estado.

Tú planteas, y esto es muy interesante, que hay cierta miopía si sólo se enfoca el gobierno corporativo desde el punto de vista financiero. ¿Serviría incorporar temas como la responsabilidad social corporativa como una especie de garantía de que con esto se está creando una cultura que en el futuro inhibirá prácticas deshonestas entre los ejecutivos?

“No existe un método infalible para devolver la confianza en las instituciones, si no existe un elevado nivel moral entre los líderes”, afirmó Francis Fukuyama en su libro CONFIANZA. La EDUCACION CONTINUA es clave para garantizar una cultura ética y la empresa debe invertir en formación, porque hoy mas que nunca la confianza determina la prosperidad económica y hace viable el desarrollo de los planes de negocios de las empresas, garantizando el proyecto de vida de aquellos que la integran. Las nuevas reglas del juego para competir, obligan a la rápida adaptación de modelos de buen gobierno que vigilen la “transparencia” mas allá de lo que dicen las empresa, y que se reflejen en aquello que deciden y comunican a través de lo que hacen. Pero, para desarrollar buenos “gobiernos” en las empresas, debemos invertir en mas y mejor formación, compartir mejores prácticas e iniciar una cruzada que yo he llamado de “Evangelización Corporativa” que incentiven la transparencia. Un estudio reciente de la Universidad de Harvard afirmó que las compañías que balancean las necesidades de los accionistas, empleados, clientes, proveedores y comunidad en general, mostraron cuatro veces más el crecimiento en comparación a compañías que se focalizan únicamente en los accionistas.

En tiempos donde el analfabetismo ha sido combatido fuertemente y se han erradicado numerosas “enfermedades” en la región, extraña que no se haya “corregido” tanta “Miopía Corporativa” entre muchos líderes de empresas, del estado y de la comunidad en general. No tengo dudas que la responsabilidad social que permite la buena y comprometida rendición de cuentas en las instituciones públicas o privadas, es el paraguas que protege como un todo, la actuación del gobierno de la empresa y ello no solo incluye el desempeño de un área particular como la financiera, muy por el contrario, la adecuada Gobernabilidad Corporativa que agrega valor al Plan de Negocios es aquella que se exige una estrategia corporativa que integra el manejo del desarrollo de productos sustentables, la investigación, la producción y distribución, el mercadeo responsable y por supuesto la gerencia Estratégica del capital humano, intelectual, social y hasta emocional de una empresa. Todas las áreas de la empresa y todos los públicos impactados o que apuestan a la empresa, son miembros activos que deben ser gerenciados como una sola unidad de gobierno en la empresa para poder hacer realmente gobernable su desempeño.

Las corporaciones socialmente responsables son recompensadas con una reputación más favorable que se refleja en clientes más leales, empleados más talentosos, mayor acceso al crédito y a la comprensión de proveedores que financian, mas celeridad en la permisería necesaria de la administración publica y en última instancia con beneficios mucho más altos. Ser responsables socialmente es un seguro de vida, una “licencia para operar (LTO), dicen los ingleses. Para el empresario, aun sin estar convencido, la responsabilidad social es un buen negocio. Lo que ha pasado es que todavía existe una confusión de roles y la no alineación de visiones entre aquellos que operan la empresa. Para mi, el área de producción cuida la calidad de los productos y las relaciones con su entorno inmediato, la de marketing cuida la percepción de las marcas, Recursos Humanos cuida el capital intelectual y finanzas cuida los recursos económicos. Mientras que el buen gobierno de la empresa gestionado con claros y bien diferenciado roles de la Junta Directiva y su alta Gerencia, con una oportuna, coherente y consistente Comunicación Estratégica y Corporativa, cuida la reputación de la empresa como un todo, es decir, gerencia la CONFIANZA, como un esfuerzo sostenido y planificado para establecer y mantener buena voluntad y comprensión entre una organización y sus audiencias. Estrategia corporativa orientada y alineada al cumplimiento del Plan de Negocios.

¿Qué está pasando con la cultura de negocios latinoamericana? ¿Hay una lectura particular para la realidad de los países andinos y latinoamericanos en general?
En nuestra región todavía estamos aprendiendo a ser multinacionales y globales, términos claramente diferenciados pero que suelen confundirse en medio de una nueva y muy compleja circunstancia económica, social y política. En Latinoamérica, por la fuerte concentración del capital en empresas familiares, sus actuaciones han reflejado, inicialmente y en gran medida, el modo de ser y hacer de sus fundadores. Esa positiva y fuerte cultura de empresa que fue exitosa en su país, sufre la amenaza del crecimiento regional, al intervenir nuevo capital humano, con mapas mentales y de actuación diferentes, distintas referencias a los valores de los fundadores, donde tiene grandes dificultades para trascender a toda la organización el elegante folleto de “Visión, Misión y Valores”.

Mientras la visión es una declaración sobre el futuro de la organización que describe aquello que queremos ser, la misión y los valores describe aquello con lo que nos comprometemos. En Latinoamérica es difícil planificar el largo plazo, por lo que muchas veces la táctica para sobrevivir sustituye a la estrategia para crecer y consolidarse; la reputación y la buena imagen de las empresas sufre mucho ya que requiere del tiempo que no siempre la empresa esta dispuesta a invertir. La flexibilidad para adaptarse al entorno cambiante no puede vulnerar los valores que guían las actuaciones de la empresa, que describen los comportamientos esperados para vivir esa misión que ha definido y que apuntalan su confianza.

En Latinoamérica se hace cada vez mas difícil operar con métodos estandarizados y no sólo por la crisis política general y la baja credibilidad institucional, sino al alto grado emocional que impacta el recurso humano, el consumidor y las diferentes audiencias con las que la empresa actúa. Hemos sido tremendamente torpes en la gerencia estratégica de las emociones. Como en cualquier país, una ORGANIZACIÓN está conformada por una RED de personas que mantiene relaciones para lograr determinados propósitos, propósitos expresados a partir de MENSAJES y mensajes que se formalizan en ACUERDOS.

En Latinoamérica se tangibiliza con facilidad el error de no adaptar modelos de gobierno, -sin negociar valores-, a nuestra forma de ser y hacer, es decir a nuestros mapas culturales. No sólo me refiero a empresa norteamericanas o europeas, sino a grupos empresariales de un país a otro, dentro de la misma Latinoamérica. Un ejemplo es ignorar la vuelta al nacionalismo fundamentalista, el rechazo a los procesos de apertura, la resistencia al ALCA, o en lo relacionados con el recurso humano, el rol de la mujer en el desarrollo de negocios, ¿Cuántas de ellas hay en posiciones estratégicas, por ejemplo en México y cuántas en Venezuela o Colombia?, o la rigidez del modelo español que olvida los todavía impactos de la colonización, ahora corporativa. En nuestra región, con excepción de Brasil, hablamos un idioma común, pero nos comunicamos con lenguajes muchas veces diferentes.

Tenemos mucho por gerenciar en la integración de modelos culturales, a partir de una clara tolerancia es decir, buscar la distancia mas corta que separe dos puntos de vista. Solo una relación fundada en valores comunes genera confianza, estructura los modos de pensamiento, impone conductas y cohesiona comportamientos y todo ello es indispensable para vivir tiempos como los actuales.


Italo Pizzolante Negrón
Director del Instituto Latinoamericano de Corporate Governance y Presidente de la firma latinoamericana PIZZOLANTE Comunicación Estratégica