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Por Martha García
Número 37
Frente
al debate que actualmente se registra sobre el concepto de capital
social y la participación ciudadana, este escrito busca delinear
algunos aspectos que nos permitan ubicar al capital social como
una estrategia alternativa de la superación de la pobreza.
Se reconoce lo ambiguo del concepto de capital social, sin embargo,
también se enfatiza la virtud que tiene el concepto de conectar
diferentes campos conceptuales relevantes para el desarrollo de
estrategias para la superación de la pobreza. La base fáctica
proviene de algunos estudios realizados en México, obviamente
también se mencionan varios de los ejemplos más sobresalientes
en América Latina.
Pobreza
y desigualdad ¿es cuestión de cifras?
Si bien, hay una extrema variedad y ambigüedad de las definiciones
de pobreza el punto de unión es el de entenderla como una
condición de déficit de recursos, un asunto de privación,
condición que es subjetivamente definida y culturalmente
relativa.
En los últimos años la discusión metodológica
se ha dado en cuanto a la medición y agregación de
la población en condiciones de pobreza. Se han analizado
y descartado conceptos de pobreza e identificación de la
misma, conceptos que a decir de Amartya Sen, no siempre se descalifican
o sustituyen entre sí, sino en gran medida son complementarias,
como en el caso del concepto de pobreza absoluta que no se sustituye
por el de pobreza relativa (utilizado frecuentemente en la literatura
sociológica) solo complementa y ayuda a la identificación
y agregación de las características de la pobreza
considerando los sentimientos y las condiciones de privación.
Sin embargo, no siempre es así, en general en la identificación
se parte de concepciones distintas de la pobreza, un ejemplo es
el método directo que no involucra el ingreso y que cuantifica
el conjunto de personas cuya canasta básica de consumo actual
deja insatisfecha alguna necesidad básica, este método
parte de la privación en función de los otros, de
la cultura y de los hábitos alimenticios. A diferencia del
método indirecto que calcula la línea de pobreza (LP)
a partir del ingreso mínimo, en la cual las necesidades mínimas
especificadas se satisfacen, independientemente de los sentimientos
de privación y de la cultura local, en este sentido a decir
de Amartya Sen, hay buenas razones para concebir la pobreza como
la privación de capacidades básicas y no solo como
una renta baja.
En América Latina en general se identifica la pobreza a partir
del método del ingreso mínimo o la Línea de
Pobreza (LP) que remite a ingresos individuales inferiores a dos
dólares diarios y que a decir del informe sobre pobreza dado
por la CEPAL (Cuadro 1) en nuestro continente más del 35
% de los hogares
(superior a los 220 millones de habitantes) se encuentra en condiciones
de pobreza cuyos ingresos actuales esta por debajo de dicha línea,
sin embargo, debemos de reconocer que al interior de nuestro continente
hay grandes diferencias pues mientras Uruguay reporta 5.6 % en 1999,
Ecuador presenta 58.0% para el mismo año.
Cuadro
1: Línea de la pobreza en América Latina (en porcentajes)
Fuente : Panorama Social de América Latina 2001-2002.
Independientemente
de la metodología utilizada para medir la pobreza en nuestro
continente, los resultados coinciden en dos aspectos centrales,
a) las cifras de población ubicadas por debajo del umbral
de pobreza son muy altas (como lo muestra el cuadro anterior), y
b) hay una tendencia evidente al crecimiento de dichas cifras.
Para
México, el Comité Técnico para la Medición
de la misma, formado a solicitud expresa de la Secretaría
de Desarrollo Social en el 2000, señala que la pobreza es
una condición humana multidimensional que no puede reducirse
a una estadística, sin embargo, su medición sí
es una herramienta importante que permite entre otras cosas “evaluar
el desarrollo del país en términos del mejoramiento
de las condiciones de vida de la población además
permite caracterizar el fenómeno para el diseño de
políticas, programas y acciones del sector público”.2
Para
la identificación de la pobreza, dicho Comité utilizó
la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, elaborada
por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía
e Informática (INEGI), como fuente primaria de información3.
A nivel metodología el Comité tomó como medida
de bienestar el ingreso por persona (después de impuestos)
reportado en las encuestas, clasificando a los hogares en pobres
y no pobres con base en su ingreso exclusivamente, dando como resultado
tres tipos de pobreza.
Según
este informe el 24.2 % de las personas en México se encuentran
en condiciones de pobreza alimentaria que son todos aquellos que
no tienen ingreso suficiente para adquirir la canasta alimentaria;
el 31.9 % en pobreza de capacidades y 53.7% en patrimonial, es decir,
más de la mitad de los 100 millones de mexicanos se encuentran
en el nivel de pobreza patrimonial, que se asocia con no poder obtener
el valor de la canasta alimentaria, los gastos de salud, vestido,
vivienda, transporte y educación, más una estimación
de otros gastos considerados como necesarios (ver Cuadro 2).
Cuadro
2: Clasificación de la pobreza según el Comité
Técnico
Fuente: Comité Técnico para la Medición de
la Pobreza en México, 2003
Dos
aspectos resaltan de la clasificación propuesta por el Comité,
primero que los porcentajes son muy altos y que la incidencia es
notablemente mayor en zonas rurales comparadas con las urbanas,
sin embargo esto no justifica el olvido de las comunidades marginadas
en las zonas urbanas por los programas nacionales cuyo objetivo
fue erradicar la pobreza durante los dos sexenios anteriores, como
fue el caso del Programa para educación, salud y alimentación
(Progresa) y Solidaridad, que se enfocaron básicamente a
las zonas rurales.
Sin embargo, los datos presentados por el Comité para la
medición de la pobreza son cuestionados por destacados especialistas
del tema, quienes señalan que el 53.7 % que el Comité
considera como de pobreza patrimonial en realidad corresponde a
una situación de pobreza alimentaria pues el gasto en alimentos
es inferior al necesario para adquirir una canasta normativa de
alimentos4. El cambio en las estadísticas
a decir de Julio Bolvinik5 y Alicia
Damián se debe a que eligieron un grupo de referencia para,
a partir de una canasta básica de alimentos (de 20.87 pesos
para la zona urbana y 16.1 para la rural) determinar la línea
de pobreza, sin embargo, no se consideran gastos en la preparación
de los alimentos, el vestido y la vivienda, en este sentido para
los mismos investigadores, no hay cabida para hablar de tres tipos
de pobreza, pues todos son pobres con las mismas definiciones de
antes, incluso aseveran que sin una idea clara de quiénes
son los pobres y qué es lo que necesitan realmente no es
posible llevar a cabo una política que disminuya el problema
de la pobreza.
No obstante, aún considerando relativamente válidos
los datos presentados por el Comité, las cifras de población
ubicadas por debajo del umbral de pobreza son muy altas y no se
perciben mejoras a corto plazo.
Situación similar se observa en América Latina, pues
de acuerdo a las proyecciones realizadas por la CEPAL y el PNUD,
algunos países de la región ya no lograrán
alcanzar a cubrir las metas que se establecieron como parte de los
compromisos adquiridos en la Cumbre del Milenio donde los líderes
de 189 países acordaron propugnar los objetivos mundiales
conocidos como Objetivos del Desarrollo del Milenio, entre los ocho
grandes objetivos establecidos destaca el de la reducción
de la pobreza extrema a la mitad para el año 2015 (cuadro
3).
Cuadro 3: Tasas de crecimiento anual necesarias para reducir el
nivel de pobreza de 1990 a la mitad para 2015, sin cambios en la
distribución del ingreso. (En porcentajes)
Fuente: CEPAL, a partir de microsimulaciones sobre las encuestas
de hogares de los respectivos países. Proyecciones basadas
en el crecimiento del PIB por habitante de los países.
En
el cuadro se observa que la situación de países como
Bolivia, Ecuador, Perú y Venezuela se presenta realmente
difícil para lograr reducir la pobreza a la mitad para el
año 2015, ya que necesitarían crecer en promedio anual
7.6%, 5.1%, 4.4% y 6.6% respectivamente, situación complicada
si tenemos en cuenta la adversidad del contexto internacional actual
y los severos problemas estructurales internos de cada país.
Incluso
para el caso particular de México, quien se encuentra en
la actualidad en el rango de países de avance intermedio
de cumplimiento de las metas6,
la economía necesitaría crecer en promedio anual a
una tasa de 2.6 % y a una tasa del 1.5 % pér-capita, sin
embargo el promedio de los 3 primeros años de la actual administración
es apenas del 0.8 % considerando que este año se espera un
modesto crecimiento del 1.7 (según los pronósticos
oficiales), ante esta realidad, lo que resta a nuestros países
son cambios en la distribución del ingreso y/o buscar alternativas
para enfrentar la pobreza no sólo como iniciativa del gobierno
federal o local, sino también desde la sociedad en su conjunto
y de las comunidades afectadas.
Ante
la gris perspectiva en la lucha contra la pobreza, en la región
se están buscando alternativas, algunos gobiernos están
diseñando programas para enfrentar el problema, destacando
el conjunto de medidas contra el hambre (Hambre cero) en Brasil,
dicho programa fundamentalmente se centra en garantizar la seguridad
alimentaria de 46 millones de habitantes que cuentan con menos de
un dólar al día para sobrevivir. Por otra parte, la
severidad de la crisis argentina a forzado a la administración
del presidente Kirchner redistribuir recursos para administrar los
servicios sociales y la atención a la pobreza que a raíz
de la crisis del 2002 se incrementó de manera importante
.
Es evidente que el crecimiento económico por sí sólo
no alcanza para distribuir beneficios en las poblaciones más
marginadas de México y de nuestros países en general,
de aquí la importancia de buscar una alternativa para incrementar
el desarrollo regional.
A nivel comunitario una alternativa que ha tenido gran aceptación
por parte de los especialistas en desarrollo e instituciones internacionales
es el capital social considerado como una herramienta eficaz para
disminuir la pobreza y desigualdad regional.
Si bien pobreza y desigualdad se relacionan no necesariamente una
conlleva a la otra, es decir un aumento de la pobreza no necesariamente
implica una mayor desigualdad, no obstante un cambio en el sistema
de distribución puede disminuir la pobreza, aun sin una expansión
de las capacidades productivas de un país. Más aún
la asociación entre un crecimiento lento y una elevada desigualdad
puede ser precisamente que la desigualdad en si misma es un obstáculo
para el crecimiento. Ambos conceptos, desigualdad y pobreza remiten
a la privación de capacidades, sin embargo para autores como
Amartya Sen en la desigualdad subyacen sentimientos mayores de privación
al “convivir” comunidades donde sus recursos y satisfactores
son diametralmente opuestos.
Para América Latina, en promedio, según datos de la
CEPAL, el índice de desigualdad es de 17.8 (que establece
la relación del 20% más rico con el 20% más
pobre) es decir es la región que tiene la mayor brecha de
desigualdad en el planeta (cuadro 4), incluso muy por arriba de
África y Asia con un índice de 8.2 y 4.3 respectivamente.
Cuadro 4: relación pobreza – desigualdad en América
Latina
Fuente: En base a los datos de CEPAL, 2002
La
extremada concentración del ingreso en la región se
traduce en que el 5% de la población es dueña del
25% del ingreso nacional además de que cerca de la mitad
de la población vive por debajo de la línea de la
pobreza. De acuerdo a los criterios del PNUD, sólo México
alcanza la clasificación de país con nivel de desarrollo
alto7, a pesar de ello la situación
para México no es del todo diferente ya que el índice
de desigualdad según la misma fuente es de 16.4, es decir,
una marcada desigualdad que se expresa en un coeficiente de Gini
de 0.578 y a nivel sociedad se
expresa en una vacío en la comunicación intercultural
entre los diferentes estratos sociales.
Diversos estudios9 como el realizado
por CEPAL y PNUD consideran que los esfuerzos para reducir la pobreza
en la región han sido desalentadores, en gran medida porque
no ha sido posible controlar los elevados niveles de desigualdad
en la región como se aprecia en el cuadro 5.
Cuadro 5: Coeficiente de Gini, en 1999
Basado en encuestas de hogares.
Por
ejemplo, Chile a pesar de las reformas implementadas no ha logrado
reducir los niveles de desigualdad, pero el notable crecimiento
observado en su economía ha hecho que los niveles de pobreza
disminuyan, situación radicalmente distinta para países
como Bolivia, Ecuador, Perú o Venezuela en donde el estancamiento
económico se combina con una pésima distribución
de la riqueza propiciando que la pobreza se incrementé y
persista la desigualdad en sus sociedades.
Capital social
El desarrollo reciente del termino se debe en gran medida a los
trabajos de Pierre Bourdieu (1985), J. Coleman (1988, 1990) y Robert
Putnam (1993, 2000), capital social , que aún hoy se presenta
ambiguo y que en sus primeras definiciones nos remitía más
a su función que a sus características10,
por ejemplo para Putnam, uno de los pioneros en la investigación
del concepto, el capital social “esta conformado fundamentalmente
por el grado de confianza existente entre los actores sociales de
una sociedad, las normas de comportamiento cívico practicadas
y el nivel de asociatividad”11,
el capital social a decir de este autor es la capacidad efectiva
de movilizar productivamente y en beneficio del conjunto, los recursos
asociativos que radican en las distintas redes sociales a las que
tienen acceso sus miembros. En el mismo sentido Coleman define a
este capital a partir de su función, señalando que
el capital social implica relaciones sociales, expectativas de reciprocidad
y comportamientos confiables, mejora la eficacia, que conlleva un
orden público12. John
Durston (como resultado de sus trabajo en comunidades campesinas
de Guatemala) amplia las características que describen el
capital social señalando que este capital “abarca las
normas, instituciones y organizaciones que promueven la confianza
y la cooperación entre las personas, en las comunidades y
en la sociedad en su conjunto”13
donde la reciprocidad es la base de las instituciones de capital
social en comunidades campesinas, y la confianza se construye sobre
el pasado, sobre las experiencias de cumplimiento anterior que prueba
la confiabilidad de las personas.
Portes (1995) nos habla de capital social en términos de
capacidad de individuos para disponer de recursos escasos en virtud
de su pertenencia a redes o estructuras sociales más amplias.
Obviamente el capital social es parte de nuestra cultura en donde
a decir de los autores citados, las relaciones de confianza y cooperación
pueden reducir los costos de transacción y facilitar la constitución
de actores sociales, estimula la confiabilidad en las relaciones
sociales y favorece el desarrollo y funcionamiento de normas y sanciones
consensuales resaltándose el interés colectivo.
Aún cuando el concepto es difuso, y que algunos autores como
Durston (2002) y Coleman (2001) hablen de capital social individual
y comunitario (o colectivo); que nos hablen de niveles comunitarios
y supracomunitario (North, 1990); que se clasifiquen las redes sociales
(Banco Mundial) de acuerdo a las relaciones que se dan en la comunidad
como es el bonding que es considerado como aquel que se
limita a contribuir al bienestar de sus miembros, o bridging
que son aquellas que abren posibilidades económicas a otros
grupos en circunstancias similares, o aquel que vincula el capital
social a dimensiones más amplias de la política social
y económica (linking); que se hable como un atributo
de individuos, expresado en las redes de reciprocidad y asociación
(Portes, 1998) o los que opinan que el capital social es un atributo
de estructuras sociales, (Putnam, 1993); o bien que se mencione
al capital social como una cualidad que existe (preexistente) o
un fenómeno deseable y necesario que debe ser fomentado (capital
social generado). Aún en esta ambigüedad, hay coincidencias
entre los diferentes acepciones de capital social, a saber , el
capital social es una capacidad o potencial que emana de las redes,
donde la confianza, la reciprocidad y la asociatividad son los principios
básicos del mismo, a nivel práctico quizás
precisamente el carácter marcadamente general del término,
el discurso interdisciplinario, es el que permite discutir y ser
apropiado por diferentes corrientes teóricas y políticas.
Para Durston, uno de los factores identificados como las bases de
la construcción de capital social es la identidad compartida.
Alejandro Pizzorno nos dice “una acción o una serie
de acciones en primera instancia incomprensibles quedan explicadas
cuando se logra ‘reidentificar’ a su actor-fuente situándolo
en su contexto cultural propio”14
la cita anterior nos permite resaltar la importancia del contexto
cultural y de la identidad comunitaria para el entendimiento de
la acción, de la confianza y de relaciones asociativas.
Luis Villoro, nos dice que el concepto de identidad es multívoco,
concepto que va desde identificar a un pueblo, en el cual basta
señalar notas duraderas que permiten reconocerlo frente a
los demás, tales como territorio ocupado, composición
demográfica, lengua, instituciones sociales, rasgos culturales,
y donde establecer su unidad a través del tiempo remitiría
a su memoria histórica y a la persistencia de sus mitos fundadores15.
O bien, entender la identidad como lo que “un sujeto se representa
cuando se reconoce o reconoce a otra persona como miembro de ese
pueblo, donde la identidad se trata de una representación
intersubjetiva, compartida por una mayoría de los miembros
de un pueblo, que constituiría un sí mismo colectivo”16
de aquí la importancia de la identidad colectiva y la memoria
histórica que ha decir de autores como Bernardo Klilsberg
son uno de los puntos básicos del éxito de Villa el
Salvador en Perú y las ferias de consumo familiar en Venezuela,
de las acciones comunitarias del pueblo de Ticuani en el estado
de Puebla México o la administración en Yalálag
Oaxaca, México17.
No obstante, como todo lo que es novedoso y revolucionario, al capital
social tiene sus detractores, por ejemplo es criticado por quienes
sostienen que no es realmente una forma de capital, y porque no
puede ser medido (Arrow, 1999, citado por Robison; 2003), otra de
las mayores críticas es aquella que señala que en
las asociaciones civiles es necesario la participación del
Estado, pues de los contrario nos encontramos ante una perspectiva
romántica de la comunidad y el capital social (Levi,1996),
de aquí la importancia de la relación del capital
social y el Estado. En esta misma línea se señala
la ausencia del tema del poder en el debate sobre el capital social.
La objeción para otros autores como Serageldin (1998) es
el que no hay consenso acerca de los modos particulares en que ese
capital hace su aporte al desarrollo, así como la forma en
que se puede generar y utilizar, además de cuestionar el
que no se llegue a un consenso sobre el modo en que se le puede
materializar y estudiar empíricamente18.
Sin embargo, y a pesar de que parecería ingenuo pensar en
confianza y redes solidarias, el concepto del capital social tiene
una importante traducción práctica en el desarrollo
de las comunidades donde ha demostrado sus beneficios obviamente
en un entorno institucional favorable19.
Experiencias de capital social en América Latina
Algunos de los ejemplos ampliamente estudiados e incluso reconocidos
a nivel internacional por sus resultados en el combate a la pobreza
es el caso de las comunidades campesinas de Chiquimula, Guatemala
en donde mediante el Programa de Apoyo a los pequeños Productores
de Zacapa y Chiquimula, se mostró que es posible construir
el capital social comunitario en grupos que aparentemente carecen
de él, lo que los llevo a mejorar su nivel de vida y alejarse
del clientelismo autoritario y del pasivo. Otro ejemplo es el de
Venezuela donde a través de las ferias de consumo familiar
se mostró que el trabajar con el capital social sí
redunda en mejores condiciones de vida e igualdad al interior de
la comunidad; otro ejemplo es el que dio el municipio de Porto Alegre
(Brasil) donde el alcalde a través del “presupuesto
municipal participativo” invitó a la población
a gestionar el rubro de inversiones del presupuesto municipal, obviamente
la invitación no fue solo discurso sino que estableció
un sistema que posibilitaba la participación masiva de la
ciudadanía”, fue tal el éxito que las Naciones
Unidas20 señaló
a Porto Alegre (a través del presupuesto municipal compartido)
como una de las mejores experiencias de “compartir el poder”
ya que la cultura asociativa preexistente y el apoyo de las autoridades
municipales fueron la base esencial, generando un proceso donde
se demostraron las potencialidades que fluyen cuando se superan
las oposiciones entre Estado y sociedad civil; Otro de los ejemplos
considerado a nivel internacional como “practicas sociales
de gran éxito” es el caso de los arenales de Villa
El Salvador, en Lima, Perú, comunidad de más de 380
mil21 de habitantes y en donde
a través de unidades organizativas los pobladores buscaron
y aún buscan soluciones y gestionan los asuntos de su comunidad.
Sin lugar a dudas en todos los ejemplos anteriores las comunidades
siguen siendo pobres y con problemas de abasto, como el resto de
su país, sin embargo los logros son superiores a los alcanzados
a nivel nacional y mucho mejores que los de comunidades pobres que
no han sabido o no se les ha permitido aprovechar su capital social.
¿Cuáles han sido las claves del desarrollo del capital
social? En las comunidades de Guatemala, Venezuela, Brasil, Perú
y Chile, entre otros, se ha demostrado que cuanto más capital
social, menores costos de transacción en la operaciones entre
los agentes económicos, menor criminalidad y más gobernabilidad
democrática. Esto obviamente si el fomento al capital social
va de la mano con políticas públicas, que a diferencia
de los enfoques asistencialistas y clientelistas, busquen que la
población que se encuentre en condiciones de pobreza supere
sus sentimientos de dependencia y gane confianza en sí misma
diseñando y ejecutando juntos proyectos basados en los activos
de la comunidad, o en términos de algunos investigadores
argentinos, trabajando en la “construcción comunitaria”22.
Capital
Social y Políticas para erradicar la pobreza en México
El combate a la pobreza ha sido la principal bandera política
de los últimos tres sexenios desde que por decreto presidencial
se formó la Secretaria de Desarrollo Social, durante el sexenio
de Carlos Salinas de Gortari quien inicio con el Programa Nacional
de Solidaridad (PRONASOL) cuyo objetivo en primera instancia era
erradicar la pobreza, este programa consideraba en su contenido
el capital social (obviamente en forma incipiente) se concentró
en la creación de infraestructura social mediante organización
comunitaria donde el gobierno daba el material y la comunidad ponía
la mano de obra, sin embargo en la práctica termino siendo
un programa electoral que solo ayudó a solucionar los problemas
del partido que se encontraba en el poder, siendo una política
totalmente clientelista. “Progresa” el Programa de Educación,
Salud y Alimentación que se presentó en agosto de
1997 durante el sexenio de Ernesto Zedillo, partió de la
concepción neoliberal , que atribuye la pobreza a fallas
individuales y no a fallas sociales, de aquí que las acciones
para disminuir la pobreza se enfocaron a contrarrestar las “deficiencias
individuales” por lo que se basó en la entrega individual
de dinero en efectivo, mediante la focalización de los más
pobres, ignorando las redes sociales y las relaciones de confianza
que se dan al interior de las comunidades, los resultados del programa
fueron no solo que el porcentaje de familias en condiciones de pobreza
no disminuyera sino que al interior de las comunidades se rompieron
redes sociales al encontrarse familias con las mismas condiciones
de pobreza excluidas de las beneficiadas por el programa23,
este rompimiento se dio incluso al interior de la unidad familiar
al ser la focalización por genero y edad de los miembros
de la misma, lo que finalmente se observó en este programa
paternalista y partidista fue una falta de comprensión tanto
de la pobreza como de las características de las relaciones
culturales al interior de las comunidades beneficiadas por parte
de quienes generaron este programa, pues incluso desde el inicio
de la focalización (en las primeras visitas para seleccionar
las familias beneficiadas), comunidades enteras manifestaron que
deberían incluirse todas las unidades familiares en el programa
pues a excepción de los comerciantes todos se encontraban
en iguales condiciones de pobreza.
En marzo del 2001 el presidente Fox anunció la transformación
de Progresa en “Oportunidades”, aún cuando en
el documento oficial y en todos los promociónales sí
se menciona la parte social, el desarrollo humano y la corresponsabilidad,
parte de la misma concepción neoliberal incluso uno de sus
puntos básicos es la transparencia en la focalización,
se señala además que ”se trata de impulsar la
estrategia de superación de la pobreza extrema por el propio
esfuerzo de las personas y las familias... es un compromiso con
la superación individual de quienes se han quedado a la retaguardia
por falta de oportunidades”24.
Sin embargo, para el buen funcionamiento del programa de Oportunidades
al igual que en Progresa, no importa lo bien focalizadas25
que se encuentren “las familias más pobres entre las
pobres” pues el mismo proceso de focalización conlleva
errores de inclusión de los no pobres, al mismo
tiempo que omite o excluye a familias pobres, este error
de exclusión (mencionado por Amartya Sen desde 1995 al referirse
a la tendencia de los gobiernos a focalizar la ayuda y analizado
ampliamente por Julio Boltvinik al evaluar el Programa Progresa),
tiene graves consecuencias pues los daños que puede causar
la espera de soluciones son irreversibles, basta observar las estadísticas
de mortalidad infantil, desnutrición, mortalidad materna
y las diferencias regionales en la esperanza de vida al nacer, entre
otros factores. Además, no es suficiente que se apoye al
ingreso familiar vía subsidios a la educación y a
la alimentación (previa visita a las clínicas de salud26),
si no trabajamos en corresponsabilidad con las comunidades permitiendo
que aflore esa colección de valores sociales que permite
a los grupos marginados el desarrollo de estrategias que quizás
pueden mitigar los efectos de la miseria mediante acciones colectivas
en la solución de los problemas que enfrentan, no podremos
romper el círculo vicioso de la desigualdad y la pobreza.
Incluso para el programa “Oportunidades” ya se observan
resultados de un posible deterioro en el capital social de las comunidades
beneficiadas por el programa, al reducirse la asociatividad y las
relaciones sociales cara a cara27.
Mientras los programas sociales diseñados para erradicar
la pobreza, partan de una lógica asistencialista que fomente
la receptividad pasiva y la dependencia, y más aún
que no solo ignore sino incluso bloquee el capital social y la riqueza
de las comunidades desdeñando el aporte de la sociedad civil
al desarrollo, difícilmente disminuiremos la brecha entre
ricos y pobres, que no solo se observa por la inequidad de los ingresos,
también la desigualdad en activos productivos como es la
distribución desigual de la tierra en México, inequidad
en el acceso al crédito, al sector salud, la inequidad del
sistema educativo y el mundo de la tecnología e informática,
conllevan a un estancamiento en el desarrollo y calidad de vida
de las personas.
Para disminuir estos problemas, una alternativa es el fortalecimiento
del capital social, que implica “consolidar la sociedad civil
a través de políticas que mejoren la confianza, (que
es fuertemente erosionada en sociedades polarizadas), también
implica propiciar el crecimiento de la asociatividad y la reciprocidad.
Si bien, las políticas nacionales para erradicar la pobreza
en México en la práctica no fomentan el capital social,
a nivel local sí tenemos muchos ejemplos donde las comunidades
sin o con el apoyo de instituciones públicas han fortalecidos
sus redes sociales en beneficio de la comunidad, sin embargo, como
consecuencia del gran centralismo que presenta México, se
ha propiciado el “desperdicio de la experiencia” y a
pesar de que el Instituto de Desarrollo Social junto con el canal
del Estado (canal 11) han realizado un esfuerzo de sistematizar
las experiencias de organización civil que trabajan con capital
social, esta información no llega al grueso de las comunidades
afectadas por la pobreza ni son consideradas en la toma de decisiones
para propuestas nacionales.
Uno de los ejemplos de comunidades que enfrentan situaciones serias
de marginación social, económica y política,
pero que han sido capaces de crear “organizaciones comunitarias
de desarrollo” fomentando el capital social, son pequeñas
comunidades mazahuas donde la Fundación de Asistencia Infantil28
ha mostrado que a través de fomentar e intensificar las redes
sociales y la asociatividad se han mejorado las relaciones sociales
de la comunidad observándose beneficios económicos
al reducirse los costos de transacción y mayor salud entre
los niños de la comunidad.
Un ejemplo de una política que si bien no se basa estrictamente
en el capital social de la comunidad, sí integra en su desarrollo
la confianza y asociatividad es el Programa de Microcréditos,
San Bartolo Naucalpan, este proyecto nace como iniciativa de la
Dirección General de Desarrollo y Fomento Económico
del propio municipio de Naucalpan, su objetivo es establecer un
mecanismo de otorgamiento de Microcréditos a las personas
de escasos recursos de las zonas marginadas de Naucalpan29,
México. Sin embargo, no se limita a recibir solicitudes y
otorgar créditos bajo una óptica clientelista, partidista
o de simple asistencialismo. Su intención es “fomentar
el desarrollo humano a través de la capacitación para
el autoempleo y la capacidad de gestión de la población
de escasos recursos mediante el otorgamiento de microcréditos”30,
intención que no solo ha sido demagogia, el programa lleva
poco más de 3 años con grupos solidarios les ha permitido
la formación y consolidación de más de 200
grupos solidarios formados de 5 a 10 personas (donde el 70 % deben
de ser mujeres) y que hoy a decir de los propios participantes son
personas con mejores condiciones económicas que se reflejan
en una mejor calidad de vida. Si bien, el programa descrito no tiene
en sus objetivos promover el empoderamiento de las unidades de base,
sí fomenta la organización autónoma, la confianza
entre los miembros de la unidad y capacita en aptitud de gestión
(específicamente en la gestión y proposición
de proyectos económicos). En términos de John Durston
(ver cuadro 6 ), estaríamos hablando del inicio de una relación
entre el Estado y la sociedad civil de Semiclientelismo: Incubadora
y capacitora, que se intenta alejar de las relaciones de clientelismo
autoritario (represivo y cleptocrático) que tuvimos en México
durante más de 70 años, también intenta tomar
distancia del clientelismo pasivo (paternalista, tecnocrático,
burocrático y partidista) que aún hoy encontramos
en los programas federales que se dicen para “erradicar la
pobreza”.
Cuadro
6: Tipología de las relaciones entre el Estado y el capital
social colectivo (clic en la imagen para ampliar)
Fuente:
John Durston, “Capital social: parte del problema, parte de
la solución. Su papel en la persistencia y en la superación
de la pobreza en América Latina y el Caribe”. 2003
No
obstante es necesario reconocer, que las redes sociales y el capital
social no solo nos habla de cordialidad, inclusión, confianza
y bienestar, también nos puede llevar a procesos de exclusión
de quienes no gozan de la confianza local o sus redes sociales son
débiles. Al respecto en un serie de estudios realizados por
el Colegio Mexiquense31 sobre
los “Problemas de participación en las organizaciones
civiles indígenas campesinas” señalan que existen
problemas de acceso a la información, al uso de la misma
y sobretodo problemas de coordinación, como es la continuidad,
transparencia, cooperación, problemas de género y
relaciones con otros actores.
Sin embargo, la propuesta es que a nivel local (municipal), se desarrolle
una sinergia de corresponsabilidad Estado – sociedad civil,
donde las estructuras de base gestionen sus propias estrategias
y trabajen con el Estado. En otras palabras, es abordar el reto
de la pobreza y el desarrollo humano en nuestro país, desde
las redes de confianza de las propias comunidades para que sean
ellas las que definan de manera autónoma sus necesidades
de satisfacerlas y no solo invitar al autoempleo y al desarrollo
individual, pues como lo demostraron los ejemplos en América
Latina, son experiencias locales, que no se quedan ahí, pues
constituyen redes mayores que pueden ampliar su campo de acción,
e influir en contextos mayores, modificando las actitudes de los
participantes. Lo que finalmente nos llevaría al objetivo
del capital social: acrecentar los beneficios de la inversión
en capital físico y humano en la lucha contra la pobreza.
Notas:
2 Secretaría de Desarrollo
Social. SEDESOL. 2002. Serie Documentos de investigación.
3
Además incluye los aspectos: a) economías a escala
y medidas de adulto equivalentes. b) estimación del valor
de la canasta alimentaria utilizando patrones de consumo y precios
de 2002. c) Información no-monetaria sobre los niveles de
vida de la población e d) Identificación de fuentes
de información adicionales para la medición de los
niveles de vida. Secretaría de Desarrollo Social. SEDESOL.
2002
4 Veáse, Araceli Damián,
2003. La visión oficial de la pobreza.
5 Bolvinik, en diferentes espacios
se ha referido a las diferencias que tiene en cuanto a la metodología
utilizada por el Comité Técnico, y como a partir de
sus cálculos la pobreza en México supera esas cifras.
6 Para el año 2002 sólo
7 de 18 países de la región se considera con posibilidades
de cumplir la meta de reducción de la pobreza extrema a la
mitad el año 2015 : Argentina (con datos antes de la crisis
del 2002), Chile, Colombia, Honduras, Panamá, República
Dominicana, Uruguay
7 México ocupa el lugar
55 de los países clasificados en el rango de desarrollo alto.
8
Indica el grado de desigualdad en un país, en donde 1 equivale
a mayor desigualdad y 0 indica igualdad.
9 Destaca el estudio realizado
por CEPAL y PNUD sobre el objetivo de reducir la pobreza en América
Latina.
10 Entre otros autores encontramos
a Putnam, R., (1993); Coleman (1990) y Fukuyama (2001).
11 Ver, Kliksberg, Bernardo.
Capital social y cultura, claves esenciales del desarrollo.
12 Ibidem.
13 Ver, Durston, John. Construyendo
capital social comunitario. Revista CEPAL 69. Engargolado
14 Citado por Giménez,
Gilberto. “Versión 2”. La identidad social
o el retorno del sujeto en sociología. México.
Abril 1992. pág.193
15 Villoro, sobre la identidad
de los pueblos. En Estado plural, pluralidad de culturas. México.
Ed. Paidos. México. 1998. pag. 64
16 Que solo es en cuanto es
y se reconoce diferente al otro. Ibidem. Pag. 65
17 Blanche, Petrichen en el
2000 menciona que para ejemplificar basta recordar el concepto que
de autoridades municipales tiene la comunidad zapoteca de Yalálag
y los conflictos que se han dado frente al proceso electoral “democrático”
que no contempla su actuar y participación comunitaria, al
respecto un miembro de la comunidad de Yalálag señala
“por ello la autoridad municipal la llaman Lhus Lhna yell,
que quiere decir padre y madre del pueblo, y al edificio del ayuntamiento
lo dicen yoo lha, es decir, casa de la comunidad”,
y ante la pregunta de si no es un poco anacrónico ese pensamiento,
un miembro de la comunidad contesta: “Al contrario, es pensar
hacia delante, hacia el futuro, en cerros de Oaxaca, ¿de
dónde sale el recurso para el trabajo si no es del servicio
voluntario?. La Jornada. 14 de marzo del 2000.
18 Kilksberg, Bernardo. Op.cit.
19 Obviamente ello no implica
que se considere solo como un instrumento de las instituciones públicas,
que es precisamente otra de las objeciones al creciente interés
por el capital social.
20Considerándola como
uno de los principales “cambios urbanos” para ser analizados
en la Conferencia Mundial sobre Asentamientos Humanos (Habitat II,
de Estambul).
21 Según información
de “Amigos de Villa”, a su vez se basa en el Boletín
Municipal No. 2 del 2003.
22Ver, José Eduardo Jorge,
Florencia Censi y Juliana Bertucci. Capital social y pobreza: casos
y métodos en la “construcción comunitaria”.
Investigación de Cambio cultural.
23Evaluación del Progresa:
Informe Final. Boltvinik, Julio. La Jornada. 17 de noviembre de
2000.
24Ver, Venegas, J. Creará
el gobierno nuevo programa social y un banco popular para pagar
a beneficios. La Jornada. 02 de enero de 2002
25El 6 de marzo de 2001 en Jalisco,
Fox anuncio la transformación de Progresa en Oportunidades,
señalando que “Estamos poniendo punto final al partenalismo
y al simple asistencialismo” logrando transparencia en la
focalización.
26Sin dar más apoyo a
las pequeñas e incipientes organizaciones que fomentan la
medicina tradicional y que son una alternativa de salud en muchas
comunidades donde difícilmente llega el sector salud.
27En el III Seminario Anual
de Investigación sobre el Tercer Sector en México,
la Lic. Patricia López al exponer su trabajo titulado “Efectos
del Programa Oportunidades en el Capital Social de la población
atendida por la Fundación de Apoyo Infantil”, señaló
que a decir de los resultados obtenido sí se daba un deterioro
del capital social en las comunidades beneficiadas por “Oportunidades”.
28Datos obtenidos de la ponencia
El capital social y el paradigma de los derechos humanos de la niñez”
presentada por Ma. Josefina Menéndez, en el III Seminario
Anual de Investigación sobre el Tercer Sector en México.
29El municipio de Naucalpan
se encuentra en el área metropolitana y es uno de los primeros
municipios que ganó el actual partido en el poder (Partido
de Acción Nacional).
30En la Carpeta informativa
sobre Microcréditos San Bartolo. Naucalpan. Se encuentra
en forma detallada todo el procedimiento realizado por el municipio
para el fortalecimiento y desarrollo de los grupos solidarios.
31Problemas de participación
en las organizaciones civiles indígeno campesinas. Jorge
Lugrís, Alejandro Natal y Adriana Sandoval. No. 25. Documentos
de discusión sobre el tercer sector. El Colegio Mexiquense,
A.C.
Referencias:
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R. y Marcelo Siles (Compiladores). Capital Social y reducción
de la pobreza en América Latina y el Caribe: en busca de
un nuevo paradigma. CEPAL. 2003.
Boltvinik,
Julio. 2000. Evaluación del Progresa: Informe Final.
La Jornada. 17 noviembre de 2000.
_____________2001. “Opciones metodológicas para poder
medir la pobreza en México”. En Revista Comercio Exterior.
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John (1999), “Construyendo capital social comunitario. Una
experiencia de empoderamiento rural en Guatemala”, serie Políticas
sociales, N° 30 , Santiago de Chile, Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL).
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A. 23.1 “Millones, fuera de apoyos contra la pobreza”.
La Jornada. 9 febrero 2003
Giménez,
Gilberto. “Versión 2”. La identidad social o
el retorno del sujeto en sociología. México. Abril
1992.
INEGI
(Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática)
(2002).
Kliksberg,
Bernardo.”Capital social y cultura, claves olvidadas del desarrollo”,
Instituto de Integración Latinoamericana. INTAL/BID, Buenos
Aires, 2000.
Panorama
Social de América Latina. 2001 - 2002Documento informativo.
CEPAL.
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A. y Adriana Sandoval. Problemas de participación en
las organizaciones civiles indígeno campesinas. . No.
25. Documentos de discusión sobre el tercer sector. El Colegio
Mexiquense, A.C. 2003
Secretaria de Desarrollo Social (SEDESOL). “Equidad Contigo
es posible”.
Venegas, J. (2002). Creará el gobierno nuevo programa
social y un banco popular para pagar a beneficios. La Jornada.
02 de enero de 2002
Villoro, sobre la identidad de los pueblos. En Estado plural,
pluralidad de culturas. México. Ed. Paidos. México.
1998.
Mtra.
Martha García Damián
Catedrática del Departamento de Humanidades
del ITESM Campus Estado de México |