|
Por Aurora González
Número 39
La
marcha contra la delincuencia, que se llevó a cabo el domingo
27 de junio, muestra la solidaridad del pueblo mexicano frente a
una situación adversa, sin embargo, difiere del movimiento
realizado por la sociedad ante los terremotos de 1985, cuando la
gente salió a actuar: apoyó proporcionando maquinaria,
quitando escombros, buscando gente, organizando lugares de acopio,
donando diversas cosas que se necesitaban, recibiendo a afectados
en sus casas, organizando la búsqueda de desaparecidos, etc.
En esta ocasión, 2004, la marcha fue una manifestación
para pedir a las autoridades que actúen, que resuelvan algunos
de los problemas en que todos estamos siendo afectados; estamos
en nuestro derecho y debemos exigir el cumplimiento de las obligaciones
de la autoridad, pero debemos cumplir con nuestra obligación
de ciudadanos.
En
ningún momento pretendo descalificar un movimiento legítimo
para la mayoría de los mexicanos que nos hemos visto envueltos
en un acto de violencia y/o delincuencia; lo que me interesa es
reflexionar ahora, como se está haciendo en diversos medios
de comunicación, “y después de la marcha, ¿qué?”.
Mi
enfoque está dirigido a buscar algunas de las múltiples
raíces que han originado esta situación en nuestro
país, pero especialmente reflexionar sobre lo que cada uno
de nosotros, como mexicanos podemos hacer para combatir la delincuencia.
Empezaré
por comentar algo que me llamó mucho la atención,
se trata de los 10 puntos o consejos que emitió la iglesia
católica para prevenir ser asaltados, algunos de ellos ya
presentados por las autoridades en alguna ocasión, tales
como no vestir ostentosamente, cambiar las rutas de entrada y salida
de nuestras actividades diarias, etc. Lo que me sorprendió
fue que se dirigió a la gente afectada pero no a quienes
nos afectan, no escuché la exhortación a quienes delinquen
a cambiar sus actos; sí a las víctimas pero no a los
victimarios; no escuché que los instruyeran en la doctrina
que predican.
En
este mismo sentido la exhortación es que nosotros mismos
cambiemos para no seguir “produciendo” victimarios.
Tenemos que iniciar, cada uno de los ciudadanos que anhelamos un
mejor país, con acciones específicas; ya se llevaron
a cabo: una marcha-protesta para exigir, ya algunos se esgrimieron
como representantes de la sociedad y entregaron 10 puntos específicos
que reclaman a las autoridades, ¿y ahora qué?
Iniciemos
con la reflexión de lo que hacemos diariamente en nuestra
casa, trabajo, convivencia diaria. Esta parte es muy difícil
porque implica reconocer nuestros errores, nuestra responsabilidad;
y veremos que nadie puede tirar la primera piedra porque si salimos
airosos en alguno de los siguientes puntos seguro “caemos”
en otro. Pero sin esta reflexión no podemos empezar a cambiar.
Uno de los orígenes
de la delincuencia organizada es el narcotráfico
Muy probablemente la mayoría de los lectores no haya participado
en ninguna actividad relacionada con él, pero si ha consumido
cualquier tipo de droga ilegal, tal como el éxtasis que se
distribuye en antros, sí tiene complicidad. Una acción
responsable como ciudadano es no participar en actividades relacionadas
con el consumo, venta, compra, distribución de ningún
tipo de drogas.
El desempleo es otra causa
de la delincuencia
No es la única, todas son paralelas y debemos atacarlas simultáneamente.
Aquí también es probable que sean pocos los que se
consideren responsables, pues más bien la mayoría
ha sido víctima al perder su trabajo, no conseguir uno bien
remunerado, etc. En este ámbito voy a incluir una reflexión
sobre el empleo informal: hay muchas quejas respecto a esto, se
critica que se presta para que entre los comerciantes ambulantes
honestos se infiltren otros que asaltan al comprador, también
se critica por parte de los comerciantes establecidos, que son una
competencia desleal porque no pagan impuestos ni servicios. El reclamo
es real y justificado, pero también es necesario saber el
punto de vista de ellos: en su gran mayoría se han tenido
que iniciar en esta actividad por falta de empleo. Hay quienes dicen
que la oferta de empleos en los periódicos, por ejemplo,
es altísima y así es, podemos comprobarlo, pero ¿El
ingreso que se va a obtener alcanza para cubrir las necesidades
de quien está desempleado o subempleado o trabajando en la
calle? Muchas veces la respuesta es no. La conclusión de
este punto es que se requiere no solamente de la creación
de empleos sino de salarios bien remunerados, de tal manera que
al solicitante le convenga contratarse y tener las prestaciones
mínimas a seguir en las calles como vendedor, sin ninguna
garantía.
Hay una estrecha relación
entre el desempleo, los bajos salarios y la piratería
De manera paralela al problema del desempleo y de los salarios
que muchas veces no alcanzan para satisfacer las necesidades básicas,
está el de la piratería. Este negocio ha proliferado
no solo porque ha sido una fuente de empleo mejor remunerada que
otras, sino porque los productos originales no están al alcance
de la mayoría. Es sencillo sacar cuentas: cuánto cuesta
un video, cd, cartucho original, no en pesos sino en días
de salario mínimo. Muchas veces el costo es excesivo; si
la piratería puede sacar el producto a precios tan bajos,
¿no será posible que los originales bajen sus costos?
La justificación para no hacerlo es que hay mucha gente involucrada
en el proceso, y en efecto, hay muchos que obtienen ganancias muy
elevadas por sus servicios en toda la cadena de producción,
promoción y venta de estos productos. No se trata de justificar
la piratería sino de reconocer acciones específicas
para quienes forman parte de esta cadena, no quieran enriquecerse
con cada uno de sus productos: bajen los precios, lo cual implica
bajar los costos, las utilidades, la ganancia para cada uno de los
involucrados. Y también está la otra parte de la sociedad,
quienes no se encuentran en esta cadena productiva sino hasta el
final: los consumidores. Aquí, la acción propuesta
es comportarnos como ciudadanos responsables y honestos:
no compremos piratería y si no nos alcanza, no escuchemos
al tal o cual artista. Es muy posible que si bajan las ventas se
decidan a bajar los precios. Así como hubo coordinación
para protestar por la inseguridad, se puede actuar al no comprar
estos productos, sin necesidad de promover campañas de desprestigio
ni agresión contra nadie. Un defecto de muchos de los mexicanos
es considerar que de nada sirve lo que yo haga si los demás
no cambian; por eso la propuesta es que todos cambiemos. No hemos
llegado a esta situación en un día ni en un sexenio;
traemos varias décadas de no ser solidarios con nosotros
mismos; es tiempo de actuar, ya se dio el inicio con la marcha,
ahora actuemos todos y cada uno de los que hemos sido víctimas
de algún acto delictivo de otros ciudadanos o de las autoridades.
El desempleo, los bajos
salarios y la desintegración familiar
Paso a otro punto añejo relacionado también con el
desempleo. En la gran mayoría de las familias mexicanas,
desde hacer varias décadas, el ingreso del padre no ha alcanzado
para sostener a todos, por lo cual la mujer se ha visto en la necesidad
de apoyar en la economía familiar trabajando fuera de su
casa. Esta situación ha originado otra serie de problemas:
niños más descuidados; algunos que no van a la escuela
y como consecuencia no tienen las mismas oportunidades que otros;
familias desintegradas por diversas causas, ya sea que el padre
los abandone, la madre sea soltera o simplemente con la liberación
sexual cualquiera de los dos tenga otra pareja y esto violente la
relación al interior de la familia, lo cual ha llevado a
muchos niños, desde hace varios años, a salirse de
su casa (que no hogar) y buscar refugio con otros “rechazados”.
A estos niños de la calle que ahora ya suman dos o tal vez
hasta tres generaciones, la sociedad, nosotros, los seguimos rechazando.
Y podemos justificarnos: “no se bañan”, “se
drogan”, “son delincuentes”, “no sirven
para nada”, etc. pero si nosotros no exigimos a las autoridades
apoyo para ellos y no participamos en la medida de nuestras posibilidades,
estamos siendo corresponsables. Por supuesto que hay quienes
tienen más responsabilidad, como ya quedó
establecido: quienes pueden crear y mantener empleos, quienes están
dispuestos a hacer algo por su país no buscando sólo
su enriquecimiento desmedido sino generando empleos. Por su parte
el gobierno necesita apoyar a estos “niños” creando
albergues y proporcionándoles educación. No se trata
de tutelares de menores donde quienes llegan ahí sigan siendo
rechazados. Aquí tendríamos que profundizar en el
aspecto psicológico para entender cómo un acto lleva
al otro y comprender la reproducción de la violencia (generado
en el seno familiar, de familias desintegradas, las cuales han rechazado
a sus miembros.)
Tenemos un sistema judicial
ineficiente y con corrupción
Como señalé al inicio, todos estos aspectos forman
parte de un todo. Aunado a lo anterior, está el sistema judicial
y penitenciario del país. Aquí la autoridad tiene
la principal responsabilidad. En los puntos exigidos en la marcha
se incluye este aspecto: capacitación de la policía,
responsabilidad el ministerio público. Recordemos que estos
miembros de la sociedad han salido de familias como muchas otras;
así que la reflexión es si nosotros hemos sido partícipes
de la corrupción. El anuncio en el cual unos jóvenes
salen del cine comentando sobre un promocional en contra de la corrupción
y dicen que el que no transa no avanza y en ese mismo momento, sin
saberlo, están siendo víctimas de un acto en el cual
una joven le da dinero a un policía para que no la detenga
por haber golpeado un auto que resulta ser de los jóvenes
quienes se acaban de manifestar a favor de la corrupción.
En este ejemplo es muy rápida la visualización de
que podemos ser víctimas de lo que proponemos, pero generalmente
no nos damos cuenta. El mismo publicitario del cine muestra una
cadena de actos de corrupción. ¿Has pensado que si
tú le das dinero a un policía para que no te levante
una infracción de tránsito, con el tiempo él
puede ascender o cambiar de lugar de trabajo en la misma corporación
y ser quien acepte dinero de un individuo que cometió un
crimen más serio como robar, matar, secuestrar? Suena poco
probable, pero si nos quejamos de la impunidad es porque hay gente
que acepta el dinero que otros le ofrecen, o hay quienes ofrecen
para que la autoridad acepte. ¿Has sido parte de esto? Tenemos
el derecho de exigir, pero también tenemos la obligación
de aportar para ponerle fin a la situación.
La relación del problema
con el sistema penitenciario
En cuanto al sistema penitenciario, es un tema que requiere de un
análisis mucho más profundo, que va más allá
de proponer penas más severas a los delincuentes, es decir,
sí debe haber penas más severas pero debe haber otras
acciones paralelas. Como víctimas de delitos a veces no pensamos
en las razones por las cuales otros delinquen, y penosamente vemos
que cada vez hay más jóvenes involucrados (relacionémoslo
con el punto anterior). Aquí la propuesta
es ver que las cárceles y reclusorios realmente sean “centros
de readaptación”. Es frecuente escuchar que son las
universidades de los delincuentes, lo que no sabían ahí
lo aprendieron, pero qué hacemos como sociedad para mejorar
a esta gente, para darle una segunda oportunidad una vez que concluya
su pena (no todos están ahí por secuestradores, violadores
o asesinos). Propongamos cárceles de alta seguridad, pero
veamos que los internos trabajen, estén ocupados, sean apoyados
psicológicamente.
Parte de nuestra responsabilidad:
Rechacemos el crimen pero estemos conscientes de que todos somos
parte de una sociedad que ha fallado en inculcar valores y dar oportunidades
a todos. Estas líneas no son suficientes para expresar la
totalidad de problemas, pero menos aún para analizar las
raíces de ellos. Dejo como parte final algunas acciones específicas
que podemos empezar a llevar a cabo para cambiar nuestra sociedad,
algunas son comunes para todos, otras para quienes tienen el poder,
ya sea económico, político o legal. Y sin afán
de ofender ni criticar a ninguna profesión, utilizo los ejemplos
que me parecen más claros para comprender que a veces hacemos
aquello de lo cual nos quejamos.
Cumplamos con nuestro trabajo
independientemente de la paga
Nosotros aceptamos el salario que recibimos. Tal vez el policía
considera que su salario es bajo y por ello no corre tras el delincuente
que es acusado por un ciudadano; o al llegar a levantar un acta
a la delegación (o su equivalente) el encargado, quien está
mal pagado, se toma su tiempo pues “si hacen como que me pagan,
hago como que trabajo” y de pasada nos hacer perder el nuestro.
Promovamos valores que dignifiquen
a nuestra sociedad
Los educadores
Quienes somos padres inculquemos valores a nuestros hijos, los maestros
a sus alumnos, los jefes a sus empleados. No se trata solo de decirlo
sino de hacerlo. Si queremos que las autoridades actúen con
eficacia, rapidez y honestidad, seamos eficaces, cumplidos y honestos
en todas nuestras actividades. Sirva de ejemplo la siguiente anécdota:
como profesora, exhorto a mis alumnos a ser honestos a pesar de
las consecuencias (sería otro artículo profundizar
en esta reflexión); un día uno de ellos comentó
que había cometido una infracción de tránsito
y lo habían llevado al corralón; llamó a su
papá (pues él tenía permiso para conducir pero
era menor de edad) y éste al llegar le preguntó si
no llevaba dinero, en alusión a que habría podido
resolver el problema con un soborno. Él nos platicó
que sí llevaba dinero. El ejemplo es de un joven a quien
tal vez en su casa le dijeron que fuera honesto pero en la práctica
“se hacían concesiones”; si no somos congruentes,
¿qué les estamos inculcando? ¿No han solucionado
así sus problemas algunas de nuestras autoridades? Los corruptos
no se hacen en un día: pongamos y sigamos el ejemplo ser
honestos: no robar, no ser parte de la corrupción, no quitarle
a otros lo que les pertenece (¿recibiste un cambio de más?,
¿te llevaste una “galletita” de la panadería?).
Los legisladores y otras autoridades
Exijamos mejores policías, pero respetémoslos. Su
trabajo no es fácil, si nosotros los denigramos ellos tampoco
aceptarán con dignidad el papel que desempeñan en
la sociedad. Como pueblo tenemos el poder de exigir, veamos que
a ellos se les den sueldos dignos, de acuerdo con su trayectoria,
antigüedad, ocupación. Y por qué no, bajemos
las prestaciones de jubilación a quienes no las necesitan:
funcionarios públicos que tienen sueldos altísimos
de por vida; diputados y senadores que se fijan a sí mismos
sus salarios y prestaciones; eliminemos éstas. ¿Para
qué necesitan un coche y un chofer si algunos en ocasiones
no se presentan a las reuniones parlamentarias? ¿Por qué
debe salir de nuestros impuestos el pago de viáticos exorbitantes?
Si en sus comidas desean viandas más refinadas, que paguen
de sus altos ingresos la diferencia. ¿Será posible
que ellos, quienes tienen que legislar, lo podrán hacer para
sacrificar un poco de lo que les sobra?
Los empresarios
Algunos empresarios deben asumir que son parte directa del problema.
Con razones como la competitividad, la crisis, la inseguridad, eliminan
empleos, no los generan, reducen sueldos y/o prestaciones. Es una
tendencia mundial, pero primero debemos velar por los intereses
de nuestro país, no copiemos esquemas que no van con nosotros
y que están acarreando terribles problemas; la inseguridad,
el secuestro ya también sobrepasó a la clase adinerada,
ya alcanzó a todos los niveles de la sociedad. Quienes tienen
dinero deben utilizar sus recursos para crear mejores empleos y
luego pedir a la ciudadanía que compre los productos hechos
en México. Aquí hay una excelente justificación
para hacerlo.
Los consumidores
Y siguiendo con este orden de ideas: no compremos piratería,
consumamos lo hecho en México. A las autoridades les toca
evitar el contrabando, pero a nosotros nos toca combatirlo. Y volvemos
al primer punto, hagamos bien nuestro trabajo para que sea elegido
sobre el de los extranjeros.
Reflexionemos y actuemos
Las reflexiones son muchas, espero que con éstas sea suficiente
para empezar a tomar acciones que nos lleven a mejorar nuestra sociedad
y nuestro país. Y reitero que con estas propuestas no intento
minimizar los gravísimos problemas que tenemos ni la responsabilidad
de nuestras autoridades, sino proponer algo más para apoyar
en la solución de la raíz de lo que ahora nos afecta.
Mtra.
Aurora Gónzalez Turnbull
Catedrática del Departamento de Letras del ITESM
Campus Estado de México, México. |