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Por Alan McLane
Número 39
El presentir un
rumor a muerte que corre lentamente, que se acelera al compás
de las detonaciones de metrallas por los pasillos y sobre todo,
presentir que las miles de historias humanas se irán impregnando
de un hedor a sangre, es uno de los múltiples sentimientos
que emanan al final de Carandiru (2003), la última
producción del reconocido cineasta brasileño Fernando
Babenco.
La propuesta cinemática de
esta producción se mantiene coherente gracias al balanceado
manejo entre el documental social y la impecable ambientación
visual del infra-mundo social utilizado en los últimos años
por la cinematografía brasileña. Con certeras rutas
narrativas que ponen al descubierto la presentación de las
múltiples vidas y relaciones de los presos en la otrora prisión
más grande de Latinoamérica, el recorrido que nos
introduce a las historias de supervivencia, poder, amor y fraternidad
envuelve sigilosamente la mirada en solitario encarnada por el doctor
de la prisión, quien además de narrar los sucesos,
pareciera ser el único punto de cordura en un mundo que cada
día vive y muere con sus propias reglas.
Somos testigos de una sólida
historia en la que repetidamente fluye la intensidad emocional a
niveles dispares. Carandiru, además de trascender
los sentidos con su impronta visceral y el goce estético
de su puesta en escena, se coloca al mismo nivel de otras cintas
latinoamericanas como Amores Perros (González
Iñárritu, 2000) y Ciudad de Dios (Meirelles/Lund,
2002) que comparten la misma dosis de violencia gráfica para
transformar el discurso de denuncia en una impactante poesía
visual, reafirmando de esta manera en cada secuencia la esencia
misma del séptimo arte.
Carandiru es una experiencia cinemática
que reflexiona sobre las interminables injusticias y de paso, pareciera
anticipar a esta cinta como parte de una non intencionada trilogía
enfocada a la denuncia social y política. No es de extrañarse
que la masacre de los niños en las favelas de Río
de Janeiro de la década pasada también complementara
el mosaico dantesco de la realidad no sólo Brasileña,
sino del resto de Latinoamérica.
Mtro.
Alan McLane Alejos
Catedrático, Facultad Ciencias de la Comunicación, Universidad
de La Salle Bajío, León, Guanajuato, México. |