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Por José Antonio Alcoceba
Número 40
A lo largo de la
historia han existido diferentes sistemas de comunicación
pública destinados a proveer de información para la
producción y reproducción social a los grupos humanos.
En cada sociedad se establece un sistema de comunicación
de forma hegemónica que tiende a perdurar durante periodos
prolongados de tiempo; y cuyo perfeccionamiento ha venido asociado
tanto a las necesidades socio-comunicativas de los grupos sociales
como a los cambios tecnológicos originados en dichos grupos.
En las sociedades surgidas a partir
de las revoluciones burguesas, _y especialmente en las sociedades
capitalistas,_ se han venido imponiendo los sistemas de comunicación
masiva, superando a otros sistemas de comunicación pública
menos desarrollados y eficaces (comunicación asamblearia,
a través de emisarios, de redes de distribución de
mensajes, etc.).
La culminación de este modelo
de comunicación alcanzó su máximo desarrollo
en la segunda mitad del siglo XX, con el desarrollo de la Prensa,
de la Radio, y sobre todo de la Televisión. Y continúa
en nuestros días como sistema hegemónico de aprovisionamiento
de información. Valga como ejemplo decir, que generaciones
enteras han sido abastecidas de información a través
de estos medios masivos de comunicación; medios, de contrastada
eficacia comunicativa en las pautas y procesos de socialización,
y por qué no decirlo, en las estrategias de control social
sobre audiencias cada vez más numerosas y dispersas.
El Sistema de Comunicación de Masas requiere de unas tecnologías
de producción y distribución que permitan la elaboración
y difusión masiva y en serie de productos comunicativos.
Asociadas a estas tecnologías aparecen otras características
socio-comunicativas propias de dichos sistemas:
- En el sistema basado en MCM
existe una especialización de funciones entre quienes “producen”
la información y quienes la “consumen”.
- La comunicación de masas requiere de unas organizaciones,
socialmente reconocidas, especializadas en la producción
y distribución de productos comunicativos destinados a
la satisfacción de los intereses y necesidades de públicos
muy numerosos y heterogéneos.
- Los Medios de comunicación elaboran y distribuyen productos
comunicativos en serie y de forma masiva, lo que supone que este
tipo de comunicación conciba de forma universal a las audiencias.
“Mientras que en el mercado de mensajes la demanda es un
hecho relacionado con millones de individuos, la oferta está
extremadamente concentrada.” (Burgelin, 1976, p.33).
Paralelamente, las actividades
colectivas específicas de producción, tratamiento
y difusión de información pública que afecta
a la comunidad en su conjunto han ido requiriendo de una creciente
especialización, acorde con el desarrollo y la complejidad
del funcionamiento de dicho modelo comunicativo basado en Medios
de Comunicación de Masas (MCM).
En este contexto, surge la necesidad
de regular la formación de profesionales de la comunicación
especializados en las prácticas comunicativas que impone
el funcionamiento de dicho modelo. Dicho funcionamiento se ha ido
configurando en torno a instituciones de la comunidad socialmente
encargadas de regular los intercambios de información pública
en la sociedad. Se trata de un modelo que basa los intercambios
comunicativos en el flujo unidireccional de información entre
los medios y sus audiencias. Y, como señala el profesor Martín
Serrano (1986, p.p. 73-74), comunicativamente posee unos rasgos
distintivos que imponen unas líneas generales de actuación:
- Tratamiento de información
que interesa a las instituciones sociales, en cuanto a que dicho
interés afectará al conjunto de los ciudadanos.
- Los temas, están más o menos prescritos. Es decir,
se configura institucionalmente una agenda de temas considerados
de interés colectivo, frente a otros que pertenecerían
a la esfera individual.
- Tratamiento informativo de nuestras cosas, versus, tratamiento
de las cosas ajenas.
- El carácter confiable de la información que circula
por estos cauces, les confiere un punto de vista autorizado.
- También establece quiénes pueden ser comunicantes,
en qué ocasiones, y en qué lugares y en qué
tiempos, en temas que tienen que ver con el interés público.
- Etc.
Este sistema comunicativo basado
en Medios de Comunicación de Masas ha requerido y sigue requiriendo
por tanto de unos profesionales especializados en la producción,
tratamiento y difusión de la información atendiendo
a estas características generales de funcionamiento.
En las décadas de los años
sesenta y setenta del pasado siglo, surgieron tanto en España
como en Hispanoamérica las Facultades de Ciencias de la Información
y la Comunicación para dar respuesta desde la Universidad
a esta demanda de profesionales especializados por parte de las
instituciones comunicativas. Las bases teóricas, epistemológicas
y prácticas en las que se ha venido basando la formación
de periodistas y comunicadores en estas facultades están
destinadas a cubrir las necesidades comunicativas creadas por los
medios clásicos en dichas sociedades.
Si bien es cierto que todo campo
educativo…responde a las necesidades y demandas de sectores
sociales, en el caso de la comunicación, el campo educativo
ha sido determinado por los sectores dominantes, por lo que lo que
la formación de comunicadores ha respondido a las demandas
de estos sectores...fundamentalmente, los planes de estudio se han
orientado a las necesidades del mercado de trabajo, donde el mercado
de trabajo y las prácticas profesionales hoy dominantes,
están en los medios, en la publicidad y en los departamentos
de comunicación. (Castillo y Tapia, 1996)
El empeño mostrado por estas
instituciones académicas pretendía regular la oferta
y la demanda de capital humano cualificado que solicitaban los medios
de comunicación para llevar a cabo sus intercambios comunicativos.
Desde el punto de vista mediacional, este es un aspecto de máxima
importancia, ya que periodistas y comunicadores en el desempeño
de sus prácticas profesionales contribuyen a reforzar procesos
de socialización en las audiencias a través de sus
hábitos de consumo comunicativo. La intervención de
los medios de comunicación junto con la generada por otras
instituciones sociales, contribuye a conformar cognitivamente las
representaciones sobre la realidad de las audiencias en su plano
social, cultural, económico, axiológico, etc.
Nuevas tecnologías,
nuevos profesionales
Las tecnologías
de la información se han caracterizado históricamente
por estar siempre a la vanguardia de los cambios tecnológicos
que han promovido importantes transformaciones sociales; la irrupción
de nuevas tecnologías de la información (NTI) está
haciendo que el tradicional modelo de comunicación de masas
empiece a cuestionarse su funcionamiento actual. Como señala
Prado (1997) “desde el punto de vista técnico, tales
cambios afectan a los medios de producción, difusión
y recepción. Impregnando el conjunto de actividades propias
del proceso de comunicación y modelando un nuevo escenario
de las industrias culturales.”
La aparición y desarrollo
de los medios audiovisuales (especialmente la televisión)
supuso un cambio radical en los procesos tanto comunicativos como
de socialización de los individuos. Transformaciones que
supusieron la introducción de nuevos tratamientos informativos
y la necesidad de nuevos especialistas en el manejo de las otras
potencialidades informativas. Lo mismo sucede actualmente, los nuevos
escenarios que ofrecen los fenómenos comunicativos emergentes
en la actualidad, no pueden tratarse con los antiguos planteamientos.
Las capacidades tecnológicas, expresivas y representativas
de los nuevos medios hacen cuestionarse la validez del modelo de
MCM, y plantean la necesidad de un nuevo paradigma comunicativo
que pueda dar respuesta a estas nuevas prácticas comunicativas.
El nuevo modelo de comunicación proporcionado por Internet,
por ejemplo, viene a revolucionar las posiciones comunicativas de
los actores, facilitando la multiplicación de las posibilidades
emisoras y receptoras. El espacio informacional no es limitado,
por el contrario, consiste en un espacio distinto, tanto en volumen
de contenido, como en las formas de producción y recepción.
Nos encontramos ante un nuevo modelo comunicativo con nuevas capacidades
para procesar, transmitir y recibir la información. Modelo
que implicará, según Fernández Hermana (1999)
"la transición de la opinión pública basada
en un modelo reduccionista de los acontecimientos que pasan a su
alrededor, a una opinión pública basada en la selección
personal de la información sometida con criterios maximalistas”.
El rápido desarrollo de nuevas
tecnologías al servicio de la información ha facilitado
el acceso a los recursos informativos a costos relativamente bajos.
La producción de tecnología comunicativa permite llevar
la información cada vez más lejos y llegar a un mayor
número de gente. La creciente optimización de las
potencialidades que ofrecen los nuevos medios, requerirá
de la adaptación de los viejos comunicadores, y de la formación
de nuevos profesionales adiestrados en el manejo de las nuevas posibilidades
comunicativas emergentes.
Los periodistas de la Sociedad de la Información, los periodistas
digitales deben ser profesionales versátiles y con criterio,
centrados en la mejora de la calidad de la información periodística
gracias a las mayores posibilidades de documentación, amplitud,
análisis y rapidez que propician los recursos digitales….El
trabajo del periodista digital es, cada vez más, la gestión
de la información; esto es, el análisis y jerarquía
de la misma…el problema ya no es encontrar información,
sino distinguir lo significativo de lo irrelevante, en un mar inmenso
de contenidos. (López Pourailly, 2002)
Esta encrucijada comunicativa requiere
la implicación de todos los sectores que de una u otra forma
se ven concernidos en los procesos de socialización asociados
a la producción, tratamiento, difusión y adquisición
de comunicación pública.
En uno de los sentidos que a nosotros
más nos preocupa, el avance tecnológico afecta regresivamente
también al campo laboral de la comunicación; el sector
tradicional de los medios de comunicación, aparece saturado
profesionalmente. Pero paradójicamente, ante este panorama,
los jóvenes estudiantes siguen formándose desde las
facultades de C.C. de Información y Comunicación en
los modelos formativos tradicionales que han venido demandando los
medios masivos clásicos. El escenario en el que se encuentran
hoy en día numerosos jóvenes licenciados en comunicación,
ofrece un reducido mercado en torno a los sistemas de producción
de información pública generalistas. Es demasiado
frecuente que estos jóvenes ante la imposibilidad de encontrar
acomodo laboral en su campo, acudan a competir por otros trabajos
para los que no han sido formados pero para los que disponen de
mayor nivel formativo que otros jóvenes con menos oportunidades
de formación. Lo que puede generar desequilibrios y desajustes
sociolaborales en determinados ámbitos de la sociedad.
Mayoritariamente, el escenario laboral
comunicativo con el que se encuentran los jóvenes que concluyen
su formación universitaria en la actualidad ofrece el siguiente
panorama:
- Que sean requeridos por los
medios de comunicación de masas tradicionales: Prensa,
Radio, Televisión, Cine, Publicidad, etc.
- Que sean contratados por
instituciones que demanden especialistas en el manejo, tratamiento
y difusión de nuevas demandas informativas asociadas a
las necesidades comunicativas de las audiencias, pero también
de las propias instituciones sociales.
Desde las facultades se sigue poniendo
el énfasis en la formación de los futuros comunicadores
atendiendo a las demandas laborales de los grandes medios de comunicación,
y sigue sin concederse la suficiente importancia a nuevas destrezas
comunicativas que sin duda se van a demandar en los próximos
años, y que serán el reflejo del cambio paradigmático
que está sufriendo el campo de la comunicación pública.
Las instituciones sociales (empresas, instituciones públicas,
partidos políticos, ONG, etc.) ante el nuevo panorama comunicativo
dejarán de ser meros objetos de referencia de los medios.
Es decir, aquellas instituciones que son lo que los medios dicen
de ellas, pasarán a convertirse también en instituciones
sociales que gestionen públicamente la propia información
que generen.
Muchas instituciones sociales están
transformando ya sus estrategias comunicativas. Sin abandonar la
necesaria presencia en los medios masivos de comunicación,
apareciendo como referentes informativos o a través de costosas
campañas publicitarias; ahora, se encuentran con la posibilidad
de poder gestionar la información que ellos mismos producen.
Las nuevas posibilidades tecnológicas asociadas a la comunicación
les permiten optimizar sus recursos.
Se mantiene por tanto la relación
con los MCM, orientada a conseguir una imagen favorable a sus intereses,
facilitando información a los medios bajo ciertos criterios
de intencionalidad. El resultado de estas prácticas siempre
es incierto, ya que no controlan la información y son en
última instancia los medios de comunicación quienes
determinan el tratamiento informativo que creen más apropiado
sobre dichas instituciones. Actualmente, y a un muy bajo coste,
las organizaciones sociales tienen la posibilidad de gestionar todo
el proceso informativo sin la intervención de los medios.
Para ello lo más habitual es que:
- Contraten a profesionales especializados
en el manejo de las herramientas comunicativas emergentes.
- Contraten empresas encargadas de gestionar todo el proceso de
comunicación que generan dichas instituciones sociales.
Esta segunda opción se viene
imponiendo cada vez con más fuerza en las estrategias comunicativas
de las instituciones sociales más a la vanguardia en nuestra
sociedad. Desde estos gabinetes de comunicación especializados
en el tratamiento global de la información se gestiona tanto
el tratamiento expresivo más adecuado de la información
de acuerdo a los intereses de los emisores, como el uso de los medios
más eficaces (MCM, páginas web o nuevas formas comunicativas
asociadas a Internet, etc.). Este tratamiento integral permite controlar
en todo momento los flujos informativos segmentando cada vez más
las audiencias con la intención de obtener una mayor eficacia
comunicativa.
La necesidad de adaptación
académica ante los cambios socio-comunicativos
Tradicionalmente
se ha insistido en que la universidad debe ser una adelantada social
en aquellos procesos de cambio que se producen en la sociedad. El
sistema comunicativo, un tanto rígido en sus transformaciones,
tendrá que proponer estructuras formativas abiertas y flexibles
que ofrezcan conocimientos acordes con los avances comunicativos
que se vienen produciendo; conjugando la formación práctica
con la profundización teórico-epistemológica
de la comunicación.
El campo profesional ha cambiado y se ha diversificado de manera
más acelerada que los planes de estudio de las escuelas de
comunicación, ya que se inicia un proceso de generación
de prácticas profesionales emergentes…como las referidas
a la comunicación de las organizaciones, comunicación
y cultura, cultura y desarrollo….. comunicación y nuevas
tecnologías de la comunicación. (Castillo y Tapia
1997).
En este contexto, desde las instituciones
educativas destinadas a formar profesionales de la comunicación,
se debería poner el énfasis, sin abandonar la formación
que ahora imparten, en una línea formativa más acorde
con estas nuevas demandas laborales asociadas a la articulación
de sistemas de aprovisionamiento de información no convencionales.
Entendiendo por no convencionales aquellos sistemas de información
pública asociados a la aparición de nuevos usos sociocomunicativos
de información relacionados con el uso de nuevas tecnologías
de la información que afectan a la comunidad en su conjunto.
Uno de los cambios principales consistirá
probablemente en mudar del modelo tradicional de enseñanza,
consistente en formar a los futuros periodistas en destrezas profesionales
dirigidas a enfrentar la escasez de la información, hacia
otro modelo en el que se forme a los periodistas para enfrentarse
a la superabundancia de la información. (Salaverria, 2000).
Ante la implantación cada
vez más rápida de las nuevas tecnologías de
la Información como medios de transmisión de información
y como catalizadores de opinión pública, las escuelas
y facultades de ciencias de información deben adaptar sus
ciclos formativos para dar respuesta a este nuevo profesional que
es demandado sociocomunicativamente desde estos nuevos medios: un
experto en diseño (tanto estructural como expresivo), producción
comunicativa, uso de estas tecnologías, y evaluador de los
posibles efectos o impactos de los productos comunicativos que circulan
por estos nuevos medios.
Cabe a los directivos de las carreras de comunicación descubrir
las evidencias de esos fenómenos y darles respuesta inmediata.
La rapidez con que se procesan hoy los cambios en el ámbito
de los media y de las tecnologías que le dan soporte exige
contante actualización de sus currículos, de las estrategias
de enseñanza/aprendizaje y naturalmente el reciclaje del
cuerpo docente. (Marques de Melo, 2001, p.p.27-28).
En relación con la formación
de jóvenes adiestrados en estos nuevos escenarios comunicativos
surge la necesidad de que las estructuras académicas (organizativas,
didácticas y docentes), se vayan transformando de forma coherente
y eficaz. Demasiados profesores de estas facultades siguen anclados
en los modelos comunicativos clásicos, en los que ellos mismos
han sido profesionales. Cognitivamente, muestran una imposibilidad
de adaptarse, -y en algunos casos una ceguera intelectual- a los
nuevos procesos de cambio tecnológico. Estos modelos docentes
suponen rémoras educacionales que será necesario superar.
Los profesionales dedicados a gestionar
la información se van a encontrar en un futuro inmediato
ante demandas laborales (minoritarias por el momento), requeridas
por los propios objetos de referencia para gestionar globalmente
todos los procesos comunicativos en los que estén implicados.
Atendiendo a las nuevas formas de tratamiento, producción
y difusión que las emergentes posibilidades comunicativas
empiezan a ofrecer.
Este cambio de paradigma acarreará
sin duda también una creciente demanda social de investigadores;
especialistas encargados de estudiar y analizar los nuevos fenómenos
comunicativos. Es aquí donde aparece la necesidad de la figura
del comunicólogo como estudioso que orienta su práctica
no sólo a un desarrollo instrumental (qué hacer con
los medios), sino a un conocimiento científico: a investigar
los fenómenos comunicativos desde una perspectiva no sólo
de demandas de mercado, sino como una forma de investigación
científica que permita analizar los desajustes sociales que
puedan desencadenarse ante este cambio de paradigma. Tendiendo a
resolver aquellos problemas sociales que puedan surgir ante el uso
que se haga de estas nuevas tecnologías de la comunicación.
En nuestras sociedades cada vez
se hace más necesaria la figura del estudioso de las prácticas
comunicativas emergentes, que _dado el peso social del fenómeno_
también resultarán decisivos para configurar una especie
de sentido común de segundo orden acerca de qué son
los medios, qué influencia tienen y, sobre todo, qué
hacer con ellos y con respecto a ellos.
La formación de comunicólogos
desde las facultades de CC II. y de la Comunicación
Los estudios sobre
comunicación han sido abordados por numerosos especialistas
en diversas disciplinas científicas que se han interesado
por explicar las mutuas afectaciones que la comunicación
mantiene con diferentes cuestiones de la vida social, cultural,
económica, etc.
Tradicionalmente, han sido prácticas frecuentes las investigaciones
sobre comunicación abordadas aunando los conocimientos aportados
desde los diferentes saberes que han tratado de explicar los fenómenos
comunicativos. Así, desde las distintas Ciencias Sociales
se han llevado a cabo este tipo de estudios: desde la Sociología
se han estudiado las intervenciones sociales de la comunicación,
desde la Antropología o desde la Etología se han estudiado
los comportamientos de los seres humanos y los animales en relación
con la comunicación, desde la Economía política
se han analizado los factores de relación económica
de lo comunicativo, etc. En definitiva las disciplinas clásicas
han aportado su base científica para explicar, analizar y
comprender las cuestiones comunicativas en nuestra sociedad.
Aunque parezca sorprendente, es
infrecuente encontrar entre los investigadores de la comunicación
a expertos que provengan del campo específico de la comunicación.
No es habitual, -mucho menos en España que en países
latinoamericanos-, encontrar entre los comunicólogos a licenciados
en Ciencias de la Información o la Comunicación. Por
tanto, la mayor parte de los trabajos sobre comunicación
se han realizado y se siguen realizando por expertos comunicativos
que provienen de áreas como la Sociología, la antropología,
la psicología, etc..
Sería insensato afirmar
que estas disciplinas carecen de base científica para abordar
el estudio de las prácticas comunicativas. Aun reconociendo
la validez de estos saberes sociales para entender las intervenciones
sociales, económicas, psicológicas, etc., sobre la
comunicación, dichos estudios se han limitado a estudiar
la comunicación desde perspectivas como la sociología
de la comunicación, antropología de la comunicación,
economía política de la comunicación, etc.
Estudios, constreñidos en exceso a las bases teóricas
disciplinares de estas ciencias sociales. El sociólogo es
un experto en desentrañar las reglas que rigen el funcionamiento
social, el economista, un especialista en estudiar las reglas económicas,
el psicólogo social, un experto en desarrollar acciones sociales
destinadas a resolver o detectar los problemas de una comunidad,
etc. Ahora bien, ninguno de ellos es un experto en comunicación.
Desde las facultades de Ciencias
de la Información parece existir una dejación de funciones
en cuanto a la formación de expertos en comunicación
que conozcan las reglas y mecanismos por los que se rigen los procesos
de producción, tratamiento y difusión de información
pública. Y, que en lugar de estudiar las influencias de lo
social, lo económico, lo cultural, etc., sobre lo comunicativo,
estudien las influencias de lo comunicativo sobre lo social, sobre
lo económico o sobre lo cultural.
Observando los planes de estudio
de las facultades de Ciencias de la Información, inmediatamente
se observa que las estrategias didácticas y formativas se
han venido orientando casi en exclusividad hacia la formación
de comunicadores o periodistas. Primeramente, poniendo el énfasis
en aquellos aspectos destinados a formar los profesionales que demandaban
las grandes industrias culturales que son los Medios de Comunicación
de Masas; como hemos mencionado. Durante décadas se ha venido
poniendo el énfasis en una formación profesional arraigada
en un enfoque puramente periodístico, y orientada casi en
exclusiva al tratamiento de la actualidad (información, interpretación
y opinión) especialmente para la Prensa, Radio y Televisión
como medios hegemónicos.
Más allá de polemizar la ineludible función
de la investigación científica _la cual se limita
lamentablemente a las tesis de grado_ que debe impulsar y promover
la universidad, nos preguntamos sobre la finalidad de la formación
académica, más orientada a la demanda de los medios
sociales de comunicación, especialmente del medio televisivo.
(Camacho, 1999).
Posteriormente, se han ido incorporando
en los planes de estudio de algunas facultades de CC de Información
y Comunicación campos de especialización en el diseño,
uso y aplicación de las nuevas tecnologías de la comunicación.
Sin embargo, las asignaturas teóricas
y epistemológicas, y aquellas orientadas a la investigación
social de la comunicación han sido relegadas en detrimento
de otros conocimientos más instrumentales y prácticos.
En otras ocasiones, el problema surge en los vínculos y nexos
necesarios entre teoría y práctica en la formación
comunicativa:
Aun suponiendo un equilibrio entre ambas (teoría y práctica),
suelen quedar como compartimentos estancos. En algunos casos se
llega incluso a separar en opciones dentro de la formación,
una de investigación y otra profesional. Esto último
termina de consagrar a mi juicio un divorcio muy dañino entre
la producción de conocimientos y su aplicación. Dañino
para ambos: el conocimiento así generado será más
pobre y las intervenciones profesionales menos críticas y
por tanto menos inteligentes. (Kaplún, 2001, p. 4).
La formación académica
universitaria en materia de comunicación sigue sin ofrecer
un perfil profesional que, además de formar a sus alumnos
en las prácticas comunicativas clásicas y emergentes,
ofrezca una formación que ayude a entender la comunicación
desde una perspectiva mucho más amplia. En definitiva, que
siga formando comunicadores (periodistas), pero que oriente también
sus planes de estudio hacia la formación de comunicólogos:
Que promueva la investigación social en comunicación,
con el objetivo de poder encontrar soluciones a los problemas asociados
con lo comunicativo en nuestra sociedad.
Que se consoliden en los planes de estudio las asignaturas que doten
a los jóvenes de una sólida formación teórica
y epistemológica relacionada con aquellos saberes pertenecientes
a las ciencias sociales y con las teorías comunicativas específicas.
Que se le conceda la importancia
que merece a la formación metodológica, que permita
el diagnóstico y evaluación de las cuestiones sociales,
etc.
Desde las facultades de comunicación
e información se ha realizado y aun hoy en día se
realiza muy poca investigación. Y además, coincidiendo
con el profesor Kaplún, aparece separada de la enseñanza
y de la práctica.
La separación entre investigación,
enseñanza y extensión, típica de muchas universidades,
es uno de los problemas a combatir. Para ello hay que pensar el
aula como un espacio en estrecha relación con los problemas
reales de nuestras sociedades sobre los cuales se investiga y a
partir de los cuales se aprende…Y que es para la comprensión
y transformación de esa realidad que la teoría debe
resultar útil. (Kaplún, 2001, p. 8)
Si admitimos que desde la universidad
debe existir esta constante preocupación por conocer el presente
y por diagnosticar el futuro de nuestras sociedades, no se entiende
que desde las escuelas de comunicación se limite la práctica
investigadora en muchos casos a tesis doctorales. Estos trabajos
de postgrado, _en más ocasiones de las deseadas_, parecen
responder a meros ejercicios de erudición más que
investigaciones sobre cuestiones comunicativas.
Esta doble formación profesional
como comunicadores y comunicólogos fomentaría en los
jóvenes licenciados el desarrollo de la capacidad de análisis
y crítica, y posibilitaría el estudio de las transformaciones
relacionadas con la comunicación que se producen en el entorno
social. Y estamos de acuerdo con Camacho (1999) en que este debiera
ser un cometido de la universidad, “consideramos que será
responsabilidad de las instituciones formadoras de comunicólogos,
el evaluar constantemente planes de estudio y perfil profesional,
así como también proyectar la profesión hacia
prácticas emergentes.”
La aparición de nuevas prácticas
comunicativas asociadas a los nuevos medios, con nuevas capacidades
tecnológicas, expresivas y representativas, hace necesario
el examen diagnóstico por parte de los científicos
de la comunicación. La exploración, diseño
y aplicación de proyectos de desarrollo social a través
de los nuevos medios de comunicación (Internet), debiera
ser un cometido obligado para los comunicólogos.
Hemos visto como frecuentemente
aparecen como comunicólogos determinados especialistas como
el sociólogo, el antropólogo, el biólogo o
el economista. Pero, sin tratar de desmerecer el trabajo de estos
profesionales, convendría redefinir al comunicólogo
como aquel especialista multidisciplinar que aúna todos los
saberes sociales en los que se ve concernida la comunicación.
Camacho (1999) se refiere al comunicólogo como aquella “persona
que cumple una labor profesional de intervención consciente
y sistemática en las prácticas sociales a partir de
saberes, herramientas y técnicas comunicacionales…resultado
de la incorporación y adaptación de otras ciencias
sociales, pero que también presentan sus especificidades.”
El paso del saber instrumental
al conocimiento científico
Simultáneamente a este enfoque
multidisciplinar de la comunicación social, ha venido surgiendo
desde las escuelas y facultades de Ciencias de la Información
y la Comunicación sobre todo en los últimos años,
el desarrollo de una especie de ingeniería social de
la comunicación, como un saber instrumental que resulta
de utilidad para conseguir objetivos concretos a partir del uso
de la comunicación. Se trata de un campo que pretende formar
especialistas en el manejo y las destrezas comunicativas para conseguir
que la gente actúe de determinada manera ante determinadas
cuestiones en las que otros están interesados, a través
de la comunicación.
Es cada vez más habitual
que estos especialistas se definan y cualifiquen como comunicólogos.
Sin desmerecer estas prácticas sociales, el comunicólogo
en este caso es un “ingeniero” que maneja los items
comunicativos orientados a las diferentes prácticas sociales.
Disciplinas instrumentales clásicas como la propaganda política
o la economía de mercado, cada vez más recurren a
especialistas en el manejo de los recursos comunicativos para ser
más eficaces en el logro de los objetivos. Estos expertos
conocen los mecanismos comunicativos que rigen dichas prácticas
sociales, e intervienen utilizando los conocimientos de otros especialistas
en esos campos o disciplinas. Como argumenta Martín Serrano
(1986), el conocimiento de los mecanismos comunicativos facilita
el control social. Nada impedirá por tanto, que estos especialistas
utilicen los saberes de los teóricos de la comunicación
(comunicólogos) para reducir la libertad personal y colectiva.
de los públicos.
En numerosas ocasiones, se han venido
estudiando los fenómenos comunicativos desde diferentes enfoques
interdisciplinares y multidisciplinares; aprovechando y aunando
los conocimientos que aportan las diferentes disciplinas científicas.
Especialmente aquellas que desde las Ciencias Sociales se han preocupado
por el conocimiento científico sobre lo comunicativo. Sin
embargo, _y he aquí la necesidad de su inclusión en
los currícula académicos_, las diferentes teorías
sociales de la comunicación se distancian de estas disciplinas
instrumentales, y rechazan el carácter social que desde diferentes
instituciones, incluso académicas, se les confiere. Desde
estas bases teóricas y epistemológicas se diferencia
entre un enfoque del estudio de la comunicación orientado
a la ampliación del conocimiento, que correspondería
con el planteamiento del comunicólogo y del teórico
de la comunicación; y otro, orientado al perfeccionamiento
del control social (el falso comunicólogo). El primero, debe
orientar su actividad profesional a satisfacer las necesidades de
conocimiento de las audiencias en cuanto a que éstas tomen
conciencia de su propia condición existencial y social con
respecto a su situación como actores implicados en los procesos
de comunicación pública. Por el contrario, el pseudocomunicólogo
orienta su actividad a conseguir a través del manejo de los
recursos comunicativos que determinados públicos se comporten
según los objetivos previstos: voten, compren, actúen,
etc.
La necesidad de hacer saber
por la vía del conocimiento cuáles son y cómo
se desarrollan los fenómenos comunicativos: comportamientos,
usos, contenidos, etc., se hace imprescindible para garantizar la
toma de conciencia y la autonomía de las audiencias. El profesor
Martín Serrano considera en este sentido que frente al avance
de las técnicas de control que pretenden hacer hacer a los
públicos recurriendo a la comunicación, el comunicólogo
social no puede compartir dichos fines instrumentales, “porque
esa complicidad degradaría su status científico al
nivel de una técnica de promoción de ventas, un útil
de manipulación electoral, o de un modelo de domesticación
de los hombres.” (Martín Serrano, 1982, p. 70).
Por tanto, desde las facultades
y escuelas de comunicación debe desterrarse la formación
en estas prácticas instrumentales mercantilistas, y centrar
los esfuerzos curriculares en la formación, por un lado,
de especialistas en la selección, el tratamiento y la difusión
de información (comunicadores), y por otro, de expertos en
el estudio de las relaciones entre comunicación y práctica
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Dr.
José Antonio Alcoceba Hernando
Profesor del Depto. de Sociología IV (Teoría de la Comunicación)
y miembro del Grupo de Investigación sobre Comunicación
y Desarrollo de la Sección Departamental de Comunicación
de la Facultad de CCII de la Universidad Complutense
de Madrid, España |