Por Jonathan Velázquez
Número 40
Parado sobre sus
zapatos de suela erosionada, su decrépito mirar se extiende
hasta la pantalla principal donde están los destinos y los
horarios. Su cara arrugada es la marca del club de los ochenta y
tantos que a la vez es el estandarte de las heridas del tiempo y
los rasguños del dolor. Un polvoso sombrero se posa sobre
su cabeza tratando de ocultar las matices blancos de sus cabellos.
Una lágrima cae vertiginosamente hasta topar con el suelo.
Su saco desabrochado y su camisa desabotonada demuestran el cansancio
de una vida que desde hace años ha tenido que soportar solo.
El pantalón se estira mientras toma asiento y de sus rotos
bolsillos saca la cartera. Con su mano cuenta las pocas monedas
que carga mientras que de la cartera brinca una foto. Esta ha sido
decolorada por el tiempo y apenas se pueden distinguir unas palabras
escritas que dicen: “Tu hija Susana a los 7 años”.
Al lado de la foto yace una credencial con el nombre al frente de
Octavio Martínez, Fecha de Nacimiento: 3/Marzo/1912. Atrás
de esta se encuentra una carta maltratada y rota que si abrimos
diría:
Ciudad de México, 16/Oct/1947
Estimado Sr. Martínez: Sentimos mucho la muerte de su esposa
sufrida durante el parto de su hija. Esta carta es para informarle
que dentro de unos días un representante recogerá
y reubicará a la niña con una familia. Lamentamos
mucho su condición económica y estamos seguros que
está de acuerdo con que esta es la mejor decisión.
Atte. Julieta Sánchez Directora del Departamento de asistencia
social.
Bajo el brazo lleva la sección de obituarios del día
8 de noviembre de 1999, donde se encuentra marcado el siguiente
: <<Nuestro más sincero pésame a la familia
de la Sra. Susana Martínez. Les informamos que la misa se
llevara a cabo en el pueblo de …>>
Escucha el silbido del tren que
marca el momento de su partida. Se levanta y lo aborda, sabiendo
que no va a ningún lado.
Jonathan
Velázquez
Estudiante del ITESM Campus Estado de México,
México |