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Por Javier Esteinou
Número 42
Las tecnologías de
la información y la transformación del Estado
Debido a las nuevas capacidades tecnológicas que a principios
del siglo XXI conquistaron los medios de información colectivos,
especialmente los electrónicos; estos incrementaron sustantivamente
su eficacia de transmisión informativa y de persuasión
extensa y se convirtieron en el centro del poder ideológico
y político contemporáneo de nuestra nación.
En este sentido, de haber sido instrumentos de difusión relevantes
en 1960 en México, de transformarse en instituciones importantes
de socialización en 1970 y de convertirse en el cuarto poder
político a partir de 1980; desde principios del 2000 se transformaron
en el vértice del poder actual. Es decir, ya no solo son
simples instituciones importantes de información o el cuarto
poder, sino que ahora se han convertido en el “Primer
Poder" ideológico que existe en nuestra sociedad.
Con la conquista de estas propiedades
los medios de información se transformaron en las extensiones
del hombre y de las instituciones, y en consecuencia construyeron
una nueva zona de acción social: el espacio virtual. En este
sentido, la emergencia de los medios de comunicación y de
las nuevas tecnologías de información en México,
no sólo representó la maduración del modelo
de la Sociedad de la Información y la radical transformación
de las superestructuras culturales de nuestras comunidades; sino
que básicamente, el fenómeno más relevante
que produjo, fue la expansión intensiva de la dimensión
ideológica de la sociedad mexicana a una esfera más
amplia y versátil. Esto es, en términos generales,
con la presencia de los canales de difusión la sociedad mexicana
en su conjunto sufrió una gran dilatación cultural,
desde el momento en que las instituciones, los grupos o los individuos
pudieron extender a distancia la realización de sus tareas
o funciones específicas tradicionales, a través de
las tecnologías de información y comunicación1.
Así, el espacio publico comprendido
como el territorio libre, abierto y autónomo donde participan
los individuos, los grupos y las instituciones de acuerdo a sus
intereses y necesidades, se transformó sustancialmente con
la existencia de los medios de información, originando nuevas
esferas públicas, según fueron las características
y el impacto social que produjo cada nueva tecnología de
comunicación que emergió en nuestro territorio. En
este espacio publico se dan acciones privadas y acciones públicas.
Las acciones privadas responden a intereses particulares, la mayor
de las veces mercantiles y no están abiertas a todos los
sectores. Las acciones públicas son colectivas y están
abiertas a todos los sectores para discutir las realidades y problemas
de conjunto. En este sentido, la revolución tecnológica
de los medios de información los convirtió en las
herramientas básicas para construir lo público
y actuar sobre la cosa pública.
De esta manera, con la introducción
de las innovaciones tecnológico comunicativas, se generaron
en el país nuevos espacios colectivos, públicos y
privados, dedicados a la realización de la economía,
la política, la gobernabilidad, los servicios, la educación,
la religión, la salud, el comercio, la cultura, el entretenimiento,
los deportes, la fantasía, el amor, el ocio, la sexualidad,
la imaginación, etc. La sociedad mexicana entró entonces
en la fase de producir nuevos procesos culturales de consecuencias
sociales amplificadas e insospechadas.
Es por esto, que con la presencia
de los medios de comunicación lo que se transformó
en nuestra República, a corto plazo, fue el esqueleto ideológico
de la sociedad en su conjunto y a largo plazo, el del Estado mexicano.
Dicho espacio se convirtió en una nueva franja de interacción
social donde se produjeron fenómenos de ampliación
y extensión de las personas, los grupos, las instituciones
y del Estado dando origen en México a la Sociedad Extensa.
De esta forma, se creó, cada
vez mas, una sociedad mediática que produjo una nueva atmósfera
cultural colectiva de naturaleza virtual o comunicósfera
que ocasionó que el conjunto de las principales instituciones
de gobernabilidad, ahora funcionen a distancia por intermediación
de los canales de información, especialmente electrónicos
y las nuevas tecnologías de información. En este sentido,
la casi totalidad de las instituciones tradicionales como son la
escuela, los partidos políticos, el Congreso, la iglesia,
las secretarias de Estado, las empresas, los órganos de gobierno,
los movimientos sociales, las dinámicas comunitarias, etc.
buscan proyectarse y ampliarse vía los medios de información,
asumiendo las reglas mediáticas que imponen estos, ya que
lo que no aparece en los medios muy difícilmente existe en
la conciencia colectiva: Los medios electrónicos se convirtieron
en el epicentro cultural, ideológico y espiritual de la sociedad
mexicana de principios del nuevo milenio.
De esta manera, con ampliación
de la sociedad extensa, vía la acción de
las tecnologías de información, el Estado experimentó
una gran transformación al interior de su estructura y dinámica
económica, política, social y cultural, pues las tareas
de construcción, dirección y cohesión ideológica
que realiza, entraron en una nueva fase de extensión geométrica
que dio origen a una nueva faceta del poder: el moderno Estado
Ampliado2. La expansión
de esta realidad mediática modificó la estructura,
dinámica y fronteras del Estado mexicano y de la cultura
nacional creando una nuevo tejido en la esfera del poder que generó
al Estado Mexicano Ampliado. De esta forma, surgió
el Estado mediático que se caracteriza por ejecutar
sus tradicionales funciones de dirección, educación
y gobernabilidad, vía los medios de información como
brazos o prótesis de expansión de su capacidades de
orden, administración, educación y de dirección.
Así, observamos el surgimiento de nuevas políticas
de difusión que dieron origen a la tele administración
pública, el tele deporte, la tele educación, la tele
banca, la tele oración, la tele medicina, la tele venta,
la tele diversión, la tele política, la teleguerra,
la radio asistencia psíquico-emocional, la radio orientación
vial, la radio iglesia, la radio orientación sexual, etc.
Debido a ello, es muy importante
subrayar que cuando se habla de medios, no se está hablando
de simples acciones de esparcimiento, información, actualización
o diversión; sino que en última instancia, se habla
de la transformación del espacio publico y en consecuencia,
de la construcción de la estructura del Estado Ampliado
y de la Sociedad Extensa, vía la expansión
del espacio virtual.
Los medios y la modificacación
del espacio público
Con la existencia
del nuevo espacio virtual mediático se modificaron las reglas
y dinámicas tradicionales con las que nuestra sociedad antaño
se articulaba, organizaba y participaba colectivamente. En este
sentido, se produjo un profundo cambio en la jerarquía de
poderes que conforman el esqueleto del poder y de la movilización
cotidiana de nuestra sociedad donde los medios de información
ahora son el centro del poder político, cultural, mental
y espiritual cotidiano de la nuestra República: Los medios
se transformaron en la nueva plaza pública y en los grandes
cerebros colectivos que dirigen a la sociedad.
Por lo tanto, ya no ha sido el discurso
político ni la acción de los representantes populares
y ni siquiera la prensa tradicional lo que ha permitido a los mexicanos
tener una visión cotidiana de si mismos y del futuro de nuestra
nación. En la actualidad, son las redes de televisoras y
radiodifusoras, quienes acceden permanentemente a la mente de los
mexicanos y les informan o les deseducan sobre la conducta a seguir
en la sociedad contemporánea que nos corresponde vivir3.
De esta manera, en los espacios
cotidianos de relación simbólica que permanentemente
producen los aparatos cotidianos de comunicación entre emisores
y colectividades, es la principal arena social donde diariamente
se construye o destruye, mental y afectivamente, a la sociedad mexicana
y al Estado. Por consiguiente, podemos afirmar que en la sociedad
mexicana del 2000, cada vez mas, las batallas políticas o
sociales se ganan o pierden en los medios de comunicación
colectivos y no en otras áreas convencionales de las contiendas
sociales. Con ello, a principios del tercer milenio la hegemonía
social, es decir el principal trabajo masivo de convencimiento,
asentimiento y dirección social, se logra pacíficamente
vía los medios de comunicación colectiva y no mediante
otros aparatos ideológicos de la gobernabilidad. Los medios
y su producción simbólico cultural, se convirtieron
en el principal cemento eficiente que articula o desarticula cotidianamente
a los grupos sociales.
En la actualidad debemos tener presente
que en nuestro país, frente a la tradicional acción
del sistema escolar y religioso, los medios se han convertido en
la principal red cultural y educativa capaz de cambiar, con mayor
rapidez y agilidad, las cosmovisiones, los valores, las actitudes,
los hábitos y las conductas de los receptores. En una idea,
dirigen la cultura cotidiana en cada periodo histórico y
social. Es decir, los medios se han transformado en los principales
mediadores culturales, a través de los cuales se articula
ideológicamente a nuestra sociedad, convirtiéndose
en las principales instituciones organizadoras colectiva de la historia
y la vida moderna de México.
De ésta forma, no obstante
que los medios de difusión no son instituciones omnipotentes
para producir efectos automáticos sobre los auditorios, gracias
a las evolucionadas capacidades materiales que han alcanzado, poseen
suficientes habilidades tecno-ideológicas efectivas, históricamente
ya comprobadas, para crear y cambiar las formas de pensar y actuar,
y para imprimir fuertes direcciones sociales a los campos de conciencias
de los mexicanos: su principal poder es virtual y mediático
y de aquí se derivan otras influencias económicas,
políticas, mentales y espirituales sobre las comunidades.
Dichas tendencias se generan a través de la práctica
de la agenda setting, que es la capacidad informativa y
pedagógica que despliegan los medios de información
para operar como intermediarios técnicos entre las relaciones
sociales y centrar cotidianamente las atención de los diversos
públicos en sólo algunas realidades y no en otras,
vía sus políticas de programación.
Con ello, de forma silenciosa permanentemente
construyen una jerarquía del conocimiento de la realidad,
de los valores, de la política, de la cultura, de la historia
y de la vida que se convierte en un marco fundamental de referencia
y de acción que articula o desarticula a los ciudadanos.
Así, la agenda setting se ha transformado en una
de las principales herramientas comunicativas para construir diariamente
la hegemonía social en México.
En éste sentido, la construcción
o destrucción de la realidad masiva cotidiana, es decir,
de lo que existe o no existe, de lo que es bueno o es malo, de lo
que hay que recordar o hay que olvidar, de lo que es importante
o no, de lo que es verdad o es mentira, de lo que es visible o invisible,
de lo que son valores o antivalores, de lo que es la opinión
pública o de lo que no es, de lo que es virtuoso o no, de
lo que hay que hablar o hay que silenciar, de lo que hay que admirar
o rechazar, de lo que es el éxito o el fracaso, etc, se elabora,
cada vez más, especialmente en las grandes ciudades, desde
los medios colectivos de difusión.
El surgimiento de la telepolítica
Con la expansión de
las actividades públicas, vía los medios de información
colectivos, emergió en nuestra sociedad el fenómeno
de la telepolítica como una nueva realidad mediática
que transformó las reglas tradicionales de los procesos políticos
y electorales e introdujo otras nuevas realidades simbólicas
que pusieron el acento en las formas de realizar el quehacer político
y ya no en el contenido de las propuestas. De esta manera se construyó
la "plaza pública electrónica" donde emergieron
el show político, la escenificación, la actuación
histriónica, la presentación light, el sensacionalismo
de los candidatos políticos, la sobre exposición de
los postulantes en los medios, para producir en este nuevo espacio
virtual colectivo los teledebates, la búsqueda partidista
del raiting, el desarrollo del marketing político,
el posicionamiento de los candidatos, etc. como recursos de atracción
y convencimiento colectivo que crearon nuevas condiciones que determinan
el éxito electoral.
De esta forma, se transformó
la plaza en videoplaza, la política en videopolítica,
la promoción política en videodestape4,
los mítines en videomítines, la marcha en
videomarcha, la denuncia en videodenuncia, la
presión política en videopresión,
la ejecución política en videoasesinato,
el terrorismo en videoterrorismo4',
los sufragios en votaciones electrónicas, el gobierno en
telecracia, y la democracia en videodemocracia.
Así, en la fase moderna constatamos
que, por ejemplo, en la política el detonante central que
dispara la decisión ciudadana para definir la dirección
de su voto, se desplazó del espacio que ejercía la
labor de contacto directo con las masas; para ahora trasladarse
drásticamente al campo de la mediación de los medios
de información colectivos y sus derivados de cultura de masas.
Es decir, en el México de principios del siglo XXI la hegemonía
política del país ya no se construye a través
del mitin tradicional y de sus instrumentos colaterales de antaño,
sino que ahora la hegemonía se conquista predominantemente
a través de la actividad de persuasión mercadológica
a distancia que los partidos políticos efectúan vía
los canales de información, especialmente, los modernos medios
electrónicos.
Dicha mutación social significa
para las elecciones contemporáneas que el espacio estratégico
donde se da y decide la batalla por el convencimiento de las masas
nacionales, ya no son en las pintas de las bardas, los kioscos comunitarios,
los ateneos, los recintos de las casas de culturas, las alcaldías,
los auditorios cerrados, las alamedas de las colonias, las visitas
domiciliarias, las giras populares, los centros de trabajo, las
explanadas universitarias, etc. donde se reúnen los candidatos
con sus distintos públicos; sino que, ahora sin desaparecer
estas actividades tradicionales, el nuevo espacio neurálgico
donde se define la elección civil es la zona de mediación
simbólico-virtual que construyen los medios de comunicación
colectivos entre partidos políticos y sociedad, vía
la dinámica imaginaria que estos producen.
Con ello, el modelo de comunicación
y de percepción creado y practicado por los medios atravesó
la estructura, los procesos y la operación práctica
de todas las instituciones sociales básicas para la dirección
del país e impuso su modelo de información masivo
sobre los otros modelos de comunicación e interacción
social. Este fenómeno se realiza de formas diferenciadas
según son los momentos de equilibrio o crisis por la que
atraviesa la evolución de la sociedad.
En los períodos de equilibrio
social los medios ocupan un lugar central de prolongación
mediática de las instituciones tradicionales y de contrapeso
político-ideológico de los poderes formales establecidos,
como son el Congreso, los partidos políticos, las iglesias,
el ejercito, etc. En esta fase, las diversas instituciones tradicionales
absorben las características del lenguaje, los formatos,
los géneros, la gramática, los códigos, la
concepción, la velocidad, la persuasión, las formas,
las estrategias, la dinámica, las ideologías, etc.
del modelo de información mediático que se impone
sobre los otros modelos comunicación convencionales de las
instituciones y de los grupos tradicionales establecidos. Las instituciones
emplean a los medios como extensiones tecnológicas para prologarse
vía éstos y ejercer sus funciones y tareas específicas.
En cambio, en los períodos
de crisis o de transición social, además de continuar
la existencia del los fenómenos anteriores, los medios penetran
las instituciones sociales a tal grado que sustituyen o reubican
a los órganos de administración social mas débiles
o que están en crisis de funcionamiento y legitimación.
Así, por ejemplo, ante la caída de las propuestas
ideológicas de las iglesias y de las religiones para darle
sentido y esperanza a la vida de los hombres del siglo XXI, la televisión
las substituye aceleradamente con la nueva fe mediática del
reencantamiento mágico audiovisual de la vida.
Ante la crisis del Congreso de la
Unión, los medios lo suplantan con nuevos foros masivos de
convocatorias mediáticas. Ante la torpeza de los políticos
de no aprovechar los canales de difusión para extender o
ampliar su deber, comparecen ante los medios como súbditos
cotidianos inclinados ante el espejo deformado que ellos
mismos crean5.
Ante la descomposición y baja de credibilidad de la población
en los partidos políticos, los medios los superan con nuevas
formas de organización y dirección social. Ante el
decaimiento de la política como dinámica de discusión
y resolución de los grandes problemas sociales, los medios
la substituyen con estrategias de información amarillistas,
escandalosas y sensacionalistas. Ante la debilidad de actuación
del sistema de justicia, los medios se convierten en el Poder
Judicial Mediático y lo desplazan con los juicios
electrónicos paralelos.
Ante la deficiencia de los procesos
de representación electoral, los medios se auto colocan como
la representación mediática de la población,
e incluso respaldan su nuevo lugar de portavoz colectivos con la
votación electrónica virtual. Ante la ineficacia de
la diplomacia, los medios se posicionan como el territorio simbólico
para dirimir o incrementar los conflictos sociales. Ante la descomposición
de la administración pública, especialmente por la
corrupción, los medios la restituyen con el gobierno tecno-electrónico
“eficiente”, “aséptico” e “incontaminable”.
Ante la incapacidad de gobernabilidad de los órganos de gobierno,
los medios los substituyen con la gerencia electrónica colectiva,
transformando al pueblo de ciudadanos en espectadores y de habitantes
en consumidores cautivos.
Ante el debilitamiento de las redes
de los diversos tejidos sociales, los medios construyen sus nuevos
tejidos virtuales placenteros desde los cuales le dan un nuevo sentido,
cohesión y dirección inmediatista a existencia de
los individuos. Ante la caída de los lideres orgánicos,
los medios crean sus caudillos electrónicos basados en la
mercadotecnia. Ante el descuido o desmembramiento de las organizaciones
civiles, los medios convierten a los ciudadanos en auditorios cautivos
que contemplan la versión privada de lo publico que ellos
construyen.
Ante la incapacidad de respuesta
del sistema educativo, los medios la remueven con la escuela audiovisual
cotidiana que indica como vivir la vida. Ante el deterioro del lenguaje,
los medios lo remplazan con los slogans o modismos del momento.
Ante el debilitamiento de la estructura de pensamiento racional,
los medios la desplazan con la óptica hedonista, adrenalínica,
conductista y sensacionalista de ver la vida placenteramente. Ante
la debilidad de los aparatos culturales para construir identidades,
los medios la compensan creando referentes imaginarios inmediatistas
de existencias de muy corto plazo y de constante recambio simbólico.
Ante la debilidad del Estado para conservar la memoria histórica
de la sociedad, a largo plazo, los medios la substituyen con la
formación de una memoria autista cuya capacidad máxima
de recuerdo gira alrededor de la breve dinámica de la agenda
setting. Ante la decadencia de los valores tradicionales, los
medios los suplantan por los nuevos valores de la cultura de masas
moderna. En pocas palabras, ante la crisis de las instituciones
del Estado y de la sociedad, la capacidad omnipresente, constante
y persuasiva de los medios las reemplazan con la construcción
de nuevas credibilidades, sistemas simbólicos y hegemonías
ideológicas basadas en estrategias de seducción de
mercado y de hipnotización social, cuyo termómetro
de éxito es el raiting.
Frente a esta realidad se puede
decir como escenario futuro, que a mayor desintegración y
fragmentación de los poderes públicos tradicionales
y consolidación de los poderes mediáticos cohesionados
en sólidas estructuras monopólicas privadas, de mediano
y largo plazo; el poder de los medios suplantará crecientemente
el ejercicio de las funciones publicas fundamentales del Estado
para dirigir a las comunidades y regular los conflictos entre los
actores sociales y éstas serán, progresivamente, ejercidas
conforme a los intereses y planes de los mega consocios mediáticos
privados. Con ello, se fortalece la concepción y práctica
del Estado Cero que sostiene que, cada vez, es menos necesaria
la presencia rectora del Estado Nación, y que el proyecto
de comunicación y de operación de la sociedad puede
funcionar mas que suficientemente bien, con los procesos de autorregulación
informativa, sin necesidad de la acción de las directrices
rectoras y planificadoras del gobierno.
Ante esta concentración histórica
de fuerza del mega poder mediático, los demás
poderes menores o disminuidos le rinden tributo y aceptan la imposición
de sus reglas y permiten que los primeros se posicionen como los
nuevos administradores y usufructuarios de las principales tensiones,
conflictos o contradicciones sociales de los otros poderes en el
país6. Así, los
proyectos de persona, trabajo, valores, cultura, ciudadanía,
patria, nación, desarrollo, Planeta, en pocas palabras, de
la vida; cada vez más, son diseñados y realizados
desde los intereses y necesidades de lo mediático privado
y no desde los ejes de lo público colectivo.
Con ello, los sistemas de comunicación
mediáticos adquirieron una gran autonomía sobre los
poderes públicos y se transformaron en el poder supremo,
el poder del poder, que suplanta las funciones que le corresponden
al Estado. Así, ante el deterioro de la esfera pública,
de los partidos, del Congreso de la Unión, de la política,
del Estado, de las iglesias, de la cultura, del programa colectivo
de crecimiento, de las creencias, del proyecto de nación,
etc; los medios de difusión se convirtieron en el primer
gran poder político-ideológico cotidiano que seduce,
reencanta, conduce y hasta hipnotiza, mental y afectivamente, a
la sociedad mexicana. En otras palabras, “los grandes consorcios
televisivos, cada vez más, substituyen a las instituciones
tradicionales del papel protagónico en los procesos de socialización
y construcción de los espacios claves de la política7.
En éste sentido, considerando
que el ejercicio del poder social núnca desaparece, sino
que sólo se reacomoda, desplaza o traslada, de un lugar a
otro, según son las fuerzas o debilidades de los actores
sociales para ejercerse de diversas maneras; encontramos que al
desmantelarse en México el viejo modelo corporativo burocrático
del Estado que construyó el PRI durante más de 70
años, se movieron las viejas estructuras de orden, subordinación
y control que existían para sostener al antiguo régimen
político, para ahora dar paso a la apertura social y a la
transición política a la democracia. Así, por
ejemplo, al modificarse el acotamiento de la tradicional fuerza
del poder unipersonal del Poder Ejecutivo y ante la falta de respuesta
del nuevo gobierno para sostener una firme política de conducción
nacional eficiente; surgió una severa crisis institucional
y de gobernabilidad que generó vacíos de poder que
gradualmente fueron ocupados por los medios de información
para conducir a la sociedad. En éste sentido, “el poder
comunicativo actualmente acompañado por las políticas
del gobierno se impuso no sólo por encima de la voluntad
de los demás sino, más grave aún, impuso a
la autoridad legítima una autoridad impune. Condicionó,
reglamento, eliminó impuestos, impuso leyes, orientó
y hasta informó a la sociedad acerca de las políticas
de comunicación. Antes negociaban, hoy parecen estar por
encima de ello, ya no lo requieren, se impone al poder del gobierno
quien parece estar a su disposición. Antes, las televisoras
estaban al servicio del Presidente, ahora el Presidente sus funcionarios
y sus instituciones están al servicio de las televisoras”8.
En otras palabras, “el gran
negocio de la televisión mexicana siempre estuvo sometido
a los intereses políticos en turno, medrando a cambio de
su servilismo; pero hoy los papeles se han invertido y los concesionarios
no sólo presionan y obtienen del poder político multimillonarias
transferencias, sino que lo substituyen como poder fáctico.
Es el poder mediático el que somete sin excepción,
sin reglas, sin frenos, sin sanciones por sus excesos u omisiones.
De paso, dueños y conductores de la televisión juzgan
y exhiben a una clase política que obedece a lógicas
mediáticas, con las que aspira a salir bien librada para
mantener la ilusión de que gobierna”9.
De ésta forma, en la vida
cotidiana el poder mediático de los monopolios informativos,
cada vez más, substituye a la política y se transforman
en los representantes reales de la voz y de la opinión de
la sociedad, cuya tutela se confirma diariamente con la aplicación
de las encuestas de opinión que realizan estos y que ha dado
origen a la sondeocracia electrónica que cotidianamente
se promueve intensivamente como la nueva forma de participación,
representación y democracia colectiva. Con ésta intervención
mediática el proyecto autorregulatorio de las industrias
culturales, formula que ya no es necesario el Estado regulador y
la transición política a la democracia, pues ahora
en el cambio a la modernidad, la nueva regulación y la participación
democrática se alcanza con la acción espontánea,
transparente y representativa al conectarse interactivamente con
el espacio mediático virtual.
Así, uno de los signos de
los tiempos en México al inicio del siglo XXI es la descolocación
creciente de la centralidad de las instituciones tradicionales del
Estado, con su correspondiente disminución o pérdida
de fuerza de éste; para ser remplazadas por la acción
de las grandes redes tecnológicas, cada vez mas, desarrolladas
y perfeccionadas, del poder mediático. Con ello, históricamente
la creación del consenso cotidiano le ha sido arrebatado
al Estado para concentrarse en el poder informativo y reencantador
de los medios de difusión colectivos.
La sucesión presidencial
del 2006 y los videoescándalos
La existencia de la video política y de su impacto en México
se confirmó de manera espectacular a principios del 2004
cuando ante la profunda crisis de legitimidad y honestidad de todos
los partidos políticos, difundida con el arranque anticipado
de la lucha despiadada por la sucesión presidencial del año
2006, se creó un delicado vacío de poder, sin liderazgo
político claro y firme, que produjo una aguda falta de credibilidad
de los ciudadanos en la política y en sus representantes.
Ante ello, los medios electrónicos especialmente la televisión,
amparados en la ideología de la “libertad de información”,
ocuparon gradualmente la jefatura ideológica abandonada por
los partidos y otros órganos de gobierno que se dedicaron
a despedazarse y debilitarse mutuamente entre si; y se convirtieron
en los nuevos caudillos electrónicos para dirigir a la comunidad
nacional hacia la próxima sucesión presidencial.
Así, en el proceso de transición
a la democracia y en el preámbulo de la sucesión presidencial
del 2006, los canales electrónicos se erigieron en los nuevos
barones del poder y a través de los videoescándalos
evidenciaron la descomposición que experimentaban todos
los partidos políticos en México y el tradicional
sistema de representatividad burocrático de la nación
al estar penetrados por una avanzada e incontenible corrupción
en todos los niveles de su estructura. El proceso político
de la lucha por la sucesión presidencial se desplazó
del tradicional ámbito político, para posicionarse
en el terreno, los tiempos, las formas, los lenguajes, las reglas,
las agendas, los pactos, los castigos y los intereses de las industrias
electrónicas.
Con la transmisión de los
videoescándalos, los medios agregaron más
estiércol al lodazal político que ya existía
en el horizonte nacional y difundieron escándalo tras escándalo
para ventilar la descomposición institucional acumulada en
la estructura política del país. Dicho deterioro político
se reflejó, meses antes, a través de la difusión,
entre otros, de la denuncia del Toalla Gate, que reflejó
los gastos exorbitantes para equipamiento de la residencia presidencial
en los Pinos; el fraude del Pemexgate, que reveló
el desvío fondos para la campaña del PRI de Labastida
Ochoa a la Presidencia de la República en el 2000; los Amigos
de Fox, que reveló los apoyos financieros canalizados
para la promoción de Vicente Fox Quezada como candidato del
PAN a la Presidencia de la República en el 2000; el uso de
la institución filantrópica Vamos México
que enseñó las subvenciones para fortalecer a
la Primera Dama como candidata del PAN a las Presidencia de la República
en el 2006; el Nico Gate que ventiló los salarios desorbitados
del chofer del López Obrador y otros privilegios; las irregularidades
en la Lotería Nacional para destinar fondos a la institución
Vamos México, etc.10.
Frente al deterioro político
e institucional del gobierno y de los partidos, los medios operaron
tres fuertes estrategias corporativas político-informativas
para fortalecer su proyecto dirección y estructura de social.
En primer término, debido
a la necesidad de obtener recursos en la difícil batalla
competitiva por la disputa de los auditorios y sobrevivir ganado
más recursos económicos, vía la publicidad,
los medios electrónicos convirtieron esta crisis política
en un gran reality show donde lo que dominó fueron
las reglas comunicativas de espectáculo sensacionalista,
inmediatista, adrenalínico, frívolo, efectivista y
light para abrir ante los ojos de la opinión pública
las cloacas subterráneas y pestilentes de la descomposición
política nacional11.
Así, como en el caso de las telenovelas, los medios organizan
el juego de los protagonistas y los segundones; ahora dirigieron
los reflectores a balconear lo que estaba desconocido o significaba
una simple sospecha; multiplicaron o disminuyeron el potencial de
todos los símbolos que están en juego; con el fin
de que no declinara el interés y que no desfalleciera el
ánimo del auditorio. Todo lo maneja la dinámica de
crear el escándalo, sus consecuencias, su entorno y su ritmo12.
En segundo término, considerando
que el candidato político más fuerte para la sucesión
presidencial del 2006 era Andrés Manuel López Obrador,
los medios electrónicos se alinearon con la estrategia preelectoral
de la Presidencia de la República para golpear al Jefe del
gobierno del Distrito Federal mediante el proyecto descalificador
del videogate. La intención fue clara: No se trató
de castigar a los infractores, sino sólo de desprestigiar
al principal oponente electoral13.
Finalmente, en tercer término,
los medios electrónicos abandonaron el tradicional diálogo
cómplice pactado con el poder público practicado en
sexenios anteriores y apoyados en las libertades de expresión
y de información garantizadas por los artículos 6
y 7 constitucionales, actuaron momentáneamente como un contrapeso
o poder independiente frente al gobierno y los partidos políticos,
y ejercieron su función de fiscalía social, exigiendo
la rendición de cuentas públicas, la honestidad, la
transparencia e intentaron regular el ejercicio de los otros 3 poderes
republicanos: El poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.
Los medios se “convirtieron en foro de denuncias publicas
para combatir las deficiencias de la administración pública,
la corrupción y la incapacidad de los gobernantes”14.
En éste sentido, los medios
de comunicación, principalmente los electrónicos,
cambiaron su actitud del pasado en el cual por décadas optaron
por la práctica del silencio institucional sobre los grandes
problemas nacionales y despreciando de tajo el pobre papel que desempeñó
el Estado mexicano al mostrarse titubeante e incapaz de asumir con
inteligencia los riesgos de una transición política
que de ser de terciopelo pasó a convertirse en un cambio
social altamente volátil; y éstos dieron un salto
cualitativo en sus directrices informativas para entregarse obsesivamente
a mostrar mediante el género del video escándalo
el rostro de una sociedad escondida por obediencia o por conveniencia
durante años. Así, se transformaron de ser empresas
aliadas incondicionales del viejo poder, a ser duros consorcios
observadores del comportamiento errático del gobierno y excelentes
vendedores de productos escandalosos15.
De ésta manera, mediante
la difusión de los videoescándalos se denunció
públicamente al Senador Jorge Emilio González Martínez,
“El Niño Verde” (Presidente del Partido Verde
Ecologista), a Gustavo Ponce Meléndez (Secretario de Finanzas
del Gobierno del Distrito Federal), a Carlos Ahumada Kurtz (Empresario,
dueño del grupo Quarz y del periódico El Independiente),
a René Bejarano (Líder de la Asamblea Legislativa
del D.F.), a Carlos Imaz (Delegado del PRD en Tlalpan), a Rosario
Robles (Ex dirigente del Partido de la Revolución Democrática,
PRD), a Andrés Manuel López Obrador (Jefe del Departamento
del Distrito Federal), a Antonio Martínez Ocampo (Secretario
particular de Carlos Ahumada), etc. como miembros o representantes
de la cúpula del poder inmersos en una compleja red de corrupción
gubernamental, violaciones legales, irresponsabilidades e intrigas
para participar en el diseño del maquiavélico proyecto
de lucha por la sucesión del poder político nacional16.
Sin embargo, esta acción
de fuerte crítica coyuntural ante los errores del poder gubernamental,
no garantiza que posteriormente los medios practiquen la ética,
la moral y el combate frontal a la corrupción en otras fases
de la evolución social.
V.- LOS MEDIOS DE INFORMACIÓN
Y LOS JUICIOS PARALELOS.
Con la presentación de los videoescándalos
se logró un enorme impacto efectivista, y persuasivo en la
opinión publica, ya que, por una parte, el televidente es
un espectador que no pone en duda lo que ve, pues la televisión
es víscera, visión, sensación, expectación
y no es razón. De aquí, uno de los poderes superiores
que ha alcanzado la televisión para poder tocar interiores,
convocar conciencias y ganar súbditos. Por otra parte, los
espectadores ya no responden a los acontecimientos que visualizan
a partir de una cámara, sino que responden a los registros
simbólicos de los acontecimientos. Es decir, que quién
maneja la verdad de los hechos, no son los hechos mismos, sino los
mediadores, los que poseen la cámara, ellos son el poder17
.
Así, se volvió a repetir
el fenómeno de la judicialización de la política
donde actores públicos irresponsables y sin visión
de Estado usaron arbitrariamente asuntos judiciales para difundirlos,
confrontarlos, litigar y dirimirlos ante la opinión pública,
denostando al adversario con el fin de ganar simpatizantes, en perjuicio
de la credibilidad de las legítimas instituciones de procuración
e impartición de justicia de nuestra República. Su
objetivo básico fue construir una versión mediática
convincente de la realidad para presionar en la opinión pública
con el fin de influir con fuerza sobre la toma de decisiones en
materia del ejercicio de la justicia y enjuiciar o exterminar a
sus adversarios 18.
La diferencia existente entre el
juicio legal y el juicio paralelo, es que el juicio
legal del Poder Judicial inicia sus procedimientos y trámites
legales, precisa la litis del asunto, recibe pruebas, admite
recursos, es discreto, conserva la Poder Judicial como la instancia
legitimada históricamente para ejercerlo, y el pueblo, en
general, ignora o mal conoce tales actuaciones judiciales legítimas.
En cambio, el juicio paralelo de los medios de información
examina arbitrariamente las pruebas presentadas o las fabrica, las
valora individualmente, las declara válidas o inválidas,
proclama conclusiones o sentencias, las difunde públicamente,
defiende sus posiciones, convierte a las industrias mediáticas
en jueces y tribunales abandonando su esencial tarea informativa
y el auditorio está totalmente atento a la evolución
escandalosa de éste19.
A través de la concentración
del inmenso poder ideológico y político por los medios,
estos suplantaron o desplazaron a los Ministerios Públicos,
los juzgados y los procesos legales a cargo de los órganos
constitucionales de oficio para la procuración e impartición
de justicia del Poder Judicial del Estado mexicano y mediante sus
estrategias mediáticas ejecutaron desde las pantallas o diales
verdaderos linchamientos informativos que se presentaron como “veredictos
del tribunal de la opinión publica” para ser impuestos
a los auténticos tribunales de derecho por oficio. En éste
sentido, por ejemplo “los programas de televisión que
evidenciaron la corrupción se comportaron como el policía
que aprehende, el policía judicial que investiga, el Ministerio
Público que levanta las actas y las acusaciones, el juez
que dictamina y hasta el verdugo que corta las cabezas. Todo ello
en una sola persona, en una sola emisión y en unos cuantos
minutos substituyendo al Poder Judicial”20.
En éste sentido, la televisión
se asumió como Ministerio Público, con carácter
inapelable de sus juicios, pues éstos fueron probados por
el único elemento que vale para quienes se mueven en éste
universo audiovisual: la imagen.
Con ello, la ejecución de
la Ley quedó en manos de los tribunales de la opinión
pública creada por la agenda informativa de los medios, donde
se dirimieron las controversias que lucharon entre intereses y poderes.
Mediante esto el resultado informativo de las industrias mediáticas
operó como un eficaz juicio paralelo, donde el derecho
a la presunción de inocencia de los individuos cedió
su garantía ante las condenas que ejecutaron los medios antes
de investigar y de que intervengan los órganos de justicia
especializados en ésta delicada responsabilidad. Mediante
ésta situación, el derecho a la inocencia que le corresponde
a todo individuo que es una garantía supranacional prevista
en el artículo 11, fracción I de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos que señala que “toda
persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio
público en el que se le haya asegurado todas las garantías
necesarias para su defensa”, fue burdamente avasallado y anulado
por el resultado efectivista de los medios de información
que luchaban por obtener raiting21.
En éste marco histórico
los canales de difusión electrónicos volvieron a ejercerse
en nuestro país los juicios paralelos que operan
como pronunciamientos que “no se limitan a dar un seguimiento
informativo de un hecho noticioso que deviene en caso judicial,
sino que de manera implícita o explícita, asumen posturas
editoriales en el manejo de la información que prejuzga sobre
la inocencia o culpabilidad de alguien, se tenga razón o
no. Con ello, se argumenta que los juicios paralelos tienen la bondad
de propiciar que se ponga en marcha la maquinaria de procuración
de justicia, particularmente en países como México
donde no existe un verdadero estado de derecho, y por lo tanto,
no se puede confiar en que todos los casos judiciales tomen el cauce
que marca la ley”22.
En ésta forma, los conductores
de televisión o los lectores de noticias se convirtieron
en severos fiscales y jueces que dictaron sentencias, sin que se
buscaran pruebas contundentes que lo confirmen o se dieran alternativas
de defensa mediática a las personas afectadas y ante los
cuales es imposible cualquier apelación23.
Así, mediante el poder simbólico autónomo conquistado
por los medios, “hoy en día hasta el menos preparado
de los conductores de radio y televisión se erige en nombre
de la libertad de prensa en investigador penal, policía judicial,
Ministerio Público, juez y verdugo. Ante el viejo sueño
social de contar con justicia pronta, expedita, creíble y
confiable, con sentencia inapelable, pues hay que recordar que en
el país no se resuelven el 95 % de las denuncias; el video
clandestino o “video juicio abierto” ocupa, por derecho
de raiting, todas las instancias de la procuración
de justicia. En una jornada se descubre, se enjuicia, se procesa
y se somete a juicio de ésta nueva ley de hierro a todo culpable
previo, negociado de antemano por los dueños de la televisión24.
Son los medios los que desenredan el hilo, los que explican, los
que interpretan y los que juzgan el bien y el mal. Ellos tienen
la varita de la virtud para encantar y desencantar a los personajes,
elevar o hundir reputaciones25.
De ésta manera, con el gran
poder que han concentrado los conductores, comentaristas o informadores
de los medios, éstos se han convertido en autoridades despóticas
y autocráticas que están colaborando a pervertir el
sistema de justicia en México, en aras ganar notoriedad,
espectacularidad e interés material. Dichos informadores,
en nombre de la “libertad de comunicación”, acosan,
regaña, humillan, acorralan, interrogan e insultan y sentencian
como jueces implacables a sus dóciles entrevistados con el
fin de exhibirlos ante la opinión publica como malos
ciudadanos, sin pruebas contundentes y ganar credibilidad y
raiting empresarial En éste proceso se les niega
a los acusados su derecho de réplica o se les concede caprichosamente
a cuentagotas, según es la “bondad”, la voluntad
e los intereses de los conductores y de la empresa26.
Bajo esta estrategia de fiscalización
político-informativa desfilan constantemente en las pantallas
de la televisión o en los cuadrantes de la radio como Ministerios
Públicos los funcionarios oficiales, los actores de la política
nacional, los sectores opositores al régimen establecido,
etc, para que se les enjuicie, sin identificar el origen de las
fuentes de información en que se basan las acusaciones, y
que en muchos casos, provienen de filtraciones informativas que
con intereses político partidistas se canalizan a la estructura
mediática para ser ventilada en ella.
Como consecuencia ideológico política de la aplicación
de ésta estrategia mediática, se generaron presiones
ilegítimas sobre los juzgadores para adaptar sus resoluciones
a las expectativas sociales que formaron los medios en la opinión
pública sobre un caso determinado, afectando seriamente el
principio de un proceso justo e imparcial. Lo que se logra con una
irresponsable cobertura mediática es distorsionar la impartición
de justicia, presionando a que las informaciones mediáticas
se impongan sobre las verdades jurídicas, sean éstas
ciertas o no. Aquí, es donde vale preguntarse: ¿Es
justa la justicia cuando se aparta de la ley para tener como referencia
el juicio paralelo de los medios?. ¿Qué pasa
entonces con el derecho fundamental a la presunción de inocencia
o el establecido en la Constitución y las leyes que deberían
ser la única guía?27.
Estas presiones mediáticas
provocan en los juzgados que la ley no se aplique con rigor o a
raja tabla como lo exige cualquier estado de derecho, sino
que en algunos casos se llegue al extremo de ejercer la justicia
hasta que pasan los tiempos políticos conflictivos para evitar
la politización de los casos judiciales28.
Si el juicio legal concluye de forma distinta o contraria
al juicio paralelo; casi en general lo que acontece, es que el juicio
paralelo que se conoce (normalmente es el del medio de comunicación
favorito), es el que se declara creíble por el auditorio
y se acepta popularmente. El juez es, casi siempre, un desconocido;
el locutor o presentador son “de casa”, y por lo tanto,
son “de confianza”. El mérito es para el medio
de información y su juicio mediático; el
demérito es para el juez y su ministerio público29.
Debido a ello, al actuar los medios
como fiscales se convierten en un gran peligro para la impartición
justa de la justicia, puesto que encierran la posibilidad de que
si alguno de los involucrados no es castigado de acuerdo a las expectativas
que los mismos medios han despertado en el consenso de la ciudadanía
al denunciar y presentar “sus evidencias” de actos ilícitos;
la opinión pública se sienta defraudada y por ésta
razón, deje de confiar en las instituciones oficiales de
impartición de justicia, en las que depositó un margen
muy importante de su credibilidad para vivir dentro del orden establecido
por nuestra civilización30.
Ante esta gran fuerza ministerial
creciente de los medios para juzgar a la sociedad en todos los ámbitos
debemos preguntarnos ¿Qué sucedería si hay
truco, edición colage, pastiche o triquiñuela con
las imágenes que impugnan la integridad de alguien?. Lo que
acontecería sería que el prestigio, la imagen y la
integridad de la persona en cuestión quedaría gravemente
dañada. Ante ello, funcionaría el mecanismo cultural
que se sintetiza en la fórmula “lo visto, estás
visto” o lo que es exactamente equivalente la ironía
del dicho mexicano: “lo caído, caído”31.
De ésta forma, la presencia
de los “video juicios” sumarios son un indicador significativo
que muestra un doble fenómeno: Por una parte, expone la fuerte
descomposición de nuestro régimen de justicia, del
sistema ético y del sistema político nacional por
el que atraviesa el frágil proyecto de construcción
de la democracia nacional a principios del siglo XXI. Por otra,
demuestra la enorme capacidad del Poder Mediático para sustituir
o reemplazar al Poder Judicial del Estado mexicano como centro ético
operativo de la impartición de justicia, contribuyendo con
esto a alimentar la fórmula política de la creación
del Estado-Cero en México (Cuadro No. 1).
Con la existencia de los juicios
mediáticos se debilitó a las instituciones del
Poder Judicial, y con ello, al Estado Mexicano y su proyecto de
República, que son los únicos organismos públicos
que pueden ejercer un verdadero cambio civilizado en el ejercicio
del sistema de procuración de justicia en México.
Sin embargo, ante ésta situación de desplazamiento
de las entidades de aplicación de la justicia nacional no
se considera que “el que los medios de comunicación
se conviertan en poder judicial, en poder político, o en
última norma ética y social, y efectúen un
linchamiento mediático desde las pantallas de televisión
y desde las páginas de los periódicos, también
es ilegalidad: Destruir y difamar también es corrupción
Si el abandono de los valores éticos produce abuso y corrupción,
¿Por qué entonces sólo se practican los valores
económicos y no los valores éticos: justicia, igualdad,
derechos humanos y culturales?”32.
El respeto al derecho a la presunción a la inocencia, no
sólo es un deber jurídico de los medios, sino una
responsabilidad deontológica para hacer una comunicación
sana y creíble.
De mantenerse esta tendencia creciente
de ineficiencia en el sistema de impartición de justicia
nacional y la inclinación de impulsar los linchamientos mediáticos
en los monopolios de las industrias culturales, observaremos, en
el futuro escenario político de la República mexicana,
la presencia de una población que, cada vez más, se
armará con minúsculas cámaras portátiles
para grabar múltiples testimonios de irregularidades, deficiencias,
corrupciones e injusticias del orden público establecido
para enviarlas a los medios de transmisión colectivos para
su denuncia pública en sus diales y pantallas. Con ello,
se fortalecerá el fenómeno de la substitución
progresiva del aparato de justicia legal por el enjuiciamiento público
paralelo del sistema de medios de difusión colectivos y el
creciente reemplazo del Estado como órgano rector de la nación,
para delegar su dirección a los intereses y lógicas
del conjunto mediático de empresas monopólicas de
la comunicación social.
Con ello, cada vez más, tendremos
una sociedad compuesta con más Telecracia y con menos Estado-Nación,
y esto será el preámbulo político institucional
para construir silenciosamente una comunidad gobernada por el Nuevo
Estado Mediático de la globalización posmoderna
del siglo XXI que están cimentando los monopolios de la información,
y no por la rectoría del Estado-República para la
sobrevivencia colectiva que la comunidad civil ha creado en los
últimos 200 años de la historia de México,
con un altísimo y sangriento costo humano.
Por esta razón, al principio
del nuevo milenio, la sociedad mexicana y los Poderes Públicos
de la República, especialmente el Congreso de la Unión,
están ante la disyuntiva histórica de aceptar caminar
en los próximos años hacia un proyecto de sociedad
regido por la cabeza despótica-autoritaria-mediática
de los oligopolios comunicativos o aceptar caminar hacia un
proyecto de sociedad dirigido por el cerebro de un nuevo Estado
Nación para la Sobrevivencia Colectiva, reformado por
la creación de un nuevo consenso y pacto tripartita nacional
entre medios, Estado y sociedad.
VI.- CONSECUENCIAS POLITICO SOCIALES
DEL IMPACTO DE LOS VIDEOESCÁNDALOS.
La transición política a la democracia creó
diversos vacíos de poder centrales que se dieron por la incapacidad
de los agentes políticos para resolver los grandes problemas
nacionales con eficacia, velocidad y con honestidad. Ante estas
limitaciones e incapacidades del nuevo grupo gobernante, los medios
ocuparon estos espacios con sus mensajes y estrategias de comunicación
y se convirtieron en un poder que definió la agenda de la
discusión política del país por encima de todos
los poderes del Estado, de la Constitución y de la sociedad.
Así, se posicionaron como un poder ilimitado, el poder
del poder, sin ley, ni orden, sin normas mínimas de
contención a favor de los derechos informativos de la comunidad,
y respondiendo sólo a las indicaciones de la autorregulación33.
Este vacío y falta de firmeza de la nueva clase política
que llegó al poder con la cambio pacífico a la democracia,
especialmente del Poder Ejecutivo, llegó a tal extremo de
debilidad y confusión, que ante situaciones claves y urgentes
de acción política se manifestó con la celebre
expresión y actitud presidencial que marcó el tono
de administrar el sexenio de gobierno 2000-2006: ¿Y Yo por
qué, debo actuar?.
Con la difusión de los videoescándalos
a todo color, en tercera dimensión, con sonido estereofónico
y con gran dinamismo dramático, se generaron los siguientes
10 fenómenos político sociales en la sociedad mexicana:
1.- Los videoescándalos
amplificaron con mucho rigor y ruido algunos fenómenos de
corrupción por el hecho de apoyarse en testimonios videograbados,
y por lo tanto, alcanzaron altísima importancia mediática.
Sin embargo, otros actos de corrupción nacional más
graves y ostentosos como fueron el desvío de fondos por 1,000
millones de pesos desde el sindicato de PEMEX para la campaña
del PRI, o los 399 millones de pesos de financiamiento ilegal de
los “Amigos de Fox” para la elección presidencial
del 2000 o el gran desfalco del PRD en tiempos de Rosario Robles
Berlanga, o los multimillonarios fraudes del Fobaproa que hipotecaron
el futuro de 3 generaciones de mexicanos, etc; no tuvieron mayor
relevancia para las directrices informativas de los medios de información,
especialmente electrónicos, pues se realizaron en lo obscurito
y no se contó con testimonios video grabados para darles
otro posicionamiento mediático. En éste sentido, dentro
de la nueva cultura virtual de la modernidad globalizada que vivimos,
si hay imagen, existe corrupción; si no hay imagen, no existe
corrupción, y con ello, la aplicación de la Ley queda
sujeta al registro visual de los hechos para que se pueda aplicar34.
De ésta forma, con los videoescándalos
México entró en la etapa de la modernidad informativa
donde el imperio de la imagen se impuso sobre la palabra escrita
y el proceso racional del pensamiento, y se convierto en sinónimo
de verdad inapelable: El que enseña es dueño de la
verdad, y por consiguiente, el que puede sentenciar35.
2.- Con los videoescándalos
los auditorios vieron desfilar recurrentemente en las pantallas
caseras la imparable corrupción, la impunidad, el cinismo,
el abuso, la parálisis de la justicia, la pasividad de los
gobernantes, la ausencia del estado de derecho y la falta profunda
de dirección nacional. En pocas palabras, con la transmisión
de las imágenes y sonidos de los medios observamos cotidianamente
un país que se descompone, se deshace y se derrumba ante
nuestras narices, sin la existencia de un Estado viril fuerte que
le de firme rumbo hacia la sobrevivencia colectiva, sino que, cada
vez más, permite que se impongan las leyes del darwinismo
social, con la depredación del más fuerte sobre el
más débil.
De esta manera, mientras en ésta
fase del crecimiento nacional no existieron recursos económicos
para comprar medicinas, para construir carreteras, para crear escuelas,
para generar empleo, para abrir proyectos de la juventud, para generar
alimentos, para invertir en energía eléctrica, para
respaldar a los ancianos, para la reforestación del país,
para pagar las pensiones de los jubilados, para combatir la creciente
delincuencia, para renovar la infraestructura médica de salud
nacional, etc; los medios cotidianamente difundieron ante nuestros
ojos las imágenes del Tesorero del Gobierno del Distrito
Federal apostando los recursos públicos en las Vegas, los
diputados cobrando altas cifras durmiéndose en sus curules,
los embajadores comprando colchones y menajes de casa lujosísimos
en el extranjero, los administradores del gobierno recibiendo bolsas
de papel llenas de dólares, los funcionarios públicos
pagando sueldos altísimos a sus chóferes, los jefes
de delegación aceptando cohecho a cambio de asegurar contratos
de construcción, los legisladores perseguidos por la justicia
debido a su conducta corrupta, los secretarios de Estado negociando
con todos las autoridades para evitar que se sepa la verdad, el
narcotráfico aliado con los intereses de los gobernadores,
el gobierno mexicano rompiendo relaciones diplomáticas con
el gobierno de Cuba sin dar demostraciones contundentes de razón,
etc.
Por otra parte, mientras todos los
años el gobierno federal aplica una reforma fiscal más
agresiva contra el erario personal de los ciudadanos para que paguen
más impuestos; los medios nos enseñan con transparencia
cotidiana como con nuestros recursos económicos financiamos
los sueldos elevados del personal privado de los funcionarios de
gobierno, los reventones del niño verde en Europa y otras
partes del mundo, el aprovechamiento del tiempo público de
un legislador del Partido Verde Ecologista para participar en Big
Brother VIP, la acumulación de cuentas de dólares
de los líderes de los partidos en los bancos extranjeros,
el uso excesivo de los teléfonos celulares por los representantes
públicos, los fraudes del Partido de la Sociedad Nacionalista
con recursos públicos, etc.
En pocas palabras, con los videoescándalos
documentamos la “evidencia más notoria, la más
cruel, la más cruda de la existencia de la corrupción
que se ha revelado en el sistema político nacional y la que
ha tenido más efecto en la sociedad mexicana”36.
3.- Al ahogar al auditorio en un
torrente cotidiano de verdades mediáticas escandalosas, donde
cada semana el anuncio de un nuevo hecho de corrupción substituyó
al anterior y confirmar públicamente al detalle que la descomposición
y la injusticia han penetrado irrefrenablemente todos los rincones
de la esfera pública, corroyendo todos los ámbitos
de la vida nacional; se empezó a agotar la capacidad de asombro
de la ciudadanía y la población acumuló silenciosamente
en su interior un estado anímico de sorpresa, desencanto,
frustración, desánimo, irritación, apatía,
impotencia, desesperanza, coraje, confusión e incredulidad
que ha creado un clima de profundo malestar colectivo, equivalente
a una gran bomba social con la mecha, cada vez, más corta.
Dicho descontento se expresó parcialmente en los resultados
de las elecciones estatales de mediados del 2004 donde se castigó
enérgicamente la tibieza de conducción global del
Partido Acción Nacional (PAN), arrojando como resultado que
en Chihuahua, Durango, Oaxaca y Veracruz ganara el Partido Revolucionario
Institucional (PRI) y en Zacatecas ganara el desplazado Partido
de la Revolución Democrática (PRD), con un alto abstencionismo
ciudadano en cada votación37.
4.- Con la acción de los
videoescándalos, se observó “el mayor momento
de prepotencia que jamás se haya visto en la televisión
mexicana dentro del actual sistema político, cuando Brozo
al entrevistar por la mañana del 3 de marzo del 2004 a René
Bejarano, siendo todavía presidente del Parlamento de la
Ciudad de México, le dice regañando públicamente
y agitando los brazos, ¡René no me pendejés
¡”. Así, Brozo le grita, lo insulta, lo maltrata
y el acusado agacha la cabeza sumisamente porque está ante
el poder supremo38. Esto marca un giro enorme
respecto a las practicas políticas que conocemos de la televisión
mexicana, para ahora demostrar con ello, el lugar que han adquirido
como el poder del poder.
5.- La estrategia de la videocracia
se impuso en el corazón de la opinión pública
nacional y la creación de los contenidos de la agenda mediática
colocó a la política nacional como tema de super escándalo,
con lo cual, se disminuyó el raiting a los verdaderos reality
shows comerciales y se creó otro reality show político
con los personajes del gabinete público. La publicitación
del escándalo por el escándalo, creó la sensación
en el ánimo colectivo de que no existió rumbo social39.
Los medios “vivieron para la promoción del escándalo
nuestro de cada día y se olvidaron absolutamente de la divulgación,
la declaración, la deliberación, el debate del estado
de derecho, de la construcción de una verdadera República,
de la reforma del Estado, de la división de poderes, del
federalismo, de la Código Federal de Procedimientos Electorales
(COFIPE), de los partidos políticos, de las elecciones o
de los 50 asuntos de primerísima importancia que les interesan
a los mexicanos”40.
Con ello, el escándalo y
la estridencia se convirtió en asunto de Estado. Así,
se expandió la visión de que vivimos una crisis de
las instituciones donde los organismos públicos que tratamos
de construir no son nada democráticos o no existen o están
tan cuarteados o desvalidos que a la televisión no le cuesta
ningún trabajo substituirlas. A través de esto, se
carcomió la cultura política mexicana y la credibilidad
en la frágil transición pacífica a la democracia,
se debilitó41.
6.- El impacto político focalizado
fue el daño fundamental a la imagen del Jefe de Gobierno
del Distrito Federal, Andrés Manuel López Obrador,
quién debido a la difusión de los videoescándalos
se vio sujeto a un juicio público que ocasionó que
perdiera un promedio de 10 puntos en las encuestas de popularidad
por la presidencia de la República.
7.- El saldo estructural que arrojó
la creación de esta atmósfera mediática en
la sociedad mexicana fue una severa erosión de la imagen
de las instituciones de la República, la crisis del Poder
Ejecutivo, el descrédito del Congreso, la pérdida
de credibilidad en los partidos políticos, la desilusión
en el sistema establecido, la desconfianza en lo público,
el desconcierto en la dirección nacional, la incredulidad
en el gobierno, la crisis de obediencia colectiva en los líderes
tradicionales, la supresión de relaciones diplomáticas
con el gobierno de Cuba (42), la gran inclinación al abstencionismo
en los periodos electorales y la generación de las bases
psico-anímicas para el surgimiento del escepticismo, la anarquía
y el desbordamiento nacional.
En éste sentido, “la
sobrecarga de información sucia que difundieron los canales
de difusión produjo una peligrosa hipertensión en
el público que tarde o temprano se manifestó en la
no participación en las urnas. Frente a ello, los medios
de comunicación deben estar muy alertas, pues en el juego
de ganar más raiting y dinero con la última exclusiva
escandalosa grabada por las cámaras clandestinas, pueden
arrinconar y poner al borde del abismo la democracia adolescente
que ha conseguido alcanzar la sociedad mexicana con muchísimos
esfuerzos y dolor. Como sucede con el abuso de la energía
eléctrica, la sobrecarga puede provocar un corto circuito
o la explosión de algún transformador de energía.
En este caso, el corto circuito sería el colapso de la idea
de democracia en la conciencia de las personas; y la explosión
del transformador, el estallido social”43.
El gran problema no es que los políticos
mexicanos se hayan vuelto súbitamente corruptos, pues los
mexicanos siempre hemos sabido que nuestros políticos son
corruptos. El conflicto y la diferencia es que ahora vemos a todo
color, en cadena nacional, sus trampas, engaños, cinismos,
robos, impunidades, abusos, etc, con lujo de detalle en las pantallas
de televisión44. En otras palabras, para
la clase política el conflicto no está en que exista
corrupción, pues esta siempre ha existido, sino está
en que ahora todos los días se sepa públicamente y
su difusión no se pueda controlar.
De ésta forma, si con los
profundos reacomodos del poder que se generaron con la transición
a la democracia el nivel de confianza en las instituciones públicas
del país se deterioró seriamente; ahora con la presencia
constante de las escenas de la descomposición del sistema
político en los medios de difusión, la credibilidad
en lo público y en la transición pacífica
a la democracia quedó profundamente vulnerada. Al denostar
y acabar de desprestigiar a la clase política por sus enormes
errores, el camino quedó abierto para conseguir su substitución
por la clase empresarial y su proyecto globalizador de crecimiento
excluyente45.
8.- Con la presencia de los videoescándalos
se ejerció una nueva modalidad de hacer periodismo, pues
el tipo de reportaje que se realizaba antes de la presencia de ellos
se caracterizaba porque las emisoras con la cámara escondida
producían sus propios productos noticiosos siguiendo la aplicación
de sus específicas políticas de información,
pero con los videoescándalos se constató
que nos fueron las empresas de difusión las que generaron
éstos documentos informativos, sino que estos provinieron
de forma anónima, incluso como filtraciones de datos confidenciales46.
9.- Con la existencia de toda esta
realidad mediática se comprobó que en términos
comunicativos la sociedad mexicana si está viviendo una transición
política, pero es la transición donde el poder de
los medios está substituyendo o desplazando al Estado, a
los órganos de gobierno y a cualquier otro poder, por la
imposición de la acción y el modelo comunicativo de
los medios de información colectivos, especialmente de los
electrónicos.
10.- Finalmente, con la demostración
virtual de la crisis por la ausencia de una firme dirección
política nacional y la carencia de honestidad gubernamental
por el nuevo régimen, la población empezó a
extrañar y desear el regreso de la mano dura del viejo sistema
autoritario que estuvo plagado de defectos, corrupción, excesos,
desatinos y abusos durante décadas, pero que finalmente dio
una línea de dirección colectiva, que creo una muy
mala seguridad, pero finalmente fue un marco de seguridad histórico.
Se aplicó el dicho popular “mas vale malo por conocido,
que bueno por conocer”.
De ésta forma, la encuesta
realizada por la corporación Latino Barómetro
en agosto del 2004, reflejó que un alto porcentaje de
los mexicanos no está satisfecha con el funcionamiento de
la democracia en nuestro país, y por ello, el 57 % de la
población piensa que un poco de mano dura no le vendría
mal a México, mientras que al 67 % no le importaría
que un régimen no democrático llegara al poder si
pudiera resolver los problemas del país. Por otra parte,
el 34 % de los ciudadanos piensa que la corrupción nunca
podrá eliminarse en nuestra República y el 65 % piensa
que existen muchas o bastantes posibilidades de sobornar a un policía,
el 58 % a un juez y el 56 % a un secretario de Estado. Por ello,
el 48 % respondió que prefiere vivir en una sociedad ordenada,
aunque se limiten algunas libertades fundamentales47.
Frente a las enormes contradicciones
y tensiones acumuladas en el país, entre gobierno, mercado
y sociedad, estamos en un período de profundo riesgo social
insospechado, pues con la difusión de los videoescándalos
se han despertado enormes energías sociales de incalculable
impacto para la estabilidad del sistema que se requieren canalizar
institucional y civilizadamente para evitar la emergencia de la
anarquía social.
Al romperse las viejas alianzas
políticas entre concesionarios y clase gobernante que blindaron
eficientemente con la deformación informativa la estructura
de abuso, desigualdad y corrupción histórica del viejo
sistema político nacional durante 70 años; ahora los
medios presentan con transparencia diversos indicadores de la descomposición
nacional. Las preguntas ahora son ¿Si con esta difusión
de hechos, los propietarios de los medios se han convertido de la
noche a la mañana en los paladines de la ética, de
la honestidad y de la práctica del derecho a la información
o simplemente están pactando nuevas alianza para blindar
otro proyecto político que los proteja ?. ¿ Si con
ésta intervención, los concesionarios de medios pretenden
promover imparcialmente el Derecho a la Información o simplemente
han acumulado más cuotas de poder para subordinar con mayor
fuerza al Estado y la sociedad e imponer su proyecto darwinista
de autorregulación comunicativa?.
Hay que recordar, que según
los reportes y trabajos de espionaje, en los años de la guerra
sucia en 1968 y 1971, donde en nombre del poder se desapareció
y torturó a cientos de ciudadanos, la actitud que existió
por parte de los medios fue un comportamiento de complicidad, donde
salvo excepciones, poco o nada interesó la existencia o no
de videos, grabaciones y documentos dramáticos que demostraron
la corrupción de los políticos o empresarios y las
atroces violaciones de las autoridades contra la población
civil opositora al régimen (48). Que durante la Marcha Zapatista
del Sureste del país al centro de la nación en el
2002 los medios electrónicos, salvo algunas excepciones contadísimas,
no difundieron la llegada de los contingentes zapatistas al zócalo
de la Ciudad de México, ni su profundo mensaje indígena
a la conciencia nacional después de 500 años de dominación.
Que salvo el Canal de Televisión del Congreso de la Unión,
los medios comerciales tampoco transmitieron entre el 2000 y el
2004 los posicionamientos críticos de todos los partidos
políticos previos a los diversos Informes Anuales de
la Presidencia de la República en el Poder Legislativo,
siendo mensajes prioritarios de los órganos de dirección
nacional a los habitantes del país, etc.
Ante estas conductas históricas
de los medios debemos preguntarnos ¿Dónde estuvo la
actitud ética, de compromiso por la defensa de la honestidad,
de transparencia, de democratización informativa y de defensa
de los derechos humanos de las empresas de radio y televisión
en esa época tan crítica del país?.
Con el intento de cambio de régimen
político se pasó del control de Estado casi absoluto
a una irresponsabilidad de Estado muy peligrosa, donde los canales
de información colectivos han caído en los excesos
del manejo poco pulcro de los escándalos políticos
para obtener mas conquistas mediáticas. Parece que todo lo
reprimido en esos años por los medios de difusión
colectivos, especialmente los electrónicos, ahora quiere
explotarse sin la más mínima cordura y prudencia con
tal de obtener más raiting y vender: Dónde ayer se
guardó silencio en los momentos más críticos,
ahora se grita y reclama para alcanzar nuevos éxitos políticos49.
En este contexto político-tecnológico
donde los medios controlan, cada vez mas, al Estado, a los partidos
políticos, a los organismos civiles y a la sociedad; la pregunta
ahora es ¿Quién controla a los medios de información?.
¿Dónde está el contrapoder legal que equilibre
las sinrazones de éste engendro del autoritarismo?. ¿Quién
se atreve siquiera a nombrarlo si todos viven de él, para
él y desde él?50.
Si los concesionarios de los medios
están realmente comprometidos en la lucha contra la corrupción
y en preservar la legalidad, deben aceptar la reforma profunda del
marco jurídico de la comunicación social, especialmente
de sus aspectos ciudadanos, que desde hace varias décadas
ha sido exigida, por múltiples sectores de la sociedad, y
que tienen décadas congelada por estar saboteada, año
con año, por ellos mismos. De lo contrario, se continuará
reforzando la tendencia autoritaria del modelo comunicativo en México:
El buen juez, por su casa empieza51.
Al iniciar el siglo XXI políticamente
es insostenible que se vuelva a repetir la historia tradicional
en materia de comunicación colectiva de “no encontrarle
la cuadratura al círculo”. Por ello, después
del despertar democrático de la sociedad mexicana el 2 de
julio del 2000, ahora el Congreso de la Unión tiene la enorme
responsabilidad histórica de ejercer su función de
Poder Legislativo autónomo demostrando contundentemente que
si se puede construir la otra historia democrática de la
comunicación nacional.
Ante los signos de cambio urgente
y desesperado del México Profundo que se manifestaron
con el levantamiento de los machetes campesinos de Atenco;
la toma rural de la carretera federal a Cuernavaca; las decenas
de manifestaciones diarias en calles y avenidas de las principales
ciudades de la República; la aplicación popular de
la justicia por propia mano en Milpa Alta; el asalto violento de
los productores agropecuarios al Congreso de la Unión en
el 2003; la organización nacional de los campesinos para
bloquear el Tratado de Libre Comercio en el rubro de importación
de alimentos; la Mega Manifestación de protesta
del 2003 en contra de la privatización de la energía
eléctrica52; la crisis de corrupción
y dirección de todos los partidos políticos que se
evidenciaron con los videoescándalos y otras filtraciones
noticiosas; el desprestigio creciente de la Cámara de Diputados
como órgano de representación ciudadana; la Mega
Marcha Pacífica por la Seguridad Ciudadana en 22 ciudades
de la República53; la constante critica
y ridiculización del Poder Ejecutivo y de otros poderes públicos
de la República por el poder mediático monopólico;
la presentación del IV Informe de Gobierno del Presidente
Vicente Fox en el 2004 en auténtico estado de sitio
del Poder Legislativo por decenas de manifestaciones de protesta
social; la agresión de los habitantes a la caravana presidencial
en el Norte del país; la aplicación de justicia
popular autónoma contra la policía en Tlahuac;
el resurgimiento de los movimientos guerrilleros en diversas zonas
del país; etc; la comunidad mexicana espera la firme respuesta
del Poder Legislativo en materia de comunicación colectiva
para evitar estos desbordamientos sociales que van en acelerado
aumento y lograr la transición pacífica a la democracia
nacional.
Comunicativamente, la nación
ya no aguanta más. Hoy, se requiere la urgente creación
de un nuevo proyecto de comunicación colectivo que de salidas
comunicativas incluyentes a la sociedad mexicana. De lo contrario,
de nuevo surgirá el proyecto de comunicación del México
Bronco cuyo marginamiento y obstrucción ha ensangrentado
diversos periodos de la historia nacional.
De aquí, la importancia central
de efectuar una profunda Reforma del Estado en materia de información
y cultura colectiva que permita que el funcionamiento público
de las industrias culturales se encuentre ética y jurídicamente
normado por una nueva legislación republicana que rescate
el espíritu del México profundo en materia de comunicación
social, y no sólo por las caprichosas dinámicas de
las leyes de la Mano Invisible y de la lógica del
darwinismo social del mercado autorregulado que ha introducido el
proceso de la globalización del capitalismo contemporáneo
en su fase de expansión planetaria.
Notas:
1 Una concepción
intuitiva pero también idealista sobre la forma como la sociedad
se modifica con la presencia de las tecnologías informativas,
la encontramos de manera embrionaria en el pensamiento de Marshall
Mc. Luhan, Consultar La comprensión de los medios como las
extensiones del hombre, Editorial Diana, S.A, México D.F,
1979. Una Crítica moderada al pensamiento de Mc Luhan puede
consultarse en Gauraleri, Gianpiero; La galaxia de Mc Luhan, Editorial
ATE, España, 1981.
Para un panorama general sobre la línea de evolución
que han seguido las tecnologías de información desde
el telégrafo en 1840 hasta la comercialización de
los cristales de silicio, consultar McBride; Sean; Un sólo
mundo. Voces múltiples Comunicación e información
en nuestro tiempo, Fondo de Cultura Económico, México,
D.F, 1985, páginas 31 a 36.
2 El concepto del Estado Ampliado es una categoría
analítica totalmente abandonada por la reflexión crítica
de la comunicación europea y latinoamericana. La única
disciplina que la ha retomado y desarrollado ha sido la Ciencia
Política a través de la teoría de los aparatos
de hegemonía, representada, especialmente, por los brillantes
trabajos de Christine Buci-Glucksmann.
Nuestro esfuerzo consiste en recuperar dicho arsenal teórico
olvidado para enriquecerlo y expandirlo con las aportaciones que
ha ofrecido la evolución material de los medios de comunicación
y de las tecnologías de información sobre la trama
de los aparatos de hegemonía tradicionales. Estamos convencidos
que esta matriz teórica es una de las principales vetas y
directrices conceptuales que nos permiten comprender las funciones
y transformaciones que ejercen las tecnologías de comunicación
dentro del actual ámbito del poder.
3 Labra, Armando; Prólogo, La legislación
mexicana en radio y televisión, Colección Ensayos,
Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México,
D.F, primera reimpresión 1989, página 7.
4 El primer destape político en México
por televisión se hizo con el lanzamiento a la presidencia
de la República del candidato independiente Jorge Castañeda,
cuando el 25 de marzo del 2004, en el marco de los videoescándalos,
presentó su candidatura a través de spots televisivos
que convocaban a los “sin partidos” a derrotar la partidocracia
impuesta por el PRI, PAN Y PRD. Formaliza Castañeda precandidatura
al 2006, Reforma, 26 de marzo del 2004, pagina 9-A; Minipartidos
a la caza del güero, Revista Milenio, 23 de febrero del 2004,
pagina 15.
4' Como ejemplo de ello tenemos
los actos terroristas que se planearon el 11 de septiembre del 2001
en EUA, el 11 de marzo del 2004 en España, las video ejecuciones
en IRAK en el 2004 y los sabotajes en la Unión Soviética
en el 2004, etc. que se planearon para ser transmitidos por los
medios de información colectivos y alcanzar un impacto político
global. Sin la presencia amplificadora mundial de los medios de
difusión dichos actos de sabotaje social hubieran tenido
consecuencias muy reducidas.
5 Caballero
Pedraza, Virgilio Dante, Los medios en el lodazal: ¿ El poder
del poder ?, Revista Los Periodistas, Fraternidad de Reporteros
de México, A.C, México, D.F, abril del 2004, pagina
36.
6 Scherer
Ibarra, María; Telearquía, Revista Proceso No. 1427,
Revista de Información y Análisis, México,
D.F., 27 de marzo del 2004, pagina 23.
7 Corral Jurado,
Javier, Mediocracia sin mediaciones, Columna Rotafolio, El Universal,
20 de enero del 2003.
8 Corral Jurado,
Javier; Pluralidad, acceso y competencia, V Conferencia Internacional:
“Los Medios Electrónicos en el Marco de la Reforma
del Estado en México”, VIII Legislatura, Cámara
de Diputados, H. Congreso de la Unión, Universidad Iberoamericana,
Fundación Konrad Adenauer-Stiffung, Organización de
las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura
(UNESCO), Universidad Autónoma Metropolitana, Comisión
de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC), Salón
Verde, Palacio Legislativo, México, D.F, 27 a 29 de mayo
del 2002, versión estenográfica, pagina 19, <http://www.cddhcu.gob.mx/servddd/versest/2ano/comisiones/rtc-3.htm>
9 Todo el poder,
Revista Proceso No. 1433, Revista de Información y Análisis,
México, D.F, 18 de abril del 2004, pagina 7.
10 Corrupción por televisión, Revista
Siempre, México, D.F., 17 de marzo del 2004, pagina 12.
11 Reality
Shows, Sarmiento, Sergio, Periódico Reforma, 4 de marzo del
2004 ; Limpiar la guerra sucia, Revista Siempre, México,
D.F, 7 de marzo del 2004; Regular la conducta de los medios, Revista
Siempre, México, D.F, 14 de marzo del 2004; El peso del escándalo,
La Voz de Michoacán, Morelia, Michoacán, México,
9 de abril del 2004; En la mira los medios de comunicación,
Revista Siempre, México, D.F., 2 de mayo del 2004, pagina
22 y 23.
12 González
Llaca, Edmundo; Los escándalos y los medios. Relaciones peligrosas,
Excelsior, 13 de mayo del 2004, pagina 7-A.
13 Se desató
el lodazal político con videos, Periódico Ovaciones,
México, D.F, 4 de marzo del 2004; La pareja presidencial
se sube al videogate, El Financiero, México, D.F, 10 de marzo
del 2004; Escándalos y transas. Predominio de las filtraciones,
Revista Siempre, México, D.F., 14 de marzo del 2004, paginas
14 y 15; Deterioro de la vida pública, Revista Siempre, México,
D.F, 4 de abril del 2004.
14 Scherer
Ibarra, María; Telearquía, Revista Proceso No. 1427,
Revista de Información y Análisis, México,
D.F., 27 de marzo del 2004, pagina 23, y Gómez Valero, Carlos,
El video escándalo, golpe a la transición, documento
inédito, México, D.F, pagina 2.
15 Munguía,
Jacinto R, Espionaje: Medios electrónicos y CISEN, periódico
Zócalo No. 50, México, D.F, abril del 2004, pagina
9.
16 Presuntos
implicados, Revista Siempre, México, D.F, 29 de febrero del
2004, pagina 10; Muerte política, Revista Siempre, México,
D.F, 29 de febrero del 2004, pagina 13; SEGOB está involucrada,
México, D.F, 29 de febrero del 2004, pagina 12; Verdes y
caníbales, Revista Proceso, No. 1426, Revista de Información
y Análisis, México, D.F, 29 de febrero del 2004; pagina
34; Simulación y trampas, Revista Proceso, No. 1426, Revista
de Información y Análisis, México, D.F, 29
de febrero del 2004, pagina 28; Cuatro miradas sobre un escándalo
no tan leve, Revista Proceso, No. 1426, Revista de Información
y Análisis, México, D.F, 29 de febrero del 2004, pagina
23 a 26; Sacuden videos al GDF, Universal, 4 de marzo del 2004;
Cimbra video al PRD y GDF, La Jornada, 4 de marzo del 2004; Pruebas
de Show y escándalo, Revista Siempre, México, D.F,
7 de marzo del 2004; Estamos en las peores manos, Revista Siempre,
México, D.F, 7 de marzo del 2004; Sembrador de corrupción,
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para medios internacionales, El Independiente, 9 de marzo del 2004;
Juegos sucios, Revista Siempre, México, D.F, 7 de marzo del
2004, pagina 14; En las entrañas de Bellagio, Revista Proceso
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empresario Carlos Ahumada, La Jornada, 24 de marzo del 2004; Imágenes
después de la fuga, Revista Proceso No. 1430, Revista de
Información y Análisis, México, D.F, 28 de
marzo del 2004, pagina, 27 y Robles Urdió el Videogate: Bejarano,
El Independiente, 13 de abril del 2004.
17 Scherer
Ibarra, María; Telearquía, Revista Proceso No. 1427,
Revista de Información y Análisis, México,
D.F., 27 de marzo del 2004, pagina 23 y Septién, Jaime, La
presencia de la cámara, Revista Siempre, 28 de marzo del
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18 Litigar
el los medios para ganar simpatizantes, Revista Siempre No. 2660,
México, D.F, 6 de junio del 2004, paginas 36 y 37; La Procuraduría
General de Justicia, decepcionante papel, Revista Siempre No. 2661,
México, D.F, 13 de junio del 2004, paginas 6 y 7 y Benassini
Félix, Claudia, Video Política, periódico Zócalo
No. 50, periódico Zócalo No. 50, México, D.F,
abril del 2004, pagina 3.
19 Castro
y Castro, Juventino, Derecho y Responsabilidad del Periodista, Discurso
del Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Ceremonia de Entrega del Premio Pagés Llergo 2002, Revista
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D.F, 10 de diciembre del 2002, pagina 6; Y Se Abre la Caja de Pandora,
Periódico Zócalo No. 53, , México, D.F, julio
del 2004, pagina 14 y Fuentes, Félix, Los Medios Como Ministerios
Públicos, Revista Siempre No 2666, México, D.F, 18
de julio del 2004, pagina 15.
20 Los medios:
actores, jueces y escenario de videoescándalos, Entrevista
con Virgilio Caballero Pedraza, periódico Zócalo No.
50, México, D.F, abril del 2004, pagina 6 y Juicios Paralelos,
periódico La Crónica, México, D.F, 20 de julio
del 2004.
21 Villanueva,
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1427, Revista de Información y Análisis, México,
D.F, 7 de marzo del 2004, pagina 58 y Villanueva, Ernesto; Medios
y presunción de inocencia, Revista Proceso No. 1213, Revista
de Información y Análisis, México, D.F, 30
de enero del 2000, pagina, 49.
22 Villanueva,
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1433, Revista de Información y Análisis, México,
D.F, 18 de abril del 2004, pagina 8.
23 Sarmiento,
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7 de marzo del 2004, pagina 12 y Litigar el los medios para ganar
simpatizantes, Revista Siempre No. 2660, México, D.F, 6 de
junio del 2004, paginas 36 y 37.
24 Caballero
Pedraza, Virgilio Dante, Los medios en el lodazal: ¿ El poder
del poder ?, Revista Los Periodistas, Fraternidad de Reporteros
de México, A.C, México, D.F, abril del 2004, pagina
36; Munguía, Jacinto R, Espionaje: Medios electrónicos
y CISEN, periódico Zócalo No. 50, México, D.F,
abril del 2004, pagina 9 y Litigar el los medios para ganar simpatizantes,
Revista Siempre No. 2660, México, D.F, 6 de junio del 2004,
paginas 36 y 37.
25 González
Llaca, Edmundo; Los escándalos y los medios. Relaciones peligrosas,
Excelsior, 13 de mayo del 2004, pagina 7-A.
26 Fuentes,
Félix, Los Medios Como Ministerios Públicos, Revista
Siempre No 2666, México, D.F, 18 de julio del 2004.
27 Villanueva,
Ernesto; Medios, transparencia y democracia, Revista Proceso No.
1427, Revista de Información y Análisis, México,
D.F, 7 de marzo del 2004, pagina 58; Villanueva, Ernesto; Medios
y presunción de inocencia, Revista Proceso No. 1213, Revista
de Información y Análisis, México, D.F, 30
de enero del 2000, pagina, 49.
28 Litigar
el los medios para ganar simpatizantes, Revista Siempre No. 2660,
México, D.F, 6 de junio del 2004, paginas 36 y 37.
29 Castro
y Castro, Juventino, Derecho y Responsabilidad del Periodista, Discurso
del Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
Ceremonia de Entrega del Premio Pagés Llergo 2002, Revista
Siempre, Museo de Antropología e Historia, México,
D.F, 10 de diciembre del 2002, pagina 6.
30 Los medios:
actores, jueces y escenario de videoescándalos, periódico
Zócalo No. 50, México, D.F, abril del 2004, pagina
6
31 Septién,
Jaime, Teoría del videoescándalo, Revista Siempre
No. 2660, México, D.F, 6 de junio del 2004.
32 Maza,
Enrique; Linchamiento mediático, Revista Proceso No. 1429,
Revista de Información y Análisis, México,
D.F, 21 de marzo del 2004, pagina 23 y 24.
33 Caballero
Pedraza, Virgilio Dante, Los medios en el lodazal: ¿ El poder
del poder ?, Revista Los Periodistas, Fraternidad de Reporteros
de México, A.C, México, D.F, abril del 2004, pagina
36 y Gómez Valero, Carlos, El video escándalo, golpe
a la transición, documento inédito, México,
D.F, pagina 2.
34 Septién,
Jaime, Teoría del videoescándalo, Revista Siempre
No. 2660, México, D.F, 6 de junio del 2004.
35 Septién,
Jaime, Teoría del videoescándalo, Revista Siempre
No. 2660, México, D.F, 6 de junio del 2004.
36 Debaten
especialistas pruebas de videocomplot, periódico Zócalo
No 51, México, D.F, mayo del 2004.
37 Dos para
el PRI y una para el PRD, Milenio Diario, 5 de julio del 2004; Amalia
García gana en Zacatecas, Milenio Diario, 5 de julio del
2004; Proclama victoria el prísta Ismael Hernández
en Durango; Milenio Diario, 5 julio del 2004; Se consolida el PRI
en el Norte, Milenio Diario, 5 de julio del 2004; Triunfa en Chihuahua
Alianza Con La Gente, Milenio Diario, 6 de julio del 2004.
38 Debaten
especialistas pruebas de videocomplot, periódico Zócalo
No 51, México, D.F, mayo del 2004 y Los medios: actores,
jueces y escenario de videoescándalos, Entrevista con Virgilio
Caballero Pedraza, periódico Zócalo No. 50, México,
D.F, abril del 2004.
39 Luviano,
Rafael, ¿ Los Ahumados se Multiplican ?, periódico
Zócalo No 50, México, D.F, abril del 2004.
40 Los medios:
actores, jueces y escenario de videoescándalos, Entrevista
con Virgilio Caballero Pedraza, periódico Zócalo No.
50, México, D.F, abril del 2004, pagina 7.
41 Los medios:
actores, jueces y escenario de videoescándalos, Entrevista
con Virgilio Caballero Pedraza, periódico Zócalo No.
50, México, D.F, abril del 2004, pagina 7.
42 Meléndez,
Jorge, La video guerra y la política sucia, periódico
Zócalo No 51, México, D.F, mayo del 2004, pagina 7,
México en el plan de Bush para derrocar a Castro, La Jornada,
7 de mayo del 2004; Sentencia México, no influirá
Cuba en la sucesión presidencial, Excelsior 7 de mayo del
2004; Pide la PGR videos de Ahumada, El Sol de México, 11de
mayo del 2004 y Afirma la PGR que el empresario no traía
videos, El Universal, 11 de mayo del 2004.
43 Septién,
Jaime; El video lodazal, Revista Siempre, México, D.F, 14
de marzo del 2004, pagina 64.
44 Mendoza,
Enrique; Videoescándalos. Regular la conducta de los medios,
Revista Siempre, 14 de marzo del 2004, pagina 43.
45 Maza,
Enrique; Linchamiento mediático, Revista Proceso No. 1429,
Revista de Información y Análisis, México,
D.F, 21 de marzo del 2004, pagina 24.
46 Los medios:
actores, jueces y escenario de videoescándalos, Entrevista
con Virgilio Caballero Pedraza, periódico Zócalo No.
50, México, D.F, abril del 2004, pagina 6.
47 Cantú,
Jesús, Desencanto por la democracia, Revista Proceso No.
1452, Revista de Información y Análisis, México,
D.F, 29 de agosto del 2004, pagina 12 y 13.
48 Munguía,
Jacinto R, Espionaje: Medios electrónicos y CISEN, periódico
Zócalo No. 50, México, D.F, abril del 2004, pagina
9.
49 Munguía,
Jacinto R, Espionaje: Medios electrónicos y CISEN, periódico
Zócalo No. 50, México, D.F, abril del 2004, pagina
9.
50 Caballero
Pedraza, Virgilio Dante, Los medios en el lodazal: ¿El Poder
del Poder?, Revista Los Periodistas, Fraternidad de Reporteros de
México, A.C, México, D.F, abril del 2004, pagina 36.
51 Gómez
Valero, Carlos; El video escándalo, golpe a la transición,
documento inédito, México, D.F, pagina 3.
52 Tomarán
el Zócalo por cuatro frentes, El Independiente, 26 de noviembre
del 2003; Todo listo para la mega marcha, Milenio Diario, 26 de
noviembre del 2003.
53 Se desborda
la exigencia social a las autoridades, Excelsior, 28 de junio del
2004; Sacuden al país, El Universal, 28 de junio del 2004;
Unidos contra la violencia, El Sol de México, 28 de junio
del 2004; La multitud arrebató la marcha a los organizadores,
La Jornada, 28 de junio del 2004 y Temblor social, solidaridad como
en el 85, Diario Monitor, 28 de junio del 2004.
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- Las filtraciones apuntan
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Revista Siempre, México, D.F, 7 de marzo del 2004.
- Litigar el los medios para
ganar simpatizantes, Revista Siempre No. 2660, México, D.F,
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- Los videoescándalos,
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- Se desborda la exigencia
social a las autoridades, Excelsior, 28 de junio del 2004.
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- Simulación y trampas,
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- Todo listo para la mega
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- Tomarán el Zócalo
por cuatro frentes, El Independiente, 26 de noviembre del 2003.
- Triunfa en Chihuahua Alianza
Con La Gente, Milenio Diario, 6 de julio del 2004.
- Verdes y caníbales,
Revista Proceso, No. 1426, Revista de Información y Análisis,
México, D.F, 29 de febrero del 2004.
- Videos vinculan a Fox con
el empresario Carlos Ahumada, La Jornada, 24 de marzo del 2004.
- ¿Victoria de la videocracia?,
periódico Zócalo No. 51, México, D.F, mayo
del 2004.
- Y se abre la caja de Pandora,
Periódico Zócalo No. 53, , México, D.F, julio
del 2004.
Dr.
Javier Esteinou Madrid
Investigador Titular del Departamento de Educación y Comunicación
de la Universidad Autónoma Metropolitana,
Unidad Xochimilco, México, D.F., México |