Por Marisa Avogadro
Número 42
Esta noche es
tan especial. Necesito que Navidín se vista de fiesta. Me
iré volando a conseguir adornos y un vestido de noche...
Ya estamos aquí. Amigas luciérnagas,
a la cuenta de tres, lo iluminamos. Uno, dos, tres y giraron en
espiral las luciérnagas yendo desde la punta a los pies.
Farolitos parecían, estrellitas diminutas tintineando al
compás de la música. Algunas blancas, otras amarillas
fosforescentes.
Ahora viene danzando una bandada
de mariposas. Banderitas de colores: naranjas, amarillos, violetas,
azules, blancas, de rayas, lunares, onditas. Y a cada momento está
más lindo el vestido que le estamos colocando a nuestro amigo
árbol.
Navidín es un pino alto,
tan alto, que sólo volando podemos llegar a sus extremos.
Es verde, como la esperanza; verde como la esmeralda y la menta.
Con perfume a pino recién mojado por la lluvia.
Ahora también están
llegando los caracoles y se ubican en ronda para hacerle ruiditos
como cascabeles. Hasta el cielo nos acompaña con la luna
redonda y grande, de ojos saltarines, tocando una canción
infantil.
El pino esbelto no deja de mirarse
y una amplia sonrisa fresca inunda su cara. Nunca se vio tan lindo,
tan especial, tan colorido. Ya está casi listo: su aroma
y todo su traje a medida. Todo el bosque está de fiesta,
porque hoy llega el Señor. Hoy nació en Belén,
el Niño Jesús y Navidín ya está vestido,
para alabar a Jesús que hoy ha nacido.
Mgter.
Marisa Avogadro
Catedrática universitaria. Magister
en Comunicación y Educación |