|
Por Jorge Barello
Número 43
Los gozos y las sombras
Como
todas las mañanas leyó el diario ordenadamente, respetando
la secuencia de las páginas. Al llegar a los espacios reservados
para los temas de salud se enfrentó con la desagradable sorpresa:
el medicamento que estaba tomando había sido retirado del
mercado norteamericano, mientras que las autoridades europeas y
las nacionales estaban en pleno y acelerado proceso de evaluación
para seguir los pasos de la FDA.
Quiso comprobar si la droga en cuestión era precisamente
la que mencionaba la nota. El estuche despejó todas las dudas,
debajo de la marca comercial figuraba el mismo principio activo
que hace pocos meses había sido noticia en el mismo diario
y en otros medios masivos. Sin embargo, en aquella oportunidad se
anunciaba la llegada de una “novedosa molécula química”
colmada de elogios. No era para menos, el fármaco representaba
un avance promisorio en el tratamiento de una enfermedad tan frecuente
como la que padecía el lector de nuestra historia.
Mientras tanto, su médico comentaba en el hospital con un
grupo de colegas una noticia de contenido similar publicada en otro
diario.
Prácticamente todos, médicos y pacientes se plantearon
los mismos interrogantes: ¿Quién se había equivocado?,
¿el propio paciente al insistirle en aquel entonces a su
médico para que le prescriba la nueva medicina de la que
se hablaba en todos los medios?, ¿el médico al recetar
el medicamento?, ¿los periodistas al difundir la noticia?,
¿los diarios al publicarla o la televisión al brindarle
un espacio en el noticiero?
Este hipotético e imaginario relato bien podría corresponder
a una historia real que, más allá de la exageraciones
del caso, debería propiciar un análisis de los alcances
y limitaciones del manejo de las noticias de salud y medicamentos
en los medios masivos. Algo así como un análisis FODA
de este aspecto de la comunicación que, merced al inevitable
fenómeno mediático al que asistimos, nos obliga a
conocer las fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas que
implican la divulgación periodística de estos temas.
Hoy no puede negarse que potencialmente los medios poseen un insuperable
poder de inoculación en la mente de las personas. En una
nota publicada hace pocas semanas en La Nación, Umberto Eco
alertó sobre la influencia creciente y el poder que los medios
masivos ejercen sobre la sociedad.
¿Cómo abordar un asunto tan complejo? Si bien este
artículo no pretende resolver totalmente semejante inquietud,
quizás nos permita ensayar un análisis de: 1) lo que
sucede con el conocimiento en general y las novedades médicas
en particular, 2) cuándo estas novedades pueden convertirse
en noticia y 3) cómo lograr un formato que les permita el
“ensamble” con los medios masivos.
Tiempos
posmodernos
En primer lugar, es válido considerar cuál es la trama
sobre la que se escribe toda esta historia: ni más ni menos
que el marco de la posmodernidad, cuyo hombre por excelencia es,
en las grandes ciudades, el homo zapping . Pensemos que
si los atenienses fundaron la felicidad, los medievales el pecado
y los modernos el progreso, nosotros los posmodernos, inventamos
el zapping. Este fenómeno está prácticamente
sincronizado con la velocidad con que transmuta la información
y con ella, la inmediatez con que se transforma en noticia. Antiguamente
el conocimiento necesitaba miles de años para modificarse,
mientras que hoy cambia cada dieciocho meses (esto significa que
todos los años más del 10 % del conocimiento ya es
obsoleto).
Sólo para tener una idea del infinito volumen de datos que
se manejan, pensemos que el New York Times, Le Monde de París,
El País de Madrid o La Nación de
Buenos Aires en un día laborable contienen más información
que la que podría disponer durante toda su vida un habitante
de Europa en el siglo XVII.
Como vemos la proliferación informativa es alarmante y, en
medio de semejante caos, la ciencia sigue evolucionando y destilando
novedades que pugnan por convertirse en noticia para ser comprendida
por el público no especializado.
Fernando Savater, en una de sus habituales reflexiones, sostiene
que “el ciudadano de las sociedades actuales , inundadas por
la información abrumadora, se debate en una masa caótica
de datos a la espera del especialista que los dote de sentido”.
Es aquí donde surge la figura del periodista especializado
en temas de salud y ciencia y adquiere jerarquía este tipo
de información, cuando algunos autores como W. Burkett, elevaron
la noticia científica a la categoría de objeto de
estudio universitario.
El
conocimiento médico: Sobre héroes y tumbas
Si ahora nos detenemos en el frondoso y complejo tema de las novedades
médicas (entre ellas lo referente a medicamentos), es fácil
comprobar que se trata de un fenómeno relacionado íntimamente
con el conocimiento científico. En uno de sus primeros ensayos,
Ernesto Sábato sostenía que en la ciencia hay un elemento
eterno y otro mortal: el primero –decía- es el método
científico, que consiste en la observación y el razonamiento
meticulosos; la parte mortal es, en cambio, el conocimiento mismo.
Desde esta perspectiva, así como en marketing se acostumbra
a analizar el ciclo de vida de un producto, no es desacertado definir
también el “ciclo de vida del conocimiento”,
que de hecho, puede llegar a comprender hasta la mortalidad del
mismo.
En el ámbito farmacéutico, todos recordamos que los
Betabloqueantes estaban –hasta hace unos años- formalmente
contraindicados en el tratamiento de la insuficiencia cardíaca.
Sin embargo, hoy muchos de estos fármacos constituyen una
herramienta de primera elección en la terapéutica
de esa patología. Quizás éste resulte un claro
ejemplo del ciclo de vida del conocimiento: al comprender mejor
la fisiopatología de la enfermedad, fue factible emplear
drogas que antes –por desconocimiento- estaban vedadas.
En el ámbito académico muchas veces tampoco resulta
fácil sostener por mucho tiempo una teoría científica;
así parece haberlo demostrado un decano de la Universidad
de Harvard que luego de dictar una clase magistral le expresó
a los alumnos: “El cincuenta por ciento de lo que les he contado
es falso, el problema es que no puedo identificar cuál es
ese cincuenta por ciento”
La ciencia puede ser entonces incierta y provisional; y cuando pretendemos
trasladar este cúmulo de novedades científicas (con
toda la dinámica de sus cambios) al terreno de los medios
masivos, todo parece reafirmar aún más la condicionalidad
de los datos. De acuerdo con el escritor y periodista Tomás
Eloy Martinez: “ De todas las vocaciones del hombre, el periodismo
es aquella en la que hay menos lugar para las verdades absolutas”.
Cuando observamos la realidad desde los ojos del público
que recibe información sobre salud y medicamentos a través
de los medios masivos, comprobamos que tal como sostiene Manuel
Calvo Hernando (Presidente de la Asociación Española
de Periodismo Científico) “el único problema
sobre algo seguro es la incertidumbre”. Por ejemplo, recordemos
lo que pasó con el colesterol en los últimos años:
se empezó afirmando que era “malo” y se responsabilizó
de semejante “malignidad” a una amplia variedad de alimentos;
luego se habló de un colesterol bueno y otro malo, por lo
cual muchos de aquellos alimentos dejaron de estar proscriptos para
ser entronizados como comidas saludables; por último si bien
muchas exquisiteces siguen permaneciendo en la clandestinidad, lo
último que se demostró y secuencialmente se “informó”
al público es que el problema no parece estar en los alimentos,
sino el metabolismo de cada individuo.
Las
noticias y el periodismo
“El periodismo consiste esencialmente en decir
‘Lord Jones ha muerto’ a gente que no sabía que
Lord Jones estaba vivo”
G. Chesterton
Según
Tuchman (1983), “la noticia coordina las actividades en el
interior de una sociedad compleja al hacer disponible a todos la
información que de otra manera sería inaccesible”.
Si nos propusiéramos imaginar distintos escenarios alternativos
para determinar la esencia de la palabra noticia, seguramente podríamos
encontrarnos con algunos datos curiosos. Por ejemplo, el origen
de la palabra news (noticia en inglés) se remonta al siglo
XV. Alguien pensó que en realidad no estaba tan relacionada
con lo nuevo sino con el valor planetario del concepto; por este
motivo siempre se utiliza en plural para poder representar esa idea
abarcativa global:
N = North (Norte)
E = East (Este)
W = West ( Oeste)
S = South (Sur)
Cuando
se emiten noticias se está aseverando, y el público
-como usuario del lenguaje- piensa al leer el diario que existe
la voluntad del que emite la información para que ésta
refleje los hechos realmente acontecidos. Por tal motivo, los requisitos
que idealmente debería tener una noticia son: calidad (ser
verídica), cantidad (ser exhaustiva),
relevancia ( ser pertinente) y expresarse de buena
manera (ser clara y unívoca).
Sin embargo, la información semántica que se incluye
en una noticia necesariamente va acompañada de cierta actitud
y determinada modalidad del autor.
Cuando se utilizan publicaciones médico-científicas
especializadas como fuente de noticias para los medios masivos,
Ciapuscio explica la necesidad de un proceso de “reformulación”
fundado en el cambio de destinatario; en otras palabras, hay que
re-componer los textos.
Ese proceso puede acompañarse de fallas o errores cuali-cuantitativos
aun cuando se trate de las llamadas citas directas (reproducción
textual de las palabras de un entrevistado); es aquí donde
entran en juego los conceptos de literalidad e
implicatura. Sucede que cuando decimos algo, implicamos
muchas más cosas que las que literalmente expresamos, de
modo que las palabras pronunciadas son en realidad una parte, a
veces mínima, del mensaje que queremos comunicar. De esta
forma, cuando la cita directa recoge solamente las palabras, puede
dejar de lado las implicaturas, especialmente las llamadas “conversacionales”,
consideradas esencialmente pragmáticas porque sólo
pueden inferirse dentro de un determinado contexto.
Todo apunta a revalorizar el sentido de cada término empleado,
quizás asignándole a la palabra la importancia que
le daban los mayas, para quienes la lengua (su idioma) era un sentido
comparable a la vista y el oído. El contexto también
es relevante; así lo entiende Ernesto Sábato cuando
afirma que en un escrito, como en el ajedrez, una palabra no vale
por sí sola, sino por la posición relativa, por la
estructura total de la que forma parte. Y no menos importante es
aquello que se omite: la escritora Marguerite Yoúcenar decía
que “ escribir es hablar y callarse a la vez”.
Desde otra perspectiva, el filósofo Fernando Savater sostiene
en su último libro (El valor de elegir) que el lenguaje es
la alfombra mágica simbólica que nos permite sobrevolar
la realidad para ser plenamente reales.
La manera en que es organizada la noticia constituye otro aspecto
a tener en cuenta. Los lectores esperan encontrar un resumen de
lo acontecido en la parte inicial del texto, es decir en el título,
la bajada y la volanta si se trata de un medio gráfico. Es
en estos primeros fragmentos de la noticia donde se buscará
responder a las clásicas preguntas W H expresadas
en inglés:
Qué
pasó ( What)
Quién lo hizo o a quién afecta ( Who)
Cuándo sucedió (When)
Dónde sucedió (Where)
Por qué sucedió (Why)
Cómo sucedió (How)
Clásicamente
se describen dos formatos de organización de la noticia:
en pirámide invertida y en yunque o martillo cuyos esquemas
se muestran en la Figura 1.
Estos formatos que habitualmente se toman como referencia para los
medios gráficos, son también aplicables a radio y
televisión. Es decir que, en todos los casos, el público
espera y es de buena práctica, utilizar los primeros momentos
para resumir lo más relevante de la noticia y reservar el
resto del tiempo para el desarrollo de la misma.
En todos los casos, lo importante es tener presente que tanto en
el periodismo interpretativo como en la difusión de la ciencia,
resulta evidente que la acumulación informativa no supone
una garantía de calidad ni de veracidad.
Desde principios de los años 70, un grupo de especialistas
e investigadores, comenzaron a utilizar con mayor familiaridad el
concepto de “agenda” , según el cual los medios
construyen una agenda pública con los acontecimientos que
“pueden” o “deben” ser tematizados por la
sociedad. Este concepto presupone que la comprensión que
tiene la gente de gran parte de la realidad social es modificada
por los medios.
Al respecto, Cohen sostiene que si bien es cierto que la prensa
no siempre logra decirle a la gente lo que debe pensar, sí
es sorprendentemente capaz de decir en torno de o sobre que temas
debe pensar.
Figura 1: Formatos de organización de la
noticia -Pirámide Invertida y Yunque o Martillo (Modificado
de Marro y Dellamea)
La
noticia no debería considerarse entonces como una imagen
perfecta de la realidad (de hecho, puede presentar cierto grado
de deformación) sino como un marco, una ventana a través
de la cual se construye rutinariamente el mundo social y se revela
el conocimiento de la
realidad que vive la sociedad.
Detrás
de las noticias
La asignación de determinados valores a los sucesos y acontecimientos,
les permite a los periodistas asignarles el rótulo de “noticiables”.
En este sentido, son numerosos los autores que consideran como valores
a diferentes parámetros para establecer grados de “noticiabilidad”.
Mauro Wolf, uno de los especialistas más reconocidos en el
tema, desarrolló una escala que comprende distintos criterios
para determinar categorías de los llamados valores-noticia.
Así se encuentran criterios sustantivos (relacionados con
el interés y la importancia de la noticia), criterios relativos
al producto (donde surge el clásico concepto de “bad
news = good news”, según el cual las malas noticias
son más interesantes) y criterios relativos al medio, entre
otros.
Sólo con fines ilustrativos y para demostrar lo curioso que
puede resultar un criterio sustantivo, mencionaremos los parámetros
empleados para medir la noticiablidad de los desastres (ley de Mc
Lurg). Mediante la ecuación utilizada, se establece que 1
europeo equivale a 28 chinos y 2 mineros de Gales equivalen a 100
paquistaníes.
Wolf destaca la naturaleza dinámica que caracteriza a los
valores-noticia, es decir que pueden cambiar con el tiempo y a pesar
de presentar una fuerte homogeneidad en el seno de la cultura, no
siempre son los mismos en el tiempo.
Con respecto a la confiabilidad de una noticia, es importante reconocer
la existencia de los llamados marcadores de evidencialidad.
Estos recursos periodísticos consisten en emplear ciertos
verbos o construcciones que servirían como un marco de credibilidad
que rodea el contenido de los enunciados. De esta forma, la presencia
de marcadores de evidencialidad permite reforzar o no la certeza
de una información y en algunos casos brindarle el carácter
de verdad indiscutida. Cuando por el contrario, se desea atenuar
tal certeza porque la información no está totalmente
comprobada, se emplean frases como “ se supone que”
o “ se cree que”.
Noticias
y medios masivos
“Habla para que yo te vea” Séneca
“
Ser es ser percibido” pensaba George Berkeley hace ya muchos
años, como anticipando esta corriente mediática que
caracteriza a la posmodernidad. Hoy, ser es ser visto en la TV,
ser escuchado en la radio, ser leído en los diarios y como
si no fuera suficiente, a estos medios tradicionales se agregó
en los últimos tiempos la necesidad de disponer virtualmente
de un lugar en el ciberespacio para re-confirmar que se es totalmente
percibido.
Si bien todos se consideran medios masivos, cada uno posee características
particulares que les confieren un estilo comunicacional propio.
Los públicos también pueden ser diferentes en cuanto
a sus preferencias y pueden considerar distintos atributos a la
hora de ser receptores de noticias.
Calvo Hernando valoriza el papel de la prensa escrita
para la difusión de noticias científicas. “La
radio informa –dice-, la TV muestra y la prensa explica”.
Según el especialista español, es indudable que la
voz está en la radio y la imagen en la televisión,
pero cuando se trata de reflexionar o de comprender, la letra impresa
es insustituible en su papel de acumulación de experiencias
e historiador del presente.
Por otra parte, es indudable que la prensa gráfica se adaptó
a los tiempos que corren. Basta solamente con ver un diario de principios
del siglo XX y compararlo con otro de comienzos de este siglo para
apreciar las diferencias. Todo ha cambiado enormemente, desde las
fotos hasta la producción de infografías y, lo más
importante, la manera de contar las noticias: más concisas
ya que, según se dice, hay menos tiempo para leer. Así
lo demostró una encuesta realizada con lectores del Wall
Street Journal , considerado uno de los públicos más
exigentes con un periódico, a pesar de lo cual sólo
le dedican 21 minutos diarios de lectura (promedio).
La TV revolucionó las comunicaciones masivas
cuando incursionó en la sociedad a mediados del siglo pasado.
En la actualidad es un medio cuyos contenidos son profusamente heterogéneos
y que abarcan todo el espectro de calidades imaginables. Ácidamente,
el sociólogo francés Pierre Bordieu sostiene que la
televisión se ha convertido en una fábrica de “fast
food” cultural.
Sin embargo, criticada o no, la televisión es un medio que
puede atrapar a quienes deciden sentarse frente al aparato. Según
el Dr. Robert Winston, fuera de dormir, una persona que tenga una
esperanza de vida de aproximadamente 80 años , habrá
hablado un total de 12 años, incluidos los dos años
y medio de charlas telefónicas con algunos de los 150 amigos
que integran las 2000 personas que recordará por su nombre.
Precisamente el mismo tiempo que habrá permanecido frente
al televisor.
La pantalla chica tiende a ficcionalizar todo; no se expresa tanto
en términos de ideas o conceptos, sino que valoriza personajes
y anécdotas, rostros y gestos, climas e historias. Como con
otros medios, muchas veces pueden proliferar las paradojas y a pesar
de que “una imagen vale más que mil palabras”,
la TV se empeña en demostrar lo contrario: un grupo de analistas
demostró que en los reportajes o entrevistas, cada pregunta
tiene un promedio de 50 palabras delante de las cámaras y
se resuelve con un promedio de 14 palabras cuando se formulan en
otro ambiente.
Por su parte, la radio posee su propia esencia.
Si bien la voz es la herramienta por excelencia para comunicar,
también puede inducir a la imaginación y seguramente
los silencios juegan un papel muy importante.
La mayoría de los especialistas afirman que la radio es uno
de los medios más eficaces y rápidos para la difusión
de una noticia. Si bien el tipo de programa puede condicionar algunos
parámetros, es necesario tener en cuenta que los ritmos radiales
varían de acuerdo con los horarios de emisión. Por
ejemplo en AM de 7 a 12 horas, la exposición debe ser ágil,
de 12 a 18 con un ritmo medio y a partir de esa hora y hasta las
20 (horario que se considera “de regreso”), se sugiere
una velocidad más pausada. Esto es importante a la hora de
insertar una audición o micro de salud cuando se organiza
la programación de una emisora.
El fenómeno Internet merece sin dudas un
capitulo aparte. Desde su aparición comenzaron a tejerse
distinto tipo de teorías, algunas tan proféticas como
apocalípticas, que anunciaban la desaparición del
papel como soporte de la escritura y cosas por el estilo, si bien
hasta ahora nada de eso pudo ser absolutamente demostrado. Ya en
1981, Ted Turner, el fundador de la CNN, vaticinó la muerte
de los diarios para diez años más tarde y como vemos,
ya han pasado más de veinte y a pesar de tales presagios,
Internet no logró disminuir la venta de los diarios. Por
el contrario, se ha generado para ellos un nuevo negocio con los
servicios on line, como sucede por ejemplo con The New York
Times, periódico para el que la Web representa la segunda
fuente de nuevos lectores. El sistema de suscripciones por tarjetas
de crédito permitió a ese diario ampliar sus ventas
en 75.000 ejemplares durante el año 2002.
Si bien los alcances de Internet pueden considerarse infinitos,
es indudable que para cualquier tipo de noticias e informaciones
deben tenerse presente –como con los otros medios masivos-
aquellas premisas básicas que apuntan a conservar la confiabilidad,
veracidad y credibilidad de los datos que se manejan.
La noticias de salud
“Somos profundos, volvamos a ser claros” F. Nietzsche
Si
bien la eclosión de noticias médico-científicas
se produjo promediando el siglo pasado, existen algunos antecedentes
tan remotos como creativos. Por ejemplo, en idioma español
los especialistas recuerdan los comentarios del Doctor Bacterio,
pseudónimo periodístico que utilizó Ramón
y Cajal a fines del siglo XIX para escribir artículos que
hoy consideraríamos de divulgación científica.
Es curioso, pero en aquel entonces el famoso médico español
se refería a sí mismo como publicista científico
cuando practicaba esa actividad.
Con los años la palabra publicidad fue adquiriendo otras
connotaciones y hasta Borges con su habitual ironía se animó
a definir los alcances del término cuando dijo: “ Vivimos
en un tiempo muy ingenuo. Por ejemplo, las personas compran productos
cuya excelencia es anunciada por los mismos que los venden. Eso
me parece una prueba de ingenuidad”.
Como dijimos, ya en el siglo XX la noticia científica logró
superar la casi permanente reclusión en revistas especializadas
o su exclusiva exposición en reuniones académicas,
para alcanzar con presencia creciente un lugar inobjetable en los
medios informativos para el gran público. En este terreno,
y más allá del tema científico específicamente
tratado, la salud es una noticia que nos afecta a todos, lo que
puede observarse en el poder abarcativo que alcanza en los medios
gráficos. Por ejemplo, las noticias sobre temas médicos
que un periódico recoge son múltiples y variadas,
y dependiendo de su contenido pueden estar en una u otra sección
del diario. Cuando se trata de la enfermedad de un artista o un
personaje famoso la noticia puede aparecer en la sección
espectáculos; cuando el afectado es un astro de fútbol,
la noticia aparece en las sección deportes; si en cambio
se trata del brote epidémico de una enfermedad, el tema puede
ser tratado como nota editorial, en la sección sociedad y
muchas veces hasta aparece en la portada del diario.
En principio, el concepto de “noticiabilidad” que describimos
previamente es también aplicable a las novedades de salud
y medicamentos. Es decir, se han desarrollado distintos criterios
para determinar los “valores-noticia” y de esta forma
permitirle a los encargados de la sección salud seleccionar
aquellas novedades que consideren más noticiables.
Winnubst consultó a distintos periodistas científicos
de países europeos para conocer cuales son los criterios
que empleaban para valorizar el contenido de una novedad científica
y poder convertirla o no en noticia. Entre los atributos más
importantes se destacaron: 1) el tema en cuestión, 2) la
relevancia científica de la novedad), 3) la importancia que
tenga para la sociedad, 4) el interés que pueda despertar
en el lector y 5) el grado de complejidad del tema.
Si bien muchos periodistas dicen que prefieren elegir con criterio
propio que novedades médico-científicas merecen publicarse,
lo cierto es que los comunicados de prensa emitidos
por muchas revistas especializadas, permiten que la información
en cuestión tenga más posibilidades de encontrar un
lugar en los medios masivos. El British Medical Journal y The
Lancet, entre otras publicaciones, generan comunicados de prensa
cada semana para “alertar” a los periodistas sobre los
artículos que se consideran más noticiables.
En un trabajo realizado en el Observatorio de Comunicación
Científica de la Universidad Pompeu Fabra (Barcelona) y publicado
en el JAMA, se analizaron retrospectivamente las noticias de salud
y ciencia publicadas durante 90 días en 7 diarios de primera
línea (entre ellos, The New York Times, Le Monde, El
País y La Vanguardia ) para determinar en cuales de
ellos se citaba o mencionaba algún trabajo publicado en una
selección de revistas científicas especializadas (
British Medical Journal, Nature, Science y The Lancet).
Sobre 1060 noticias analizadas (de contenido médico-científico),
142 correspondían a trabajos publicados en alguna de las
cuatro revistas especializadas ("Journals"). Entre ellas,
el 84 % habían sido informadas a los medios masivos a través
de un comunicado de prensa.
Entwistle, del Departamento de Información sobre Ciencia
(Ciudad Universitaria de Londres), encontró resultados similares
al analizar 4 periódicos ingleses de distintos estilos. En
este caso, el 81 % de las noticias de salud publicadas en esos diarios,
se habían difundido previamente a través de un comunicado
de prensa por parte del Journal especializado. También
se comprobó que la información relevante desde el
punto de vista médico, no fue necesariamente la considerada
“noticiable”: los periodistas encontraron que era mejor
cubrir temas cotidianos (enfermedades frecuentes o mortales, patologías
de contagio sexual o bien temas que resultaran controvertidos).
La participación de una agencia de noticias o bien la emisión
de un comunicado de prensa no garantizan totalmente la veracidad
y exactitud de los datos. Como hecho anecdótico puede recordarse
lo sucedido en 1991 con la difusión de un artículo
publicado en Nature en pleno auge de la preocupación
popular por la epidemia de cólera en varios países
americanos.
Una prestigiosa agencia noticiosa internacional emitió un
comunicado referido al descubrimiento de la estructura química
de la toxina del “virus” del cólera, concepto
que fue textualmente publicado en diarios de varios países,
entre ellos The New York Times, hasta que un observador
un poco menos automatizado para su trabajo, pudo descubrir que en
realidad el agente productor del cólera es una bacteria.
La veracidad de los datos publicados es un asunto que preocupa a
varios especialistas. En un estudio de la Escuela de Periodismo
y Medios de Comunicación de la Universidad de Minnesota,
se analizó una muestra de la prensa norteamericana para determinar
cuales son los errores más frecuentes en la información
sobre ciencia, salud y tecnología. Los resultados se expresan
en la Tabla 1
Omisiones
Importantes |
33
% |
Citas
defectuosos o incompletas |
33
% |
Titulares
engañosos |
31
% |
Brevedad
excesiva |
25
% |
Relación
defectuosa entre causa/efecto |
22
% |
Tomar
una especulación por un hecho |
20
% |
Titulares
imprecisos |
14
% |
Datos
incorrectos |
7
% |
Tabla
1: Porcentajes de errores más frecuentes detectados en la
información sobre ciencia y tecnología publicada en
la prensa norteamericana (Tichennor P, Universidad de Minnesota)
¿Cómo
se informan los médicos?
Son varios los trabajos publicados que coinciden en afirmar
que la comunidad científica se informa sobre temas referidos
a su profesión a través de las noticias dirigidas
al público general.
Una encuesta realizada en Holanda demostró que el 70 % de
los biólogos obtienen información sobre su especialidad
a través de los medios masivos. Otra experiencia determinó
que un tercio de los médicos de algunas regiones de Francia
y Bélgica leía artículos sobre medicina publicados
en diarios y revistas de interés general.
Sumadas a las encuestas , muchos autores buscaron formas indirectas
para comprobar –entre otras cosas- como se informan los profesionales
de la salud sobre temas específicos de su especialidad y
cuál es el impacto potencial que producen estas fuentes de
información entre ellos.
En la Universidad de California, Phillips y su equipo partieron
de una hipótesis: los investigadores se muestran mucho más
proclives a citar en sus nuevos estudios aquellas experiencias publicadas
en revistas especializadas que posteriormente fueron dadas a conocer
por los medios masivos. Para ello, tomaron los trabajos que se habían
publicado en todos los números del New England Journal
of Medicine (NEJM) durante un año (1979), registrando
además aquellos que fueron difundidos como noticias de salud
en el New York Times. Con estos datos, realizaron un seguimiento
del Index Medicus (registros de trabajos citados) durante los 10
años posteriores a la publicación.
Comprobaron que los trabajos que se difundieron a través
del periódico tuvieron un número notablemente mayor
de citas en el Index durante la década siguiente. Este efecto
resultó más impactante durante el primer año
posterior a la publicación: en ese período, el número
de citas en otras revistas científicas fue 72,8 % mayor que
para los trabajos del NEJM que no habían sido difundidos
por la prensa. Expresado en otras palabras, se comprobó que
la difusión masiva amplía la transmisión de
información científica desde las revistas especializadas
hacia la comunidad de investigadores.
Medios
masivos y medicamentos
¿Qué sucede con las noticias referidas a medicamentos
que se publican en medios masivos? En muchos países
europeos se comprobó ya hace muchos años que si bien
el público utiliza el prospecto de los medicamentos o bien
la consulta directa con el médico como fuentes principales
de información, los diarios y revistas también constituyen
un recurso muy empleado por ser fácilmente accesibles.
Esto, sumado al número elevadísimo de personas que
pueden ser alcanzadas por los medios masivos, justifica el enorme
potencial comunicacional que implica el empleo de estos canales.
Muchas veces el fenómeno “bad news = good news”
también se comprueba cuando está involucrada este
tipo de información.
Welling demostró que la "mala prensa" en los medios
masivos europeos resultó en un cambio de actitud por parte
de las mujeres consumidoras de anticonceptivos orales, cuyas ventas
cayeron notablemente en la década del 80.
Así también, en 1979 la autoridades sanitarias holandesas
impulsaron el retiro del mercado de una benzodiazepina hipnótica
luego de que un único psiquiatra diera a
conocer, a través de los diarios y la TV, los efectos adversos
que había encontrado con ese medicamento.
Otro ejemplo similar constituye la conducta que adoptaron las autoridades
de salud canadienses cuando se vieron “forzadas” a iniciar
una extensa campaña de vacunación luego de que los
medios masivos difundieron un aparente brote epidémico de
enfermedad meningocócica. Este fenómeno fue tratado
oportunamente por Hume y publicado en el JAMA con el título
“Campaña de inmunización masiva contra la enfermedad
meningocócica en Canadá: Histeria mediática”.
Por su parte Bartlett de la Universidad de Bristol, comprobó
que si bien los comunicados de prensa incorporan porcentajes similares
de buenas y malas noticias de salud y ciencia, los periodistas se
vuelcan a publicar en mayor proporción las del segundo grupo.
Entre los medios gráficos estudiados las malas noticias representaron
el 52 %, las buenas el 37 % y en el 11 % de los casos se catalogaron
como neutras.
Los especialistas en comunicación afirman que la industria
farmacéutica muestra claras evidencias de su interés
en difundir distinto tipo de “mensajes” al público
general a través de los medios masivos y que de hecho lo
concretan. De esta forma, las compañías tratan de
encontrar vías alternativas para promocionar sus productos,
teniendo en cuenta las restricciones que existen en muchos países
para publicitar medicamentos de venta bajo receta. Sin embargo,
por el tipo de información que se maneja (relacionada básicamente
con la salud, los medicamentos y la curación de enfermedades),
muchos especialistas en Ciencias de la Comunicación observan
estas noticias con espíritu crítico y en varias oportunidades
plantean conclusiones que dejan bajo sospecha a las compañías
farmacéuticas.
Un grupo de médicos norteamericano, analizó cómo
se “traducen” los trabajos de investigación clínica
en comunicados de prensa para convertirse potencialmente en noticias.
De los 127 casos analizados, sólo en el 23 % se detallaron
las limitaciones del estudio, y en el 22 % se mencionó que
se trataba de un estudio desarrollado por una empresa farmacéutica.
Otro dato interesante es que en el 35 % de los casos los resultados
alcanzados se expresaron cualitativamente, sin agregar los porcentajes
o datos numéricos que permitieran cuantificar los mismos.
La
situación en nuestro medio
En estos temas, la Argentina comparte indudablemente sólo
algunas de las características y de los marcos de referencia
mencionados para otras comunidades. La salud es una noticia que
nos afecta a todos y por tal motivo, los medios locales incorporan
diariamente estos temas que de hecho integran la “agenda”
que se maneja cotidianamente.
Con respecto a la forma en que es percibida la prensa de nuestro
país en un sentido global, es importante tener presente el
deterioro de la imagen que sufrieron algunas instituciones, por
lo que resulta interesante observar la opinión del público
sobre la prensa local en los últimos 20 años. Según
una encuesta realizada en Capital Federal y GBA sobre 800 casos,
en 1984 el 47 % de las personas consultadas expresaron confiar mucho
o bastante en el sector, porcentaje que fue descendiendo gradualmente
hasta alcanzar el punto más bajo en 1991 (aproximadamente
30 %) para luego ascender lentamente y llegar al 36 % en 2001.
Apuntando más a nuestro tema, la opinión del público
sobre el manejo periodístico de las noticias de salud en
los distintos medios fue evaluada recientemente en una encuesta
cuyos resultados se presentaron en el último Congreso Internacional
de Periodismo Médico y Temas de Salud (Buenos Aires, noviembre
de 2003). El trabajo, llevado a cabo en Capital Federal, GBA, La
Plata y Gran La Plata, logró reunir una casuística
de 440 casos y el principal objetivo fue conocer la opinión
de los encuestados sobre el interés que despiertan y la comprensibilidad
y confiabilidad que merecen las noticias de ciencia y salud en los
cuatro medios masivos más importantes: diarios, TV, radio
e Internet.
En la Tabla 2 fueron seleccionados y resumidos los resultados más
relevantes (respuestas claramente definidas por lo positivo o negativo
del atributo evaluado). Para esta experiencia fueron excluidas las
personas relacionadas con el área de salud, por lo cual se
puede inferir que, para la población evaluada, los resultados
reflejan la opinión del llamado gran público no especializado.
Los autores concluyeron que: 1)Comparado con otros medios, el diario
fue el ámbito en el que estas noticias resultaron más
interesantes y confiables La comprensibilidad es también
un atributo en general reconocido, si bien sólo alcanzó
el 22% en el nivel educacional primario, 2)Es notable la baja confiabilidad
en la TV, reflejada en el elevado porcentaje de población
que la considera poco/ nada confiable, lo que puede atribuirse a
la imagen sensacionalista y paradójicamente más "mediática"
de la televisión. Sin embargo, este medio aparece como el
más comprensible, indudablemente a partir de las posibilidades
que brinda la conjunción imagen/sonido; 3) La radio resultó
el ámbito en el que las noticias de salud y ciencia resultaron
menos interesantes y comprensibles, por lo cual posiblemente deberían
evaluarse las estrategias comunicativas; 4) Internet apunta a convertirse
en una herramienta valiosa, merced a lo comprensibles, confiables
e interesantes que resultaron estos temas para el público
encuestado.
En la misma experiencia, los autores destacan que el problema de
la calidad en las noticias de salud y ciencia también constituye
un tema de preocupación para distintas instituciones en el
mundo. El Science Media Centre (R.Unido) reclama la necesidad
de periodistas científicos bien capacitados, la Universidad
de Minnesota se abocó a detectar los errores más frecuentes
en la comunicación masiva de la ciencia y la National
Science Foundation (EE.UU) realiza encuestas anuales sobre
el interés del público en temas médicos y tecnológicos.
|
Muy
Interesante |
Poco/Nada
Interesante |
Totalmente.
Comprensible |
Poco/Nada
Comprensible |
Totalmente.
Confiable |
Poco/Nada
Confiable |
DIARIO |
47,50% |
13,40% |
53,50% |
8,40% |
39,60% |
13,40% |
TV
|
44,70% |
14,50% |
57,80% |
7,30% |
20,40% |
25,50% |
INTERNET |
44,50% |
23,60% |
45,70% |
13,20% |
35,20% |
17,40% |
RADIO |
31,50% |
24,30% |
44,00% |
12,30% |
24,90% |
14,80% |
Tabla
2:. Resumen de los resultados del trabajo “Opinión
del público sobre noticias de salud en los medios: estudio
piloto en 440 casos “ (Barello J, Adad A, Bruno C, Del Pozo
E, Drutman J, Germain B) Presentado en el III Congreso Internacional
de Periodismo Médico y Temas de Salud, Buenos Aires, noviembre
de 2003
Indudablemente
el tema del manejo de las noticias de salud y medicamentos en los
medios masivos es inagotable; porque el conocimiento se renueva,
los medios masivos no pueden quedarse afuera con las novedades y,
lo más importante, el público quiere estar informado,
sobre todo cuando se trata de un tema que, como dijimos, nos afecta
a todos.
Aún quedan muchos interrogantes por responder, entre ellos:
¿Cómo está definida la relación entre
la industria farmacéutica y los medios?, ¿Existe realmente
una “agenda” de noticias de salud?, ¿Cómo
impacta en el público la publicidad de medicamentos de venta
bajo receta a través de los medios masivos?, ¿Modifica
la conducta prescriptiva del médico?, ¿Qué
quieren conocer los pacientes de la medicación que están
recibiendo?, ¿Está cubierta esta demanda por los medios?,
¿Son veraces los datos sobre resultados de estudios clínicos
con medicamentos publicados en los medios?
Estas y otras preguntas las intentaremos resolver en la Segunda
Parte de este artículo que se publicará próximamente
en esta revista.
Referencias:
BARELLO
J, ADAD A, BRUNO C, DEL POZO E, DRUTMAN J, GERMAIN B, Opinión
del público sobre noticias de salud en los medios: estudio
piloto en 440 casos. Presentado al III Congreso Internacional
de Periodismo Médico y Temas de Salud, Buenos Aires, noviembre
de 2003.
BARTLETT
C, What is newsworthy? Longitudinal study of the reporting of
medical research in two British newspapers, BMJ 2002 Volume
325: 81-4
BATTISTA
V, De la prensa gráfica a la red, Curso de Periodismo
Cultural, Periodismo.net, Buenos Aires, 2003.
BORDELOIS
I, La Palabra Amenazada, Buenos Aires, Libros del Zorzal,
2003.
CALVO
HERNANDO M, Periodismo Científico 2da Edición,
España, Editorial Parainfo, 1992
CALVO
HERNANDO M, Ciencia y Periodismo, España, CEFI,
1990.
CALVO
HERNANDO M, Videoconferencia Madrid México para la 8°
Reunión de la red POP y 12° de SOMEDICTY, mayo de
2003.
CALVO
HERNANDO M, La información ingrediente clave de nuestra
organización social, Chasqui 65, marzo de 1999.
CALVO
HERNANDO M, La divulgación de la ciencia como objeto
de investigación, Arbor CLIII (60) Enero de 1990.
CALVO
HERNANDO M, 1° Congreso Internacional de Divulgación
Científica, Universidad de San Pablo, agosto de 2002.
CIAPUSCIO
G, Lingüística y divulgación de ciencia,
QUARK, CIENCIA Y MEDICINA, 1997.
DELLAMEA
A, El discurso informativo, Buenos Aires, Ed. Fundación
Universidad a Distancia Hernandarias, 1994.
DE
SEMIR V, el al, Press releases of science journal articles and
subsequent newspapers stories on the same topic, JAMA, 1998;
280: 294-295.
ECO
U, La Nación, Buenos Aires, 1 de febrero de 2004.
ELOY
MARTINEZ T, El periodismo vuelve a contar historias, La
Nación Suplemento Cultura, 21 de noviembre de 2001.
ENTWISTLE
V, Reporting research in medical journals and newspapers,
BMJ 1995; 310: 920’923.
FERNANDEZ
J, La expresión oral, Buenos Aires, Ed. Lumiere,
4º Ed, 2001.
GALLARDO
S, Estrategias y procesamiento de reformulación de textos
de divulgación científica, RASAL, 1998.
GALLARDO
S, Evidencialidad: la certeza y la duda de los textos periodísticos
sobre ciencia, RLA Chile, 1999.
HALPERÍN
J, La entrevista periodística, Buenos Aires, Ed.
Paidos, 1995.
HAYE
R, Otro siglo de radio, Buenos Aires, Ediciones La Crujía,
2003.
MARRO
M, DELLAMEA A, Producción de textos , Buenos Aires,
Editorial Docencia, 3º Edición, 2000.
MELNIK
L, Diccionario de lo Insólito, Buenos Aires, Ed.
Emecé, 2001.
PHILLIPS
D, Importance of the lay press in the transmission of medical
knowledge to the scientific community, N Engl J Med 1991; 325:
1180-3
PROGRAMA DE COMUNICACIÓN INSTITUCIONAL 2002,
Universidad Austral, Facultad de Ciencias de la Información.
REYES
G, Los procedimientos de cita: estilo directo y estilo indirecto,
Madrid, Arcolibros, 1995
SÁBATO
E, Uno y el Universo, Buenos Aires, Editorial Seix Barral,
1945
SAVATER
F, Diario El País, España, 16 de marzo de
1997.
SAVATER
F, El valor de elegir, Buenos Aires, Editorial Ariel, 2003.
TROUT
J, El nuevo posicionamiento, Madrid, Ed. Mc Graw-Hill Interamericana,
1996.
VAN
TRIGT A, Making news about medicines, Groningen Institute for
Drug Studies, University for Pharmacy, Social Pharmacy and
Pharmacoepidemiology, 1995
WOLF
M, La investigación de la comunicación de masas,
Buenos Aires, Editorial Paidós, 1987.
WOLOSHIN
S, SCHWARTZ L, Press releases, traslating research into
news, JAMA 2002; 287: 2856’58.
Dr.
Jorge Barello
Médico. Vice-Presidente del Comité
de Médicos Artistas y Escritores.
Integrante de la Comisión de Cultura
de la Sociedad Argentina de Periodismo, Argentina. |