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Junio - Julio
2005

 

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Plan B para el Duhaldismo
 

Por Carlos Fara
Número 45

Bajarse de la candidatura no le va a resultar nada simpático a Chiche Duhalde, ni al duhaldismo. Arreglo en la cúpula habrá. Pero ¿y si la negociación sale mal?

Mi amor: no vas a ser candidata…
Bajarse de la candidatura no le va a resultar nada simpático a Chiche Duhalde, ni al duhaldismo. Quizá un poco menos al ex presidente, quien con mucho realismo sabe que las encuestas son demoledoras (y él es muy afecto a las mismas como se sabe): si hoy la candidata oficial del PJ fuese Cristina obtiene más del 33 % de los votos (sin proyectar), mientras que si va la esposa de Duhalde araña el 14 %. Claro que las encuestas son una realidad virtual, ya que Chiche oficializada, y con el aparato andando, marcaría al final mucho más, aunque no tanto como la “primera ciudadana”. Las diferencia de imagen positiva entre ambas no aceptan discusión sensata alguna: 52 % vs. 21 %, con Cris en subida y la lomense en bajada.

Un mal arreglo siempre es preferible a un buen juicio. Para Duhalde es preferible arreglar en condiciones no ideales, que ir a una elección y “le cuenten las costillas” en público. Por eso habrá arreglo, al menos oficial. ¿Por qué se dice “oficial”? Porque teniendo en cuenta que al caudillo bonaerense no le sirve aparecer en la opinión pública enfrentado a Kirchner –hoy con un 63 % de imagen positiva de gestión- es posible que esté pergeñando un plan B, no oficial, por si la negociación con el presidente termina demasiado despareja a favor de éste.

¿Cómo sería el Plan B?
Al menos una parte del duhaldismo ajustaría cuentas con Kirchner vía el apoyo subterráneo a la lista de Macri en la provincia, que quizá encabece su primo Jorge. Los teniente coroneles de Duhalde prestarían estructura y movilización a la jugada. Para algunos aliados históricos de “Negro” algo así es imprescindible: no tendrían dónde recalar dirigentes como Miguel Angel Toma, entre otros.

El boquense habría desistido de presentarse a cargo alguno en 2005, para preservarse hacia 2007, y no aparecer nuevamente como perdedor. Aunque hoy los números en la provincia no lo reflejan claramente, al ser Macri un potencial competidor en los votos justicialistas de clase baja –como ya sucedió en la elección de jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma en 2003- la que perdería votos sería la senadora, y se instalaría una figura que molesta a la Rosada.

Claro: Mauricio no arrastraría lo mismo que su primo, por más que compartan el apellido, y que el presidente del club de la rivera haga campaña por sus candidatos. Esa es una debilidad fuerte del plan B. Está también quien dice que, llegado el momento, Macri jugaría en persona en la provincia.

Pero…
Todo tiene un pero, porque si no, la política sería muy sencilla. Al conocerse esta decisión de Macri de bajarse, su tropa más fiel (y poco afecta a una alianza con peronistas) se sintió nuevamente defraudada. Es que Mauricio ya se bajó de la presidencial en 2002, lo que le produjo su distanciamiento con Francisco de Narváez, quien venía apostando fuerte a ese proyecto. Esta desazón interna no es menor, ya que podría terminar por convencer a los críticos de encolumnarse detrás de López Murphy, a quien le falta tropa en la Capital.

Muchas cosas raras y contradictorias están sucediendo: en estos últimos días hizo pública su renuncia a la conducción de CPC, aunque sin desafiliarse, Juan Pablo Schiavi, operador privilegiado de Macri con el peronismo de la Capital, alegando “falta de vínculos con el peronismo”, “transitar el camino del oportunismo” y estar demasiado cerca “de la centro derecha”. Cuando no hay estrategia clara, muchos marineros se arrojan del barco.

El tema es que el hijo de Franco no quiere ser segundo de Cristina en provincia, ni segundo de Lilita en Capital. Lo segundo es totalmente razonable –porque perder dos veces seguidas …- por lo cual muchos le recomendaban pasar a provincia y quedarse con la banca de senador nacional por la minoría, excelente negocio político según cualquier observador del mundillo político.

El tema es que impulsar a su primo en provincia y a alguno de sus coroneles en Capital puede hacer que se quede sin el pan y sin la torta. Porque en la Ciudad de Buenos Aires es la principal oposición, y ahora pasaría a ser tercero? cuarto? Cualquier escenario es nefasto para una fuerza que recién ha nacido.

Bajarse de las peleas lo pueden hacer dirigentes de partidos históricos –ya que el partido sigue existiendo pese a uno- o algunas figuras muy potentes que vienen de la política –como Lilita. Pero no es recomendable para outsiders. Mucho menos en un país que, como en los EE.UU., la sociedad exige presentar pergaminos previos para evaluarlo como presidenciable. Sin control territorial sólido, no hay cargo más elevado. Menem tardó 26 años desde su primer cargo electivo, De la Rúa otros 26 y Kirchner 16.

Por suerte hay cosas que no son de la noche a la mañana.


Carlos Fara
Director general de Carlos Fara y Asociados, Argentina.