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2005

 

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Cómo Humanizar las Universidades
 

Por Mariano Robles
Número 45

Se ha abierto la cortina, entra en el escenario un joven cargado de libros. El joven se muestra cansado y lejos de sentirse orgulloso por estar a punto de concluir sus estudios, está preocupado por saber en dónde va a trabajar y cuánto va a ganar.

La trama anterior, parte de una obra de teatro cotidiana, es representada por cada uno de los alumnos que entregamos a la sociedad, anual, semestral o trimestralmente. No hemos sido capaces de lograr formar una idea distinta de las profesiones que no sea un medio de recuperación de la inversión que se hizo durante años por parte de nuestros padres o por nosotros mismos. ¡Qué simpática forma de entender la profesión! El hecho de que sea simpática o linda1, no quita las consecuencias que devienen por la práctica de dicha visión.

Ejercicio profesional con miras a la remuneración que se obtendrá con cada una de las acciones y las labores en las que se admite participar; prácticas defectuosas y resultados poco favorables para las personas que reciben los trabajos de dichos profesionistas, pues son personas que en su vida, nunca han visto la importancia de la calidad de su trabajo; no hay un compromiso con el mismo, si eso no es posible de traducirse en una mayor ganancia (sólo en esos casos están dispuestos a capacitarse o actualizarse, a crear o investigar); o permite el acceso a un status frente a la sociedad que genera un reconocimiento y privilegios de los cuales el resto de las personas no puede disfrutar; ello ha hecho de los alumnos personas incapaces de encontrar un fin en el ejercicio profesional, pues les hemos dado la maravillosa formación de que todo se vende, incluso ellos mismos y su imagen.

Ésta es la gran labor que hemos realizado los profesores de todos los niveles haciendo del alumnado un hermoso grupo de terroristas dispuestos a volar el World Trade Center, si con ello se ganan una buena remuneración o una buena reputación.

En efecto, pensemos pragmáticamente, que es la manera en que nos han educado a pensar y se dice que es la normal, la que todo mundo practica. Siendo coherentes con la visión actual, debemos aceptar que para mucha gente Bin Laden y qué decir Bush, han logrado una excelente imagen pública; es más podríamos calificarlos como exitosos. Ambos han ganado bastante dinero, ambos han vendido su imagen de: "nosotros somos los buenos, ellos son los malos", "acabemos con el gran satán", "defendamos la libertad"; ambos tiene varios partidarios y ambos ejercen su profesión acorde a su propia subjetividad, es decir, sin que interfiera alguien que pueda detener su impulso, ni siquiera ellos mismos.

Pocos son los que ven como superfluos, e incluso como molestos e innecesarios los goces de los demás. (Dice Schopenhauer, y citando a Homero, agrega:) Piedras preciosas, mármol, adornos de marfil, estatuillas tirrenas, cuadros utensilios de plata, túnicas teñidas de púrpura de Getulia (...) Muchos las codician, pero también hay alguno que no da valor alguno a su posesión2.

Si a lo anteriormente dicho agregamos la uniformidad del conocimiento, técnicas y herramientas que dejan al alumno desprotegido frente a la realidad humana (compleja) ante la cual debe ejercer, y en la cual se requieren modelos creativos y flexibles que respondan a las personas y no se conviertan en criterios de eficacia y validez moral (no ética) frente a las personas que los ejecutan; como si el ejercicio profesional consistiera sólo en la repetición de una misma técnica o labor que ha sido probada y validada por alguien capaz de determinar la labor de una profesión en todos los casos y para todos los tiempos con su modelo o herramienta. Dice Aranguren, en el contexto del trabajo del voluntariado que:"La educación que se imparte hoy prepara del peor modo posible para ese cultivo de la acción. La Universidad imparte un saber formalista que impele el dogmatismo ideológico o, por reacción, a la ironía estéril"3.

Foucault afirma que, nadie es ingenuo en la interpretación de los textos y citando a Althusser nos dice: "no hay lecturas inocentes, deberíamos empezar por confesar de qué lecturas somos culpables"4 Llevado este argumento a la educación escolarizada diríamos con ambos, que no hay sistema educativo inocente, deberíamos empezar por confesar en qué sistema nos hemos formado, del cual, podríamos ser culpables. Pensemos en el argumento que los militares nazis usaron para eximirse de la responsabilidad de haber asesinado a tantos seres humanos a sangre fría, ‘yo sólo cumplí órdenes’. La manera en que deformamos a los futuros profesionistas en la actualidad desde el primer momento en que entran en contacto con la educación escolarizada, tiene que ver con un argumento similar: yo sólo hice lo que me enseñaron; yo sólo hice lo que el sistema me pidió.

De acuerdo a lo dicho hasta el momento, podemos afirmar que son dos los argumentos en los que se basa la trama de esta obra; los personajes deben aprender y con ello serán lo suficientemente buenos actores que los fines y los medios de su actuación deben ser: la racionalidad instrumental y la idea de autoestima en función de la posesión; estos son los criterios de validez moral e instrumental, pues dicha obra está basada en la idea de tomar decisiones profesionales que tienen como criterio principal la relación ‘costo – beneficio’, y como consecuencia de la anterior, ‘cuánto tengo o qué imagen tienen de mí - cuánto valgo’.

Este escrito tiene como única finalidad, el colocarnos frente a una realidad, la cual, si bien no es responsabilidad únicamente de aquellos que participamos en la educación escolarizada (me incluyo entre los responsables y mi lengua sangra al escribir esto), no niega nuestra parte de responsabilidad5; pensemos en el tipo de obra que queremos para nuestra vida y para nuestra alumnos, pues como dice José Luis Trueba: pensar es colocarse frente a nuestras propias miserias, y darnos cuenta de lo pobre que es nuestra realidad particular; pensar es darnos cuenta de la vigencia de Shakespeare cuando afirmaba que ‘los locos guían a los ciegos’ y que ser pesimista es una consecuencia de pensar6. ¿Cuál es la razón de dicha miseria? ¿Cuál es el papel que queremos representar? La tarea del educador es la de hacer del estudiante un individuo singular, un ser que piense por sí mismo, capaz de decidir y profesar; un ser con carácter; digno de mostrar a los demás lo que es y lo que puede hacer por los demás, pues "no hay nada más parecido a nosotros que lo que hacemos". Profesar es el modo en el que nos manifestamos en el mundo (no el modo en el que nos ven, lo cual es simple imagen probablemente vacía, sin fondo); profesar es realizarse en el acto de saberse expresar frente a los demás; lo cual implica, mostrarnos frente a los demás tal y como somos, tal y como queremos ser, tal y como quisiéramos que los demás fueran.

El título de este texto está basado en el escrito que el ecónomo y filósofo, premio nobel de economía del año 98, Amartya Sen, ha escrito para el Clarín.com con el título: "Cómo humanizar la economía".

Al referirme a cómo humanizar las universidades, quiero decir, cómo hacer que las universidades se preocupen por el desarrollo humano y no por el desarrollo de sistemas y políticas económicas y técnicas, que lejos de dar solución al problema de la pobreza, polarizan la situación enfocándose sólo en los medios por los que se debería de desarrollar la sociedad y no por el fin verdadero, el cual es el desarrollo humano. En otras palabras, la economía, la política, la ciencia y la técnica no son fines en sí mismos, sino medios para el desarrollo humano.

Vivimos en una época en la que, la mayor parte del planeta está ingresando en la famosa globalización, de la cual todos hablamos y nadie niega su existencia, su influencia en nuestras vidas. La globalización también ha entrado a nuestras universidades, los alumnos buscan ser competentes en un mundo globalizado, ya no es suficiente tener una licenciatura, ahora hay que contar con maestrías, doctorados, diplomados, y todas las herramientas que nos permitan ser parte de aquel grupo selecto que tendrá una mejor oportunidad laboral. La universidad nos da estas herramientas, nos muestra cuales son las supuestas vanguardias en cada una de nuestras especialidades y nos asegura (generalizando) que habremos de conseguir un buen empleo siendo un egresado de tal o cual universidad. ¡Aun no sé cómo hacen las universidades para ofrecer lo mismo y seguir siendo únicas y competentes!

Parece ser que de un detalle se han olvidado muchas universidades, aun cuando se anuncian como tales, es el tema de la profesión. El egresado de una universidad es alguien que ha hecho una promesa pública al recibir su título, y ni su universidad, ni la sociedad en general le han demandado lo que él ha prometido: ‘Poner sus conocimientos al servicio de las necesidades sociales y sino que la sociedad se lo demande’.

Si no somos capaces de hacer que nuestros egresados cumplan su palabra, dada la promesa que hicieron frente a los amigos, parientes y autoridades universitarias, antes de recibir su título; ¿verdaderamente los que profesamos en las universidades, estaremos ejerciendo nuestra profesión de manera adecuada? Hay que pensar en la forma recomendada por Schopenhauer, de lo contrario seguiremos en nuestra misma miseria.


Notas:

1 Adjetivo empleado por un semiólogo y semiótico, amigo y compañero de esta universidad, que designa los pensamientos sin ningún contenido relevante, pero que lucen por ser muy expresivos y efusivos; lo lindo es lo limpio.
2 Homero, cit. pos. Schopenhauer, Arthur (2002) Aforismos sobre el arte de saber vivir. México: Santillana S. A. El comentario entre paréntesis es ajeno a la cita.
3 Aranguren Gonzalo, Luis A. (2000) Vivir es comprometerse. México: IMDOSOC.
4 Foucault, Michel (1995) Nietzsche, Freud, Marx. Buenos Aires: El Cielo por Asalto.
5 Por ejemplo, los medios de comunicación, a través de los noticieros hacen eco a semejante visión de las profesiones, escuchamos hablar de ladrones profesionales, de secuestradores profesionales, etc... ¿Qué entienden por profesión? La manera en que se entiende la profesión, en este contexto, es como forma de saciar las necesidades económicas que la gente vive dentro de un sistema comercial, para la cual, la venta de drogas y el secuestro serían las mejores opciones, y en ese pobre sentido de profesar, serían las mejores profesiones; o si se trata de fama y gloria, poner una bomba en el metro de España, estrellar aviones en las torres gemelas o dar la orden de asesinar con bombas inteligentes a una población por encontrar a un terrorista o por motivos comerciales, al igual que especular en épocas de crisis con las necesidad de los caídos en las batallas comerciales, darían mucho más prestigio que cualquiera de las reconocidas profesiones.
6 Cfr. Schopenhauer, Arthur. Op. Cit. p. 12 y 13. Prólogo de José Luis Trueba.


Mtro. Mariano Robles
Universidad Anáhuac, México, D.F., México