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Por Diana Escorcia
Número
46
En
tanto que los hombres tienen ideales,
las mujeres sólo tienen ilusiones
Nietzsche
La concepción
de mujer tiene sus inicios en el ideario de poder
que se creó desde el nacimiento de la
cultura, a partir del sedentarismo, cuando el
trabajo pesado le fue designado al hombre y las
tareas del hogar al género femenino. Es
en ese momento cuando comienza una vertiente
histórica muy importante, el patriarcado,
cuando los conceptos y símbolos relacionados
con la procreación y fecundidad se ven
relegados a un segundo plano, imaginando a los
dioses como masculinos (RODRÍGUEZ, 2002,
pg.225), soslayando aquella cosmogonía
que sustentaba la fuerza del matriarcado, no
de manera inquisitiva como habría de imponerse
en un futuro la del hombre, sino como forma de
creación.
A lo largo de
la existencia de la humanidad la imagen de la
mujer en sociedad ha sido de opresión
y represión, acciones envueltas por factores
causales que albergan todo un bagaje que de antaño
cubre a la humanidad, entre ellos se pueden contar:
· Tradición
y costumbres
· Historia
· Cultura
· Personalidad
· Educación familiar y escolar
· El ambiente contextual
Estas han sido
las herramientas para circunscribir a la mujer
como menor al hombre, como carente de ideales,
quitándole la capacidad de raciocinio
que tiene el ser humano. Han sido el instrumento
para humillarla y envilecerla, para abusarla
y matarla.
Con el tiempo,
estos puntos se han insertado fuertemente en
la mente de las mujeres conduciéndolas
a reforzarlos y transmitirlos, a validarlos y
construirlos como parte de un ideario social
y temporal, desvirtuando de la incipiente cosmogonía
a las ínclitas Isis y Hera1,
remplazándolas por ideas machistas. Permaneciendo
cegada por una fachada de amor falso que hacía
las veces de ilusión. Así, ignoradas
sus necesidades e ideales, la mujer olvidó
lo que quería y lo suplió por aquello
que su contrario solicitaba.
Los factores
mencionados se vieron reflejados en todos los
ámbitos, sobre todo en lo político,
primordiales en comunidades que se encomiaban
de ser democráticas e igualitarias, teniendo
sus inicios en la educación y sus resquicios
en la personalidad de aquellas que se han insertado
en este contexto. Es aquí donde me pregunto,
¿la mujer ha logrado o puede vanagloriarse,
enteramente, sobre las acciones que realiza?
¿Ha conseguido colocarse en los espacios
que le han sido vedados sin necesidad de rumores?
¿Tiene clara su situación y sabe
como comportarse ante ella? Dar respuesta crearía
falacias, pero queda claro que las circunstancias
que han rodeado el estancamiento de este género
lo han llevado a la invisibilidad, a ser mero
objeto, tal vez inerte, creado para la satisfacción
del hombre. Párrafos anteriores avalan
que el error no ha sido totalmente del hombre,
la mujer ha consentido, ha fuerza de ser victimizada,
que esto aumente, pues es la educadora y administradora
de conductas y pensamientos de ambos géneros
humanos. Ha apoyado la decisión patriarcal.
El hombre y
la mujer, variedades humanas que difieren por
mucho entre sí, se necesitan para subsistir
y equilibrarse, pero no puede existir una fusión
coherente debido a la existencia de abusos que
aminoran la existencia de uno de ellos, por causas
tan ilógicas como irracionales. El siguiente
trabajo me ha permitido crear un esbozo de esas
injusticias, me enfoco en el fallo que la sociedad
ha cometido contra estos seres, por ello caeré
en circunstancias acaecidas en mi contexto como
ejemplificación.
Los últimos
días ha donde quiera que concentro mi
atención se habla de mujeres que sufren
de acoso sexual, en el peor de los casos ven
ultrajado no solo su cuerpo sino su dignidad
y espíritu, arrancándoles lo único
que las impulsaba, sus ideales e ilusiones, orillándolas
a una retracción en su ser y un apartamiento
de la sociedad, soslayando aquellas creencias
que tenían en ésta, pues les ha
fallado; ¿Por qué? porque la llamada
justicia, aquella virtud que para la mujer no
equivale a la liberación sino que la hunde
más, están hechas por los hombres,
a su conveniencia ¿cómo esperamos
vernos favorecidas por ellas? ¿Cómo
esperar un beneficio cuando nosotras mismas nos
atamos a las reglas sociales y no buscamos alternativas
comunales que nos unan y podamos generar cambios
sustanciales? ¿Las clases sociales nos
lo impiden? ¿La tradición? ¿Miedo?
¿Prejuicios? El atropello no cesará
hasta que se cree conciencia de ello, hasta que
se percate de su situación y se sepa móvil
de su propia vida.
En México
la situación de la mujer debe analizarse
desde dos perspectivas, la citadina y la rural,
la causa principal radica en la diferencia contextual
que infunde distintas perspectivas en ambos casos.
En primera instancia vemos la tradición,
la cual se arraiga más en el campo que
en la ciudad; casos concretos de ello son Chiapas
Vs. Cd. Juárez, lugares que sufren de
lo mismo con causas distintas, sufren de uno
de los terrorismos2
más frustrantes y denigrantes, pero que
no causan igual conmoción en la sociedad,
por lo que no mueven a las autoridades. Esa acción
tan atroz es la violación, que en el caso
de Chiapas3
se funda en la Historia y las costumbres, en
el caciquismo que perdura; Ciudad Juárez4
es un cúmulo de acontecimientos infaustos.
A fin de cuentas “las mujeres típicamente
no son noticia en tanto que se mantienen en sus
espacios de encierro y tareas de reproducción
social, y cuando salen no pueden más que
ser responsables directas de convertirse en foco
del escándalo” (GUTIÉRREZ,
2004, pg. 12). Es visible como el ultrajo se
atañe a la mujer, ya sea por su vestimenta,
por su caminar o por el simple hecho de atravesarse
en el paso de una mente lasciva.
Ante los crecientes
hechos acaecidos en Cd. Juárez, se crearon
campañas que abogaban por una disminución
de ellos, pero atañéndolos no al
hombre, sino a la mujer, “a lo que han
tendido estas campañas (las creadas por
el gobernador en turno en Chihuahua, Francisco
Barrios) es a poner límites a las mujeres,
a su independencia y a su conducta, en las esferas
pública y doméstica. Lo que rezan
estos discursos es que no salgan solas ni de
noche, mucho menos a fiestas, que no vistan provocativamente
y que no beban alcohol. Al mismo tiempo, lanzan
un llamado a los hombres para que cuiden de ellas”.
(VEGA, 2005) De manera que así se comprueba
la ineficacia de la justicia para con las mujeres,
de cómo se le arrincona y ella misma se
ve atada.
Uno de los
temas que tiene que ver con todos los temas es
la educación, y aquí tiene mucha
incumbencia, pues como he dicho la mujer es la
encargada de inculcar los preceptos que habrán
de guiar las vidas de muchos hombres e influir
en la mente de muchas mujeres, será la
forma en como inculque valores y acciones lo
que creará conductas; pero ¿cómo
fueron educadas estas personas para que les pase
por la mente el atacar a una mujer (o niña)
de determinada forma? ¿Qué experiencias
tuvo que vivir para que tuviera la necesidad
de acometer en contra de la mujer? ¿Será
necesidad o una patología?
La conciencia
de la responsabilidad que la maternidad trae
consigo, en cuanto es un acto privado que tiene
consecuencias comunitarias, perfila el rostro
de otras madres: aquellas que se preguntan sobre
que tipo de deficiencias sociales pudieron haber
convertido en instrumento de tortura y destrucción
al niño gracioso y regordete que ellas
amamantaron (MARTÍNEZ, 2004).
Y si nos enfocamos
a la parte cultural, es difícil luchar
contra las costumbres de antaño, con todo
aquello que invade la mente de la mujer rural,
de aquella que ha sido condenada a permanecer
bajo el yugo de la tradición. Yendo a
la ciudad, la mujer tampoco se diferencia mucho
de la predecesora, pues igualmente desconoce
los avances que a su favor se han hecho, pues
las circunstancias no cambian, la agresión
contra ellas es cada vez mayor, los métodos
de tortura son cada vez peores y ni siquiera
podemos enfrentarnos a ellos, cualquier acción
que llevemos a cabo de aviso o para poner un
alto nos perjudica sobremanera, siendo así
que ya ni acciones de apoyo al prójimo
se pueden poner en práctica, debido al
miedo a verse implicado en una situación
similar o peor.
Vestir con minifalda,
zapatilla, escote… resumidamente lucir
femenina ¿qué significa? ¿Acaso
es agradar al hombre, alegrar su pupila? Las
acciones que como género llevamos acabo
suelen estar enfocadas a la degradación
misma de la mujer, a favor de una ideología
machista, no de hombre como género, sino
que las mujeres encauzan su ideología
hacia lo que éste requiere de ella: sensualidad,
belleza, carisma, feminidad… ayudando a
enclavar más esta ideología, engañándose
en que es necesario estar junto a un hombre para
existir, para definirse como persona ante nuestra
sociedad, para poder obtener respeto y beneficios
económicos, pensarse necesarias en cuanto
se tiene un hombre al lado, en cuanto se le sirve,
por lo que debe tener muy en cuenta que “una
mujer que seduce no necesita nacer con los atributos
de Marylin Monroe, su poder no es físico
sino psicológico, indirecto y astuto”5
(VARGAS, 2005). Debe generarse una idiosincrasia
fuerte que provoque una mejor definición
de mujer, de feminidad, no sólo el vestidito
bonito y la cara limpiecita, coser o cocinar.
Hubo un párrafo
en “El Laberinto de la Soledad”,
donde Octavio Paz alude a esto que hablo, y me
llamó la atención por el hecho
de ser una reflexión por parte de un hombre,
un caballero que se percata de la condición
femenina y la hace pública en un libro,
por ello, sin reserva lo anoto enseguida, a manera
de complementar lo mencionado en el párrafo
anterior.
La mujer siempre
ha sido para el hombre lo otro, su
contrario y complemento. Si una parte de nuestro
ser anhela fundirse a ella, otra, no menos imperiosamente,
la aparta y excluye. La mujer es un objeto,
alternativamente precioso o nocivo, mas siempre
diferente. Al convertirla en objeto, en ser
aparte, y al someterla a todas las deformaciones
que su interés, su vanidad, su angustia
y su mismo amor le dictan, el hombre la convierte
en instrumento. Medio para obtener el conocimiento
y el placer, vía para alcanzar la supervivencia,
la mujer es ídolo, diosa, madre, hechicera
o musa, según muestra Simone de Beauvoir,
pero jamás puede ser ella misma. De ahí
que nuestras relaciones eróticas estén
viciadas en su origen, manchadas en su raíz.
Entre la mujer y nosotros se interpone un fantasma:
el de su imagen, el de la imagen que nosotros
nos hacemos de ella y con la que ella se reviste…Nunca
es dueña de sí. Su ser se escinde
entre lo que es realmente y la imagen que ella
se hace de sí (PAZ, 1994, pg. 214).
Otra parte de
la cultura que atrapa a la mujer como mero espectáculo
para el hombre es el baile, creado, supuestamente,
para hacer lucir a la mujer, contradictoriamente,
es para ver cuan capaz es de moverse e incitar
al hombre; nosotras lo aceptamos pues es una
fuente de diversión, no hacerlo implica
no estar en onda, no pertenecer a un grupo; siendo
que no pertenecemos al grupo más importante,
al que se considera como masa amorfa y maleable,
al grupo de las mujeres. Acepto que esta situación
sería tan fácil de eliminar si
se creara conciencia, ya no tanto conocimiento.
Estos artificios,
como muchos más, son reticencias que ocasionan
resultados espurios, generan malestar a la mujer;
aquello que se veía como forma para conquistar
al hombre, en algunos casos el príncipe
azul, le engendra abusos, atrae la atención
de otros con imaginación lúbrica
que terminan por violar el espacio, cuerpo y
mente de mujeres de manera denigrante; en México
tenemos el caso concreto de Las muertas de Juárez,
término dado a conocer por Víctor
Ronquillo6,
quien crea el termino más discriminatorio,
excluyente y peyorativo para designar los asesinatos
impunes llevados a cabo, generando una ola de
mercadotecnia que hasta ahora atrae la atención
de los medios sin recabar en lo que en verdad
sucede. Es decir, al convertir un hecho como
éste en nota roja, se obtienen raiting
y ganancias, no soluciones.
Ubicarme en
una situación de violación es inimaginable,
y más la forma en que la llevan a cabo,
me son incomprensibles las razones que conducen
al hombre a realizar estos actos y llevarlos
en aumento, pues acorde a la ONU “una de
cada tres mujeres ha sido víctima de malos
tratos, obligada a entablar relaciones sexuales
o maltratada de alguna otra manera por su esposo
u otros hombres miembros de su familia, incluso
durante el embarazo”7.
¿En qué psicología puede
caber la idea de dañar de tan cruel forma
el cuerpo de mujeres y/o niñas? ¿Cómo
imaginar que tras años de lucha por insertarnos
plenamente en la sociedad patriarcal, nos vemos
atacadas continuamente y refundidas por la normatividad
que se presume defensora de toda la población?
Una de las normatividades
que debería respetarse por el simple hecho
de ser llevada a cabo legalmente, ya no tanto
el valor más importante: la ilusión
del amor, es el matrimonio; pero la insensatez
de la mente humana lleva a que ambos géneros
se culpen y se hagan infelices mutuamente. Sea
broma o realidad, durante años el ejercicio
de eliminar la validez de este acto ha conducido
a violentar a la mujer de manera psicológica,
repercutiendo una vez más en todos los
factores, sea de cualquier región. Este
espacio se ve agredido cada vez que el marido
pierde el control e insulta a su esposa, cada
vez que de pronto se le va la mano y le pega,
cada vez que una mujer es abandonada, cada vez
que no se habla con la verdad, que no se respeta
el acuerdo mutuo. Para este caso encontré
un ejemplo que queda como anillo al dedo e ilustra
la actitud que se tiene por parte del supuesto
género más fuerte.
Cuando el hombre
llegaba después de haber luchado con
todo y contra todos era lógico que sintiera
cierta necesidad de refocilar, de calentarse
y recuperar el vigor y que para ello tomara
a la mujer que más le apeteciera, por
supuesto con su correspondiente y total anuencia.
Nadie le recriminaba que una noche estuviera
con una y la siguiente con la otra. Era lo normal.
Ahh… pero cuando el hombre se hizo sedentario
y quiso asegurarse de que un hijo fuera suyo
para poder heredarle el fruto de su trabajo
tuvo que inventar el matrimonio como mecanismo
que le otorgara en exclusiva el uso de una mujer.
Craso error, pues después ellas voltearon
la sartén y fueron quienes se adjudicaron
en exclusiva la propiedad del hombre hasta que
la muerte los separara (GORDOA, 2005, Secc.
Análisis, pg. 10 A).
Esta anuencia
ya es de raigambre, se plantea que “…existió
un estadio primitivo en el cual imperaba en el
seno de la tribu el comercio sexual promiscuo,
de modo que cada mujer pertenecía igualmente
a todos los hombres y cada hombre a todas las
mujeres". Pero en:
Cualquier modelo
de familia por grupos no se sabe con certeza
quién es el padre de la criatura, pero
sí se sabe quién es la madre.
Aun cuando ésta llama hijos suyos a todos
los de la familia común y tiene deberes
maternales para con ellos, deja de distinguir
a sus propios hijos entre los demás.
Por tanto, es claro que en todas partes donde
existe el matrimonio por grupos, la descendencia
sólo puede establecerse por la línea
materna, y por consiguiente, sólo se
reconoce la línea femenina (ENGELS,
1999, pg. 225).
Esto ha conducido
a que la mujer no sea solamente un instrumento,
sino el conocimiento mismo, aquél
que condujo a Paz por el camino de la observación
de la sociedad y tras una severa reflexión
sobre lo que el hombre mexicano piensa nos plantea
que “el rajado es de poco fiar, un traidor
o un hombre de dudosa fidelidad, que cuenta los
secretos y es incapaz de afrontar los peligros
como se debe. Las mujeres son seres inferiores
porque, al entregarse, se abren. Su inferioridad
es constitucional y radica en su sexo, en su
rajada, herida que jamás cicatriza.”
(PAZ, 1994, pg. 33)
Ahora bien,
esto nos conduce por uno de los caminos más
escabrosos, donde se minimiza tremendamente a
la mujer, no sólo por el hombre sino por
grupos conservadores, debido al oficio que realizan:
satisfacer la libido masculina a cambio de una
remuneración económica suficiente
para sobrevivir, entregarse, abrirse sin
excusas; esto es la prostitución,
“ese gremio de esclavas explotado por gángsteres
a quienes la llamada buena educación otorga
todavía la eufemística denominación
de proxenetas”, personajes que las introducen
en ese ambiente bajo el uso de los factores,
antes mencionados, de la forma más vil,
valiéndose de las ilusiones de una mejor
vida, de un amor verdadero, de los ideales que
mejoren la solvencia económica; y sin
más, las apartan de todo aquello que conocen
a cambio de un ambiente de humillación
e ignominia, pues “hasta ahora, en un servicio
sexual, la única persona que se prostituía
y, en consecuencia, se humillaba, era la que
cobraba: la prostituta. El cliente, por el hecho
de pagar -más aún, santificado
por el dinero-, jamás tiene conciencia
de que se prostituye. ¿Se llama prostituto
a quien se acuesta con una prostituta? ¡Jamás!.”
(IRIGOYEN, 2005).
Como se puede
ver, la gramática tampoco ha estado del
lado de la mujer. Aunque suene absurdo la mayoría
de los términos lingüísticos
no tienen el mismo valor semántico en
la dialoga diaria, un buen ejemplo fue el anterior:
prostituto no es el término utilizado
sino gigoló, le otorgan un nivel de estatus
a la misma acción cuando es realizada
por un hombre, mientras que a la mujer la rebaja.
Otro ejemplo es el de zorro, para el hombre representa
heroísmo, magnanimidad; zorra significa
puta en el sentido más amable de la palabra.
Ahora, con el surgimiento del feminismo y la
inserción de la mujer en ámbitos
que le han permitido expresarse públicamente,
“el signo lingüístico hombre,
que en español, ingles y muchos otros
idiomas había servido de significante
a la totalidad de la especie, hoy se reserva
casi exclusivamente para designar al varón”,
(MARTÍNEZ, 2005) pero aún falta
mucho por recorrer, mucho por cambiar, mucho
para revitalizar en la lengua el código
reservado para denominar el género femenino,
la mujer.
Para revitalizar
el concepto primero habría que cuestionarnos
¿Me conozco? ¿Puedo definirme?
¿Conozco mis derechos? ¿Sé
que es el feminismo? ¿Conozco a las autoras?
¿Tiene cabida en mí esta ideología?
¿Considero importante la corriente feminista?
¿Conozco algunas organizaciones? ¿Existe
alguna fecha sobre la no violencia a la mujer?
las preguntas iniciales tienen respuesta propia,
orientadas según el contexto de cada una,
pero la última de ellas cabe aclararla,
ya que de ella pueden desprenderse acciones de
las organizaciones feministas o permitir una
mayor apertura informativa, por ello conocer
este día es tan trascendental como el
día de las madres.
El 25 de noviembre
fue declarado Día Internacional Contra
la NO Violencia hacia las mujeres en el primer
Encuentro Feminista para América Latina
y el Caribe, celebrado en Bogotá, Colombia,
en 1981. En el Encuentro las mujeres denunciaron
sistemáticamente la violencia de género,
desde agresiones domésticas a violaciones
y tortura sexual o violencia de estado. Y estaban
en el recuerdo las hermanas Mirabal, asesinadas
un 25 de noviembre de 1960 por la dictadura
de Rafael Trujillo en la República Dominicana,
donde son todo un mito al igual que en el resto
de América Latina. La propuesta hecha
por este Encuentro fue reconocida oficialmente
en 1999 por la Naciones Unidas como el Día
Internacional para la Eliminación de
la Violencia contra las mujeres (Ayuntamiento
de Granada, 2002).
El conocer estas
fechas nos deben encausar a indagar más
al respecto, a entender que cualquier comentario
que nos haga sentir mal en cualquier sentido,
que reduzcan nuestra autoestima, es un modo de
violencia, no tan radical como el abuso sexual,
pero si importante y que deja huella e impide
que la persona se acople enteramente, en un futuro,
a la sociedad.
Conocernos y
tener bien fijos nuestros principios e ideales,
darnos la oportunidad de comprender nuestras
similitudes de género a través
de la gran variedad de autoras que han dedicado
grandes esfuerzos en ello, aprovechar su esfuerzo
para insertarnos en esa cultura patriarcal, enfocar
nuestras ambiciones, sabernos motores de transformación
de nuestra realidad al defendemos en lugar de
atacarnos, reavivar nuestra imagen, hacerla común
y con propósitos afines, mostrarnos interesadas
en nosotras y después en nuestro contrario,
no olvidarnos que todos somos iguales, respetarnos
para que los demás nos respeten.
Para finalizar,
aclaro: Si, las mujeres tenemos ilusiones, pero
tenemos más ideales, tenemos ganas de
que se nos incluya en la sociedad, que se oigan
la suplicas por vivir, tenemos el ideal de ser
reconocidas por lo que hacemos y no por los rumores
de cómo conseguimos las cosas, queremos
que la historia nos reconozca como parte de ella,
sobrellevar las angustias y sobrevivir el abandono,
pero sobre todo que la definición de mujer
resurja, que tenga la importancia de sus inicios,
no quedarnos en los ínfimos triunfos pírricos
obtenidos a lo largo de la historia, sino ser
agentes de cambio.
La quintaesencia
de la mujer no radica en ser la incondicional
en los ideales del hombre, sino en satisfacer
las propias ilusiones, deseos y por qué
no, ideales; en sentirse cómoda consigo
misma, en ser fiel a sus sentimientos y necesidades,
en sentirse capaz de desarrollarse en ambientes
inimaginables. Hay que revivir la imagen
de la mujer, no aplastarla ni degradarla
como hasta ahora se ha hecho, y mucho menos de
la forma en que se ha hecho.
Notas:
1
Diosas
de la antigüedad que formaban parte importante
en la cosmovisión de aquellos pueblos
incipientes de la humanidad, que otorgaban validez
al poder creador y fuerza que la mujer tenía.
Pepe Rodríguez. Dios nació mujer.
2
El feminicidio,
entendido como el asesinato misógino de
mujeres por parte de los hombres, y como una
forma de continuo de violencia sexual. Que requiere
considerar los actos violentos y el desequilibrio
de poder entre los sexos, en las esferas política,
social y económica, como los ejes del
análisis… Es pues, en palabras de
Julia Monárrez “una manifestación
de dominio, terror y exterminio social”.
Aimée Vega Montiel. A las cosas por su
nombre: el feminicidio en Ciudad Juárez.
3
El cuerpo violado
de la mujer indígena desde la conquista
hasta nuestros idas se ha convertido en la imagen
arquetípica de la madre tierra cuyo cuerpo,
rico y prodigo, es continuamente asaltado por
los buscadores de oro de todos los tiempos. Feminismo
y Literatura Latinoamericana. Adelaida Rodríguez.
4
Su historia reciente
presenta tres acontecimientos que delinean el
marco contextual de este caso particular de feminicidio.
El primero tuvo lugar en la década de
los setenta, cuando el gobierno de la entidad
impulsó el “Programa bracero”,
con el objetivo de intensificar los flujos migratorios
a la ciudad, lo que contribuyó al rápido
crecimiento de la población en asentamientos
irregulares. En segundo lugar, la implosión
de las maquiladoras durante los años ochenta
generó la creación de importantes
fuentes de trabajo para mujeres, lo que incrementó
la población femenina en aquella ciudad.
Y en tercer lugar, la aparición, en los
años noventa, de maquiladoras automotrices,
atrajo una población principalmente masculina,
lo que agudizó el crecimiento de los asentamientos
irregulares, pero también el fortalecimiento
del narcotráfico y del comercio de armas.
Aimée Vega Montiel. A las cosas por
su nombre: el feminicidio en Ciudad Juárez.
5
Dice Robert Greene
en su libro El Arte de la Seducción.
6
Proceso y Víctor Ronquillo son
los responsables del estigma de “Las Muertas
de Juárez”… donde pudo más
el morbo que despierta el caso y su lucro, a
través de las ganancias económicas
que pudieron acarrearle a la editorial Planeta
y al autor… que revisar con detenimiento
para sustentar los hechos. Griselda Gutiérrez.
Violencia Sexista. pg. 95.
7 Noticias
Red Feminista. <http://www.redfeminista.org/Noticia.asp?ID=3008>
Referencias:
BIBLIOGRÁFICAS
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Ed. UNAM, México, 2004. pp. 166.
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· RODRÍGUEZ, Pepe. Dios nació
mujer. Ed. Punto de Lectura, España,
2002, pp. 383.
· VEGA Montiel, Aimée. A las cosas
por su nombre: el feminicidio en Ciudad Juárez.
Artículo preparado para Monografía
Instituto Catalán de Cooperación
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ELECTRÓNICAS
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de Granada: Concejalía de Igualdad de
Oportunidades. Histórico 25 de noviembre
"Día Internacional contra la Violencia
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Desde: 08/11/2002 Hasta: 27/11/2002. Última
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· ENGELS, Federico: El Origen de la
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Julio 1999. MASADA, Rafael lo llevó a
internet. <http://www.marx2mao.com>
· GUTIÉRREZ Ramírez, Jorge.
La Importancia de la Cronometría en
la imagen. <http://codice.unimayab.edu.mx/cronometria.htm>.
Enero 2005. Última revisión 1 de
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·
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Prostitutas. <http://www.redfeminista.org/Noticia.asp?ID=3005>.
EL PAÍS - 09-07-2005.
· MARTÍNEZ, Adelaida. Feminismo
y literatura latinoamericana. <http://www.gobernabilidad.cl/
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Lunes, 9 de febrero del 2004. Última revisión,
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Revisada por última vez el 18 de julio
de 2005.
· Red Estatal de Organizaciones Feministas
contra la Violencia de Género. <http://www.redfeminista.org/Noticia.asp?ID=3008>.
Revisada por última vez el 18 de julio
de 2005.
· VARGAS, Gaby <http://www.elsiglodetorreon.com.mx/
sup/siglon/05/19/05siglon1907.pdf>.. La
antiseducción: rasgos latentes. 2005.
Última revisión: 1 de agosto de
2005.
HEMEROGRÁFICAS
· GORDOA,
Víctor. "La imagen del padre".
Diario Monitor, lunes 20 de junio de
2005. Secc. Análisis, pg. 10 A.
Diana
Ivet Escorcia Ramírez
Estudiante de Ciencias de la Comunicación
del Tecnológico de
Monterrey Campus Estado de México,
México. |