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Agosto - Septiembre
2005

 

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Feminidad Desafiada
 

Por Diana Escorcia
Número 46

En tanto que los hombres tienen ideales,
las mujeres sólo tienen ilusiones

Nietzsche

La concepción de mujer tiene sus inicios en el ideario de poder que se creó desde el nacimiento de la cultura, a partir del sedentarismo, cuando el trabajo pesado le fue designado al hombre y las tareas del hogar al género femenino. Es en ese momento cuando comienza una vertiente histórica muy importante, el patriarcado, cuando los conceptos y símbolos relacionados con la procreación y fecundidad se ven relegados a un segundo plano, imaginando a los dioses como masculinos (RODRÍGUEZ, 2002, pg.225), soslayando aquella cosmogonía que sustentaba la fuerza del matriarcado, no de manera inquisitiva como habría de imponerse en un futuro la del hombre, sino como forma de creación.

A lo largo de la existencia de la humanidad la imagen de la mujer en sociedad ha sido de opresión y represión, acciones envueltas por factores causales que albergan todo un bagaje que de antaño cubre a la humanidad, entre ellos se pueden contar:

· Tradición y costumbres
· Historia
· Cultura
· Personalidad
· Educación familiar y escolar
· El ambiente contextual

Estas han sido las herramientas para circunscribir a la mujer como menor al hombre, como carente de ideales, quitándole la capacidad de raciocinio que tiene el ser humano. Han sido el instrumento para humillarla y envilecerla, para abusarla y matarla.

Con el tiempo, estos puntos se han insertado fuertemente en la mente de las mujeres conduciéndolas a reforzarlos y transmitirlos, a validarlos y construirlos como parte de un ideario social y temporal, desvirtuando de la incipiente cosmogonía a las ínclitas Isis y Hera1, remplazándolas por ideas machistas. Permaneciendo cegada por una fachada de amor falso que hacía las veces de ilusión. Así, ignoradas sus necesidades e ideales, la mujer olvidó lo que quería y lo suplió por aquello que su contrario solicitaba.

Los factores mencionados se vieron reflejados en todos los ámbitos, sobre todo en lo político, primordiales en comunidades que se encomiaban de ser democráticas e igualitarias, teniendo sus inicios en la educación y sus resquicios en la personalidad de aquellas que se han insertado en este contexto. Es aquí donde me pregunto, ¿la mujer ha logrado o puede vanagloriarse, enteramente, sobre las acciones que realiza? ¿Ha conseguido colocarse en los espacios que le han sido vedados sin necesidad de rumores? ¿Tiene clara su situación y sabe como comportarse ante ella? Dar respuesta crearía falacias, pero queda claro que las circunstancias que han rodeado el estancamiento de este género lo han llevado a la invisibilidad, a ser mero objeto, tal vez inerte, creado para la satisfacción del hombre. Párrafos anteriores avalan que el error no ha sido totalmente del hombre, la mujer ha consentido, ha fuerza de ser victimizada, que esto aumente, pues es la educadora y administradora de conductas y pensamientos de ambos géneros humanos. Ha apoyado la decisión patriarcal.

El hombre y la mujer, variedades humanas que difieren por mucho entre sí, se necesitan para subsistir y equilibrarse, pero no puede existir una fusión coherente debido a la existencia de abusos que aminoran la existencia de uno de ellos, por causas tan ilógicas como irracionales. El siguiente trabajo me ha permitido crear un esbozo de esas injusticias, me enfoco en el fallo que la sociedad ha cometido contra estos seres, por ello caeré en circunstancias acaecidas en mi contexto como ejemplificación.

Los últimos días ha donde quiera que concentro mi atención se habla de mujeres que sufren de acoso sexual, en el peor de los casos ven ultrajado no solo su cuerpo sino su dignidad y espíritu, arrancándoles lo único que las impulsaba, sus ideales e ilusiones, orillándolas a una retracción en su ser y un apartamiento de la sociedad, soslayando aquellas creencias que tenían en ésta, pues les ha fallado; ¿Por qué? porque la llamada justicia, aquella virtud que para la mujer no equivale a la liberación sino que la hunde más, están hechas por los hombres, a su conveniencia ¿cómo esperamos vernos favorecidas por ellas? ¿Cómo esperar un beneficio cuando nosotras mismas nos atamos a las reglas sociales y no buscamos alternativas comunales que nos unan y podamos generar cambios sustanciales? ¿Las clases sociales nos lo impiden? ¿La tradición? ¿Miedo? ¿Prejuicios? El atropello no cesará hasta que se cree conciencia de ello, hasta que se percate de su situación y se sepa móvil de su propia vida.

En México la situación de la mujer debe analizarse desde dos perspectivas, la citadina y la rural, la causa principal radica en la diferencia contextual que infunde distintas perspectivas en ambos casos. En primera instancia vemos la tradición, la cual se arraiga más en el campo que en la ciudad; casos concretos de ello son Chiapas Vs. Cd. Juárez, lugares que sufren de lo mismo con causas distintas, sufren de uno de los terrorismos2 más frustrantes y denigrantes, pero que no causan igual conmoción en la sociedad, por lo que no mueven a las autoridades. Esa acción tan atroz es la violación, que en el caso de Chiapas3 se funda en la Historia y las costumbres, en el caciquismo que perdura; Ciudad Juárez4 es un cúmulo de acontecimientos infaustos. A fin de cuentas “las mujeres típicamente no son noticia en tanto que se mantienen en sus espacios de encierro y tareas de reproducción social, y cuando salen no pueden más que ser responsables directas de convertirse en foco del escándalo” (GUTIÉRREZ, 2004, pg. 12). Es visible como el ultrajo se atañe a la mujer, ya sea por su vestimenta, por su caminar o por el simple hecho de atravesarse en el paso de una mente lasciva.

Ante los crecientes hechos acaecidos en Cd. Juárez, se crearon campañas que abogaban por una disminución de ellos, pero atañéndolos no al hombre, sino a la mujer, “a lo que han tendido estas campañas (las creadas por el gobernador en turno en Chihuahua, Francisco Barrios) es a poner límites a las mujeres, a su independencia y a su conducta, en las esferas pública y doméstica. Lo que rezan estos discursos es que no salgan solas ni de noche, mucho menos a fiestas, que no vistan provocativamente y que no beban alcohol. Al mismo tiempo, lanzan un llamado a los hombres para que cuiden de ellas”. (VEGA, 2005) De manera que así se comprueba la ineficacia de la justicia para con las mujeres, de cómo se le arrincona y ella misma se ve atada.

Uno de los temas que tiene que ver con todos los temas es la educación, y aquí tiene mucha incumbencia, pues como he dicho la mujer es la encargada de inculcar los preceptos que habrán de guiar las vidas de muchos hombres e influir en la mente de muchas mujeres, será la forma en como inculque valores y acciones lo que creará conductas; pero ¿cómo fueron educadas estas personas para que les pase por la mente el atacar a una mujer (o niña) de determinada forma? ¿Qué experiencias tuvo que vivir para que tuviera la necesidad de acometer en contra de la mujer? ¿Será necesidad o una patología?

La conciencia de la responsabilidad que la maternidad trae consigo, en cuanto es un acto privado que tiene consecuencias comunitarias, perfila el rostro de otras madres: aquellas que se preguntan sobre que tipo de deficiencias sociales pudieron haber convertido en instrumento de tortura y destrucción al niño gracioso y regordete que ellas amamantaron (MARTÍNEZ, 2004).

Y si nos enfocamos a la parte cultural, es difícil luchar contra las costumbres de antaño, con todo aquello que invade la mente de la mujer rural, de aquella que ha sido condenada a permanecer bajo el yugo de la tradición. Yendo a la ciudad, la mujer tampoco se diferencia mucho de la predecesora, pues igualmente desconoce los avances que a su favor se han hecho, pues las circunstancias no cambian, la agresión contra ellas es cada vez mayor, los métodos de tortura son cada vez peores y ni siquiera podemos enfrentarnos a ellos, cualquier acción que llevemos a cabo de aviso o para poner un alto nos perjudica sobremanera, siendo así que ya ni acciones de apoyo al prójimo se pueden poner en práctica, debido al miedo a verse implicado en una situación similar o peor.

Vestir con minifalda, zapatilla, escote… resumidamente lucir femenina ¿qué significa? ¿Acaso es agradar al hombre, alegrar su pupila? Las acciones que como género llevamos acabo suelen estar enfocadas a la degradación misma de la mujer, a favor de una ideología machista, no de hombre como género, sino que las mujeres encauzan su ideología hacia lo que éste requiere de ella: sensualidad, belleza, carisma, feminidad… ayudando a enclavar más esta ideología, engañándose en que es necesario estar junto a un hombre para existir, para definirse como persona ante nuestra sociedad, para poder obtener respeto y beneficios económicos, pensarse necesarias en cuanto se tiene un hombre al lado, en cuanto se le sirve, por lo que debe tener muy en cuenta que “una mujer que seduce no necesita nacer con los atributos de Marylin Monroe, su poder no es físico sino psicológico, indirecto y astuto”5 (VARGAS, 2005). Debe generarse una idiosincrasia fuerte que provoque una mejor definición de mujer, de feminidad, no sólo el vestidito bonito y la cara limpiecita, coser o cocinar.

Hubo un párrafo en “El Laberinto de la Soledad”, donde Octavio Paz alude a esto que hablo, y me llamó la atención por el hecho de ser una reflexión por parte de un hombre, un caballero que se percata de la condición femenina y la hace pública en un libro, por ello, sin reserva lo anoto enseguida, a manera de complementar lo mencionado en el párrafo anterior.

La mujer siempre ha sido para el hombre lo otro, su contrario y complemento. Si una parte de nuestro ser anhela fundirse a ella, otra, no menos imperiosamente, la aparta y excluye. La mujer es un objeto, alternativamente precioso o nocivo, mas siempre diferente. Al convertirla en objeto, en ser aparte, y al someterla a todas las deformaciones que su interés, su vanidad, su angustia y su mismo amor le dictan, el hombre la convierte en instrumento. Medio para obtener el conocimiento y el placer, vía para alcanzar la supervivencia, la mujer es ídolo, diosa, madre, hechicera o musa, según muestra Simone de Beauvoir, pero jamás puede ser ella misma. De ahí que nuestras relaciones eróticas estén viciadas en su origen, manchadas en su raíz. Entre la mujer y nosotros se interpone un fantasma: el de su imagen, el de la imagen que nosotros nos hacemos de ella y con la que ella se reviste…Nunca es dueña de sí. Su ser se escinde entre lo que es realmente y la imagen que ella se hace de sí (PAZ, 1994, pg. 214).

Otra parte de la cultura que atrapa a la mujer como mero espectáculo para el hombre es el baile, creado, supuestamente, para hacer lucir a la mujer, contradictoriamente, es para ver cuan capaz es de moverse e incitar al hombre; nosotras lo aceptamos pues es una fuente de diversión, no hacerlo implica no estar en onda, no pertenecer a un grupo; siendo que no pertenecemos al grupo más importante, al que se considera como masa amorfa y maleable, al grupo de las mujeres. Acepto que esta situación sería tan fácil de eliminar si se creara conciencia, ya no tanto conocimiento.

Estos artificios, como muchos más, son reticencias que ocasionan resultados espurios, generan malestar a la mujer; aquello que se veía como forma para conquistar al hombre, en algunos casos el príncipe azul, le engendra abusos, atrae la atención de otros con imaginación lúbrica que terminan por violar el espacio, cuerpo y mente de mujeres de manera denigrante; en México tenemos el caso concreto de Las muertas de Juárez, término dado a conocer por Víctor Ronquillo6, quien crea el termino más discriminatorio, excluyente y peyorativo para designar los asesinatos impunes llevados a cabo, generando una ola de mercadotecnia que hasta ahora atrae la atención de los medios sin recabar en lo que en verdad sucede. Es decir, al convertir un hecho como éste en nota roja, se obtienen raiting y ganancias, no soluciones.

Ubicarme en una situación de violación es inimaginable, y más la forma en que la llevan a cabo, me son incomprensibles las razones que conducen al hombre a realizar estos actos y llevarlos en aumento, pues acorde a la ONU “una de cada tres mujeres ha sido víctima de malos tratos, obligada a entablar relaciones sexuales o maltratada de alguna otra manera por su esposo u otros hombres miembros de su familia, incluso durante el embarazo”7. ¿En qué psicología puede caber la idea de dañar de tan cruel forma el cuerpo de mujeres y/o niñas? ¿Cómo imaginar que tras años de lucha por insertarnos plenamente en la sociedad patriarcal, nos vemos atacadas continuamente y refundidas por la normatividad que se presume defensora de toda la población?

Una de las normatividades que debería respetarse por el simple hecho de ser llevada a cabo legalmente, ya no tanto el valor más importante: la ilusión del amor, es el matrimonio; pero la insensatez de la mente humana lleva a que ambos géneros se culpen y se hagan infelices mutuamente. Sea broma o realidad, durante años el ejercicio de eliminar la validez de este acto ha conducido a violentar a la mujer de manera psicológica, repercutiendo una vez más en todos los factores, sea de cualquier región. Este espacio se ve agredido cada vez que el marido pierde el control e insulta a su esposa, cada vez que de pronto se le va la mano y le pega, cada vez que una mujer es abandonada, cada vez que no se habla con la verdad, que no se respeta el acuerdo mutuo. Para este caso encontré un ejemplo que queda como anillo al dedo e ilustra la actitud que se tiene por parte del supuesto género más fuerte.

Cuando el hombre llegaba después de haber luchado con todo y contra todos era lógico que sintiera cierta necesidad de refocilar, de calentarse y recuperar el vigor y que para ello tomara a la mujer que más le apeteciera, por supuesto con su correspondiente y total anuencia. Nadie le recriminaba que una noche estuviera con una y la siguiente con la otra. Era lo normal. Ahh… pero cuando el hombre se hizo sedentario y quiso asegurarse de que un hijo fuera suyo para poder heredarle el fruto de su trabajo tuvo que inventar el matrimonio como mecanismo que le otorgara en exclusiva el uso de una mujer. Craso error, pues después ellas voltearon la sartén y fueron quienes se adjudicaron en exclusiva la propiedad del hombre hasta que la muerte los separara (GORDOA, 2005, Secc. Análisis, pg. 10 A).

Esta anuencia ya es de raigambre, se plantea que “…existió un estadio primitivo en el cual imperaba en el seno de la tribu el comercio sexual promiscuo, de modo que cada mujer pertenecía igualmente a todos los hombres y cada hombre a todas las mujeres". Pero en:

Cualquier modelo de familia por grupos no se sabe con certeza quién es el padre de la criatura, pero sí se sabe quién es la madre. Aun cuando ésta llama hijos suyos a todos los de la familia común y tiene deberes maternales para con ellos, deja de distinguir a sus propios hijos entre los demás. Por tanto, es claro que en todas partes donde existe el matrimonio por grupos, la descendencia sólo puede establecerse por la línea materna, y por consiguiente, sólo se reconoce la línea femenina (ENGELS, 1999, pg. 225).

Esto ha conducido a que la mujer no sea solamente un instrumento, sino el conocimiento mismo, aquél que condujo a Paz por el camino de la observación de la sociedad y tras una severa reflexión sobre lo que el hombre mexicano piensa nos plantea que “el rajado es de poco fiar, un traidor o un hombre de dudosa fidelidad, que cuenta los secretos y es incapaz de afrontar los peligros como se debe. Las mujeres son seres inferiores porque, al entregarse, se abren. Su inferioridad es constitucional y radica en su sexo, en su rajada, herida que jamás cicatriza.” (PAZ, 1994, pg. 33)

Ahora bien, esto nos conduce por uno de los caminos más escabrosos, donde se minimiza tremendamente a la mujer, no sólo por el hombre sino por grupos conservadores, debido al oficio que realizan: satisfacer la libido masculina a cambio de una remuneración económica suficiente para sobrevivir, entregarse, abrirse sin excusas; esto es la prostitución, “ese gremio de esclavas explotado por gángsteres a quienes la llamada buena educación otorga todavía la eufemística denominación de proxenetas”, personajes que las introducen en ese ambiente bajo el uso de los factores, antes mencionados, de la forma más vil, valiéndose de las ilusiones de una mejor vida, de un amor verdadero, de los ideales que mejoren la solvencia económica; y sin más, las apartan de todo aquello que conocen a cambio de un ambiente de humillación e ignominia, pues “hasta ahora, en un servicio sexual, la única persona que se prostituía y, en consecuencia, se humillaba, era la que cobraba: la prostituta. El cliente, por el hecho de pagar -más aún, santificado por el dinero-, jamás tiene conciencia de que se prostituye. ¿Se llama prostituto a quien se acuesta con una prostituta? ¡Jamás!.” (IRIGOYEN, 2005).

Como se puede ver, la gramática tampoco ha estado del lado de la mujer. Aunque suene absurdo la mayoría de los términos lingüísticos no tienen el mismo valor semántico en la dialoga diaria, un buen ejemplo fue el anterior: prostituto no es el término utilizado sino gigoló, le otorgan un nivel de estatus a la misma acción cuando es realizada por un hombre, mientras que a la mujer la rebaja. Otro ejemplo es el de zorro, para el hombre representa heroísmo, magnanimidad; zorra significa puta en el sentido más amable de la palabra. Ahora, con el surgimiento del feminismo y la inserción de la mujer en ámbitos que le han permitido expresarse públicamente, “el signo lingüístico hombre, que en español, ingles y muchos otros idiomas había servido de significante a la totalidad de la especie, hoy se reserva casi exclusivamente para designar al varón”, (MARTÍNEZ, 2005) pero aún falta mucho por recorrer, mucho por cambiar, mucho para revitalizar en la lengua el código reservado para denominar el género femenino, la mujer.

Para revitalizar el concepto primero habría que cuestionarnos ¿Me conozco? ¿Puedo definirme? ¿Conozco mis derechos? ¿Sé que es el feminismo? ¿Conozco a las autoras? ¿Tiene cabida en mí esta ideología? ¿Considero importante la corriente feminista? ¿Conozco algunas organizaciones? ¿Existe alguna fecha sobre la no violencia a la mujer? las preguntas iniciales tienen respuesta propia, orientadas según el contexto de cada una, pero la última de ellas cabe aclararla, ya que de ella pueden desprenderse acciones de las organizaciones feministas o permitir una mayor apertura informativa, por ello conocer este día es tan trascendental como el día de las madres.

El 25 de noviembre fue declarado Día Internacional Contra la NO Violencia hacia las mujeres en el primer Encuentro Feminista para América Latina y el Caribe, celebrado en Bogotá, Colombia, en 1981. En el Encuentro las mujeres denunciaron sistemáticamente la violencia de género, desde agresiones domésticas a violaciones y tortura sexual o violencia de estado. Y estaban en el recuerdo las hermanas Mirabal, asesinadas un 25 de noviembre de 1960 por la dictadura de Rafael Trujillo en la República Dominicana, donde son todo un mito al igual que en el resto de América Latina. La propuesta hecha por este Encuentro fue reconocida oficialmente en 1999 por la Naciones Unidas como el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las mujeres (Ayuntamiento de Granada, 2002).

El conocer estas fechas nos deben encausar a indagar más al respecto, a entender que cualquier comentario que nos haga sentir mal en cualquier sentido, que reduzcan nuestra autoestima, es un modo de violencia, no tan radical como el abuso sexual, pero si importante y que deja huella e impide que la persona se acople enteramente, en un futuro, a la sociedad.

Conocernos y tener bien fijos nuestros principios e ideales, darnos la oportunidad de comprender nuestras similitudes de género a través de la gran variedad de autoras que han dedicado grandes esfuerzos en ello, aprovechar su esfuerzo para insertarnos en esa cultura patriarcal, enfocar nuestras ambiciones, sabernos motores de transformación de nuestra realidad al defendemos en lugar de atacarnos, reavivar nuestra imagen, hacerla común y con propósitos afines, mostrarnos interesadas en nosotras y después en nuestro contrario, no olvidarnos que todos somos iguales, respetarnos para que los demás nos respeten.

Para finalizar, aclaro: Si, las mujeres tenemos ilusiones, pero tenemos más ideales, tenemos ganas de que se nos incluya en la sociedad, que se oigan la suplicas por vivir, tenemos el ideal de ser reconocidas por lo que hacemos y no por los rumores de cómo conseguimos las cosas, queremos que la historia nos reconozca como parte de ella, sobrellevar las angustias y sobrevivir el abandono, pero sobre todo que la definición de mujer resurja, que tenga la importancia de sus inicios, no quedarnos en los ínfimos triunfos pírricos obtenidos a lo largo de la historia, sino ser agentes de cambio.

La quintaesencia de la mujer no radica en ser la incondicional en los ideales del hombre, sino en satisfacer las propias ilusiones, deseos y por qué no, ideales; en sentirse cómoda consigo misma, en ser fiel a sus sentimientos y necesidades, en sentirse capaz de desarrollarse en ambientes inimaginables. Hay que revivir la imagen de la mujer, no aplastarla ni degradarla como hasta ahora se ha hecho, y mucho menos de la forma en que se ha hecho.


Notas:

1 Diosas de la antigüedad que formaban parte importante en la cosmovisión de aquellos pueblos incipientes de la humanidad, que otorgaban validez al poder creador y fuerza que la mujer tenía. Pepe Rodríguez. Dios nació mujer.
2 El feminicidio, entendido como el asesinato misógino de mujeres por parte de los hombres, y como una forma de continuo de violencia sexual. Que requiere considerar los actos violentos y el desequilibrio de poder entre los sexos, en las esferas política, social y económica, como los ejes del análisis… Es pues, en palabras de Julia Monárrez “una manifestación de dominio, terror y exterminio social”. Aimée Vega Montiel. A las cosas por su nombre: el feminicidio en Ciudad Juárez.
3 El cuerpo violado de la mujer indígena desde la conquista hasta nuestros idas se ha convertido en la imagen arquetípica de la madre tierra cuyo cuerpo, rico y prodigo, es continuamente asaltado por los buscadores de oro de todos los tiempos. Feminismo y Literatura Latinoamericana. Adelaida Rodríguez.
4 Su historia reciente presenta tres acontecimientos que delinean el marco contextual de este caso particular de feminicidio. El primero tuvo lugar en la década de los setenta, cuando el gobierno de la entidad impulsó el “Programa bracero”, con el objetivo de intensificar los flujos migratorios a la ciudad, lo que contribuyó al rápido crecimiento de la población en asentamientos irregulares. En segundo lugar, la implosión de las maquiladoras durante los años ochenta generó la creación de importantes fuentes de trabajo para mujeres, lo que incrementó la población femenina en aquella ciudad. Y en tercer lugar, la aparición, en los años noventa, de maquiladoras automotrices, atrajo una población principalmente masculina, lo que agudizó el crecimiento de los asentamientos irregulares, pero también el fortalecimiento del narcotráfico y del comercio de armas. Aimée Vega Montiel. A las cosas por su nombre: el feminicidio en Ciudad Juárez.
5 Dice Robert Greene en su libro El Arte de la Seducción.
6 Proceso y Víctor Ronquillo son los responsables del estigma de “Las Muertas de Juárez”… donde pudo más el morbo que despierta el caso y su lucro, a través de las ganancias económicas que pudieron acarrearle a la editorial Planeta y al autor… que revisar con detenimiento para sustentar los hechos. Griselda Gutiérrez. Violencia Sexista. pg. 95.
7 Noticias Red Feminista. <http://www.redfeminista.org/Noticia.asp?ID=3008>


Referencias:

BIBLIOGRÁFICAS

· GUTIÉRREZ Castañeda, Griselda. Violencia Sexista. Ed. UNAM, México, 2004. pp. 166.
· PAZ, Octavio. El laberinto de la Soledad. Fondo de Cultura Económica, México, 1994. pp 351.
· RODRÍGUEZ, Pepe. Dios nació mujer. Ed. Punto de Lectura, España, 2002, pp. 383.
· VEGA Montiel, Aimée. A las cosas por su nombre: el feminicidio en Ciudad Juárez. Artículo preparado para Monografía Instituto Catalán de Cooperación Iberoamericana (ICCI), No. 1, Enero de 2005.

ELECTRÓNICAS

· Ayuntamiento de Granada: Concejalía de Igualdad de Oportunidades. Histórico 25 de noviembre "Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres". <http://www.granada.org/inet/wmujer.nsf>/. Desde: 08/11/2002 Hasta: 27/11/2002. Última revisión, 18 de julio de 2005.
· ENGELS, Federico: El Origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Julio 1999. MASADA, Rafael lo llevó a internet. <http://www.marx2mao.com>
· GUTIÉRREZ Ramírez, Jorge. La Importancia de la Cronometría en la imagen. <http://codice.unimayab.edu.mx/cronometria.htm>. Enero 2005. Última revisión 1 de agosto de 2005.
· IRIGOYEN, Ramón. Red Estatal de Organizaciones Feministas contra la Violencia de Género. Prostitutas. <http://www.redfeminista.org/Noticia.asp?ID=3005>. EL PAÍS - 09-07-2005.
· MARTÍNEZ, Adelaida. Feminismo y literatura latinoamericana. <http://www.gobernabilidad.cl/
modules.php?name=News&file=article&sid=454
>. Lunes, 9 de febrero del 2004. Última revisión, 1 de agosto de 2005.
Revisada por última vez el 18 de julio de 2005.
· Red Estatal de Organizaciones Feministas contra la Violencia de Género. <http://www.redfeminista.org/Noticia.asp?ID=3008>. Revisada por última vez el 18 de julio de 2005.
· VARGAS, Gaby <http://www.elsiglodetorreon.com.mx/
sup/siglon/05/19/05siglon1907.pdf
>.. La antiseducción: rasgos latentes. 2005. Última revisión: 1 de agosto de 2005.

HEMEROGRÁFICAS

· GORDOA, Víctor. "La imagen del padre". Diario Monitor, lunes 20 de junio de 2005. Secc. Análisis, pg. 10 A.


Diana Ivet Escorcia Ramírez
Estudiante de Ciencias de la Comunicación del Tecnológico de Monterrey Campus Estado de México, México.