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Por Alejandro Ocampo
Número
46
Con
la edición número 46 damos paso
a la segunda parte de este 2005. Es el momento
de hacer una profunda reflexión acerca
de las metas que nos trazamos para este año
y si las hemos cumplido, así como las
perspectivas de que aún están en
proceso. A estas alturas del año estamos
todavía en posibilidad no sólo
de cerrar nuestros objetivos, sino de alcanzar
algunos otros más y, por qué no,
de trabajar algunos que creíamos perdidos.
Mientras en
México se definen las ‘reglas’
de lo que será la contienda electoral
más reñida, comentada y hasta polémica
de todos los tiempos, en el resto de América
Latina suceden cosas que merecen la atención
de nuestra comunidad: la puesta en marcha de
Telesur. Con financiamiento argentino, cubano,
uruguayo y venezolano, Telesur representa una
oportunidad histórica y detenta una posibilidad
que rara vez se volverá a tener, una canal
de expresión genuinamente propio y abierto.
Si bien a estas
alturas las viejas teorías de imperialismo
cultural se ven más bien lejanas y superadas
por la realidad y por las aportaciones teóricas
recientes en materia de teoría de la comunicación,
Telesur puede convertirse en ese ente que sabe
jugar con las reglas actuales, pero tiene muy
claras sus metas, no se vende ni se acomoda al
mejor postor. Extender una mirada reflexiva acerca
de nuestra América Latina, aprender a
conocernos a nosotros mismos y generar un espacio
de expresión auténtico y crítico
son hoy posibilidades de esta empresa. Sin embargo,
también son posibilidades el volverse
un canal cerrado, reaccionario, criticón
y conformista.
Lo importante
pues, es que el primer gran paso se ha dado,
el siguiente, el que definirá el propio
futuro del proyecto, es el que se verá
en las próximas semanas, porque no será
opción repetir anquilosados discursos
de horas, sino presentar y proponer un punto
de vista distinto, un punto de vista desde nosotros.
He ahí el reto de Telesur, el respeto
vendrá con trabajo y, sobre todo, creatividad,
porque de modelos probados y fórmulas
predecibles, ya tenemos de sobra con las actuales
¿propuestas?
En fin, será
interesante seguir de cerca el desenvolvimiento
de este proyecto. Por otra parte, les presentamos
el número 46, se trata de una edición
tan recomendable como pertinente. La doctora
Maricruz Castro, profesora del Tec de Monterrey
Campus Toluca, se dio a la tarea de reunir a
un destacado grupo de especialistas en análisis
y crítica cinematográfica para
entablar una sana discusión sobre el cine
y sus discursos. Desde el western hasta el nuevo
cine latinoamericano, el estudio de este grupo
de investigadores extiende una mirada amplia
y muy aguda acerca de los discursos, historias
y lenguaje cinematográfico en cada una
de las cintas. Se trata de una colección
de textos recomendable no sólo por su
temática, sino por su nivel de profundidad
y análisis. Un agradecimiento muy especial
a Maricruz por su dedicación, entrega
y entusiasmo.
Finalmente,
los dejo con la cita de un entrañable
ser humano, auténtico, defensor del hombre
y quien fincara las bases de muchos de los derechos
que hoy en día tenemos y pese a todo,
nunca dejo de creer en la bondad natural del
hombre, misma que había que fortalecer
con la educación. Se trata de una reflexión
para nosotros, docentes ya no de niños,
sino de jóvenes, pero que al fin y al
cabo seguimos el camino de la enseñanza:
En el orden
natural, por ser todos los hombres iguales,
su vocación común es el estado
de hombre, y quien está bien educado
para ése no puede cumplir mal los que
se relacionan con él. Poco me importa
que destinen a mi alumno a la espada, a la Iglesia
o a los tribunales. Antes que la vocación
de los padres, la naturaleza lo llama a la vida
humana. Vivir es el oficio que quiero enseñarle.
Lo admito, al salir de mis manos no será
ni magistrado, ni soldado, ni sacerdote: será
ante todo hombre; todo lo que un hombre debe
ser sabrá serlo, llegado el caso, tan
bien como cualquier otro, y por más que
la fortuna le haga cambiar de puesto, estará
siempre en el suyo. (Rousseau, J.J., 2003, Emilio,
o de la educación. Madrid: Alianza)
Buena lectura
y un abrazo.
Alejandro
Ocampo
Director
de Razón y Palabra. |