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Por Gabriel Velázquez
Número
47
Liminar
Roberto vive en la Ciudad de México y
se dirige al banco más cercano de su casa
mientras que Fátima, originaria de Lisboa,
vive en Madrid. Ambos realizarán cuatro
actividades distintas. Roberto está a
punto de cambiar un cheque y Fátima tomará
el metro que la llevará a su trabajo en
el centro de la ciudad. Cada actividad la realizarán
a través de operaciones que parecen ser
muy similares entre sí, pero no los son,
al menos no tanto. Roberto adjuntó al
cheque firmado por el dorso su credencial
de elector, anticipándose a que la
cajera del banco se la pidiera. Un día
antes, domingo de elecciones federales, Roberto
usó la misma credencial para elegir a
su representante para la Cámara de Diputados.
Fátima ya no sale de su casa sin su carnet
de identificación. “Es algo reciente
que lo pidan tanto” –señala.
Aquel día por descuido no lo traía
consigo y al solicitárselo la consignaron.
No fue grave, una vez demostrado quién
era retomó camino a su trabajo y no pasó
que le llamaran la atención por la tardanza.
Pero desde la tragedia en la estación
de Atocha, ella siente que últimamente
se lo piden mucho.
Existe un comportamiento
que en tanto metonímico desplaza la identidad
por la identificación, pero que en tal
proceso también posibilita una interfase
entre ambas. El debate está instalado
en varias disciplinas que por lo pronto señalaré
los fenómenos y problemas circundantes
a estas formas de representar identidad 1.
Conviene empezar desde las partes y funciones
que estas credenciales o carnets de identidad
estan hechos.
Partiendo de
su de-fragmentación los mecanismos que
se accionan son contenidos tanto intrínsecos
como extrínsecos. Estos últimos
nada tienen que ver con que no estén presentes
de forma tangible en el documento ya que son
los que generan las dinámicas socio-institucionales
que a continuación describiré.
Estas dinámicas presentan una doble paradoja.
Por un lado su multidimensionalidad institucional
es decir, para lo que fueron creados originalmente
sin importar si ello sigue siéndolo. Por
otro lado su multifuncionalidad esto es, cada
documento tiene varios dispositivos con funciones
diversas. Pero son justo éstos dispositivos
los que con el devenir provocan su mutación
dimensional de usos, por ejemplo el que exista
un documento de Estado originalmente pensado
para votar en tanto que presenta ciertos elementos
de quien la porta la facilita cual identificación
personal de ahí que cual documento oficial
sea suficientemente como para acreditar a la
persona y pueda así realizar ciertas operaciones
bancarias. Así como lo acabo de enunciar,
ésta presenta una contradicción
que más adelante referiré. Por
ello que es importante revisar tanto sus dimensiones
las cuales llamaré usos-orígenes
es decir, los usos originales para los que éstas
fueron creadas, como los dispositivos funcionales.
I.- Identificación
personal refiere al documento creado originalmente
para demostrar que el portador es identificable
a través de éste, más allá
de sí mismo y a pesar de si mismo. En
ocasiones el documento puede preceder al individuo
en cuestión y hasta es posible que alguien
más porte dicho documento. Los dispositivos
característicos de un documento así
son de tres tipos contenidos intrínsecos
icónicos, escritos y para-gráficos.
Los contenidos intrínsecos-icónicos
no exclusivos de una identificación personal
y que caracteriza a casi todos estos documentos
es la foto del individuo en cuestión.
También es contenido intrínseco-escrito
cuando tiene por rasgo invariable y especifico
aquella información explícita que
a través de datos presentados de manera
legible e intelegible por la cultura que contextua
el mismo lenguaje de la sociedad que la produce.
Este tipo de contenidos son datos que varían
en función de su pertinencia que van en
función de cierto tipos de información
escrita que denominaré identificadores.
Para el documento “identificación”
basta con mencionar al identificador personal
que es el que alude sólo y directamente
a la persona en cuestión y cuya información
varía, pero de base contiene el nombre
completo, el alias y según el caso puede
contener el domicilio, el sexo y la edad. La
huella digital es un contenido que varía
en su catalogación. Se le puede pensar
icono y si es la única manera de rubricar
a un individuo puede también ser considerado
escritura. Como ha sido la manera de identificar
en tanto impresión bio-gráfica
es decir, una rasgo bio-fenotípico irrepetible
a la huella la catalogaría como una para-grafía
que le adiciona la tercer forma de identificación
gráfica. Una para-grafía puede
igualmente considerársele a la firma en
tanto diseño de representación
escrita del individuo. Es decir, si la escritura
como tal ya es una forma de simbolizar, la firma
es una elección que el individuo realiza.
Diseñar y designar resultan de la misma
raíz latina. La firma es una forma arbitraria
de escritura que representa la escritura del
nombre del individuo portador del documento.
En otras palabras es una representación
de la representación escrita. No por ello
quedo de acuerdo del todo de dejar a la firma
cual para-grafía. En síntesis la
firma, el nombre impreso, la huella digital y
la foto serán los dispositivos básico
de una identificación personal, que no
por básicos ontonomásicos.
II.- La tarjeta
de membresía resulta de dos aspectos institucionales,
pertenencia y grupo. Son dos dinámicas
sociales que caracterizan a la identidad. Una
membresía identifica, pero no necesariamente
una identidad genera membresía y aun no
he empezado a referir sólo a las tarjetas.
Son estas fronteras indelebles que junto con
el hecho de que los patrones de identidad que
en un contexto dado podrían ser ancestrales,
tradicionales, y/o de algún sistema cultural
diferenciado, que al empezar a diluirse ante
la inseguridad generada por la recurrencia de
creer en el supuesto formalismo que las instituciones
otorgan hace que se pierdan tales mecanismos.
Es decir, formas de identidad y membresía
probablemente depositadas en la oralidad están
siendo desplazadas por formas de institucionalidad.
Luego entonces identidad y membresía no
se circunscriben sólo a lo ancestral,
tradicional y/o cultural-diferenciado. De ahí
que si pertenencia a un grupo resulta de patrones
culturales que lo legitiman como tal, como perteneciente
a un grupo, desde el formalismo institucional
estos dictan los requisitos de pertenencia a
priori a la pertenencia misma: las formas devienen
en juntar requisitos para adquirirla, en comprar
la pertenencia, la membresía y por ende
la identidad. Entonces una vez formada un emergente
grupo identitario, surgen los formas para instrumentarla,
entre éstas la tarjeta de membresía.
En la tarjeta de membresía es posible
que aparezcan los mismos dispositivos que en
la tarjeta de identificación personal,
los mismos contenidos intrínsecos básicos.
Si la tarjeta está originalmente diseñada
y designada para representar membresía
obliga a que aparezcan además del identificador
personal, otros contenidos más de este
tipo. También habrá un identificador
de status. Ello hace que por grupo no me refiere
a una cultura diferenciada sino puede ser cualquier
forma instituida como la educación escolarizada.
En ese caso el identificador de status refiere
la naturaleza institucional de dicho individuo
por ejemplo, su función que justifica
tanto su desempeño, como la tarjeta que
así lo describe. En este identificador
puede estar incluida la caducidad de la tarjeta
o del mismo desempeño. Posteriormente
está el identificador institucional
que informa explícitamente sobre
la institución, la agrupación a
la que obedece dicha membresía y que quedaría
respaldada en dicho documento. Dependiendo del
tipo credencial, no necesariamente están
presentes todos los tipos de identificadores,
incluso puede haber casos no frecuentes en donde
el identificador personal no aparezca pero es
más frecuente que se omita el identificador
operacional que es el cuarto y último
de los tipos de identificadores. Éste
informa sobre usos, aplicaciones y procedimientos
que se podrán ejecutar a través
y con ésta. No exclusivo para una tarjeta
de membresía pero que podrían ser
característicos de ésta, están
otras formas de contenidos intrínsecos
icónicos. Este puede ser un logotipo institucional.
Si la tarjeta funciona para identificar al individuo,
éste icono sólo implica aval institucional.
Si otorga membresía es a su vez una imagen
que representa a la forma institucional de pertenencia.
En ese sentido ya no basta la firma del portador
sino firmas de autoridades de tal institución
catalogables cuales para-grafías.
III.- Como tarjeta
de activación refiero al documento creado
como un medio no sólo de acceso a información
sino también que al emplear activa, interacciona,
dinamiza dicha información. He estado
refiriéndome a los contenidos intrínsecos
escritos desde hace dos tipos de estas tarjetas.
Aquí importa enfatizar que un contenido
intrínseco-escrito lo es cuando
tiene por rasgo invariable y específico,
aquella información explícita que
a través de datos presentados de manera
legible e intelegible por la cultura que contextua
al lenguaje de la sociedad que produce una tarjeta
dada sin importar su tipo. Sin embargo esto no
siempre es así. Hay un tipo de contenido
escrito cuya información es a veces legible,
inintelegible o cuasi-inintelegible. Ésta
aparece generalmente foliada, representada en
claves alfa-numéricas y/o de naturaleza
intrínsecamente institucional. Son cuasi-inintelegibles
o cuasi-intelegibles cuando a pesar de que se
conoce el tipo de clave, no para qué son
por ejemplo, el número de empleado. En
este caso ello hace que no quede circunscrito
sólo a la tarjeta misma sino a una instancia
cuyo marco está fuera de ella y con mayor
importancia como una lista de nómina.
Una clave así permite saber de qué
trata pero no porqué es así ni
porqué a tal sujeto le corresponde tal
clave haciendo de ello una información
escrita parcialmente intelegible. La información
que es completamente inintelegible puede ser
escrita o no. Bien puede ser para-gráfica
en dado caso está configurado por
dos pares de variables: críptico-no
críptico y evidente-no evidente.
Como tales son ejes vectoriales constantemente
en intersección haciendo que lo que resulte
de esos cruces no sea fijo y delimitado en tanto
combinaciones no estrictas en su circunscripción.
Los conceptos posibles emergen sólo cuando
cada extremo entra en combinación con
cualquier extremo del eje vecino. Entonces sólo
hay cuatro juegos conceptuales posibles:
|
críptico |
|
|
^
| |
|
evidente |
<-> |
no-evidente |
|
|
V |
|
|
no-críptico |
|
Empiezo con
el no-críptico/evidente, que
se presenta en forma simple pero sólo
así se presenta, no siendo por ello de
naturaleza simple. Está justo en la frontera
con el resto de las grafías o datos de
información escrita como aquellas claves
alfa-numéricas ya referidas en donde uno
puede saber qué son sin saber porqué
son así. De entre los evidentes también
puede ser considerada así la huella digital
y la firma. Puede que una tarjeta carezca de
firmas que tenga la del individuo en cuestión
o incluso otra u otras más que son lo
que avalan institucionalidad dándole cierta
autenticidad. La huella digital en cambio no
necesariamente puede serlo salvo cuando funge
como signatura o en tanto que sea identificación
personal. Salvo por posteriores debates parto
del sesgo verosímil que alude que acceder
a cualquier credencial se requiere mínimo
del sentido de la vista así como de habilidades
básicas alfabéticas es decir, de
lecto-escritura. Más allá de tales
habilidades entran otras variables cuyas formas
gráficas hacen de los contenidos escritos
y los vectores para-gráfico si bien algo
visible en tanto evidente, no siempre intelegible
o al menos difícil de acceder por más
que se emplee de un lenguaje occidental y legible,
haciendo insuficiente el saber leer-escribir.
Aquí entra el vector críptico/evidente,
aquel que estando de manera visible en la credencial
requiere de una forma técnica o tecnológica
para de-codificar su lectura o su registro es
decir, requiere de un “aparato” poco
más elaborado que el mero acceso visual
y la lectura. En su versión más
básica estos no necesitan estar manufacturados
con alta tecnología basta con que sólo
ciertos individuos sepan de un código
presente que aunque evidente, no lo sea a veces
ni siquiera para el portador de la misma o que
pese a serlo no lo sea del dominio público.
Ello lo haría parcialmente críptico.
Este puede ser un símbolo por ejemplo
de expiración que no esté manufacturado
intrínsecamente en la credencial y/o que
implique estarlo renovando constantemente, o
algo que si sea intrínseco pero sólo
para ser intelegido por unos cuantos, llámese
un signo, una señalización como
los hologramas láser que además
fungen como forma de autenticidad. Puede ser
que a través de algo tan rudimentario
como una firma o huella digital le dé
un reconocimiento haciendo a la tarjeta relevante
al menos para algunos que así la reconocieran
dependiendo de su contexto institucional. Pero
así como está posibilitado su acceso
sin un muy elaborado medio tecnológico
también están los que si lo requieren.
Para tal efecto el contenido críptico-evidente
deberá estar a su vez elaborado con una
tecnología que permite una lectura similar.
Es el caso de códigos de barras. Cuando
estos no tienen presentes su numeración
son visibles pero no así legibles y requieren
de un aparato electrónico o magnético
que haga las veces de tal ejercicio de lectura.
Tampoco lo es para la cinta magnética
ni para el chip. Estos son la “frontera”
entre el anterior vector y el siguiente, el críptico/no-evidente.
Se sabe que ahí hay algo oculto pero no
se sabe qué es y además requiere
del mismo aparato con el mismo nivel de alta
tecnología para su registro el cual y
por lo tanto no es social ni humano e implica
un acceso a una base de datos es decir, una forma
activadora de información: una práctica
de meta-validación tecno-mecánico
institucional. Algunos íconos pueden formar
parte de este tipo de grafía como posibilidad
críptico/no-evidente. Estos fungen como
esos sellos de agua de los billetes, están
casi ocultos o completamente ocultos y que como
los hologramas impresos en láser sirven
para dar autenticidad al documento y posibilitan
una lectura de naturaleza electrónica.
Muy rara vez existen formas escritas insertas
con información fácilmente legible
pero que simultánea y paradójicamente
no sean evidentes para la vista humana es decir
formas que sean no-crípticas/no-evidentes.
IV.- La credencial
elijo dejarla para el final por que la considero
la más polémica en su uso, en su
representación, en sus funciones y resultados
respecto a sus usos originales. Es a su vez la
que podría implicar un tránsito
entre las anteriores. Llamarla credencial
remite sólo a usarla para representar
credibilidad, una manera de dar crédito
sin importar lo que acredite. Aquí
entra un tipo de contenido que si bien está
presente no es tan evidente como los otros en
tanto producto de la conjunción de todos
o casi todos los identificadores. Es una suerte
de meta-identificador no explicitado
como tal pero que resulta de la configuración
de los tres primeros identificadores. Es un
meta-identificador crediticio. Es la información
que en combinación con los otros identificadores
dan por resultado credibilidad, acreditan
es decir, hacen de cualquier tarjeta de esta
índole una credencial en donde
tener crédito no es sólo tener
solvencia ni que esa solvencia sea sólo
financiera.
Si entonces, es posible que una tarjeta puede
ser identificación personal, demostrar
membresía, activar información
y dar credibilidad luego entonces se entorpece
referirla a partir de un sólo rubro como
a veces suele ser la credencial. Sugiero que
para fines de debate se le re-semantice buscando
una manera de nombrarla en donde cubra la totalidad
de sus dimensiones. Para ello conviene remitirnos
que en todas sus operaciones, una tarjeta así
es apenas una unidad más dentro de complejo
proceso informático cual artífice
comunicativo. Es decir, no sólo puede
poseer cuatro naturalezas o ecologías
en cuanto a sus dimensiones, sino además
operaciones resultantes de sus varios dispositivos,
y aún más, emerger como parte de
un proceso mayor. Por ello decido llamarla sistema
tarjeta-carnet para poder así dar
cuenta de su complejidad y de lo multifacético
de su observación científica que
por lo pronto me atrevería a referir tres,
su naturaleza gráfica, institucional y
de representación.
La tarjeta-carnet
en tanto que presenta una suerte de interfase
entre acciones orales y textos escrito-icónicos
y para-gráficos deviene en esa forma compleja
configurada para varios debates y para posibles
perspectivas de análisis. Como tal, esta
tarjeta-carnet resulta de una oferta de Estado
no necesariamente gubernamental. Pero que lo
sea así no significa una forma de explotación
unilateral. Las personas interesadas en adquirir
tales accesos entran en ciertos juegos de adscripción
e inscripción. Buscan cumplir los requisitos
o no les queda de otra que llevarlo a cabo. Es
decir el individuo se somete voluntariamente
a ello. Resulta una forma de representación
institucional que a su vez permite su interpretación
socio-institucional y discursiva.
Un debate de
esta naturaleza nos permite cuestionarnos aspectos
de control social que pudieran implicar que a
mayor homologación mayor homogeneización
que, las variables que van desplazándose
entre esencia®presencia® y representación
servirán para observar ciertos sistemas
de representación-referencia: un orden
socialmente masivo que tiende a globalizarse.
Pero si ello
no fuera poco hay dos excesos más. Esta
la tautología que implica la exigencia
de algunas instituciones de portar a la vista
dicha tarjeta-carnet. Además está
la contradicción de la credencial de elector
aquí en México. Por un lado fue
elaborada como medio de monitorear las elecciones,
es decir uno de tanto ejercicios democráticos,
pero al mismo tiempo en tanto requisitos para
acceso o para ciertas operaciones bancarias,
al no traerla consigo o su equivalente se vuelve
una forma de interdicción, de prohibición
luego entonces anti-democrática. ¿Es
una paradójica contradicción o
un absurdo del orden de Estado?
¿Pero
porqué es global? ¿Qué la
hace de naturaleza global? Acabo de mencionar
que es un producto de una forma de Estado global
donde la identidad deviene en identificación.
Por ejemplo un carné de identidad originario
de Moscú nunca podría ser legible
en Buenos Aires salvo que quién haga la
lectura o que el aparato que lo registre, al
poseer dicho lenguaje sea capaz de de-codificar
alfabetos eslavo-cirílicos. Ello podría
ser suficiente como para aludir lo local en tarjetas,
carnés de identidad o credenciales. Sin
embargo su naturaleza carece completamente de
carácter local. Por más polémico
que pueda parecerlo, el uso de códigos
vernáculos en algunos de sus contenidos
informáticos y en sus formas de lectura
son sólo eso, una manera de posibilitar
el acceso a la información que la respalda.
Sus usos son locales y por mucho circunscritos
sólo a tales localidades pero ello no
es un argumento suficiente que aluda a una posible
factura local. Su naturaleza en su actual devenir
son formas globales de consumo de la representación
institucional de un individuo determinado. Finalmente
la discusión señala la perdida
de capacidad enunciatoria del individuo credencializado,
en tanto identidad rebajada, diluida, confundida,
borrada y/o desaparecida en partículas
iguales dentro de una homogénea base de
datos. Son forma de interdicción y opacidad,
formas de violencia y anulación no explícita.
Sí la identidad posibilita la cultura
de un pueblo, o de un grupo, ¿la identificación
la imposibilita dada su individualidad homogeneizante?
En una el sujeto representa a su grupo dada su
posible enunciación, en la otra, ¿no
representa nada por la naturaleza masificada
de sus individuos? Si en una los referentes que
permiten identidad son locales, entonces, ¿en
la otra los que la impiden son globales? ¿Las
credenciales representan identidad? Un debate
de las formas tradicionales de identidad frente
a formas globalizadas de identificación,
cuestiona el funcionamiento de los sistemas de
representación ya que tal vez lo intentan,
pero no representan la identidad.¿Será
que la identidad no pueda ser representada, al
menos no así? ¿Qué se desplaza
con la identificación y cómo contribuyen
los procesos globales respecto a la identidad
del sujeto social y del grupo? ¿Se anula
al sujeto presente y a su identidad a través
de su representación en un documento acreditado
donde éste tiene más credibilidad
que la presencia del sujeto en cuestión?
Termino dejando abierto un fenómeno/problema
sin ser observado aun en sus alcances actuales.
Notas:
*
Una parte de este trabajo se presentó
en el 1er Congreso Internacional de Sociolingüística
y Sociología del Lenguaje organizado por
el CELE-UNAM bajo el título de Representación
local-global: sistemas oral-escrito-icónicas
de institucionalidad personal (2005).
1
La intención
de estudio es conocer la manera en que ciertos
documentos de tal naturaleza son una suerte de
prisma complejo convergente/divergente y se remite
más a su discusión cual ensayo
que aun no contiene su disertación pertinente
a nivel teórico.
Gabriel
Orlando Velázquez-Chávez
Antropólogo, Universidad
del Claustro de Sor Juana, México,
D.F., México. |