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Por Vivian Romeu
Número
47
Resumen
Este trabajo hace una revisión de la teoría
de los Usos y las Gratificaciones, ubicándola
en los tópicos de la investigación
sobre los meso-medias, por medio del ajuste de
algunos de sus postulados.
Partiendo de
tres enfoques epistemológicos diferentes:
la investigación crítica sobre
la comunicación de masas, la estética
de la recepción y la tradición
de los efectos moderados en las audiencias, este
trabajo ensaya ofrecer una combinación
conceptual coherente para abordar los estudios
de recepción de la música. Particularmente,
el artículo plantea que el acercamiento
a la música se hace a través de
las articulaciones individuales que cada sujeto
hace encajar con sus historias de vida1,
que esas articulaciones no son más que
respuesta individuales a las interpelaciones
socioculturales que lanza la música misma
como objeto de cultura, y que en ellas el “deseo”
o la “voluntad” tienen un papel importante,
construyendo no sólo dichas articulaciones,
sino la identidad narrativa de los individuos.
Este marco conceptual
sirve de base, junto con la perspectiva epistémica
de la audiencia activa y la tradición
de los efectos moderados en la comunicación
masiva, para poder plantear:
1) que la música
es un meso-media,
2) que la teoría de los Usos y las Gratificaciones
puede aplicarse en el estudio de los meso-medias,
3) ya que dicha teoría da cuenta del tipo
de articulación que provoca el deseo que
es una de las articulaciones presentes en la
recepción de los meso-medias,
4) que el deseo es también una de las
articulaciones constructoras de la subjetividad
particular de los receptores,
5) que esa subjetividad es lo que se pone en
juego cuando se recepciona una obra, y
6) que el análisis de la recepción
de los meso-medias puede ser tratado como un
tópico de la estética de la recepción,
precisamente a partir del análisis del
deseo mediante la aplicación de la teoría
de los usos y las gratificaciones.
En los estudios
sobre comunicación de masas, el análisis
de la música escasea. No son muchos los
que desde este ámbito han intentado abordar
este núcleo de la realidad social, pero
normalmente dichas investigaciones adolecen de
perspectivas teóricas sólidas,
de metodologías fundantes, como dijera
Barbero, que desde América Latina, hicieran
pensar a los estudios de recepción más
allá de los estudios de audiencias, vinculando
las mediaciones y el contexto social que estructuran
a los sujetos a través de las prácticas
culturales y el propio consumo.
Una revisión
un tanto exhaustiva acerca de estos ámbitos
de investigación arroja que los estudios
sobre la música se agrupan fundamentalmente
en tres tendencias: los estudios sobre la música
culta, aquellos vinculados a la música
de transmisión oral de las culturas no
occidentales y los que se enfocan a la música
autóctona o tradicional. La perspectiva
metodológica en todos los casos se restringe
a la semiótica estructural y en algunos
a la investigación de corte sociológico.
Este es el caso,
por sólo citar un ejemplo, de un estudio
sobre el tango realizado por Pablo Vila2
que plantea cómo el tango ha sido desde
los inicios del siglo XX un elemento conformador
de la identidad argentina.
Las relaciones
entre música e identidad han sido ampliamente
abordadas por teóricos como Frith, Middleton,
Gilroy, e incluso el propio Vila en su citado
trabajo, pero como el mismo autor menciona, la
tradición en las investigaciones sobre
la música no ha podido dar cuenta de la
construcción de subjetividades particulares
que hacen que unos acepten la música y
otros la rechacen3.
Dichas investigaciones
han estado ancladas en la postura culturalista
de Clifford Gertz, y han homogeneizado por tanto
el campo de la recepción, impidiendo que
se desplace el enfoque analítico hacia
la subjetividad del receptor.
Carmen de la
Peza, en su investigación sobre el bolero4
da cuenta precisamente del tratamiento de los
fenómenos de la recepción desde
un conjunto de condicionantes que rebasan la
recepción misma. Así, la autora
hace un esfuerzo por salirse de la perspectiva
estructural que domina no sólo en el análisis
de la música, sino en los estudios de
comunicación masiva también, para
brindarnos un fresco de posibles articulaciones
latentes en la recepción del bolero a
partir del análisis de la recepción
de este género musical.
No obstante,
y a pesar de los esfuerzos, se ha descuidado
mayormente el gran espectro informativo y de
sentido de la música, dirigiendo los intentos
hacia puntualizaciones concretas que responden
a casos específicos, pero que se desarticulan
metodológicamente unas de otras en tanto
no logran, por una parte, ponerse de acuerdo
sobre el objeto mismo que debe investigar la
estética de la recepción, y por
otra, en nuestra opinión, porque no logran
insertarse adecuadamente en las investigaciones
sobre comunicación de masas.
Es decir, si
tenemos en cuenta que hasta la actualidad la
nueva concepción sobre el papel del público
en el proceso estético enfrenta una carencia
de principios constitutivos, de paradigmas y
premisas ordenales, será fácil
admitir que la estética de la recepción
es más un ideario que un cuerpo teórico,
lo que indudablemente conspira contra su claridad
y posición dentro de los estudios sobre
recepción. De ahí que la investigación
sobre la recepción de la música
como objeto cultural y estético haya sido
abordada con matices muchas veces divergentes.
A esto añadimos
que en la investigación de la comunicación
de masas en general y, en particular, en los
estudios sobre la música, se ha privilegiado
hasta el momento el enfoque de la interpelación
hegemónica desarrollada suficientemente
por Althusser y Foucault en el que se plantean
ciertas conexiones entre la posición que
ocupan los sujetos en la estructura social y
el tipo de identidad cultural, e incluso apropiación
estética que poseen. Sin embargo dicho
enfoque no puede explicar la diversidad de posturas
apropiativas que produce un género o una
canción.
El error está,
a nuestro modo de ver, en intentar obviar esta
apropiación subjetiva que creemos se construye,
entre otros medios, a través del deseo,
pues no se toma en cuenta a éste como
una articulación visible en el relato
de la experiencia vital del individuo.
En este sentido,
consideramos pertinente proponer a la investigación
de la música el uso de la teoría
de los Usos y las Gratificaciones como una herramienta
analítica que permita “urgar”
precisamente en esos “deseos” y dar
cuenta así del tipo de respuesta que los
individuos, e incluso, los sujetos sociales,
otorgan a los procesos de interpelación
cultural, concretamente a la interpelación
que la música lanza.
Tomando prestado
entonces la consideración de Jensen cuando
plantea la necesidad de integrar la tradición
de las ciencias sociales, con la de los estudios
literarios y los estudios culturales (1991: 135-138)5,
lo que aquí se esboza es justamente vislumbrar
un camino metodológico para el análisis
de la recepción de la comunicación
masiva partiendo de una triada metodológica
que combinará algunos de los postulados
de la mencionada teoría, el método
de análisis de la semiótica estructural
y las lindes conceptuales de la sociosemiótica.
Sin embargo, en este artículo sólo
nos dedicaremos a reflexionar sobre la pertinencia
del primer punto: la teoría de los Usos
y las Gratificaciones.
El enfoque conceptual
será el de la bien llamada estética
de la recepción que recoge la idea de
que el receptor o público juega un papel
primordial en el proceso estético mediante
su participación emocional y cognitiva,
ya sea en términos de confrontación,
negociación o aceptación, lo que
permite pensar al receptor como constructor de
sentido, al mismo tiempo que miembro del proceso
de comunicación que se instaura entre
texto y lector.
Así,
la estética de la recepción se
plantea la investigación a través
de tres ejes diferenciados, pero vinculados entre
sí:
1) el reconocimiento
de los signos y medios a través de los
cuales la obra entra en contacto con el público,
2) la lectura de esos signos y medios en el
marco de sus referencias históricas y
sociales, y
3) en el marco de sus propias referencias e
interpelaciones estéticas6.
Estos ejes servirán
como parte del marco conceptual propuesto para
este trabajo, al tiempo que como objetivos que
la investigación sobre la música
debe abordar.
La necesidad
surge, en un principio, del abordaje concreto
de un objeto de estudio: la obra musical del
cantautor cubano Silvio Rodríguez y el
análisis comparativo de la recepción
de la misma en México y en Cuba. Es importante
señalar que este análisis no pretende
abarcar los sonidos, sino solamente a las letras
de las canciones, y obviamente el conjunto de
afirmaciones históricas, sociales, culturales
y estéticas que condicionan y articulan
la recepción.
Por ello, más
que tratar de dar respuesta a un estudio de caso
particular, la perspectiva conceptual y metodológica
que sostenemos aspirará a trascender los
marcos de esta investigación y se propone
como un intento metodológico eficaz y
teóricamente válido para estudios
similares.
El tópico
se incluye dentro de los llamados meso-medias
o medias ligeros en tanto, al igual que el cine,
la literatura y otras ramas del arte, son hoy
en día ya ámbitos mediáticos,
pero en los que los mass-medias y la industria
cultural tienen poca incidencia en la audiencia.
La clasificación
anterior, no obstante, se le debe a los teóricos
sociales de la escuela norteamericana de los
años cincuenta quienes dividieron la organización
social en tres niveles: micro, meso y macro.
Amparados en estas definiciones algunos investigadores
enmarcaron a las teorías sobre los medios
y sus efectos en tres niveles también.
Así surgieron los macro-medias, los meso-medias
y los micro-medias, correspondiéndose
cada uno de ellos con la relación que
establecían con los diferentes ámbitos
sociales, a saber: los macro con el estado, la
economía, la política (nivel global,
sistémico); los meso con las instituciones,
empresas, localidad (nivel local); y los micro,
la relación entre sujetos (nivel interpersonal).
La investigación
sobre el nivel meso o mediano de relación
de los medios con las instituciones se ha enfocado
prácticamente a estudios sobre comunicación
organizacional, de manera que encontrar una definición
de meso-medias resulta realmente arduo en contraste
con la terminología más afín
de “meso level organization”. Por
ello en este artículo se intenta rescatar
no sólo el término de meso-medias,
como medios de influencia moderada, tal y como
se propuso al inicio, sino también realizar
una caracterización de los mismos.
Según
Anette Von Alemann7
los niveles medianos de organización social
se identifican a su vez en tres niveles. En el
primero se encuentran los agentes que influyen
en la definición de la situación
social, su control y movilidad. Acá, según
la autora están las élites, la
policía, las asociaciones políticas.
En el segundo
nivel meso se hallan lo que ella denomina estructuras
de oportunidad local e institucional que son
las escuelas, los negocios, estadios de fútbol
y demás, y por último, en el tercer
nivel micro están los potenciales de movilización
que se corresponden con los miembros de una población
dada y las relaciones entre ellos.
Para el marco
teórico propuesto, los estudios sobre
la música, aunque muy particularmente
la música no pop8,
se inscribe mayormente en el segundo nivel meso
planteado por Von Alemann (aunque en dependencia
del texto musical a tratar, puede considerarse
su tránsito por los tres niveles -institucional,
empresarial e interpersonal-). A través
de ellos es fácil detectar cómo
la música puede considerarse un medio
de alcances moderados, las diferentes instancias
que intervienen en su recepción, y la
lógica “volitiva” que domina
el tránsito y la influencia que cada una
de estas instancias ejerce en los sujetos receptores.
Es decir, en
dependencia del tipo de música a analizar,
puede preverse o no el tipo de influencia (institucional,
empresarial o interpersonal, incluso una combinación
de ellas) que sirva de base a los procesos de
recepción. En ese sentido, las estructuras
de oportunidad a las que se refiere Von Alemann,
en el caso de la música quedan circunscritas
básicamente a los conciertos, los recitales,
a la difusión a nivel institucional o
no, y a los mecanismos de distribución
de las obras en soporte auditivo.
Como se puede
apreciar los meso-medias son aquellos medios
que se articulan en el nivel meso de la organización
social, incidiendo de forma moderada en los sujetos,
y constituyéndose a voluntad y gracias
a ello en audiencias participantes, activas.
Se trata pues de una constitución marcada
más por el deseo que por la manipulación,
de ahí que sus efectos se entiendan mayormente
como afectaciones individuales a los que se expone
“volitivamente” un receptor9
y menos como efectos sociales que impliquen una
intención de control de la voluntad colectiva
por parte de los medios.
Dejemos claro,
no obstante, que este menoscabo de los efectos
de los medios en las audiencias se inscribe dentro
de un panorama epistemológico reciente
que se ha instaurado desde finales de los ochenta
en la Escuela Anglosajona, fundamentalmente deudora
de los Estudios Culturales de la Escuela de Birmigham,
en Inglaterra.
La nueva perspectiva
invoca no a la ausencia de poder de y en los
medios para manipular a la audiencia sino a la
capacidad crítica y resistente de la misma
para oponer significados alternativos a los significados
hegemónicos contenidos en y transmitidos
por los medios.
La audiencia
activa, como se le denomina a esta tendencia
epistémica dentro del ámbito de
los estudios de recepción, alcanza su
denominación a partir de una serie de
investigaciones empíricas y cualitativas
que surgen en Europa. Los antecedentes principales
de esta corriente se hallan en los trabajos de
los Estudios Culturales inaugurados por Stuart
Hall quien hacia finales de los años setenta
concluía que en las interpretaciones de
los mensajes mediáticos se podían
encontrar lecturas dominantes, negociadas u oposicionales,
y que esto respondía básicamente
al tipo de mediación que usara el receptor
para descodificarla, entre las que se encontraban:
la clase social, el contexto y las prácticas
culturales.
Pero para hacer
justicia a funcionalistas de pura cepa como:
Lasswell, Laszarsfeld, Katz, Klapper, Guerevicht
y Blumer, entre otros, verdaderos institutores
en lo que se conoce en la Mass Communication
Research como teoría de efectos limitados,
debemos remitirnos brevemente al conjunto de
constantes existentes en esta tendencia y que
sin duda fundaron un terreno fecundo en el que
abonar parte de la semilla de los Cultural
Studies.
La teoría
de los efectos limitados propone en esencia que
1) no existen realmente efectos negativos de
los medios hacia las audiencias, 2) que si existieran
estos efectos serían la consecuencia del
acercamiento volitivo de las audiencias a los
medios u otros factores extramediáticos
y no al revés, 3) que las audiencias están
formadas por individuos activos, concientes y
selectivos, con capacidad crítica y de
discernimiento, y 4) que si bien los individuos
no son los únicos responsables en los
efectos que los medios pudieran generar en ellos,
sí tienen un peso importante en la configuración
de los mismos10.
A estas premisas
se llega, sin dudas luego de una ardua década
anterior (de los veinte-treinta) en que la teoría
política y la economía marxista,
basada en el principio de que la clase que posee
los medios de producción posee también
el poder de la ideología no sólo
en términos de producción, sino
también de distribución y expresión,
fundamentó el debate sobre el poder omnipotente
de los medios; las investigaciones empíricas
llevadas a cabo a raíz de estos planteamientos
no confirmaron suficientemente el presupuesto
sobre el poder mediático y la investigación
sobre los efectos de los medios en las audiencias
en las tres décadas siguientes buscó
otras alternativas teóricas que obedecieron
en gran parte a la procedencia del financiamiento
empresarial, pero que pusieron el dedo, por primera
vez, en la audiencia misma como elemento relevante
del proceso de recepción.
Teorías
como la de la Exposición Selectiva y la
de los Usos y las Gratificaciones dieron cuenta
de la apropiación no sólo volitiva,
sino también psicológica y funcional
de las audiencias en torno a los medios. Ambas
se resumen como opuestas al postulado marxista
de las décadas anteriores y plantean de
forma general el acercamiento selectivo, funcional,
lúdico y voluntario a los contenidos de
los medios y a los medios mismos.
Pero para seguir
siendo justos, es necesario referir también
las limitaciones metodológicas que en
los ámbitos de la investigación
de aquellos años, se les criticó,
escollos que esta investigación pretende
salvar. El objetivo, por tanto de este comentario
va en esa dirección.
Hay que dejar
claro que las instancias en las que se plantea
la utilidad de este enfoque teórico, se
inscribe como se ha dicho en las lindes conceptuales
de los llamados meso-medias y en el tópico
concreto a investigar: la recepción de
las canciones de Silvio Rodríguez en México
y en Cuba.
Es bien sabido
que a los investigadores de los efectos moderados
se les llamó la atención por la
absoluta carencia de responsabilidad que otorgaban
a los medios con respecto a los efectos. Ellos
partían de la consideración de
que los efectos, si existían, no estaban
determinados por los contenidos mediáticos,
y esto les llevó a no tener en cuenta
que los contenidos son sólo uno de los
elementos en los que cualquier investigación
sobre los efectos debe indagar, e ignoraron los
efectos del entorno social, la autoridad del
enunciador11
y aquellos que el medio ejerce desde el medio
mismo, eso que Mc Luhan llamó “el
medio como mensaje”:
Mi propia frase
dice que el medio es el mensaje, y eso significa
que el medio ambiente, creado por la tecnología,
es lo que afecta a todos, pero el contenido,
no. El medio ambiente, o el modelo creado por
la tecnología son los mensajes reales
(…) El mensaje de la información
eléctrica no tiene que ver con lo que
uno dice. El modelo está allí
de todas maneras. Cuando uno habla por teléfono,
o hace una transmisión radial, uno está
descarnado. Ese es el mensaje de la información
eléctrica. Es instantánea, y no
posee cuerpo. Se es como un ángel, una
inteligencia descorporizada12.
En la investigación
sobre la recepción que nos ocupa, los
aspectos anteriormente citados justamente resultan
relevantes pues ayudan a determinar no sólo
el tipo de acercamiento receptivo, sino la definición
misma de la recepción como categoría
analítica.
Mientras los
funcionalistas hacían hincapié
en las ganancias y beneficios individuales que
de forma consciente o inconsciente el receptor
buscaba y obtenía de los contenidos, a
saber: identificación, placer, compañía
y supervisión13
(Zermeño, 2004)14,
ignoraban con ello, las relaciones al interior
de las audiencias, las condiciones de recepción,
las oportunidades de acceso, las prácticas
ideológicas, sociales y culturales generales
y concretas en las que se inscribía dicha
recepción, y las determinantes estructurales
típicamente mediáticas, que impedían
sobre todo, en función de todo lo anterior,
hablar de individuos atomizados.
Estos aspectos,
sin dudas, son el resultado de una visión
más amplia sobre la investigación
de la comunicación de masas, en tanto
constituyen condiciones mismas de la recepción
que ningún estudio debe ignorar.
De ahí
que la teoría de los Usos y las Gratificaciones,
por sí sola, resulte insuficiente para
dar cuenta de los procesos de recepción
y deba de participar en la investigación
como una herramienta y no como un fin último.
Consideramos
que la música es un medio que genera aproximaciones
gananciales porque a pesar de estar inmersa dentro
de prácticas culturales concretas que,
entre otras cosas, condicionan su acceso, su
recepción suele estar sujeta también
a la disponibilidad de uso del capital cultural
de los sujetos, lo cual deja siempre una puerta
abierta, como ya intentamos definir con anterioridad,
al deseo y a la libre elección.
Es preciso señalar
que este concepto de disponibilidad de uso del
capital cultural está siendo tomado aquí
como la posibilidad misma de su transformación
(en términos de pérdidas y ganancias);
es decir como la modificación del capital
cultural en función de las circunstancias
del contexto, lo que obedece tanto a factores
de índole sociocultural como de deseo.
Es decir, en
la constitución del gusto, que es un capital
cultural, y en particular en el gusto sobre la
música, inciden tanto variables estructurales
como subjetivas. Por ello no podemos coincidir
del todo con Bourdieu cuando plantea que:
La manifestación,
aparentemente, más libre de un sujeto,
el gusto o mejor las categorías de percepción
de lo bello, se dan como resultado del modo
en que la vida de cada sujeto se adapta a las
posibilidades estilísticas ofrecidas
por su condición de clase. Así
la mirada del amante del arte del siglo XX es
un producto de la historia aunque surja bajo
la apariencia de un don natural". El gusto
de una persona o un grupo de personas se refiere
al tipo de selección que este o estos
realizan, tanto de objetos, propiedades como
de las prácticas habituales que desempeñan.
Es decir el gusto se ve en la elección
de determinados deportes, de determinadas comidas,
libros, casas, lugares de recreación,
etc.15.
Los culturalistas
si bien se enfocaron en develar las estructuras
de dominación ideológica subyacentes
bajo las prácticas culturales, los hábitos
de consumo y los procesos de recepción,
también descubrieron que las resistencias
de los sujetos generaba un pensamiento subalterno,
y en ese sentido, no sólo una apropiación
oposicional de los significados hegemónicos,
sino diferenciada.
Esta diferenciación
es una de las categorías de lo subalterno,
pero además es el punto de arranque de
una apropiación otra, construida desde
la exclusión, pero en la diversidad de
lo diferente, en la particularidad de la exclusión,
también, de lo múltiple.
Sin embargo,
como este trabajo no versa sobre subalternidad,
sino sobre el posible empleo de la teoría
de los Usos y las Gratificaciones en el estudio
de los meso-medias, sólo recuperamos de
este concepto para nuestro fines precisos el
hecho de que son justamente las resistencias,
las prácticas no hegemónicas y
los procesos de recepción que se dan a
partir de ellas, los mecanismos que conducen
con mayor probabilidad a una externalización
de la voluntad de los sujetos y en consecuencia
a una apropiación más libre de
los significados culturales de la música,
en particular de aquellos que se refieren a la
música de Silvio Rodríguez.
El antecedente
teórico de esta postura encuentra terreno
fecundo en los años setenta, cuando los
estudios sobre comunicación de masas,
enfilan el rumbo en dos direcciones fundamentales:
por una parte, la Teoría de la Dependencia
construida a partir de los modelos de la Agenda
Setting, el Análisis del Cultivo y la
Espiral del Silencio16,
que apuntaban hacia la reconstrucción
epistémica de los modelos de influencia
de la década de los veinte y los treinta,
y por otra, la teoría culturalista o Escuela
de Estudios Culturales cuyas premisas subyacen
tanto en las investigaciones empíricas
como en los cuerpos teóricos de los nuevos
estudios sobre la recepción.
Es así
como las aportaciones de los Estudios Culturales,
la estética de la recepción y la
teoría de los Usos y las Gratificaciones
se conjuntan para formar la red epistemológica
y metodológica sobre la que versa este
trabajo.
Del
estudio de caso y la teoría de los Usos
y las Gratificaciones
A diferencia de la música pop, cuyos mecanismos
de disposición al retorno17
tienen cierta similitud con los de la tv, la
radio y la prensa –medios tradicionalmente
entendidos sin discusión como los medios
con mayores potencialidades de manipulación
y generación de efectos en las audiencias-
la música concreta que se intenta investigar
pertenece al llamado género de la lírica,
incluso desde su definición secular, en
tanto de trata de una obra inscrita dentro de
los marcos de la trova cubana, y específicamente
fundante del movimiento Nueva Trova, inaugurado
formalmente hacia 1972.
Este género
se identifica en lo general por una parte, por
la inserción de elementos de la música
vernácula, el empleo de temas universales:
el amor, la familia, las relaciones humanas y
la patria, (aunque con un enfoque estético
y un tratamiento del contenido diferente a lo
hecho hasta el momento) y por otra con el modo
de difundir la música a través
del recital que es un mecanismo de vinculación
directo con el público (este aspecto sí
denota vínculos con la vieja trova).
A nivel compositivo
se trata de composiciones de métrica libre,
pero con rimas, cantadas y acompañadas
en un primer momento de un solo instrumento musical:
la guitarra; y en el plano pragmático
e intertextual comprende la remisión al
trovador de pueblo, errante, siempre con su guitarra
a cuestas y siempre cantando.
El movimiento
de la Nueva Trova, inaugurado por Silvio Rodríguez,
Noel Nicola, Pablo Milanés, Lázaro
Fundora, Martín Rojas, entre otros, incorporó
además de las nuevas voces, los nuevos
ritmos y las nuevas letras, nuevos contextos
(y en una buena medida es esto justamente lo
que la define), nuevas situaciones políticas,
sociales y culturales, que la hicieron emerger
como respuesta también, en ese sentido,
a una nueva estética de la canción:
la llamada canción protesta, de denuncia,
que tiene su referente prístino no en
su seno, sino en el de la nueva canción
latinoamericana.
Es por ello
que este nuevo género, si es que así
puede llamarse, estuvo marcado por el escenario
político de los años 70´s
en América Latina, y encontró en
la Nueva Trova cubana una voz representativa,
dadas las condiciones políticas de Cuba
en aquel momento.
Si se tiene
en cuenta la gran diferencia que en aquellos
años distinguía a Cuba (asumida
y percibida como un país de izquierda,
políticamente socialista y constructor
de una alternativa social loable para los países
latinoamericanos) de las dictaduras militares
en Chile, Argentina, Nicaragua, Paraguay y Uruguay,
es fácil constatar que el acceso a las
obras de la Nueva Trova, y en particular a la
de Silvio Rodríguez que es la que nos
ocupa, se hacía desde dos direcciones
estructurales fundamentales:
1) desde un
acercamiento ideológico de izquierda,
reforzado con los tintes socialistas y sobre
todo antiimperialistas de la Revolución
Cubana y,
2) desde la visión de una estética
social con tintes izquierdistas que mostraban
una alternativa diferente al hombre nuevo y
a la construcción de un mundo mejor.
Así,
la propuesta estética de la Nueva Trova
cubana que era evidentemente innovadora, encontró
buena acogida en las capas más jóvenes
y progresistas de la sociedad civil cubana de
los setenta, no así en los detentadores
de las políticas de la industria cultural
de la Isla, quienes sobrellevaron el “fardo”
hasta que en los ochenta el impacto internacional
de Silvio y de Pablo como figuras emblemáticas
de la Nueva Trova, pero sobre todo, de la Revolución
Cubana, hizo repensar al gobierno sus relaciones
con el movimiento y en particular con sus dos
representantes paradigmáticos.
En Cuba, su
recepción fundamental como se dijo, se
concentraba en los jóvenes, jóvenes
revolucionarios, de izquierda, comprometidos
con los legados más nobles de la Revolución,
no con la corrupción y el burocratismo,
jóvenes estudiantes universitarios, que
compartían las tareas de estudio-trabajo-fusil,
jóvenes que leían a Bretch, a Sartre,
a la Beauvoir, a Cortázar… y/o jóvenes,
simplemente jóvenes que querían
cambiar el mundo18.
Hablamos en
ese sentido de un ámbito de recepción
muy preciso que no sólo está condicionado
por el contexto político e ideológico
de Cuba en los años sesenta y setenta,
sino que se involucra directamente con prácticas
culturales concretas y formas de vida específicas,
la edad, los cambios políticos, ideológicos,
de género, del entorno internacional,
entre otros.
México, no se queda atrás. En plena
época de efervescencia política,
el movimiento de los estudiantes y su brutal
represión hunde a la sociedad civil en
un luto inesperado. Las reacciones frente a la
matanza no se hacen esperar y el gobierno es
visto con una mezcla de rechazo, odio y temor.
La corrupción
política, la represión estatal,
la crisis económica y la violación
de las libertades individuales abonan el terreno
para la lucha por la democracia, pero sobre todo,
prepara el camino para la revitalización
del pensamiento de izquierda. Cuba, en ese entonces,
era el paraíso soñado, la voz antiimperialista,
el derecho del pueblo; Silvio, la Nueva Trova
y sus demás integrantes, eran los chicos
valientes, contestatarios, rebeldes y aguerridos,
y sobre todo, representantes de ese ideal hecho
realidad que se llamaba Revolución Cubana.
Sin ahondar
más en estas condicionantes, este brevísimo
recuento histórico, sirve de base contextual
desde donde anclar el tipo de recepción,
los ámbitos y hábitos de consumo,
las esferas de difusión y el acceso en
términos de audiencia a la obra de Silvio
Rodríguez, que son aspectos importantes
para la selección de la teoría
con la que se trabajará en la investigación
que se esboza desde estas páginas.
Reflexión
sobre la pertinencia del método
Como ya se mencionó la teoría propuesta
es la teoría de los Usos y las Gratificaciones
en tanto se considera existe un potencial dentro
de los estudios de recepción que puede
dar cuenta a través de ella de las diversas
apropiaciones interpretativas que serán
recogidas mediante encuestas, grupos de enfoques
y entrevistas a profundidad.
Esta teoría
parte de un válido cuestionamiento que
los resultados arrojados por las investigaciones
empíricas de los años cuarenta
permitieron formular. En lugar de preguntarse,
tal y como hacían estudios anteriores
¿qué hacían los medios a
la gente?, los investigadores de los efectos
moderados se preguntaron ¿qué hacía
la gente con los medios?19
Basada en este
cuestionamiento preliminar, la investigación
que aquí se anuncia, pretende abarcar
desde ella aspectos más generales. Por
ejemplo, la pregunta a plantear no estaría
enfocada a los medios como tal, sino en los contenidos.
En este sentido, ¿qué hace la gente
con los contenidos? sugiere una búsqueda
más allá del uso, pues obliga al
investigador a pensar en primer lugar en lo que
lleva a la gente a interesarse por esos contenidos,
y como se trata de un contenido masivo, aunque
a medias, tiene que preguntarse también
en qué entorno sociocultural, político
e incluso estético se ubican dichos intereses
y a qué pueden responder los mismos, según
las prácticas de uso y consumo colectivas
e individuales, qué tipo de uso le dan
y por qué, qué relación
existe entre el uso y la gratificación
obtenida, de qué tipo son éstas
y cómo pueden caracterizarse.
Como afirmara
Lull (citado en Mc Quail, 1988: 96) el uso que
se les da a los medios de comunicación
es fundamentalmente social, de ahí que
el abordaje sobre el contexto social en el que
se inserta la recepción sea imprescindible
-aunque no suficiente-, así como la utilidad
que ofrece el propio contexto en cuanto a su
uso.
Por ello, el
objetivo de esta investigación se encamina
a buscar, a partir de las articulaciones mediadas
por el deseo, ciertos patrones socioculturales
que permitan dar cuenta de lo anterior, si bien
se espera también dispersión y
variedad en la apropiación. Sin embargo,
los patrones a los que se alude se vislumbra
estén atravesados por la nacionalidad,
el sexo, la edad, los hábitos y ámbitos
de consumo, la competencia y el acceso que se
cree conformarán subgrupos dentro de esta
audiencia.
Resulta evidente
que el acercamiento a la música de Silvio
es mucho más volitivo que el acercamiento
a la música pop, en tanto los medios “fuertes”
(radio, tv y prensa) no son representativos en
la esfera de la difusión y la oferta cultural
–aunque Cuba, de los 80´s hasta hoy,
sí muestra una sensible diferencia con
respecto a México-.
Lo mismo ocurre
con las “lecturas”, dado el nivel
metafórico de las letras, que dificulta
el acceso a los textos y genera apropiaciones
disímiles; si bien se espera que éstas
den cuenta de la diversidad interpretativa, quizá
psicologizante de la misma, también se
cree animarán un tipo de apropiación
“privilegiada” en función
de los sentidos orientadores de los textos concretos,
y los contextos desde donde se insertan.
La teoría
literaria y la estética de la recepción
en esta cuerda, fungirán como puntos de
partida para establecer relaciones entre lo que
arrojan las interpretaciones mediadas por el
deseo, el contexto de uso y las prácticas
sociales de recepción del discurso ideoestético
en Silvio, y lo que contiene el propio discurso.
Con esto se pretende saber hasta dónde
influyen dichas prácticas en la realización
del deseo y/o cuál/cuáles de las
tres dimensiones propuestas por Jensen20,
a saber: las prácticas sociales, los contextos
de uso y las comunidades interpretativas resultan
decisivas en las interpretaciones de los receptores
y por qué.
He aquí
como entran a jugar nuevamente los Estudios Culturales,
la teoría de la recepción y la
teoría literaria, estableciendo la triada
metodológica propuesta por Jensen y abordada
en los inicios de este trabajo.
De acuerdo con
este autor, los mensajes de los medios son discursos
que responden a códigos culturales y los
códigos culturales no son más que
las configuraciones históricas de prácticas
sociales, contextos de uso y comunidades interpretativas21.
No es de extrañar
pues que un mensaje estético, en tanto
mensaje meso-mediático, que en sus inicios
marcaba una sensible diferencia con respecto
del gusto imperante, marcara también cierto
deslinde tanto en términos propiamente
estéticos, como históricos, sociales
e interpretativos.
Así,
las canciones de Silvio, oídas en Cuba
por un círculo reducido de personas antes
del concierto de Argentina en 1984, daban cuenta
también de unos ámbitos y hábitos
de consumo reducidos y en consecuencia extremadamente
inflexibles, que respondían no a las prácticas
sociales y contextos de uso masivo, sino a otras
prácticas y a otros contextos que sí
bien no estaban mediados por los deseos individuales,
sí estaban articulados por lo que podemos
llamar un “deseo estético y político”
diferente. Este deseo, creemos, apostaba quizá
por instaurar una nueva forma del “decir”,
que es una manera también de transformar
las prácticas sociales.
Los no pocos
obstáculos que tuvo que enfrentar el movimiento
de la Nueva Trova en términos de difusión
dan muestra no sólo de una posible sanción
desde los ámbitos gubernamentales, sino
también de una falta de aceptación
por parte de los programadores mediáticos
y del público en general.
De ahí
que los acercamientos a estas nuevas prácticas
y contextos de uso a los que se refiere Jensen
tengan en común su estructura underground,
su elitismo y en consecuencia su sello de vanguardia.
Bajo estas tres
condicionantes, la selección y exposición
a los contenidos de las canciones de Silvio se
halla enmarcada por la voluntad del acceso, sea
conciente o no. Es decir, sin negar al acceso
como categoría una determinación
modística, que en los círculos
de jóvenes es muy probable, lo que se
ha podido constatar a través de las entrevistas
y las encuestas es que los que gustan de las
canciones de Silvio, normalmente no lo hacen
por moda, de otra manera hubiesen dejado de oírlo
o de seguirle la pista de una forma u otra.
La mayoría
de las personas encuestadas y/o entrevistadas
oyen a Silvio desde, al menos, los ochenta y
han seguido oyéndolo hasta hoy, aunque
hay diferencias específicas entre los
públicos de México y Cuba que se
hacen sensibles mediante el seguimiento de discos
y canciones. No obstante, los resultados arrojados
evidencian que la mayoría sí lo
ha seguido a pesar de la moda y de los años.
Esto hace pensar
que si en los inicios dicha recepción
pudiera haber respondido a las exigencias modísticas,
en la actualidad el acercamiento a la obra de
Silvio Rodríguez es mayormente volitivo
y conciente. A esto se añade el hecho
de que los medios, según los propios encuestados
y entrevistados, han servido de poca ayuda en
términos de difusión y distribución,
si bien los mecanismos de la industria cultural
han colaborado más.
Entendiendo
por industria cultural toda la red de instituciones,
organizaciones, medios y mecanismos del ámbito
cultural que se disponen a respaldar una determinada
oferta mediática, puede darse fe de que
la música de Silvio Rodríguez es
y ha sido bastante difundida en soporte material,
así como también han sido y son
difundidas sus presentaciones.
El término
industria cultural surge del famoso texto de
Adorno y Horkheimer (1991), Dialéctica
del Iluminismo22
, y da cuenta de la industria cultural como un
sistema que regula la aparente dispersión
cultural en la sociedad de masas. Dicha regulación,
según estos autores, se manifiesta a través
de dos mecanismos: la producción en serie,
y la relación vinculante entre producción
de objetos y producción de necesidades,
posible gracias a la masificación cultural.
Esto resulta
evidente en el caso emblemático de Madonna,
Britney Spears, Shrek, Luis Miguel y otros, no
sólo por su fama, sino por el tipo de
publicidad que tienen sus eventos, tanto públicos
como privados, y muy especialmente por el tipo
de usos o mediaciones que hacen los receptores
de ellos, mismos que están vinculados
de manera fundamental al tipo de nivel organizacional
en el que se insertan: el nivel macro.
Pero respecto de las canciones de Silvio, dado
el número reducido de su público,
y la escasa y pobre influencia de los medios
en la difusión de su obra, las incidencias
de la industria cultural, sin negarlas, no comportan
las mismas características y eficacia.
Sin embargo,
no puede decirse tampoco que tenga un papel limitado;
colaboran en la difusión las disqueras,
las editoriales, las instituciones públicas
de desarrollo cultural, aunque en la plaza cubana
esto pareciera ser más fehaciente que
en México, sobre todo, como se ha dicho,
después de 1984.
Pero al margen
de la influencia que puedan tener los medios
y la industria cultural juntas, el acercamiento
a la obra de Silvio, ocurre en la mayoría
de los casos de una manera afectiva, donde la
ideología juega un rol determinante al
igual que lo que llamamos “gusto estético”,
pero donde se articulan proximidades desde posiciones
más psicológicas, más gananciales
en términos operativos, para el receptor.
Reformulación
de la teoría de los Usos y las Gratificaciones
para el estudio de los meso-medias
Desde un sondeo preliminar del análisis
cualitativo de las encuestas se puede dar cuenta
de que existen al menos tres tipos de aproximaciones
interpretativas a la obra de Silvio. Estas aproximaciones
se han agrupado bajo el nombre de “identificaciones”,
pues por una parte la mayoría de los encuestados
utiliza ese término (nótese que
es una de los posibles usos y/o gratificaciones
que obtienen), y por otra porque el supuesto
conceptual que subyace tras esta nomenclatura
responde fundamentalmente al hecho de que detrás
del gusto, sea éste cual fuese, existe
una fuerte dosis psicológica de identidad.
Un comentario
de Simon Frith da cuenta precisa de lo que se
quiere señalar:
Cuando reaccionamos
ante una canción, nos vemos azarosamente
arrastrados hacia alianzas emocionales con los
músicos y con todos los otros fans de
los músicos en cuestión. Debido
a su carácter abstracto, la música
es, por naturaleza, una forma individualizante.
Al mismo tiempo, e igualmente significativo,
la música es obviamente colectiva. Alguien
más ha establecido las convenciones,
las cuales son claramente sociales y claramente
separadas de nosotros. La música representa,
simboliza y ofrece la experiencia inmediata
de una identidad colectiva23.
Precisamente
desde esa perspectiva digamos meso-estructural,
y en estas coordenadas de escasa intervención
mediática, es que se propone como herramienta
metodológica la teoría de los Usos
y las Gratificaciones. Esto, la sitúa
de hecho no en el nivel macro24,
sino en el nivel meso de la clasificación
sobre los medios.
Sin embargo,
por las características del estudio sobre
la obra de Silvio y los análisis comparativos
en cuanto a recepción en México
y en Cuba, se hace necesario también recurrir
a las especificidades de cada contexto, pues
desde ahí se articulan las comunidades
interpretativas de las que hablaba Jensen25.
Por ello, resulta importante reformular la teoría
de los Usos y las Gratificaciones26
para adecuarla a los fines de este trabajo.
La primera reformulación
va encaminada a romper con el viejo esquema de
que las gratificaciones no son más que
necesidades que los propios medios generan en
las audiencias para proveerlas de satisfacción.
El hecho de
que los medios crean falsas necesidades para
ejercer el control a través de las satisfacciones
que ellos mismos proveen, queda echada por tierra
toda vez que los usos (funciones) responden a
las circunstancias sociales en que las prácticas
culturales se dan, y las gratificaciones (deseos)
a la apropiación individual y volitiva
de cada receptor.
La segunda reformulación
apunta, gracias al desmantelamiento anterior,
al hecho de que los usos que tienen los receptores
de los medios no responden a problemas o necesidades
que éstos solucionen o satisfagan; la
música puede, como ya anunciamos, proporcionar
diversión, compañía, escapismo,
placer, identidad, información y todo
esto puede ser traducible tanto en “usos”
como en “gratificaciones”, pero ambos
pueden obtenerse tanto a través de los
medios como de otras fuentes27.
En relación específica con la música,
la fuente principal es el deseo, por eso hacemos
eco con Vila cuando dice:
La música
es un artefacto cultural privilegiado, dado
que nos permite la experiencia real de nuestras
identidades narrativizadas imaginarias. Así,
parte de la comprensión de nuestra identidad
se produciría cuando nos sometemos al
placer corporal de la ejecución o escucha
musical. Es precisamente aquí donde se
produce la conexión entre interpelación
y deseo, entre la oferta identitaria y la identificación28.
Por todo lo
anterior, la teoría de los Usos y las
Gratificaciones para los fines de este trabajo
se agrupa bajo los siguientes supuestos:
a) los receptores
son seres activos que seleccionan sus contenidos
debido a determinadas razones que llamamos “identificaciones”.
b) las “identificaciones” no son
otra cosa que las articulaciones mediadas por
el deseo y la voluntad de elección.
c) los receptores consumen el contenido más
para obtener placer e identificación
individual que como respuesta a las necesidades
globales que los medios satisfacen29.
d) los receptores seleccionan y usan diferencialmente
los contenidos para gratificar o satisfacer
las necesidades individuales que experimentan
a partir de los vínculos entre sus historias
de vida y la obra.
e) las necesidades que cada individuo pretende
satisfacer a través de la recepción
y el consumo de los contenidos no son creadas
por lo medios, sino por una mezcla entre su
voluntad y las condiciones del contexto social
que participan como factores de identidad individual
y colectiva.
f) Por lo anterior, dar cuenta del deseo, el
placer y la voluntad del consumo es tan importante
como la revisión histórica e interpretativa
del contexto como ámbito donde se efectúa.
Como se puede
apreciar, es evidente que los llamados meso-medias
no comportan las mismas características
que los medios fuertes (macro) y ello pone en
tela de juicio toda pretensión de poner
en el mismo saco a los estudios de recepción
por una parte, y a la investigación de
la llamada comunicación de audiencias
por otra.
La desconstrucción
histórica, metodológica y epistemológica
que se plantea en este artículo ofrece
un panorama posible para abordar el análisis
de la recepción de mensajes meso-mediáticos
y en este sentido sitúa a la teoría
de los Usos y las Gratificaciones en un ámbito
distinto del que fue quizá concebida,
y con unas variables de uso diferentes.
Podríamos,
por ejemplo, sustituir el término de “usos”
por el de “voluntades funcionales”
o “identificaciones”, sobre todo
tratándose de uno de los tres niveles
de identificaciones encontrados en el trabajo
de campo (identificación ideológica),
y así mismo sustituir también a
las “gratificaciones” por “deseos”,
desde donde se puede dar cuenta de la identificación
estética o ganancia del placer. La identificación
afectiva que es la más común según
nuestros datos, ocupa tanto a la voluntad (al
uso) como a la gratificación (al placer)
ya que refiere a la identidad misma del receptor
como parte del doble mecanismo constructivo de
interpelación-articulación.
A propósito
nos dice Frith: " La
gente usa la música como un artefacto
estético a través del cual nos
descubrimos a nosotros mismos en el proceso de
construir nuestras relaciones con los 'otros'"30.
Pero en el fondo,
es precisamente este “uso” de la
música para descubrir y construir nuestra
identidad, lo que impide que cambiemos o sustituyamos
los conceptos.
Aunque la teoría
de los Usos y las Gratificaciones es una teoría
que aún hoy causa escozor con sólo
nombrarla, para salvar la distancia del nombre,
y la otra más terrible aún, la
del concepto, el empleo que aquí se propone
para ella no es en términos de teoría
propiamente dicha, sino en términos estrictamente
metodológicos, instrumentales; de ahí
su reformulación. Tal vez, así,
en su canalización como herramienta, pueda
dar respuestas asertivas a las seculares interrogantes
sobre sus supuestas y limitadas aportaciones
a la investigación sobre la recepción
de las audiencias.
Notas:
1
Este punto
de partida ha sido trabajado por Pablo Vila,
Margaret Somers, y en cierto sentido Simon Frith
y Paul Gilroy.
2
Vila, P. (1991).
“Tango to Folk. Hegemony Construction and
Popular Identities in Argentina”, en Studies
in Latin American Popular Culture, 10, Tucson,
Arizona.
3
Vila, P. (2000).
“Música e identidad. La capacidad
interpeladora y narrativa de los sonidos, las
letras y las actuaciones musicales”, en
Mabel Piccini, Ana Rosas Mantecón y Graciela
Schmilchuk (coord.), Recepción artística
y consumo cultural. México: CONACULTA,
INBA y CENIDIAP, pp. 346-350.
4
De la Peza, C.
(2001). El bolero y la educación sentimental.
México, UAM.
5
Jensen, K.B. (1991).
Reception análisis: mass communication
as the social production of meaning. EN: K.B.
Jensen y N. Jankowsky (eds)., A handbook
of qualitative methodologies for mass communication
reaserch, Routledge, Londres y Nueva York.
6
Kemp, W. (2000). “El observador está
en la imagen”, en Mabel Piccini, Ana Rosas
Mantecón y Graciela Schmilchuk (coord.),
Recepción artística y consumo cultural.
México: CONACULTA, INBA y CENIDIAP, pp.
215.
7 Von Alemann,
Anette. (2003). Knoledge transfer in the
social sciencies: the role of professionals in
desintegration research. En: 6th ESA Conference,
Murcia 2003. También disponible en: <http://www.um.es/ESA/papers/Rn_1511.pdf>
(Consulta agosto 2005).
8 Excluimos
a la música pop por ser un medio de consumo
masivo, en tanto medios e industria cultural
inciden de manera constante y permanente en ella
a través de los canales de difusión,
las vías de distribución y la proliferación
en serie de sus contenidos.
9 La certeza
que el investigador tiene sobre la necesidad
de estar informado en el mundo de hoy obedece
al entendimiento claro del papel que juega la
posesión de información en cuanto
a reconocimiento social. En el caso de la música
y de los meso-medias en general, no existe una
previsión concreta y certera que dé
cuenta de los factores de influencia para su
aceptación y/o recepción en una
comunidad. Esto es una de las características
que definen a los meso-medias, y que llamamos
apropiación “volitiva” en
tanto depende en su mayoría de una elección
individual (aunque esto no signifique que dicha
elección sea necesariamente libre). Para
más información consultar: James
Lull, citado en Mc Quail, (1988) Introdución
a la teoría de la comunicación
de masas, pp.196-197. Barcelona: Paidós.
10 Para más
información consultar en: Lozano Rendón,
José Carlos. (1996). Teoría
e investigación de la comunicación
de masas. México: Alhambra, pp. 50.
También Mc Quail, Dennis. (1988). Introducción
a la teoría de la comunicación
de masas. Barcelona: Paidós, pp.
183-266.
11 Ver Romeu,
Vivian. (2005). Los medios y la teoría
de la construcción de la Tercera Cultura.
En revisión para Signo y Pensamiento
No. 47.
12 Mc Luhan,
Marshall. En entrevista concedida a Manuel A.
Jofré, Conversando con Mc Luhan..
En: <http://rehue.csociales.uchile.cl/rehuehome/
facultad/publicaciones/Talon/talon1/mcluhan.htm>
(consulta junio/2005).
13 De las
ganancias mencionadas anteriormente, el estudio
de caso sólo ocupará dos: identificación
y placer; ambas son representativas de lo que
los receptores de la obra de Silvio buscan y
encuentran en ella. La compañía,
por el mismo tipo de medio (la música)
se inscribe como una ganancia circunstancial
y por ello no la tomaremos en cuenta; y la supervisión
(información) por la característica
del contenido que se maneja queda excluida de
nuestro trabajo.
14 Zermeño
Flores, Ana Isabel. "La presencia de las
nuevas tecnologías de comunicación
e información en el ambiente doméstico
de Colima". En: Rizo, Marta (2004), La
investigación de la producción,
los
discursos y la recepción de los medios
de comunicación. (Antología).
Universidad Autónoma de la
Ciudad de México.
15 Bourdieu,
Pierre. En: <http://www.antroposmoderno.com/textos/bordieu/shtml/consucultu.shtml>
(Consulta Julio /2005).
16 Para más
información ver en: Monzón, Cándido
et all. (2001). Opinión pública
y comunicación política. Barcelona:
EUDEMA, pp. 282-318 y en: Lozano Rendón,
José Carlos. (1996). Teoría
e investigación de la comunicación
de masas. México: Alambra, pp. 131-158.
17 Ver Romeu,
Vivian, "El arte como objeto cultural elitista",
en Andamios No.4, 2005. También
en Memorias del XVII Encuentro AMIC (CD), 2005,
Mérida, México.
18 We Want
to Change the World, canción de Los Beatles
de la década de los setenta.
19 Muchos
teóricos coinciden en señalar que
las raíces de este enfoque se hallan en
el estudio de Herzog, sobre el uso que le daban
las amas de casa a las radionovelas. Para más
información consultar:
20 Op.
Cit. Ibidem.
21 Jensen,
K.B. (1996). Capítulo 10. Los estudios
culturales. En: Lozano, José Carlos: Teoría
e investigación de la comunicación
de masas. México, Alambra, pp. 197.
22 Horkheimer,
O y Adorno, T. (1991). Dialéctica
del Iluminismo. Buenos Aires: Ediciones
Sur.
23 Frith,
Simon, “Music and Identity”, 1996,
citado en Pablo Vila (2000). “Música
e identidad. La capacidad interpeladora y narrativa
de los sonidos, las letras y las actuaciones
musicales”, en Mabel Piccini, Ana Rosas
Mantecón y Graciela Schmilchuk (coord.),
Recepción artística y consumo
cultural. México: CONACULTA, INBA
y CENIDIAP.
24 Consultar:
<http://www.tcw.utwente.nl/theorieenoverzicht/Levels%20of%20theories/micro/>
25 Op.
Cit.
26 La teoría
de los Usos y las Gratificaciones puede consultarse
en: Katz, E, Blumer, J y Guerevitch, M. (1986).
Usos y gratificaciones de la comunicación
de masas, en Miquel de Mortajas (ed). Sociología
de la comunicación de masas. Vol. 2. Barcelona:
Gustavo Gili.
27 En el
caso que nos ocupa, los medios masivos de comunicación
no han jugado un papel relevante. El 98.9% de
los encuestados, coincide en admitir lo anterior.
28 Vila,
Pablo. (2000). “Música e identidad.
La capacidad interpeladora y narrativa de los
sonidos, las letras y las actuaciones musicales”,
en Mabel Piccini, Ana Rosas Mantecón y
Graciela Schmilchuk (coord.), Recepción
artística y consumo cultural. México:
CONACULTA, INBA y CENIDIAP, pp. 357-358.
29 Nos referimos
específicamente a los usos sociales de
James Lull. Op.cit., que pueden resultar relevantes
para el estudio de los macro-medias, como TV,
prensa y radio, pero no para el estudio de los
meso-medias.
30 Frith,
Simon, “Music and Identity”, 1996,
citado en Pablo Vila (2000). “Música
e identidad. La capacidad interpeladora y narrativa
de los sonidos, las letras y las actuaciones
musicales”, en Mabel Piccini, Ana Rosas
Mantecón y Graciela Schmilchuk (coord.),
Recepción artística y consumo
cultural. México: CONACULTA, INBA
y CENIDIAP, pp. 351.
Referencias:
· Bourdieu,
Pierre. En:
<http://www.antroposmoderno.com/textos/bordieu/shtml/consucultu.shtml>
(Consulta Julio /2005).
· Casaus, Víctor. (1984). Qué
levante la mano la guitarra. La Habana:
Pueblo y Educación.
· Horkheimer, O y Adorno, Th. (1991).
Dialéctica del Iluminismo. Buenos
Aires: Ediciones Sur.
· Jensen, K.B. (1991). Reception análisis:
mass communication as the social production of
meaning. EN: K.B. Jensen y N. Jankowsky (eds).,
A handbook of qualitative methodologies for
mass communication reaserch, Routledge,
Londres y Nueva York.
· Lozano Rendón, José Carlos.
(1996). Teoría e investigación
de la comunicación de masas. México:
Alhambra, pp. 50.
· Mc Quail, Dennis. (1983). Introducción
a la teoría de la comunicación
de masas. Barcelona: Paidós.
· Monzón, Cándido et
al. (2001). Opinión pública
y comunicación política. Barcelona:
EUDEMA.
· Romeu, Vivian, El arte como objeto cultural
elitista, en Andamios No.4, 2005, México:
UACM (en proceso de edición) También
en Memorias del XVII Encuentro AMIC (CD), 2005,
Mérida, México.
· Vila, Pablo. (2000). Música e
identidad. La capacidad interpeladora y narrativa
de los sonidos, las letras y las actuaciones
musicales, en Mabel Piccini, Ana Rosas Mantecón
y Graciela Schmilchuk (coord.), Recepción
artística y consumo cultural. México:
CONACULTA, INBA y CENIDIAP, pp. 331-369.
· Von Alemann, Anette. (2003). Knowledge
transfer in the social sciencies: the role of
professionals in desintegration research. En:
6th ESA Conference, Murcia, 2003. También
disponible en: <http://www.um.es/ESA/papers/Rn_1511.pdf>
(Consulta en agosto 2005).
Vivian
Romeu
Universidad
Autónoma de la Ciudad de México,
México. |