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Por Marisa Avogadro
Número
48
El aire está tan calmo,
que llego a escuchar hasta el movimiento de las
pequeñas hojitas del árbol. Azul,
azul intenso se ve el cielo; como una alfombra
suave e interminable, con diminutas perlas blancas
que tintinean, suspendidas en el aire. Miro hacia
la tierra, estoy muy cerquita de la luna, que
canta y juega con las estrelllas.
Tiene
que llegar la medianoche y estamos todos a la
espera. Los latidos de nuestro corazón
hacen que la luz que tenemos suba y baje. Estamos
todas mirando a Belén, Tierra Santa en
Jerusalén.
Escucho
campanitas, los ángeles están bajando
a la tierra. La luna respira hondo y despacio
esparce un suave aroma a jazmines mezclado con
azahares y fresias. Y yo y mis hermanas estrellas
comenzamos a brillar más y más...
En Belén ya nació el Niño
y con él la luz de esperanza para la humanidad.
Los
Reyes Magos traen sus ofrendas y también
los pastores del lugar. Cerremos lentamente nuestros
ojos y casi como un susurro, pidamos a la estrellita
de la esperanza, que hoy que nació Jesús,
llene nuestros corazones de paz, amor y verdad.
Mtra.
Marisa Avogadro
Investigadora
Línea Externa, Cátedra de Comunicación
Estratégica y Cibercultura, ITESM,
Campus Estado de México, México
y Docente de Gestión y Tecnología
de la Información para la Seguridad Pública,
IUSP, Argentina. |