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Comunicación, Diálogo e Ideología en el Sistema Político Venezolano
 

Por Carlos Colina
Número 51

Si hubiésemos caído de una inocencia completa, total, verdadera en suma, la extrañaríamos con una vehemencia tal que nada podría prevalecer contra nuestro deseo de recobrarla; pero el veneno estaba ya en nosotros, originalmente, indistinto todavía pero que después iría definiéndose y apoderándose de nosotros, marcándonos...
Sobre el árbol del conocimiento del bien y el mal en “El árbol de la vida”
E.M.Ciorán(1988).

La utopía es una liebre de trapo
J.Wagensberg. (2003).

Desde la caída del muro de Berlín o aún antes, todos perdimos la inocencia. El poder y la manipulación no se manifiestan como lo plantean los franfurtianos. No nos imaginamos formas de sociabilidad tan igualitarias y totalmente libres de coerciones en las asociaciones liberales de los siglos XVIII y XIX, como plantea el máximo exponente de la segunda generación de la escuela citada ...”Tales asociaciones estuvieron integradas por miembros voluntarios1 y practicaron internamente formas de sociabilidad igualitarias, la libertad de discusión, las decisiones por mayoría, etc”...(Habermas,1994:4). Aún bajo el presupuesto de la pertenencia a una sola clase, léase anacrónicamente como “la burguesía”, está no era homogénea como preestablece el simplismo marxista, sino por el contrario, incluye diferenciaciones y estratificaciones internas, tal como nos ha legado la sociopolítica moderna. Los mass media no fueron las tentadoras manzanas que incorporaron la manipulación en las relaciones humanas. La manipulación no se inició con los medios de comunicación, ni se instaura únicamente en las relaciones mediadas tecnológicamente, tal como constató hace más de tres décadas Enzensberger (1974) y como yo redescubrí en un regateo en Marruecos en los primeros años noventa.

En la cotidianidad de las sociedades actuales, observamos diálogos entre sujetos evidentemente diferentes, que nunca están completamente exentos de manipulación. ¿Por qué no admitir el disenso? A diferencia de los salones de café de la “burguesía europea”, en los cybercafé actuales no se discute “la cultura”, sino que se intercambian e imbrican las culturas. Los sujetos son otros.

En el presente artículo se cuestiona el planteamiento clásico habermasiano sobre la comunicación y el diálogo; se discute la incorporación de la noción dialógica y su relación con lo alternativo en Latinoamérica, para después plantear el papel de la ideología en la creación de estereotipos. Estos últimos se constituyen en obstáculos para el diálogo en la medida en que empobrecen y reducen al máximo la imagen del otro. Finalmente, se conjetura sobre el papel de las ideologías en la creación y reforzamiento de estereotipos de los actores sociales y políticos venezolanos en el sistema político que se ha entronizado a partir del año 1999.

Comunicación y diálogo
Planteamiento clásico

Podemos mencionar especialmente a J. Habermas (1986,1994) como un autor especialmente influyente en los enfoques regionales sobre comunicación y diálogo. En su concepción primera encontramos toda la potencia crítica de la Escuela de Frankfurt pero también toda la pobreza del marxismo, con sus determinismos y reduccionismos.

Para algunos autores, la situación ideal de diálogo es el núcleo de la teoría clásica habermasiana2. Toda discusión racional ha de desenvolverse en una situación real de diálogo. Este último es la forma ideal de comunicación y presupone que los sujetos se reconocen mutuamente en <plena igualdad> de seres libres, responsables y autónomos. La igualdad humana es la situación originaria y radical del diálogo.

Las precondiciones del diálogo son utópicas: plena igualdad3 y plena libertad, relación comunicativa simétrica y ausencia de dominio o coerción. Se trata de un dialogismo entre sujetos racionales. La comunicación presupone una comprensión recíproca que busca el consenso racional de todos sus participantes. Si la acción estratégica busca la influencia o el éxito, la acción comunicativa tiende al consenso. El autor está consciente de que los consensos pueden ser injustos; por eso plantea que sólo en una situación ideal de comunicación podrían resultar equivalentes el consenso y la legitimidad (Ayllón,2005).

El verdadero consenso está fundamentado en el entendimiento mutuo, en la idea de reciprocidad y en el intercambio de papeles. Este consenso se constituye en ideal normativo, en idea reguladora, en principio que anticipa la realización de la interacción...(De Sousa Filho,2002).

Según esta línea de pensamiento, la tecnificación y la colonización comunicativa han trastocado este diálogo mutuo y han instaurado la manipulación. El diálogo es un modelo ético que prescribe una moral imposible; la ausencia de manipulación. Con los mass media electrónicos surgió una nueva clase de influencia...”un poder de los medios que, utilizado manipulativamente, hace perder la inocencia al principio de la publicidad”...(Habermas,1994:17).

Antonio Pasquali, un autor venezolano que tuvo una influencia sin parangón en la comunicología latinoamericana en las décadas de los setenta y ochenta del siglo pasado, definió a la comunicación como un proceso dialógico;

Por comunicación o relación comunicacional entendemos aquella que produce (y supone a la vez) una interacción biunívoca del tipo del consaber, lo cual sólo es posible cuando los dos polos de la estructura relacional (Transmisor-receptor) rige una ley de bivalencia: todo transmisor puede ser receptor, todo receptor pude ser transmisor (...) Proponemos reservar el término de información al proceso de vehiculación unilateral del saber entre un transmisor institucionalizados y un receptor-masa, como a sus contenidos (...) /queda así definida/ ... la diferencia entre ‘comunicación’ como diálogo e ‘información’ como alocución. (Pasquali,1980: 49,62)

En el planteamiento de ambos autores subyace el ideal romántico de la comunidad perdida y la concomitante aspiración a recuperarla. Posteriormente, Morin (2000) nos señalará que en toda formación social existen elementos que nos cohesionan e intereses que nos separan y que la vuelta de la sociedad a una comunidad primera es una meta imposible de lograr. Coexistimos siempre en sociedad y comunidad.

Comunicación alternativa y diálogo en Latinoamérica
Hacia fines de los años sesenta y en el transcurso de los años setenta, la pedagogía de la liberación influye notoriamente en los planteamientos de la comunicación alternativa de la región.

“...Ser dialógico es no invadir, es no manipular, es no imponer consignas. Ser dialógico es empañarse en la transformación constante de la realidad. Esta es la razón por la cual, siendo el diálogo contenido de la propia existencia humana, no puede contener relaciones en las cuales algunos hombres sean transformados en seres para otro, por hombres que son fasos seres para sí. El diálogo no puede iniciar una relación antagónica. (Freire, 1979:26).

Desde la década de los setenta se difunden términos como comunicación participativa, horizontal, popular, liberadora y de base. Lo dialógico es sinónimo de reversibilidad de los polos emisión-recepción y de ausencia de coerción. La misma experiencia cotidiana de <opresión> conduce a códigos compartidos. En algunos casos se habla de relaciones no mediadas. En muchos casos se privilegia lo micro y lo grupal, que fue una variable central, primero en el difusionismo latinoamericano y luego en el freirismo. La comunicación es <educativa> y <concientizadora>. Las propuestas alternativas presuponen generalmente el ejercicio de la participación (y/o diálogo) e implican su oposición a la <dominación>, en los distintos matices de la interpretación marxista.”...No hay-o no debería haber- verdadera comunicación alternativa sin un proyecto alternativo de organización social”...(Capriles, 1980:59).

En el año 1973, la Cumbre de Argel de los países no alineados había sentado las bases del Nuevo Orden Informativo Internacional. El norte es la democratización de las comunicaciones y el cuestionamiento del modelo <transnacional> en el área. “La comunicación alternativa es un proyecto que se opone al predominio sin contrapeso de la modalidad de comunicación transnacional”...(Portales, 1981: ). En eventos auspiciados por la UNESCO, en esta misma década, los debates sobre Políticas Nacionales De Comunicación (San José,1976) le confieren centralidad a nociones como acceso, participación y autogestión, cercanas a los postulados de lo alternativo.

Lo popular es mirado y homogeneizado desde lo político. La concepción unidimensional del poder y de las relaciones y estrategias de poder ejercen también un influjo simplificador. En muchos casos se desestiman las experiencias espontáneas para privilegiar aquellas otras, dirigidas por una vanguardia totalizadora, totalitaria y paternalista. El dialogante potencial es un sujeto mítico (el proletariado, el pueblo) que es paradójicamente un ente pasivo y recipiente de las ideas mesiánicas del marxismo. No están ausentes aquí el ideal romántico humanista de la transparencia de la comunicación cara a cara y la noción de la tecnología como la negación de <lo humano>. Como si el hombre no fuera también homo faber.

Los planteamientos de Jesús Martín Barbero comienzan a ejercer una impronta en los productos intelectuales regionales en los años ochenta. Su importancia es decisiva en la medida en que se comienza a percibir la complejidad de muchos fenómenos y a problematizar lo que era dogma indiscutible. La comunicación empieza a ser pensada desde la cultura y sus matrices. Lo popular es concebido en su heterogeneidad y ambigüedad. Se rompe también con la noción de un poder omnipotente sin fisuras y sin contradicciones para desplazar estratégicamente la atención hacia las fracturas y las brechas. No sólo hay complicidad, también hay resistencia y réplica, resignificaciones y apropiaciones. En las modalidades de comunicación propuestas se trata de que las clases y grupos <dominados>, o los grupos sociales de base tomen la palabra para expresar sus aspiraciones y expectativas colectivas (Barbero, 1981:43-44).

Hoy día, se reconocen nuevos sujetos (jóvenes, clases medias) y se redefine ampliamente lo popular. De acuerdo con la era posnacional, esta noción se amplía al ámbito trasnacional. Se identifica el surgimiento de la denominada sociedad civil global.

En las concepciones tradicionales aludidas, la categoría de ideología es neurálgica. La manipulación es esencialmente manipulación ideológica. Actualmente, quizá habría que retomar la noción de ideología pero vincularla también a la perspectiva de las mediaciones. La ideología no se asume exclusivamente por manipulación sino también por un proceso de enculturación en el cual intervienen distintas instancias mediadoras. En la actualidad, las TIC y los mass media participan de manera central, pero además la escuela, la religión y la familia.

Después de las tesis del fin de las ideologías, hoy día, pareciera resultar vigente la definición clásica de ideología como falsa representación. Por ejemplo, la ideología opera fuertemente en la puntuación de nuestra historia cercana y en la geopolítica mundial. A nivel internacional, ¿quién define el eje del mal?; ¿quién define el eje del bien? La “IV República” o los “cuarenta años” de democracia representativa venezolana, que precedieron al sistema político actual, no fueron homogéneos ni desde el punto de vista socioeconómico ni político, a pesar de que los bandos en pugna se refieran a ese lapso como si constituyera un todo compacto. Empero, más que al contexto internacional y a nuestra historia hemos de referirnos a la relación entre la ideología y la creación de estereotipos de los actores sociales en la coyuntura venezolana actual.

Ideología, tipificación y estereotipación
Normalmente, en la sociedad observamos la tipificación de acciones específicas, de formas de acción y de tipos de actores. Estos últimos, en un contexto institucional, son los denominados <roles>. ...”La construcción de tipologías de roles es un correlato necesario de la institucionalización del comportamiento”...(Berger y Luckmann,1991:98). Los yo actuantes se identifican como tipos intercambiables. En la interacción social se aplican también criterios de economía cognoscitiva.

Si la tipificación de roles es una especie de simplificación de la persona, porque estamos ante meros segmentos del yo objetivados, la estereotipación es una suerte de hipersimplificación.

El estereotipo es una imagen mental simplificada de una categoría de personas e instituciones. Puede decirse que el estereotipo surge por un efecto de generalización u homogeneización (Bernete García, 1990:5).
(El estereotipo)...es una imagen mental muy simplificada (por lo general) de alguna categoría de personas, instituciones o acontecimientos, que es compartida, en sus características esenciales, por un gran número de personas.(Stallybras,1977, citado por Bernete García, 1990:171)
...El estereotipo existe cuando varios sujetos perteneciente a un grupo acentúan: a) Las diferencias presentes entre los miembros de su grupo y los miembros de otro; b) Las semejanzas entre los miembros de este otro grupo (Billing,1984, citado por Bernete García,1990:5,6)

In modern usage, a stereotype is a simplified mental picture of an individual or group of people who share a certain characteristic (or stereotypical) qualities. The term is often used in a negative sense, and stereotypes are seen by many as undesirable beliefs which can be altered through the poopie education and/or familiarisation. Stereotypes are common in the world of drama, where they are often used as a form of dramatic shorthand.
Common stereotypes include a variety of allegations about various racial groups (see: racial stereotype and racial profiling) and predictions of behavior based on social status and wealth (See social stereotype)(VVAA,2005; Dictionary of Arts and Entertainment)

Generalmente, el estereotipo racionaliza y justifica un prejuicio negativo4 del endogrupo (etnocéntrico) en contra del exogrupo. "Stereotypes are schemas about characteristics ascribed to a group of people based on qualities such as race, ethnicity, or gender rather than achievements or actions."(Westen,1999:674)

El estereotipo se relaciona comúnmente con ciertos prejuicios y con sus profundas consecuencias de discriminación y exclusión.

Social stereotypes are cases of metonymy, where a subcategory has a socially recognized status as standing for the category as a whole, usually for the purpose of making quick judgements about people. The housewife-mother subcategory, though unnamed, exists. It defines cultural expectations about what a mother is supposed to be. And because of this, it yields prototype effects. On the whole in our culture, housewife-mothers are taken as better examples of mothers than nonhousewife-mothers.
The characteristics of a given social stereotype may or may not have much basis in fact. Stereotypes can sometimes be a relatively value-neutral categorization of behavior (e.g. the view that most parents have a tendency to nag their children). On the other hand, when unjustified stereotypes are applied to groups, often the result is negative. Negative stereotyping is a key feature in prejudice, as racism, sexism, et cetera (VVAA,2005:Dictionary of Society and Culture)

Algunos autores relacionan el estereotipo con una falsa representación, lo cual lo aproxima a una concepción clásica de la ideología.

Ethnic Stereotypes in popular culture involve an overly-simplified, stereotypical or false representation of the typical characteristics of a members of an ethnic group in music, literature, print media, film and the performing arts. (VVAA,2005:).

El estereotipo podría definirse como una especie de singularización, es decir, la cosificación de un individuo en un rol específico, ignorando su pluralidad. No obstante, diversos autores han problematizado la continuidad en el tiempo y la unidad en el espacio del individuo y han abierto el camino hacia una concepción pluridimensional de los actores sociales(Corcuff,1998). En la tradición de las ciencias sociales podemos señalar la noción de roles sociales, de personalidad múltiple (Mead,1963, citado por Corcuff,1998: 86), y la hipótesis de yoes múltiples (Elster,1985, citado por Corcuff,1998:91). Además, pueden sumarse las aportaciones de muchos otros autores, entre ellos; Ervin Goffman, Francois Dubet, Jean Loup Amselle y Claudette Lafaye (Citados por Corcuff,1998).

Los estereotipos de la “V República”
Las ideologías transmitidas por los sistemas políticos, los líderes carismáticos y por los medios de comunicación tienen un rol fundamental en la creación y difusión de estereotipos. A partir del resultado electoral del año 1998 y de la gestión de gobierno que comienza en el año 1999, se han generado en el país dos grupos radicalmente enfrentados con sendos discursos; “...los adictos incondicionales al gobierno, hasta la posibilidad de la violencia y la agresión física, y los que contudentemente lo enfrentan, auspiciando inclusive hasta la alternativa del golpe de Estado...”(Barrera Linares,2003:66). El llamado tercer sector, de actitudes intermedias y matizadas en una u otra dirección, ha permanecido en silencio, invisible, indiferente o sometido a la sombra de la sospecha. La situación ha demandado que se sea chavista o se pertenezca a una <sociedad civil>; sin ambages. Ambos grupos son excluyentes y discriminatorios. Una fuerte tendencia autoritaria atraviesa el sistema político venezolano y el personalismo oficialista ya adquiere ribetes de culto a la personalidad. De manera triste y empobrecedora, el eje del conflicto se define a partir del ocupante de la primera magistratura; chavista-antichavista.

En el grupo oficialista, el sujeto discursivo por excelencia, es decir, el que posee el control sobre la forma de identificar al contrario es el presidente Hugo Chávez Frías. Sus seguidores repiten su léxico, sus argumentaciones, sus ademanes, entre otros elementos. Chávez utiliza una oralidad que lo acerca al interlocutor <soberano>. “...Si hay algún factor que abiertamente ha permitido la vinculación discursiva inicial entre Chávez y sus seguidores es justamente el uso de una retórica directa, sencilla, presuntamente pedagógica, sin honduras y cargada de mucho discurso de ficción que él hace percibir como real, debido a su condición de hablante sociolingüísticamente poderoso...”(Ibidem:63). A todo esto debemos agregar los componentes afectivos y emocionales del discurso.

No podemos ignorar el contexto en función de una supuesta neutralidad. Ya no se puede ser “Ni ni”. Las máscaras se cayeron desde hace tiempo. Los epítetos para calificar el sistema político actual abundan en número y variedad: neopopulismo, neototalitarismo, neocaudillismo, democracia no liberal, entre otros, que pretenden significar el autoritarismo creciente y concentrado del régimen actual. El insulto ha reemplazo al diálogo ciudadano. El militarismo, la corrupción y el desmantelamiento institucional imperan en toda la sociedad. Al autoritarismo local se le añade la acentuación de muchas de nuestras peores perversiones, entre ellas, la anarquía social, la indisciplina laboral que heredamos del sindicalismo adeco y los problemas <des–organizacionales>. Si antes las instituciones funcionaban mal, por su progresivo deterioro desde momentos estelares, ahora simplemente no existen. Desde las altas instancias del poder, se propulsa la <misión odio>5 (Hernández,2006b:4), la manipulación del resentimiento de los más desfavorecidos en contra de los sectores medios y altos de la población, a los que se califica decimonónicamente de <oligarcas>.

En las <democraduras>, y eso lo saben quienes vivieron en el Perú de Fujimori y quienes padecen el presente – sin ser parte del oficialismo – la Venezuela de Hugo Chávez, el terror se construye poco a poco a la manera de una malla invisible que, siguiendo la más pura tradición de las estrategias militares de guerra psicológica, va minando la moral del contendor: arrinconándolo para dejarlo fuera de juego como proscrito de la comunidad política (estimagtizándoles como traidores de la patria); restringiéndole o dificultándole sus opciones laborales y sus operaciones ciudadanas (la cruzada de discriminación política emprendida con la lista de Tascón); haciéndole sentir amenazado, expuesto, frágil, huérfano frente a los aparatos represivos (las razzias de la Guardia Nacional a las Urbanizaciones petroleras), el sistema judicial (el encarcelamiento secuencial y sistemático de periodistas), o los nuevos mecanismos de justicia “popular bolivariana (turbas de “camisas rojas”, linchamientos, invasiones de tierras y edificios, apedreamientos); privándoles de los mecanismos de defensa frente al poder del Estado que toda democracia establece para sus ciudadanos (la Fiscalía, la Contraloría y la Defensoría del Pueblo puestas al servicio incondicional del Presidente) y, de modo muy especial, haciéndole perder toda confianza en instituciones claves (descreimiento colectivo en el Consejo Nacional Electoral expuesto, entre tanto, por la Comisión Especial de la Unión Europea que nos visitó esta semana. (Hernández,2006ª, 2006:4)

El sistema político venezolano actual es un híbrido que combina los efectos más nocivos de sistemas políticos fracasados u oprobiosos: populismo, comunismo, fascismo, democratismo, entre otros. Su vocación totalitaria se expresa claramente en sus alianzas internacionales con las tiranías políticas y religiosas (cubana, china, iraní, etc) y en la persecución a través de listas fascistas (Tascón6, programa Maisanta) que se basan en la difusión pública de datos sensibles de tipo político de los ciudadanos para negarles el trabajo o restringirles o mermarles sus ingresos, tal como ocurre con las universidades públicas venezolanas. El derecho al trabajo y el nivel de ingreso están mediados por la adscripción o no a una ideología que es también híbrida y que combina elementos modernos con componentes arcaicos premodernos.

Por otra parte, la mayoría de los medios de comunicación venezolanos se identifican con la oposición; ejercen el control discursivo de la información y se abrogan la definición del oponente. En estos tiempos difíciles para el liberalismo constitucional, si bien les corresponde jugar un papel indispensable en la defensa de nuestra libertad de expresión, también es verdad que ciertas actuaciones como el black out informativo de abril de 2002 plantean un dilema ético. En el contexto actual, medios públicos y privados actúan más como instrumentos de propaganda que como simples mediadores. Si bien desde el punto de vista de la defensa de los derechos humanos esta actuación resulta de una importancia crucial, su impacto sociocultural no deja de ser digno de estudio.

En el caso concreto de Venezuela, en una coyuntura política polarizada7, la ideología oficialista estereotipa al individuo opositor como escuálido, oligarca, rico, antichavista, fascista, golpista, vende patria o traidor. Por su parte, los medios de comunicación han estereotipado al oficialista como miembro de un círculo bolivariano y por ende, chavista, comunista, marginal, miliciano, mono, violento y resentido. Este individuo pertenecería a una horda, una hueste violenta o a una turba chavista. Hay un intercambio de calificativos comunes para ambos grupos que quizá evidencien nuestra grave crisis moral: ladrones, talibanes, corruptos y ratas (Ibidem:69). Esta etiquetas descalificadoras obturan el diálogo, al igual que autoidentificaciones excluyentes; de un lado los bolivarianos patriotas que expulsan y niegan al otro “apátrida” y por el otro, la sociedad civil que se reduce a los sectores medios urbanos de la sociedad.

Según la investigadora Adriana Bolívar (2003)8 las estrategias discursivas más usadas por los actores políticos venezolanos son la legitimación del propio grupo y la deslegitimación del <otro>, a través de su descalificación y rechazo. La oposición emplea también la denuncia. Con especial énfasis, desde el sector oficial; “...se hacen patentes, en cada caso, amenazas a la imagen del adversario, al extremo de inhabilitarlo como interlocutor”(Ibidem:147). El estilo de confrontación debilita o anula el diálogo y pone en peligro la democracia <realmente existente>. En realidad, parece no haber voluntad de diálogo entre los actores en conflicto y la democracia se perfila como no liberal (Zakaria,1997, citado por MARTÍNEZ,2005).

El diálogo político se vio resentido a partir del año 1999, cuando Hugo Chávez Frías asumió la presidencia de la República y es que las peculiaridades de la <ideología bolivariana>, del aludido <proceso> y de su propio discurso coadyuvaron a ese debilitamiento. La actuación de los círculos bolivarianos ha contribuido a profundizar el clima de intolerancia y rechazo entre ambos grupos. Adicionalmente, están la idea de una <revolución> democrática y las estrechas relaciones del sistema político actual con la dictadura totalitaria de Fidel Castro.

En los textos del presidente predominan las funciones de legitimación del grupo y deslegitimación del adversario. Hay evidencias de coerción como parte del ejercicio del poder y encubrimiento bajo la forma de atenuación, al tratar de mitigar los efectos de algunos hechos comprometedores para su gobierno (Ibidem:129).

La ideología bolivariana-militarista, al igual que el denominado <proceso> son nociones flexibles, laxas y abstractas, empleadas, sobre todo, hasta el referéndum revocatorio de agosto del año 2004. Desde esa fecha Hugo Chávez ha incorporado un nuevo instrumento de legitimación de los cambios; <el socialismo del siglo XXI>, tesis que tampoco está exenta de vaguedad. No obstante, en nuestro contexto, todos estos planteamientos ideológicos tienen en común una base conflicitivista y divisionista.

El personalismo no es nuevo en la vida política venezolana. Es tradicional en la cultura política latinoamericana e hispanoamericana pero también un fenómeno mundial actual, relacionado con la crisis de representatividad de los partidos convencionales. En nuestro caso, se combina con elementos autoritarios que vulneran aún más la democracia. Estamos ante un neocaudillismo militarista con prácticas discursivas sui géneris y es consabido el papel del lenguaje en la construcción social de la realidad. El lenguaje tiene un papel crucial en la interacción política (Bolívar,2001). Hugo Chávez emplea actos amenazadores, la burla y la ironía, sin actos de cortesía que los reparen o contribuyan a paliar sus ataques, lo cual tiene implicaciones muy negativas para el diálogo(Loc.Cit)9. La idea es dañar irrecuperablemente la imagen de los oponentes.

El discurso de Hugo Chávez Frías contiene sintaxis declarativa, interrogativa e imperativa, lo que quiere decir que adopta una variedad de roles como persona: es declarante, pero también pregunta y ordena. Al cuestionar brinda a los demás la posibilidad de participar (pues pueden responder), pero al ordenar controla la conducta de los otros. Dado que algunas preguntas son retóricas, realidad predominan los actos directivos de diferentes tipos que, en términos de Brown y Levinson(1987), amenazan la imagen negativa de sus interlocutores porque no sólo los invita sino que les exige e impone, a menundo en tono de reto y reproche...(Ibidem:125).

Algunas características de la alocución presidencial de Hugo Chávez, detectadas en el estudio anteriormente citado, son extrapolables a la mayoría de sus discursos. Aquellos elementos que han coadyuvado a su éxito comunicacional entre ciertos sectores de la población, están ligados a las interpelaciones populistas. Las interrogaciones, el lenguaje sencillo y directo, narrativo, oral y el estilo conversacional e informal, logran un efecto de igualación con sus votantes. El “pueblo” es interpelado como sujeto. No obstante, esta noción de pueblo es excluyente. Además, es muy importante resaltar que su estilo discursivo no puede imputarse solamente a una supuesta psico o sociopatía del líder, sino también al denodado trabajo de cenáculos estratégicos gubernamentales encrustados en el Ministerio de Comunicación e Información (FRANCIA,N.,2006:6), que no parece excluir la asesoría del G2 cubano. Allí está la desfasada y agresiva táctica <anti-imperialista> para demostrarlo.


Notas:

1 Según este autor se constituyeron a través de decisiones libres, autónomas y privadas de sus miembros fundadores.
2 La visión habermansiana es propia y exclusiva de las sociedades desarrolladas del capitalismo maduro, definidas como democráticas y pluralistas. No nos referiremos aquí a sus planteos y desarrollos más actuales, sino a lo que ha sido su impronta fundamental en la comunicología.
3 Esta precondición sería válida si la asimilaramos a La libertad de participación en el discurso, libertad de expresión o derecho igual de todos a hablar públicamente.
4 “Prejudice is, as the name implies, the process of "pre-judging" something. In general, it implies coming to a judgement on the subject before learning where the preponderance of the evidence actually lies”.(VVAA,2005: Dictionary of Law).
5 “Misión” es el término de las acciones gubernamentales asistencialistas y populistas, sin que puedan calificarse a veces de programas y menos de proyectos institucionales. Se trata de pagas a los pobres para anclarlos aún más en su miseria material y moral.
6 Lista del diputado Luis Tascón que contenía los nombres de los venezolanos que firmaron por el SI en el referéndum revocatorio del presidente.
7 El estudio del Dr. Luis Barrera Linares , basado en datos de la prensa y de distintas páginas virtuales, analiza la constante agresión discursiva mutua entre 1999 y 2002.
8 El análisis del discurso del número monográfico (vol. 4, No. 3) de la Revista Iberoamericana Discurso y Sociedad de septiembre de 2003 se centra en el período 1999-2003.
9 En el texto citado, la prof. Adriana Bolívar reproduce los resultados de una investigación que tiene como corpus los discursos de toma de posesión de Carlos Andrés Pérez(1989), Rafael Caldera (1994) y Hugo Chávez Frías(1999-2000).


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Mtro. Carlos Eduardo Colina Salazar
Investigador del Instituto de Investigaciones de la comunicación (ININCO), de la Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela. Investigador asociado al Centro de Investigaciones de la Comunicación (CIC) de la Universidad Católica Andrés Bello, Venezuela.