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Junio - Julio
2006

 

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Un Viaje Imaginario
 

Por Marisa Avogadro
Número 51

Nos tocó con su varita fina y brillante; se sintió un ¡clin, clin! y todo ya estaba listo. Papeles había de todos los colores: amarillos como el sol; blancos como la luna llena; celeste cielo; verde de campo; rojo de los rubíes; naranjas casi con perfume a fruta y rosados como fresas maduras.

Ahora sólo nos faltaba buscar los lápices para escribir y mucha inspiración. Corríamos de un lado a otro. La mesa grande, de roble, en el medio de la habitación, esperaba nuestras manos pequeñas y húmedas de la emoción, para que se deslizaran por las hojas de papel.

Lápices preparados para escribir, dijo con voz fuerte María. Nos juntamos todos, sacamos uno cada uno y elegimos un papel de color. María con el blanco de luna, escribió una poesía. Relató una historia nocturna, romántica, del encuentro de una rana y un sapo en la laguna. El celeste cielo, le tocó a Nicolás y contó como los pájaros vuelan libres por su inmensidad. Juan nos contó sobre su caballo Azabache y como surcaba el verde de campo. Julia sonreía al mostrarnos en palabras la belleza los rubíes encontrados en las rocas. Gabriel, inundado del perfume de las naranjas, contaba la historia de sus vacaciones en la plantación y Rocío, con su color favorito, el rosado, describía el sabor de las fresas maduras.

Ya estaba listo el material. Era cierto, el Hada no sólo nos había traído, papeles, colores, olores, sabores. También nos había dejado un arco iris de ideas.

Se terminó el libro, gritamos todos los niños al mismo tiempo. Ya está escrito: nuestro Viaje Imaginario. Y desde ese día, en la aldea del Hada de la Creación, se festeja el día de todas las personas, grandes y pequeñas, que escriben periódicos, poesías, que cuentan cuentos y que le cantan a la vida, confiados de que en la tierra reine la paz, la verdad, el amor y la armonía.


Mtra. Marisa Avogadro
Escritora, Argentina