Razón y Palabra Bienvenidos a Razón y Palabra.
Primera Revista Electrónica especializada en Comunicación
Sobre la Revista Contribuciones Directorio Buzón Motor de búsqueda



Octubre - Noviembre
2006

 

Número actual
 
Números anteriores
 
Editorial
 
Sitios de Interés
 
Novedades Editoriales
 
Ediciones especiales



Proyecto Internet


Carr. Lago de Guadalupe Km. 3.5,
Atizapán de Zaragoza
Estado de México.

Tels. (52)(55) 58645613
Fax. (52)(55) 58645613

Editorial
 

Por Alejandro Ocampo
Número 53

Bienvenidos a la edición 53 de Razón y Palabra. En esta ocasión continuamos nuestros avatares en la cibercultura, por ello dedicamos este número al análisis tanto del impacto como del sentido de las nuevas tecnologías de información y comunicación en nuestro espacio latinoamericano, particularmente en Brasil y qué mejor forma de hacerlo que desde su idioma originario, el portugués. La coordinación corrió a cargo de la Dra. Sandra Portella Montardo, profesora del Centro Universitario Feevale. Para ella y sus colegas que colaboraron en esta edición, nuestra admiración y gratitud.

Encaminándonos ya hacia el final de este 2006, es buen momento para analizar lo que hemos hecho hasta ahora, así como los objetivos no alcanzados aún. Si bien para nuestra región latinoamericana no es un año fácil, con elecciones por doquier y acontecimientos derivados de toda transición gubernamental, es también una prueba de ácido para mostrar que como comunidad podemos ejercer nuestra tolerancia inspirada en nuestra activa pluralidad. La riqueza de nuestra región no está tan solo en nuestro pasado, ni tampoco en nuestros acercamientos a los llamados ‘países desarrollados’, sino en las múltiples expresiones que nos develan como seres humanos orgullosos de vivir día a día nuestra humanidad, de origen complejo, pero con ideales teleológicos que poco a poco comenzamos a elaborar en base a nuestra propia realidad.

Este proyecto debe ser, sin duda, la guía que oriente todas nuestras acciones. Por esa razón es necesario hacer un fuerte hincapié en el énfasis que hay que hacer en nuestra labor educativa. Tarea que, hay que aclarar, es anterior y superior a la instrucción que se imparte en cualquier escuela y universidad, y que tiene la tarea de transmitir a nuestras generaciones futuras, primero, el orgullo de ser y, segundo, hacia dónde queremos llegar. No hay forma posible de progreso auténtico si no hay proyecto en el que se unifiquen todas las fuerzas de una sociedad ya entonces comunidad. Este proyecto, que quede claro, debe ser plural en el sentido de estimular la imaginación en vías del camino a llegar para nuestro fin, pero debe ser muy claro en lo que queremos justamente como fin.

La ausencia de un proyecto, producto de una pendiente revisión seria del pasado, aunada a un dictado externo y acompañado por las imperiosas y siempre inalcanzables necesidades del presente, nos han hecho olvidar lo importante que es tener claro orientar nuestras acciones hacia un deber-ser. Cierto es que el desencanto de la época Light nos ha alcanzado a nosotros también, pero cierto es que sí hay una salida que ponga fin al círculo vicioso para que comience uno virtuoso. Por eso no hay que olvidar las palabras del viejo Plutarco, quien al referirse a la educación, decía:

Una buena agricultura requiere en primer lugar una buena tierra, un campesino competente y, finalmente, una buena simiente. El terreno para la educación es la naturaleza del hombre. Al campesino corresponde el educador. La simiente son las doctrinas y los preceptos transmitidos por la palabra hablada. Cuando una naturaleza escasamente dotada recibe los cuidados adecuados mediante el conocimiento y el hábito, pueden compensarse, en parte, sus deficiencias. Por el contrario, hasta una naturaleza exuberante decae y se pierde si es abandonada. Este hecho hace indispensable el arte de la educación (Jaeger, W. Paideia, FCE, 2000, p. 285).

Evaluemos si estamos dispuestos tomar la responsabilidad de tomar como obligación la definición de nuestro telos tanto en lo individual como en lo colectivo. En realidad no es difícil percatarse de lo imperante que es esto ante un mundo en el que reina cada vez más la incomprensión, la indolencia y la tiranía económica como únicas premisas de un supuesto indicador válido.

Finalmente, quiero agradecer a todas las muchas personas que se unieron a la pena por el fallecimiento de nuestro amigo, colega y maestro, Javier Vilchis. Hoy más que nunca nos hemos percatado de su mucha obra que con tesón y entusiasmo realizó durante sus casi 25 años de estancia en nuestro Tec de Monterrey Campus Estado de México y a lo largo de su vida. Javier hizo válida aquella enseñanza socrática de que existir no es vivir, Javier vivió y fue definitivo coadyuvante en el despertar de quienes tuvimos la enorme fortuna de cruzarnos en su camino. Por eso, Javier más que profesor fue maestro y más que colega fue amigo. Por cierto que todo ese esfuerzo no fue en vano, de ello nos esforzamos día a día, desde nuestro respectivo espacio, todos los que tuvimos la oportunidad de ser sus compañeros de viaje y ser gratamente salpicados de su sabiduría. Hasta siempre Javier, las semillas que sembraste aceptan el reto que es responsabilidad, tu inspiración camina a nuestro lado a cada instante, esperamos no decepcionarte.

Buena lectura


Alejandro Ocampo Almazán
Director de Razón y Palabra