size="-1" face="verdana">Con respecto a la primera, llamada también construcción selectiva, el autor menciona que ocurre a partir de la selección que hace el sujeto de informaciones que recoge de su entorno y de sus propios conocimientos, en función del estatus socioeconómico, las representaciones previas y la concepción que tenga el sujeto de su entorno y de sí mismo. Por otro lado, la descontextualización le permite al sujeto hacer comprensible la idea echando mano de elementos existentes en su universo social.

Por otra parte, en la fase de formación del esquema o núcleo figurativo, la información seleccionada se estructura y organiza en un marco simple, concreto que le permite al sujeto crear un parámetro claro de su relación frente a un objeto, que es lo que Moscovici denomina “modelo figurativo”.

Por último, la naturalización, permite que los conceptos se conviertan en objetos que organizan los fenómenos o acontecimientos. Es decir, el esquema figurativo se convierte en evidencia, integrando los elementos de la ciencia en el imperante mundo del sentido común o pensamiento natural, que caracteriza a la mayor parte de la humanidad.

Una vez que el conocimiento es transformado en algo concreto y material, ocurre su inserción dentro del grupo social; a esta acción se le denomina Anclaje. Así, el conocimiento o la idea necesita ser evaluada en un sentido práctico, es decir, se requiere decidir qué tan útil resulta este conocimiento para resolver problemas de la vida cotidiana. Entonces es cuando el individuo jerarquiza, clasifica y nombra las cosas y las personas, para así poder comprender de manera individual la nueva idea, pero siendo coherente con el marco de referencia de la colectividad. El anclaje es el que permite interpretar y actuar sobre la realidad. Por eso afirma Moscovici que este mecanismo guía la acción del sujeto ya sea individuo, familia, grupo, clase, etc.

Como se puede inferir, la objetivación y el anclaje son procesos que tienen una relación dialéctica entre sí. En esa relación, de acuerdo a Moscovici, se va cristalizando “una representación en torno al núcleo figurativo y un sistema de interpretación de la realidad y de orientación de conductas, en la cual los sujetos movilizan los procesos que les permiten comprender, anticipar, dar sentido a su conducta y su disposición interaccional con el medio” (Everett Rogers, 2003).

En efecto, teniendo en cuenta debido a que la representación social es un producto humano para explicar la realidad y debido a que esta misma realidad es cambiante, la representación social no está exenta de sufrir modificaciones una vez caduca su vigencia y ya no corresponde con la realidad y las necesidades del sujeto. Por esta razón, las representaciones sociales se van actualizando a través del tiempo, pero también son influenciadas por los matices propios de las subculturas en las que se insertan.

La teoría de Rogers participa en la generación de nuevas informaciones que generan cambios y actualizan esas representaciones para beneficio de la comunidad. Este cuerpo de conocimientos alimenta positivamente las representaciones del usuario de servicios de saneamiento básico. En el escenario investigativo que se explora y propone acudimos a las representaciones sociales porque nos interesa saber los imaginarios que poseen los usuarios de los servicios domiciliarios básicos; de ahí podemos comprender la importancia que tienen y su jerarquía en la subcultura del Sur Occidente. Así por ejemplo, el servicio de agua potable y el conocimiento de la representación social que de él se tiene, significa visualizar en forma concreta la importancia que los usuarios le imprimen dentro de su vida cotidiana, si perciben o no beneficio de que les llegue a su casa, de que sea potable, de que sea continua, entre otros.

En este orden de ideas es claro que la construcción de representaciones muestra cómo las personas crean el conocimiento social, también llamado conocimiento de sentido común, pensamiento social o conocimiento práctico. Se sigue entonces una lógica propia que es diferente a la científica, pero no por esto menos importante y que se expresa en el lenguaje cotidiano propio de cada grupo social. En el marco de esta investigación, cuando hablamos de representaciones sociales, nos referimos a los modos como los actores sociales, en este caso, los usuarios de servicios de saneamiento básico, construyen los esquemas cognitivos sobre los cuales desarrollan modos de relación con el pago de los servicios.

Por su característica de ser compartidas de manera consensual por grupos humanos, se dice entonces que las representaciones son sociales, pues crean una visión conjunta de la realidad a partir de un marco de referencia colectivo. Para que una representación sea calificada como social, Moscovici enuncia tres características, así: “un criterio cuantitativo, cuando las representaciones pueden ser extendidas a una colectividad; un criterio de producción, cuando se les puede considerar como la expresión de una organización social y un criterio funcional cuando estas representaciones contribuyen en el proceso de la formación y orientación de la conducta y la comunicación social”.(Elisa Knapp, 2003)

La estructuración de representaciones sociales se da solo en sociedades heterodoxas, es decir, donde existe gran diversidad de opiniones y posiciones con respecto a los objetos sociales que los aglutinan como grupo. El percibir la necesidad de llegar a acuerdos con respecto a los aspectos relevantes de su realidad social, lleva a las personas a buscar consensos y organizar la información pertinente que se relaciona con el foco de la representación. Asume así, en consecuencia, una posición crítica en torno a la misma.

Al respecto, Moscovici infiere tres connotaciones o propiedades de las representaciones sociales: la dispersión y sobreabundancia de información, se refiere a que generalmente la información que se tiene respecto a algo o es insuficiente o es abundante y por lo regular desordenada. Es decir que no se posee la información relevante acerca de un objeto que permita su total comprensión y funcionalidad para ser insertado en un sistema social. Esto debido a que el acceso a la información dentro de un grupo varía según las normas e intereses del mismo y la capacidad de conciencia de sus miembros, entonces se obtiene una visión parcial de la realidad. Lo anterior lleva al individuo inevitablemente a la focalización, la cual explica cómo ciertos aspectos de la realidad son relevantes para el sujeto o grupo y otros pasan desapercibidos, debido a los intereses y la intención de los mismos. Pero esta diversidad de opiniones acerca de un hecho de interés público necesita ser definida y acordada de manera grupal; aparece entonces la presión a la inferencia, pues los miembros de un grupo se ven abocados a opinar, a tomar posiciones, a sacar conclusiones y a ejercer acciones en la medida en que un nuevo evento que se percibe de grandes implicaciones, obliga a que los mismos miembros ejerzan presión sobre los demás para que se expresen. Pude decirse entonces que la exigencia grupal es directamente proporcional a la importancia de un evento.

Cada una de estas tres condiciones, en menor o mayor grado, permiten la génesis del esquema de la representación y su denominador común es la diversidad de posiciones frente a un objeto significativo. Teniendo en cuenta estas características se puede definir el grado de estructuración de las representaciones sociales.

Hacia una propuesta de intervención
Después de haber revisado la dinámica cotidiana de los usuarios de los servicios públicos del Sur Occidente, indagado las posibles áreas de investigación y revisado las posibilidades teóricas para su abordaje desde las ciencias sociales, hay varias cosas claras. Primero, existe la convicción de que cualquier aprendizaje nuevo que se le quiera proponer a la población –ya sea en la forma de utilizar del agua, el alcantarillado o el aseo en su vida cotidiana, en llevar a cabo un pago mensual o en integrar el recibo de pago a su acervo cultural- debe partir de un conocimiento profundo del entorno socio cultural que condiciona su forma de ver el mundo. Hay que tener presente que los servicios públicos forman tan sólo una parte pequeña de su cotidianidad, que, por cierto, se encuentra limitada por condiciones socioeconómicas muy adversas.

Segundo, temas como educación popular, estrategias de comunicación, reconocimiento y vinculación de líderes naturales y personajes de tradición con los agentes de cambio, además de campañas de educación posteriores a la implementación de las innovaciones, deberían estar en la mesa de discusión desde el principio junto con los planos de los ingenieros cuando se deciden colocar las tuberías y aparecer también en las calculadoras de los expertos en finanzas.

Por otra parte, durante el tiempo que dure la relación con los usuarios de los servicios públicos –antes, durante y después de los proyectos- se deben establecer esquemas de comunicación de doble vía, para reducir las interferencias inherentes a los procesos de comunicación, al tiempo que se construye y fortalece la confianza que debe existir en las relaciones entre las empresas y sus usuarios.

Es necesario reconocer, sin duda, que las empresas de servicios domiciliarios cuentan con departamentos de desarrollo con la comunidad, pero el objetivo de éstos muchas veces se asocia a la recuperación de la inversión de las empresas. Por supuesto, se trata de un objetivo razonable, pero desde el punto de vista de los modelos de pensamiento de las comunidades, podría ser más eficiente pensar primero en el diseño de estrategias para que los usuarios utilicen – y disfruten- en forma completa, la innovación que pagan.

Finalmente, una limitante que se advierte en la difusión de cualquier aprendizaje nuevo en el Sur Occidente de Barranquilla, es la falta de organizaciones comunitarias efectivas que lideren procesos transparentes de comunicación para el cambio social. En este primer trazado del escenario investigativo se advirtió la necesidad de fortalecer las redes sociales a partir de una base de confianza mutua, una necesidad de movilización para buscar procesos de autogestión, y una educación en cuanto a sus deberes y derechos comunitarios. Desde luego, se trata de una labor titánica que requiere una inversión fuerte en cuanto a capital humano y económico; desafiando a los escépticos, nos atrevemos a recordar las enseñanzas recogidas a partir de las grandes transformaciones sociales del siglo anterior. En muchos momentos clave, los adelantos en la comunicación masiva hicieron posible grabar para la historia el esfuerzo tesonero de tantos líderes que dedicaron lo mejor de su capacidad para hacer realidad las utopías sociales.


Referencias:

BARLETT, W. Roberts, J. Le Grand, J. (1998). A Revolution in Social Policy. Quasi-Market Reforms in the 1990s. Great Britain: Policy Press.
BELL, Gustavo (1998). The Decentralised State: An Administrative or Political Challenge? En: Colombia, the Politics of Reforming the State. London: St. Martin Press.
BERGER, Peter y Luckmann, Thomas. Four Faces of Global Culture. En: The National Interest. Fall 1997.
BERGER, Peter y Luckmann, Thomas. (1998). La Construcción Social de la Realidad. (15 Ed.) Buenos Aires: Amorrourtu Editores.
KNAPP, Elisa Et Al. Aspectos Teóricos y Epistemológicos de la Categoría Representación Social. Revista Cubana de Psicología, Vol. 20, N° 1, 2003.
MOSCOVICI, Serge (1981). On Social Representation. J.P. Forgas (Comp) Social Cognition, Perspectives in Everyday Life. Academic Press, London.
NICKSON, Andrew (1995). Local Government in Latin America. London: Lynne.
RAMOS, Joseph y SUNKEL, Osvaldo (1993). Development from within, toward a Neostructuralist Approach for Latin America. Colorado: Lynne.
ROGERS, Everett. (2003). Difusión de Innovaciones (5a Ed.) New York: Free Press.
SELF, Peter (1993). Government By The Market? The Politics of Public Choice. London: Macmillan Press.


Mag. Marta Milena Barrios
Docente del Departamento de Comunicación Social, Universidad del Norte de Barranquilla, Colombia.