Razón y Palabra Bienvenidos a Razón y Palabra.
Primera Revista Electrónica especializada en Comunicación
Sobre la Revista Contribuciones Directorio Buzón Motor de búsqueda


Febrero - Marzo
2007

 

Número actual
 
Números anteriores
 
Editorial
 
Sitios de Interés
 
Novedades Editoriales
 
Ediciones especiales



Proyecto Internet


Carr. Lago de Guadalupe Km. 3.5,
Atizapán de Zaragoza
Estado de México.

Tels. (52)(55) 58645613
Fax. (52)(55) 58645613

La Comunicación Para Sí Misma.
Fundamento y desarrollo filosófico

 

Por Benedicto Cordero
Número 55

En la época en que vivimos, rige una idea innegable: la globalización a través de los medios de comunicación simultánea y el desarrollo de éstos es la principal característica de nuestros tiempos.

A pesar de contar con su desarrollo más notable a finales del siglo XX, en este nuevo siglo la pauta es la misma: los desarrollos tecnológicos encuentran su ventana y su luz al darse a conocer, y por medio de ellos, en los medios de comunicación masiva.

Pero con esta constante, también se encuentra un gran problema de sustancia para la comunicación. El primer gran conflicto en la comunicación, pocas veces cuestionado y escasamente bien respondido es la verdadera pregunta de un "¿para qué?"

Esta pregunta ha sido confundida y respondida con miles de antifaces: ¿Cómo? ¿Quién? ¿Para quién? ¿Por medio de qué?

Las respuestas de los muchos que conforman el campo de la comunicación, y, de igual manera quienes sitúan sus límites, caen en lo absurdo; las contestaciones de muchos maestros, estudiantes, y, para colmo, líderes de opinión, muchos de los cuales ni siquiera se han hecho esta pregunta, recaen en sistemas ya no válidos, preconcebidos en la inutilidad; han realizado el desarrollo de esquemas mecanizados.

A primera vista se encuentra el planteamiento erróneo, al cual se le confieren dotes de deidad: El esquema emisor-medio-receptor (EMR). Muchos de quienes dan valor a este esquema como el fundamento de estudio de la comunicación, desconocen que fue desarrollado a finales del S. XIX para plantear el funcionamiento de los medios electrónicos.

En base a esto, se han agregado muchos elementos a este esquema, modelado desde una máquina para los seres humanos. No niego la utilidad para algunas cuestiones heterogéneas, empero, no es así para lo básico, para lo fundamental, para lo homogénico de origen.

El virus se ha propagado de manera inútil, se siguen aglutinando muchos más elementos; quienes lo hacen no se preguntan en verdad el sentido, la razón de ser, la esencia de lo que comunica, el ¿para qué?

A través de este escrito2, daremos los elementos que sustentan nuestra principal ponencia: La comunicación existe para conocerse a sí misma; y al hombre, como único ser que puede capturar su esencia. En sí, la comunicación sirve para conocernos a nosotros mismos.

Para darle cuerpo a este monstruo de mil cabezas, pero una sola esencia, enunciaremos a Gianni Vattimo, a Friedrich Nietzsche, y a conceptos postmodernos del fenómeno comunicativo.

La comunicación mal vista: "el pesimismo postmoderno"

"El pesimismo moderno es una expresión de la inutilidad del mundo moderno, no del mundo y de la existencia en general"2

Cuando Nietzsche habla de este pesimismo, se refiere a la llegada "que no puede ser contenida”3 del Nihilismo, que supone la falta de veracidad que hallamos en un ideal estoico, predispuesto, amenazante y canónico; el cual pierde validez y sustancia con la realidad que se muestra a nuestros ojos.
Al mostrarse como no cierto, se manejó como inútil esta preconcepción de vida, que, sin lugar a duda, no desmiente la utilidad del mundo y la existencia en general de lo natural.

Más adelante, Nietzsche sentencia que "si la existencia tuviera un fin, éste tendría ya que haber sido alcanzado"4. Si agregamos a esta sentencia que si la existencia de la comunicación tuviera un fin, o dicho de otra manera, existiera la finalidad de la comunicación, ya tendría que haber sido alcanzada.

¿Pero por qué no ha sido esto posible? Porque, como planteamos, no se ha preguntado un ¿para qué?

Conozco, aquí en México, de muchas comunidades académicas de nuestro país y hasta de otras partes del mundo, a muchas personas que estudian y educan en el campo de la comunicación, o, propiamente dicho ciencias de la comunicación; muchos de ellos viven sin la certeza de un para qué, ya que han sido enajenados por la preconcepción (ideal, estoica, predispuesta, amenazante, canónica) del EMR.

Esta idea se erige como una enfermedad que destruye la naturaleza misma del ser humano, del ser comunicativo. Más lo que se heredo no es la enfermedad, sino la predisposición a la enfermedad5.

Con la predisposición del EMR como fundamento, se lanza al ruedo a personas que sustenta esta hipocresía, que derrochan energías en pro de una mejor comunicación, de un desarrollo de la comunicación.

No es de gratis el pensar que, desde la idea del EMR, que indica cómo se comunican las máquinas, se tiene como sustancia que una comunicación más eficaz, más sólida, se realiza a través del desarrollo de los aparatos electrónicos que hacen posible el rápido intercambio de datos. Se da por hecho que el ser humano mejor comunicado es aquél que cuenta con las herramientas más desarrolladas, las mejores tecnologías para compartir datos.

Estas ideas, le confieren más preponderancia a la tecnología por encima del hombre mismo; si esto sucede, desde este punto de vista, la comunicación no sería ciencia humana (dado que se llama ciencias de la comunicación) sino una teoría de la información, donde comunicar sería, simplemente "informar objetivamente acerca de estados de cosas en el mundo"6.

No hay por qué sorprenderse, que a esta situación también se refiera Heidegger, Gadamer y Habermars; gigantes de la filosofía de la ciencia humana postmoderna.

Es por esto, que cuando nos dicen que estamos mejor comunicados, nuestros ojos no ven más tranquilidad o desarrollo, sino más agobiados allende las nuevas tecnologías. La respuesta y su estudio no es una situación baladí. Esta concepción de desarrollo crea pesimismo, una expresión de inutilidad.

No hay que sorprendernos que constantemente se cuestionen las utilidades de este desarrollo, V. gr. la democracia debería de ser fortalecida con el desarrollo de los medios de control que la vigilan, y que llevan la voz del pueblo a las urnas, sin embargo, cada día es más cuestionada. Se desarrollan los medios tecnológicos, nunca en la base de la sustancia, lo que se quiere democratizar.

Se estaría hablando de medios tecnológicos democratizados, pero no de una sociedad democratizada.

Comunicación sostenida: "el peso de la imagen"
¿Cómo pensar a la comunicación desde el fundamento teórico EMR, siendo la comunicación el fundamento de las ciencias humanas?

Para contestar este (t)error del fenómeno comunicativo, y con ello, responder al ¿para qué? nos referiremos aquí a la sociedad transparente de Vattimo, y una de sus principales aportaciones: la descentralización de la historia como sentido de los mass-media

De inicio, Vattimo sentencia una negación de la historia como algo unitario, la que siempre había sido explicada alrededor de un centro7.

El “Eurocentrismo” determinó la línea por la que debe ser analizada la historia, el viejo mundo como conquistador de oriente y del nuevo mundo. Se había vivido la historia a partir de Europa.

Vattimo determina que ese centro histórico “está en varios centros, no sólo hay un mundo, varios que se contraponen en los ‘media”8 . Cuando una sociedad culturalmente bien determinada encuentra, a través de las imágenes otra diferente, se destruye el centro; los mass-media producen las nuevas ciencias humanas. En síntesis, hay varios focos que se contraponen e iluminan a la existencia humana.

En nuestro país se tiene un ejemplo claro de la descentralización de la historia. La Ciudad de México se erige como el centro histórico y cultural del país (idea heredada de la conquista de Occidente) cuando, a través de los mass-media y su sentido antropológico, se develan las diferencias y existencias en nuestro país. No es lo mismo la capital y, digamos, Veracruz en su sentido cultural y determinante de la historia. Siempre ha estado presente esta discrepancia, y es a través de los mass-media que se traen a la luz.

Con la historia unitaria, se concibe un ideal: la evolución.

Críticamente visto, el eurocentrismo se muestra como el proveedor de tecnología a las nuevas tierras, que, ya asimiladas, junto a conductas morales de igual manera centralizadas, provocan esta vida unilateral (fronteras y naciones).

Las barreras y fronteras provocadas por esta historia unitaria, son derrumbadas por los mass-media, que derrumban el ideal de evolución total para iniciar en desarrollo de juicios de comparación entre los centros.

Para poner en la balanza nuestra percepción de los centros, nos identificamos a nosotros mismos, y, asegura Vattimo, provoca un efecto de extrañamiento9 al descentralizarse la historia, se contraponen las imágenes, el lenguaje, la identidad; provoca la exacerbación de nacionalismos, xenofobia y tribalismos.

Es obvio que las sociedades tenían conocimiento de la existencia de otras partes del mundo, pero nunca contaron con un contrapeso y el acceso a la ventana que contamos en estos días, una ventana de miles de identidades como las que se desarrollaron en el siglo pasado: información simultánea.

Estas nuevas sociedades, son bombardeadas por información infinita, imágenes simultáneas, que pueden encontrar respuesta de igual manera simultánea o una formación unilateral de democracia mediática, algo de lo que hablaremos más adelante.

Como cualidad innata de estas nuevas sociedades (de los mass-media) Vattimo indica que éstas son condicionadas y determinadas por el hecho de que las sociedades modernas son sociedades de comunicación10.

La interacción de las personas con estas imágenes, provocan dos efectos vistos solamente desde el fenómeno de la sociedad transparente: La oportunidad de comparación y la información simultánea como centro y sentido de la modernidad.

Es aquí donde el discurso de Vattimo contiene sus aportaciones más importantes y detalladas para la filosofía de la comunicación.

Cuando habla de oportunidad de comparación, Vattimo se refiere a la nueva concepción de las ciencias, a la ruptura del centralismo positivo de desarrollo.

La ruptura con las ciencias explicativas (teóricas) como proveedoras de desarrollo, no tienen sustento con los mass media, ya que, desde Descartes, tienen como fundamento “la exclusión del error a través del mantenimiento de las condiciones formales del proveedor metódico”11. El pensamiento moderno, desde Descartes, parte de la fundación del Méthode que se fundamenta en la conciencia.

Adecuado a esto, el ideal de desarrollo centralizado se rompe, ya que, como enunciamos anteriormente, el fin no ha sido alcanzado. La ventana, los ojos que rompen con esta forma de pensar, son los mass-media.

Cuando se tiene en claro esta idea, es adecuado retomar la técnica según Aristóteles, no como simples herramientas y desarrollo, sino como primero el conocimiento del modo de uso y de ahí lo práctico para no romper con la naturaleza12.

Es en este momento que las ciencias humanas, que rompen con las explicativas en función y sustento de los mass-media, adquieren el verdadero sentido comprensivo (práctico), “el fenómeno humano debe de ser entendido a través de la puesta en armonía de las propias imágenes del mundo”13. Dicho de otra manera, la comprensión de la armonía entre imágenes y el mundo humano es el verdadero uso técnico de la tecnología; la comprensión humana de lo teórico se fundamenta en el uso práctico, en el uso y comprensión humana.

La tecnología no debe de destruir la naturaleza de la imagen, la imagen es la naturaleza misma, el ser mismo que utiliza a la tecnología como herramienta de su revelación.

Si se continuase viendo el fenómeno comunicativo, como simple ventana positiva de desarrollo, esto es, como si “el conocimiento verdadero sólo puede verse detrás de lo que la ciencia explica”14 la comunicación no sería ciencia, simplemente informar objetivamente acerca de los estados de las cosas del mundo.

Nosotros sabemos que esto no existe, a pesar que en el discurso se maneje esta situación. Con la existencia de preceptos contextuales, el juicio de valor para informar las cosas no es objetivo. Si la información en los medios masivos fuese objetiva, se tendría el mismo manejo y el mismo orden de importancia en cada espacio. Todos tenemos cabezas diferentes, en este caso, centros diferentes.

Miles de veces se cae en el error de esta forma (objetiva) de ver las cosas. El uso de los sistemas teóricos dentro de la comunicación lleva a la trascendencia inerte y etérea de las encuestas, sondeos, muestras gráficas, entro otras, como información que fundamenta de igual manera la comunicación, se les concibe como imágenes proveedoras de verdad, cuando en realidad son simples teorías de información que comunican datos, hasta ellos mismos se contradicen al nombrarse como catalizadores de tendencias. Uso divino y erróneo al tomar como origen de la comunicación al EMR.

Desde el otro centro, el de las ciencias explicativas, la cientificidad de la comunicación no recae en la rigidez metodológica, sino que las ciencias humanas acontecen gracias al fenómeno de la comunicación (instantánea y a distancia). La comunicación es causa y efecto de las ciencias humanas15.

Puesto este punto en claro, el segundo efecto visto por Vattimo, la información simultánea como centro y sentido de la modernidad, transmite que no se trata de una simple cuestión utilitaria de los medios, sino en las “imágenes mismas; la conciencia que crean y la conciencia que niegan”, algo que puede llevar a la formación unilateral de la democracia mediática.

La instauración de este proceso comunicativo en la postmodernidad, no es el dominio del mundo por la técnica, sino el desarrollo de una historia sostenida por el peso de las imágenes y lo que éstas representan. Un desarrollo de una historia que, al mostrarse, también sustenta la existencia de otras.

Para poner fin al ya desgastado y cansado sistema EMR, negado por la sociedad transparente, el Doctor Marco Millán pone punto final al enunciar la verdadera aportación de Vattimo: las ciencias humanas lo son en tanto se autoimplican en la comunicación misma, siendo entonces que las ciencias comprensivas lo son en tanto comunicativas16.

El conocerse a sí mismo lo es en tanto se autoimplica en la comunicación misma, siendo entonces que la comprensión de sí mismo se da, en tanto nos comunicamos. Cabe tal vez otra pregunta, ¿para qué conocerse? La respuesta se encuentra en la verdadera esencia de la ciencia humana.


La comunicación conocedora de sí misma
Hemos desarrollado hasta ahora que la comunicación es el sustento de las ciencias humanas, ya que éstas se autoimplican en la comunicación misma.

Exalta ésta, por su naturalidad, la importancia del estudio humano por lo humano y se destruye el centralismo histórico del estudio a través del método que se contrapone a la imagen.

La comunicación para qué otorga a la comunicación el sustento para el conocimiento humano y del mundo que los media han descentralizado, la comunicación utilizada para el humano. Esto es, la comunicación para el conocimiento de sí mismo.

La comunicación predispone la utilización de lo real, una imagen proviene desde la realidad de la naturaleza humana misma, y que a la vez existe fuera de ella. Esto se logra cuando, al saber utilizar la técnica adecuada, se puede llegar a la esencia del ser mismo.

El para qué no tiene la finalidad de ser mejor, ni si quiera se lo plantea, sería un ideal que se ha alcanzado, impuesto por la necesidad de tener por verdad el desarrollo humano como la utilización y desarrollo de mejores medios de comunicación tecnológicamente más avanzado al anterior.

Es el humano, al ser contrastado con imágenes que trae a la luz su existencia en un centro y desecha el centralismo general histórico, quien utiliza la tecnología para construir las imágenes, en búsqueda de su esencia, su ser, su sí mismo.

El ser humano niega ser aplastado por la tecnología, que en tiempo pasado del eurocentrismo, nos heredó la idea que la tecnología sirve para destruir, para conquistar. La niega porque conoce a través de la imagen simultánea una respuesta alterna que lo llevará a la naturaleza, a su armonía.

El conocerse a sí mismo en un mundo de comunicación, es utilizar todas las herramientas necesarias (que fueron creadas con el fin mismo de ayuda) para autonombrarse en un mundo comunicativo.

Para ello sabe del uso de las técnicas como extensión de él.

La comunicación para qué, desarrolla la existencia del sí mismo en un mundo simultáneo, que responde, que muestra imágenes; que niega y no niega a las imágenes que uno mismo forma.

El ser humano habla, trae a la luz, construye y da palabra a las situaciones que concurren en su mundo comunicativo, el enlace entre ellos, humano y mundo, es la esencia de la comunicación, lo que implica, primero al desarrollo del ser (darse cuenta de la existencia de uno mismo) para después utilizar tecnológicamente las imágenes que lo develan ante el otro ser.

El ser humano se da cuenta de su existencia en este mundo, se vincula con este mundo y, con ello, se vincula con sí mismo e inicia a conocerse y darse a existir. ¿A través de qué? De la Comunicación.

El desarrollo y éxito de los medios de comunicación en estos tiempos pasajeros y los próximos, radica en cuánto se acerquen a la realidad de las imágenes que la sociedad importa. No al desarrollo de un medio de comunicación en la sociedad, sino el desarrollo de la sociedad en los medios de comunicación.
Para un gobierno, el éxito de sus acciones recae en el beneficio que pueda provocar a la sociedad, al menos a la mayor parte de ella. Pero las verdaderas acciones deben de llevarse a cabo en las necesidades que la sociedad importe, y sólo a través de los medios de comunicación y de la comunicación misma, se podrá llegar al centro de las realidades, para negar asimilar lo que beneficia y lo que cae en el discurso hueco de las no-realidades. Y nos referimos a que la sociedad utilice a la comunicación y a la información simultánea para darse a conocer, no a la existencia que desde el juicio de los medios provoca.


Lic. Benedicto Cordero
México.