Por Benedicto Cordero
Número
55
En
la época en que vivimos, rige una idea
innegable: la globalización a través
de los medios de comunicación simultánea
y el desarrollo de éstos es la principal
característica de nuestros tiempos.
A pesar de contar
con su desarrollo más notable a finales
del siglo XX, en este nuevo siglo la pauta es
la misma: los desarrollos tecnológicos
encuentran su ventana y su luz al darse a conocer,
y por medio de ellos, en los medios de comunicación
masiva.
Pero con esta
constante, también se encuentra un gran
problema de sustancia para la comunicación.
El primer gran conflicto en la comunicación,
pocas veces cuestionado y escasamente bien respondido
es la verdadera pregunta de un "¿para
qué?"
Esta pregunta
ha sido confundida y respondida con miles de
antifaces: ¿Cómo? ¿Quién?
¿Para quién? ¿Por medio
de qué?
Las respuestas
de los muchos que conforman el campo de la comunicación,
y, de igual manera quienes sitúan sus
límites, caen en lo absurdo; las contestaciones
de muchos maestros, estudiantes, y, para colmo,
líderes de opinión, muchos de los
cuales ni siquiera se han hecho esta pregunta,
recaen en sistemas ya no válidos, preconcebidos
en la inutilidad; han realizado el desarrollo
de esquemas mecanizados.
A primera vista
se encuentra el planteamiento erróneo,
al cual se le confieren dotes de deidad: El esquema
emisor-medio-receptor (EMR). Muchos de quienes
dan valor a este esquema como el fundamento de
estudio de la comunicación, desconocen
que fue desarrollado a finales del S. XIX para
plantear el funcionamiento de los medios electrónicos.
En base a esto,
se han agregado muchos elementos a este esquema,
modelado desde una máquina para los seres
humanos. No niego la utilidad para algunas cuestiones
heterogéneas, empero, no es así
para lo básico, para lo fundamental, para
lo homogénico de origen.
El virus se
ha propagado de manera inútil, se siguen
aglutinando muchos más elementos; quienes
lo hacen no se preguntan en verdad el sentido,
la razón de ser, la esencia de lo que
comunica, el ¿para qué?
A través
de este escrito2, daremos los elementos que sustentan
nuestra principal ponencia: La comunicación
existe para conocerse a sí misma; y al
hombre, como único ser que puede capturar
su esencia. En sí, la comunicación
sirve para conocernos a nosotros mismos.
Para darle cuerpo
a este monstruo de mil cabezas, pero una sola
esencia, enunciaremos a Gianni Vattimo, a Friedrich
Nietzsche, y a conceptos postmodernos del fenómeno
comunicativo.
La
comunicación mal vista: "el pesimismo
postmoderno"
"El
pesimismo moderno es una expresión de
la inutilidad del mundo moderno, no del mundo
y de la existencia en general"2
Cuando Nietzsche
habla de este pesimismo, se refiere a la llegada
"que no puede ser contenida”3
del Nihilismo, que supone la falta de veracidad
que hallamos en un ideal estoico, predispuesto,
amenazante y canónico; el cual pierde
validez y sustancia con la realidad que se muestra
a nuestros ojos.
Al mostrarse como no cierto, se manejó
como inútil esta preconcepción
de vida, que, sin lugar a duda, no desmiente
la utilidad del mundo y la existencia en general
de lo natural.
Más adelante,
Nietzsche sentencia que "si la existencia
tuviera un fin, éste tendría ya
que haber sido alcanzado"4.
Si agregamos a esta sentencia que si la existencia
de la comunicación tuviera un fin, o dicho
de otra manera, existiera la finalidad de la
comunicación, ya tendría que haber
sido alcanzada.
¿Pero
por qué no ha sido esto posible? Porque,
como planteamos, no se ha preguntado un ¿para
qué?
Conozco, aquí
en México, de muchas comunidades académicas
de nuestro país y hasta de otras partes
del mundo, a muchas personas que estudian y educan
en el campo de la comunicación, o, propiamente
dicho ciencias de la comunicación; muchos
de ellos viven sin la certeza de un para qué,
ya que han sido enajenados por la preconcepción
(ideal, estoica, predispuesta, amenazante, canónica)
del EMR.
Esta idea se
erige como una enfermedad que destruye la naturaleza
misma del ser humano, del ser comunicativo.
Más lo que se heredo no es la enfermedad,
sino la predisposición a la enfermedad5.
Con la predisposición
del EMR como fundamento, se lanza al ruedo a
personas que sustenta esta hipocresía,
que derrochan energías en pro de una mejor
comunicación, de un desarrollo
de la comunicación.
No es de gratis
el pensar que, desde la idea del EMR, que indica
cómo se comunican las máquinas,
se tiene como sustancia que una comunicación
más eficaz, más sólida,
se realiza a través del desarrollo de
los aparatos electrónicos que hacen posible
el rápido intercambio de datos. Se da
por hecho que el ser humano mejor comunicado
es aquél que cuenta con las herramientas
más desarrolladas, las mejores tecnologías
para compartir datos.
Estas ideas,
le confieren más preponderancia a la tecnología
por encima del hombre mismo; si esto sucede,
desde este punto de vista, la comunicación
no sería ciencia humana (dado que se llama
ciencias de la comunicación) sino una
teoría de la información, donde
comunicar sería, simplemente "informar
objetivamente acerca de estados de cosas en el
mundo"6.
No hay por qué
sorprenderse, que a esta situación también
se refiera Heidegger, Gadamer y Habermars; gigantes
de la filosofía de la ciencia humana postmoderna.
Es por esto,
que cuando nos dicen que estamos mejor comunicados,
nuestros ojos no ven más tranquilidad
o desarrollo, sino más agobiados allende
las nuevas tecnologías. La respuesta y
su estudio no es una situación baladí.
Esta concepción de desarrollo crea pesimismo,
una expresión de inutilidad.
No hay que sorprendernos
que constantemente se cuestionen las utilidades
de este desarrollo, V. gr. la democracia
debería de ser fortalecida con el desarrollo
de los medios de control que la vigilan, y que
llevan la voz del pueblo a las urnas, sin embargo,
cada día es más cuestionada. Se
desarrollan los medios tecnológicos, nunca
en la base de la sustancia, lo que se quiere
democratizar.
Se estaría
hablando de medios tecnológicos democratizados,
pero no de una sociedad democratizada.
Comunicación
sostenida: "el peso de la imagen"
¿Cómo pensar a la comunicación
desde el fundamento teórico EMR, siendo
la comunicación el fundamento de las ciencias
humanas?
Para contestar
este (t)error del fenómeno comunicativo,
y con ello, responder al ¿para qué?
nos referiremos aquí a la sociedad transparente
de Vattimo, y una de sus principales aportaciones:
la descentralización de la historia como
sentido de los mass-media
De inicio, Vattimo
sentencia una negación de la historia
como algo unitario, la que siempre había
sido explicada alrededor de un centro7.
El “Eurocentrismo”
determinó la línea por la que debe
ser analizada la historia, el viejo mundo como
conquistador de oriente y del nuevo mundo. Se
había vivido la historia a partir de Europa.
Vattimo determina
que ese centro histórico “está
en varios centros, no sólo hay un mundo,
varios que se contraponen en los ‘media”8
. Cuando una sociedad culturalmente bien determinada
encuentra, a través de las imágenes
otra diferente, se destruye el centro; los mass-media
producen las nuevas ciencias humanas. En síntesis,
hay varios focos que se contraponen e iluminan
a la existencia humana.
En nuestro país
se tiene un ejemplo claro de la descentralización
de la historia. La Ciudad de México se
erige como el centro histórico y cultural
del país (idea heredada de la conquista
de Occidente) cuando, a través de los
mass-media y su sentido antropológico,
se develan las diferencias y existencias en nuestro
país. No es lo mismo la capital y, digamos,
Veracruz en su sentido cultural y determinante
de la historia. Siempre ha estado presente esta
discrepancia, y es a través de los mass-media
que se traen a la luz.
Con la historia
unitaria, se concibe un ideal: la evolución.
Críticamente
visto, el eurocentrismo se muestra como el proveedor
de tecnología a las nuevas tierras, que,
ya asimiladas, junto a conductas morales de igual
manera centralizadas, provocan esta vida unilateral
(fronteras y naciones).
Las barreras
y fronteras provocadas por esta historia unitaria,
son derrumbadas por los mass-media, que derrumban
el ideal de evolución total para iniciar
en desarrollo de juicios de comparación
entre los centros.
Para poner en
la balanza nuestra percepción de los centros,
nos identificamos a nosotros mismos, y, asegura
Vattimo, provoca un efecto de extrañamiento9
al descentralizarse la historia, se contraponen
las imágenes, el lenguaje, la identidad;
provoca la exacerbación de nacionalismos,
xenofobia y tribalismos.
Es obvio que
las sociedades tenían conocimiento de
la existencia de otras partes del mundo, pero
nunca contaron con un contrapeso y el acceso
a la ventana que contamos en estos días,
una ventana de miles de identidades como las
que se desarrollaron en el siglo pasado: información
simultánea.
Estas nuevas
sociedades, son bombardeadas por información
infinita, imágenes simultáneas,
que pueden encontrar respuesta de igual manera
simultánea o una formación unilateral
de democracia mediática, algo de lo que
hablaremos más adelante.
Como cualidad
innata de estas nuevas sociedades (de los mass-media)
Vattimo indica que éstas son condicionadas
y determinadas por el hecho de que las sociedades
modernas son sociedades de comunicación10.
La interacción
de las personas con estas imágenes, provocan
dos efectos vistos solamente desde el fenómeno
de la sociedad transparente: La oportunidad de
comparación y la información simultánea
como centro y sentido de la modernidad.
Es aquí
donde el discurso de Vattimo contiene sus aportaciones
más importantes y detalladas para la filosofía
de la comunicación.
Cuando habla
de oportunidad de comparación, Vattimo
se refiere a la nueva concepción de las
ciencias, a la ruptura del centralismo positivo
de desarrollo.
La ruptura con
las ciencias explicativas (teóricas) como
proveedoras de desarrollo, no tienen sustento
con los mass media, ya que, desde Descartes,
tienen como fundamento “la exclusión
del error a través del mantenimiento de
las condiciones formales del proveedor metódico”11.
El pensamiento moderno, desde Descartes, parte
de la fundación del Méthode
que se fundamenta en la conciencia.
Adecuado a esto,
el ideal de desarrollo centralizado se rompe,
ya que, como enunciamos anteriormente, el fin
no ha sido alcanzado. La ventana, los ojos que
rompen con esta forma de pensar, son los mass-media.
Cuando se tiene
en claro esta idea, es adecuado retomar la técnica
según Aristóteles, no como simples
herramientas y desarrollo, sino como primero
el conocimiento del modo de uso y de ahí
lo práctico para no romper con la naturaleza12.
Es en este momento
que las ciencias humanas, que rompen con las
explicativas en función y sustento de
los mass-media, adquieren el verdadero sentido
comprensivo (práctico), “el fenómeno
humano debe de ser entendido a través
de la puesta en armonía de las propias
imágenes del mundo”13.
Dicho de otra manera, la comprensión de
la armonía entre imágenes y el
mundo humano es el verdadero uso técnico
de la tecnología; la comprensión
humana de lo teórico se fundamenta en
el uso práctico, en el uso y comprensión
humana.
La tecnología
no debe de destruir la naturaleza de la imagen,
la imagen es la naturaleza misma, el ser mismo
que utiliza a la tecnología como herramienta
de su revelación.
Si se continuase
viendo el fenómeno comunicativo, como
simple ventana positiva de desarrollo, esto es,
como si “el conocimiento verdadero sólo
puede verse detrás de lo que la ciencia
explica”14
la comunicación no sería ciencia,
simplemente informar objetivamente acerca de
los estados de las cosas del mundo.
Nosotros sabemos
que esto no existe, a pesar que en el discurso
se maneje esta situación. Con la existencia
de preceptos contextuales, el juicio de valor
para informar las cosas no es objetivo. Si la
información en los medios masivos fuese
objetiva, se tendría el mismo manejo y
el mismo orden de importancia en cada espacio.
Todos tenemos cabezas diferentes, en este caso,
centros diferentes.
Miles de veces
se cae en el error de esta forma (objetiva) de
ver las cosas. El uso de los sistemas teóricos
dentro de la comunicación lleva a la trascendencia
inerte y etérea de las encuestas, sondeos,
muestras gráficas, entro otras, como información
que fundamenta de igual manera la comunicación,
se les concibe como imágenes proveedoras
de verdad, cuando en realidad son simples teorías
de información que comunican datos, hasta
ellos mismos se contradicen al nombrarse como
catalizadores de tendencias. Uso divino y erróneo
al tomar como origen de la comunicación
al EMR.
Desde el otro
centro, el de las ciencias explicativas, la cientificidad
de la comunicación no recae en la rigidez
metodológica, sino que las ciencias humanas
acontecen gracias al fenómeno de la comunicación
(instantánea y a distancia). La comunicación
es causa y efecto de las ciencias humanas15.
Puesto este
punto en claro, el segundo efecto visto por Vattimo,
la información simultánea como
centro y sentido de la modernidad, transmite
que no se trata de una simple cuestión
utilitaria de los medios, sino en las “imágenes
mismas; la conciencia que crean y la conciencia
que niegan”, algo que puede llevar a la
formación unilateral de la democracia
mediática.
La instauración
de este proceso comunicativo en la postmodernidad,
no es el dominio del mundo por la técnica,
sino el desarrollo de una historia sostenida
por el peso de las imágenes y lo que éstas
representan. Un desarrollo de una historia que,
al mostrarse, también sustenta la existencia
de otras.
Para poner fin
al ya desgastado y cansado sistema EMR, negado
por la sociedad transparente, el Doctor Marco
Millán pone punto final al enunciar la
verdadera aportación de Vattimo: las
ciencias humanas lo son en tanto se autoimplican
en la comunicación misma, siendo entonces
que las ciencias comprensivas lo son en tanto
comunicativas16.
El conocerse
a sí mismo lo es en tanto se autoimplica
en la comunicación misma, siendo entonces
que la comprensión de sí mismo
se da, en tanto nos comunicamos. Cabe tal vez
otra pregunta, ¿para qué conocerse?
La respuesta se encuentra en la verdadera esencia
de la ciencia humana.
La comunicación conocedora de
sí misma
Hemos desarrollado hasta ahora que la comunicación
es el sustento de las ciencias humanas, ya que
éstas se autoimplican en la comunicación
misma.
Exalta ésta,
por su naturalidad, la importancia del estudio
humano por lo humano y se destruye el centralismo
histórico del estudio a través
del método que se contrapone a la imagen.
La comunicación
para qué otorga a la comunicación
el sustento para el conocimiento humano y del
mundo que los media han descentralizado, la comunicación
utilizada para el humano. Esto es, la comunicación
para el conocimiento de sí mismo.
La comunicación
predispone la utilización de lo real,
una imagen proviene desde la realidad de la naturaleza
humana misma, y que a la vez existe fuera de
ella. Esto se logra cuando, al saber utilizar
la técnica adecuada, se puede llegar a
la esencia del ser mismo.
El para
qué no tiene la finalidad de ser
mejor, ni si quiera se lo plantea, sería
un ideal que se ha alcanzado, impuesto por la
necesidad de tener por verdad el desarrollo humano
como la utilización y desarrollo de mejores
medios de comunicación tecnológicamente
más avanzado al anterior.
Es el humano,
al ser contrastado con imágenes que trae
a la luz su existencia en un centro y desecha
el centralismo general histórico, quien
utiliza la tecnología para construir las
imágenes, en búsqueda de su esencia,
su ser, su sí mismo.
El ser humano
niega ser aplastado por la tecnología,
que en tiempo pasado del eurocentrismo, nos heredó
la idea que la tecnología sirve para destruir,
para conquistar. La niega porque conoce a través
de la imagen simultánea una respuesta
alterna que lo llevará a la naturaleza,
a su armonía.
El conocerse
a sí mismo en un mundo de comunicación,
es utilizar todas las herramientas necesarias
(que fueron creadas con el fin mismo de ayuda)
para autonombrarse en un mundo comunicativo.
Para ello sabe
del uso de las técnicas como extensión
de él.
La comunicación
para qué, desarrolla la existencia
del sí mismo en un mundo simultáneo,
que responde, que muestra imágenes; que
niega y no niega a las imágenes que uno
mismo forma.
El ser humano
habla, trae a la luz, construye y da palabra
a las situaciones que concurren en su mundo comunicativo,
el enlace entre ellos, humano y mundo, es la
esencia de la comunicación, lo que implica,
primero al desarrollo del ser (darse cuenta de
la existencia de uno mismo) para después
utilizar tecnológicamente las imágenes
que lo develan ante el otro ser.
El ser humano
se da cuenta de su existencia en este mundo,
se vincula con este mundo y, con ello, se vincula
con sí mismo e inicia a conocerse y darse
a existir. ¿A través de qué?
De la Comunicación.
El desarrollo
y éxito de los medios de comunicación
en estos tiempos pasajeros y los próximos,
radica en cuánto se acerquen a la realidad
de las imágenes que la sociedad importa.
No al desarrollo de un medio de comunicación
en la sociedad, sino el desarrollo de la sociedad
en los medios de comunicación.
Para un gobierno, el éxito de sus acciones
recae en el beneficio que pueda provocar a la
sociedad, al menos a la mayor parte de ella.
Pero las verdaderas acciones deben de llevarse
a cabo en las necesidades que la sociedad importe,
y sólo a través de los medios de
comunicación y de la comunicación
misma, se podrá llegar al centro de las
realidades, para negar asimilar lo que beneficia
y lo que cae en el discurso hueco de las no-realidades.
Y nos referimos a que la sociedad utilice a la
comunicación y a la información
simultánea para darse a conocer, no a
la existencia que desde el juicio de los medios
provoca.
Lic.
Benedicto Cordero
México. |