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La Fragmentación del Espacio Público Global

 

Por Lenin Martell
Número 55

Introducción
El presente artículo persigue discutir cómo se ha fragmentado el espacio público en el mundo global. ¿Qué es el espacio público global?—Me baso en el concepto desarrollado por el investigador japonés, Tatsuro Hanada (2002: 137) quien lo define como una nueva dimensión del capitalismo, cuya característica es una “visualización y espacialización de conciencia, acciones y relaciones sociales en el mundo contemporáneo”.

El debate conceptual que presentaré a continuación, me interesa desarrollarlo particularmente, para fundamentar teóricamente cómo la privatización del espacio público se refleja en el espacio público de radio—interés que pertenece a un trabajo más amplio que actualmente realizo sobre la conformación del servicio público de radio dentro en el marco del capitalismo global.

Así pues, hablemos de las características del espacio público global.

La colonización de lo privado en el espacio público global
Entender cómo se conforma el espacio público global merece un análisis detenido de sus elementos sociales, espaciales y temporales. Ha sido arduo encontrarlos, sobre todo porque el concepto tiene una variedad de acepciones, y por la misma razón con una gran divergencia en las aproximaciones. Para resolver el problema, decidí basarme en la conceptualización hecha por John Keane (1997). El académico inglés me ayudó a dilucidar con mayor precisión, a través de su análisis sobre la transformación de la radiodifusión pública, cómo lo privado y lo público parecen asemejarse cada vez más dentro del capitalismo global. Con ello, pude comprender que lo público no se puede comprender sin lo privado.

Ya he operacionalizado la noción de espacio público y espacio público global. Ahora me resta conceptualizar su contraparte, el espacio privado, el cual defino como aquel campo restringido, individual e íntimo, mediante el cual los individuos se organizan. La familia es un ejemplo del espacio privado. En el capitalismo global, las grandes corporaciones son instituciones que han dominado el ideario social del ámbito privado, a través de una lógica que favorece el libre mercado de capitales. El espacio público, por el contrario, es aquel campo libre, abierto y autónomo, en donde los ciudadanos pueden debatir y reflexionar sobre su vida cotidiana, reproducir su ideario social al encontrarse con otros y reproducir su identidad.

Tanto el concepto de lo privado como de lo público se encuentra en constante reconceptualización en las sociedades contemporáneas occidentales, dado que los estados han girado sus políticas económicas hacia una economía de mercado global. Esta ha motivado una nueva relación de poder entre los estados y los ciudadanos, lo que igualmente ha establecido las reglas del juego entre lo público y lo privado. Además de Keane, Félix Ortega (2000, 2003, 2004) ha explicado cómo dentro de los regímenes políticos neoliberales, el ámbito privado ha colonizado al espacio público, a través de la lógica del mercado.

En este sentido, los medios de comunicación y, particularmente, los modelos de radiodifusión pública de algunos países socialdemócratas, a través de una programación de servicio público, han tradicionalmente fungido como mediadores de esta tensión de poder a través de la generación de debate en sus contenidos. Sin embargo, la economía de mercado, en la que se han inmerso los países occidentales, ha motivado cambios fundamentales en la estructura de los sistemas de radiodifusión, lo cual ha hecho redefinir su función social y con ello el concepto y cumplimiento de la noción de servicio público.

A medida que el espacio público se reconceptualiza, integra nuevos actores políticos en sus relaciones sociales. Uno de ellos son los medios de comunicación, los cuales adquieren un papel central, entre otras razones, como arena de la discusión pública y orientadores de los valores sociales. Incluso Félix Ortega (2004) magnifica su rol social, y habla del espacio público actual como aquel espacio de la comunicación mediática, “siendo la lógica de ésta la que predomina en, e impregna a cuantas manifestaciones son definidas como lo público”. Esto se debe primordialmente a que los medios de comunicación han contribuido a la acción política—factor decisivo para que exista una democracia, porque es justamente a través de la acción política en donde una sociedad toma decisiones. Y es precisamente en la acción política, en donde se encuentra una de las claves principales para entender la colonización del espacio privado en el público, cuestión a la cual daré respuesta a continuación.

El ámbito político: entre lo público y lo privado
¿Cuál es el papel de la política en la colonización privada del espacio público?—La política es aquel ámbito que hace la diferencia entre lo público y lo privado. Porque es desde lo privado, y del seno de la familia u otras instituciones socializantes como la escuela o la iglesia, de donde lo político se empieza a articular. Esto pasa a través de las acciones cotidianas, en donde las relaciones de poder, por ejemplo, se entretejen simbólicamente, y es también desde donde el seno de la discusión y la búsqueda de consensos tienen lugar. Y es desde estas instituciones privadas, en donde se forman las opiniones sobre los asuntos públicos. Es aquí también en donde tradicionalmente los ciudadanos solían poner en marcha una vida política. Lo que implicaba que, una vez que la política regulaba un asunto de carácter privado se podía convertir en público, porque era socializado por medio de redes y asimilado por los miembros de una comunidad. De esta forma, el hecho social se hacía visible, y se llevaba a una discusión pública, y así era cómo lo político era el ámbito único y trascendental para diferenciar lo privado de lo público.

Este proceso (privado-político-público) ocurre todavía en el seno de la modernidad, sobre todo en microesferas. Sin embargo, a medida que la política ha cobrado un significado diferente en el seno del capitalismo global, lo público ha quedado debilitado. ¿Cuál es entonces el nuevo estado de la política?—La política anterior a la consolidación del capitalismo global, movilizaba ideologías, partidos y a casi todos los sectores de la sociedad. No se podía entender una acción pública sin la existencia de lo político. Pero ahora la situación cambia cuando la política parece cobrar mayor realce en la el marketin político y en el plano electoral. Félix Ortega (2004: 7) explica que:

Se ha ido pasando a otro tipo de política, la electoralista que ha sustituido la ideología por el marketin, el partido por los expertos electores y la movilización por la comunicación política. El escenario público ya no es ahora el de los partidos, el parlamento o las masas en acción. Lo público por antonomasia ha pasado a tener su sede en los medios de comunicación. Con su auge y creciente protagonismo, no sólo ha cambiado el concepto mismo de lo público, sino también el de la política.

Es precisamente con la consolidación de los medios de comunicación en el espacio público—y su vínculo poder con el sector empresarial y el adelgazamiento del estado—que lo público tiene mayor auge en los medios de comunicación. Pero a diferencia de F. Ortega, considero que los medios comunicación tampoco son escenario exclusivo de lo público, pues las formas tradicionales de lograr consensos en muchos pueblos de México—asambleas, sistema de elección en comunidades autónomas, por ejemplo—tienen cabida sin la mediación política de los medios de comunicación. Este proceso sólo ocurre mediante la participación política de los habitantes de las comunidades.

Lo que sí es cierto es que, los medios de comunicación cada día dictan la agenda política, y deciden por la ciudadanía lo que es público o lo que se queda marginado en lo privado. Descontextualizan, a través de programas hablados o noticiarios, lo público y lo privado, de acuerdo a los intereses de los grupos hegemónicos en el poder. Qué mejor muestra que la barra de noticiarios en la radio mexicana comercial y no comercial, a través de los cuales se trasluce la perspectiva de cierto partido político.

De modo que, estas articulaciones cotidianas que se transformaban en una esfera pública, a través de lo político, quedan en muchas ocasiones relegadas en la memoria de los grupos sociales o narrados como “espectáculo de circo” por los medios de comunicación. Como consecuencia, lo político queda subordinado a lo público y no lo público a lo político, como ocurría anteriormente. ¿Qué explicación merece este fenómeno?—Ninguna otra más que es la propia lógica del capitalismo global y la fuerza del flujo del capital que ha desmantelado lo político hasta convertirlo en marketin.

Se trata de una historia del debilitamiento de la política que se acelera desde los años sesenta. Se caracteriza por el desprestigio de los políticos, dadas sus vastas acciones de corrupción y su incapacidad para poner en marcha políticas públicas que garanticen el desarrollo social. Por el contrario, la clase política ha ido paulatinamente excluyendo a los ciudadanos. Éstos, por su parte, dada la diversificación de la sociedad y de nuevos estilos de vida, se han ido apartando de la participación política y resuelven sus problemas a través de otro tipo de redes sociales. O bien, no los concilian y, por el contrario, los posponen. Parece que, en menor o mayor medida, ésta ha sido la constante de la política en los países occidentales, incluso aquellos nórdicos caracterizados por su solidez política.

A pesar de tal fenómeno muy visible ya a partir de la década de los ochenta, por el contrario los medios “sobrepolitizan” la política a través del tratamiento de la información. Por ejemplo, en los noticiarios mexicanos de radio y televisión—comerciales o no comerciales—se habla todo el tiempo de la política, y se descontextualiza en gran medida de la vida cotidiana, creando narrativas en donde lo importante no es el hecho sino el protagonista político, quien en la mayoría de los casos es miembro del congreso o gobernante. Pero muy rara vez la ciudadanía. Ésta, por el contrario, es referida como un porcentaje en una encuesta de opinión, o bien, es estereotipada de rebelde cuando se moviliza pública y masivamente, sobre todo cuando cuestiona los intereses de la clase política en el poder.

Como consecuencia, el ámbito político diluye su esencia y “compite” con secciones de la agenda de los medios de comunicación, la cual dictará lo que es político, o si un asunto político se convierte en uno propio del espectáculo o de lo judicial, etc. Es la misma agenda mediática la que contribuye a desvanecer lo político y a definir su nueva noción de acuerdo a sus intereses de poder. Así es cómo los medios también relegan el interés de los ciudadanos en política.

Si la política—pieza fundamental del espacio público—se desvanece, entonces lo público automáticamente se debilita. Y es a través de este proceso que la lógica de lo privado invade a lo público sin que haya intervención de la política. El hecho adquiere mayor relevancia, porque la discusión se vuelve efímera y se escasean las posibilidades de buscar acuerdos en una sociedad de masas. Dicho escenario, tiene varias consecuencias, entre ellas, las fracturas sociales a mediano y largo plazos.

Ésta es una de las características fundamentales del espacio público en la era del capitalismo global. Félix Ortega, por su parte, denomina a este proceso como “el quiebre del espacio público político” (Ortega: 8). Ortega encuentra cuatro razones por las cuales se origina este quiebre, mismas que cito a continuación.

La primera se debe a la multiplicidad de tareas que los gobiernos hoy día tienen que gestionar, como son los derechos sociales, seguridad, medio ambiente, etcétera. Por si fuera poco, el ciudadano en ocasiones sólo se reserva a demandar dichos derechos, pero no a corresponder en obligaciones pagando más impuestos por mejores y mayores servicios. Tampoco asume una responsabilidad cívica para contaminar menos, cuidar más los servicios públicos, tener más conciencia del medio ambiente. Se conforma con ser un “consumidor”, y con lo cual no contribuye a fortalecer una cultura de lo público.

A menos que se trate de un ciudadano educado que tenga influencia de dentro de la clase política, la agenda política social se le ha dejado a los periodistas. Tales profesionales pueden dialogar en los medios de comunicación con los políticos, los cuestionan, se alían con ellos o desfavorecen su carrera política. Les dan voz de acuerdo a su conveniencia, incluso imponen la agenda política en la medida que se alían con grupos de poder, convirtiéndose así en un poder político. Ortega los llama “profesionales de los medios que asumen una doble tarea: la representación (haciéndola pública) y la influencia sobre la sociedad. Unas competencias por lo demás que trascienden el ámbito de lo público para dirigirse plenamente sobre la política” (Ortega, 2004).

Pero la mayoría de la ciudadanía queda fuera de la toma de decisiones. Es preponderantemente en la microesfera pública en donde las acciones políticas cobran sentido, en donde grupos sociales tienen más cercanía con los políticos, o bien, se organizan autónomamente para lograr arreglar un problema que les aqueja, y lo extrapolan a un nivel regional, nacional e incluso internacional.

La segunda razón, F. Ortega la atribuye al proceso de globalización, pues la política se ha alejado del poder. Los gobiernos locales, sobre todo, se han quedado impotentes de realizar acciones, ante la fuerza del capital inyectado por corporaciones multinacionales. Si esta razón la aunamos a la corrupción y nepotismo auspiciado por los representantes locales, el resultado es gobierno con poca representatividad y capacidad de maniobra, además de una desacreditación por quien lo eligió.

De esta manera, los ciudadanos recurren a organizaciones vecinales y de otro tipo para hacer valer sus derechos sociales. Tal es el caso de las asambleas de barrio en Argentina, las cuales renacieron como respuesta de las medidas financieras tomadas por el gobierno en diciembre del 2000 (El corralito): Los vecinos organizadamente salieron a las calles a marchar haciendo ruidos con cacerolas como señal simbólica de su malestar. Este fenómeno rápidamente identificado por los medios como los cacerolazos, adquirió una dimensión política y presencia mediática nacional e internacional. La presión civil hizo dimitir a cinco presidentes de la República en una semana.

Un tercer argumento radica con la relación que han emprendido los ciudadanos y la clase política en esta nueva fase del capitalismo. A medida que la clase política ha perdido la dimensión de lo que es su tarea como gobernante y el ciudadano se ha alejado de la política, los medios de comunicación, particularmente a través de los empresarios y periodistas han sustituido el papel del ciudadano para negociar con el político. El periodista, entonces, cumple con una doble función, por una parte informa a la sociedad sobre el trabajo de los políticos, y por el otro hace alianzas con el político y establece intereses de poder. En México, este hecho es particularmente visible, pues fácilmente se pueden identificar los nexos políticos de los medios de comunicación con determinado partido político.

El cuarto punto es resultado de los tres anteriores y se inserta en el plano ético, pues cuando la política no es ese ámbito que genera consensos, los intereses privados reinan en el espacio público. La individualidad o el Yo se sobrepone a lo colectivo o al Nosotros, y como consecuencia el ciudadano y los grupos sociales se mueven políticamente por intereses muy particulares, los que les convienen, y no a favor de las mayorías.

Entonces quedan claras tres cosas: 1) la política hoy día no se entiende sin la participación de los medios de comunicación, los cuales deciden qué es política y que no. De este modo, aquel relato político que no se ajuste a las “reglas de los medios de comunicación” difícilmente puede ser incluido en el discurso (Ortega, 2004). 2) La política en el espacio público se logra a través de los intereses privados y no políticos y colectivos. 3) El mercado es aquella arena la cual regula la diferencia de lo privado y del público. Es un campo que no tiene responsabilidad, pues le importa obtener las máximas ganancias, sólo le interesa que el individuo consuma sin que participe. Como consecuencia, la discusión se esfuma o existe con ciertas características impuestas por el mercado a través de la agenda mediática, y con ello la política se debilita.

Por último, la fractura de lo político ha conducido a la reconfiguración del espacio público, el cual se ha vuelto más heterogéneo y complejo. Su recomposición ha sido también resultado de la reestructuración de los estados-naciones a partir del movimiento del capital en el mundo. Por consiguiente, el espacio público se ha fragmentado en diferentes esferas: local, nacional-regional e internacional. Las tres son autónomas, pero se pueden interrelacionar. Expliquemos a continuación cómo ocurre este proceso.

Las esferas públicas: fragmentadoras del espacio público global
La colonización del espacio privado en el ámbito público ha traído como consecuencia una fragmentación del espacio público, por lo que hoy día ya no se puede hablar de un espacio público homogéneo y unificado, sino de uno heterogéneo, desterritorializado, multicultural y fragmentado.

Mientras que Keane (1997) propone la anterior tesis, tradicionalmente, algunos investigadores, como Nicholas Garnham, habían defendido teóricamente la postura de la esfera pública autónoma y unificada. Sin embargo, ambos autores de la escuela de Westminster y desde la perspectiva de la teoría crítica, analizan al espacio público global utilizando como ejemplo al servicio de radiodifusión pública. Revisemos cuáles son los puntos centrales de cada uno de los autores:

Garnham toma prestado el concepto empírico y normativo de esfera pública para identificar un “espacio para una política racional y universalista ajena tanto a la economía como al estado”. En este sentido, Garnham insiste en que el mejor garante de tal política es el modelo de radiodifusión de servicio público, el cual estaría diseñado para mediar y hacer contrapeso al poder estatal y corporativo, lo que efectivamente lograría dado que no está constreñido por los imperativos de maximización ni del poder político ni de las ganancias.

Para Garnham, por ejemplo, la radiodifusión pública es superior al mercado, dado que ofrece a todos los ciudadanos información, educación y entretenimiento de alta calidad, sin el objetivo de obtener mayores ganancias, como lo hacen los medios comerciales, los cuales son enemigos de la vida pública. Asimismo, los medios comerciales crean desigualdades de poder entre las empresas dominantes y las culturas e identidades subordinadas y periféricas—relación a la que sólo los medios de radiodifusión pública pueden hacer contrapeso, protegidos por fondos garantizados, provenientes de los impuestos.

A pesar de la visión sensata de Garnham, Keane encuentra limitaciones en el planteamiento de su colega inglés. Keane también utiliza el concepto de la esfera pública, de Habermas, y lo aplica, al igual de Garnham, para estudiar la situación actual del modelo público de radiodifusión, pero difiere en ciertos puntos, mismos que expongo a continuación. Keane (1997) dice:

Se puede considerar la radio como esfera pública en las nuevas condiciones de globalización y desterritorialización de la cultura y la información, no en el sentido de una esfera única homogénea y separada del estado o de la vida privada, sino, por el contrario, en la fragmentación de múltiples espacios de concepción diversa y heterogénea. En estos espacios se cruzan los discursos del poder con los de la vida privada, volviendo difícil la tarea de precisar los límites o definir los rasgos de cada uno, porque su naturaleza es cambiante, y mirados desde ciertos ángulos pueden considerarse públicos, y desde otros privados.

El modelo de radiodifusión pública atraviesa serias dificultades, no sólo de orden financiero sino de legitimidad:

Tanto audiencias como emisores sienten que el reclamo de representatividad del servicio público, es de hecho una defensa de la representación virtual de un todo ficticio, un recurso para programar aquello que simula las opiniones y gustos reales de algunos de aquellos a quienes se dirige… tal modelo de servicio público encorseta a sus audiencias y viola regularmente su propio principio de igualdad de acceso para todos al entretenimiento, las noticias de actualidad y la programación cultural en un ámbito público común (Winocur, 56).

Hoy día se ha vuelto obsoleto el ideal una esfera pública unificada… en lugar de ello figurativamente hablando, la vida pública experimenta una refeudalización… en la conformación de un complejo mosaico de esferas públicas de diversos tamaños, que se traslapan e interconectan o que nos obligan a reconsiderar radicalmente nuestros conceptos sobre la vida pública y sus términos asociados tales como opinión pública, bienestar público y la diferenciación público-privado (Winocur, 56.).

A pesar de los logros del servicio público de radio en los países desarrollados, Keane los denomina institución enferma, una vez que han demostrado flaqueza en sus bases financieras, papel como medios, estatuto legal y rol público. Sobre todo, se evidencia en los países europeos en donde este tipo de institución—al igual que partidos políticos, iglesia, sindicatos—está perdiendo vitalidad, o bien, generando nuevos debates en torno a su propio grado de representatividad dentro de la ciudadanía.

Varias son las causas del deterioro del servicio público de radiodifusión, tres de ellas están ligadas directamente a la teoría de la esfera pública.

1. Estrechez financiera
2. Problemas de legitimidad
3. Cambios tecnológicos

1. Estrechez financiera. En Europa, los recortes gubernamentales para la radiodifusión pública, los ingresos por parte del otorgamiento de las licencias disminuyeron, hasta en un 30 por ciento como en el caso de Suecia. Asimismo, con excepción de la BBC y las cadenas alemanas ARD y ZDF, las radiodifusoras se quedaron atrás en la incorporación de nueva tecnología. Por el contrario las cadenas privadas proliferaron, por lo que las corporaciones públicas se vieron obligadas a firmar convenios de coproducción, a privatizar o subcontratar algunas partes de sus equipos, servicios e instalaciones de producción, así como participar en empresas de comercialización internacional. Con lo que empezaron a jugar el mismo lenguaje sobre ganancias, audiencia y mayores dividendos de los programas. Keane dice que la tendencia a la autocomercialización, “debilita la legitimidad del modelo de servicio público, al desdibujar la singularidad de su programación y dar fuerza a los promotores de la desregulación en su cruzada para marginar a los medios públicos” (Keane).

2. Problemas de legitimidad. La radiodifusión pública presenta problemas de representatividad, pues no han logrado ser universalistas. Es decir que llegan a toda la gente. Tampoco son pluralistas, ya que no satisfacen a todas las opiniones de la sociedad. La representatividad se observa sobre todo en la programación musical, en donde viola su principio de igualdad para ofrecer a todos el mismo tipo de entretenimiento. O bien, cuando se manejan temas sobre sexualidad y la disidencia política, cuyos tratamientos son un tanto tímidos debido a las presiones gubernamentales. Tal situación los asemeja a los medios comerciales, una vez que utilizan los mismos recursos de producción y de similar manera: entrevistan a los políticos, empresarios, especialistas académicos. La audiencia, como consecuencia, se vuelve más perceptiva a los formatos comerciales.

3. Cambios tecnológicos. Este rubro no sólo implica que con la rápida evolución tecnológica, como el advenimiento satelital, los medios públicos compiten en el espectro de los multicanales, sino que Keane observa que “los ciudadanos que se desenvuelven dentro de una esfera pública integrada pertenecen con pleno derecho a un territorio claramente delimitado, que es vigilado por el estado-nación soberano”. Además los delimita territorialmente subordinados a un estado-nación en particular. Esto se percibe cuando los franceses le llaman a su servicio público, La voz de Francia, o cuando se designa a la BBC como el instrumento nacional de radiodifusión.

Por estas tres dimensiones explicadas (estrechez financiera, problemas de legitimidad y cambios tecnológicos), Keane piensa que aquel discurso, de aquellos que suponen una afinidad electiva entre la radiodifusión de servicio público y la esfera pública ha empezado a endurecerse y a convertirse en dogma, precisamente porque la metáfora espacial de la que parte ha dejado de coincidir con las tendencias a largo plazo de los medios de comunicación en las antiguas democracias parlamentarias.

Por tal motivo, entender a la esfera pública contemporánea como aquélla república territorialmente unificada, integrada, circunscrita dentro de un concepto estado-nación, en donde los ciudadanos buscan el bienestar público, está llegando a su fin.

Keane entonces propone que, los medios de comunicación emergen como aquellos actores que vinculan a los intereses o relaciones de poder de dos o más personas dentro de un espacio determinado dentro de un lapso breve o prolongado, en donde se suscita la discusión, cuestionamiento, disputas no violentas, consensos, disensos. A esta vinculación que conceden los medios de comunicación, Keane le denomina esfera pública, la cual es diversa y heterogénea pero de ninguna forma integrada. La diversidad y heterogeneidad ofrece diferentes tipos de relaciones entre individuos, por lo que Keane hace la distinción entre las microesferas públicas, mesoesferas públicas y macroesferas públicas.

1. Microesferas públicas. Aquí interactúan decenas, cientos y miles de adversarios dentro de un sub-estado-nación. Las microesferas públicas se pueden hallar en una amplia variedad de espacios locales, en donde diferentes grupos sociales convergen: iglesias, partidos políticos, clubes, asociaciones. Las microesferas públicas:

a) Contribuyen a forjar la identidad de los ciudadanos.
b) Enfrentan poderes verticales, los cuales intentan regular y redefinir su vida pública.
c) Crean redes solidarias dentro de la comunidad, a través de la participación temporal o continua.
d) Funcionan como laboratorios experimentales para gestar el cambio social.
e) Crean nuevos significados e impugnan códigos de la vida cotidiana mediante el cuestionamiento, de modo que confrontan a los actores sociales antagónicos.
f) En ocasiones trabajan de forma invisible.
g) Emergen por la iniciativa de un grupo.

2. Mesoesferas públicas. Son espacios de debate sobre el poder conformados generalmente por millones de individuos que atienden un medio masivo de comunicación masiva en el ancho de un territorio dentro del marco de un estado-nación. La BBC en Gran Bretaña, NPR o PRI en Estados Unidos, los periódicos de gran circulación como el New York Times, The Washington Post forman parte de las mesoesferas.

Aunque las microesferas emprenden fuerza desde abajo de la estructura social, las mesoesferas muestran considerable resistencia. No necesariamente tienen relación, pero actúan paralelamente cuando se politizan, tras existir controversias públicas. O bien, cuando existen lenguas regionales como en España y los lectores escogen los periódicos o boletines locales para informarse. Al respecto, Keane observa que:

Contrario a los recientes intentos por vincular la teoría de la esfera pública con la suerte de los medios de comunicación de servicio público, existe el hecho de que las controversias públicas sobre el poder generalmente son facilitadas por los medios de comunicación privados de la sociedad civil. Existen muchas evidencias de que, así como los medios de servicio público están cada vez más constreñidos por las fuerzas del mercado, también los medios mercantilistas están sujetos a procesos de largo plazo de autopolitización, porque están obligados a abordar temas de interés par un público constituido por ciudadanos que son capaces de distinguir entre el sensacionalismo del mercado y las controversias públicas.

3. Macroesferas públicas. Se conforman por miles de millones de personas que debaten en un espacio supranacional y global de poder. Las firmas internacionales de comunicación masiva, como CNN, Sony, ABC, Time Warner, son los protagonistas en las mesoesferas. Estas empresas realizan negocios globales sin tener que enfrentar los derechos de autor, a menudo pueden evadir la legislación de algún estado-nación. Generalmente son manejadas por un pequeño grupo de personas, para quien trabajan personal especializado de varias partes del mundo.

Conclusiones
¿Cuáles son las implicaciones conceptuales de la fragmentación del espacio público global?

1. Los espacios públicos políticamente construidos están interconectados con un espacio físico-territorial, las redes por internet son ejemplo de ello. Este es uno de los motivos por el cual la vida pública está experimentando un proceso de desterritorialización. Pero tampoco quiere decir que las fronteras se están borrando, por lo que la diferencia entre lo micro, meso y macro sigue siendo una característica notable dentro del sistema social.

2. Las esferas públicas no son longevas. Pueden desaparecer, como toda práctica socio-cultural, dependiendo de los intereses y objetivos del grupo social y del contexto sociohistórico.

3. Lo político es lo que hace la diferencia entre lo público con lo privado, lo cual se encuentra en el debate. Es decir, lo privado deja de serlo cuando se polemiza mediante el debate en un espacio público.

4. Una democracia sana es una en donde todo tipo de esferas públicas convive sin que alguna de ellas monopolice “las disputas públicas sobre la distribución del poder” (Keane).

5. Las Mesosferas de las que nos habla Keane son tendencias de la vida pública actual. “La teoría de la vida pública que se aferra dogmáticamente a la visión de una esfera pública que se afianza dogmáticamente a la visión de una esfera pública unificada, en la que se definen la opinión pública y el interés público, es una quimera, y que por el bien de la democracia dicha teoría debe ser ahora arrojada al mar”.


Referencias:

• Hanada, Tatsuro (2002) “Una aproximación conceptual a la esfera pública”, en La ventana global, José Vidal Beneyto (director), Taurus: Madrid.
• Keane, John (1997) “Transformaciones estructurales de la esfera pública”, en Estudios sociológicos, enero-abril, México.
• Ortega, Félix, “Una simbiosis compleja: políticos y periodistas”, revista Telos, núm. 54, Madrid, 2003, 71-83 pp.
• “Espacio público y legitimidad política”, en Reflexiones sociológicas, CIS, Madrid, 2004.
• Ortega, Félix, y Ma. Luisa Humanes, Algo más que periodistas, Ariel, Barcelona, 2000.
• Winocur, Rosalía, Ciudadanos mediáticos, la construcción de lo público en la radio, Gedisa, Barcelona, 2002.


Mtro. Lenin Martell Gámez
Profesor-investigador, Universidad Autónoma del Estado de México, México.