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Por Pedro Hellín y
Ma. Angeles Pérez
Número
56
Introducción
El
espot es seguramente la pieza publicitaria más
característica de nuestra época,
y la más influyente a nivel social. Los
anuncios audiovisuales en televisión son
vanguardia de la innovación técnica
y retrato de los estereotipos sociales del momento.
Estas circunstancias los convierten en un interesante
(y poliédrico) objeto de estudio, capaz
de aportar datos hasta ahora no tenidos en cuenta.
En este artículo
hemos querido estudiar la naturaleza social del
espot desde el planteamiento de que sus escenarios,
las localizaciones donde transcurren las narraciones
publicitarias, son capaces de añadir información
al argumento, una información “pedagógica”
que explica al público objetivo cual es
el contexto de consumo de los productos anunciados.
Para ello vamos
a relacionar el espot audiovisual con la sociedad
de consumo, buscando sus conexiones mas destacables
y a describir las propiedades de la naturaleza
audiovisual del espot, para pasar a presentar
los resultados de un análisis realizado
a una muestra de anuncios destacados.
El
contexto de consumo
La
publicidad es una manifestación comunicativa
perfectamente integrada en el ámbito de
la cultura y las valoraciones sociales. Los anuncios
construyen su propia realidad y esa realidad
articula sus propias reglas, como un mecanismo
creador de cultura que rodea al individuo en
su día a día, fascinándolo
e inculcándole unas pautas de comportamiento
vinculadas al uso de los productos que muestra
y a los universos simbólicos asociados
en torno a ellos. La publicidad recrea el mundo,
crea su simulación ideal donde el producto
adquiere el estatus de héroe.
El continuo
desarrollo de la publicidad en los medios de
comunicación (especialmente la televisión,
por ser el de mayor penetración social)
tiene su explicación en la necesidad de
la Industria de fabricar una ideología
del consumidor y promocionar sus valores materialistas.
Una economía que se apoya en un público
comprador en constante expansión y que
ofrece unas facilidades de crédito casi
universales, necesita constantemente nuevos métodos
para dirigir a las personas hacia el camino del
consumo, presentando siempre nuevos productos
y animándolos a comprarlos. De ahí
la fusión entre la industria publicitaria,
la televisiva y la del espectáculo en
la era digital, que ha propiciado la integración
de las marcas comerciales en la ficción
audiovisual (el product o brand
placement). “El entertainment marketing
representa la comunión de la industria
de la mercadotecnia con la industria del entretenimiento;
la integración de la marca en el guión
y del negocio en el arte”. (Del Pino y
Olivares, 2006: 17)
El mundo de
la televisión (con la presencia de la
publicidad audiovisual) disimula los símbolos
visibles de las diferencias económicas
reales: estilos de vestir, gustos musicales,
diversiones, hasta lenguaje. Se ha producido
un debilitamiento de la identidad de las clases
trabajadoras a medida que estas aceptaban los
valores y la conducta de la clase media, que
aparece continuamente como el modelo a imitar
en los medios (y que la publicidad magnífica).
Actualmente,
el destinatario de la publicidad audiovisual,
es un consumidor que vive en contacto con los
contextos sociales donde se relaciona y se desenvuelve,
atento a la evolución de los estilos de
vida y a los cambios sociales y culturales, además
de preocupado por lograr su bienestar personal.
Es un consumidor que busca la aceptación
de su grupo social y la integración en
un grupo de referencia, casi siempre influenciado
por el conjunto de los mensajes mediáticos.
En el caso de la publicidad, la construcción
narrativa se basa en el intento de asociación
de determinados contenidos a un producto, intentando
imponer cierta imagen, que no se refiere directamente
ni al producto que se anuncia, ni a la realidad
concreta en que se origina, sino al sistema de
valores (consumistas) vigentes en la sociedad
a la que se dirige el mensaje, porque la sociedad
no inventa valores, sino que selecciona y reproduce
los existentes, hasta consolidarlos por efecto
de la repetición y el esteticismo.
La corriente
que se impone a la hora de planificar una campaña
de publicidad es la de atender a los estilos
de vida. Las agencias de publicidad reconocen
de esta forma que el público consumidor
no es una masa pasiva indiferenciada. La proliferación
de canales de televisión y revistas especializadas,
sumadas a las modernas técnicas estadísticas
que permiten dibujar perfiles sociodemográficos,
permiten a los creativos publicitarios dirigirse
a audiencias seleccionadas, diferenciadas entre
si por sus valores sociales y estilos de vida.
Los estilos
de vida son concluyentes para contextualizar
el consumo, por eso los publicitarios orientan
sus campañas para que los productos sean
vistos, y se dirijan, a individuos y colectivos
definidos y situados socialmente. La causa es
que el consumo funciona en base a unos supuestos
compartidos, las mercancías deben asociarse
a estilos de vida y a determinadas formas de
sociabilidad (de ahí la importancia de
mostrar unas localizaciones que permitan entender
estas circunstancias). De echo, cada vez mas,
los productos son parte constituyente de los
estilos de vida (un determinado coche, o una
bebida, tabaco, etc.). Sin embargo, el consumo
de cualquier objeto es indeterminado por la capacidad
múltiple de recontextualización,
que permite mostrarlo en distintas situaciones
y usos, para dirigirlo a distintos grupos sociales;
y también por las distintas capacidades
de los individuos para contextualizar el uso
del producto. “En muchos casos, las personas
se ven obligadas a aceptar, en todo su alcance
los sentidos inscritos en la mercancía;
en otros casos, las mercancías pueden
ser domesticadas y convertidas en cosas que tienen
sentidos privados y también públicos,
u opuestos a los públicos” (Silverstone,
1996: 202)
Según
Ibáñez (1994: 222) la estructura
de la sociedad de consumo es grupal, cada uno
vive dentro de sus grupos de pertenencia y busca
formar parte del grupo de referencia mostrado
en los medios de comunicación social (y
reflejado en el discurso publicitario audiovisual)
donde se ven reflejados sus deseos, aunque esto
pueda suponer una contradicción para el
individuo, inmerso en el fenómeno de masas
que es el individualismo. Los productos que consumimos
llevan implícitos mediante su publicidad,
valores que nos hacen sentir únicos y
diferentes del resto del mundo, aunque estos
productos son consumidos por millones de personas
mas.
Este contexto
de consumo se haya inmerso en una cultura visual
que implica una relación de alusión
entre realidad e imagen. La misión de
la imagen publicitaria es la de construir el
sentido de la realidad a que alude, y sobre la
que se construye el mensaje. Nos rodean las imágenes
publicitarias, y su entidad se basa en hablarnos
del mundo y sus escenarios de la cultura cotidiana
con la mayor verosimilitud posible.
Para Joannis
(1986: 26), la comunicación visual prima
con respecto de la comunicación verbal
escrita, tanto por la fuerza de atracción
y de implicación de lo visual como por
su velocidad y precisión. La belleza,
la dulzura, la felicidad… son emociones
que se comunican de un modo mucho más
eficaz y verosímil con imágenes.
Siguiendo a Vilches (1984, 25-29), la iconicidad
es una constante en nuestra forma de conocer
el mundo, construimos modelos del mundo gracias
a que aprendemos ciertas operaciones por su relación
icónica con el (de ahí la importancia
del espot como objeto pedagógico). Toda
proposición se muestra en una imagen modelo,
que construye nuestro intelecto para adecuarlo
a la realidad objetiva. Ahora bien, hay que tener
en cuenta que la imagen es una forma vacía
y necesita de la competencia interpretativa de
un receptor (no se pueden establecer semejanzas
entre objetos sin reglas) por medio de reglas
culturales ya adquiridas, de ahí que el
estudio de la imagen presupone el estudio del
significado y los sistemas culturales. Las imágenes
no se representan de forma directa en objetos,
sino por medio de operaciones materiales, perceptivas
y reglas gráficas y tecnológicas.
De esta forma,
el fenómeno publicitario se ha convertido
en una manifestación comunicativa integrada
en la cultura y los valores sociales. Los anuncios
construyen su propia realidad, reproduciendo
y transformando la existente, convirtiéndose
así en un mecanismo generador de cultura
cotidiana. La publicidad televisiva representa
la sociedad donde se crea y a la vez recrea una
realidad ajena al individuo, intentando fascinarle
e inculcarle unas pautas de consumo vinculadas
al uso de los productos anunciados y a la asociación
de los universos simbólicos que giran
en torno a ellos. El espot ha pasado a convertirse
en un producto audiovisual de pleno derecho,
en la actualidad es otro objeto de consumo de
nuestra sociedad. “La publicidad no sólo
invita al consumo de bienes sino que ante todo
es algo que se consume, convirtiéndose
de esta manera en el más preciado de los
bienes de consumo” (Baudrillard, 1974:
32)
La publicidad
audiovisual
El
spot televisivo impregna la sociedad de un orden
simbólico y de un poder seductor que tiene
mucho que ver con las propiedades de la imagen
televisiva, no sólo por su poder de convicción
y su semejanza con la realidad, sino también
por esa accesibilidad que le permite irrumpir
en cualquier momento en el espacio doméstico,
en el día a día, por constituir
imágenes intensamente convincentes y,
sobre todo, por su inquietante capacidad de mirar
a los ojos de sus audiencias. En palabras de
Virilio (1989: 81-83) la publicidad inicia con
la imagen fática audiovisual, que se impone
a la atención y obliga a mirar, una inversión
radical de las relaciones de dependencia entre
lo que percibe y lo que se percibe, la voluntad
de encarar el porvenir y no solamente de representar
el pasado. La comodidad de ver el futuro (si
consumimos) y de olvidar el pasado austero.
El anuncio publicitario
televisado consigue invertir la percepción
a todas las escalas, ninguna de sus representaciones
escapa al carácter sugestivo característico
de la publicidad. Su alta definición de
imagen no busca la nitidez, sino el relieve:
la proyección de una tercera dimensión,
la del mensaje publicitario que intenta conseguir
a través de las miradas de sus espectadores,
su sentido social.
En un espot
no hay tiempo para decir muchas cosas, por eso
los anuncios dependen del reconocimiento instantáneo,
que recuerda estereotipos familiares bien definidos
para crear el contexto del mensaje. Los creativos
publicitarios dan por hecho que la mayoría
del público objetivo comparte una estructura
de referencia común y unos símbolos.
Consideramos que, en mayor o menor medida, toda
la programación televisiva pretende promocionar
algo. La difusión de ideas y la venta
de productos son constantes, todos los programas
propagan valores, pautas y modelos de comportamiento
que responden al objetivo de reproducir el modelo
social que las ha originado. Pero nosotros entendemos
como necesario, para el objeto de nuestro estudio,
distinguir entre los mensajes destinados a vender
un producto (anuncios), los que pretenden propagar
ideas (propaganda) y los que tan solo pretenden
reproducirse a si mismos mediante la autorreferencia
(autopublicidad televisiva); ya que los que nos
interesan son los primeros.
El espot es
el que busca la relación directa con los
públicos, dejando de lado su función
informativa, para centrarse en la construcción
de una imagen seductora del producto, con la
finalidad de despertar una ilusión en
el receptor. Esto significa una nueva forma de
consumo, alejada del consumo real del objeto,
porque el consumo televisivo, publicitario, es
puramente imaginario. De forma que el espot se
configura como el referente del discurso televisivo
por su tendencia a la espectacularización
absoluta. Según González Requena
(1999: 111-113) esto se debe a que se haya libre
de exigencias extraespectaculares, al contrario
de otros géneros televisivos:
• Un bloque
de espots es una parte del discurso televisivo
libre de transmitir información, por lo
que lleva al máximo la tendencia a la
fragmentación e intensifica el estímulo
visual.
• La redundancia es sistemática:
cada espot se repite cíclicamente; a nivel
semántico se repite una connotación
que impregna con su redundancia todos los parámetros
sonoros y visuales que lo constituyen; y el conjunto
de espots redunda en su interpelación
seductora a los destinatarios.
• Se ofrece constantemente un mundo fragmentado
en objetos accesibles sin esfuerzo, al consumo
de la mirada espectacular.
El mismo autor
enumera las características de la lógica
discursiva del espot, que impregnan todo el tejido
de la programación televisiva:
• Aparente
plena legibilidad. El contenido informativo desaparece
para favorecer la obviedad en la interpretación.
• Absoluta accesibilidad. El espectador
está libre de esforzarse.
• Sistemática fragmentación.
Los fragmentos audiovisuales eliminan la necesidad
de cualquier tipo de lectura del contenido.
• Continuidad permanente.
• Sistemática redundancia.
• Constante oferta de imágenes de
impacto espectacular
Todas las imágenes
que contiene un espot se ofrecen para la mirada
del público objetivo, por eso todas se
configuran mediante recursos retóricos
como planos subjetivos de quien mira. “La
realidad en el mundo moderno se define a través
de las imágenes de los anuncios”.
(Qualter, 1994: 91) En el mundo optimista y soñador
de los anuncios, fijado por hábitos y
estereotipos, se refleja una realidad que tiene
que ver con nuestro deseo innato de creer en
las ilusiones. En los estereotipos comerciales
la credibilidad es más importante que
la verdad, porque los individuos tienden a aceptar
como verdaderas aquellas informaciones que se
ajustan más a sus creencias. Los anuncios
no son un reflejo fiel de la sociedad, sino que
nos la muestran dulcificada, tratan sobre los
sueños de la gente.
Los escenarios
del espot, la contextualización del producto
y los actores, ayudan al anunciante a transmitir
información a sus públicos sobre
el producto y su contexto de uso o consumo, desempeñan
una función pedagógica que “enseña”
a los destinatarios los distintos usos del producto,
situándolo en ambientes de consumo.
El relato publicitario
introduce historias concretas y al mismo tiempo
abiertas. Sus protagonistas no son personajes
de la vida pública (como ocurre en algunos
géneros televisivos de gran éxito
en la actualidad como los magazines y los reality
shows) sino que son personajes anónimos
que permiten ser vehículo de la historia
concreta que representan. Esto hace que ese
relato concreto albergue significados universales
y permita así la apropiación simbólica
por el receptor de esa historia. La cultura
actual abría abierto de este modo, con
relatos como el publicitario, un espacio social
que permite los intercambios entre el mundo
del texto y la vida. (Bermejo, 2007: 87).
Aquí,
la publicidad se apoya en el hecho de que la
televisión juega un papel fundamental
en la adquisición y modelado de hábitos
perceptivos y valores sociales, lo que la convierte
en el contexto apropiado para la publicidad.
Esta publicidad en televisión presenta
una serie de características que expone
Saborit (2000: 29-30):
• La televisión
es un medio “físicamente”
activo, con mayor dinamismo y capacidad de centrar
la atención que los estáticos.
• El mensaje publicitario, en la mayoría
de las ocasiones, se recibe de forma colectiva
(con la familia reunida en casa), por lo que
tiene que contar con estos condicionantes para
su recepción.
• Por la transitoriedad inherente a la
televisión, los anuncios se volatilizan
en el momento de su difusión, por lo que
hay que elegir con precisión el tipo de
audiencia (la hora de emisión) y la contextualización
(los programas).
• Por eso, la repetición de los
anuncios o la secuencia de una campaña
pueden ser mas controlados en televisión
que en otros medios, donde la recepción
puede ser mas desordenada.
• La audiencia de la televisión
es mayor que la de los demás medios, lo
que provoca que no sea recomendable especializar
excesivamente los públicos y la convierte
en el mejor medio para anunciar productos de
consumo masivo.
• El tiempo de recepción es independiente
del deseo del espectador porque lo fija el medio.
La imposibilidad de la repetición en la
exposición al anuncio hace que estos sean
claros y precisos, para poder ser comprendidos
por los diferentes públicos a los que
se dirige.
• Debido al elevado coste de exposición,
el espot tiene que comunicar su mensaje en el
mínimo tiempo posible, por lo que se limita
la información verbal y la exposición
de características del producto; lo que
confiere una velocidad y ritmo propios al anuncio,
que es preciso y super concentrado.
• Por las características televisivas
de imagen, sonido y movimiento la publicidad
adquiere una credibilidad imposible de conseguir
en otros medios.
• La combinación de estas mismas
características favorece el recuerdo de
los anuncios, lo que puede aumentar su eficacia.
La inmensa mayoría
de los anuncios nos muestran objetos definidamente
contextualizados (si están descontextualizados,
normalmente es para resaltar sus características).
Situando el objeto en su contexto de uso se pretende
llamar la atención sobre su funcionalidad,
ya que los objetos son valiosos en la medida
en que son capaces de relacionarse con el consumidor.
El contexto posibilita la creación de
modelos de comportamiento y muestra los valores
del objeto en su función. De ahí
que creamos importante conocer el “escenario”
donde transcurren las historias publicitarias.
Trabajo
de campo
Toda
labor crítica, para la ciencia, implica
un análisis de la realidad y un modo de
comunicar los resultados. No se trata de que
el experimento realizado sea de mayor o menor
complejidad, sino de hacer la comunicación
más eficaz, “y reconciliar el goce
con el conocimiento”. (Dorfman y Mattelart,
1972: 9)
Nuestro interés,
al realizar este estudio, reside en comprobar
hasta que punto la contextualización del
relato publicitario audiovisual influye en el
significado final, esto es, en que medida la
localización/es de la historia contada
ayuda al receptor a dotar de sentido al espot.
Para obtener
resultados que nos permitan llegar a conclusiones
relevantes, hemos diseñado una investigación
basada en análisis cualitativos, de tipo
semiótico, de los anuncios seleccionados
y métodos cuantitativos, estadísticos,
de representación de la información.
El trabajo ha sido desarrollado en tres fases:
1. Visionado
de todos los espots incluidos en las películas
del Festival Publicitario Iberoamericano
El Sol, celebrados en San Sebastián
(España) entre los años 2000 al
2003 . Un total de 427 anuncios, clasificados
cronológicamente en una tabla con las
siguientes entradas:
• Categoría,
clasificación general de los espots según
el producto anunciado.
• Subcategoría, según la
función y/o las características
del producto.
• Número de anuncio dentro de la
película del año, su orden de aparición.
• Anunciante, nombre de la empresa, de
la marca corporativa o de la institución
emisora.
• Producto.
• Título del espot.
• Localización/es (interior, exterior)
que aparecen durante el desarrollo de la historia
contada.
2. Selección
de tres anuncios por categoría de cada
uno de los años analizados. Los 57 espots
elegidos se catalogaron para ser analizados en
profundidad. Los ítems de sus fichas individuales
han sido:
• Año
de clasificación en el festival.
• Imagen. Un fotograma representativo que
permite su reconocimiento visual.
• Número de anuncio, extraído
de la tabla principal, para su reconocimiento.
• Anunciante, nombre de la empresa, de
la marca corporativa o de la institución
emisora.
• Título del espot.
• Producto.
• Eslogan, en este caso puede ser una palabra,
o una frase y suele cerrar la narración.
Es necesario que represente al eje de comunicación.
• Eje de comunicación, la idea central
sobre la que se asienta la estrategia creativa
del espot.
• Secuencia espacial, de forma cronológica,
de todas las localizaciones donde transcurre
la narración audiovisual.
• Descripción de las localizaciones,
basándonos en la observación. En
este campo se describen los aspectos mas característicos
de cada una de las localizaciones, con indicación
de si es un lugar de uso o consumo del producto
y si la misma apoya la trama.
3. Y tratamiento
de los datos obtenidos e interpretación
de los resultados.
Resultados
obtenidos
Por las
razones obvias del formato artículo nos
vemos imposibilitados para presentar aquí
toda la información relativa al tratamiento
de la información y los datos generales,
razón por la que vamos a presentar y comentar
los resultados más notables del trabajo,
suficientes para demostrar nuestra hipótesis
de trabajo.
Localizaciones
de los espots
Las localizaciones
mas utilizadas en la publicidad audiovisual analizada
son las interiores, seguidas por las mixtas (interior
– exterior). Es curiosa la presencia de
la categoría que denominamos “ninguno”
y que no teníamos prevista al inicio de
nuestro análisis. Está formada
por espots que transcurren sobre fondo plano,
normalmente blanco, y que se basan en una dramatización
de personajes donde el contexto no es necesario
para aportar significado a la narración.
De entre la
muestra seleccionada, en cuanto a la localización
por categorías, las bebidas alcohólicas
son los productos que más han utilizado
los interiores, mientras que los vehículos
figuran a la cabeza en el uso de localizaciones
exteriores y mixtas.
Escenarios generales
y concretos
Dentro de los
escenarios generales del grupo de anuncios seleccionados,
las casas y los interiores de los coches son
los escenarios interiores mas utilizados. Los
exteriores están encabezados por calles
y carreteras.
En esos 124
escenarios generales hemos encontrado 74 lugares
concretos donde se ha desarrollado la acción,
destacando los de interior de vivienda (como
era de esperar porque la casa es el escenario
general mas utilizado) de los que 12 eran salones,
9 dormitorios, 8 baños, 7 cocinas y otros
9 estaban situados en otros puntos de la vivienda.
Espacios poblados
o vacíos en las localizaciones generales.
De las 124 escenarios
señalados, 103 son lugares poblados y
12 son espacios vacíos que tras el desarrollo
de la acción pasan a estar poblados, de
lo que podemos deducir la importancia de las
localizaciones como contextualizadoras de la
acción desarrollada por los personajes.
Presencia del
día y la noche.
Con respecto
a las secuencias espaciales de los 57 espots
seleccionados, hay otro aspecto importante a
tener en cuenta, la presencia del día
y/o la noche en el desarrollo de la trama. Hemos
detectado la importancia de este dato para determinar
el momento de uso/consumo del producto anunciado.
El día domina la mayoría de los
anuncios, aunque la presencia de la noche no
es despreciable. Las secuencias temporales que
pasan de día a noche o de noche a día
sirven para entender el significado de la historia
contada. En algunos casos, el escenario opaco
impide determinar el momento del día,
seguramente de forma intencionada (por razones
de uso/consumo del producto).
Ambiente que
se desprende de los escenarios generales.
Es posible,
mediante la observación, determinar que
ambiente condicionan los escenarios. Generalmente
hay planos, incluso secuencias, que anteceden
a la acción y preparan la sensación
con la que recibir la acción posterior,
lo que es de gran ayuda para conseguir transmitir
el sentido deseado.
Apoyo a la trama.
La secuencia
espacial ayuda a entender la trama en la mayoría
de los espots analizados. Las localizaciones
aportan información a los espectadores
que facilitan la decodificación del mensaje
publicitario.
Contextualización
del producto.
La gran mayoría
de las localizaciones se convierten en contextos
de uso y/o consumo, de los bienes y servicios
anunciados, durante el transcurso de la acción,
lo que permite la explicación visual de
sus funciones, ventajas, etc.
Conclusiones
Con
lo dicho hasta aquí, creemos poder afirmar
que la utilización del espacio, en la
mayoría de los espots, presenta una relación
con el lugar habitual de consumo o de uso de
los productos o servicios anunciados. De forma
que es lógico que los espacios mas habituales
para bebidas, productos alimenticios o artículos
de limpieza sean los interiores (de viviendas
o bares); mientras que los espacios mixtos son
usados mayoritariamente por los automóviles,
que necesitan mostrar tanto las cualidades internas
del vehículo como su apariencia externa.
La localización contextualiza el uso de
los productos de forma pedagógica, ayuda
a comprender su “necesidad” para
los públicos.
Los espacios
y las características de las localizaciones
aportan, a las historias que se desarrollan en
los anuncios, un simbolismo que refuerza la idea
que se quiere transmitir con el eje de comunicación
creativo. Por eso, el número de escenarios
de un espot está relacionado con la idea
que se desarrolla en la trama. Las historias
que se cuentan en los anuncios se apoyan en mas
de una localización, para aumentar su
eficacia a la hora de conectar con el público
y mantenerlo en la incertidumbre, o hacer de
su contemplación un entretenimiento. Este
uso busca transmitir de forma sencilla, el eje
de comunicación asociado al producto o
servicio.
La presencia
del día y la noche ayuda a contextualizar
el uso y/o consumo del producto y a entender
la trama del espot, por este motivo es normal
que una bebida alcohólica aparezca en
un bar por la noche y una sopa, en un restaurante
de día. O sea, que los ambientes que se
deducen de los escenarios de la mayor parte de
los espots analizados son una herramienta de
apoyo para entender el significado de la historia
que se está contando, por su alta connotación.
Proporcionan información sobre el producto
y los personajes (sus estereotipos) que aparecen
en el anuncio, y nos ayudan a percibir las sensaciones
que se desprenden de la comunicación de
una forma pedagógica.
Los personajes
de las historias narradas en los espots ejercen
de hilo conductor de la trama, representan estereotipos
sociales que coinciden con características
representativas del público al que van
dirigidos. A través de sus acciones y
sus estilos de vida, los protagonistas y los
personajes secundarios nos ayudan a comprender
la utilidad/es del producto o servicio anunciado
(no solo las físicas, sino también
las sociales y/o emocionales); a la vez que permiten
la identificación de las audiencias, que
ven parte de su estilo o sus anhelos en ellos.
La publicidad
audiovisual contemporánea, y su representación
más difundida: el espot de televisión,
ha pasado de ser una publicidad referencial,
centrada en la narración de las características
del producto a una publicidad de la significación,
donde lo importante es el contexto de consumo
y sus elementos socioculturales; por la importancia
que para el individuo tienen en la (re)construcción
de su realidad.
Referencias:
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política del signo. Buenos Aires,
Siglo XXI.
Bermejo, J. (en prensa): La publicidad contemporánea:
un espacio social a la narratividad. En Hellín
Ortuño, P. A. (editor): El discurso
publicitario contemporáneo. Su relación
con lo social. México, U. Iberoamericana.
p.p. 87
Del Pino, C. y Olivares, F. (2006): Brand
placement: integración de marcas en la
ficción audiovisual. Barcelona, Gedisa.
Dorfman, A. y Mattelart, A. (1972): Para
leer al pato donald. 37º edición
(2003). México. Siglo XXI
González Requena, J. (1999): El discurso
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Madrid, Cátedra.
Hellín, P. A. (2005): Publicidad y
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Ibáñez, J. (1994): Por una
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Joannis, H. (1986): El proceso de creación
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y realización de los mensajes. Bilbao,
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Qualter, T. H. (1994): Publicidad y democracia
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en televisión. Madrid, Cátedra.
Silverstone, R. (1996): Televisión
y vida cotidiana. Buenos Aires, Amorrortu.
Vilches, L. (1984): La lectura de la imagen.
Prensa, cine, televisión. 8º
edición (1999) Barcelona, Paidós.
Virilio, P. (1989): La máquina de
visión. Madrid, Cátedra.
Dr.
Pedro A. Hellín Ortuño
Facultad de Comunicación y Documentación
de la Universidad de Murcia,
España.
Lic.
Ma. Ángeles Pérez Carrillo
Colaboradora externa del grupo de investigación
Comunicación Corporativa y Sociedad de
la Información de la Universidad
de Murcia, España. |