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El Grupo de Discusión como Artefacto Científico para el Análisis Social

 

Por Gerardo León
Número 57

El sujeto es histórico, en tanto su constitución subjetiva actual representa la síntesis subjetivizada de su historia personal, y es social por que su vida se desarrolla en la sociedad., y dentro de ella produce nuevos sentidos y significaciones.
Emile Benveniste

Introducción
Presenciamos un mundo que se encuentra en profundas transformaciones. La vida social contemporánea lleva la impronta de estos cambios, y, anunciado como un mundo desbocado, se ha desbordado de las posibilidades científico-sociales, poniendo en serios cuestionamientos los modos de acercarnos a los fenómenos sociales en este periodo “crucial de transición histórica” (Giddens, 1999).

Inmersos en este álgido momento de la globalización, se aparejan, entre fenómenos de otro orden, los socioculturales, en donde se rearticulan los procesos subjetivos e intersubjetivos de significación, a través de los esquemas preceptúales e interpretativos que en cada sector cultural (Fuentes, 2000) median las relaciones entre sujetos y estructuras, como por ejemplo prácticas que reconfiguran formas tradicionales de vida, la creciente emergencia de movimientos sociales, la crisis de instituciones, las revoluciones tecnológicas, la fragmentación de identidades, o formas específicas de actuar en este mundo. Permeados por el macro proyecto económico mundial, estas dinámicas hacen un llamado –urgente— al pensamiento social contemporáneo a re-pensar el reto sin precedentes en este nuevo siglo: superar de fondo y estructuralmente sus cuadrantes epistemológicos, teóricos y metodológicos que promovieron una forma de conocimiento compartimentalizada; sobre todo se hace necesario acercarse al mundo social desde la manera en que la misma sociedad la configura, la interpreta y actúa en ella.

Bajo esta premisa, el presente escrito tiene la intención de presentar algunas líneas de reflexión metodológica acerca de la técnica de grupo de discusión y su potencial para el análisis de lo social desde la perspectiva cualitativa; el objetivo es revalorar uno de los elementos constitutivos del orden social como lo es el sujeto y su subjetividad como de principio de acción en sociedad, en tanto que el grupo de discusión se ha erigido en el análisis científico-social como una técnica de construcción de datos que produce discursos sociales mediante enunciaciones de un grupo de personas, a partir de lo cual se busca estudiar el fenómeno social en su complejidad.

Premisas metodológicas
Sin pretender hacer una propuesta metodológica en la perspectiva cualitativa, interesa discutir algunas aportaciones y potencialidades de lo que puede significar el grupo de discusión en las ciencias sociales hoy, y nos parece importante hacerlo desde los tres puntos siguientes.

Primeramente, es necesario delineamos estas notas analíticas sobre grupos de discusión desde el nivel técnico, si entendemos que la fase técnica se subordina al nivel epistemológico, teórico y metodológico en la construcción del objeto de estudio; así entendemos la aplicación de una técnica como una decisión producto del andamiaje epistemológico desde el cual se construye lo teórico-metodológico. De este modo vemos a los grupos de discusión como una técnica eminentemente cualitativa que tiene la vocación generar información para entrar a lo social desde lo subjetivo (Reguillo, 2000) construyendo conocimiento a partir del propio sujeto; es decir, mediante la generación de discursos de sujetos en grupo, se conocen aspectos de lo social a partir de la subjetividad de sus actores.

En segundo lugar colocamos al lenguaje (en su forma de discurso) como un elemento constituyente del orden social.

Si en la dimensión fenomenológica la cultura objetivada da cuenta de cómo los individuos llevan a cabo acciones en escenarios concretos, la dimensión discursiva es la que nos acerca a la manera en cómo se interiorizan formas de construirle sentido a las prácticas sociales, es decir, cómo funcionan los esquemas subjetivos de percepción, de valoración y de acción (Giménez, 1999), en que operan, a manera de mapa cognitivo, los actores sociales en una realidad desde coordenadas socioculturales definidas y definitorias en el tiempo y en el espacio.

Como tercer punto, nos adscribimos a la perspectiva epistemológica y teórica del sociólogo Jesús Ibáñez, sobre la cual se plantea que el grupo de discusión es una técnica que construye datos de la realidad social, si bien Ibáñez propone el uso de la técnica desde el punto de vista estructural (1979), bajo el argumento de que la “representatividad” que se busca en el uso de ésta técnica responde a elementos ideológico-estructurales, es decir, a variables de composición de un grupo que pertenece a la sociedad, y no a criterios numéricos distributivos como se pretende en el uso de metodología cuantitativa.

A partir de estas tres premisas, proponemos ubicar estas líneas de análisis en la plataforma del paradigma constructivista (Watzlawick y Krieg, 1994), para el análisis social mediante el grupo de discusión, considerando que los procesos de construcción de objetos de estudio y la construcción de sus observables, no son una serie de operaciones predeterminadas y que operan de manera lineal y secuencialmente, y sí emergen como un ejercicio reflexivo, dialógico, iterativo, indefinido y complejo donde están implicados estrechamente tanto el sujeto investigador y su objeto de estudio, como sus referentes epistemológicos.

El grupo de discusión y el paradigma de la investigación social de segundo orden
El grupo de discusión es una técnica de investigación que tiene dos raíces teórico-prácticas, aunque con marcadas diferencias epistemológicas que presuponen dos formas empíricas distintas de practicarse.

Una de ellas es la versión norteamericana, mejor conocida hoy en día como focus group, que se generó y desarrolló a partir del uso de las técnicas de entrevista grupales, como instrumento de análisis social y psicoterapéutico que llevaron a cabo Robert K. Merton, M. Fiske y Patricia L. Kendall, en Estados Unidos, entre las décadas 30 y 40.

La otra versión es la europea, particularmente la española, que crea, epistemológicamente hablando, Jesús Ibáñez, y que se le conoce como grupo de discusión.

Como instrumento metodológico cualitativo, ha tenido gran aceptación en el terreno de la mercadotecnia (Soler, 1997) en la versión de focus group, pero se ha ido incorporando, cada vez más, en los escenarios académicos como grupo de discusión con el objetivo de realizar estudios para la evaluación de programas de intervención social (Stewart y Shamdasani, 1990), para estudios de opinión pública (Petracci, 2004), para el análisis sociocultual en medios (Cervantes, 1995, 2002).

Las diferencias en tantos en los usos que se puede caracterizar de acuerdo su terminología, su soporte teórico y su aplicación práctica. Por ejemplo, Mucchielli lo define como “Entrevistas de grupo” desde la sicología humanista, aplicada como técnica de investigación y de intervención; Krueger lo nombra “Focus Group” desde la línea conductista-cognitiva y los utiliza como técnica de investigación para recoger datos; Jesús Ibáñez, al igual que Richard Krueger, lo conciben como técnica de investigación con el fin de generar información y los nombra “Grupos de Discusión” (Krueger, 1991).

El grupo de discusión se ha posicionado en las ciencias sociales dentro del paradigma de la investigación de segundo orden (Ibáñez, 1994), desde donde se reconoce que el investigador social es el instrumento más importante de la construcción de su objeto de estudio cuando usa grupos de discusión; en otras palabras, esto nos coloca en un espacio de reflexividad metodológica al aceptar que el punto de vista del investigador altera-transforma-afecta, en buena medida, el objeto que estudia; por lo que es imprescindible el ejercicio de mirar cómo es utilizado en la investigación social un “artefacto” científico que, en palabras del Jesús Ibáñez, “regresa al sujeto” (a partir de su discurso) para que desde la estructura que lo configura podamos conocer la vida social.

De esta manera, el ejercicio de investigación implica niveles de reflexividad para observar y observarse en el tipo de mirada que el sujeto construye sobre el objeto de estudio. Lo que representa un cambio en el lugar epistemológico que generalmente se usa en las ciencias sociales, sobre todo las de tradición positivista, si bien la sociología de segundo orden se preocupa en esta relación dialéctica, tratando de comprender que estudiamos la vida social con elementos de la misma materia, pues somos, los observadores de la vida social, parte de esa acción de observar, en la medida que suscitemos un “espacio de comunicación” (Ibáñez, 1979:34) entre el sujeto investigador y la sociedad en la medida que el investigador es parte de lo mismo.

El grupo de discusión y la dimensión subjetiva del discurso social
El grupo de discusión, lenguaje y la doble hermenéutica
Dice Anthony Giddens desde la hermenéutica de segundo orden –interpretar lo ya interpretado— que todo sujeto social (lego) es un “teórico social práctico”, al referirse a la producción de la sociedad por la acción misma de los sujetos, implementando toda una serie de conocimientos, destrezas y habilidades que cobran sentido al ser puestas en práctica en cada encuentro y acción dentro de una colectividad. Esta doxa, que organiza la vida cotidiana, es por lo tanto una interpretación en sí.

Nos parece que analizar la manera en que es puesta en escena la utilización de ciertos “recursos” por los actores sociales, es posible desde una perspectiva fenomenológica. Pero esto nos lleva a la disyuntiva de que tendríamos una visión parcial que analiza únicamente las acciones de los sujetos. Por lo cual la técnica de grupos de discusión la vemos como un instrumento que tiene la potencialidad para comprender la profundidad del análisis social, ya que como instrumento de construcción de datos, su insumo fundamental es el discurso de los sujetos donde está implícito el carácter subjetivo de éstos y sus representaciones de la sociedad.

Así podemos decir, esta técnica se ocupa de la dimensión social del lenguaje, si partimos de la premisa de que el funcionamiento de la vida social se soporta en una buena medida por el lenguaje, esto es, en él, la experiencia y conocimiento sobre el mundo en el que vive y actúa el sujeto está confeccionada por su relación misma con ese mundo, que ha incorporado en sus esquemas de representación, los que es posible conocer por su manera de nombrar –a través del lenguaje— lo que vive y actúa.

Comprender lo social en su plano discursivo redimensiona el significado de esa diversidad de acciones que componen lo social. Estamos, por lo tanto, proponiendo que la mirada cualitativa se ubica en la construcción de la heterogeneidad a la que alude Michel de Certau (1996) para comprender estas articulaciones del “hacer” cotidianos de la vida contemporánea. En este sentido, buscar lo imperceptible, lo que no aparece ante la mirada de primer orden y en el plano de lo inmediato, supone una lógica de la construcción datos sobre procesos sociales que recupera los dictados e interdicciones de los que está configurado el orden social.

El sujeto social, a través del lenguaje, como forma operativa autoreferencial1, nos da cuenta de todo aquello que hacemos. El análisis social a través de grupos de discusión permite comprender las interacciones sociales como creadoras y recreadoras de significados en la vida social, en tanto existimos como sujetos sociales en el lenguaje. (Maturana, 1995:70). En el habla, que se pone en acción a través de la conversación, los sujetos sociales enuncian sus percepciones, valoraciones posiciones frente a lo social.

Las aportaciones de George Mead (1993) al análisis de la relación entre persona y su entorno ya nos habían anunciado de la importancia que tenía la subjetividad en las acciones de los sujetos, donde él proponía comprender que donde hay interacción y construcción social, había una relación de implicación entre “estructura social” y “personalidad”, que el sujeto hace conciente de sí mismo.

Si la premisa fundamental es que el actor social da cuento de ello por medio del lenguaje, para el grupo de discusión como técnica de investigación cualitativa el lenguaje es la materia prima para el conocimiento social. Los sujetos que intervienen en grupos de discusión nos dicen algo desde su lugar social y desde su relación con otros sujetos, lo que nos ubica en una discusión metodológica para estudiar niveles complejos de la composición social, y en la que el lenguaje –en el habla— es articulador del orden social y la subjetividad (Canales y Peinado, 1995).

El grupo de discusión busca generar información empírica sobre cuáles son las formas perceptuales y estructurales de un grupo social amplio, y así comprender el significado de las prácticas sociales que definen conductas, imaginarios y formas ideológicas, si las pensamos a estas últimas como producto de las prácticas que se construyen de manera rutinaria, y a las cuáles se les da un sentido en la socialización de la vida de cada individuo (Thompson, 1998).

Este rasgo de la dimensión social del lenguaje, lo consideramos insumo fundamental en los estudios cualitativos, particularmente para la técnica de grupos de discusión.

El grupo de discusión como artefacto científico para el análisis social
De acuerdo a lo anterior, Jesús Ibáñez (1979:39) dice que el lenguaje (que es a su vez instrumento y objeto de investigación) permite interpretar el mundo cognitivo en su dimensión estructural del componente simbólico. Los elementos del lenguaje, por lo tanto, nos permiten acercarnos a los mapas perceptuales e ideológicos que los sujetos construyen sobre su entorno y el conjunto de la sociedad.

La manera en que se genera esta información es mediante la forma discusión bajo el supuesto de que la vida social es una conversación. Las diferentes formas de vida social se comportan a manera de conversación, con la idea de fijar su posición o su percepción sobre una experiencia desde su visión y valoración del mundo, interconectando con los demás puntos de vista (Canales y Peinado, 1995).

Técnicamente el grupo de discusión lo que hace es reunir a un grupo de personas, o participantes seleccionados, que son una muestra estructural con características propias que en este momento constituye la dimensión grupal. Los informantes tienen derecho a hablar, participan a través de su punto de vista que, frente a otros sujetos, se da en una conversación.

Jesús Ibáñez, retomando la propuesta de Gordon Pask sobre la Teoría de la Conversación, concibe al grupo como un todo, en el que cada “interlocutor” es parte del proceso, que al conversar, va generando cambios en su conversar y en la conversación; el sistema informacional es abierto, cada participante habla y puede responder, a su vez, el que responde puede cuestionar y volver a hacer otras preguntas, lo que hace una conversación. Lo anterior, toma trascendencia para la investigación social, si consideramos que la conversación es entendida como la unidad mínima de la interacción social (Pask, 1988) que a partir de este juego de lenguaje dialógico se (re) produce el orden social. (Ibáñez, 1994)

El producto del grupo de discusión es un discurso grupal, que para el análisis interesa más que el habla individual. La “situación artificial” que se realiza técnicamente genera este discurso grupal a través de los juegos conversacionales, permitiendo que un grupo social concreto proyecte roles identitarios, autorepresentándose y heteropercibiéndose, dejando ver cuáles son sus objetos sociales y visiones y valoraciones del mundo (Reguillo, 1998) a partir de sus matrices culturales.

Podemos decir, por tanto, que el discurso grupal producido cumple una función metalingüística del lenguaje en estas percepciones que nos hablan de otros discursos, generales y sociales (Alonso, 1995) que cobran sentido en el curso de la acción de la vida diaria, mediada por lo simbólico que todo sujeto porta, produce, crea, re-crea en sus estructuras.

La conversación en el grupo tiene la vocación de interpretar la acción social mediante la lengua, como refiere Francisco Pereña (1995), citando a Benveniste, donde la lengua no sólo es “interpretante” de lo social, sino el “contenido” de la sociedad. La conversación es en sí el mínimo observable que representa estructuralmente las dinámicas sociales desde su dimensión subjetiva, es decir, en cómo los sujetos incorporan rasgos, características del grupo social al que pertenecen y que es posible conocer en su manera de decir (o hablar) lo que les es significativo.

Lo que hace que lo social se coloque en la conversación es que los actos del habla, son tanto productos como procesos de socialización más básicos, permitiéndonos una lectura profunda y compleja, si aceptamos la idea de que las relaciones entre sujetos representa dinamismos básicos del entramado de un grupo y sus significaciones. Las características socioculturales de una sociedad, y sus maneras de representación simbólica a nivel grupal, son puestas en el discurso grupal producido.

De manera que el grupo de discusión es un artefacto de producción de discursos sociales que simulan en una conversación donde se da un “encuentro social” (Marc y Picard, 1992) donde las visiones y valoraciones de los participantes refieren al sistema de significación al que pertenecen; lo enunciado en el “discurso grupal” es más que una serie de enunciados y lo que se genera es un práctica discursiva que tiene sentido socialmente. Esto reconoce que los actores sociales portan una huella indeleble del universo social del cual son parte. Los datos que se recogen con el grupo de discusión reconstruyen estructuras de significación y de estructuras de producción de sentido a través de la interacción social. Esto nos habla de las determinaciones (contextuales y rituales de la lengua) que definen la estructura y dinámica de procesos sociales, las características de comportamientos sociales y percepciones, así como la socialización de significados estructuralmente generalizados. Esto, a su vez, demarca los procesos de construcción y deconstrucción (Pérez, 2000) de los sistemas de representaciones sociales.

Por lo tanto, el producto del grupo de discusión es información que habla de y desde lo social; a partir de su lógica de operación en la construcción de observables, reproduce lo social, lo colectivo, desde el grupo en conversación.

A manera de conclusión
Por lo anteriormente expuesto, la comprensión de la realidad social mediante un artefacto que genera discursos es un proceso activo en la práctica de la investigación social.

La intención de reflexionar sobre la potencia metodológica del grupo de discusión –frente a la escasa bibliografía que existe en México y Latinoamérica sobre esta técnica— tiene el objeto de poner en la mesa de debate algunos elementos que nos acercan a comprender el uso de técnicas de investigación que trabajan con la generación de discursos sociales, y que pensamos son hoy tecnologías de investigación social de frontera. Esto nos sitúa en la tarea de abrir una posibilidad más para la “apertura” del análisis social que pretende ser interdisciplinaria, e intentar tejer “comunidades de sentido” dialogantes desde las cuáles analicemos la construcción de nuestros objetos de estudio (Wallerstein, 1997).

La trascendencia de esta discusión nos pone en el escenario de revalorar al sujeto en su dimensión social desde la perspectiva cualitativa, particularmente con la aplicación de esta técnica que creemos tiene una vocación científica social profunda por tres razones:

  1. El lenguaje, en su modo de juego discursivo, es un objeto e instrumento de investigación que lleva la impronta de la sociedad.
  2. El discurso grupal que se genera en el microgrupo (grupo de discusión) es un constituyente de la estructura social del marcrogrupo (sociedad).
  3. El grupo en su dinámica de conversación es el insumo para el análisis social en el que se busca interpretar el sentido del orden social.

El reto, sobre todo cuando se propone utilizar el grupo de discusión como artefacto científico para el análisis social, es recuperar la importancia que tiene la dimensión subjetiva de la vida social en la que está impresa en el habla de los sujetos sociales. La desafiante tarea de comprender parte de la sociedad, está en la esencia humana del lenguaje.


Notas:

1 Lo que hace el lenguaje, como nombrar nuestra experiencia y percepción en la sociedad, tiene consecuencias en nuestra manera de actuar en ella, y, a su vez, afecta la manera en que nos referimos y relacionamos con ella. MATURANA, Humberto (1997): La realidad: ¿objetiva o construida? I Fundamentos biológicos de la realidad. Antropos/UIA/ITESO, México, p. 21.


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Mtro. Gerardo León Barrios
Profesor de tiempo completo de la Licenciatura en Comunicación, Universidad Autónoma de Baja California, México.