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Por Héctor Gómez
Número
57
En
su libro, Diario de guerra, Marc Augé
hace una reflexión sobre sus primeras
impresiones del atentado terrorista del 11 de
septiembre del 2001. Dice Augé: “Es
un momento extraño, intenso, un momento
de velar armas, de esperar”. En otro momento
de su diario, Augé expresa: “Lo
excepcional de la situación obedece a
su carácter transhistórico”.
En estas cuantas
frases se puede sintetizar lo que algunos teóricos
e investigadores de lo social han venido expresando
en los últimos tiempos: estamos viviendo
algo que sólo puede ser entendido incorporando
un proceso histórico de larga duración;
estamos viviendo la disolución de ese
proceso de largo aliento y la transición
hacia algo que está emergiendo, y el riesgo
de asumir posturas definitivas ante experiencias
cambiantes y de carácter transitorio;
lo que vivimos en lo inmediato tiene el sino
de lo efímero y de lo incierto pues se
desconoce tanto lo que sucederá más
adelante, y la duda de cómo nombrarlo,
cómo acceder a él. Es decir, no
sólo el mundo ha estado cambiando, sino
que pone en tensión la manera como lo
hemos conocido.
En estos momentos
de transición de mundos y de estructuras
de conocimiento, un elemento ha adquirido una
presencia protagónica y expansiva: la
comunicación. Algunas tendencias recientes
de las ciencias sociales y humanas han venido
girando hacia la comunicación, mientras
los estudios de la comunicación siguen
mirando a las ciencias sociales y a las humanidades.
Un patrón que pretende moverse en un círculo
virtuoso, pero que por momentos parece hacerlo
a la manera de un círculo vicioso. ¿Qué
hacer? ¿Por dónde avanzar?
Al hablar de
cómo serán las ciencias sociales
en el siglo XXI, Immanuel Wallerstein ha dicho
que es difícil saberlo, pero que la única
manera para tener una idea de por dónde
se moverán es conocer cómo llegaron
al nuevo milenio, es decir, una reconstrucción
de su pasado para observar las tensiones que
se concentran en el presente, las líneas
de fuerza hacia el futuro. Revisar, reorganizar,
abrir. En una reflexión paralela, es difícil
saber cuál es el rol de los estudios de
la comunicación en el futuro, y cómo
serán. Lo que si es posible es revisar
cómo se le ha concebido, estudiado, organizar
esa tradición de pensamiento, sus estructuras
cognitivas, para abrir ranuras para pensar sus
trayectorias inmediatas.
La comunicología
como proyecto tiene esa ambición. Término
que puede suscitar diversas acepciones y puntos
de vista, que para algunos es una tarea o un
sueño descabellado o desmesurado, una
tarea “trasnochada”, descocada y
retro. Sin embargo, en diferentes países
de América Latina comienza a ser un plan
de trabajo, un esfuerzo colectivo y a largo plazo,
con diferentes objetivos y procedimientos, pero
donde parece darse una tendencia: revisar, organizar,
abrir.
El objetivo
de la Comunicología está en trabajar
con lo posible, las sendas varias hacia el futuro.
El esfuerzo es intenso y diverso: el estudio
de los contextos actuales, no sólo los
que se resienten en momentos recientes, sino
los que han corrido por vectores temporales más
largos como la modernidad y el sistema mundo,
hasta llegar a lo global, lo posmoderno; la incursión
por los terrenos de la epistemología,
los discursos científicos y académicos
que han conformado una tradición de pensamiento
y desde la cual se dialoga hacia una nueva estructura
de conocimiento de lo humano y lo social; la
institucionalización de los campos del
saber, su estructuración y configuración
campal al interior de los estudios de la comunicación,
y con otras disciplinas y áreas de conocimiento.
Pese a que la
Comunicología es un proyecto hacia el
futuro, algunos pasos se han estado dando en
los últimos años, a través
de distintos grupos de dialogo, investigación
y difusión de reflexiones, indagaciones
y propuestas. Es por ello que hemos convocado
a una red de trabajo, el Grupo Hacia una Comunicología
Posible (GUCOM), para que, a través del
espacio abierto con la revista electrónica
Razón y Palabra, se puedan presentar
algunas imágenes de lo que se ha venido
trabajando y se está reflexionando a partir
de la Comunicología Posible.
Nueve textos
conforman el dossier sobre la Comunicología
Posible. Un primer texto, de Jesús Galindo,
presenta el mismo proyecto con una pequeña
historia desde sus inicios hasta tiempos próximos.
Dos trabajos les siguen: el de Ana Carolina Ecosteguy
y Nilda Jaks, así como el de David González,
sendos trabajos de revisión de lo investigado
sobre la recepción, el consumo y las audiencias.
Los siguientes tres trabajos, de Jesús
Galindo, Héctor Gómez y Roberto
Aguirre, son reflexiones desde los ámbitos
de la epistemología, la historia y la
cibernética para la revisión de
la comunicología. Finalmente, Marta Rizo,
Tanius Karam y Carlos Vidales, revisan la obra
de distintos pensadores e investigadores y sus
aportes a la comunicología: Alfred Schultz,
Ludwig Wittgenstein y Klaus Bruhn Jensen, respectivamente.
Nueve imágenes
que dan un pequeño retrato de algunas
de las tendencias de estudio en curso, que aguardan
“velando armas”, en tiempos inciertos,
transhistóricos, y por construir, pues
como expresa Eduardo Vizer en su libro, La
trama (in)visible de la vida social:
Sin embargo,
y a pesar de la crisis de sentido y de la “crisis
de valores”, las comunidades siguen “construyendo
sus realidades” en el espacio y en el
tiempo. No hay “fin de la historia”,
sólo un corrimiento en la formación
de sentido y nuevas búsquedas que se
abren: en la cultura, la sociedad y en la subjetividad.
Y esta búsqueda toma la forma del proverbio
africano “el que no sabe adónde
se dirige, que no olvide de dónde viene”.
Construir: revisar,
reorganizar abrir. Recuperar el pasado futuro
de la comunicación.
León,
Guanajuato, Abril de 2007
Dr.
Héctor Gómez Vargas
Académico de
tiempo completo. Universidad
Iberoamericana León, Gto., México.
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