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La Lectura Fílmica una Intencionalidad de Presencia Educativa

 

Por Rosario Izaguirre
Número 58

“El sentido no está en el texto solo ni sólo en la mente del lector,
sino en la mezcla continua,
recurrente de las contribuciones de ambos”
Louise Rosenblatt

Introducción
El cine en su proyección del relato fílmico implica un proceso de encuentro que subraya al texto fílmico y al receptor espectador en un ámbito social educativo, histórico, político y cultural. Este encuentro es propuesto en el punto de la lectura, si bien, el texto es visto como acontecimiento social, la lectura es el espacio de la interacción donde el sujeto construye las significaciones en sus respuestas de actualización textuales. Este proceso comunicativo dimensiona el espacio del texto fílmico en la acción de la construcción de significaciones, que se objetiva en la intersubjetividad de los receptores espectadores Situación que conduce al entendimiento de la lectura fílmica, como la acción efectuada en un contexto comunicativo que compromete el horizonte de expectativas del espectador, con los contenidos textuales en el sentido de las significaciones construidas en la recepción de la práctica lectora. A partir de esto, el presente artículo tiene la intencionalidad en un acercamiento al enfoque transaccional de la lectura fílmica1, si bien, partimos de esta idea, resulta necesario aclarar que se fortalece en el planteamiento del plan estructurado de las transacciones en el interior del texto fílmico y su intersección con el espectador.

En esta perspectiva el texto fílmico es considerado un espacio de encuentro del sujeto y el proyecto del vivir social, entendido en el espacio de construir ese mundo con una gramática de verosimilitud. Consecuentemente, la pantalla despliega la propuesta fílmica atrayendo al sujeto desde su vivir individual a la dimensión social, como el espacio de proyección de comprensión e interpretación que conjuga ficción y realidad2. Leer el texto organizado en un relato, es entender un estar en el mundo enmarcado en el horizonte de sentido que involucra la acción y contenido en el plano discursivo3. La peculiaridad de esta lectura se encuentra en un lenguaje y una organización que tanto implica imágenes, sonidos como la historia narrada, que requiere un abordaje subrayado primeramente en lo que plantea De la Torre, la fuerza del cine no es solamente por lo que nos dice el relato fílmico, sino por lo que sugiere en lo que nos hace sentir, pensar y actuar, ese es su sentido educativo (2003, p.4). Esta razón lleva a la lectura fílmica al segundo punto al espacio de quién narra y quién escucha la historia, la cual posee una secuencia rítmica realizada con elementos del lenguaje cinematográfico, en lo distintivo de cómo se narra y su peculiaridad de sus estrategias discursivas.

Es en esta relación donde la construcción de significados adquiere preponderancia de estudio en una búsqueda de responder a una serie de preguntas: ¿Qué sucede en el proceso de lectura del receptor espectador y los significados construidos? ¿Qué transformaciones tiene el texto fílmico en su recepción? ¿Cómo influye el cine en la educación del sujeto social? ¿Cómo puede abordarse la relación de la escuela y el cine? ¿Qué estrategias validan a la escuela como una comunidad interpretativa? Acercarse a este cuerpo de preguntas encierra situaciones preliminares de abordaje al proceso de recepción lectora. En este caso, la propuesta que se detalla parte de la plataforma transaccional ubicando en ella las perspectivas de la lectura, el trayecto del encuentro texto- lector en la presencia del espacio escolar.

El encuentro del texto fílmico y el espectador: una propuesta transaccional
La propuesta transaccional es concebida en el pensar de la relación del texto y el lector como recíproca en un sentido y en otro, en esa transacción que hace posible la obra, donde la lectura es un acontecimiento único que reúne al texto, el lector en un momento bajo circunstancias únicas (Rosenblatt, 2002, p.14). Desde este panorama, se aplica un proceder de visualizar al texto, lector y contexto involucrados en el proceso de la significación que atraviesan el eje de la comprensión e interpretación en la recepción de la lectura del texto fílmico. Estos factores están implicados en el evento comunicativo de la interacción en la lectura y la interpretación del lenguaje simbólico, que hace posible encontrar la presencia del texto, en el sentido que plantea Bordwell de su orientación en “la construcción del significado a partir de las indicaciones textuales” (1995, p.19), sin embargo, el encuentro con el lector Rosenblatt, lo visualiza en el dinamismo de la recepción, “conforme construye significados, irá interpretando, reflejando, evaluando, aceptando y rechazando los significados que construye”(2002, p.14). A partir de esto, se considera que la lectura fílmica es el punto central de la recepción, ella se remite al proceso de dar sentido a los significados en un trayecto que se engloba en el sujeto y el texto en el vivir social. Esta conjunción constituye lo central de la propuesta, el leer el texto fílmico implica un proceso de encuentro subrayado en la acción transaccional, entendida en una relación intermitente con el lector, el texto y el entorno social.

Por lo anterior, la pretensión de situar las condicionantes de la recepción en una plataforma lectora debe de entenderse en el cruce situado entre las significaciones que atiende el espectador-receptor y el plano fuera del texto, esta perspectiva permite visualizar, la selección del texto por parte “nunca comprende la extensión completa del texto; cada lectura exige una operación antológica, personal, selectiva. El texto no es uniforme, comporta diferencias que orienta, en parte, la discriminación del lector” (Block, 1994, p.65). Esto visualiza al texto y lector en su cualidad activa en el acto de encuentro de las experiencias que remite a lo social. En este sentido, abordar la lectura de un texto tan singular como el fílmico, permite trazar sus límites en las experiencias involucradas a la par con las expectativas tanto del espectador como del texto.

De esta manera, remarcar el proceso de recepción en la lectura implica un intercambio constante de fusión y desprendimiento del sujeto con la perspectiva social del texto, permitiendo establecer significados generados en el acto comunicativo. El resultado primero es aquel que entrelaza en el proceso de comprensión e interpretación, el sentido del goce, el cual lleva a la superficie las expresiones de las emociones y sentimientos, generados por la línea que se establece entre el espectador y las acciones humanas narradas. Este resultado convive con aspecto donde acontece la inmersión constante de los campos semánticos, sintácticos y simbólicos que actualizan el texto en un plano contextual. Asimismo, la idea de una relación de posibilidades de comprensión e interpretación entre lectura, texto y espectador-receptor, se puede ubicar en la mirada de Vilches, “el texto representa una forma de modelo de competencia que posee el destinatario para actualizar el texto… como una unidad sintáctico/semántico/pragmática que viene interpretada en el acto comunicativo” (1997, p.35). Es posible decir, que los dos factores, texto fílmico y espectador, reúnen una serie de elementos que permiten el encuentro en lo dinámico que marca una práctica de formas de abordarlo y comprenderlo.

Este panorama visto desde lo transaccional compromete a considerar la singularidad de los dos polos participantes en el acto comunicativo de la lectura4. Como texto fílmico tiende a mostrarse en su carácter polisémico en una tendencia hegemónica del discurso que visualiza direcciones de sentidos significativos, sin embargo en este movimiento tiende a un ocultamiento que contrariamente llama a develar las significaciones más allá del propio texto, enmarcada en su naturaleza de lo verosímil de su estructura narrativa. Asimismo, se inmiscuye en el tiempo de las vivencias que construyen las historias del mundo, teniendo en la película el factor que le permite la permanencia en lo social, de acuerdo a sus límites legitimados en el acto comunicativo. Añadido a esto se visiona como un intermediario entre realidad e invención de historias, entre realizador y espectador, entre individuo y comunidad (Guerin, 2004, p.12). En cuanto al espectador en la recepción del texto fílmico éste se fragmenta en lo individual y se compacta en la exterioridad del mundo social que marca lo fílmico, actualiza el significado al efectuarse el impacto de experiencias ocurrido en el acontecer fílmico5.

Por último, como resultado de lo anterior, en la lectura se fragmenta el texto en secuencias que adquieren significado y las reúne en la coherencia del sentido. Por tanto, ubicar texto fílmico y su orientación implica situar al receptor en su potencialidad de lector e interpretador que otorga un sentido de significado. El escenario donde es posible adquirir significado desde el encuentro con la experiencia, tendría que verse como el cúmulo de acontecimientos significativos, que lo remiten a la dimensión de comprender ese mundo con otra mirada y vivido de diferente manera.

Es importante aclarar, la lectura fílmica se concibe en su dinamismo histórico cultural, que amplia el horizonte de los textos que tienen presencia en el mundo social en concordancia con las expectativas del receptor-lector. En tanto, lleva a un momento de considerar el diálogo que se establece entre el texto y el espectador en un plano de lo pragmático, desde el propio texto como punto generador comunicativo y la capacidad de competencia del lector para efectuar al interior de éste la comunicación “pragmática porque existe unas competencias que bajo formas de presuposiciones señalan –y guían-a un lector para que dé cuenta de las claves de la lectura del texto, de su coherencia y de sus objetivos comunicativos” (Vilches, 1997, p.95). Esto hace ingresar no solamente en la búsqueda de la comprensión de un significado, sino al plano referencial tanto de lo cultural que compromete al contexto como al plano de lo individual que remite a las experiencias en lo social. De esta manera, la visión del mundo subrayado en conocimientos (interpretar la realidad en la acción del proyecto social), sentimientos (afectos y emociones), la acción comunicativa y el contexto social adquieren presencia en la fluidez de la construcción de significaciones. Situación que hace visible el camino a un dialogo entre cine y espectador, entendido en las intencionalidades presentes en el cuerpo narrativo del texto y las condicionantes de experiencias del receptor6. Asimismo debe de considerarse este evento en la situación social que permite develar condiciones de la estructura organizativa de la sociedad en los campos de lo social, la política y la cultura.

En esta razón, la lectura fílmica requiere de situar al texto y al lector en el mundo social y el uso del lenguaje en su dimensión discursiva. Desde esta idea es posible explicar la coherencia del texto fílmico en relación a sus secuencias y el tiempo: lo temporal de las acciones y su posibilidad de realidad y credibilidad (Vilches, 1997, p.88), es decir, marca las posibilidades de la verosimilitud y la interpretación; por otra parte lo discursivo que remite a la propuesta social de interpretar una visión del mundo . Asimismo, los factores de verosimilitud del discurso fílmico enmarcan el espacio de encuentro del lenguaje simbólico que constituye el texto. En sí, la huella del texto fílmico y su lectura es la dimensión de las posibilidades de verosimilitud que le otorga el receptor-lector y, en este acontecimientotes las transformaciones del texto efectuadas durante la interpretación.

La lectura fílmica y el enfoque transaccional
Plantear lo transaccional de la lectura es posesionar la mirada en el entrelazamiento del texto y el espectador y el recorrido plasmado en un hecho fílmico que adquiere presencia de acontecimiento narrativo compuesto del vivir de la experiencia humana trazada en el tiempo, planteada en la trama y su organización de acontecimientos y acciones (Ricoeur, 1997:5).El desarrollo de la trama que constituye la historia, tiende a verse en ese referencial de la experiencia humana, elaborada engarzada en la narración y proyectada en un relato. Este dominio de las experiencias narradas despliega la conjugación de vivencias del sujeto y las que atañen a ese mundo social, esto es irradiar desde su vivir y la expresión intersubjetiva. El carácter de transaccional será entonces desentrañar al espectador lector en su encuentro con el texto fílmico, como la acción que le dará fluidez y develar las significaciones ocultas, pero mostradas en el proceso de lectura.

El proceso de lectura marca el compás del comprender el texto fílmico, en la relación que permite la formación del lector y su expresión de otorgar sentido a un relato proveniente del dispositivo cinematográfico. En este espacio se encuentra el hacer como factor de construcción desde las características del saber del sujeto. Sí el texto es un conductor de escalas de valores, de interpretaciones de la realidad y propuestas de la visión del mundo, el lector es quien lo actualiza desde esa posibilidad verosímil y los conocimientos que impregnan en su hacer. Esto es un proceso que no solamente queda en las significaciones del encuentro texto-lector en lo narrativo, sino recorre todos los espacios sociales que permiten actualizar las intenciones discursivas del texto fílmico7. Por lo tanto, la lectura se concibe en el acto del hacer competitivo del lector en la construcción del texto.

Perspectivas de lectura del texto fílmico
La perspectiva de texto- lector trae consigo un encuentro que marca un trayecto desde el Hacer-Ver, Ver-Hacer con el Saber hacer (Vilches, p.106). Este encuentro, traza una línea de confluencia de los polos unidos en la acción de la lectura ante el acontecimiento social del texto en su comprensión de la acción humana. Es necesario especificar que texto y espectador es un componente del todo que la lectura teje y proyecta en lo interpretativo del discurso. Esto lleva a considerar a la lectura como la acción que entrelaza al mundo social y sus propuestas que se objetivan en la comprensión y la enunciación del discurso.

El texto llama a la lectura, exige a un lector con determinadas competencias8, lo convoca adentrarse a ese mundo propuesto, que si bien, puede verse en un fragmento, este reúne en su propuesta de interpretación al entorno social. Lleva la lectura al todo en su conjunto, desde el hacer y ver de la postura del autor con el ver y hacer del lector, el encuentro de estos en su confrontación significativa del hacer como la acción lectora en el proceso comunicativo y la propuesta de significados. Por otra parte, este hacer remite a la fluidez pragmática que recorre el tejido social a través del lenguaje y su constante de semántica .otorgando coherencia a los contenidos discursivos. Esto devela al plano social del discurso en su dimensión de quién, qué y cuándo narra, a quién narra, qué comprende, cuáles son los límites de su interpretación y por qué. Por tanto, la lectura se lleva a cabo en un espacio, donde es posible contemplar el encuentro y competencias del ver hacer.

El texto fílmico provoca lecturas diversas debido a ese horizonte de significados que proyecta en el encuentro con el receptor y su hacer comunicativo en el acto de leer. Desglosar esas propuestas del texto fílmico permite un recorrido que subrayan posturas distintivas en la realización de la lectura. Una primera proposición de la lectura se localiza en lo narrativo del cine, la secuencia de la trama en el acontecimiento que reúne las acciones y los personajes, desde este nivel ocurren interrogaciones del receptor espectador en cuanto al acontecer selectivo del relato fílmico. Esta acción narrativa del personaje constituye el punto de recorrido de la lectura con la temática de la historia. Esto se explica en el receptor y su compromiso que atañe a su vivir social en el proceso de interpretación de la historia en su posibilidad de ser plausible. En este planteamiento, la historia proyecta el contenido propuesto por lo fílmico y su expresión social discursiva en un tiempo y forma de estructura que reúne la tematización.

Por otra parte, la tematización fílmica alcanza niveles de situarse en un espacio social organizado en un discurso. El receptor espectador reconoce y se reconoce en ese espacio histórico cultural de una organización social, en un ámbito de significaciones semánticas impulsadas por la fluidez pragmática del lenguaje. En este nivel el acto de lector ingresa a un plano de selección de lo que se lee, situación que se encuentra implicada en la identidad ante la visión narrativa sobre la propuesta del vivir. La identidad experimentada es un proceso, que Larrosa, lo concibe en ese momento de despegarse del texto para sentir el mundo interpretado y administrado por sí mismo, siente moldear ese mundo y su identidad al ser sujetados a sí mismos, a la vez que recupera tanto el mundo y del sí mismo (2000, p.110). Esta identidad solamente se hace posible en su presencia de identificación con los otros, parte sustancial que se debe traducir de la lectura como acto de otorgar sentido de significados. Esto adquiere importancia al partir del sujeto como el orientador de la última fase de sentido del discurso fílmico objetivado en un relato. Esto amerita ver al sujeto implicado en el texto y al sujeto en el acto de leer, en la perspectiva de Narciso Pizarro, el sujeto como el contenedor de todos los sentidos y actor de todos los actos (1979, p.6).

Otro aspecto a considerar por parte del espectador es el aprender a un saber ver que adquiere implicaciones de experiencias del lector, así es posible visionarse en el film, en la perspectiva de dónde se mira y desde dónde se mira (Vilches, 1997, p.155). A su vez, el saber ver atañe a sus intenciones como lector desde un ámbito social. De esta manera, la lectura adquiere rasgos de distinción cognitiva, estética y sentimental. Desde lo expuesto, es posible decir que el texto fílmico no es una determinante en su propuesta, sino es una representación de un acontecer estructurado en un relato que proyecta una posición discursiva de la realidad. Desde esta postura, la recepción de los textos fílmicos remite a un espectador que se entrelaza a las vivencias de experiencias narrativas expuestas en la proyección del relato. El relato ordena la historia, le da una secuencia, por tanto en las películas se puede ver en ellas el depósito del tiempo, intermediadores narrativos de la realidad e invención de historias y una relación entre individuo y comunidad (Guerin, 2004, p.12). En resultado, el relato fílmico alcanza su plenitud en el espectador desde la acción lectora.

Con el paisaje descrito anteriormente es visto el texto fílmico como un contenedor de los conocimientos, las visiones estéticas y las formas de un discurso que pretende educar a los sujetos sociales, quienes marcan su dinamismo al ser los contenedores de los sentidos y de hacer el discurso un acto. Por resultado, en cada espacio social la lectura fílmica lleva a una intencionalidad de encuentros con el proyecto social, así las narraciones transbordan en su tejido los ideales y valores que conforma el proyecto social y político de un espacio histórico cultural.

Proponer la inclusión de la lectura de los medios en el ámbito de la escuela tiende a verse como eje principal en el concepto de educación y comunicación, atendiendo a lo que plantea Kaplun, “Según se conciba a la educación/comunicación será el uso de los medios de comunicación en la enseñanza. Y hay dos modos de entender y asumir esta dupla: el vertical y unidireccional, y el que considera al educando como sujeto de un proceso en el que se aprende de y con los otros” (1997, p.1). Por lo tanto, lo que decir sobre la lectura del cine es su presencia intermitente en el vivir social, sin embargo ausente en el espacio escolar. Esto permite ver el fenómeno de un aislamiento de la institución y una perspectiva de ausencia del sujeto desde su entorno social. Es necesario que el saber ver y el hacer de construir una interpretación del texto fílmico ingrese por la parte principal de la escuela, otorgándole el sentido a la lectura fílmica, que la desprenda del aislamiento y le otorgue una significación a las formas de interpretar la realidad entremezclada con los valores y las reacciones emotivas.

El trayecto de la lectura fílmica
Marcar un trayecto de la lectura fílmica significa construirlo en una diversidad de intencionalidades educativas. Estas intencionalidades subrayan el resultado de la experiencia resultante en el encuentro del texto fílmico y el lector. ¿Cuál es la impronta de hacer ingresar la lectura del texto fílmico en la cotidianidad escolar? Una primera respuesta es su dimensión de discurso social y su orientación del significado de su sentido otorgado en el proceso de lectura; la segunda es el alcance de llegar al proceso pedagógico de educar en la relación texto fílmico-sujeto en la dimensión de un lenguaje que narra el mundo propuesto en la ficción9.

El discurso social aprehendido en el relato fílmico enuncia ese mundo que el espectador le da un sentido de posibilidades para interpretar y percibir la realidad. Desde esta plataforma, el proceso de comunicarnos un vivir adquiere una magnitud de significado, que transita en la propuesta de un hecho social transformado en un acto discursivo. En esta propuesta es vital reconocer en ella el conocimiento construido con un lenguaje propio que exige a un lector capaz de leer un film reconociendo en éste un orden semántico y sintáctico, considerando a éste el primer plano que permite entrelazar el segundo plano de la comprensión e interpretación desde lo simbólico. Adentrarse en la lectura implica marcar tres instantes: el silencio, el primer momento comunicativo de la comprensión y la proyección de la interpretación en el discurso.

La lectura fílmica y el silencio ante la pantalla
El silencio que se exige ante la presencia del texto fílmico marca el enlace de la individualidad del sujeto con el mundo social. El silencio concreta la intencionalidad de un lenguaje sonoro donde el alfabeto se construye en secuencias que subrayan acciones proyectadas en la pantalla con imágenes, sonidos y silencios. Sin embargo, con quién dialoga en ese silencio, entendiendo que es una acción propia de la lectura fílmica, un hacer que se transforma en interrumpido vínculo con el lenguaje y el texto en su totalidad de la estructura narrativa. Es posible ese encuentro silencioso del texto fílmico y el lector como el primer paso de una lectura, que no refiere a enlazar letras para conformar una palabra y, de estas a una oración, para emitir un significado mayor, sino a una forma de organizar los significados que permite visualizar el sentido sobre lo narrado.

Sin embargo, la exigencia del silencio no es solamente un sin sonido, sino el comprometerse con la pantalla, en trazar el acercamiento o la distancia donde ocurre una identificación, que no es posible verla como reflejo del espectador-lector al texto-narración, sino un estar en la presencia de un acto discursivo. Como tal, el espectador se encuentra ante la propuesta narrada sobre el mundo y su acción visible en los alcances de comprensión e interpretación. Este primer vínculo silencioso desarrolla una lectura individualizada en el interior de un discurso, que entrelaza el vivir con la interpretación del acontecer social y, las experiencias con los saberes que marcan los horizontes de expectativas del espectador. En esta etapa la situación de las competencias lingüísticas enmarcan el evento de la actualización de significados, teniendo en cuenta, que ese acontecer significativo tiende a mirarse en lo que Ricoeur afirma, “No es el acontecimiento, en la medida que es transitorio, lo que queremos comprender, sino su sentido” (2001, p.26).

Por otra parte, las exigencias de competencias lingüísticas en la lectura fílmica gira en la búsqueda del sentido y su significación. Si bien, ese silencio ante la pantalla llama a un diálogo que establece una comunicación que dimensiona un acontecimiento narrado, éste es necesario verlo en su proyección de lo que puede ser llamado, el resultado de la lectura como experiencia narrativa10. Esto es ver el proceso de la comunicación en el acto del discurso fílmico en su hacer que reúne las experiencias sociales, en dos miradas, “La experiencia tal como es experimentada, vivida, sigue siendo privada, pero su significación, su sentido se hace público” (Ricoeur, 2001, p.30). Esto lleva a situar la significación del discurso en un espacio contextual, si se tiene en cuenta la multiplicidad de lecturas que puede generar un texto, requiere ver en éste el sentido del discurso en su significación de referencia al entorno donde proviene la intencionalidad de decir y proyectar en el lenguaje la experiencia social. En este caso, la propuesta tiende a ir a la búsqueda de nuevas posibilidades de la realidad, a mostrar la extensión del pensamiento a límites que franquean la cotidianidad de las vivencias del mundo inmediato. Esta posibilidad de ampliar la propuesta de las dimensiones del conocimiento, para transitar en terrenos de posibilidades, implica un acto de identificación a un referencial de ser y estar en el mundo.

El juego del silencio atañe al proceso de lectura en su primer momento de estrategia de proximidades y expectativas del espectador en la propuesta discursiva del texto fílmico. Esta estrategia coloca al texto fílmico en su manifestación de un discurso, que no solamente es posible verlo en una respuesta, sino en su materialización de significado en su proyección exterior. Paralelo a esta situación del texto, es la proyección del horizonte de expectativas del espectador, trazado en la confabulación de rasgos que se reúnen en la esfera del proceso de la credibilidad de la vivencia narrativa, la cual es fortalecida con factores provenientes de una competencia de la cultura audiovisual.

Por lo tanto, el aspecto de la recepción del texto fílmico en una lectura, tiene que verse en la proyección discursiva y el encuentro de los horizontes de expectativas del espectador. Esto lleva a pensar en ese silencio donde se envuelven el trazo de identidad donde es posible ver su inserción en el espacio social y la identificación como expresión de su presencia en el encuentro con el otro. En tal sentido, el relato proyectado en la pantalla en su lectura atraviesa significaciones de una serie de campos desde lo cognitivo, emotivo, hermenéutico y pragmático (Lizarazo, 1998, p.101), los cuales marcan perspectivas lingüísticas semánticas y sintácticas, que requieren verse van más allá de la inmediatez, hasta llegar al punto de la significación social del texto que remite a lo simbólico resultado del encuentro de recepción que sostiene con el espectador.

De la comprensión a la interpretación: la construcción de significados
Los relatos fílmicos a la vez que configuran cada parte del vivir, le dan presencia de tiempo al discurso en lo vivido que remite a la recepción. En este espacio la comprensión resultante del proceso de la lectura, es la construcción de significados que conforman saberes y vivencias provenientes del encuentro del relato fílmico y el espectador. Este último deja entrever sus capacidades comunicativas, cognitivas, estéticas y afectivas elementos conformantes de las experiencias del vivir, que lo llevan a una selección y construcción del relato. En este encuentro tal como lo dice Guerin (2004, p.66), el espectador ante el film se enfrenta parapetado en su interior al inmenso exterior que se le escenifica, por otra parte, el relato asume la multiplicidad de visiones y propone formulando un hiato entre ese interior y el exterior, para rematar en la construcción de la narración desde puntos de confluencia.

En este sentido, la comprensión en el campo de lo fílmico es el resultante del compromiso que conjuga las capacidades comunicativas, las experiencias y las expectativas del espectador con las conjugaciones provenientes del relato, que en su propuesta asume la dimensión social para tener presencia en la pantalla. Esto llama a considerar el proceso de lectura en un espacio de encuentro contextual del texto fílmico y el espectador, donde lo recíproco de los tres factores crea un intercambio de significados que generan nuevas formas de comprender el vivir. Sin embargo, se debe precisar, “que contemplar juntos no equivale a ver lo mismo” (Guerin, 2004, p.66), esto conduce a tener encuentra que la selección del espectador en el texto se debe a su cualidad de obra abierta, posible de varias lecturas.

Así, comprender el texto fílmico llama a insertarse en el mundo de la ficción, sus expectativas creadas en el encuentro se subrayan en una participación constante de construcción de significados, esto es posible entenderlo desde esa ficción que comunica algo de la realidad, que la organiza de manera que puede ser comunicada (Iser, 1989:166). El hecho de considerar a la comprensión y la interpretación como los procesos generadores de significados a partir de indicadores textuales que el receptor identifica y efectúa inferencias que permiten tanto entrelazar las escenas como de crear significados abstractos (Bordwell, 1995, p.19). La inferencia en la lectura fílmica exige al espectador el juego de aplicar conocimientos, de interrogarse, de plantarse el porque de la presencia y las ausencias en el relato, de identificar lo conocido e insertar en su composición lo nuevo, de encontrar los espacios que lo invitan a entrelazar escenas y explicaciones sobre la vivencia narrativa y sus conocimientos. Las inferencias hablan de ese proceso de lectura efectuada por el espectador que permite la intersección de lo dado en el relato y su transformación en experiencia. En ellas se tejen la construcción de los significados productos del encuentro de la orientación del sentido del texto fílmico y, sus implicaciones sociales de lo institucional con la experiencia del espectador y el sentido que le otorga al nuevo discurso11. Queda claro que el proceso de realización de inferencias se encuentra ligado a la comprensión y que su realización “se hace desde el conocimiento del mundo” (Gárate, 1999, p.38).

Por otra parte, es indispensable acercarse al evento que ocurre entre el modelo propuesto en el relato y sus repercusiones en el espectador, en su conformación que posee en su percepción cognitiva. La exigencia del relato para su comprensión se transforma en una exigencia del espectador que tienden a verse en la relación de sus percepciones y el horizonte de perspectivas y, esto conduce a una línea de actividad de interpretativa que se efectúa en secuencia episódica. En esta parte sus límites trascienden lo conocido para incursionar en sus horizontes de expectativas prediciendo e interviniendo en el trayecto de lo narrado. Esto permite pensar que no solamente lo conocido causa la posibilidades de asombro, sino las nuevas propuestas textuales encuentran espacio en esos horizontes de expectativas que llevan a nuevos encuentros de los significados. Es posible ver en esta conjunción el sentido que se le otorga a los significados, desde expectativas que lo trazan los horizontes, entendidos “en la suma de comportamientos, conocimientos e ideas preconcebidas…de este horizonte de expectativas del público depende que la recepción de un texto llegue a una confirmación o bien una defraudación” (Rothe, 1987, p.17)12.

Desde esta perspectiva, el espectador en su lectura actualiza la propuesta textual asumiendo en esto sus competencias como su mirada13, considerada el espacio social, donde se mira y es mirado como espacio de recepción. Visualizar ese horizonte de expectativas que el sujeto lleva a la lectura constituye el punto de reconocer aquellas expresiones provenientes del texto y, en su función de acumulación adquieren una dimensión individual desde donde se disfrutan los textos mediáticos articulando un diccionario como clave de lectura e interpretación (Porro, 2002, pp.284-285).

El llamado de la comprensión a la interpretación, es el paso de significar lo discursivo en la apertura comunicativa del horizonte de expectativas en sus proyecciones en la presencia del espectador y la lectura en un contexto social. La interpretación significa la creación de un nuevo texto, donde es requisito contemplar los factores que se encuentran involucrados en el sentido de los significados, desde los comprometidos con el espectador, el texto y los involucrados desde el contexto expandido en todos sus componentes14. En la interpretación se tiene a un espectador que realiza el sentido del significado apropiando y transformando el texto en la apertura de la elaboración del significado. Al respecto, Bordwell considera en cuatro tipos: construye una versión de la diégesis dentro de sus límites, utiliza conocimientos de las convenciones fílmicas y extrafílmicas, además de concepciones de causalidad, espacio y tiempo, que llama significado referencial; crear significados abstractos y formular significados conceptuales, esto es significados explícitos; construye significados disimulados, simbólicos o implícitos, desde la idea de un significado indirecto; por último la construcción de significados sintomáticos como consecuencias de obsesiones de su creador, en esta parte es posible visualizar los rastros de procesos económicos, políticos y económicos que se manifiestan en el significado (1995, pp.24.26). Si partimos de la idea de este autor donde la comprensión construye significados referenciales y explícitos mientras que la interpretación subraya los significados implícitos y sintomáticos, nos encontramos ante un nuevo sentido de significado y la capacidad del texto de ofrecer al espectador un encuentro comunicativo de significados.

La lectura fílmica en el espacio escolar
Es por demás decir que no existe demasiada investigación en nuestro entorno inmediato sobre lectura fílmica, sin embargo lo paradójico es la presencia de propuestas a efectuar lecturas fílmicas en los programas educativos y el silencio que rodea la práctica en el aula. Si bien, dos aspectos dejan entrever la idea del texto fílmico en el aula, la primera como auxiliar en la afirmación de un conocimiento y, la segunda refiere a los intentos llevan a homogenizar la lectura en la presencia física de una serie de preguntas para interrogar al texto fílmico, no a quien lleva a cabo la lectura. Desde esta perspectiva es posible decir que existe la entrada del cine en el mundo de la educación. Considerar visualizar la lectura fílmica como aspecto de educación se liga a la presencia y presión hacía los entornos de la acción de la escuela ejercida por el espacio del contexto comunicativo. El nuevo contexto comunicativo implica a un espectador que se encuentra en el encuentro intermitente del texto fílmico, en contraparte es marcada la ausencia en el espacio escolar.

Generar sentido al texto fílmico, es el llamado a precisar la diferenciación entre el ver y el leer, precisar el concepto de medio audiovisual, y por ende, de texto y lectura que se posee en la cultura escolar, cómo se aborda tanto en su dimensión estética como aquella que invoca a la búsqueda dismitificadora y, precisar otras dimensiones de conocimientos que impliquen procesos educativos. Asimismo, el llamado a la lectura del texto fílmico es un llamado a una educación, que implica como lo dice Orozco, conceptuar de una otra manera los procesos de comunicación y de explorar directamente a los sujetos que participan en ellos para averiguar sus contextos, mediaciones y múltiples interacciones con los medios. A su vez, esto atiende al llamado de la educación a presenciar de manera activa la dimensión de lo audiovisual planteando un proceso de lectura que permita la interacción, al interpretar la interpretación del texto en el acercamiento de los filtros del espectador, para entender en su recepción el qué y cómo construye el significado proveniente de esa comunicación. No es solamente la búsqueda de un receptor, sino su capacidad de emisor en la construcción de su discurso con un sentido que reúne sus experiencias. Por último, la demanda de un proceder educativo desde la escuela que amplié el horizonte de expectativas, recree una lectura de encuentros que formulen conocimientos desde el campo de la acción educativa implicada en la recepción del texto fílmico.


Notas:

1 La idea de la lectura desde el enfoque transaccional en el encuentro del texto literario y el lector es desde el planteamiento de Rosenblat, sin embargo en este artículo se pretende acercarse a la lectura fílmica retomando los aspectos que brindan estas posibilidades de experiencias en el campo educativo y la dimensión audiovisual.
2 Block, considera la función de la pantalla como un cordón, donde ambivalentemente se muestra y oculta, donde la ficción se transforma en recuerdo (1990, p.114), se puede extender esta idea a precisar ese juego ficcional al encuentro de la expectativa y ampliación de este horizonte de la identidad e identificación. Reconocer en el plano del sí mismo de la identidad y reconocerse en el plano de la identificación con los otros. Esto de realidad y ficción en el cine es posible en sus repercusiones con su presencia casi real de esa misma irrealidad (Metz, 2001:80), o bien, situar la ficción en su capacidad de prueba de la coherencia y lo plausible del texto en su colisión con la realidad y su propuesta de nuevas formas de ver nuevos horizontes de la realidad (Ricoeur, 2002, pp.21-26).
3 Enmarcar lo discursivo desde el sitio de lo dramático se expone en la organización de la tensión dramática “concebida para ir creciendo hasta el fin, hasta el clímax, luego que los acontecimientos más impresionantes y sobre todo las emociones más fuertes, estén previstos para el final de la película, al término de una subida" (Chión, 1990, p. 143).
4 En este sentido es posible decir que la lectura del texto fílmico reúne en su conjunto las significaciones que posee el espectador proveniente de su interrelación con otros textos, en sí con su entorno, “leemos, interpretamos el mundo sensible (o imaginario) que nos rodea: hacemos que las cosas signifiquen algo” (Landowski, 1993, p.194).
5 En este punto es importante considerar que la recepción del texto fílmico, tal como lo considera Orozco, no solamente es en el momento de encontrarse ante el texto, sino ver en ella “en tanto proceso y resultado” en esa particularidad de la interacción mediática por el medio que involucra: tele y cine-evidencias, escucha radiofónica, lectura” (2000, p.12).
6 Para Ricoeur el texto permite alcanzar el encuentro con el mundo, entendiendo a éste como “el conjunto de referencias abiertas por el texto” (1995, p.48).
7 Esta situación es considerada por Gaudreault, como una tendencia casi natural del cine y su delegación narrativa como a la articulación del discurso (1995, p.57).
8 Es posible pensar en el lector que aborda el texto fílmico desde sus conocimientos previos como asentamientos de un transcurrir de encuentros que resulta a lo que plantea Porro, un vocabulario que hace las veces de clave en la lectura (2002, p.283). Este proceso es visto en dos momentos en las presuposiciones esto es que desde antes de la exposición al film se tiene estructurado una serie de imágenes correspondientes a un conocimiento del entorno, si consideramos que “Toda imagen se halla en un contexto y el lector recurre él través de las presuposiciones” (Vilches:68), por tanto se tiene un referencial de índole social de modelos y formas ideales que son significados que transitan como filtros en el instante de generarles significados aquellas partes de la imagen que considera identificables. Por otra parte es pensar en lo que Eco plantea no solamente el texto en lo dicho y conocido, si no de lo no dicho que requiere ser actualizado que exige del lector movimientos de cooperación, activos y conscientes (2000, p.74).
9 El lenguaje cinematográfico interioriza la realidad social en sus ámbitos componentes y los interrelaciona creando significados que abarcan un horizonte amplio de experiencias sociales expresadas a través de lo simbólico. Este conduce la espectador a la percepción de significados que se socializan al compartir la experiencia fílmica “A través del lenguaje cinematográfico el cine es creencia, sentido común, realidad social; pero también a través del cine, así como de otros medios culturales, nosotros adquirimos un sentimiento, a veces inédito, veces lejano, de pertenencia a dicha realidad social” (Rozado, 1991, p.49).
10 Es posible ver en esa experiencia narrativa de un encuentro del pasado construido con memoria visual sin la cual no hay acto de mirada y a su vez asume desde esa pequeña claridad su participación en aprehender lo real, ver, comprender nuestro entorno actual (Virilo, 1989, p.80)
11 Bordwell, plantea la situación del encuentro del texto y el espectador en el sentido que el segundo encuentra en el primero indicaciones que lo llevan a una orientación para realizar inferencias y como resultante de la construcción de estos significados es percibir la transformación de materiales previos que se llevan a ese encuentro (1995, p.19).
12 Arnold Rothe realiza una explicación del concepto de horizonte de expectativa planteado por Jauss, como, “la suma de comportamientos, conocimientos e ideas preconcebidas que encuentran una obra en el momento de su aparición y a merced de la cual es valorada” (1987, p.17).
13 El espacio mirado, es el espacio donde se localiza la manifestación textual donde el lector localiza sus competencias (Vilches, 1997, p.154).
Este paso de sentido anuncia un espacio donde lo significado tiende a situar el contexto institucional que involucra todo aquello que rodea en forma de opiniones, críticas y publicidad del mismo texto.


Referencias:

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Dra. Rosario Olivia Izaguirre Fierro
Profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de Sinaloa, México