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INTRODUCCIÓN

Por Javier Esteinou
Número 59

Debido a las nuevas capacidades tecnológico-materiales que durante el siglo XX y principios del siglo XXI conquistaron los medios de información colectivos, especialmente los electrónicos y a las transformaciones urbano políticas que se dieron; éstos aumentaron sustantivamente su eficacia de transmisión informativa y de persuasión extensa y se convirtieron en el centro del poder ideológico y político contemporáneo de nuestra nación. En este sentido, de haber sido instrumentos de difusión relevantes en 1960 en México, de transformarse en instituciones importantes de socialización en 1970 y de convertirse en el cuarto poder político a partir de 1980, como corresponsables del poder; a principios del 2000 se transformaron en el vértice del poder actual. Es decir, ya no solo son simples instituciones importantes de información o el cuarto poder, sino que ahora se han convertido en el Primer Poder Ideológico que existe en nuestra sociedad.

Con la conquista de sus nuevas propiedades y fenómenos socio-tecnológico-político-materiales, los medios electrónicos de información se transformaron en las extensiones del hombre y de las instituciones, y en consecuencia, construyeron una nueva zona de acción social: el espacio virtual. En este sentido, la emergencia de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías de información en México, no sólo representó la maduración del modelo de la Sociedad de la Información y la radical transformación de las superestructuras culturales de nuestras comunidades; sino que básicamente, el fenómeno más relevante que produjo, fue la expansión intensiva de la dimensión ideológica de la sociedad mexicana a una esfera más amplia y versátil. Esto es, en términos generales, con la presencia de los canales de difusión la sociedad mexicana en su conjunto sufrió una gran dilatación cultural, desde el momento en que las instituciones, los grupos o los individuos pudieron extender a distancia la realización de sus tareas o funciones específicas tradicionales, a través de las tecnologías de información y comunicación1.

Así, el espacio público comprendido como el territorio libre, abierto y autónomo donde participan los individuos, los grupos y las instituciones de acuerdo a sus intereses y necesidades, para discutir y actuar sobre la materia pública; se transformó sustancialmente con la existencia de los medios de información originando nuevas esferas públicas, según fueron las características y el impacto social que produjo cada nueva tecnología de comunicación que emergió en nuestro territorio. En este espacio público se dan acciones privadas y acciones públicas. Las acciones privadas responden a intereses particulares, la mayor de las veces mercantiles y no están abiertas a la participación de todos los sectores, sino sólo a los que encajan con la lógica del mercado. Las acciones públicas son colectivas y están abiertas a todos los sectores para discutir las realidades y problemas de conjunto. En este sentido, la revolución tecnológica de los medios de información los convirtió en las herramientas básicas para construir lo público y actuar sobre la cosa pública, con características mediáticas de un fuerte sello privado y comercial.

De esta forma, se creó, cada vez mas, una sociedad mediática que produjo una nueva atmósfera cultural colectiva de naturaleza virtual o comunicósfera que ocasionó que el conjunto de las principales instituciones de gobernabilidad, ahora funcionen a distancia por intermediación de los canales de información, especialmente electrónicos y las nuevas tecnologías de información. En este sentido, la casi totalidad de las instituciones tradicionales como son la escuela, los partidos políticos, el Congreso, la iglesia, las secretarias de Estado, las empresas, los órganos de gobierno, los movimientos sociales, las dinámicas comunitarias, etc. buscan proyectarse y ampliarse vía los medios de información, asumiendo las reglas mediáticas que imponen estos, ya que lo que no aparece en los medios, muy difícilmente existe en la conciencia colectiva. De ésta manera, la mirada simbólica de los medios, elaborada a través de su estructura programática, es la que define y le da vida al reconocimiento masivo de la presencia o no de una realidad en la sociedad. Así, los medios electrónicos se convirtieron en el epicentro cultural, ideológico y espiritual de la sociedad mexicana de principios del nuevo milenio.

Es por esto, que con la presencia de los medios de comunicación lo que se transformó en nuestra República, a corto plazo, fue el esqueleto ideológico de la sociedad en su conjunto y a largo plazo, el del Estado mexicano. Dicho espacio se convirtió en una nueva franja de interacción social donde se produjeron fenómenos de ampliación y extensión de las personas, los grupos, las instituciones y del Estado dando origen en México a la Sociedad Extensa Virtual.

Debido a ello, es muy importante subrayar que cuando se habla de medios, no se está hablando de simples acciones de esparcimiento, de información o de actualización cultural; sino de empresas que, en última instancia, transforman el espacio público, y en consecuencia, construyen la estructura del Estado Ampliado y de la Sociedad Extensa, vía la expansión del espacio virtual a la colectividad. Por consiguiente, no corresponde al mero entretenimiento, sino a la reproducción de las relaciones de poder de la sociedad.

A partir del nuevo lugar estratégico que ocupan los medios colectivos de información, especialmente electrónicos, en México, se puede decir, en esencia, que éstos son macro herramientas colectivas neutras en si mismas que sólo reflejan materialmente el grado de avance técnico que el hombre ha alcanzado sobre la conquista de la naturaleza física para poder informar, comunicar, organizarse, relacionarse, socializarse y vincularse entre si. Por lo tanto, desde el punto de vista del impacto político su connotación, implicación o trascendencia social no reside en el tipo de conformación tecnológica que posee cada medio, sino fundamentalmente se deriva del modelo económico, político y social que administra y conduce a cada tecnología de información en las diversas coyunturas por las que atraviesa el desarrollo del sistema social.

En éste sentido, los medios en si mismos son sólo tecnologías imparciales como son el horno de microondas, el refrigerador, la lavadora, el automóvil, el avión, el barco, etc, que le sirven a los hombres para elevar su calidad de vida y resolver prácticamente los problemas que debe solucionar para poder existir. Sin embargo, su naturaleza depende del proyecto para el que sirven, y en consecuencia, la valoración social que les corresponde se derivará del propósito para el que se usan colectivamente. Por ejemplo, si todas éstas máquinas se emplean para facilitar la vida cotidiana de los ciudadanos, entonces serán instrumentos positivos para el mejoramiento de la vida de los individuos. Sin embargo, si todos ellos, son empleados para justificar un fin degradado como es el impulso al narcotráfico, la corrupción, el autoritarismo, la explotación humana, las masacres civiles, etc, entonces serán herramientas transmisoras de la desarmonía, la destrucción y la muerte.

En este sentido, el poder tecnológico conquistado por los medios de información colectivos puede servir para fortalecer a los hombres o para hundirlos dependiendo de los objetivos de los proyectos económico-político-sociales que los controlen y administren. De ésta forma, por un lado, la fuerza ideológico cultural de los medios puede ser utilizada para crear condiciones para el crecimiento educativo, cultural, psíquico y espiritual de los seres humanos. Por otro lado, los medios también pueden ser empleados como infraestructuras subjetivas para producir el sometimiento, la enajenación, el marginamiento y la explotación de los sujetos.

Por ello, para descubrir la función histórica que desempeñan las industrias culturales electrónicas en cada fase de la evolución social, además de reconocer las particularidades técnicas distintivas de cada institución de difusión, en términos de análisis de su repercusión social, lo que en última instancia debemos examinar, comprender y transformar es el modelo socio histórico que existe detrás de cada uno de éstos y que, para bien o para mal, les da vida comunitaria. Esto es, lo que metodológicamente debemos examinar es el proyecto estructural profundo de la intencionalidad que lo orienta y condiciona para su actuación colectiva y no quedarnos en la observación e interpretación de las simples variables superficiales de su vertiginosa evolución y expresión tecnológica, pues estaríamos percibiendo solamente la superficialidad light de los macro fenómenos comunicativos.

Debido a éste motivo la Revista Electrónica Razón y Palabra decidió dedicar este número denominado “Relaciones de Comunicación y Relaciones de Poder” para reflexionar desde los ángulos de la economía la política, la sociología, la historia, la semiología y la cultura las relaciones que se han tejido entre las diversas estructuras de comunicación y el poder en México. Con ello colaboraremos a generar criterios y alternativas para transformar esta realidad de manera mas justa y equilibrada en nuestro país.


Notas:

1 Una concepción intuitiva pero también idealista sobre la forma como la sociedad se modifica con la presencia de las tecnologías informativas, la encontramos de manera embrionaria en el pensamiento de Marshall McLuhan, Consultar La Comprensión de los Medios como las Extensiones del Hombre, Editorial Diana, S.A, México D.F, 1979. Una Crítica moderada al pensamiento de Mc Luhan puede consultarse en Gianpiero Gauraleri, La Galaxia de McLuhan, Editorial ATE, España, 1981.
Para un panorama general sobre la línea de evolución que han seguido las tecnologías de información desde el telégrafo en 1840 hasta la comercialización de los cristales de silicio, consultar Un Sólo Mundo. Voces Múltiples Comunicación e Información en Nuestro Tiempo, Fondo de Cultura Económico, México, D.F, 1985, páginas 31 a 36.


Dr. Javier Esteinou Madrid
Investigador Titular del Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, DF, México.

 

 

 

 

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