Comunicación en la Vida Cotidiana
Número 6, Año 2, febrero-marzo 1997


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El Hoy de un Ayer

por: Sony Elnecave

El viejo carro se había quedado sin gasolina por aquella colonia llamada Festival, pasando los Reyes en Texcoco. Así que decidimos esperar al amanecer para ver que podíamos hacer. Veníamos desde San Francisco y nos encontrábamos muy cansados del viaje por lo que decidimos quedarnos en la colonia Jiménez Cantú, que se encontraba a 15 minutos de donde estábamos. Una familia salió al oír nuestra conversación y se acercó para ofrecernos ayuda pero la verdad es que no me daban confianza y lo único que mencioné es que estábamos muy cansados y que si sabía de casualidad si pasaban Taxis por ahí. El moreno amigo comenzó a reír mientras que llamaba a uno de sus compañeros, que se encontraba en otro de aquellos jacales moribundos. Conforme se acercaba a mí me parecía cada vez más que tenía una pistola en las manos, pero para cuando reaccioné fue demasiado tarde, por el otro lado habían ya salido otros dos de sus compañeros y nos habían rodeado, asi que no quise poner en riesgo a mi familia y no opuse ninguna resistencia.

Al despertar me encontraba en un tipo de calabozo; Sin poder hablar ni mover las manos ya que estaba amarrado y amordazado, pero conforme fui despertando me di cuenta de una tenue luz que salía de un pequeño hoyo de la pared de tierra. A rastras me acerqué y quedé convencido que realmente era una luz que salía de un pequeño hoyo, aunque parecía no haber nada del otro lado. Al tocar con el codo la luz el destello comenzó a hacerse más y más grande cada vez, yo no sabia que hacer y tampoco podía mirar así que me tiré y no abrí los ojos como por cinco minutos. Al despertar me encontraba en un mundo totalmente distinto al mío y al de ustedes, pero no distinto en lo que ustedes están pensando, NO, era distinto en época me parecía el año 1975 ,año en el que tuve a mi primer hijo lo vi nacer de nuevo viví los mejores momentos y también los peores (pero no para mi sino los de mi hijo), sentí como tomé su lugar como hijo y vi mi persona desde otro punto de vista y comprendí muchos de mis errores y valoré muchos momentos perdidos sin razón ni porque. De nuevo la luz comenzó a brillar y me encontré sumergido en otro año. Si ahora sé dónde estoy, me encuentro en el año 1979 cuando mi segundo hijo nació de aquella bella mujer quien era mi esposa, sus brillantes ojos azules me miraban con resentimiento y alegría al mismo tiempo; yo no recordaba en ese momento la razón del resentimiento hasta que cambié de nuevo de tiempo y me encontré en mi trabajo viéndome a mi mismo diciéndole a mi esposa que gracias por haberme traído la comida pero que se podía retirar que no tenía tiempo para comerla con ella. De nuevo fui invadido por la luz y me encontré viviendo otro momento de la vida de mi hijo el mas pequeño. Estaba yo leyendo en la sala y el niño de 6 años se acercó para que le ayudara a armar su nave espacial, como era mi costumbre le dije que después que estaba leyendo. Conforme avanzaba en la vida de mi hijo cada vez me sentía más y más mal, mas sin embargo sentía una especie de alivio porque aún me quedaban unos años para poder hacer algo al respecto. (Bueno, si salgo de donde estoy).

De repente todo se tornó obscuro a mi alrededor ,vi pasar con una rapidez impresionante cosas que yo había hecho mal, pero que jamás reflexioné sobre ellas. Hay un dicho que dice que uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y ahora yo he perdido tiempo y rasgado con mis actos infantiles un poco del mucho cariño que tiene cualquier persona a su alrededor pero nunca lo ve, ya que la mayoría de las veces este cariño suele ser ciego como el amor y pasajero como el tiempo.

Al despertar tomé mi bastón y con mi mano temblorosa alcé mi vaso con agua para tomarme mis pastillas para él corazón, posteriormente me levanté de la cama me dirigí al cuarto de mi esposa, la tomé de la mano y le dije: Vaya que pasa rápido el tiempo, pero los recuerdos alegres y tristes.... Esos si que duran y permanecen en tu joven alma apenas madura de un despertar tardío. Esas fueron mis últimas palabras antes de permanecer en un coma de dos meses y escribirles esta pequeña historia.

Créditos fotografía:

"Cañas" Tina Modotti, 1925
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