Suplemento Especial, Año 3, Enero-Marzo 1998

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Atisbos y Abismos para Investigar la Comunicación
Organizacional desde una Perspectiva
Ecológico-existencial.
Por: Lic. Diego Juárez Chávez
ENEP Acatlán, CADEC
Manchándonos de amor, como es debido
Cambiándonos el beso en la mirada
Saltándonos el sueño aún vencido
Sintiéndonos la sangre vena a vena
haciendo nuestra noche más sonora
quemamos en el tiempo nuestra pena
volviéndonos más nuestros hora a hora
La organización es, si nos valemos de un par de metáforas iniciales e indiciales, un caos ordenado y un equilibrio inestable: expresa las tensiones de los intereses puestos en juego y posicionados a partir de un orden configurado por la estructura de poder; construye representaciones de sí misma como singularización de pluralidades y produce imágenes de su entorno como pluralización de singularidades; nunca está exenta de oposiciones, alianzas, diferencias e indiferencias. Es concatenación de razones, pasiones, memorias, virtualidades, realidades, imaginaciones, acciones, tránsitos, trayectorias, lugares y no lugares (Augé, 1994).

La organización es un sistema vivo lleno de momentos memorables pero también de estallidos de violencia simbólica e incluso, física. Se gasta y desgasta en producir y reproducirse. Emplea cada vez con mayor frecuencia, como signo de los tiempos de modernización, sistemas administrativos de racionalización de recursos bajo una égida de maximización de ganancias montada en la sobreexplotación del trabajo.

Al mismo tiempo, la organización puede ser una entidad/identidad de posibilidades asumiéndosele desde una postura escéptica y optimista. La apuesta institucional ha parecido transitar en una sistemática marginación del capital humano y esto a la larga significará, diría Monsreal, "su muerte para toda la vida" (Ruvalcaba, 1997; p. 47).

Creemos en la necesidad de una alianza estratégica de recuperación de vida para las organizaciones. Una finalidad de éstas es cruzar las puertas del porvenir en las mejores condiciones posibles y se puede lograr mediante una relación armónica con el entorno y bajo una incorporación del capital humano en la configuración desde el presente de un futuro compartido. Otro capital puede ser la comunicación organizacional si deja de "apostarse en" y "apostarle a", bajo la idea de Monsreal, una "esperanza que funciona como modo enfermo de encanallar los días venideros" (Ruvalcaba, Op.Cit.).

La comunicación organizacional puede ser observadora y generadora de las auto-observaciones; recuperadora y productora de intuiciones y experiencias; reposicionadora y articuladora de discursos y entramadora de acciones, si reconoce y actúa en los límites y posibilidades de su situación en la institución. Dos condiciones generales podemos atisbar. Primera, asumir a la comunicación como parte del complejo organizacional que permite a éste cobrar identidad, hacerse y rehacerse; cobrar entidad, dotar de significado, provocar trascendencia y generación de existencia a partir de darse sentido en el entorno (Maciel y Juárez, 1997). Segunda, aceptar y encarar que la comunicación, como sistema vivo y viviente en el complejo organizacional, muchas veces está excluida por razones políticas (información/poder) y confinada administrativamente a prácticas técnico-instrumentales pero no significa una abrumación total ni un aniquilamiento, sobreviene un perfil estratégico por su capacidad de mediación y por su ejercicio de producción, distribución y consumo de información con valor fundamental en el proceso de adaptación/readaptación de los componentes (compohacentes) de la organización y de ésta con el medio ambiente (también medio hacente): comunicar como un hacer y hacer como un comunicar (Byrd y Juárez, 1996).

En otras palabras, nos volvemos al profundo e íntimo carácter ecológico y existencial de la comunicación como "hacer" donde el cuerpo se vuelve mente y la mente un cuerpo a través de los cuales la piel es memoria y ésta es piel; donde la información de lo que hemos sido, somos y queremos ser incorpore y se incorpore con el marco estructural y coyuntural para crear alternativas alteractivas que nos permitan avanzar, parafraseando a Monsreal (Ruvalcaba, Op.Cit), de un lugar donde el cuerpo es la miseria última que nos queda a otro sitio donde el cuerpo, con sus atisbos de felicidad y sus atingencias con la muerte, sea una fiesta. En este sentido, partimos del planteamiento de Böhme (Fischer, Retzer y Schweizer, 1997) quien desde una filosofía de la naturaleza de orientación ecológica habla de la ecología en terminos de un campo cuyo objeto es el ecosistema entendiendo a éste como "una naturaleza antropogénica, una naturaleza que se determina conjuntamente con el factor humano" (p.72). La ecología vista así estudia integral y transdisciplinarmente la interacción entre los organismos y el medio ambiente. El hombre es uno de esos organismos y en su acción sobre el medio y en la acción de éste sobre él, se construyen dimensiones materiales y simbólicas, biológicas y axiológicas, naturales y culturales que nos dan una interpretación holográfica de la vida: por ejemplo, el ecosistema, entre otras cosas, es al mismo tiempo irregularidad y geometría, causa y azar, sociedad y naturaleza, instinto y razón, memoria y olvido; los seres humanos son, entre otros atributos, soledad y compañía, sociedad e individuo, carne y espíritu, onda y corpúsculo, tiempo y espacio.

A la postura de integrar esas dimensiones; de verlas como paradojas; anclarlas en el marco natural e histórico; estudiar su traducción en los destinos y circunstancias, en las estructuras y coyunturas e interpretar su valor en la permanencia y el cambio; le llamaremos perspectiva ecológico-existencial.

 

"El Cofre de San Miguel", 1917
Saturnino Herrán
 

I . Base científica de la perspectiva ecológico existencial : por una ciencia razonable para la vida

¿Qué tuvieron en común, en cuanto a sus implicaciones epistemológicas, los principios holográficos de almacenamiento de información de Gabor y los de indeterminación en la naturaleza del átomo de Heisenberg con el enfoque sistémico de Capra y la terapia de Simonton?

Casi nada: colocaron a los estables paradigmas clásico y relativista de la física en dilemas. Repercusión: titubeó la racionalidad científica. Inéditas preguntas desquiciaron los modelos causales lineales y unidireccionales: ¿algo puede ser, simultáneamente, partícula y onda? (Ibáñez, 1994). Paradójicas respuestas atemperaron y obstaron la solución: sí pero no.

Un conocimiento delirante emergió con la propuesta de una "multicausalidad pluridireccional". Fue la aceptación del caos, la incertidumbre y la irregularidad. También de la diversidad (múltiples singularidades) como creadora de singularidades múltiples y detonadora de distinciones nebulosas: posición-trayectoria, sujeto-objeto, mente-cuerpo, razón-pasión (Martínez, 1993).

El tránsito de la ciencia del absolutismo al relativismo y arribo a lo cuántico ha dejado una estela desmitificadora. El hombre parece preso del escepticismo-optimista y del optimismo-escéptico, mas discute su existencia a la luz del descentramiento. No está exento de angustia, paranoia y esquizofrenia. El conocimiento científico lejos de ser un consuelo es un empujón al vacío.

La razón se desfigura y transfigura: el parricidio es el precio de ser uno mismo. Emergen objetividades vacilantes montadas en subjetividades conscientes e inconscientes, asumidas y no, paridas del coito entre intuición y abstracción. Entonces conocer es hacer. Realizar es una forma de saber. La piel aprende. La inteligencia siente.

La ciencia no está tan lejos del dolor, del amor ni de la poesía. Forma un tejido con ellos. Finalmente maneras de conocer-se, reconocer-se e inventar-se. La lógica resultante de tan heterodoxa mezcla admite rupturas y cambios, proviene de la vida, se diferencia de ella para imaginarla, dotarla de sentido y en esa medida también crearla.

Un paradigma emergente de carácter sistémico-ecológico opera como retícula de reconciliación e integración: ser-mundo, espíritu-cuerpo, placer-ética, micro-macrocosmos, ondulación-corpúsculo, naturaleza-sociedad. La base está en el propio nivel de conocimiento alcanzado en áreas específicas, por ejemplo, las ciencias y tecnologías de la cognición: inteligencia artificial, psicología cognitiva, neurociencias, lingüística y epistemología (Fischer, Retzer y Schweizer, Op.Cit; Martínez, Op.Cit.; Varela, 1990).

El discurso científico desde este marco sugerente y transdisciplinar elabora un concepto de conocimiento de sentido existencial: el mundo que habitamos e inventamos no puede separarse de la historia, del lenguaje y del cuerpo; conocer es una forma de habitar y hacer emerger la vida.

Si hay algo en común en el holograma social de Navarro, la sociología del riesgo de Luhmann, la enacción de Valera y la fenomenología de Merleau-Ponty es, detrás del provocador desencanto, la perspectiva optimista de que el hombre en el centro es una imagen diluida, brumosa y amputada de todo vestigio de eros

II . Perfil teórico metodológico de la perspectiva ecológico existencial: por una postura razonable y de investigación para el estudio de la comunicación y la organización

Una de nuestras preocupaciones constantes es el perfil de una metodología de la ciencia de la comunicación. La discusión al respecto no está agotada. Los cambios en los paradigmas epistemológicos han enriquecido los planteamientos y abrieron varias líneas de análisis. Retomo una de éstas: la propuesta de integración del nivel reflexivo (ideológico, epistemológico y teórico-conceptual) para dotar de una base referencial la desconstrucción-construcción de métodos de investigación de la comunicación y la organización.

En este artículo tan sólo esgrimiremos ciertas ideas dirigidas a configurar un "sentido descomún" cuyo entramado sea intuitivo, empírico y abstracto-formal. La génesis (por supuesto arbitraria) es tomar como referente la vida de las vidas y encontrar en la ontología de la pasión y en la estética de la diferencia los enclaves de una reconciliación de la inteligencia con la emoción.

Pertinente es, según creemos, entrar por la aduana de la investigación y la metodología. Antes de la exposición diremos nuestra manera de entender ambos términos.

A. La investigación acción: la acción como investigación científica. De manera simple, investigar es un repertorio de los seres humanos indispensable para encarnar el mundo e incorporarse en él. Esta dimensión vital cotidiana de la investigación permite, fundamentalmente, la adquisición de conocimientos intuitivos y empíricos útiles para resolver problemas elementales.

Coexiste un nivel formal-científico de investigación definido como un sistema de acciones (estratégicas y procedimentales) de acercamiento, comprensión y proactivación de lo que ocurre en la vida. Investigar es una forma compleja de actuar para analizar/construir la realidad. Los productos de tal actuación son: un conocimiento abstracto de lo real cuya finalidad es recuperar lo concreto y un conocimiento concreto de lo imaginario con el fin de recobrar lo abstracto. B. La metodología: potencia especuladora para producir desorden sistematizante-desbordante. Una metodología es la traducción del componente ideológico, epistemológico y teórico-conceptual (nivel reflexivo) en operaciones generales que configuran la estructura de la investigación. Es un proceso de contingencias y decisiones con su respectivo margen de arbitrariedad-riesgo. Su finalidad es delimitar y prefigurar el objeto de investigación. En última instancia: significa la aprehensión de un objeto en un espacio y tiempo.

El método es una manera, de varias posibles, de enfrentar la incertidumbre mediante la producción de incertidumbre. Funciona como sistema reflexivo y operante al mismo tiempo.

El método produce un reflejo refractante. La producción está dada por la propia capacidad fenomenológica y hermenéutica de la metodología. Es decir por la competencia para mirar y el valor de la significación y el sentido generado. Puede transitar de reproducir sesgadamente lo mirado a reflexionar sobre el sesgo expresado y lo referido a partir de él, hasta reflexionar sobre el propio significado y sentido de la reflexión acerca de lo sesgado (González y Galindo, 1994).

El proceso reproductivo-reflexivo es una forma de operar, es decir actuar sobre lo real concreto; valga el exceso: es una forma de hacerlo. El método como enacción: manera de actuar de la reflexión y modalidad de reflexión de la acción (Varela, Op.Cit.). Es potencia especuladora en términos de abrir puertas imaginarias en el universo: salir para entrar. Es fuerza ordenadora en cuanto acercar con demarcaciones nebulosas: entrar para salir.

La motricidad del método está dada por su propia facultad: preguntar, preguntarse por el preguntar. Su dirección: el delirio. Su sustancia: implicar, coimplicar, explicar, replicar y complicar. Su afán: habitar la paradoja azares-causas para desvelar.

C. El nivel reflexivo: la metáfora del pensamiento comunicativo como forma de abstracción razonable. A la racionalidad metafísico-teológica, humanístico-ilustrada y utilitario-práctica oponemos/proponemos la razonabilidad. Entendemos a ésta como un esquema flexible de carácter lúcido y lúdico para pensar-imaginar-hacer sobre la base de la comprensión (recuperación de la complejidad inherente a los actos de vida y sus productos) y la proyección (inserción de la propia posición como forma congruente de incongruencias). La razonabilidad no piensa la distinción entre razón y pasión sólo a partir de direcciones opuestas de fuerzas irreconciliables, también las percibe en interpenetración como inteligencia emocional y emocionalidad inteligente. Ser razonable implica una base afectiva para poner en juego la sensibilidad, una base cognocitiva para apostar el pensamiento y una disrrupción cuando la sensibilidad tiene como fundamento el conocimiento y éste tiene como asiento el afecto. El pensamiento comunicativo es una forma de razonar a partir de una lógica montada en el diálogo-tensión de las intersubjetividades.

La intersubjetividad es el resultado de las condiciones materiales y simbólicas de vida expresadas en un proceso de incorporación/objetivación de capitales (Bourdieu, 1990). Define en última instancia la posición de los agentes puesta en juego en la interacción donde se proyectan las distancias sociales y las asimilaciones/acomodaciones están inmersas en negociaciones de significados y sentidos.

El pensamiento comunicativo está basado en el absurdo, de ahí su carácter existencial (Septién, 1990). De manera recursiva se aplica una estrategia escéptica: ¿puede existir realmente un pensamiento comunicativo? De esta improbabilidad se plantea lo deseable dentro de lo posible.

Un planteamiento central para sostener la razonabilidad del pensamiento comunicativo como potencial generador de posibilidades realizables es el par de axiomas:

1. El pensamiento es un entramado complejo de operaciones internas y sin embargo, también es una forma de construir/crear, es un actuar.

2. La comunicación es un sistema autopoiético, autorreflexivo y extroversial, no obstante es una manera de reflexionar/imaginar, es un pensar. El pensamiento comunicativo es una forma de existencia en y por el absurdo: ¿qué es finalmente la vida?

El pensamiento comunicativo es:
1. Reconocimiento de la irracionalidad como esfera inevitable del ser: amputarla es quitar la base de la emocionalidad, de la pasión, del deseo (¿qué es un hombre sin sus deseos?). El peligro de desconocer la irracionalidad: la irracionalidad de la razón (Septién, Op.Cit.).

2. Planteamiento de la crisis de la razón pura: la idea de una conciencia moral, jurídica o científicamente positiva como principio de orden apela a un hombre consecuente, capaz de tener/encontrar esencias, humano, potencialmente pleno, feliz, completo, noble, capaz de desprenderse de sus intereses, deseos y necesidades para ponerlas al servicio de la bondad, la legitimidad-legalidad y la verdad absoluta.

3. La especulación como subversión de la razón: la finalidad es: a. Racionalización de la irracionalidad: autoconocimiento de nuestras debilidades, inconsecuencias, insatisfacciones, frustraciones, miedos y defectos para redimensionar la importancia de la maldad, la ilegitimidad, la ilegalidad y la mentira. Fin: conciencia, autoconocimiento del carácter ilimitado de las limitaciones para permanecer-cambiar, morir-vivir, olvidar-recordar. b. Irracionalización de la racionalidad: en el fondo, el punto de partida es nebuloso, realmente ambiguo por tanto, la arbitrariedad es la base de los intereses, las intenciones, los fines, las satisfacciones, las felicidades y las cualidades para pensar a la bondad como limitada, a la ilegitimidad-legalidad como arbitrariamente interesada y a la verdad como satisfactoriamente relativa e inacabada. Fin: inconciencia e inconsecuencia del carácter limitado de las ilimitaciones para sentir-pensar, amar-odiar, hacer-decir, imaginar-materializar.

4. Producir configuraciones del mundo en y por el mundo: relaciones espacio-temporales relativas y traspuestas. La cumbre también es un abismo, afuera es adentro y adentro es afuera, lo otro está en mí y por mí, el mí está en el otro y por el otro.

5. Ideas abiertas a dialogar y recrearse con otras ideas: el diálogo y la recreación son formas de tensión que producen contradicciones de las contradicciones como forma de ahondar las paradojas.
 
 

"Autorretrato con Calavera"
Saturnino Herrán
 

III .Atisbos y abismos: "para entrar en el cielo no es preciso morir"(*)

La matriz expuesta permite atisbar algunas posibilidades para investigar y trabajar en una comunicación organizacional cuya finalidad sea comprender las resistencias culturales de los grupos dentro de las instituciones y fomentarlas para una negociación significativa que garantice ya no sólo la sobreviviencia en condiciones limitadas, sino una alianza con la propia organización con fines de proyección hacia crecimiento compartido.

El lugar de los trabajadores en la organización puede ubicarse a partir de una paradoja: las condiciones materiales de vida tan desfavorables en el espacio social obligan, sin duda, a laborar bajo una subordinación económica y no obstante, independientemente de la estructura organizacional, la cultura de los trabajadores y la creada por ellos en sus interacciones intra e intergrupales produce un universo simbólico desbordante, a veces delirante, de los cauces institucionales. La dependencia material contrasta con una poderosa independencia cultural.

(*) Hacemos referencia al título de la canción del músico y compositor Juan Luis Guerra
Regreso.

Es importante la conversión de los bienes culturales de los trabajadores en capital de la organización. La finalidad sería consolidar una imagen interna y externa dirigida a producir una identidad flexible y resistente, una capacidad de operación adaptable a las condiciones estructurales y coyunturales del entorno. Esto significa interpretar la intuiciones y experiencias de los trabajadores; abrir espacio para el juego de sus conocimientos y sensibilidades; aceptar y dotar de condiciones de realización a los proyectos personales y grupales; aprender de sus posturas de resistencia al holocausto que ha significado la violencia simbólica y la política neoliberal agresiva de concentración económica; e, integrar sus estrategias grupales y personales a las empresariales en un esquema de ganancia "de y para" todos.

¿Es posible hacer esto? ¿Cómo romper con una lógica cuyo signo visible ha sido la sobreexplotación y la exclusión? ¿De qué manera montar en una configuración de antagonismo la cooperación? Resulta tentador ofrecer recetas pero no se trata de simplificar e ilusionar. Interesa apostar a la irrenunciable necesidad de plantear lo deseable, movernos en lo posible y materializar lo realizable.

En este sentido es preciso ubicar el perfil de una estrategia viable fundamentada en una perspectiva ecológico existencial de la comunicación y en una postura genético constructivista de la organización.

Asumamos una realidad insoslayable. La organización es un espacio material y simbólico de diferencias. En principio sobresalen dos intereses distanciados, en tensión pero no mutuamente excluyentes. Al contrario, se complementan y no necesariamente el crecimiento de uno debe hacerse a costa de la destrucción del otro. Inclusive esta manera de pensar es compatible con una estrategia prospectiva.

Desde nuestro punto de vista, la comunicación es una condición para una proyecto de esta índole bajo un doble papel. Primero, asumiendo su carácter mediador y apoyándose en éste para proactivar el despliegue de las culturas particulares de los grupos dentro de la organización con la finalidad de incentivar la definición de proyectos propios y la autogestión.

La comunicación en este nivel asumiría su capacidad de organización y su potencial como provocador lúdico de frotamiento de los discursos de las personas. La idea es que sea a través de esa interacción discursiva la configuración del grupo como fuerza creativa.

Trabajar en esta línea requiere incorporar la lógica de los grupos operativos a la manera de Pichón Riviere (1975), la perspectiva desencadenadora de aprendizaje en la ruta de Paulo Freire (1976), los ejercicios vivenciales extrapolados del psicodrama de Moreno (1979), la articulación de acciones en función de un diseño de minorías activas bajo la modalidad analizada por Moscovici (1981) y la desaparición paulatina de la estructura de dependencia hacia el padre para transitar a una especie de socioanálisis como lo sugiere Jesús Ibáñez (1979)

Segundo, poniendo en circulación endógena y exógenamente la cultura de la red (Galindo, 1987). La meta sería una organización como red de redes. De tal forma que se volviera flexible el sistema: ningún grupo sería centro y eventualmente cualquier grupo podría serlo. En este sentido existen experiencias en el nivel de las ONG (Schteingart, 1991). La heterogeneidad y la dispersión lejos de ser un obstáculo son la condición necesaria para un pensamiento global y una acción local cuya base más importante es la cotidianidad personal, grupal e institucional donde en un presente (hecho de pasado y lleno de futuro) se construyen identidades temporales y cambiantes pero vividas y reales, a partir de poner en circulación y a disposición de otros las experiencias, la ideas, las ilusiones y los deseos. No es la idea ingenua de borrar toda diferencia y encontrarnos en una igualdad engañosa e imposible bajo una estructura del distanciamiento. Es más bien la generación de una cultura inteligente y emotiva que vincule como, reconoce Feixa (1997), "identidades micro, flujos de significados emergentes y evanescentes concentrados en torno a espacios, tiempos, intereses y gustos muy concretos" (p. 13).

Se propone que a través de la comunicación los agentes se sirvan de la información para interpretar las limitaciones y posibilidades de los escenarios, a partir de un anális de las condiciones estructurales y coyunturales; asumir su necesidad de actuar y afirmar el valor estratégico de la alteracción (acción en y con otros) en la consecución de metas locales y globales; construir una base de conocimientos y autoconciencia con la finalidad de cambiar para permanecer y permancer para cambiar.

La alternativa de este tipo enfrenta al comunicador organizacional con un obstáculo bifurcado. Por un lado, la incomprensión y el desinterés de los dueños de las empresas; por otra parte, lo inaccesible y cerrado de los grupos. Efectivamente, no es fácil introducir una idea innovadora. No se trata de una propuesta de inicio radical, de hecho su valor está en tomar prácticamente esas condiciones de adversidad como punto de partida, su base es lo existente y se requiere una presentación a la manera de un proyecto con beneficios en el corto, mediano y largo plazo.

Abismo de un atisbo: la resistencia ya existente en los repertorios de los grupos, dentro y fuera de la organización, para sobrevivir al abandono y al olvido. Es algo presente en la vida cotidiana y es una mixtura de historias, símbolos, miedos, optimismos, cinismos, desencantos, perversiones, intereses, compromisos, afanes, derrotas y perseverancias.

Atisbo de un abismo: en relación con el ejercicio y las repercusiones del poder, su carácter sofisticado no quita sus secuelas en la vida. Su ubicuidad le permite llegar a las esferas más intimas y al mismo tiempo adquirir un sentido relativo, díficil de romper y deshacer; no obstante, paradójicamente deja posibilidades a una relativa libertad para operar en un margen muy estrecho, aún así puede insertarse la imaginación para ganar y ceder en una negociación donde vislumbremos un trozo de cielo con la certeza de que para entrar no será preciso morir.

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