Suplemento Especial, Año 3, Enero-Marzo 1998

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De la Cibernética a la Organización
Comunicante
Por: Lic. Xavier I. Avila Guzmán
UAM-X, CADEC
La originalidad de la propuesta cibernética consiste en considerar a la comunicación en términos organizacionales (en la organización de máquinas). En el plano de la organización, la comunicación constituye un vínculo organizacional que se efectúa por el intercambio de señales. Así, los procesos reguladores, productores y realizadores pueden ser desencadenados-controlados-verificados por la emisión-recepción de señales, por el intercambio de informaciones.

La comunicación economiza energía, y propicia competencias, al garantizar las interrelaciones, interacciones y retroalimentaciones, por medio de la circulaciones de signos y señales, invirtiendo muy poca energía, de este modo el desarrollo de señales variadas y precisas con intervenciones ad hoc, permite la construcción de una organización flexible, adaptable, realizante. La comunicación, por consiguiente, no sólo extiende el campo de existencia , y competencia de la organización, sino que le posibilita desarrollos múltiples.

La segunda propuesta original de la cibernética, es la de unir comunicación y mandato informacional. El origen de la palabra cibernética remite a "gobernalla", pilotaje y control de sistemas cuya organización es informada (en cuanto a dar forma) desde esta perspectiva la información comunicada se convierte en programa se constituye en "órdenes" o "instrucciones" que ponen en funcionamiento, inhiben o coordinan las acciones-operaciones de la organización.

Las directivas de la organización tienen las funciones de un ordenador, adaptando estrategias a circunstancias variables, controlando la aplicación de los programas, tomando decisiones en situaciones problemáticas, percibiendo y aprendiendo de su experiencia, se desarrollan desplegando capacidad de organización, mientras que las partes operativas, se desarrollan desplegando y aplicando acciones de alta energía y realización. Los ordenadores deben tener aptitudes para organizar operaciones y resultados precisos, sutiles y complicados, en condiciones cambiantes, para coordinar y mandar no solamente acciones productivas y materiales, sino también comportamientos.

El conflicto central de la cibernética se plasma en la disyuntiva entre una organización fundada en la comunicación, y/o una organización fundada en el mandato. El propio Wiener se asombraba de haber puesto juntos comunicación y mandato, pero no sólo los puso juntos, sino que subordinó comunicación a mandato, una organización regida normativa e imperativamente por una entidad superior se impuso. De hecho la cibernética no se convirtió en la ciencia de la organización comunicacional, sino en la ciencia del mandato por la comunicación. La teoría cibernética oculta el poder escondido tras el mandato, que convierte a la información en coerción, o dicho en la visión antroposocial: el poder que maquina a la máquina, ordena el ordenador, programa el programa, manda el mandato. Observemos primero algo sobre el ordenador, al cual definimos tanto como la emisión de órdenes, como la puesta en orden, que complementa el término computador que expresa el tratamiento de la información. Se trata pues de un aparato de mando.

Al decir aparato, nos referimos a los enlaces originales que se establecen en una organización entre el tratamiento de información y las acciones de las áreas operativas. El aparato pues, dispone del poder para transformar la información en programa es decir, en constreñimiento organizacional. El aparato es pues computador (procesa información) y ordenador (que da órdenes que organiza el orden) el aparato capitaliza, monopoliza y programatiza la información. Es el organizador clave de la praxis. Entre más desarrollado esté, y más eficiente sea, entre más multiplique sean sus competencias, controles y mandos, tanto más desarrollará una eficaz praxis. La verdadera ambigüedad del aparato sólo se da a nivel de seres vivos y sobre todo en los seres antroposociales. Pero la idea de aparato nos permite extraer dos ideas unidas de manera compleja, complementaria y antagonista, la idea de emancipación y la idea de sojuzgamiento.

El aparato organizacional, en cuanto piensa, encuentra soluciones, elabora estrategias, concibe posibilidades de elección y toma decisiones, abre la primera puerta de la emancipación que es elegir. Pero la emancipación conlleva la idea de sojuzgamiento. En un cerbo-mecanismo, el sesor (que ordena) sojuzga al sistema o motor productor, y las retroacciones de este modifican el entorno sojuzgándolo, el entorno delimitado y sojuzgado, sojuzga a su vez, al sensor, quedando el sojuzgador sojuzgado.

A nivel de la organización antroposocial, además se dan otros dos tipos de sojuzgamientos, no hay que olvidar que el aparato organizacional desde su origen está sojuzgado por el poder que lo ha concebido, lo ha programado, lo ha finalizado, lo controla y lo manda. A su vez, la capacidad liberadora que el aparato imprime a la organización -al poder decidir el liberar al trabajador humano de las partes más problemáticas y pesadas de su trabajo- se convierte en constreñimiento sojuzgante que impone la razón tecnológica o procesal a la vida y al trabajo del hombre, y que ha sido ampliamente denunciada como "el sojuzgamiento del hombre por la máquina". La tecnología nos emancipa del trabajo, pero nos ata/impone su propia lógica. Así, en las organizaciones humanas coexisten emancipación tecnológica y sojuzgamiento informacional.

De este modo comienza a emerger el problema del aparato en toda su complejidad. El aparato está al servicio de un todo organizado, al servicio de su funcionamiento, de su praxis, de su protección y su existencia siendo lo que rige este todo organizado, pero que es también sojuzgado por su propia concepción teleológica y por los resultados de la operación del todo sobre el entorno y sobre sí mismo. A nivel antroposocial, el aparato se convierte en un instrumento de mando, término que traduce su carácter dependiente (con respecto al hombre que lo ha creado y gobierna) e imperativo (con respecto al sistema que gobierna) de ahí la necesidad de preguntarse también sobre el nivel antroposocial del mandato.

En fin, si es verdad que toda organización comunicacional supone un aparato en el sentido aquí definido, entonces el problema de la relación entre computación y acción, entre emancipación y sojuzgamiento, se plantea como asunto fundamental de la organización de la existencia de las sociedades humanas.

Los aparatos de control central no son los únicos sistemas de mando que existen a nivel biológico, los vegetales y muchas especies animales carecen de cerebro, sin embargo no carecen de control y de mando, la computación de estos seres parece ser resultado de la intercomunicación entre células en un sistema policéntrico y reticular. El propio cerebro humano en su complejidad es un aparato epicentral que opera por la interconexión de millones de células relativamente autónomas, de este modo el concepto de aparato central soberano debe ser superado por una concepción mucho más rica y compleja multipolar, desagregada, recursiva y, en fin como una totalidad activa. Así aparato central y todo, son interdependientes en una relación sojuzgante/sojuzgado/sojuzgante, donde cerebro y centralidad son indistintos para el todo.
 

"El Desertor"
José G. Posada
 

La ambigüedad: el aparato, el todo o parte del todo.

Aquí se plantea un problema, el aparato es el todo, o es una parte, la ambigüedad de sus funciones nos plantea la necesidad de explorar una teoría del aparato, muy necesaria tanto en su visión cibernética y biológica, como social y política.

Evolutivamente, la aparición de un aparato central conlleva una ambigüedad, ya que su aparición representa su emancipación y autonomía del todo, en tanto creador y organizador superior, apto para valerse del desorden, pero al mismo tiempo como sojuzgado al desarrollo y realización del todo. De hecho su desarrollo aporta el beneficio de sus competencias al todo, que llega a estar dotado de las cualidades del aparato. Pero al mismo tiempo de que su retroacción puede propiciar el desarrollo de las partes del todo, inversamente el sojuzgamiento de las partes se da al precio de una especialización irremediable de la subordinación, produce no sólo un agravamiento de la sojuzgación, sino además una dualidad y escisión profunda en la unidad del todo.

Esta ambigüedad abstracta y formal a nivel antroposocial puede llegar a ser existencialmente virulenta, un problema clave de nuestra existencia organizacional.

A nivel antroposocial, el aparato se presenta con un doble rostro. El estado, aunque constituido por seres humanos, sobrehumano, que sólo es una parte del todo social, pero que a la vez se presenta como el todo, como aquel que dota de sus cualidades al todo, como aquél que cumple una función de organizador de las estrategias de praxis dentro del todo, pero que depende del todo, y que a su vez, sojuzga al todo para sus fines. Así aparece simultáneamente como sojuzgado por el entorno del todo, defensor del todo, servidor del todo, sojuzgador de las partes del todo, y sojuzgador del todo para sus fines particulares. Es el estado-príncipe, piloto decisitor del todo social.

La relación mandato-comunicación ha sido siempre compleja, presentando caracteres complementarios, concurrentes, antagonis-tas, inciertos, rotativos, aleatorios, etc. La historia de la vida ha sido la historia de sojuzgamientos múltiples. La sobreviven-cia de seres vivos implica necesariamente el sojuzgamiento de su entorno. Hay sojuzgamientos en los ecosistemas, aunque los ecosistemas no son sojuzgantes en sí mismos, ya que care-cen de aparato central, y se organizan a través de las retroali-mentaciones de los seres vivos que los constituyen. Entre los seres vivos, hay sojuzgamientos mutuos, parasitismos, cadenas de interdependencias, cooperaciones, luchas, competencias, sumisiones, etc.

La aparición de la humanidad inaugura un nuevo tipo de sojuzgamiento, en y sobre la naturaleza. El hombre sojuzga al fuego, a los remolinos y los torbellinos, convirtiéndolos en motores, e incluso libera la energía del átomo, célula originaria de la vida. Pero la transformación de flujos y turbulencias naturales en motricidad sojuzgada no es más que un aspecto del sojuzgamiento de la naturaleza, más allá de parasitismos y simbiosis empieza un sojuzgamiento multidimensional del universo vivo, que va desde la explotación simple de las energías corporales, hasta el sometimiento, apareciendo las especies domésticas.

A partir de ahí el aparato neurocerebral humano sojuzga a otros aparatos neurocerebrales estableciéndose la relación amo/sometido. La obediencia puede ser impuesta por el constreñi-miento (esclavización), pero puede también engramarse y tomar valor de ley, programa, orden natural en el sometido, que queda así totalmente alienado al servicio de la ley, del programa, del orden, del amo.

Por lo demás, el sojuzgamiento masivo de las plantas (agricultura) y de los animales (ganadería), el sojuzgamiento de masas enormes de humanidad, y el surgimiento de la megamáquina social con su aparato central el estado, son concomitantes y correlativos. La megamáquina antroposocial está formada y desarollada por el sojuzgamiento generalizado de los seres humanos. El sojuzgamiento de lo vivo y humano es inseparable de la formación de un aparato estado computador y ordenador de lo social como una megamáquina.

La aparición del aparato de los aparatos, constituye una formidable metamorfosis organizacional con relación a todas las demás organizaciones sociales animales, homínidas y humanas arcaicas.

Las sociedades humanas funcionan siempre en dos polos de organización, un polo: el orden rígido que emana del aparato de estado (del poder), y el otro polo: el de la anarquía infraestructural de interacciones espontáneas y espontáneamente organizadoras. Incluso ahí donde reina el despotismo de un aparato dictatorial, existe la anarquía subterránea, casi clandestina que asfixiada por el aparato, nutre a lo social y lo hace escapar. Incluso ahí donde reinan los liberalismos más avanzados reina una esfera de orden rígido y coercitivo.

Orden y anarquía a la vez son ambivalentes. El orden puede ser: opresor y/o protector, dar libertades y/o prohibirlas, imponer la igualdad y/o desigualdades; el desorden, a su vez, puede ser: libertad y/o delincuencia, comunidad y/o concurrencia, expontaneidad y/o brutalidad.

Así, en el megasistema social se presentan de manera todavía esquemática y confusa las condiciones complejas, ambiguas, inciertas y dramáticas de la dialéctica sojuzgamiento/emancipación, nuestra intención no es reducirla a los términos máquina o aparato, tratamos de señalar la necesidad de contar con una comprensión del aparato desde una teoría de la organización comunicacional, (misma que aún no ha emergido), enfoque que ha sido escamoteado a la cibernética por su propio fundador.

Es necesario que se entienda que la idea de una teoría del aparato nos exige reflexionar de otra manera a la organización , para mejor comprender la dialéctica emancipación/sojuzgamiento, para ya no soportarla con resignación, ignorarla con arrogancia, negarla con simpleza, o, una vez más, creer servir a la emancipación sirviendo al que sojuzga.

Nuestra postura no ha sido ni de rechazo total, ni de un apoyo incondicional a la cibernética, permítasenos precisar nuestra postura. Empezamos por señalar que Wiener al aislar el ser físico de la máquina ha tenido el mayor acierto y el peor error, partimos de una crítica que nos permite fundamentar nuestra postura y propuesta y que no consiste sólo en detectar sus carencias, sino operar una inversión en su concepto de máquina y quebrantar su paradigma de mandato/comunicación. La aportación cibernética no consiste solamente en haber propuesto conceptos fundamentales como retroacción, bucle, regulación, finalidad, etc, y haberlas unido en el modelo mandato/ comunicación, sino el haber unido todos estos términos de manera organizacional dando nacimiento así a la primera ciencia general que tiene por objeto la organización física, biológica y antroposocial. Es la primera ciencia que observa un sistema físico, la máquina, no en función de sus elementos constitutivos, sino en función de su carácter organizacional.

Concebir así la máquina, implica introducir y reconocer la idea de organización, siempre rechazada o oculta en la física. Esta revolución profunda permaneció casi invisible, hasta que finalmente la idea de máquina se convirtió en el concepto marco de la descripción de la organización activa. Wiener omitió elaborar una teoría de la máquina, sin embargo hizo el extraordinario descubrimiento de la organización comunicacional, sin la cual no se podría pensar lo que es vivo, humano y social.

Finalmente la cibernética Wieneriana ha aportado un potencial de complejidad que tarde o temprano hará estallar el marco cibernético de modo que por obra del feedback negativo y positivo se puede formular una segunda cibernética (Maruyama, 1963.) Rehabilitando la dialéctica retroactiva, por otro lado, hablando de la complejidad de la causalidad, los conceptos de bucle y finalidad abren la vía a la causalidad mutua interrelacionada y sobre todo a la causalidad recursiva. (Von Foerster, 1974.)

Una cibérnetica tal, hace estallar los tabiques disciplinarios, y aunque es formal, no destruye el realismo, puesto que se aplica a los seres físicos (máquinas) y despliega la imaginación analógica que puede integrar la diversidad en su unidad sin destruirla.

Dicho lo anterior sobre sus aciertos, conviene observar que la cibernética ha seguido dos caminos diferentes, opuestos, contradictorios, uno, es el de la nueva visión que aporta complejidades nuevas en todas las cosas que toca, el otro, es el de la substitución de la simplificación por otra simplificación, señalándola como una fórmula maestra que resuelve todos los problemas. La cibernética ya tenía desde su origen un doble vicio de método, que terminó arrastrándola por el camino fácil de la simplificación, la reducción y la manipulación. La cibernética se ha modelado así, en los marcos de pensamiento y acción dominantes en lugar de dominarlos.

El reduccionismo estructuralista de descomponer el todo en sus partes, fue substituido por el reduccionismo del autómata (máquina artificial) al cual se remite todo tipo de máquinas organizadas, físicas, biológicas y sociales, es decir que se ha hecho del autómata el modelo universal, tal postura de hecho escamotea (borra) lo social pretendiendo una teoría físicamente pura, y de hecho puramente ideológica.

La cibernética carece de fundamento, le falta un principio de complejidad y un sustrato de organización, carece incluso, de una definición de máquina, que aunque Wiener señala la necesidad de una teoría de la máquina, se olvida de elaborarla por lo ocupado que estaba con las máquinas mandadas. Su concep-to de máquina está vacío.

La cibernética, al no desprenderse de la órbita ingenieril de la máquina artificial, no ha podido desarrollar la complejidad de ideas como retroacción, causalidad, etc, que había tenido el mérito de reunir, por el contrario, ha expulsado las ambigüedades, rechazándolas, terminando por entender por comunicación: transmisión.

A la cibernética le falta un principio de complejidad que le permita introducir la idea de desorden, por eso es incapaz de concebir la reorganización permanente (poiesis), el antagonismo, el conflicto por eso no puede concebir la originalidad de los seres-máquina naturales.

El formalismo cibernético tiene el mérito de unificar máquinas físicas, vivas y sociales pero, desubstancializa todo lo que toca, es incapaz de concebir el ser y la existencia. Le falta el sentido existencial, ecológico y organizacional. Para éste, no hay esencia (afortunadamente), pero tampoco hay existencia (su carencia), lo cual es muy grave cuando trata de abordar vida, hombre y sociedad, dando como resultado sólo un esqueleto al que le niega la vida.

Incapaz de introducir la vida en una máquina artificial, es muy capaz de introducir su ausencia de vida en nuestras vidas, y de ahi su debilidad en el plano teórico y lo aterrador del plano práctico.

Otra carencia paradigmática, es que la subordinación de la comunicación al mandato, le ha impedido concebir esta relación en su real complejidad, y por tanto, le ha constreñido a no concebir la organización biológica y la organización social, más que como sojuzgamientos. Es en lo social, donde converge toda la ceguera cibernética, el autómata es producto de la ingeniería, pero carece de la visión que le permita considerar su enraizamiento ingeniero-social, convirtiéndo-se así en un apéndice de una organización del trabajo sojuzgante y de una práctica tecnocéntrica y tecnocrática.

Ya en su versión más acabada, resulta de una insuficiencia escandalosa, es decir que pretende explicar todo lo que es organización, pero pretender la universalidad no es transdisciplinario sino autocráticamente sobredisciplinario. Cree detentar el monopolio del saber de la organización y de la organización del saber, pasa de la ingeniería al imperio, y desde ahí, lo mutilante se cree optimizante, la abstracción se llama racionalización, y la manipulación se llama información.

Peor aún, de la cibernética ha surgido una bulgata cibernetoi-de, donde términos como retroacción e información, convertidas en palabras maestras, en lugar de expresar su complejidad profunda, banalizan los problemas de la naturaleza y la cultura. De hecho se trata de una nueva forma industrializada del reduccionismo (que reduce a la organización viva a los principios organizacionales de la máquina artificial). Esta tendencia ya ha sido ampliamente denunciada como una cibernetización (Friedmann, 1970.) O como el cibernántropo (Lefebvre, 1967.)

El modelo del artefacto cibernético proyectado sobre la sociedad, es el modelo del sojuzgamiento íntegro, si bien emancipador con respecto a la energía, sojuzgador respecto de la información.

En efecto, tal visión extiende la vista del ingeniero industrial a la vasta esfera antropo-social y pretende naturalmente, redu-cirlo todo a un modelo de pretendida racionalidad como una máquina automatizada, funcionalizada, purgada de todos los desórdenes, optimizada, finalizada. La sociedad no es más que una vasta máquina que hay que funcionalizar. Al no ver el mandato del mandato, sólo puede servir a los aparatos sociales dominantes, los siempre fieles portadores de la información/verdad, servidores del bien público y del interés general. Argumentos y justificación del sojuzgamiento absoluto.

Es pues necesario un doble desprendimiento, físico y sociológico para el desarrollo de una ciencia de la organización comunicacional. Es necesario superar la cibernética en una co-cibernética o cobernética que por fin exprese su mensaje transformador, el descubrimiento de la organización comunicacional.
 

"La Anima Sola"
José G. Posada

La Cobernética

El paradigma cibernético es la unión maestra de dos conceptos:

Comunicación y mandato, para todos los razonamientos ulte-riores, ahora bien, esta relación no reveló, sino que ocultó la realidad propia del aparato y en consecuencia la problemática del mandato. El paradigma Wieneriano fue arrastrado por la simplicidad propia de las ciencias clásicas y por la forma tecno-industrial de la organización sojuzgante del trabajo. De ahí la subordinación de la comunicación al mandato, lo que significa que la organización comunicacional se establece necesariamente por el sojuzgamiento.

La idea de una comunicación que llegue a ser organizadora y creadora de informes, es decir de una organización donde la comunicación rija, es inconcebible según este esquema. En pocas palabras, el mandato ha ocultado la riqueza de la organización comunicacional, y la información ha ocultado la problemática de los aparatos, el poder está oculto, y la comunicación sometida.

LA CRÍTICA DE LA CIBERNÉTICA NECESITA PREVIAMENTE: una base de complejidad física ( el pleno empleo del concepto de desorden no sólo como fenómeno desorganizante, sino también como fenómeno organizacional) el desarrollo de la idea de bucle retroactivo u organización recursiva. La inversión del concepto genérico de máquina que se convierte en policéntrica.

La complejización de la relación mandato/comunicación, es decir, al mismo tiempo la intelección del complejo de relaciones: mandato/comunicación, sojuzgamiento/emancipación, aparato/organización/entorno.

A partir de ahora se puede considerar la relación mandato/comunicación en su carácter correlativamente recursivo y complejo, propio de la organización biológica:

Mandato------Comunicación
Mandato---X---Comunicación
Mandato<------>Comunicación
Mandato--->Comunicación (Reacciones para modificar el mandato)
Mandato (Organización cooperativa o comunitaria)--->Comunicación

La diversidad de las experiencias sociológicas puede ofrecernos alternativamente o en forma oscilante, los siguientes esquemas: Es delirante o sensato el considerar para una sociedad humana el modelo comunicacionista arriba indicado, de todas formas tendremos que integrar en toda organización comunicacional el problema del aparato. Así, toda forma de superación de la cibernética no sólo tendrá que aplicar la complejidad de sus propios conceptos, sino realizar una inversión de la soberanía del mandato en favor de la comunicación.

La idea de cibernética arte/ciencia del gobierno, puede transformarse en co-cibernética arte/ciencia de pilotear conjuntamente , donde la comunicación ya no es un instrumento del mando, sino una forma simbiótica y compleja de organización.

La idea de comunicación debe ser revisada y cuestionada en todas sus dimensiones organizacionales y existenciales, la comunicación es una idea capital para los organismos, los ecosistemas y las organizaciones antroposociales.

Bibliografía:

LEFEBVRE, H. Posición contra los tecnócratas. París. Gonthier. 1967.

MARUYAMA, M. The second cybernetics. American scientist. No 51 1974.

MORÍN, Edgar. El método. Tomo II. El método del método. Madrid. Cátedra. 1986. WIENER, Norbert. Cibernéticas, control y comunicación en animales y máquinas. FCE. 1976.


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