Suplemento Especial, Año 3, Enero-Marzo 1998

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El Quiebre Institucional en México
y las Tareas de Organización de la Comunicación.
 
Por: Lic. Jaime Pérez Dávila
ENEP Acatlán, CADEC
Este documento es la aceptación de una invitación de mis amigos y compañeros de trabajo, acerca de la necesidad de empezar a construir una vida académica al interior de la Universidad, de discutir los problemas que atañen a nuestro campo de estudio y de la necesidad de arriesgarse en la exposición de nuestras ideas y también, hay que admitirlo, de nuestros prejuicios.

La idea que propongo parte de una observación. En general, las cosas no están funcionando en este país o por lo menos no como nosotros quisiéramos (política, económica y socialmente). Esta que me parece una regularidad empírica, la veo desde una posición nada satisfactoria (visión que me determina y que hago explícita a fin de permitir ver al lector la parcialidad de mi enfoque, condición mínima de honestidad intelectual que me impone la Universidad), percibo en las personas que me rodean y en mí mismo, a pesar de que muchas veces no lo queramos admitir, un profundo escepticismo, desánimo y frustración. Esto no puede ser una condición de depresión personal o grupal, aunque, por supuesto, esperaría yo la respuesta de los optimistas a este artículo.

En un esfuerzo por comprender esta situación y vincular los problemas de la vida cotidiana con los problemas más generales de la sociedad (1), se me ha ocurrido la idea de proponer que en nuestro país las instituciones están quebrantadas, le llamo quiebre institucional, y esto, me parece grave.

Entiendo la idea de quiebre institucional, como la ausencia de un orden que tenga la capacidad de canalizar los eventos, fenómenos y comportamientos de la sociedad en el sentido de su desarrollo, satisfacción o solución de sus problemas.

La figura y el concepto de institución que utilizo, hace referencia a las construcciones hechas por la sociedad para establecer un modo específico de conducirse o solucionar problemas dentro de una colectividad, grupo social, etc.(2). Es la respuesta de la sociedad para evitar los riesgos que entraña el no saber como se va a conducir otra persona o grupo social y que eventualmente pueden ser perjudiciales para el conjunto de la sociedad. El acto de instituir es el acto de poner en orden un cierto ámbito de la vida social, a fin de asegurar una satisfacción o una respuesta para todos, sin depender de la voluntad o capricho de una persona o de un grupo. Una institución es a final de cuentas, una aspiración de racionalización de la vida social, y esto quiere decir, una organización que salvaguarde la vida de las personas en la sociedad. Evitar el caos es la finalidad última de una institución.

De esa forma, la familia y las reglas del parentesco permiten la cohesión y la continuidad de la familia; hablamos de sistemas de jerarquía (cuidado de los hijos - respeto a los ancianos), y de sistemas de reproducción sexual (reglas matrimoniales que eviten la degeneración genética). Otras construcciones importantes son las instituciones jurídicas, económicas y políticas. Las primeras deben de evitar la tentación de hacerse justicia por propia mano, la llamada ley de la selva. Las instituciones económicas tienen la responsabilidad de llevar a buen término la satisfacción de las necesidades y el desarrollo integral de la sociedad. Las instituciones políticas tienen la delicada tarea de ordenar lo más civilizadamente posible el acceso al poder, a fin de permitir la capacidad de conducción necesaria para orientar los destinos de toda una nación.

Hago este brevísimo recuento porque creo que las instituciones pertenecientes a estos tres ámbitos están profundamente perturbadas en nuestro país y en un proceso de deterioro tal que , o ya están en una situación de descomposición o están en camino de serlo.

Algunos episodios ( y ésta es la línea de investigación que es necesario diseñar para probar esta aseveraciones), nos dan alguna luz de lo que de hecho es una situación crítica de nuestro país.

En México difícilmente se puede aceptar que hay una "Estado de Derecho", un imperio de la ley y unas instituciones que se encargan de hacerla cumplir. El sistema jurídico en México, por lo menos durante todo lo que han sido los regímenes revolucionarios, no han existido ni funcionado a plenitud. Daniel Cosío Villegas hace mucho nos enseñó que en México no existe una división de poderes, y que tanto el Congreso de la Unión (poder legislativo), como los tribunales de justicia (poder judicial), permanecen subordinados al enorme poder del presidente (el todo poderoso ejecutivo) (3). De nada sirve un cuerpo de leyes si al final quien decide es el Señor Presidente de la República, y de ahí hacia abajo, pasando por todas sus áreas y jerarquías. De esta forma, quien más protegido está, es quien se encuentra o está más cerca del poder. Tener amigos en la Procuraduría o en la Policía Judicial han sido decisivos para poder salir del lío, y lamentable para quienes no los han tenido, independientemente de la culpabilidad o inocencia de los implicados.

En este contexto, dan risa las series de la televisión norteamericana cuando los policías, al capturar a un sospechoso lo primero que hacen es decirles sus derechos. Lo mejor que uno puede hacer en México es callarse, no por derecho, sino por prudencia, aceptar como se pueda un rosario de mentadas de madre, si es que el asunto llega a "la judicial", y rezar porque el problema no pase de ahí, porque ya en los separos quién sabe que pueda pasar.

En México la gente, en muchos casos, ha preferido arreglárselas por su cuenta, sin intermediación de la justicia, es preferible porque en presencia de la ley, todo se complica, por eso, si en un accidente de tránsito las parte no se ponen de acuerdo antes de que llegue la policía, el asunto ya se amoló, significa que todos van a salir perdiendo.

Institucionalmente la ley puede interpretarse de muchas maneras, para aplicarse a secas a mis enemigos, y de manera flexible a mis amigos. Es curioso, pero hasta donde he podido observar, los reglamentos y todo tipo de estatutos institucionales se sacan a colación cuando aflora algún conflicto, y no precisamente para dirimir la cuestión en términos de justicia, sino para acabar con el oponente.

Hay algo más grave aun, a últimas fechas, todos hemos sido testigos de un resquebrajamiento importante de las instituciones de justicia: Por un lado, la infiltración de que han sido objeto las corporaciones policiacas por el narcotráfico, desde policías hasta altas y orgullosas esferas de los mandos militares. El caso del General Gutiérrez Rebollo no es sólo un deshonor para el ejército mexicano, lo es también para todos nosotros, para todo el país ¿Cómo es posible que uno de nuestro principales bastiones de soberanía pueda ser vulnerado y avergonzado de esa manera, y el honor militar, tan recio y sólido, pulverizado?

El problema no es tan sencillo, habría que preguntarnos si nosotros podríamos aguantar presiones y tentaciones de esa magnitud. Si somos sinceros y contestamos que no, entonces el asunto no es un problema de moral, puede ser un problema de debilidad y vulnerabilidad institucional en el que puede ser más fácil violar la ley que aplicarla. Si este es el caso, entonces el cambio de hombres y de funcionarios es y será insuficiente, a todos se les llegará al precio o se les encontrará el punto débil para presionarlos. La pregunta para los científicos sociales es ¿Por qué el narcotráfico es más poderoso? ¿Por qué ha sido tan exitoso y las instituciones jurídicas tan impotentes ante esta fuerza?(4)
 

"Los Siete Vicios"
José G. Posada

Otro hecho insólito para la justicia mexicana, es la utilización de videntes en investigaciones policiacas importantes en el esclarecimiento y comprensión de los escenarios políticos del país. Nuestro sistema jurídico, no conforme con no tener policías profesionales, ahora echa manos de brujos. La justicia es un asunto delicado, podemos culpar a inocentes, se necesitan pruebas a favor o en contra, no se puede permitir el uso de tamañas subjetividades. Los fanatismos de cualquier signo han cobrado ya históricamente una cuota muy elevada de sangre a la vida y a la dignidad humanas. El caso de los videntes fue cómico, pero también vergonzoso. El asunto es ¿Por qué no hemos invertido en la profesionalización científica de la investigación policiaca? ¿Por qué no creemos en la recabación de pruebas para una mejor procuración de justicia o porque no creemos en la ciencia? En ambos casos, la situación es como para poner los pelos de punta. Mi escepticismo y la terrible sensación de desamparo que da el tan solo pensar en la posibilidad de caer en manos de la justicia mexicana, me hace pensar que las instituciones jurídicas están quebrantadas. Por supuesto, la crítica que espero para relativizar este punto de vista es la de los abogados, con ellos se puede elaborar una imagen más completa de este asunto.

En relación a las cuestiones económicas, quisiera compartir una experiencia que me ha dolido mucho. Recientemente tuve la oportunidad de ir a un viaje a Canadá, y por supuesto, vivir el contraste entre el desarrollo y el subdesarrollo es triste, pero no es lo más impactante, de una o de otra manera, la televisión nos ha acostumbrado a convivir, aunque sea visualmente, con el desarrollo de la América del Norte. Lo impresionante fue descubrir que en la Ciudad de Toronto, todas las oficinas y comercios cierran a las cinco de la tarde. Ese día había un juego de béisbol y una multitud se dirigía quitada de la pena al modernísimo estadio para presenciar el encuentro. En los letreros de alguno comercios se leía el horario de trabajo: De nueve de la mañana a cinco de la tarde; y todos con horario para comer, alrededor de las dos de la tarde, a esa hora, todos los restaurantes estaban llenos. Creo que ésta es una buena vida, hay tiempo para disfrutarla, toda la tarde de todos los días de la semana, y esta circunstancia no ha mermado confort económico, por el contrario, parece que acumulan. El producto de su trabajo es ostensible en su país y en sus ciudades, en sus carreteras y en sus calles, en sus edificios, en sus casas y en sus personas.

En México no hay nada de esto, aquí existe mucha gente, muchísima, que trabaja hasta altas horas de la noche, y trabaja también sábados y domingos, y se la puede pasar trabajando así durante varios años, y a cambio, realmente se obtiene muy poco. Esto es una salvajada, nuestro trabajo, nuestro desgaste emocional y físico, no la vemos reflejado en ningún lado, ni en nuestro país, ni en nuestras ciudades, ni en nuestras personas. Eso no es todo, creo que por lo menos en la Ciudad de México, este trabajo es hecho en condiciones de barbarie. Para transportarnos por ejemplo, tenemos que invertir una hora de camino, si somos privilegiados y vivimos cerca de nuestro trabajos, los que no, pueden hacer dos o hasta tres horas. Las rutas son increíbles: Los Reyes - Naucalpan, Texcoco - Churubusco, Zumpango - Naucalpan, San Jerónimo - Atizapán, Cuautitlán - Perisur, sólo para hablar de los caminos de mis amigos y de gente conocida.

En estas condiciones los niveles de productividad y de estudio necesariamente deben disminuir, pero lo más grave es que descienden también y muy dramáticamente, los niveles de calidad de vida, no le ganamos nada a ella, nuestra existencia diaria nos come, la gratificación de nuestro espíritu es hecha a un lado, y este sacrificio puede estar sentando las bases de una inmensa depresión, frustración y autodesvalorización colectiva. En un ambiente así, la violencia puede constituirse en un remedio catártico.

Soy otro más que lo dice, nuestro país ha fracasado en el intento de adquirir una prosperidad económica. No la tenemos, hemos tenido en doscientos años de vida independiente y en las últimas décadas hemos ido de mal en peor. Las salidas a esta crisis, según lo dio a conocer Jorge Castañeda en un programa del noticiario Monitor de Radio Red, no se vislumbran sino a veinte o treinta años. Esto es escalofriante, las generaciones actuales estamos perdidas, no tenemos presente, ni tampoco futuro. En veinte o treinta años, mis alumnos y yo habremos pasado los mejores y más productivos años de nuestras vidas, para ese entonces tendré 65 años y mis alumnos actuales 50. Hay que denunciar estas categorías económicas de largo plazo; para un análisis económico puede que no signifiquen nada, pero para nosotros son por lo menos inhumanas, aclarando que esta expresión es el resultado de una gran esfuerzo por guardar las formas y el respeto.

Toca a los economistas explicar el porque de este desastre y proponer soluciones rápidas: En el "ahorita plazo". Por mi parte, quiero insistir que en este campo económico, independientemente de la corrupción y de las malas decisiones (el error de diciembre), también deben de existir fallas de corte institucional. Sólo dispongo de algunos ejemplos al respecto. El primero es desde la perspectiva de un contribuyente: es tan difícil pagar impuestos, que es necesario contratar a alguien para que lo haga por nosotros, toda una industria de contadores se ha generado por los laberínticos caminos impuestos por la Secretaría de Hacienda.

En muchas instituciones públicas ocurre lo mismo, evidente sobre todo en oficinas donde se tramitan las licencias de manejo, en las cuales uno tiene que pagar en forma no oficial para ser atendido rápidamente; existe también en los despachos de asesoría de tesis profesionales, ante la profunda ineficiencia de las instituciones educativas que no logran titular a sus egresados o que tardan ocho años en aprobar un plan de estudios y un año para pagar a un profesor de nuevo ingreso ¡Caramba! Una institución así, sí que debe de tener problemas. Las dificultades igualmente existen en instituciones públicas de salud que no logran atender a sus derechohabientes, los cuales se ven en la necesidad , cuando pueden, de acudir a los servicios de los médicos particulares, y al revés, los médicos se ven obligados a trabajar o les conviene trabajar fuera de los horarios institucionales para completar o subir sus ingresos; ocurre asimismo, en las pocas empresas públicas que subsisten y cuya lógica no es la de la productividad, sino la de escalar el poder y también en las empresas privatizadas que no sólo por cambiar de régimen de propiedad van a ser eficientes.

Esta maquinaria institucional distorsionada también es visible en la enorme cantidad de científicos, técnicos y profesionales que requiere el país, y en la poca capacidad del aparato productivo en la generación de los empleos suficientes para los cientos o miles que egresan de las universidades cada año. Esta es una locura, se paga por la formación de profesionales que no se va a ocupar aunque éstos sean insuficientes para las necesidades del desarrollo nacional (5)

Estamos generando personas esquizofrénicas, en la universidad criticamos a los estudiantes, les decimos flojos y les exigimos trabajo, y no podemos hacer otra cosa más que esto; les decimos que es la única manera de llegar lejos, y cuando salen, les dicen que no aprendieron nada útil y que no sirven para nada, después de veinte años de por lo menos ir a la escuela ¿Qué ocurre con todos ellos? Los más afortunados se refugian en el negocio familiar, algunos otros consiguen una buena palanca, otros más sí se logran colocar, otros se la pasan insistiendo toda la vida, y otros, se dedican a actividades diferentes a las de su carrera: ventas y trabajos de oficina sobre todo, si no es que de plano acuden a la economía informal como lo han hecho tantos mexicanos.

Esto último es un verdadero fenómeno de ausencia de institucionalidad. El comercio ambulante parece que es la actividad económica más pujante; es la salida para trabajar (6) (yo mismo lo hice durante algún tiempo), es la salida para vender, es la salida para comprar. El comercio formal es carísimo, te carga todo, pero también es un hábito, a veces, el precio es el mismo, pero por cercanía, por gusto o por una cuestión centenaria de tianguis, preferimos comprar en las calles. Pues bien, todo esto no está reconocido o no se le quiere reconocer plenamente, tratando de ir la fondo del asunto, concibiendo las calles, la costumbre y las necesidades de otra forma. La actual institucionalidad económica no lo puede hacer. Tratar u obligar a ajustarse a lo que existe es no resolver el problema, estas soluciones siempre redundarán en insatisfacciones y pleitos, algunos han desquiciado ya a la Ciudad de México.

Se requiere de un nuevo arreglo, el actual es inoperante, todos los casos anteriores parecen decirnos que para que las cosas funcionen se requiere de una estructura adicional para hacer posible el movimiento de la otra estructura oficial que puede ser muy grande, es el caso de las instituciones públicas (verdaderos monstruos de burocracia), o de plano decidir habitar de lleno la informalidad con todos los riesgos de abuso y de violencia que trae aparejados una forma no reconocida y azarosa de trabajar y de interactuar.

"Los Fifis"
José G. Posada
 

Esto no puede seguir igual, en el caso de las dobles estructuras hay un dispendio de energía y en el caso de la informalidad hay esfuerzos contrapuestos (comercio ambulante vs. comercio organizado) ¿Cómo vamos a crecer así? Construyendo motores que hagan funcionar a otros motores. Esta no es un dinámica de eficiencia y productividad, es un acto de simulación, de no reconocer que hay una serie de intereses y de actividades no satisfechos, enfrentados y sin encauzar debidamente, que están debilitando al país porque el actual orden institucional no le puede hacer frente ¿Cómo construir esta nueva institucionalidad económica? Es una tarea que les corresponde a los economistas, junto con la participación de todos los actores económicos. Las ideas no faltarán, pero no veo que sea algo que se esté haciendo, las inercias son muy fuertes, tanto como la centralidad de las opiniones económicas (neoliberales vs. los no neoliberales), no hay un intento serio de articulación de los intereses y de las opiniones, de construcción de un espacio consensado de toma de decisiones, de configuración de un aparato productivo sin gasto excesivo y sin filtración de energía; integrado, solidario en todas sus partes y hacia todas sus partes, que vaya como un conjunto en una misma dirección. He aquí el quiebre institucional que mis ojos no económicos ven en la economía. La tesis misma de Jorge Castañeda de salir de la crisis en treinta años, deja un espacio de incertidumbre muy amplia: se saldrá sólo si el país cuenta con un proyecto económico compartido por toda la sociedad… Pero… ¿Y si no tenemos proyecto? o ¿Lo tenemos pero no es compartido? … ¿Que nos va a pasar? …

Sobre el ámbito político ¿Qué más podemos decir? Hay muchos conceptos, comentarios y afirmaciones que describen o explican todo lo que nos ha sucedido. De todo este cuerpo conceptual recuerdo muy vivamente un comentario de Carlos Fuentes publicado en La Jornada hace aproximadamente dos años y que sirve aquí para ilustrar el sentido de este artículo. Este escritor decía más o menos así:

"…cuando la violencia estalla en un país, es que la política ha fallado…"

Y vaya que la política falló: mataron a un candidato presidencial del PRI y a un alto dirigente de ese mismo partido político, y en ambos casos se han manejado como presuntos implicados, los nombres de funcionarios públicos de primer nivel y de representantes del Congreso de la Unión, diputados y senadores. Nuestras más importantes instituciones políticas hechas pedazos.

Lo anterior en el mundo de la política oficial, porque en los terrenos de la no oficial, estuvimos a un paso de la militarización y de la represión en todo el territorio nacional. Violencia sin más.

Las reglas del juego político están resquebrajadas, no sólo las escritas, sino las no escritas. Ahora son las viejas reglas del juego político. Si el país no llegó a un escenario de guerra civil es porque, creo, existieron chispazos de prudencia y de racionalidad de todas las partes involucradas. Si atendemos a la historia del equipo de Manuel Camacho Solís, la guerra hubiera estallado de no haber sido por las discrepancias en el equipo de gobierno de Carlos Salinas y la aceptación de éste a negociar con los zapatistas. El gobierno federal estuvo a un centímetro de dar la orden, sólo eso faltó para emprender una gran ofensiva militar en contra de los guerrilleros. En esta visión, casi fue un milagro haber detenido esta escalada de violencia oficial. Pero esto sólo relata la historia de una parte, porque ¿Qué hubiera ocurrido si los zapatistas, con toda su historia de radicalización y de desconfianza, y las seguramente enormes presiones y contradicciones internas, se hubieran negado a negociar con el gobierno federal? Una situación de inseguridad particularmente grave es la que estaríamos viviendo.

Pero es aquí donde hay que insistir que México no puede depender de esos chispazos de racionalidad y prudencia, el área de incertidumbre se vuelve inmanejable y nosotros no podemos vivir así.

Afortunadamente las cosas han cambiado con los resultados de la elección del seis de julio, pero esto ha ocurrido porque se ha hecho una transformación y una reestructuración institucional de proporciones. El IFE de las antiguas elecciones, no es el IFE de las elecciones del 97. Estrenamos una nueva institución, una institución ciudadanizada, con presidente y consejeros ciudadanos, con instancias ciudadanas y participación ciudadana. Estas son las características de lo que pueden ser los nuevos tiempos, porque ninguna instancia de gobierno, ni ningún partido hubiera podido garantizar unas elecciones tan poco impugnadas.

Este es el problema ¿Cómo se va a gobernar ahora? ¿En serio se piensa que el cambio de gobierno, el acceso al poder de un partido o de otro partido, era lo único que faltaba para resolver los males de este país? ¿Y si también se equivocan? ¿Y si los diferentes segmentos de población que votaron por otros partidos están resentidos y no los ayudan, y por el contrario, los boicotean? O bien ¿Si el nuevo equipo de gobierno, con todo lo preparados y brillantes que sean no tienen ni solución, ni respuesta para todas las necesidades y todas las demandas? O incluso ¿Qué tal si los dineros públicos no alcanzan para resolver los problemas? ¿Un nuevo gobierno, el que sea, es capaz por sí solo de resolver todas las carencias y todos los formidables atrasos de este país?

Yo creo que no, ojalá que alguien me lo pueda explicar de otra forma, pero una nación no funciona sólo con el gobierno o sólo con la sociedad, se necesita de una acción monumental, gigantesca, de una acción social y de un eje coordinador de esa acción. Una organización social de ese tipo no existe en México. El ejecutivo, en todos sus niveles, está acostumbrado a decidir, la población a pedir y a no actuar, a menos que sea una cuestión de sobrevivencia, como en los terremotos de 1985.

Esta peculiar característica, si no me equivoco, se la dio Calles a nuestro país cuando empezó a concentrar todas las actividades políticas y económicas en las instituciones del Estado (PRI, Banco de México, etc.), y de ahí hasta los gobiernos de Miguel de la Madrid. Consecuencia, todo lo otorga y todo lo hace el Estado Mexicano. Este esquema funcionó en su momento, pero ahora que la sociedad es mosaica y los problemas y necesidades tan diversificados ¿Esto es correcto? ¿En serio sigue sirviendo a las necesidades del país?

No tengo los datos, pero mi impresión es que ni todo el erario público sería suficiente para resolver los problemas de salud y de educación, por no mencionar los del medio ambiente, empleo, servicios públicos, etc. etc. etc. Menos con los compromisos contraídos por una deuda pública a no sé cuantos años.

Esto parece una condena, pero los partidos políticos insisten en descalificarse mutuamente. Vicente Fox ya lo empezó a hacer con el PRD dos días después de la última elección, como si esa fuera la respuesta para desarrollar a México. Y cuando digo esto me refiero a todos los partidos.

En las actuales condiciones de diversificación social creo que el problema no es ver cuál programa político es el mejor, sino quién está dispuesto a articular los diferentes intereses de la sociedad mexicana. Los tiempos de decisión unipersonal del Presidente y sus Secretarios de Estado han pasado, por muy sabios que sean, no tienen la capacidad para resolver sobre problemas de tan diferente naturaleza, sólo para descubrir tiempo después que a unos se les dio gusto y a otros no, o que el problema se resolvió en parte pero que aparecieron veinte más. Se necesita una nueva institución de gobierno, en el que los diferentes problemas sean atendidos por colegios de especialistas y consensados entre todos los actores, grupos u organizaciones sociales involucradas. Experiencias así ya se han dado, en la Ciudad de Montevideo por ejemplo, en donde existe un comité que resuelve sobre los asuntos de urbanización de la ciudad y también están las declaraciones de Camacho Solís en relación a la necesidad del Gobierno del Distrito Federal (y de hecho de cualquier Gobierno Estatal, Federal o Municipal) de atender y articular a la multitud de grupos sociales que existen en la ciudad. Ni modo, México se hizo complejo.

Pero tampoco veo que esto se esté haciendo. Es más, la democracia misma lograda el seis de julio todavía es muy endeble, como nos lo dice Luis Rubio, falta una existencia cabal de …

"cinco condiciones, interconectadas y mutuamente autorreforzantes, son: a) las condiciones que permiten el desarrollo de una sociedad civil libre y vigorosa; b) la existencia de una sociedad política relativamente autónoma y reconocida por la sociedad en general; c) un estado de derecho - el reino de la ley - que garantice las libertades y derechos de los ciudadanos, así como su plena independencia para desarrollar una vida política plena; d) una burocracia gubernamental y un servicio civil capaces de funcionar eficientemente con diversos gobiernos, al margen del estilo, ideología o características de éstos; y e) la existencia de una sociedad económica institucionalizada…".

Sobre estas condiciones, y sólo para ilustrar las dificultades con las que se encuentra la construcción de la democracia en México, cabe decir que tengo algunos amigos, ciudadanos comunes y corrientes, que están disgustadísimos por el triunfo electoral de Cárdenas en la Ciudad de México, y que con gusto hubieran avalado el uso de prácticas fraudulentas del PRI el día de las elecciones … ¡Vaya! …eso de que nuestra sociedad tiene vocación democrática está por verse, y más allá, el hecho es que se ve francamente difícil la existencia de un proyecto común, y sin ese proyecto, es casi imposible conjuntar esfuerzos para sacar al país del atolladero.

¿Será acaso entonces que en serio, el país está condenado a ser eternamente subdesarrollado, jodido, como siempre hemos estado?

Si creemos en maldiciones, estamos perdidos, no hay nada que hacer. Si creemos en un proyecto de razón, a pesar de todos los desprestigios de la posmodernidad, entonces hay mucho que hacer. Pero si la realidad nos hecho escépticos, desconfiaremos profundamente de este proceso de cambio.

De vez en cuando soy supersticioso, pero no tanto, sí creo en la perspectiva de que es el hombre quien hace la historia, de que no tenemos un destino predeterminado, aunque si alguno nos llega, fue porque finalmente así nos lo construimos; los responsables de nuestra situación somos nosotros, aunque sean los otros a quienes les echemos la culpa.

Mis posturas académicas están sustentadas en la profunda emoción que despierta en mí el proyecto de modernidad, ha sido el contexto de mi formación, de ahí que piense que podemos cambiar las cosas. Es en este marco en que se desarrollarán algunas de mis propuestas. Sin embargo, también estoy muy desencantado, las cosas casi nunca resultan conforme a proyectos, deseos y expectativas. El ser humano ( y por supuesto todos estamos implicados ), me parece ahora veleidoso y conformista, a veces plenamente incompatible con cualquier clase de proyecto. De ahí que perciba una tensión, contradictoria, ambigua, paradójica, entre mis propuestas e inclinaciones intelectuales, y lo que se puede esperar del país, que para acabar pronto, no es mucho.

Mis propuestas y críticas siguientes están en ese escenario de tensión conflictiva. Son hechas desde la racionalidad y para la racionalidad, el problema es que el mundo existente a veces no es nada racional, por lo que entonces, cualquier tipo de crítica es poco pertinente, y cualquier tipo de proyecto, improcedente. Veamos.

1.- Necesitamos darnos cuenta del hoyo en el que estamos. No verlo como algo normal, sino como algo extraño. Extrañarnos, esa es la palabra ¿Por qué estamos así?

A esto, algunos le llaman conciencia, a mí me gustan más los conceptos de lucidez y de revelación, porque en verdad se trata de circunstancias de claridad y de comprensión intensas, no son frecuentes, son apenas unos chispazos, pero son decisivos para aceptar lo doloroso, tomar decisiones y si es necesario, cambiar de curso, a menos que sea absolutamente imprescindible seguir en línea recta. Esta es una condición que puede revolucionar a un país si se da colectivamente, es como decir ¡Alto! Seguido de un … ¿Qué… estamos… haciendo?… y proceder posteriormente en función de nuestros más profundos deseos; es acabar de tajo con la simulación, de hacer como que hago o mostrar como que acepto; es hacer al país uno solo, sin reservas, para evitar que se amarre o se atasque, como lo está actualmente.

En la historia hay ejemplos así, no todos afortunados, ni aceptables, pero quedan como vistazos de las poderosísimas capacidades de una nación: Uno de ellos es la Alemania de los años treinta, que reconstruyó a un país de la ruina en menos de una década; otro es Japón, quien también se levantó de la destrucción para convertirse en una de las superpotencias económicas, y otro caso, fulgurante, es el del propio México, que hizo funcionar a la recién nacionalizada industria petrolera, a pesar del boicot técnico y económico de las superpotencias de entonces.

Pero he aquí el problema, en México parece que vivimos una gran inercia, y es inevitable pensar que confundimos lo urgente con lo fundamental; lo que nos duele epidérmicamente, con lo que en el fondo queremos ser. La gran pregunta para el país es ¿Y qué es lo que queremos ser?. Además (y aquí empiezan las críticas y autocríticas), eso de las revelaciones es esotérico, en México no se está dando una situación de evaluación-reflexión y decisión colectiva acerca de lo que queremos ser, es una circunstancia demasiado racional, de modo que hasta podemos pensar que aquí no pasa nada ni va a pasar nada.

Me confieso, sobre este asunto tengo una gran cantidad de dudas. Esta opción racional parece poco operativa e inviable, el supuesto, y éste es el punto débil, es pensar a la gente como prudente, reflexiva y congruente ¿Existe esta gente? ¿Quién no hace las cosas, la mayoría de las veces con corazón e intestinos? Esta es una maraña de quinta dimensión en la que de verdad hay críticas para todo el mundo, claro, desde la posición de la racionalidad: para los que intentamos estudiar y para los que aspiran a gobernar a nuestra sociedad, por nuestra profunda incapacidad para entender a la gente. Con frecuencia, lo único que hacemos cuando esa gente niega nuestras concepciones o hipótesis, es descalificarla, "pueblo bicicletero" decimos, mediocre y/o enajenado. En política ocurrió con la izquierda y con la derecha, "… pinche pueblo, después no te quejes…" se escribió en algunas de las bardas de la Ciudad de México. El PAN no se quedó atrás, sacó numerosas calcomanías que decían "…A mí no me echen la culpa. Yo no voté por el PRI…". Ocurre ahora con el partido oficial, en la interpretación que dan de las elecciones de l997 "… los electores del Distrito Federal escogieron mal al votar por el PRD…". En todo caso, no hay análisis, sólo la necesidad y la intolerancia de ver confirmada nuestra ideología, nuestra manera de ser, nuestra forma de vivir.

Pero a nuestra gente también le toca lo suyo, insisto, desde un punto de vista racional, porque su autocomplacencia, su falta de autocrítica y de participación, su complicidad, su desdén por el país que no sea 15 de septiembre o un triunfo de la selección nacional, han dejado avanzar todos estos problemas. Cuando pienso en todo esto, no dejo de pensar en una imagen propuesta por Luis González de Alba al referirse a nuestro pueblo, a quien, entre otras caracterizaciones, le atribuye una visión del deporte que consiste en ver el fútbol los domingos en la televisión, con un plato de carnitas y un cartón de cervezas, es decir, un pueblo panzón y chelero que se queja de las derrotas ante Brasil o Alemania, pero eso sí, la culpa la tiene el gobierno.

No sé que vaya a pasar, después de todo, la aspiración del desarrollo o de la construcción de una nación fuerte puede ser un supuesto, una idea no compartida, y si es así, entonces, nos merecemos el subdesarrollo.

2.- Necesitamos cambiar de estrategias, no podemos seguir igual, no podemos seguir insistiendo en transitar el mismo camino, en continuar trabajando de la misma manera y persistir en los mismos tipos de organizaciones y procesos ¿Por qué demonios no cambiamos nada? ¿Por qué insistimos tercamente en seguir insistiendo y haciendo lo mismo cuando en general todo lo que hemos hecho ha fracasado? Nuestras estrategias necesitan reajustes, adaptaciones, reorientaciones, y fuertes, valientes, viriles. Sería una necedad, una ignorancia o una falta de visión o las tres no hacerlo.

Hay que cambiar, y los cambios más importantes, creo, tienen que ver con las actitudes y expectativas de los individuos, e igualmente, con una reconfiguración del trabajo o de los vínculos que se pueden establecer con la sociedad.

Sobre nuestras actitudes, hay que decir que hemos generado una dependencia excesiva de las instituciones del Estado y de la iniciativa privada: Nos la pasamos pidiéndoles trabajo, y si no hay, pues entonces se nos cae el mundo. Esta debe ser una táctica temporal y de corto plazo, no una estrategia de vida ¿Por qué insistimos en hacerlo? Y más todavía ¿Por qué en organizaciones que pueden estar fracasando en la organización del esfuerzo social para salir de la crisis y hacer crecer a México? El ideal sería que la propia gente se pudiera autoemplear. Claro, hay obstáculos serios para esto: Burocráticos, crediticios, políticos, etc., pero también es cierto que es más fácil pedir trabajo que crearlo; es más fácil que a uno le digan lo que hay que hacer, que tener la enorme responsabilidad de decidir lo que hay que hacer. Es evidente que hay empresarios, directivos y funcionarios abusívos, pero también siempre resultará más cómodo criticarlos.

Otro cambio de estrategias es empezar a trabajar con la sociedad. Los problemas creados en México son tan descomunales, que sólo un esfuerzo de dimensiones sociales es capaz de arreglarlos. Las fuerzas del Estado y de la iniciativa privada son fundamentales pero insuficientes. Es necesario que la sociedad se organice y participe, una acción social coordinada puede significar un avance de años. Pero esto no existe, a cambio, existe recelo, desconfianza, exclusión y descalificación del otro ¿Cómo vamos a trabajar juntos si todos quieren tomarnos el pelo, o están organizando conspiraciones contra nuestras personas y trabajos? O también ¿Cómo vamos a trabajar juntos si todos son unos tontos? Bueno, pues si no lo hacemos, iremos a un callejón sin salida, si no somos capaces de platicar, de ponernos de acuerdo, de aceptarnos, de revalorarnos, de darnos muestras de buena voluntad, de confianza y amistad, entonces, no sólo seremos ineficientes e improductivos, sino que estaremos estableciendo las condiciones de la desintegración nacional. Si siempre intento sacar ventaja o considero que el otro es es un incapaz que no vale la pena, el escenario será de conflicto y lucha, y a largo plazo, de agudizarse estas contradicciones, hasta de guerra civil.

En fin, igual y la nación mexicana también es un supuesto y nosotros, los que vivimos en este territorio simbolizado por el águila, la serpiente y el nopal, a lo mejor no queremos ser nación, y engañarnos con la idea de que sí queremos, es lo que no nos deja ser. En estas circunstancias cabe preguntar, en serio ¿Cuál es nuestra identidad? De hecho ¿Acaso tendremos una? ¿Y si tenemos varias, por qué insistir en tener sólo una? Como se puede observar, esos acuerdos elementales que debería de tener un país parece que no los tiene eso que llamamos México.

3.- Nuestra especialidad tiene que hacer algo, y lo tiene que hacer en este contexto. Si las actividades y los estudios de comunicación no hacen nada en función de resolver estos problemas que me parecen fundamentales para la sociedad mexicana, entonces nuestro saber y nuestra especificidad profesional son completamente inocuos. Las respuestas que demos en ese sentido deben ser mucho más completas, y tal vez hasta más pertinentes, que el solo informar a la opinión pública (actividad periodística) o construir una buena imagen para las instituciones (actividades de publicidad, propaganda y relaciones públicas). Y deben asimismo, ser mucho más hondas y vivas dentro del tejido social, que el sólo impacto, a veces superficial, de los medios de comunicación (7). Comentario aparte, a veces parece que los estudios dentro de la carrera de comunicación van de un lado y los acontecimientos y acciones sociales van por otro completamente distinto. No es raro entonces que se genere dentro del campo un sentimiento de insatisfacción, al considerarnos como poco o de plano completamente irrelevantes para el desarrollo de la sociedad mexicana.
 
 

"Los Fifis"
José G. Posada

Pues bien, quise desarrollar este escenario de orden institucional (no estrictamente político, económico y jurídico), en principio, porque me parece que no está lo suficientemente reflexionado. El no considerar este marco puede ser una amenaza que nos puede hacer caer de nueva cuenta, porque no se trata simplemente de cambiar un gobierno por otro, una política económica por otra, se trata de actualizar, reestructurar, transformar, adaptar o reorientar según se necesite, las formas, procesos y organizaciones de nuestra actuación. El mejor plan económico, político, judicial, educativo, etc., puede fracasar si no es compartido, y las diferencias sociales y culturales respecto a la forma en como funcionan y están organizadas nuestras instituciones puede ser de tal de magnitud, que un escenario posible es que este quiebre institucional conduzca al país a una situación de mecanismo trabado, por no decir enfrentado; mecanismo al que se le puede echar más gasolina (energía y recursos), pero sin resolver en esencia la obstrucción a la que está sometido, lo que a la larga redundaría en la descomposición o por qué no, en el estallamiento del propio sistema.

Dicho en otras palabras, propongo que estamos viviendo una situación de fragmentación social, cultural, económica, política, etc., y que las instituciones (públicas y privadas), construidas centralizadamente en los periodos posrevolucionarios, no son aptas ya para hacerles frente a las características de diversidad y de complejidad que tiene la sociedad y los mismos problemas de la realidad mexicana.

Esta desarticulación es un problema, es un ingrediente que puede volvernos socialmente incapaces para hacer cosas (8).

Pues bien, igualmente sugerimos que, en una situación de esta naturaleza, la comunicación es imprescindible. Puede ser la única forma que los seres vivos han encontrado para disminuir las distancias, comprender y hacer relativas las diferencias, y si no es posible esto, entonces por lo menos articularlas, lo que equivale a no negar el derecho a ser diferentes.

Las definiciones de comunicación apuntan en esta dirección: Evocar en común (9), compartir y coencontrarse (10). Es el mejor instrumento no sólo para convivir, estar bien con el otro o los otros, sino para desactivar un conflicto, aclarar los malos entendidos, frenar y corregir la disolución. Si la institucionalidad falla, queda todavía un último recurso muy poderoso: el diálogo, la negociación, la concertación, que desde este punto de vista no tienen nada de cuestionables, por el contrario, son vías eficientísimas de solución de los conflictos, como decíamos, es el último chispazo de racionalidad…

"… ocurre cuando los sujetos, confrontados en un conflicto, estiman preferible pagar los costos de una transacción, que los costos de un enfrentamiento…" (11)

Si falla la comunicación falla todo, se vive entonces en la antesala de una guerra. Y esto puede ocurrir en la familia, la escuela, el trabajo y el país. Vista de esta manera, la comunicación puede constituirse en una verdadera tabla de salvación.

Hay más, la teoría sociológica y la teoría de la comunicación, al examinar las interacciones profundas que existen entre comunicación y sociedad, han encontrado que es precisamente la actividad comunicativa un elemento fundamental de constitución de la sociedad, que alimenta y genera acciones, incluidas las acciones productivas.

Marx y Engels en su ya clásica ideología alemana, afirmaron que el lenguaje (la comunicación), es el producto de los apremios de la relación entre los hombres, y entendemos que se trata de los apremios del hombre por estar vinculado con otros hombres (conciencia de la necesidad de entablar relaciones), y de los apremios por organizar un trabajo que produzca los bienes necesarios para la satisfacción de las necesidades humanas (conceptos de producción y división del trabajo) (12).

Vaya cosa tan fundamental y tan concreta, la comunicación como condición de productividad. Paradójicamente, éste es un aspecto no desarrollado por los enfoques marxistas de la comunicación de los años sesenta y setenta.

Ahora bien, si hay alguien escéptico de estos puntos de vista después de todos los acontecimientos sucedidos alrededor de lo que se conoció como "la caída del muro del Berlín", podemos decir que estas ideas también se encuentran en modernas elaboraciones de teoría sociológica. Anthony Giddens, connotado sociólogo contemporáneo, dice que uno de los factores que constituye la estructura social o vida de los seres humanos con otros seres humanos, junto a la motivación, la acción y otras formas de interacción (relaciones de poder y relaciones morales), es la comunicación, que interviene en los grandes procesos de producción y reproducción social (13).

Esta visión también ha sido trabajada por la teoría de la comunicación. Habermas habla de un diálogo que permite el acuerdo social, lo que a su vez genera las acciones correspondientes (14).

Hay aquí una cuestión central, la comunicación no modifica el mundo (15), pero es un detonador de la acción colectiva, es decir, precisamente aquel tipo de acción que sí tiene la capacidad para transformar la realidad.

Esta vertiente aparece ya muy desarrollada tanto por los trabajos de Abraham Moles y Manuel Martín Serrano (16), como por el trabajo de Carlos Flores (17).

En Abraham Moles y Manuel Martín Serrano, la comunicación es vista como la tendencia social contemporánea más importante para el control del entorno por vía de la interacción informativa.

En Carlos Flores, la comunicación es un instrumento para el trabajo productivo dentro de las organizaciones e instituciones, ya no es un instrumento accesorio de imagen y de relaciones públicas.

La comunicación por su naturaleza es, entre otras cosas, un principio de orden y un principio de acción, son estos rasgos los que interesan en un contexto como el de México, en el que los cambios y las transformaciones vividas por la sociedad han trastocado las formas tradicionales de actuación, han alterado y hecho insuficiente e inadecuado el sistema institucional mexicano.

La comunicación puede ofrecer y hacer múltiples servicios a un proceso de cambio pacífico y civilizado: Sirve de instrumento de diálogo, de acercamiento de los extremos, de acuerdo de lo que hay que hacer (negociación); también es un extraordinario conducto de las explicaciones de los procesos de transformación (mediación), reduce la incertidumbre, las inquietudes y nerviosismos que perturban un cambio tranquilo (18); ayuda a canalizar la acción social hacia el logro de objetivos, básico para la obtención de la eficiencia (tareas de conducción y dirección); ayuda también a la cohesión y la integración, explica y promueve la unidad de las aspiraciones, disminuye las tensiones (tareas de enculturización); es útil en la transmisión de nuevos saberes, procesos y habilidades (tareas de educación y capacitación); es importante en actividades de evaluación y supervisión, es decir, sobre la comunicación que se tiene que establecer en relación con el cumplimiento o no de los objetivos, sobre la pertinencia o no de las formas de organización y sobre la legitimidad de objetivos, procesos, relaciones de trabajo y actores involucrados (tareas de adaptación de auto-heterorregulación), importantes para la sobrevivencia social u organizacional; y finalmente, es un extraordinario organizador de las acciones de los individuos (tareas de coordinación y articulación) (19).

Todas esta tareas comunicativas han sido propuestas para orientar un comportamiento organizacional altamente efectivo (20), son acciones extraídas de lo que comúnmente se identifica como el ámbito de la comunicación organizacional, que dicho sea de paso, no creo que estén limitadas únicamente a su aplicación dentro de las organizaciones, específicamente las privadas (empresas, industrias, etc.), y más estrechamente dentro de las instituciones bancarias, lugar privilegiado, pero por lo mismo, también muy reducido de trabajo de la comunicación. Estas tareas pueden y deben de aplicarse en todos los espacios y niveles de la actividad humana, en la urgente reorientación de las instituciones (públicas y privadas) o en su caso, en la fundación de nuevas, más adecuadas a las circunstancias actuales, pero sobre todo, en los esfuerzos por organizar a la sociedad mexicana, agente imprescindible en el éxito de cualquier empresa gubernamental, privada o social.

Estas características de la comunicación no pertenecen a un ámbito específico (la organización), pertenecen a una tarea más general de la actividad y la interacción humana, la tarea de organizar: Trátese de la actividad diaria, grupal o colectiva, la actividad de organizar o reorganizar a las instituciones estatales, a las empresas (grandes, medianas o pequeñas), a las agrupaciones sociales (sindicatos, cooperativas, asociaciones y organizaciones no gubernamentales). Son tareas de organización de la comunicación, y en nuestro caso, de reorganización de la sociedad mexicana a las que la comunicación puede servir.

Teóricamente, ni a nivel sociológico, ni a nivel comunicativo, hay ningún impedimento, está en su naturaleza. Es viable, porque es de uso cotidiano y está al alcance del ser humano. La única incógnita es ver si la voluntad humana aceptará usarla de esta forma, porque la comunicación también puede utilizarse para imponer y desarticular, usarse pues como instrumento activo del poder (21).

Nada se puede asegurar, México puede crecer, si así lo quiere, o enfrentarse y quedar atascado en el atraso por años, si eso es lo que a final de cuentas se decide, al no reconocer, dialogar y trabajar con los otros diferentes u opuestos a mí, a mi grupo o a mi institución.

Notas al pie:

(1) C. Wright Mills, "La Elite del Poder ", Fondo de Cultura Económica. México 1978, p. 296.
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(2) René Lourau , " El análisis institucional", Amorrortu editores. Buenos Aires 1988, pp. 23-146.
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(3) Daniel Cosío Villegas , "El sistema político mexicano. Las posibilidades del cambio", Cuadernos de Joaquín Mortiz. México 1982, 116 pp.
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(4) El problema no es inocuo, Lorenzo Meyer dice que " la Drug Enforcement Aadministration de los Estados Unidos calcula que los ingresos de los cuatro carteles del narcotráfico mexicano es de 30 mil millones de dólares anuales. El propio Ernesto Zedillo, en una entrevista concedida a TIME, admitió que el narcotráfico afecta a la seguridad nacional mexicana pues, como bien se ha visto, ya penetró en la estructura del gobierno. Esa penetración ha llegado al punto que en las agencias supuestamente dedicadas a combatirlos, las órdenes de los narcotraficantes tienen prioridad sobre las del Presidente, pues de lo contrario no es explicaría, por ejemplo, la incapacidad de la Procuraduría para dar con los jefes de los carteles, a los que se conoce pero no se toca". Ver Lorenzo Meyer, "Liberalismo Autoritario. Las Contradicciones del Sistema Político Mexicano", De. OCEANO, Serie Con una cierta mirada. México 1995, pp. 232 - 233.
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(5) David Ibarra dice que "… cuando las generaciones nuevas se incorporen al mercado de trabajo verán menguadas sus posibilidades de ingreso y ascenso social y, si algunos lo logran, será mayoritariamente en puestos mal remunerados". David Ibarra, " La economía mexicana: ¿En dónde estamos?", Revista nexos No. 235. Julio de l997, México, p. 54
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(6) "… entre 1992 y 1996, el empleo en el sector formal apenas se acrecentó en 26 mil trabajadores, mientras la economía informal absorbió más de 2.6 millones". Véase el respecto, David Ibarra, " La economía mexicana: ¿En dónde estamos? ", Revista nexos No. 235 , Julio de 1997, México, p. 54
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(7) Desde los estudios de Lazarsfeld en el poblado de Erie, Ohio, Estados Unidos, en 1941, para analizar la influencia de la propaganda y los medios en una época electoral, se demostró que los medios no tenían el poder que se les había atribuido para cambiar la opinión de las personas. A partir de este momento, los medios empiezan a considerarse más como una variable entre otras cuya múltiple y recíproca participación orienta en forma no muy determinada el comportamiento de la sociedad. Véase, Miquel de Moragas Spa ," Teorías de la Comunicación en Estados Unidos, Europa y América Latina". Editorial Gustavo Gili. Barcelona l982.
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(8) Un ejemplo de esta fragmentación lo podemos en los resultados de la votación. Ninguna fuerza política nacional obtuvo la mayoría. Esto, poéticamente, puede hablar de que la sociedad puso a dialogar a las fuerzas políticas más importantes, pero también puede estarnos diciendo que la sociedad mexicana no comparte en forma global ningún proyecto político, y que en estas circunstancias va a ser muy difícil que caminemos juntos.
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(9) J. Antonio Paoli, "Comunicación". Editorial Edicol, Colección Sociológica Conceptos. México 1980, p. 15
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(10) Nicola Abbagnano, "Diccionario de Filosofía". Fondo de Cultura Económica. México 1974, pp. 197 - 198
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(11) Fernando Pérez Correa, "La Negociación: Hechos y Simulacros", en Revista Vuelta No. 219, febrero de 1995, México, p. 38.
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(12) C. Marx y F. Engels, " La ideología alemana", Obras Escogidas, TOMO I. Editorial PROGRESO. Moscú 1974, pp. 28 - 30.
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(13) Véase específicamente el capítulo 3 de Anthony Giddens, "La producción y la reproducción de la vida social", Las nuevas reglas del método sociológico. Amorrortu Editores. Buenos Aires 1987, pp. 95 - 129.
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(14) Jurgen Habermas, "Teoría de la acción comunicativa", Tomos I y II. Editorial Taurus. Madrid 1990.. Luis F. Aguilar Villanueva, "Introduccíon a la teoría de la acción comunicativa de Habermas" en Fátima Fernández Christlieb, et al, "Comunicación y Teoría Social", FCPyS/UNAM, México 1984, pp. 289 - 302.
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(15) La acción comunicativa es abstracta, no concreta, no actúa sobre el mundo, sino sobre los datos de ese mundo. Véase, "La interacción comunicativa entre los seres vivos", en Manuel Martín Serrano, et al , "Teoría de la Comunicación. Epistemología y Análisis de la Referencia ". A. Corazón editor. Madrid 1982, pp. 45 - 64.
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(16) Abraham Moles, "Teoría Estructural de la Comunicación y la Sociedad". Editorial Trillas. México 1983, 207 pp. Manuel Martín Serrano, et al, "Op cit" pp 45-64.
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(17) Carlos Flores, "Inventando la Empresa del Siglo XXI". Ediciones Pedagógicas Chilenas S.A., Librería Francesa, Santiago de Chile 1989.
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(18) Manuel Martín Serrano, "La producción social de comunicación", Editorial Alianza Universidad Textos. Madrid 1986, 501 pp.
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(19) Manuel Martín Serrano, "Teoría de la Comunicación. Epistemología y Análisis de la Referencia", Op cit, pp. 45 - 64, y Jaime Pérez Dávila, "Recursos culturales de la organización", libro en preparación.
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(20) Jaime Pérez Dávila, "Recursos culturales de la organización", libro en preparación.
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(21) La idea de la comunicación como instrumento de poder queda claro en los conceptos de hegemonía y de vehiculización de la ideología dominante desarrollados por el análisis marxista de la comunicación. Véase Javier Esteinou Madrid, "Los Medios Masivos de Comunicación y la Construcción de la Hegemonía", Editorial Nueva Imagen, ceestem, México 1983, 223pp., y en el análisis estratégico de la organización de Crozier y Friedberg, " El actor y el sistema". Alianza Editorial Mexicana. México 1991.
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Bibliografía:

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5.- Cosío Villegas, Daniel, "El sistema político mexicano. Las posibilidades de cambio". Cuadernos de Joaquín Mortíz. México 1982, 117 pp.

6.- Esteinou Madrid, Javier, "Los medios de comunicación y la construcción de la hegemonía", ceestem, Editorial Nueva Imagen, México 1983, 223 pp.

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10.- González de Alba, Luis, "Mentiras de mis maestros", En Revista nexos No. 228, Diciembre de 1996, pp. 47 - 60.

11.- Habermas,Jurgen, "Teoría de la acción comunicativa", Tomo I y II. Editorial Taurus. Buenos Aires 1990. Tomo I, 517 pp., y Tomo II , 618 pp.

12.- René Lourau, "El análisis institucional. Amorrortu editores. Buenos Aires 1988, 297 pp.

13.- Martín Serrano, Manuel et al, "Teoría de la Comunicación. Epistemología y Análisis de la Referencia". A. corazón editor. Madrid 1982 227 pp.

14.- Manuel Martín Serrano, "La producción social de comunicación", Alianza Universidad Textos. Madrid 1986, 501 pp.

15.- Meyer, Lorenzo, "Liberalismo Autoritario. Las Contradicciones del Sistema Político Mexicano". Editorial Océano, Colección con una cierta mirada. México 1995, 282 pp.

16.- Monge, Raúl, "El nuevo gobierno del DF, entorpecido de antemano con obstáculos legales: Camacho Solís. Revista Proceso No. 1079, 7 de julio de 1997, pp 17 - 21.

17.- Olayo, Ricardo, "Funcionarios del DDF atendieron más al PRD que al tricolor: priístas". La Jornada 19 de julio de 1997, p. 50.

18.- Paoli, J. Antonio, "Comunicación". Editorial Edicol, Colección sociológica conceptos. México 1980, 195 pp.

19.- Pérez Correa, Fernando, "La Negociación: Hechos y Simulacros". Revista Vuelta No. 219, Febrero de l995, pp. 38 - 40.

20.- Rubio,Luis, "¿Transitando a la democracia?. Revista nexos No. 235, julio de 1997, pp. 39 - 48.

21.- Pérez Dávila, Jaime, "Recursos Culturales de la Organización". Libro en preparación. 22.- Mills, C. Wright, "La Elite del Poder". Fondo de Cultura Económica, México 1978, 389 pp.


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