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Por Omar Raúl Martínez
Número 35
Un tema tan polémico
y frecuentado como el de las interrelaciones medios-democracia conlleva,
por lo general, más interrogantes que certezas: la dinámica
sociopolítica así lo exige. Así, nada desdeñable
resulta preguntarse: ¿Puede concebirse y avanzar una naciente
democracia con leyes de información paridas en un sistema
autoritario? ¿Cómo entienden los medios de comunicación
el concepto democracia? ¿En qué forma y hasta qué
grado éstos consideran en su agenda la necesidad de dar estímulo
a los cambios democráticos? ¿Cómo se da el
engarce entre medios y democracia, y qué tipo de factores
se involucran en tal relación?1
Coordenadas
Aventuremos diez coordenadas
mínimas para la reflexión:
1. La democracia moderna tiene sus raíces primigenias en
la antigua Grecia: las discusiones públicas y la libre expresión
y tránsito de ideas significan la semilla. He allí
dos factores esenciales: debate e intercambio. Diversidad y tolerancia
representan los otros dos elementos que deben suponerse para que
aquéllos fructifiquen2.
A diferencia de los añejos tiempos, hoy la palabra hablada
sólo cobra fuerza con los medios masivos de comunicación.
2. La democracia implica la expresión
de la pluralidad social y política, de lo contrario su existencia
es una falacia. Y los canales de expresión fundamentales
lo constituyen, hoy día, los medios de comunicación:
prensa, radio, televisión y, eventualmente, cine, video e
internet. He allí el engarce obligado. Y si los medios a
sí mismos se conciben como interlocutores político-sociales,
como foros de difusión e intercambio de opiniones e ideas,
y como vehículos de lo que ocurre y se piensa en la sociedad,
es entonces que por anotonomasia entrecruzan su sendero con la democracia3.
3. Más allá de discursos
de ocasión, el concepto democracia puede comenzar
a perfilar su sentido medular a partir del establecimiento de pautas
o normas jurídicas. Sin embargo, algunos sectores políticos
y grupos mediático-empresariales siguen empeñados
en no encontrarle la "cuadratura al círculo" al
intento de impulsar una reforma legal en materia de prensa, radio
y televisión. Prefieren continuar maravillándose con
el ensalzamiento retórico de la democracia, sólo eso,
quizás para no ver menguados sus privilegios.
4. El aparato gubernamental y el
poder mediático-económico mexicanos con frecuencia
contienen cualesquiera iniciativas tendientes a instaurar mayores
cauces democráticos en el ámbito de la comunicación,
argumentando que resulta suficiente con una autorregulación
ética de los propios medios4.¿Acaso
ello resolverá las diferentes incidencias profesionales,
políticas, económicas y jurídicas que implican
y a la vez traspasan el terreno de los propios medios y periodistas?
Por ejemplo, el asumir un código deontológico ¿obligará
a una mayor y real transparencia de las relaciones prensa-gobierno?,
¿eliminará acaso el sistema discrecional e incluso
arbitrario de entregar y renovar concesiones de radio y televisión?,
¿protegerá al ejercicio periodístico de las
presiones para revelar sus fuentes informativas por parte del poder
público? Creemos que una transición democrática
no puede concebirse sin un profundo replanteamiento jurídico,
político y social del quehacer de los medios masivos5.
5. Tan manido y dúctil parece
el término democracia, que se procura insertar a la
primera oportunidad cual llave maestra que concita el aplauso inmediato...
y pareciera que los propios medios contribuyen a instituirlo como
eficaz recurso demagógico, o a constreñir su significación
sólo a la figura de alternancia en el poder.
6. Cuando hablamos de democracia
en el perímetro de la comunicación, suele entenderse
a nivel micro, como un fragmento de la Gran Democracia. Pero
no es así: se trata de la misma democracia a la que aspira
un pueblo, en tanto que los medios son reflejo de la sociedad es
que están insertos. La democracia pasa por el derecho a la
información, por el respeto a la libertad de prensa, por
la divulgación de las variadas opciones políticas
e ideológicas, por el derecho a la divergencia y el debate;
pero también pasa por el rompimiento de la discrecionalidad
y favores mutuos entre gobierno y empresarios de los medios, por
el fin de los monopolios o duopolios informativos, por la necesaria
expresión de las minorías, por el estímulo
y reflejo de la participación social, y por el establecimiento
de compromisos prodemocráticos por parte de los medios de
comunicación. Y todas esas avenidas se toman por la ruta
legislativa, aunque sin desestimar el refuerzo de la autorregulación
ética6.
7. Una arista insuficientemente
explorada: cómo se entiende el concepto democracia al
interior de los medios. A la luz de la opinión pública
no pocos de sus directivos la defienden encendidamente, la promueven
con singular persuación e interés, la estimulan con
inusual energía y convencimiento inocultable... y sin embargo
incurren en actitudes autoritarias e incluso despóticas en
el seno de su propio ámbito profesional7,
o eventualmente llegan a emprender acciones desinformadoras ante
cualquier tentativa por impulsar una reforma legislativa que pudiera
afectar sus privilegios8.
8. Nadie duda de que una de las
misiones fundamentales del ejercicio periodístico consiste
en monitorear, criticar, cuestionar las prácticas e ideas
del poder, todo ello sustentado en afanes democráticos. Sin
embargo, resulta paradójico que los mismos medios de comunicación
se mantengan herméticos e incluso no toleren ser exigidos
--por sectores tanto académicos como legislativos o gubernamentales
u otros miembros de la sociedad-- respecto de cuestiones en apariencia
internas, pero de insoslayable interés público: estructuras
de propiedad, documentos financieros y administrativos, convenios
de publicidad programada, tirajes, tipos de acuerdos con el poder
público, etcétera9.
9. Tal vez el tren que lleva al
destino democrático correría a menor velocidad si
los medios no existieran. Pero en ese riel avanza más rápido
el furgón de la sociedad civil --demandante y tesonera--
que el de los medios y el del aparato de gobierno.
10. Si la democracia es de quien la trabaja, entonces los medios
de comunicación tienen ante sí un amplísimo
terreno por arar.
Notas:
1
Una obra reciente que desmenuza una gran variedad de preguntas enraizadas
en esa tónica y que analiza con tino el binomio Medios-Democracia
es: Sánchez de Armas, Miguel Ángel, El enjambre
y las abejas. Reflexiones sobre comunicación y democracia,
Universidad Veracruzana / Fundación Manuel Buendía,
México DF, 2003, 144 pp.
2 Para profundizar en este tema
véase: Salazar Luis y Woldenberg José, Principios
y valores de la democracia, Cuadernos de Divulgación
de la Cultura Democrática, Número 1, Instituto Federal
Electoral, México 1995.
3 El politólogo Robert
Dahl explica la vinculación medios-democracia al referir
las siete instituciones imprescindibles de lo que él llama
Poliarquía para encuadrar al moderno régimen democrático:
a) funcionarios electos, b) elecciones libres e imparciales, c)
sufragio inclusivo, d) derecho a ocupar cargos públicos,
e) autonomía asociativa, f) libertad de expresión,
y g) variedad de fuentes de difusión. Estas dos últimas
instituciones son, a fin de cuentas, prioritarias en una democracia
habida cuenta que sin ellas las cinco restantes podrían ver
acotada, disminuida o manipulada su presencia y por ende su práctica.
Véase Dahl Robert, La democracia y sus críticos,
Paidós, Argentina, 1992. Véase también Woldenberg
José Et al, Medios, democracia, fines, UNAM / Notimex,
México DF, 1990. Pp. 15-23.
4 Véase Revista Mexicana
de Comunicación Núm. 66 noviembre-diciembre de
2000, pág. 5; y Revista Mexicana de Comunicación
Núm. 73 enero-febrero 2002, pp. 56 y 57.
5 Al respecto pueden revisarse
los planteamientos expuestos en: Villanueva Ernesto (Coord.), Derecho
y ética de la información: el largo sendero hacia
la democracia en México, Media comunicación, México
DF, 1995. 283 pp.
6 Martínez, Omar Raúl,
"Ética, periodismo, democracia, medios
",
en Revista Mexicana de Comunicación Número
59 julio-septiembre de 1999. pp 4-5.
7 Se pueden extraer diversas experiencias
ejemplificadoras en Roura Víctor, Cultura, ética
y prensa, Paidós, México DF, 2001. 373 pp.
8 Recuérdese la polémica
y la desinformación en tono a la llamada Ley mordaza en septiembre
y octubre de 1998, en Revista Mexicana de Comunicación
Núm. 56 octubre-diciembre 1998, pp. 34-37.
9 Woldenberg José Et al,
Op.Cit.
Lic. Omar Raúl Martínez
Presidente de la Fundación
Manuel Buendía, director de Revista
Mexicana de Comunicación y profesor de periodismo de
la UNAM-ENEP Acatlán. Estado de
México, México |