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LA CAJA DE PANDORA
LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DESDE UNA PERSPECTIVA DIFERENTE

EL DEBATE ENTRE CANDIDATOS MEXIQUENSES: EL GIGANTE TÍMIDO ATACA DE NUEVO

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Por Claudia Benassini F.

 

Hace casi cincuenta años Marshall McLuhan denominó a la televisión “el gigante tímido”. Con ello reconocía “la incapacidad de la televisión para participar en debates políticos formales, por la adaptación del medio a los procesos en vez de a los productos limpiamente empaquetados”. Dicho brevemente, para el pensador canadiense “la televisión no es un medio adecuado para los temas calientes ni para las controversias claramente definidas” (Understanding media, 1964).

McLuhan basaba su argumentación en un acontecimiento televisado durante los últimos días de noviembre de 1959: por primera vez los candidatos a la presidencia de Estados Unidos debatieron por televisión. El formato permitía desde entonces que el moderador fuera una especie de réferi que intervenía cuando la discusión subía de tono o cuando uno de los dos abusaba del tiempo. Las audiencias vieron en sus pantallas a un Richard Nixon, según McLuhan más preparado pero inseguro ante las cámaras, frente a un John F. Kennedy, con menos competencias, pero con un gran desenvolvimiento frente a las cámaras. En estas condiciones, los especialistas en comunicación política reconocen que este debate fue decisivo para Kennedy en las elecciones que se llevaron a cabo unas semanas más tarde.

México entró tardíamente a la dinámica de los debates electorales. El primero, en 1994 presentó a los televidentes al panista Diego Fernández de Cevallos, el perredista Cuauhtémoc Cárdenas y el priista Ernesto Zedillo. No debatieron; cada uno presentó su plataforma política con respecto a un conjunto de temas, el moderador formulaba las preguntas y estaba pendiente de que ninguno de los tres se excediera en el tiempo asignado. Las encuestas y opiniones generadas al día siguiente mostraban que el panista se había mostrado más convincente que sus dos contrincantes, sin que ello se relacionara con la intención de voto de los entrevistados. El formato se repitió en 2000 y en 2006. Pero dadas las características arriba resumidas, no puede hablarse propiamente de un debate sino de un panel, toda vez que no permite el diálogo, menos la presentación. Pero a partir de los resultados obtenidos por Fernández de Cevallos, los participantes en este tipo de ejercicios entre candidatos presidenciales y a gubernaturas se han adjudicado el triunfo del debate. ¿Cuál si no hay? ¿Sobre qué bases? En suma, no se trata de un debate sino de un producto empaquetado, parafraseando a McLuhan, con controversias definidas, que no necesariamente repercute en las audiencias como sucedió en el caso Kennedy-Nixon.

El miércoles 8 de junio la audiencia sobre todo mexiquense presenció una ligera variación del formato arriba descrito. Moderados por Carlos Puig, el panista Luis Felipe Bravo Mena, el perredista Alejandro Encinas y el priista Eruviel Ávila tuvieron oportunidad de interactuar con el moderador, e incluso de mostrar brevemente sus desacuerdos frente a las propuestas formuladas por uno u otros. Sin embargo, el gigante tímido volvió a hacer de las suyas. Desde el comienzo, las cámaras de televisión se empeñaron en mostrarnos que estábamos frente a un producto empaquetado: un Eruviel Ávila excesivamente maquillado, un Alejandro Encinas con ligeros problemas de dicción y un Luis Felipe Bravo Mena inseguro, ansioso de alcanzar el segundo lugar. Los tres mostraron que las controversias estaban bien definidas, y para lograrlo recurrieron al ataque y a la descalificación, mediatizando con ello las propuestas. Y para colmo, mal aconsejados por sus asesores de imagen y el rígido desplazamiento de las cámaras, dieron la impresión de que los tres estaban leyendo un teleprompter, bajo el supuesto de que mirar fijamente al objetivo terminará por convencer a quienes están del lado de la pantalla.

Previsiblemente, el jueves 9 de junio los tres candidatos fueron declarados como “ganador único”, según sus dichos, o los de su jefe de campaña, o del presidente de su partido. ¿Bajo qué parámetro? El suyo, el de sus seguidores, en el mejor de los casos también el de sus votantes y algún integrante del círculo rojo. Pero tan fue intrascendente que los noticieros vespertinos y los portales de los periódicos retiraron el tema de sus espacios relevantes.

En suma, los tres aspirantes a gobernar el Estado de México se proclamaron demócratas pero ninguno se dirigió a la ciudadanía mexiquense. ¿Alguien recuerda una propuesta concreta formulada por cualquiera de los candidatos? ¿O nos es más fácil evocar el maquillaje de Eruviel, las fotografías mostradas por Encinas de vehículos oficiales transportando acarreados para los eventos del priista? ¿O a Luis Felipe Bravo Mena reclamándole a Encinas estar al servicio de López Obrador? ¿O los tres leyendo fragmentos de discursos pronunciados por cada uno de los dos contrincantes para contraponerlo con sus acciones? En el mejor de los casos, el panel disfrazado de debate se convirtió en un circo dirigido al círculo rojo para defender, alabar o atacar a los candidatos según sea el caso y la simpatía. Si, como se plantea, las elecciones en el Estado de México serán un laboratorio para el próximo año, los tres debatientes nos dieron una muestra de lo que veremos en la elección presidencial.

PANDORAMA: 1. Poco interés por parte de la prensa mereció el Encuentro Internacional de Medios Públicos, celebrado en Guadalajara durante la semana pasada. La cobertura informativa fue prácticamente nula, ya que únicamente El Universal y Milenio Diario dedicaron un par de notas al asunto. Una muestra del interés que los medios públicos despiertan en la construcción de las agendas informativas. 2. La semana pasada vimos que los tres candidatos hacen uso intensivo de Twitter. Algo similar sucede con Facebook, donde también hay diferencias. Sin que haya un horario particular, Eruviel Ávila sube fotografías de sus eventos recientes y/o anuncia lo que sigue; cada entrada tiene un número importante de comentarios, mínimo 180, máximo 800 y “me gusta”. El visitante puede publicar comentarios en el muro, aunque el recurso prácticamente no se usa. Luis Felipe Bravo Mena y Alejandro Encinas también utilizan ambas modalidades, aunque es más frecuente encontrar comentarios de simpatizantes que incluyen materiales gráficos –videos o fotografías-, alternados con actividades de campaña de los dos candidatos. En ambos casos el número de comentarios es mucho menor que el de Eruviel Ávila y tampoco hay críticas o comentarios negativos… a menos que en los tres casos se tome la decisión de eliminarlos del muro de esta red social. Por cierto, tanta fotografía del priista sobre sus actos de campaña convierte a Facebook como una extensión de su página web, seguramente poco visitada por la ciudadanía. 3. Como sucedió hace un mes con la caminata de la paz de Cuernavaca a la Ciudad de México organizada por el escritor Javier Sicilia, la Caravana del Consuelo que llegó hasta Ciudad Juárez después de un recorrido por zonas peligrosas del país fue narrada por un grupo de twitteros que acompañaron a los viajeros en su trayecto. No obstante, igual que en esa ocasión, el hashtag #CaravanaMx no llegó a ser un trending topic en ninguno de los diez días del trayecto. En cambio #memaquillocomoeruviel en pocos minutos alcanzó ese status.



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Claudia Benassini
Profesora de las Universidades Lasalle y Simón Bolívar. Miembro del Consejo Directivo de Razón y Palabra.


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