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Por Claudia Quintero
Número 28
Lo reconocible como
reiterativo en la telenovela es ese "pacto" formal con
su audiencia, cualidades narrativas sin las que simplemente no sería
el género elemental que es.
¡Que sí la quiten
por mala!...
El melodrama televisivo se ha exhibido como un claro ejemplo de
sometimiento ideológico. Todavía es común que
se le asigne el mote de obra menor. La justificación a tal
señalamiento recae en las características formales
de un género que en apariencia carece de novedad e imaginación
al presentar continuamente el mismo tipo de estructura narrativa
y formas de representación estereotipadas por medio de las
que impone una visión parcial de la realidad social, asegurando
con esto la alienación cultural. La telenovela es señalada
peyorativamente como "desperdicio" por la misma sociedad
latinoamericana que la ha consumido por décadas:
Parece que cada momento histórico
necesita su propia droga. Este es el nuevo opio de los pueblos
[Daniel Iquique, Chile]. Las telenovelas son dañinas para
la gran cantidad de personas con poca educación en Latinoamérica,
porque presentan situaciones irreales y la gente acaba por creer
que así son las cosas de la vida
parece menester
para este género incluir el melodrama barato
[Enrique
Gutiérrez, México]. Pienso que las telenovelas son
un producto de consumo que presenta un modelo de sociedad deformado.
Sólo han servido para entretener a la mayoría de
nuestros pueblos en América Latina y mantenernos ocupados
con situaciones que están al margen de la realidad en que
vivimos
A nosotros sólo nos dejan imágenes
sobre acoso, discriminación, estigmatización del
papel de la mujer, etc. [Marcelina Samaniego, Panamá].
Las telenovelas son una manifestación de atraso mental
de la cultura Latinoamericana actual [Christian Gutiérrez,
Estados Unidos]. Para miles de telespectadores, sobre todo las
mujeres de los países de América Latina que se identifican
con los personajes, es la nueva trama de la Cenicienta. Adormece
y hace creer que 'algún día' la suerte cambiará,
como la 'muchacha' de la telenovela que consiguió salir
de la miseria casándose con el apuesto galán [Andrés
Atachao, México] (En Kayser y Ronalds, 1999, BBC Línea
Directa).
El espectador que hace posible su
éxito en el mercado irónicamente genera en torno a
ella un estereotipo maligno -una especie de fobia a su contenido
y a su recepción? suscitado por ciertas corrientes críticas
muy socorridas por los círculos académicos de las
décadas de los sesenta y setenta que han crucificado a cualquier
producto televisivo en general por manufacturarse masivamente y
difundir la ideología magna de aquellos en los que se concentra
el poder de producirlos.
La característica de penetrar
ampliamente a diversos tipos de hogares hizo que el acercamiento
al estudio del melodrama televisivo fuese en inicio analizar los
significados sociales que difunde. Los primeros estudios de contenido
realizados a los melodramas norteamericanos arrojaron altos índices
de infidelidades matrimoniales, nacimientos ilegítimos, alcoholismo
y actos criminales, entre otros hechos sombríos, atendiendo
a éstos como fragmentos distorsionados de la realidad social.
Los resultados encontrados, por supuesto, no hablaron bien del mensaje
emitido por este producto, y así se confeccionó la
idea de su "cuasi realidad", una realidad ficticia que
se asemeja en mucho a la realidad social del espectador, pero que
a la vez difiere de las experiencias vividas por éste. Muchos
de estos análisis han argumentado que las telenovelas constituyen
una "seudo realidad" que puede ser medida en relación
con el mundo real, por ejemplo, la investigación de Cassata,
Skill, y Boadu efectuada en 1979 descubrió que los personajes
de la telenovela norteamericana (soap opera) son más
propensos a sufrir muerte accidental, asesinato o enfermedades mentales,
pero menos susceptibles a contraer cáncer como la gente del
mundo real (Allen, pp. 146-147). Otro estudio confronta la actividad
del diálogo en las novelas; mientras que en la telenovela
las parejas románticas pasan las horas hablando de amor,
matrimonio y romance, en el mundo concreto es poco probable que
un matrimonio de clase trabajadora llegue a hablarse tan frecuentemente...
y menos en tono de novela rosa (Fine, 1981 en Allen, p. 147).
... pero mientras, ¡sígueme
contando en qué se quedó!
El imaginario que colectivamente se tiene de la telenovela como
género televisivo es el de un aturdimiento cotidiano de mentes
pasivas que se olvidan de la realidad por confiarse de otra. De
hecho, negamos pasar un tiempo de evasión viendo telenovelas
porque consideramos de entrada su construcción tan evidente
y después su mensaje, se diría, tan superfluo. Pero
en dado caso es el mismo imaginario social que se tiene de este
género televisivo el que contradice y cuestiona la teoría
del efecto "adormecedor", ya que aparenta ser que la mayoría
de los televidentes están conscientes de esta narrativa "poco
creativa", por ejemplo, las fanáticas del género,
para encubrirse de un posible enajenamiento, describen al relato
telenovelesco: "
no pasa la realidad como lo es, sino
fantasía. Tiene que estar algo al tiempo que vivimos, algo
que suceda, que sea la vida real, y no como siempre las de Thalia,
que es pobre y se vuelve rica y, osea, lo mismo, ¿no?"
(En Kayser y Ronalds, 1999, BBC Línea Directa).
La telenovela es discutible puesto
que fue una de las expresiones culturales más importantes
de Latinoamérica en las últimas décadas del
siglo XX y lo es hoy en día. Se expanden por el mundo como
producto de una cultura popular con sello y garantía latina.
Después de haber sido emitidas con enorme aceptación
en su lugar de origen, llegan a países tan remotos culturalmente
de América Latina como Rumania, Polonia, Angola, Israel,
Rusia, Tailandia, Indonesia o China. Como ejemplo del éxito
del melodrama latinoamericano, la investigadora argentina Nora Mazziotti
comenta el conocido caso de Fidel Castro quien adecuaba sus reuniones
de gabinete al horario de la telenovela brasileña Escrava
Isaura (1976, Rede Globo, Brasil). Antes de que Cuba abriese su
mercado a las telenovelas de países como Brasil, Argentina,
México, Venezuela o Colombia, la televisión posrevolucionaria
se encargó de adaptar grandes obras literarias al formato
de la telenovela. Una vez que la primer producción extranjera
se difundió, la sociedad cubana miró con nuevos y
anhelantes ojos al género, éste presentaba una "fantasía"
diferente a la obra literaria encaminada a un público intelectual
y restringido; el formato comercial era simplemente entretenido
y popular. No está por demás mencionar la atracción
de los rusos, turcos y coreanos por seriales melodramáticos
como Los ricos también lloran (1979, Televisa, México).
Una de las primeras aperturas del mercado televisivo ruso se experimentó
con la historia de una jovencita pobre que, aunque señalada
por su condición social, logra ascender a una vida mejor
por medio del amor de un hombre; las primeras pruebas del liberalismo
entraron a Rusia por medio del televisor cuando esta telenovela
difundió en 1992 un formato diferente, una variante del cuento
popular ruso que obtuvo los niveles más altos de rating pese
a la competencia de los dramas norteamericanos como Dallas,
Dinastía o Santa Bárbara. La investigadora
Kate Baldwin (1995) afirma que el éxito de Los ricos también
lloran en Rusia fue "la Revancha de Moctezuma"; la telenovela
latinoamericana logró desequilibrar el monopolio del flujo
y distribución de programas estadounidenses al viejo continente.
Es un pacto de amor el que nos
une...
Esta narración en verdad tiene su encanto; su "chiste".
Se ve tan sencilla y repetitiva que no devela una pizca de creatividad
aparente; se antoja su formato de presentación fácil
en manufactura, pero dista mucho de ello. Nora Mazzioti explica
llanamente que: "el texto tiene sus convenciones genéricas,
sus formalizaciones, sus límites. Y las audiencias, cuando
ven un título, saben de qué género se trata,
esperan algo de él de acuerdo con el pacto que el texto les
propone" (1996, p.13). Lo reconocible como reiterativo de la
telenovela es ese "pacto" formal con su audiencia, cualidades
narrativas sin las que simplemente no sería el género
elemental que es. Existe una estructura o fórmula base para
hacer telenovelas, indiscutiblemente, pero esto no la despoja de
su especificidad como texto literario, por el contrario, eso es
lo que la distingue de otros géneros que, por supuesto, poseerán
otra estructura elemental que les caracterizará.
Además de ser cuestionada
su estructura narrativa se discute el mensaje que difunde; ¿se
presta acaso la telenovela para el único fin de entretener
para vender con situaciones fragmentadas de lo real o puede y debe
enseñar valores y mostrar la realidad? Aún si lo puede
hacer, se le pide demasiado, como menciona el productor mexicano
Carlos Sotomayor, "
se le pide descubrir el misterio
de la vida" (BBC, 1999). Tomemos en cuenta primero que si la
telenovela se comprometiera a develar la realidad social tal y cual
es, el género tendría que evidenciar entonces quiénes
son los culpables reales de los males sociales que nos aquejan;
¿quién posiblemente conoce a ciencia cierta esta verdad?
Segundo, el relato de la telenovela
latinoamericana, independiente de las características del
soap opera norteamericano, es una estructura compleja entre
oralidad popular, fantasía y drama que pocos trabajos académicos
han tratado de resolver. La naturaleza del melodrama mexicano no
es relatar de manera realista. Por las disposiciones textuales y
comerciales que implica el género en América Latina,
lo que mejor le va es reproducir un relato ficticio entorno a los
posibles buenos y malos, quienes para reconocimiento del lector,
efectivamente se caracterizan en formas típicas.
Por último, ¿a qué
ha llevado a los detractores de la telenovela el achacarle críticas
a sus contenidos y a los académicos el reconocer y explicar
las diferencias y similitudes entre el mundo aparente del televisor
y un mundo real? Se han obtenido conclusiones vagas que han quemando
con leña verde contenidos etiquetados por default
como "malos" por pertenecer al género y se han
cortado las cabezas de las audiencias al sentenciarlas como pasivas
por el hecho de ver telenovela. En pocos casos se les ha otorgado
el indulto o una propuesta de mejora.
¿Tan real como la vida
misma?
En el mundo real tal vez disten las proporciones que la telenovela
exalta, pero no cabe duda que en nuestra cotidianidad latinoamericana
existe la exclusión de minorías indígenas,
de género, de edad y de razas (exclusiones que presenta la
telenovela al no otorgar roles a actores indígenas o de cierta
edad, por ejemplo), en la vida diaria existe la subordinación
de la mujer y su misma adoración (subordinación y
adoración que son reproducidas efectivamente en sus contenidos),
persisten ciertas tareas construidas socialmente respecto al género
hombre-mujer (y legitimadas por la telenovela). La pregunta sería,
¿en qué estado de desproporción se encuentra
la vida inventada de la telenovela en relación con la vida
real (y cuál de todas las realidades)? Quizá sus contenidos
estén cuestionando ciertos aspectos sociales más que
legitimarlos y viceversa.
La telenovela en Latinoamérica
es un relato popular, más de las veces fantástico.
Por tanto, parte de recursos narrativos "extraordinarios"
(e.g., el estereotipo) para definir en su estructura personajes
y situaciones. La magnitud con la que se manifiesten estos recursos
narrativos en relación con la estructura definirá
la [des]proporción de lo real. La estructura narrativa es
independiente a la formación ideológica, y por consiguiente
el discurso que emane del contenido de una telenovela será
disfuncional para una sociedad si no logra identificar y aceptar
que estas manifestaciones son motivos literarios del género,
no "lo real" en sí.
Es interesante conocer este mundo
ficticio para compararlo con el real, pero esto más que situarnos
en una guerra de mundos, en la que siempre saldrá perdiendo
el espacio - tiempo irreal, el análisis comparativo nos ayuda
a corroborar que efectivamente la telenovela en Latinoamérica
es un género fantástico o ficticio, independientemente
de la manera en que observe al otro. En este punto, de cómo
los significados del discurso de la telenovela describen al otro,
podemos argumentar que el melodrama televisivo transmite una hegemonía
que por lo general sosiega en especial a la mujer y a las minorías
y crea en las audiencias falsas concepciones de vida.
Aún así, el serial
melodramático es interprete de los tiempos de antes, de los
tiempos modernos y de los posmodernos, como interprete es cualquier
otra manifestación de la cultura de un pueblo, es por eso
que al mismo tiempo "constituye un buen ejemplo de cómo
cambiar reglas, adaptar, parodiar, y continuar siendo una novela.
Se le produce hace más de cuarenta años, y aunque
cuente la historia de siempre, la de la chica pobre que se enamora
del rico, puede contarla de muchas maneras" (Mazzioti, 1996,
p.13). Es al igual la narración caracterizada por otorgar
una lectura masiva envidiada por muchos otros géneros literarios.
No se debe avergonzar de revestir el mismo traje una y otra vez.
Ese traje probado es lo que la hace ser género distinto,
es lo que caracteriza a su bella sufrida, al héroe galán
y a su malvado y malvada malvadísimos. Por eso, antes de
señalarla como el narcótico más temido de la
televisión latinoamericana, habría que entender su
existencia como texto sociocultural.
Bibliografía:
Allen, Robert C. (1987). The Guiding
Light: Soap Opera as Economic Product and Cultural Document. En
H. NewComb (Ed.), Television. The Critical View (pp. 141-163).
Oxford, NY, EE. UU.: Oxford University Press.
Baldwin, K. (1995). Montezuma's Revenge: Reading Los Ricos También
Lloran in Rusia [La Revancha de Moctezuma: La recepción de
Los ricos también lloran en Rusia]. En Robert C. Allen (Ed.),
To Be Continued
Soap Operas around the World. London,
UK.: Routledge.
Kayser, V. y Ronalds, B. (Conductoras). (1999, 18 de junio). Telenovelas:
¿Simplemente basura o el derecho de soñar?, BBC
Línea Directa. [En red]. Disponible en: <http://www.bbc.co.uk/spanish/debatearchivo.htm>
Mazziotti, N. (1996). La industria de la telenovela. La producción
de ficción en América Latina. Argentina: Paidós.
.
Mtra.
Claudia Quintero
Docente del Departamento de Comunicación
del ITESM, Campus Guadalajara, Jal., México |