|
Por Claudia Quintero
Número 27
¿Cuál
es la imagen que convencionalmente tenemos de África? El
sol poniéndose sobre una tierra árida o selvas verdes
que difícilmente pueden ser penetradas probablemente sean
las descripciones más recurrentes, y es que el imaginario
narrativo en la literatura de Edgar Rice Burroughs ha sido el eje
central de donde han emanado las representaciones globales que se
tienen de África como un continente misterioso y agreste,
lleno de civilizaciones perdidas, tribus salvajes, mujeres exóticas
y parajes despoblados contradiciendo a espacios cerrados y fortalecidos
por la fauna silvestre que se esparce por doquier.
Además de ser uno de los primeros textos del siglo pasado
en recrear para Occidente una África salvaje, es, por la
significación del evidente colonialismo reproducido en la
narración, de los primeros relatos de ficción en propagar
el discurso hegemónico sobre el dominio del hombre blanco
occidental sobre su género, otras razas y otras culturas.
Un superhéroe
mortal
Tarzan of the Apes (Rice Burroughs, 1996) es la obra literaria
que ha dado entre los más renombrados héroes de la
modernidad al que ha guardado exitosamente su esencia mítica
casi ya por un siglo. El mito de Tarzan ha transcendido a través
de la variada industria del entretenimiento: Nació del pulp,
hizo cine y tiempo más tarde incursionó en la historieta
y en la radio. En nuestros días la televisión lo sigue
recreando para audiencias que gustan de historias en las que la
dualidad bien y mal está claramente definida por las caracterizaciones
y enseñanzas de los personajes.
Dentro del género
del comic-book de superhéroes, Tarzan fue el personaje que
marcó al estereotipo de héroe mortal con poderes extraordinarios,
por esta razón se le atribuyó en su tiempo una crítica
bastante fuerte.
Usualmente lectores
de historieta y superhéroes (bajo la confección ideológica
de sus creadores) hemos visto a Tarzan en forma distinta al resto
de los superhombres que han llenado la vida moderna de retos y aventuras
para salvar al mundo del caos, pues, a diferencia de estos, Tarzan
no tiene poderes sobrenaturales; él mismo es quien desarrolla
una a una sus extraordinarias capacidades físicas e intelectuales
sin necesitar de medios asombrosos.
Aún siendo el
más veterano de entre todos los primeros superhéroes
de la historieta estadounidense1
nunca fue integrado a "La Liga de la Justicia" o fue invitado
como compañero de contienda. Las razones son obvias y justificadas
ya sea por la lucha entre editoriales, por la anacronía histórica
y espacial entre personajes (aunque el lenguaje de la historieta
y de la literatura tienen la posibilidad de arreglárselas
si esto último plantea un contratiempo) o bien por el hecho
de reconocer a un superhéroe en un hombre común, engendrado
en origen de una novela de aventuras y romance, vestido con taparrabos,
sin un súper-traje, sin una máscara y sin al menos
una nave; el personaje planteaba una situación descontextualizada
para el naciente y exitoso género del comic-book de superhéroes2
ya que Tarzan era un simple mortal.
Mientras que el discurso
de héroe que opera en las figuras de Superman o Batman se
encuentra ligado al de un ser inmortal, equivalente a un dios, la
condición de Tarzan se encuentra relacionada a la concepción
de héroe mortal surgida del romanticismo. Como explica Arnulfo
Velasco en El sueño de los héroes en el cine estadounidense
contemporáneo (2001), esta concepción "romántica"
de héroe la determinaron autores como Hegel y Thomas Carlyle
para quienes el mito (que en origen es un relato prehistórico
de cómo surge el hombre) intenta adquirir un sentido material
de existencia en el devenir histórico: "... ciertos
autores [del romanticismo] comienzan a identificar a los héroes
con individuos reales y necesarios, seres excepcionales en los cuales
se encarna la Providencia y que, por tanto, están destinados
a realizar grandes acciones capaces de determinar el proceso histórico"
(Velasco, pp. 65-66).
El sacar del baúl
de los recuerdos a estas concepciones mitológicas y románticas
es, como explica Velasco, por la eminente importancia que toman
en la producción de sentido en nuestra vida cotidiana, por
la implicación que poseen dentro del sistema de comunicación
de las más diversas culturas, el cual está relacionado
inevitablemente con las imágenes de la cultura masiva: "...
es obvio que para una mayoría de personas todavía
existe, como un hecho comprobable, esta concepción de héroe
[romántico]. La misma se muestra a través de sus múltiples
manifestaciones en el arte, sobre todo en las representaciones de
tipo popular" (pp. 66). La recreación del mito es una
condición en la producción y en la lectura de los
mensajes de la cultura popular.
La función
ideológica del héroe en Tarzan of the Apes
A Tarzan se le materializa
en un espacio y tiempo existentes en la historia moderna, de hecho
surge en el periodo de la historia donde se relaciona a la modernidad
con el desarrollo de la ciencia y la tecnología; en las primeras
décadas de la Revolución Industrial, años en
los que Inglaterra es un imperio económico que coloniza continentes
tan alejados como África, lo que la hace una potencia mundial
a seguir.
Pese a que el personaje
de Tarzan es un aristócrata inglés de nacimiento,
su creador literario fue un norteamericano y su historia fue escrita
para el público estadounidense, nativos e inmigrantes. Más
que referirse a la cultura inglesa, las aventuras de Tarzan esquematizan
el sueño estadounidense de conquista, aventura e individualismo;
es por tanto que la figura de Tarzan como héroe cumple una
función ideológica: "Los relatos de héroes
nos dicen más acerca de un pueblo que quizá ningún
otro tipo de relatos. Puesto que, como individuos excepcionales
y dignos de admiración, los héroes corporeizan las
cualidades que más admiramos o deseamos de nosotros mismos
..." (Botkin, 1944). Analizar los textos emergidos de la cultura
popular es una forma de entender cómo, por ejemplo, la "moderna"
cultura norteamericana, relativamente joven respecto a otras, define
su mitología, el origen de su historia, respecto a sus héroes,
que son esencialmente individualistas.
Tarzan, un hombre de
piel blanca, es el rey de los monos, su señor. En términos
mitológicos, la historia de Burroughs recrea la función
del semidios o héroe que guía a una comunidad primitiva.
El énfasis primordial de la historia de Tarzan of the
Apes puntualiza la tensión entre dos ámbitos predominantes:
el hombre occidental -que representa al pensamiento moderno- y el
hábitat animal y de las tribus indígenas en África,
que son el pensamiento primitivo. Así como los dioses se
encuentran en el Olimpo y no en la tierra que es el ámbito
de los humanos, en el discurso de Tarzan of the Apes el mundo
del hombre moderno y civilizado, el Occidente que se encuentra fuera
de África, es el paralelo a la realidad del mundo supremo
de los dioses. Es en este contexto que toman sentido las características
mitológicas que operan en Tarzan como semidios. No posee
poderes extraordinarios en la forma de los superhéroes predecesores
del cómic (ni vuelva ni posee una vista de rayos infrarrojos
ni siquiera echa mano de la más alta tecnología),
pero su desarrollo mental y físico es sorprendente para el
caso de un hombre criado por monos. El poder supremo que tiene Tarzan
por arriba del humano común es su capacidad autodidacta,
inherente a su estirpe, como literalmente lo describe Burroughs
en su obra3 :
... Y así
progresó muy lentamente en lo que era una tarea ardua y
laboriosa a la que se había entregado sin saberlo -una
tarea que podría parecer para usted o para mi imposible-
aprender a leer sin tener el mínimo conocimiento de las
letras o del lenguaje escrito, o la menor idea de que esas cosas
existieran... Con la ayuda del gran diccionario y de la inteligencia
activa de una mente saludable dotada por herencia con más
que poderes de razonamiento ordinarios, astutamente adivinaba
más de lo que no podía realmente entender. (Rice
Burroughs, Capítulo 7. La luz del conocimiento, 1996)
El héroe de
Burroughs a la edad de diecisiete años y por sí solo
llega a leer, a escribir y más tarde a hablar un nítido
idioma inglés, con una sintaxis y un léxico más
complejos que el "Yo Tárzan, tú Yein" venido
de las representaciones cinematográficas y series televisivas.
A esa misma edad entiende perfectamente que es un hombre y no un
mono y se reconoce "infinitamente" superior a su grupo:
"Soy Tarzan",
gritó. "Soy un gran asesino. Todos respeten a Tarzan
de los Monos y a Kala, su madre. No habrá ninguno entre
ustedes tan poderoso como Tarzan. Que sus enemigos lo sepan".
(Ibid)
Además de los
atributos intelectuales, el hombre-mono cumple con todos los atributos
físicos que dicta la bitácora del buen héroe
semidios grecorromano:
Su figura recta y
perfecta, musculosa como debe haber sido aquélla del mejor
de los antiguos gladiadores romanos, pero también con las
suaves y sinuosas curvas de un dios griego, daba, al mirarlo,
una maravillosa combinación de enorme fuerza con flexibilidad
y velocidad. (Ibid)
Pero lo que determina
cabalmente a Tarzan como héroe mitológico, y lo que
por tanto será el eje de significación del discurso
que se reproduce en la obra original, son sus acciones o funciones
dentro del relato4. Una vez adquirido
el conocimiento y habiendo entendido quién es, el "héroe-buscador"
deja la selva y va al encuentro de la civilización de donde
sabe proviene:
"Tarzan", continuó,
"no es un mono. No es como su gente. Sus maneras no son las
de ellos, por eso, Tarzan regresa al hogar de su gente junto a
las orillas del gran lago que no tiene una costa más lejana.
Deben escoger a otro para que los guíe, ya que Tarzán
no regresará".
Y así, el joven Lord Greystoke tomó el primer paso
hacia el objetivo que se había propuesto: El encuentro
de otro hombre blanco como él. (Idem, Capítulo
12. La razón del hombre)
Al analizar la morfología
del cuento folclórico ruso, Vladimir Propp encontró
que la función que introduce o define al héroe dentro
de una narración fantástica es el momento de su partida.
Para Propp, los héroes de los cuentos maravillosos pueden
ser de dos tipos; buscadores o víctimas. Los buscadores son
aguerridos puesto que desde el inicio están designados a
"salvar" la situación, sea porque se les pide un
auxilio o por convicción en su moral. Otra cualidad que les
hace ser buscadores es que en ellos recae la iniciativa de su partida,
aunque se les prohíba, pues desean solucionar un conflicto
o descubrir cierta verdad por sí mismos, en su calidad de
individuos excepcionales. El héroe-víctima es por
demás el socavado. Su partida se desarrolla en condiciones
opuestas a las del héroe-buscador puesto que o es expulsado
o condenado a muerte y luego secretamente liberado o culpado de
algo que no hizo, así que pasa la mayor parte del cuento
tratando de probar su inocencia o verdadera identidad, sus acciones
en sí no están encaminadas a "salvar" una
situación, sino a "salvarse" a sí mismo.
Arnulfo Velasco, argumentándose
en Alfonso Álvarez del Villar (1988), explica cómo
los héroes "son siempre los cristalizadores de las aspiraciones
de toda colectividad... Esto nos señala hasta qué
punto una sociedad, al identificar y definir a sus héroes,
se está identificando y definiendo a sí misma"
(p. 68). Aunque héroes los dos, el no ser un "héroe-buscador"
y en cambio ser un "héroe-víctima" pesa
simbólicamente en el inconsciente colectivo de un pueblo,
pues el ser un buscador acerca a la condición de superhéroe,
casi dios.
Esta función
de iniciativa de partida es inherente al discurso mitológico
en el semidios o del héroe mortal en el romanticismo y significativa
para el discurso que sobre la noción de dominio del hombre
occidental plantea Burroughs a través de la figura de Tarzan
como arquetipo del hombre blanco, moderno y occidental (norteamericano)
que es superior a otras razas pues dadas sus características
excepcionales le es innato guiar al hombre común e inferior,
que por ende no será ni moderno ni occidental.
Esta función
de iniciativa de partida es inherente al discurso mitológico
en el semidios o del héroe mortal en el romanticismo y significativa
para el discurso que sobre la noción de dominio del hombre
occidental plantea Burroughs a través de la figura de Tarzan
como arquetipo del hombre blanco, moderno y occidental (norteamericano)
que es superior a otras razas pues dadas sus características
excepcionales le es innato guiar al hombre común
e inferior, que por ende no será ni moderno ni occidental.
Es sumamente interesante
ver que en las series que continúan a Tarzan of the Apes
la relación del mundo moderno con las sociedades que
se creen primitivas y que deben de ser guiadas es tema central,
aun hoy en día en la nueva versión del cómic
propuesto por la editorial Dark Horse, con otros matices,
pero lo es. La escena en la viñeta5
toma lugar después de una
batalla. Tarzan ha vencido a unos guerreros tribales. Ensangrentado,
se yergue por encima de estos hombres apilados y sin vida. En esta
nueva versión de historieta, su tono de piel es más
oscuro que en los recuentos originales. Esto le da la apariencia
de "nativo", lo que le justifica y le permite su presencia
dominante en África. Pero su piel oscura no es más
que un "bronceado" permanente y perfecto por encima de
"Piel Blanca", un hombre caucásico superior quien
ha alcanzado un control y poder desmesurado. Dentro de este texto
reproducido por la cultura popular estadounidense, Tarzan se define
claramente en su dimensión sobrehumana como un posible
dios: "... perhaps he really is a god [... tal vez es realmente
un dios]."
Notas:
1
Aunque fue en el mismo 7 de enero
de 1929 que aparecen en la prensa diaria las tiras de Buck Rogers
y Tarzan, debemos recordar las "tablas" venidas
del pulp y de cine que ya tenía este último.
2 El género del comic-book
de superhéroes inició formalmente en 1938 cuando por
primera vez se publicó Superman de Jerry Siegel y
Joe Shuter en la revista Action Comics.
Setenta años pasaron para que héroes de la índole
de Superman y Batman reconocieran a Tarzan como un "superhéroe".
En las nuevas aventuras de Tarzan publicadas por Dark Horse Comics
en conjunto con la compañía DC Comics se
unen Batman con Tarzan y Superman con Tarzan, separados, para no
entrar en conflicto y así poder reestablecer el orden del
bien sobre el mal, sea en la gran urbe, donde comúnmente
Batman y Superman desempeñan su trabajo (diferentes ciudades
/ territorio, por supuesto, ya que sus perfiles psicológicos
los separan) o en los terrenos exóticos y vírgenes
donde el renovado Tarzan habita. Estas uniones resultan extrañas
y surrealistas por la esencia del mito que opera en cada uno de
ellos, pero posibles en los escenarios de la posmodernidad.
3
Aunque ciertamente se esté analizando a Tarzan como un personaje
del cómic de superhéroes, para describir el discurso
mitológico se utilizan los textos reproducidos en la obra
literaria Tarzan of the Apes ya que el guión de las
primeras historietas fue realizado por Burroughs basándose
en los escritos originales.
4 Ver al respecto las obras de
Vladimir Propp (1981). Morfología del cuento. Madrid:
Fundamentos; Joseph Campbell (1997). El Héroe de las Mil
Caras. Psicoanálisis del mito (3ª. ed.). México:
Fondo de Cultura Económica; Claude Lévi-Strauss (1999).
Mito y Significado (5ª. ed.). México: Alianza
Editorial.
5
Bibliografía:
Álvarez del Villar, A. (1988).
Héroe (Culto del). Diccionario UNESCO de Ciencias Sociales,
vol. II; Barcelona: Planeta-Agostini.
Botkin, B.A. (1944, Ed.). A Treasury of American Folklore: Stories,
Ballads and Traditions of the People. Nueva York: Crown.
Rice Burroughs, E. (1996). Tarzan of the Apes. Raleigh, N.C.
: Alex Catalogue.
Velasco, A. (2001). El sueño de los héroes en el
cine contemporáneo. El placer de las imágenes (pp.
64-75). Guadalajara: Universidad de Guadalajara.
Visita en línea:
<http://www.darkhorse.com>
<http://www.literature.org>
Murphy, G. (1998). Possession, Penetration, and Tarzan Comic Books.
Images, 7. Disponible en: <http://www.imagesjournal.com/farchive.htm>
Mtra.
Claudia Quintero
Docente del Departamento de Comunicación
del ITESM, Campus Guadalajara, Jal., México |