Por Marisa Avogadro
Número 33
Es habitual
escuchar a la gente decir: "esto es un problema de educación;
qué falta de educación que hay". La educación
de antes "era otra cosa". "En la escuela ya nadie
aprende" o que "sólo se vive aburrido en la escuela."
En términos del diccionario,
educación que viene del latín educatio es: "la
acción de desarrollar las facultades físicas, intelectuales
y morales". Definen también a la educación general
básica como la enseñanza primaria y secundaria y la
educación permanente como la que se dispensa durante toda
la vida profesional.
Lo cierto es que ha cambiado el
panorama general educativo y que nuevos parámetros median
estas relaciones.
Muchas personas están interesadas
sólo por un trozo de papel que certifique que se ha estudiado,
sin interesarles si realmente son poseedores o no del conocimiento.
Tal vez porque ese estudio les brinda cierto "status"
o lugar social. Sin plantearse el verdadero sentido de dicho estudio
y rescatando valores como la ética, que en los tiempos que
corren habitualmente no cotizan en plaza y sin embargo deberían.
Frente a ese panorama, crudo y real,
aparecen las nuevas tecnologías de la información
y la comunicación, brindando variadas herramientas, modificando
fenómenos sociales y haciendo aún más complejo
el entramado educativo en general.
Por una parte, encontramos a la
tan mentada comunicación de masas, aquella caracterizada
por homogeneizar los contenidos para el público mayoritario;
que también produce fenómenos sincréticos,
que nivela hacia abajo y que brinda información tipo collage
( se sabe de muchas cosas, pero poco de cada una y nunca se llega
al origen del problema).
Mientras la educación actual
se queja permanentemente del fenómeno mediático.
"Es por culpa de la tele". Pero aquí no estamos
hablando en términos de culpabilidad, sino en realidad de
usos de herramientas y medios disponibles.
Sobre los medios de comunicación
y su empleo en el aula, se ha dicho y se dirá tanto, que
para algunos son los ángeles y para otros los demonios, cuando
en realidad, deberían ser visto como elementos de mediación
de un proceso pedagógico que actuarán conforme al
empleo que se realice de ellos y allí la creatividad, los
medios disponibles, las actividades al alcance de los docentes y
un largo etcétera, irán perfilando los resultados.
Distinto es si se toma a los medios
de comunicación y sus programaciones habituales para hablar
sobre su influencia en los procesos educativos. Es innegable que
las personas están abiertas a un universo cognitivo muy diferente
al que existía antes y que aún más diferentes
son sus realidades socio-económicas, frente al mismo mensaje
que reciben todas y que en países latinoamericanos como los
nuestros, con economías francamente deprimidas, la escuela
muchas veces se transforma en la cita obligada para poder acceder
a una comida diaria.
Más aún, con el advenimiento
de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
(NTIC), se desdibujan las barreras de tiempo y espacio y tanto el
proceso de aprendizaje como el de la enseñanza son alcanzados
por estos cambios.
Aparece en escena la temática
de la interactividad; que si bien nos remite a la idea de actividades
entre; resulta de cierta complejidad su definición y más
acotada aún, de su definición dentro de la educación.
Algunos autores piensan en la interactividad como un modo en que
los alumnos a lo largo de diversas actividades respondan, resuelvan,
contesten; sin dejar de mencionar que en este sentido, en el marco
del aprendizaje, la respuesta lleva un tiempo. Se plantea también
este fenómeno como el centro de la mediación pedagógica.
Beatriz Fainholc se refiere a interactividad
como "toda conducta humana es un precipitado de relaciones
interpersonales. Toda conducta constituye siempre un vínculo
en una situación cultural. Toda conducta es un experiencia
con otros y con objetos en una situación determinada"
( FAINHOLC, Beatriz 1999: 46).
En el ámbito de las mediaciones
pedagógicas "refieren al conjunto de acciones o intervenciones,
recursos y materiales didácticos como conjunto articulado
de componentes que intervienen en el hecho educativo, facilitando
el proceso de enseñanza y aprendizaje. Su principal objetivo
es, así, facilitar la intercomunicación entre el estudiante
y los orientadores para favorecer por medio de la intuición
y del razonamiento, un acercamiento comprensivo de las ideas a través
de los sentidos (FAINHOLC, Beatriz 1999: 50).
Es entender también a la
interactividad en un sentido de diálogo que cobra muchísima
importancia en el ámbito de la educación a distancia
y sobre todo en el proceso de cursos "on line"; como elemento
mediatizador y de comunicación imprescindible que accionará
en beneficio o detrimento, según el uso que se le de, de
los resultados obtenidos y por consecuencia de lo más importante
en este proceso: "el aprendizaje de los alumnos".
Si nos referimos a los procesos
de enseñanza a distancia y on-line, la pantalla de la PC
ya ofrece un sistema diferente: no tenemos la pizarra, no está
el profesor delante del alumno. Con tan sólo un click en
el mouse puede acceder a los hipertextos, navegar por un universo
que se va abriendo cada vez más y compartir con sus compañeros
a través del chat. Adquiere así relevancia la función
del profesor-tutor que se desempeñará también
de modo interactivo.
En estos nuevos procesos de enseñanza
- aprendizaje a distancia mediados por computadoras; porque como
hemos dicho en columnas anteriores, lleva casi cincuenta años
la tarea de la educación a distancia; nuevos conceptos se
incorporan y también nuevos roles tanto para el alumno como
para el profesor. Se desdibuja el espacio físico del aula
para dar paso a la pantalla; la enseñanza lineal para dar
lugar a la hipertextual; los pasillos de las escuelas se cambian
por el escritorio de la PC y la silla ubicados en el hogar. Acceden
a la educación personas de diferentes razas, culturas, idiosincrasias,
geografías, unidas por un interés en común:
aprender. Hoy a través de las NTIC.
Fuentes:
FAINHOLC, Beatriz. La interactividad
en la educación a distancia. Editorial Paidós,
Buenos Aires, 1999.
Mgter.
Marisa Avogadro
Catedrática universitaria. Magister
en Comunicación y Educación |