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Por Marisa Avogadro
Número 31
La tarea de
escribir materiales ya sea de ciencia, periodismo en general, periodismo
científico en particular, presupone tener que recurrir a
fuentes que nos brinden información desde diversas perspectivas.
Algunos autores brindan
sus clasificaciones y nosotros nos referiremos a la clasificación
de fuentes que realizó el CIMPEC ( Centro Interamericano
para la producción de material educativo y científico
para la prensa) en 1974, porque a pesar de los años transcurridos,
sigue en vigencia y expresando con claridad, los lugares adonde
recurriremos para encontrar información. A ello también
se le sumará la tipología que surgirá del empleo
de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
En primer lugar, contamos
con las fuentes regulares: que son a las que recurren generalmente
los periodistas y las que manifiestan la vida institucional de un
país; por ej.: el gobierno y sus áreas nacionales,
provinciales, organismos autónomos; actividades privadas
destacas; partidos; agrupaciones, entre otras.
Luego, las específicas:
que son los grupos o las personas que se abocan a la tarea de estudiar
y dar soluciones en áreas científicas, educativas
y técnicas; ej: universidad, estado, sectores productivos;
sociedades, entidades profesionales; oficinas extranjeras, etc.
En tercer lugar, las
circunstanciales: son grupos de personas, que realizan tareas
de carácter temporal, que se reúnen por ej.: en un
congreso, en el cual comparten ciertos conocimientos. Pueden producir
materiales de interés científico esporádicamente,
efectuar despachos de agencias, recortes de revistas, films, videos,
programas de t.v. El material puede también ser educativo,
tecnológico, entre otros.
Finalmente, están
las documentales: las constituyen un conjunto de conocimientos
agrupados en alguna instancia y organizados de modo tal de ser consultados,
por ej.: archivos de diarios, t.v., radio, bibliotecas públicas
y personales, colecciones especializadas, boletines, material filmado,
de radio, etc.
Nuevas tecnologías
Con el advenimiento de las nuevas tecnologías de la información
y la comunicación y el empleo de las herramientas telemáticas,
es evidente que el universo informativo se ha expandido sin límites
y las posibilidades también se han iterado al infinito.
En lo que respecta a las herramientas,
nos proporcionan información desde la navegación en
la red, el correo electrónico, las listas de distribución,
las conferencias electrónicas, el chat, los motores de búsqueda,
los directorios, entre otros.
Por ello, ingresan en el universo
de las fuentes, el ámbito de la teledocumentación:
que emplea a ordenadores y telecomunicaciones para automatizar el
proceso de documentación. Allí encontraremos los bancos
de datos, las redes, las bases de datos documentales, las de datos
informativas, por mencionar algunas.
Los bancos de datos: como ordenadores
que forman parte de una red y que brindan servicios de tratamiento,
almacenamiento y recuperación de información de las
bases de datos que tienen almacenadas.
Las redes: que son redes de uno
o varios bancos de datos compartidas por los usuarios de dichas
redes.
Las bases de datos documentales:
donde se coleccionan registros estructurados y generalmente sobre
un mismo tema, con información bibliográfica como
libros, tesis, artículos y que son almacenadas en un banco
de datos.
Las bases de datos informativas:
referidas a colecciones de registros estructurados cuyos datos se
pueden ir anexando mediante técnicas estadísticas
y también almacenadas en un banco de datos.
Finalmente
Queda por aclarar, que cualquiera de las fuentes a las que se deba
acceder, supone siempre una tarea que se debe realizar con responsabilidad,
toda vez que se debe verificar su línea de garantía,
es decir la procedencia de la información, cotejarla, compararla.
Tengamos presente que con el acceso a Internet se ha abierto una
puerta a un universo de posibilidades, pero que reside también
en la responsabilidad social y personal, el uso que se hace de este
medio de comunicación. Recuerdo haber estado preparando unos
materiales para conocer el tratamiento médico de algunas
enfermedades reumáticas y tropecé varias veces con
el ofrecimiento de un instituto que trata a sus pacientes y "los
cura" mediante la ingestión de tierra. Sin despreciar
que la tierra es el planeta donde vivimos, que en ella nacen, viven
y mueren los seres humanos, animales y plantas; no podemos dejar
de mirar con ojos críticos y alertar sobre los usos que se
hace de la información o más bien de la posibilidad
de difundir información.
Seguramente, mas allá de
las sonrisas que pueda despertar esta anécdota real, queda
un largo camino para transitar en el ámbito de la confiabilidad
y seriedad de las fuentes de información, sobre todo con
las nuevas tecnologías a disposición.
Mgter.
Marisa Avogadro
Catedrática universitaria. Magister
en Comunicación y Educación |