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Por Marisa Avogadro
Número 37
La
red de redes ha irrumpido en los actos cotidianos de los seres humanos
y ha cambiado la fisonomía de las relaciones de las personas,
las ciudades, los conglomerados urbanos, las actividades rurales
y un largo etc.
Esta misma red nos une y nos desune, nos acerca y nos aleja, en
un juego constante de haceres y retocesos, donde los personajes
principales son nada más y nada menos que las personas. Alvin
Tofler afirma “estamos creando una nueva sociedad. No una
sociedad cambiada” y seguramente allí radica la diferencia.
Nuevas formas de conducta, nuevos modelos, nuevas necesidades.
También nuevas palabras se suman al quehacer cotidiano: somos
cibernautas que navegamos a través del ciberespacio. Enviamos
e-mails, mantenemos conversaciones por medio del chat, hacemos ciberllamadas,
empleamos la banda ancha, estamos on-line, tenemos un site...
Mas la temática del “ciber” no es actual, sino
que desde aproximadamente los años 1950 se introdujo el concepto
de cibernética, del griego “cibernetes”: gobierno,
timonel y transcurrido el tiempo, ligados nuevamente a este vocablo
- tecnología mediante -, “navegan” hoy por el
ciberespacio, una gran cantidad de personas, sólo que hoy
ha cambiado es quién dirige y hacia dónde dicho timón.
Ya Platón hace más de 2000 años hablaba del
arte de pilotear las naves y decía que el piloto es el elemento
fundamental de ese arte. En 1834 en Francia, Ampere toma la palabra
cibernética para designar la parte de la política
que se ocupa de los medios de gobernar y algunos autores afirman
que es la expresión griega, utilizada por Ampere, la que
induce a Wiener a bautizar la ciencia que estudiará, como
versa en el subtítulo de su obra " el control y la comunicación
en el animal y la máquina”. De tal manera que pertenecer
al “cíber” tendrá sus ventajas y su esfera
de poder, si se lo relaciona a la etimología del vocablo
que le dio origen. Y sus usos serán también para diferentes
fines. Baste recordar el atentado del 11 de setiembre de 2001 en
los Estados Unidos.
Ciberlenguaje
Dado
ya un panorama general de la situación de las personas y
de las NTIC en estos días; nos abocaremos a plantear diferentes
inconvenientes que se presentan en torno al lenguaje empleado en
la red. Comencemos por las cifras y diremos que: actualmente unos
600 millones de usuarios conforman a Internet. De ellos, un 40%
de los cibernautas mundiales se concentran entre los Estados Unidos
y Canadá. A América Latina le corresponden un 4% de
los usuarios del mundo; de los cuales Argentina participa hoy con
casi 4 millones (sólo un 10,8% del total de su población
que es aproximadamente de 37 millones). Se considera que la Argentina
ocupa el segundo lugar de Latinoamérica en cuanto a cantidad
de usuarios, con casi 4.000.000; después de Brasil (que tiene
14.400.000 aprox.) y México (3.420.000) a los que le siguen:
Chile, Perú, Venezuela y Colombia (Fuente:
<www.exitoexportador.com>).
El castellano es el cuarto idioma más usado en la red, luego
del inglés, el japonés y el alemán. Los especialistas
de la lengua afirman que la tendencia actual es la de grandes contingentes
de personas hablando un número cada vez más reducido
de idiomas.
De las cifras expuestas se deduce el panorama que significa la cibermarginación,
ya que es evidente la diferencia en cuanto al número de usuarios
entre los países de América del Norte y del resto
de América. A ello, se le van sumando diferentes circunstancias:
si la mayoría de los usuarios pertenecen a países
de lengua inglesa, evidentemente también será mayor
la proporción de páginas web escritas en inglés.
Aparece otro estadio de inequidades, ya que habrá que pensar
en cuántas son las personas bilingües que podrán
acceder a esos contenidos. Mas allá de que se cuente con
traductores en línea, se sabe que en muchas ocasiones se
van traduciendo palabra por palabra y que a veces no se entiende
el sentido de la traducción, que no puede organizar gramaticalmente
el texto como se debiera. Mientras que según informaciones
difundidas por Uolsinectis de Argentina en febrero del corriente
año, el idioma español es hablado por unos 350 millones
de personas, el alemán, es hablado por 100 millones y conforme
a las cifras ya expresadas, Alemania ocupa el tercer lugar en idioma
hablado en la red y el español el cuarto.
Analicemos por lo tanto si en países de economías
deprimidas como la mayoría de los de Latinoamérica,
que concentran tan sólo el 4% de los cibernautas mundiales,
resultan fáciles y comprensibles todas las palabras que han
llegado al castellano de la mano del idioma inglés, que no
tienen traducción y que se emplean haciendo una mixtura de
español e inglés para operar con las nuevas tecnologías
de la información y la comunicación. Será fácil
para el empleado de una fábrica o un municipio entender que
su hijo va al cibercafé para conectarse y catear con amigos
de lugares recónditos... Que necesita buscar en la web información
para su próximo trabajo de ciencias sociales. Que son 600
millones de usuarios mundiales interconectados, en una multiculturalidad
de razas que no llega a ser tal en el campo idiomático...
Que la palabra Internet ha sido aceptada por la Real Academia Española
y que la letra ñ no aparece en la web. Que hay tantas opiniones
a favor como en contra de esta temática, de parte de los
especialistas de la lengua.
Sin dudas, ya en el tercer milenio y lejos del oscurantismo medieval,
ni ángeles ni demonios, tan sólo seres humanos que
nos estamos comunicando, en una debate-diálogo, creciendo
a través de las similitudes y diferencias. Personas ocupadas
y preocupadas por un hacer, que evidentemente está cambiando
nuestras formas de vida, nuestros parámetros sociales y que
necesita de espacios de reflexión, para ir encontrando una
nueva manera de rescribir nuestra propia historia, a la luz de este
medio de comunicación que irrumpe en nuestras vidas. De esta
red de redes, que en ese entramado de relaciones está modificando
la vida en un entorno de aceleración y cambio histórico,
al que deberíamos anticiparnos, para conocer, prospectiva
mediante, cuáles serán sus rumbos, influencias, tendencias
y si este medio de comunicación nos permitirá poner
en común nuestras culturas o bien seremos fagocitados por
la mayoría.
Mgter.
Marisa Avogadro
Catedrática universitaria. Magister
en Comunicación y Educación |