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EL POP REINA, EL ROCK NO MUERE

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Por Walter Islas Barajas

 

 

En la actualidad, la cantidad de información a la que es posible acceder por medio de una computadora o un celular -y una conexión a Internet, claro está- es realmente asombrosa. Hace unos años, para poner un ejemplo concreto, qué complicado era enterarse de detalles biográficos o discográficos de los integrantes de grupos de rock ingleses o estadounidenses.

Revistas impresas, como Rolling Stone o SPIN, proveían información sobre álbumes o conciertos de grupos veteranos, bandas recientes o agrupaciones que daban sus primeros pasos en la industria musical. ¿Conciertos grabados o filmados de un grupo determinado? Había algunos, pero estaban disponibles en el olvidado formato de video VHS o en el aún viviente formato de disco compacto (CD).

No sé si esto le sucedía a mucha gente, pero algunos aficionados teníamos que ir a una tienda especializada o a un puesto de un bazar para poder comprar algún esperado CD. Había algo de encanto, emoción, curiosidad por saber qué tal estaría todo el álbum (en la ciudad de México, algunas estaciones de radio nos ponían al día en cuanto a las grabaciones recientes de roqueros de habla inglesa).

Unas cosas por otras. A inicios de la segunda década del siglo XXI, el rock ha perdido terreno en el gusto del mercado masivo de Estados Unidos, que sigue siendo, a querer o no, un referente en cuestión de tendencias de consumo cultural. En el año 2011, no he tenido que ir a una hemeroteca o a una tienda que vendiese la famosa publicación Billboard para darme una idea de qué grupos o solistas encabezan su clasificación Hot 100 del día 4 de abril.  Bastó con acceder a su sitio web: www.billboard.com

Al revisar los primeros 20 puestos de esa lista, la cantante estadounidense P¡nk y la cantante inglesa Adele parecerían rarezas en medio de nombres como Rihanna, Lady Gaga, Katy Perry y Usher -ellas, representantes exitosas del pop de hoy; él, famoso cantante de rhythm and blues y pop bailable-. Adele y P¡nk más bien serían artistas pop con destellos ocasionales de rock, si uno es estricto en eso de etiquetar los géneros musicales.

Quienes somos aficionados a la música de Rush, New Order, The Smiths, Pink Floyd, Genesis, Pearl Jam y Nirvana, o quienes gustamos de grupos como The Killers, Franz Ferdinand, Death Cab for Cutie o Stereophonics podemos observar los efectos del reinado del pop y del hip-hop en las listas de popularidad: quizá no tanto como el jazz en la unión americana, en los 1960 y 1970, pero el rock ha sido desplazado de los puestos líderes en dichas listas en Estados Unidos. ¿Deberíamos estar preocupados? Tal vez no. Hay música para todos los gustos (o disgustos, si vale el término).

Una figura del jazz como Anthony Dominick Benedetto, mejor conocido como Tony Bennett (gran cantante estadounidense de 84 años de edad)  ha dicho en una presentación en la serie televisiva Spectacle... –que conduce el compositor Elvis Costello– que, hoy, la gente no necesariamente dicta qué es lo más exitoso en la industria musical. Bennett ha opinado que los sellos discográficos son los que impondrían qué ha de gustarle al público. Después de observar el ascenso a la cima de figuras como Lady Gaga o Katy Perry, a quienes no discuto su capacidad de conseguir un éxito tras otro, bien podría yo darle la razón al también pintor de origen italo-americano. ¿Quién decide hoy el éxito de ciertas canciones o intérpretes: las discográficas, el auditorio, iTunes, YouTube?

Respetando los gustos musicales de los demás, recuerdo que The Beatles, en 1964, con algunas de sus canciones ocupaba los primeros sitios en las listas de Billboard en Estados Unidos. Además, coloco en el estéreo del coche el recomendable CD Day and age de The Killers (Universal Music, 2008), y espero que el excelente guitarrista y letrista canadiense Neil Young tenga razón. Young dijo en una de sus composiciones: "Hey hey, ma ma, el rock and roll nunca morirá".

 

 

Walter Islas Barajas

Comunicólogo egresado del Tecnológico de Monterrey (ITESM), Campus Estado de México. Editor en el despacho Colofón, diseño y comunicación -especializado en diseño editorial y comunicación organizacional-. Ha colaborado como reseñista de álbumes de rock en El Financiero y como reseñista de álbumes de jazz en el suplemento El Ángel (de Reforma). Ha publicado el poemario Lloran los ríos (Ed. Praxis), y publicado un cuento en la antología Entre gozos y rebozos. Nostalgias del campo (Palabras y Plumas Editores).


 

 

 

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