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ROQUEROS QUE DAN LA CARA

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Por Walter Islas Barajas

 

 

El uso de la computadora o el celular inteligente (smartphone) permite que millones de personas en el mundo accedan con relativa facilidad a miles de canciones, películas, videos o series de televisión. Esa sencillez para escuchar, ver o descargar archivos audiovisuales tan variados ha causado una enorme fragmentación en los gustos del público en general –si es que aún es apropiado utilizar ese término–.

La existencia de un listado tan amplio de productos musicales, cinematográficos y televisivos hace posible que la gente elija, seleccione qué desea escuchar, qué quiere observar. Por ello y quizá por su sencillez y accesibilidad, las canciones de pop o canciones de hip-hop son tan conocidas a nivel masivo. Algo que no sucede necesariamente con el rock, que como mencioné en el Contenedor anterior ha sido desplazado de la cima de las clasificaciones de éxitos en países como Estados Unidos o el Reino Unido.

Sin embargo, en un artículo firmado por Diego Manrique y en un reportaje de Fernando Navarro, ambos publicados en el diario español El País (3-IV-2011), se informa que eminentes artistas pop no han tenido tanto poder de convocatoria al presentarse en conciertos. Algunos de ellos, como la intérprete barbadense Rihanna, habrían tenido que obsequiar varios boletos para que los foros en los que se presentasen no aparecieran con sectores vacíos.

A diferencia de la cantante mencionada, Navarro agrega que solistas como el estadounidense Jon Bon Jovi o grupos como U2, de Irlanda, han conseguido –a base, pienso yo, de decenas de viajes, toneladas de equipo gigantesco y despliegues de energía y entrega ante sus auditorios– registrar las mayores ganancias por la venta de entradas a sus presentaciones en el año 2010. En el caso del grupo liderado por Paul Hewson –mejor conocido como Bono–, la agencia Reuters publicó recientemente que con su gira 360º U2 alcanzará un ingreso mayor a los ¡700 millones de dólares!

Por otro lado, el hecho de asociar el dinero con el bienestar ha sido y es un hecho innegable para los seres humanos. Aun descontando la nómina de transportistas, técnicos, operadores-de-audio-y-video-y-luces, publirrelacionistas, ayudantes diversos y representante, el cantante de It’s my life (Jovi) y los compositores de Get on your boots (U2) podrían disponer de una considerable cantidad de dólares en sus respectivas cuentas bancarias. Producto de su esfuerzo a lo largo de meses de gira. En vista de lo anterior, el estadounidense y los irlandeses pueden sentirse bien.

George Bernard Shaw, dramaturgo irlandés y Nobel de Literatura en 1925, dijo alguna vez: “La falta de dinero es la raíz de todo mal”. Quizá conociendo esa frase, los roqueros mencionados siguen grabando álbumes y tocando música ante públicos de casi todo el mundo; de esa forma se mantienen activos, siguen creando canciones y gozan de comodidades que han conseguido desde hace casi 30 años. Alejan el mal y se mantienen bien. Y aparte, los aficionados al rock agradecemos que sean, de algún modo, quienes den la cara por la música basada en guitarras eléctricas, la música que ha dejado huellas agradables en millones de personas, en medio de un remolino de cultura popular lleno de velocidad, consumo acelerado, gustos fugaces y dispersos.

 

 

Walter Islas Barajas

Comunicólogo egresado del Tecnológico de Monterrey (ITESM), Campus Estado de México. Editor en el despacho Colofón, diseño y comunicación -especializado en diseño editorial y comunicación organizacional-. Ha colaborado como reseñista de álbumes de rock en El Financiero y como reseñista de álbumes de jazz en el suplemento El Ángel (de Reforma). Ha publicado el poemario Lloran los ríos (Ed. Praxis), y publicado un cuento en la antología Entre gozos y rebozos. Nostalgias del campo (Palabras y Plumas Editores).


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