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SCORSESE Y SU FORMA DE VER A GEORGE HARRISON

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Por Walter Islas Barajas

 

 

El fin de un ciclo y el inicio de otro pueden ser ocasiones propicias para recordar hechos o personajes relevantes. En el caso de este Contenedor, sirva la conclusión del año 2011 y el comienzo de 2012 para mencionar una pérdida relacionada con una creación cinematográfica de cierta valía, cuando menos para este columnista.

Noviembre de 2001. El día 29 de dicho mes, miles –o quizá algunos millones– de personas lamentaron el fallecimiento de un músico inglés que formó parte de uno de los grupos más populares de la historia del rock; un guitarrista de gran calidad aunque sin reflectores tan enormes como los que iluminaron en particular a dos de sus compañeros de giras y grabaciones.

Así es: hace ya una década que el hijo de Louise y Harold Harrison, George, murió a consecuencia de cáncer en la laringe. El compositor de canciones como If I needed someone, While my guitar gently weeps, Something, Taxman, Cheer down y Cloud nine fue un tipo inquieto: apoyó la producción de películas, manejó automóviles de carreras, impulsó un concierto para reducir la hambruna en Bangladesh, y fue capaz de reunir en torno a una idea suya –el supergrupo The Traveling Wilburys– a Bob Dylan, Jeff Lynne (líder de Electric Light Orchestra), Roy Orbison y Tom Petty, para crear las grabaciones Volume 1 y Volume 3, muy recomendables.

¿Estaría todo dicho acerca de The Beatles, acerca del propio Harrison? Puede decirse que no. El documental George Harrison: Living in the material world (Estados Unidos, 2011), del destacado cineasta norteamericano Martin Scorsese, y producido por Olivia Harrison –viuda del también cantante–, aporta imágenes inéditas y entrevistas con músicos, productores de discos y actores que conocieron al autor de Here comes the sun.

A lo largo de 208 minutos, y gracias al buen montaje de David Tedeschi, el realizador que ha ensamblado No direction home: Bob Dylan (Estados Unidos, 2005), o The last waltz (Estados Unidos, 1978), referente a The Band, corre un velo y expone en pantalla puntos de vista que permiten saber un poco más sobre el creador nacido en el puerto inglés de Liverpool. Saber, entre otras cosas, de su marcada espiritualidad influenciada por la India.

Me explico. En un instante del documental, Harrison comenta: “Podía conocer a cualquiera, ir a casa de las estrellas, Elvis, todo el mundo... la primera persona que me impresionó en mi vida fue Ravi Shankar… me enseñó muchas cosas sin decir una palabra, sino con ejemplos. Mi bendición fue poder tener a Ravi como conector.  Podía conectarme con la realidad para que mi experiencia tuviera más calidad.”

Resulta un acierto, por parte de Scorsese, haber incluido tantas opiniones en torno al llamado beatle callado, dado que de ese modo el espectador puede formarse una imagen más terrenal de aquél. Quien revise el citado documental contará con referencias variadas acerca de un hombre de carácter fuerte, un compositor opacado (a querer o no) por el esposo de Yoko Ono y por el autor de Hey Jude y Band on the run. Un solvente guitarrista, capaz de hacer solos que McCartney o Lennon no podían. Un repentino productor de cine que dio su respaldo para que los irreverentes actores de Monty Python vieran terminada La vida de Brian (Reino Unido, 1979).
 
George Harrison: Living in the material world  da pistas nuevas con respecto a la existencia de un músico que merecería, para quien esto escribe, ser mejor apreciado en cuanto a su calidad como cantante. Una persona que no solo fue noticia por haber sido herida, en su propia casa, por un fulano cuando intentaba robarle, sino que fue un transmisor de momentos de melancolía, gozo, asombro, a partir de temas como la fama, las mujeres, la trascendencia. Un guitarrista que usaba el slide (un tubo de metal o cristal que se coloca en un dedo de la mano izquierda, para deslizarlo sobre el mástil del instrumento) con una destreza única para comunicar sonidos etéreos, luminosos… sonidos con alma.

 

Walter Islas Barajas

Comunicólogo egresado del Tecnológico de Monterrey (ITESM), Campus Estado de México. Editor en el despacho Colofón, diseño y comunicación -especializado en diseño editorial y comunicación organizacional-. Ha colaborado como reseñista de álbumes de rock en El Financiero y como reseñista de álbumes de jazz en el suplemento El Ángel (de Reforma). Ha publicado el poemario Lloran los ríos (Ed. Praxis), y publicado un cuento en la antología Entre gozos y rebozos. Nostalgias del campo (Palabras y Plumas Editores).


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