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Por Susana Arroyo-Furphy
Número
55
La idea de
analizar trilogías cinematográficas
es algo que siempre me ha subyugado como buena
seguidora de Peirce, ya que el cine es ante todo
un sistema de signos1.
El estudio de un filme puede hacerse desde muchas
disciplinas, la Semiótica es
una herramienta de gran utilidad para explicar
sistemas y procesos. Dentro de las posibilidades
de análisis (en la taxonomía peirceana)
se encuentra la Faneroscopía
que describe el faneron, el cual es
la colectividad de todo lo que se encuentra presente
en la mente en todos los sentidos sin considerar
si corresponde a algo real o no; el faneron
está presente en la mente de todos. En
su teoría, Peirce explica que el faneron
es lo más cercano al término idea2.
Así que aquí y ahora -hic et
nunc- podemos analizar la idea de la cinta.
En el lenguaje
cinematográfico existen muchos elementos3.
El tiempo del cine es un tiempo de imágenes
en movimiento el cual se entiende como un flujo
de acontecimientos. Existe un orden de presentación
que corresponde a la idea original, el rodaje
y el montaje. El orden temporal a veces rompe
con la disposición cronológica
de los hechos y entonces puede ser circular (ANTES
DE LA LLUVIA / PRED DOZHDOT / BEFORE THE RAIN,
MILCHO MANCHEVSKY, 1994) o anacrónico
(MEMENTO, CHRISTOPHER NOLAN, 2000). La frecuencia
de las secuencias integran el ritmo, pero en
el cine el ritmo es visual, auditivo y de narración
de la acción.
Siendo profesora
de Semiótica en el TEC-CEM llevábamos
a cabo análisis de películas, entre
ellas la trilogía de K. Kieslowski: AZUL,
BLANCO Y ROJO (TROIS COULEURS: BLEU, BLANC, ROUGE
1993-1994). Si tuviera que actualizar el programa
en cuanto a los materiales de análisis,
no sé si cambiaría la trilogía
del genio polaco por la del director mexicano
González Iñárritu.
Al parecer BABEL
forma parte de una trilogía, como su autor
lo ha indicado en varias ocasiones: la controvertida
y multicitada AMORES PERROS (2000), muy mexicana,
dio paso a una película más ambiciosa,
no solamente por el reparto (Sean Penn, Naomi
Watts, Benicio del Toro) sino por los temas tratados
desde una perspectiva más universal: 21
GRAMOS, 2003. El cierre de esta trilogía
está a cargo de BABEL. Algo hay de muy
bueno en el cine de Iñárritu y
es que como apuntaba Yuri Lotman, el cine debe
ser un grito a la verdad. González Iñárritu
lo sabe y lo explora, nos dice su verdad.
Pero, el móvil
aun no me queda claro, es decir, ¿por
qué BABEL forma parte de la trilogía?
¿Acaso porque se manejan tres historias
(¿eran cuatro en BABEL?) en cada una de
las películas?; lo cual es conveniente
como sello de autor pero los espectadores (expectantes,
observadores) no reciben la propuesta con claridad;
o tal vez porque las tres películas se
unen por un accidente. BABEL, sin embargo, tiene
miga, hay mucho que hablar de ella. Nos encontramos
frente a una película inteligente.
Iñárritu
convocó a los dioses para vertir en un
crisol de celuloide lo que sucede aquí,
allá y hasta allá. Alteró
ritmos, mezcló tiempos. Utilizó
el pretexto de hacer un filme como si fuese un
trapiche y comenzó por el principio de
los tiempos (Marruecos) para concatenar historias
en modus operandi simultáneos pero en
diferentes latitudes. No le faltó nada,
hubo un muerto, una boda, la huida, balazos,
los heridos, los buenos, los malos, los ricos
y pobres, jóvenes, viejos, japoneses,
mexicanos “mojados”, marroquíes
y todo, desde luego, bajo la mirada patriarcal
de EU. Es decir, juntó los mares, derribó
murallas, cruzó los desiertos, las fronteras…
hizo más que una película: la verdadera
historia jamás contada. No quedó
más en el tintero. Fue como Hércules,
un semidiós y, como tal, debe tener cuidado
con el fuego.
En relación
con el tiempo cinematográfico la primera
parte de la cinta presenta una familia marroquí
y es narrativamente la mejor lograda (tiene un
antes, un ahora y un después) en tanto
que desarrolla una historia coherente dentro
una cuidada ambientación: extrema pobreza
con relaciones familiares definidas, la predilección
del padre hacia el hijo astuto, hábil
y gracioso, sobre el hermano mayor bastante lerdo,
y aunque el freudiano guionista concita al pequeño
a realizar audaces maniobras sexuales, éstas
son interrumpidas por algo más placentero,
lo cual se convierte en matar. Tenía tela
para cortar, Alejandro, aunque “los de
abajo” siempre llevan las de perder.
Luego, de manera
paralela, viene otra historia y otra. Pero para
hablar de una trilogía debe existir unidad
y para ello debe haber continuidad, conexión,
es decir relación con el leitmotif
de la película en su totalidad, lo cual
en retórica es conocido como sinécdoque4.
En Babel quizá el leitmotif es la protección
que EU prodiga a sus ciudadanos donde quiera
que estén.
La conexión
del incidente marroquí con la historia
de la pareja (Brad Pitt y Cate Blanchett), es
bastante atinada; sin embargo, la secuencia narrativa
queda “coja” pues de la famosa pareja
nunca conoceremos su pasado, se balbucea un poco,
entre dientes, un ¿perdón necesario…?;
quizá sea la parte de la historia que
el espectador deba inventarse (!). Otra labor
del espectador sería adivinar lo que la
joven japonesa escribió al policía
en su cuadernito y algunas más, sigamos.
La relación
de la historia de la pareja americana con la
historia japonesa, es completamente nula, es
decir, la historia de los famosos -aparentemente
ambos norteamericanos- con la historia japonesa:
padre ausente e hija sordumuda/libidinosa, nunca
se presenta como parte de la propuesta fílmica.
La conexión de la japonesa con la marroquí
es tan forzada que hay que centrar la atención
en el retrato del padre (japonés) entregándole
el fusil al hombre (marroquí) en el desierto,
pero afortunadamente el director se preocupa
bastante por este hecho y mantiene fija la cámara
más de la cuenta por si el espectador
no hubiese entendido el mensaje. Iñárritu,
Douglas Crise y Stephen Mirrione, ponen gran
cuidado en las cabezas de venados y otras lindezas
para que el espectador entienda que el ejecutivo
japonés viaja por todo el mundo. Desde
la percepción marroquí, la unión
resulta más cohesionada pues el niño
que mata lo hace con un fusil que llegó
a esas tierras de alguna manera, es decir, fue
un regalo del viajero japonés.
La historia
japonesa tiene grandes aciertos. El primero de
ellos es la elección de Rinko Kikuchi
y el descubrimiento que hace el espectador –¡esta
sí es labor del espectador!- del equipo
de voleibol formado por jóvenes japonesas
sordomudas. Guionista y director han funcionado
como una excelente amalgama en cuanto a la realidad
de la joven japonesa quien se encuentra inmersa
en la vorágine de la modernidad, no obstante
el excesivo carácter freudiano de la mancuerna
Iñárritu-Arriaga presenta más
que una joven solitaria, una chica inmersa en
hiperbólico deseo sexual.
Las historias
marroquí y japonesa, poseedoras de fuerza
conceptual y visual, invitan al espectador a
transportarse hacia mundos distintos y distantes
con bastante tino y magia cinematográfica.
El trabajo de dirección es elegante y
conveniente en cuanto a la mayoría de
las actuaciones: el dúo de los famosos
Brad Pitt-Cate Blanchet, Kôji Yakusho,
a quien casi no lo dejan actuar, transmite gran
fuerza interpretativa (MEMORIAS DE UNA GEISHA,
ROB MARSHALL, 2005; o la surrealista AGUA TIBIA
BAJO UN PUENTE ROJO, 2001 Y LA ANGUILA, 1996,
ambas de SHOHEI IMAMURA); así como los
niños y adultos marroquíes. Una
duda: ¿por qué Brad Pitt se ve
tan viejo? ¿Era necesario?
Iñárritu
continúa la línea del tremendismo-naturalista
del estereotipo mexicano. Me pregunto si a Gael
García Bernal se le podría quitar
un poco el aspecto de naco. ¿Es necesario
que un buen actor (DIARIOS DE MOTOCICLETA, WALTER
SALLES Y LA MALA EDUCACIÓN, ALMODÓVAR,
2004; DREAMING OF JULIA, JUAN GERARD, 2001) aparezca
siempre en las películas de Iñárritu
como un tipo burdo y trampista?
Otra más,
Adriana Barraza es una excelente actriz: ¿tiene
que aparecer con las medias desgarradas y el
rímel corrido? Había caracterizado
bastante bien a su personaje, ya es mexicana
y su aspecto lo dice, sería mejor dejarla
sencilla y humana y no grotesca y vulgar.
El guión
tiene huecos, ¿acaso una pareja tan perfecta,
la de los famosos, tendría a sus hijos
bajo el cuidado de una mujer maravillosa Amelia/Adriana,
quien ha vivido durante 16 años en EU…
sin papeles? ¿Y además esa mujer
ignora que deberá mostrar un permiso en
la frontera? Todo eso resulta inverosímil.
De otros sí, pero no de los famosos. Por
cierto, Pitt y Blanchett, convencen, nos hacen
creer su realidad, aunque la bacinica en Marruecos…
en fin, continuamos con una vuelta al tremendismo
percibiéndose la influencia de Almodóvar,
quien gusta de las escenas escatológicas;
otra influencia almodovariana: Chavela Vargas
cantando “Tú me acostumbraste”.
El guión
se encuentra salpicado de situaciones altamente
deprimentes dejando a los mexicanos, como siempre
(ya tuvimos TRAFFIC y tantas otras) muy mal parados.
¿Es necesario poner a la novia mexicana
taaaan embarazada para recordarnos las fiestas
de barrio? Seguimos atrapados en el naturalismo
y las glorias de AMORES PERROS.
Y regresando
a Marruecos, la gente del autobús turístico
era casi tan insensible como los policías
de la frontera Méx-EU. Habráse
visto… no es creíble la deshumanización
de los tan buenos norteamericanos ¿miedo
al terrorismo?, ¿en Marruecos?
Mi recomendación a Iñárritu:
los mexicanos somos algo más que perdedores,
trinqueteros y borrachos. Esperamos otra imagen
del cine mexicano y de los mexicanos, cierto
orgullo nacional. ¿Por cierto, qué
le pasó a Gael cuando huyó? ¿Lo
atraparon? ¿Otra aportación del
espectador a la historia?
Buena música,
selección de Gustavo Santaolalla aunque
la canción mexicana, robada del estilo
de Almodóvar habría podido omitirse.
Y ya que estamos en el plano naturalista, ¿por
qué no mejor Control Machete o Molotov
como lo hiciera con AMORES PERROS? Aquella Lucha
de gigantes sobre la lavadora tuvo gran
impacto. Para BABEL requería de algo más
real y ad hoc, quizá música
de la talentosa Julieta Venegas, por ejemplo.
La fotografía
de Rodrigo Prieto conmueve con rostros de niños
marroquíes, capta y transmite emociones
sin palabras; las tomas en la discoteca japonesa
y la bien lograda ambientación sin sonido
invitan al espectador a la reflexión sobre
los pensamientos de la joven japonesa, aunque
menos secuencias habrían sido suficientes.
Siendo el montaje
la ordenación narrativa y rítmica
de los elementos objetivos del relato cinematográfico
se puede observar un trabajo excelente en manos
de Douglas Crise y Stephen Mirrione, sin embargo,
el metraje resultó excesivo... muy larga
la película. ¿No creen que con
dos horas habría bastado decir todo lo
que se dijo?
Hay buena cepa
en el cine mexicano. Hay críticas pero
también hay gran aceptación por
parte de los públicos de todo el mundo.
La polémica
es buena, ya lo decía Juan Ruiz de Alarcón
en relación con la crítica: ¡habrá
que ver la talla de vuestros detractores!
Notas:
1
La Semiótica es la disciplina que se encarga
del estudio de los signos como sistemas y procesos
de sistemas en el seno de la sociedad. Para Ch.
S. Peirce todo signo es triádico, es decir
que necesita la cooperación de tres instancias
que son el signo S (lo que representa), el objeto
O (lo que se representa) y el interpretante I
que produce su relación. Esta cooperación
se obtiene mediante el juego de dos determinaciones
sucesivas del signo S por el objeto O y del interpretante
I por el signo S de manera que I está
determinado por O a través de S.
(http://www.peirce.org/)
, (http://www.iupui.edu/~peirce/)
(http://plato.stanford.edu/archives/sum2002/entries/peirce/)
(http://es.geocities.com/tomaustin_cl/semiotica/semuk/semiotic.htm)
(http://www.uqar.qc.ca/signo/peirce/a_peirce.asp)
2 (http://www.helsinki.fi/science/commens/index.html)
3 En estos
sitios se ofrece mayor información al
respecto: (http://www.xtec.es/~xripoll/lengua.htm)
(http://www.monografias.com/trabajos10/seci/seci.shtml)
4 Figura retórica
en la cual una parte representa el todo.
Dra.
Susana Arroyo-Furphy
Investigadora, The University
of Queensland, Australia |