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Cine y Libros

Quisiera hablar de la película Babel de Alejandro González Iñárritu

 

Por Susana Arroyo-Furphy
Número 55

La idea de analizar trilogías cinematográficas es algo que siempre me ha subyugado como buena seguidora de Peirce, ya que el cine es ante todo un sistema de signos1. El estudio de un filme puede hacerse desde muchas disciplinas, la Semiótica es una herramienta de gran utilidad para explicar sistemas y procesos. Dentro de las posibilidades de análisis (en la taxonomía peirceana) se encuentra la Faneroscopía que describe el faneron, el cual es la colectividad de todo lo que se encuentra presente en la mente en todos los sentidos sin considerar si corresponde a algo real o no; el faneron está presente en la mente de todos. En su teoría, Peirce explica que el faneron es lo más cercano al término idea2. Así que aquí y ahora -hic et nunc- podemos analizar la idea de la cinta.

En el lenguaje cinematográfico existen muchos elementos3. El tiempo del cine es un tiempo de imágenes en movimiento el cual se entiende como un flujo de acontecimientos. Existe un orden de presentación que corresponde a la idea original, el rodaje y el montaje. El orden temporal a veces rompe con la disposición cronológica de los hechos y entonces puede ser circular (ANTES DE LA LLUVIA / PRED DOZHDOT / BEFORE THE RAIN, MILCHO MANCHEVSKY, 1994) o anacrónico (MEMENTO, CHRISTOPHER NOLAN, 2000). La frecuencia de las secuencias integran el ritmo, pero en el cine el ritmo es visual, auditivo y de narración de la acción.

Siendo profesora de Semiótica en el TEC-CEM llevábamos a cabo análisis de películas, entre ellas la trilogía de K. Kieslowski: AZUL, BLANCO Y ROJO (TROIS COULEURS: BLEU, BLANC, ROUGE 1993-1994). Si tuviera que actualizar el programa en cuanto a los materiales de análisis, no sé si cambiaría la trilogía del genio polaco por la del director mexicano González Iñárritu.

Al parecer BABEL forma parte de una trilogía, como su autor lo ha indicado en varias ocasiones: la controvertida y multicitada AMORES PERROS (2000), muy mexicana, dio paso a una película más ambiciosa, no solamente por el reparto (Sean Penn, Naomi Watts, Benicio del Toro) sino por los temas tratados desde una perspectiva más universal: 21 GRAMOS, 2003. El cierre de esta trilogía está a cargo de BABEL. Algo hay de muy bueno en el cine de Iñárritu y es que como apuntaba Yuri Lotman, el cine debe ser un grito a la verdad. González Iñárritu lo sabe y lo explora, nos dice su verdad.

Pero, el móvil aun no me queda claro, es decir, ¿por qué BABEL forma parte de la trilogía? ¿Acaso porque se manejan tres historias (¿eran cuatro en BABEL?) en cada una de las películas?; lo cual es conveniente como sello de autor pero los espectadores (expectantes, observadores) no reciben la propuesta con claridad; o tal vez porque las tres películas se unen por un accidente. BABEL, sin embargo, tiene miga, hay mucho que hablar de ella. Nos encontramos frente a una película inteligente.

Iñárritu convocó a los dioses para vertir en un crisol de celuloide lo que sucede aquí, allá y hasta allá. Alteró ritmos, mezcló tiempos. Utilizó el pretexto de hacer un filme como si fuese un trapiche y comenzó por el principio de los tiempos (Marruecos) para concatenar historias en modus operandi simultáneos pero en diferentes latitudes. No le faltó nada, hubo un muerto, una boda, la huida, balazos, los heridos, los buenos, los malos, los ricos y pobres, jóvenes, viejos, japoneses, mexicanos “mojados”, marroquíes y todo, desde luego, bajo la mirada patriarcal de EU. Es decir, juntó los mares, derribó murallas, cruzó los desiertos, las fronteras… hizo más que una película: la verdadera historia jamás contada. No quedó más en el tintero. Fue como Hércules, un semidiós y, como tal, debe tener cuidado con el fuego.

En relación con el tiempo cinematográfico la primera parte de la cinta presenta una familia marroquí y es narrativamente la mejor lograda (tiene un antes, un ahora y un después) en tanto que desarrolla una historia coherente dentro una cuidada ambientación: extrema pobreza con relaciones familiares definidas, la predilección del padre hacia el hijo astuto, hábil y gracioso, sobre el hermano mayor bastante lerdo, y aunque el freudiano guionista concita al pequeño a realizar audaces maniobras sexuales, éstas son interrumpidas por algo más placentero, lo cual se convierte en matar. Tenía tela para cortar, Alejandro, aunque “los de abajo” siempre llevan las de perder.

Luego, de manera paralela, viene otra historia y otra. Pero para hablar de una trilogía debe existir unidad y para ello debe haber continuidad, conexión, es decir relación con el leitmotif de la película en su totalidad, lo cual en retórica es conocido como sinécdoque4. En Babel quizá el leitmotif es la protección que EU prodiga a sus ciudadanos donde quiera que estén.

La conexión del incidente marroquí con la historia de la pareja (Brad Pitt y Cate Blanchett), es bastante atinada; sin embargo, la secuencia narrativa queda “coja” pues de la famosa pareja nunca conoceremos su pasado, se balbucea un poco, entre dientes, un ¿perdón necesario…?; quizá sea la parte de la historia que el espectador deba inventarse (!). Otra labor del espectador sería adivinar lo que la joven japonesa escribió al policía en su cuadernito y algunas más, sigamos.

La relación de la historia de la pareja americana con la historia japonesa, es completamente nula, es decir, la historia de los famosos -aparentemente ambos norteamericanos- con la historia japonesa: padre ausente e hija sordumuda/libidinosa, nunca se presenta como parte de la propuesta fílmica. La conexión de la japonesa con la marroquí es tan forzada que hay que centrar la atención en el retrato del padre (japonés) entregándole el fusil al hombre (marroquí) en el desierto, pero afortunadamente el director se preocupa bastante por este hecho y mantiene fija la cámara más de la cuenta por si el espectador no hubiese entendido el mensaje. Iñárritu, Douglas Crise y Stephen Mirrione, ponen gran cuidado en las cabezas de venados y otras lindezas para que el espectador entienda que el ejecutivo japonés viaja por todo el mundo. Desde la percepción marroquí, la unión resulta más cohesionada pues el niño que mata lo hace con un fusil que llegó a esas tierras de alguna manera, es decir, fue un regalo del viajero japonés.

La historia japonesa tiene grandes aciertos. El primero de ellos es la elección de Rinko Kikuchi y el descubrimiento que hace el espectador –¡esta sí es labor del espectador!- del equipo de voleibol formado por jóvenes japonesas sordomudas. Guionista y director han funcionado como una excelente amalgama en cuanto a la realidad de la joven japonesa quien se encuentra inmersa en la vorágine de la modernidad, no obstante el excesivo carácter freudiano de la mancuerna Iñárritu-Arriaga presenta más que una joven solitaria, una chica inmersa en hiperbólico deseo sexual.

Las historias marroquí y japonesa, poseedoras de fuerza conceptual y visual, invitan al espectador a transportarse hacia mundos distintos y distantes con bastante tino y magia cinematográfica. El trabajo de dirección es elegante y conveniente en cuanto a la mayoría de las actuaciones: el dúo de los famosos Brad Pitt-Cate Blanchet, Kôji Yakusho, a quien casi no lo dejan actuar, transmite gran fuerza interpretativa (MEMORIAS DE UNA GEISHA, ROB MARSHALL, 2005; o la surrealista AGUA TIBIA BAJO UN PUENTE ROJO, 2001 Y LA ANGUILA, 1996, ambas de SHOHEI IMAMURA); así como los niños y adultos marroquíes. Una duda: ¿por qué Brad Pitt se ve tan viejo? ¿Era necesario?

Iñárritu continúa la línea del tremendismo-naturalista del estereotipo mexicano. Me pregunto si a Gael García Bernal se le podría quitar un poco el aspecto de naco. ¿Es necesario que un buen actor (DIARIOS DE MOTOCICLETA, WALTER SALLES Y LA MALA EDUCACIÓN, ALMODÓVAR, 2004; DREAMING OF JULIA, JUAN GERARD, 2001) aparezca siempre en las películas de Iñárritu como un tipo burdo y trampista?

Otra más, Adriana Barraza es una excelente actriz: ¿tiene que aparecer con las medias desgarradas y el rímel corrido? Había caracterizado bastante bien a su personaje, ya es mexicana y su aspecto lo dice, sería mejor dejarla sencilla y humana y no grotesca y vulgar.

El guión tiene huecos, ¿acaso una pareja tan perfecta, la de los famosos, tendría a sus hijos bajo el cuidado de una mujer maravillosa Amelia/Adriana, quien ha vivido durante 16 años en EU… sin papeles? ¿Y además esa mujer ignora que deberá mostrar un permiso en la frontera? Todo eso resulta inverosímil. De otros sí, pero no de los famosos. Por cierto, Pitt y Blanchett, convencen, nos hacen creer su realidad, aunque la bacinica en Marruecos… en fin, continuamos con una vuelta al tremendismo percibiéndose la influencia de Almodóvar, quien gusta de las escenas escatológicas; otra influencia almodovariana: Chavela Vargas cantando “Tú me acostumbraste”.

El guión se encuentra salpicado de situaciones altamente deprimentes dejando a los mexicanos, como siempre (ya tuvimos TRAFFIC y tantas otras) muy mal parados. ¿Es necesario poner a la novia mexicana taaaan embarazada para recordarnos las fiestas de barrio? Seguimos atrapados en el naturalismo y las glorias de AMORES PERROS.

Y regresando a Marruecos, la gente del autobús turístico era casi tan insensible como los policías de la frontera Méx-EU. Habráse visto… no es creíble la deshumanización de los tan buenos norteamericanos ¿miedo al terrorismo?, ¿en Marruecos?
Mi recomendación a Iñárritu: los mexicanos somos algo más que perdedores, trinqueteros y borrachos. Esperamos otra imagen del cine mexicano y de los mexicanos, cierto orgullo nacional. ¿Por cierto, qué le pasó a Gael cuando huyó? ¿Lo atraparon? ¿Otra aportación del espectador a la historia?

Buena música, selección de Gustavo Santaolalla aunque la canción mexicana, robada del estilo de Almodóvar habría podido omitirse. Y ya que estamos en el plano naturalista, ¿por qué no mejor Control Machete o Molotov como lo hiciera con AMORES PERROS? Aquella Lucha de gigantes sobre la lavadora tuvo gran impacto. Para BABEL requería de algo más real y ad hoc, quizá música de la talentosa Julieta Venegas, por ejemplo.

La fotografía de Rodrigo Prieto conmueve con rostros de niños marroquíes, capta y transmite emociones sin palabras; las tomas en la discoteca japonesa y la bien lograda ambientación sin sonido invitan al espectador a la reflexión sobre los pensamientos de la joven japonesa, aunque menos secuencias habrían sido suficientes.

Siendo el montaje la ordenación narrativa y rítmica de los elementos objetivos del relato cinematográfico se puede observar un trabajo excelente en manos de Douglas Crise y Stephen Mirrione, sin embargo, el metraje resultó excesivo... muy larga la película. ¿No creen que con dos horas habría bastado decir todo lo que se dijo?

Hay buena cepa en el cine mexicano. Hay críticas pero también hay gran aceptación por parte de los públicos de todo el mundo.

La polémica es buena, ya lo decía Juan Ruiz de Alarcón en relación con la crítica: ¡habrá que ver la talla de vuestros detractores!


Notas:

1 La Semiótica es la disciplina que se encarga del estudio de los signos como sistemas y procesos de sistemas en el seno de la sociedad. Para Ch. S. Peirce todo signo es triádico, es decir que necesita la cooperación de tres instancias que son el signo S (lo que representa), el objeto O (lo que se representa) y el interpretante I que produce su relación. Esta cooperación se obtiene mediante el juego de dos determinaciones sucesivas del signo S por el objeto O y del interpretante I por el signo S de manera que I está determinado por O a través de S.
(http://www.peirce.org/) , (http://www.iupui.edu/~peirce/)
(http://plato.stanford.edu/archives/sum2002/entries/peirce/)
(http://es.geocities.com/tomaustin_cl/semiotica/semuk/semiotic.htm)
(http://www.uqar.qc.ca/signo/peirce/a_peirce.asp)
2 (http://www.helsinki.fi/science/commens/index.html)
3 En estos sitios se ofrece mayor información al respecto: (http://www.xtec.es/~xripoll/lengua.htm)
(http://www.monografias.com/trabajos10/seci/seci.shtml)
4 Figura retórica en la cual una parte representa el todo.


Dra. Susana Arroyo-Furphy
Investigadora, The University of Queensland, Australia

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