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28 de Febrero
2007

 

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Cine y Libros

Quisiera hablar de la película Apocalypto de Mel Gibson

 

Por Susana Arroyo-Furphy
Número 55

Peirce1 era muy bromista. Un día un amigo le preguntó sobre la triada y él simplemente contesó que todo lo veía en tres partes o tres dimensiones, en fin, que para él el mundo estaba dividido en tres.

Como a mí también me gustan las bromas, dividiré esta presentación en tres partes: primero, hablaré sobre Mel Gibson, luego sobre APOCALYPTO y después sobre la relación de la película con el lector/público, en el que me incluyo.

He de decir que tengo sentimientos encontrados hacia Mel Gibson. Recuerdo haberme enamorado (y es que me fascinan los autos) del Interceptor Ford XB Falcon Hardtop, 1973, de Max Rockatansky es decir, Mel, en la apocalíptica cinta MAD MAX. El filme se rodó en 1979 pero se estrenó en el mundo en 1980. Recuerdo que al leer sobre la película la escasa información que se podía encontrar en esos tiempos, me llamó la atención que Max y yo éramos de la misma edad; sin embargo, desde hace algunos años, cada vez que leo la biografía de Max (o sea Mel), me doy cuenta que es 4 años menor que yo. ¡No me lo puedo creer!

Al pasar el tiempo y tras la gran decepción de verle con esa horrible peluca en CORAZÓN VALIENTE (1995) y cientos de miles de soldados, algo incalculable en el siglo XIII -pues tan sólo para armar a cada uno de los caballeros y montarlo en un caballo, se requería al menos de 30 hombres-, dejé de interesarme en el norteamericano-australiano actor-director-productor. Una de las tantas críticas a Max se basaba en que el actor andaba rondando los 50 e interpretaba a un personaje que murió a los 20. No era nada de extrañarse pues recuerdo a un avejentado Hamlet, quien difícilmente recitó el famoso: “To be or not to be... that is the question”; quizá lo pensó demasido o tal vez él mismo se dio cuenta de que esa reflexión la hizo el príncipe Hamlet siendo realmente eso, un príncipe… y los príncipes son jóvenes (HAMLET, Franco Zeffirelli, 1990).

Un día tuve deseos de tirar el cerebro a la basura por un par de horas y en lugar de ir al salón de belleza a leer Cosmopolitan o Vanidades, decidí ver “con mis propios ojos” lo que se había hecho de la Canción de Navidad de Charles Dickens, ahora en un filme titulado EN QUÉ PIENSAN LAS MUJERES (WHAT WOMEN WANT, Nancy Meyers, 2000) y entonces reconocí mi odio hacia Max pues me sentí “fatal” al verlo -¡ahora sí mucho más joven que yo!- tan guapo, jovial, atlético y con sus increíbles ojos azules, aunque no tan increíbles como los de Paul Newman, pero aún buen mozo haciendo gala de gracia, talento y simpatía.

Hace varios años me enteré de la religiosidad y filantropía de Max, y fue entonces cuando hizo un filme que no he visto ni veré, llamado LA PASIÓN DE CRISTO (THE PASSION OF THE CHRIST, 2004). Pero como decía mi profesor de Filología Hispánica “eso no obsta para que conste”, así que aún sin haber visto toda su filmografía (bueno, admito haberme entretenido con THE PATRIOTS, ARMA LETAL 1 Y 2 y alguna que otra lindeza por el estilo), me atrevo a hablar sobre este documento (?) llamado APOCALYPTO.

Considero que la mercadotecnia en la actualidad puede hacer magia. Ya lo apuntaba Pierce: Three elements are active in the world: first, chance; second, law and third, habit-taking. Si un nombre, en este caso Max (o Mel) y una trayectoria constante y en ascenso pueden lograr que el objeto de análisis se convierta en un pretexto para interesarse por nuestro país, bueno pues adelante.

Max/Mel es australiano por elección, así que -como vivo en Australia- he observado la crítica de los compatriotas -los de Max- sobre ese “orgullo nacional” como el que nosotros sentimos por Salma Hayek, por ejemplo, Frida Kahlo o Diego Rivera, el tequila o Lila Downs (quien por cierto ya se ha presentado en Australia), la música ranchera o los tacos al pastor. He logrado inferir que no existe esa simpatía latente como la que hay por la llamada “our own top princess” Kylie Minogue, o por la camaleónica Cate Blanchet, o la bella Nicole Kidman; percibo gran admiración hacia Geoffrey Rush o hacia la notable Judy Davis y satisfacción al ver a un Heath Ledger más allá del legendario Ned Kelly, a un Orlando Bloom troyano-piratesco, a la siempre consistente y exquisita Naomi Watts, a un Eric Bana quien despliega músculos y talento en todas sus interpretaciones o el eternamente recordado Errol Flynn; sin embargo Max… pues no, él es entre americano y ciudadano del mundo. Y es que esto de vivir en otro país aún cuando sea por elección siendo niño o viejo, siempre es difícil.

Volviendo a APOCALYPTO, o dando inicio a mi comentario sobre el filme, creo que hay más críticas negativas que positivas. La cinta se basa en una serie de aventuras de un buen joven maya quien escapa de los malosos para reencontrarse con su amada. Sin embargo, considero que Max podría hacer una readaptación a su apocalíptica APOCALYPTO y hacer una película para niños. Sí, justamente me vino la idea a la cabeza cuando vi al singular Rudy Youngblood (“Jawar Paw”) quien al trepar a un árbol para esconderse de los malosos que lo acechan, encuentra a un bebé pantera. Cuando ocurrió esto, pensé “la mamá pantera estará detrás” y ¡en efecto!, tal como sucede en las películas para niños, la pantera aparece, ruge horrible y, bueno, yo le quitaría la fea escena en la que se come la cabeza de uno de los malosos en medio del horror de los otros guerreros; era como ver a Timón y Pumba cantando Hakuna Matata, sí, del REY LEÓN (1994) o a Mowgly en EL LIBRO DE LA SELVA la que, por cierto, no es original de los estudios Disney sino del poeta hindú Rudyard Kipling quien la escribiera en el invierno de 1892 y en la cual un niño fue criado por los lobos, igual que si se tratara de un lobezno. Kipling moldeó la idea y creó una galería de inolvidables personajes, fue dando forma a El libro de la selva que posteriormente ampliaría con un nuevo y definitivo volumen. Así brotó este libro maravilloso de la pluma de un escritor excepcional, de quien dijo Borges que después de Shakespeare, era el único autor inglés que escribía con todo el diccionario.

La pantera (de APOCALYPTO) como tal, es ágil, ligera y veloz, pero “Jaguar Paw” lo es más, así que nunca logra alcanzarle. A partir de tales escenas, mi óptica hacia APOCALYPTO fue más benévola y entonces he dedicido enviar mi sugerencia al señor Rockatansky-Gibson y sugerirle que cambie todo y empiece de nuevo. Ah, pero que modifique el escenario: las panteras negras son normalmente africanas, en América hay pumas, algunos casi negros pero tienen manchas.

El filme se promueve en algunos sitios con un calendario azteca (!) y otros signos similares que permean la película reflejando su todo-signo -el sinsigno, para Peirce-, los cuales -los signos- son muestras inequívocas de nuestra decadente sociedad. La idea -como molécula fenomenológica, para Peirce-: “Cuando llegue el fin no todos estarán preparados” nos deja perplejos, es decir, nunca lograremos descifrar el axioma: la humanidad debe preparase en general para el fin, o es quizá que algunos están preparados y otros no. Los malosos también morirán. Nadie es inmortal.

Prosigamos. Hay un signo, otro, que es un medallón parecido a la Mictlanteutli o a Mictlancihuatl y que, de ser tal, tiene relación con el sentido de la muerte, pero tiene más parecido con el que se encuentra en el Códice Borbónico, el cual es el Tonalamatl que, en efecto, es una imagen esotérica; pero es azteca... lástima, Max.

Se sabe que Max es un adorador de la cultura maya y cuando lo entrevistan siempre tiene estatuillas mayas detrás, ¿las habrá comprado?

Cuando escucho a los que hicieron la película y veo las escenas de tan ambicioso filme, tengo la idea de que la relación signo (personas) – objeto (película), cuyo producto (interpretante) es el resultado final de tal conexión, es decir, la triada periceana, pues simplemente no encuentro tal vinculación. Es decir, Farhad Safinia, por ejemplo, quien es coproductor de APOCALYPTO habla del jaguar…? El académico que fungió como consultor Dr Richard Hansen, es especialista en arqueología maya de la zona de Guatemala, lo cual me hace pensar que ese fue el motivo por el que utilizó la pirámide de Tikal en lugar de la de Chichen-Itzá.

Estoy segura de haber visto ladrillos en la pirámide, quizá lo eran pues según me he informado, el set fue preparado exprofeso para el filme.

Tengo muchas dudas: hay un momento en el que Garra de Jaguar (pues eso significa “Jaguar Paw”) se asombra al ver a los españoles. ¿No había desaparecido el imperio maya cuando arribaron los conquistadores? ¿No está muy lejos el mar de las pirámides en esa zona? (¿especialmente la de Tikal?). ¿El eclipse sorprendió a los mayas? ¿No eran astrónomos? ¿Los sacrificios se hacían por docena? ¿Kukulkan andaba por ahí merodeando? ¿No era un dios como Quetzalcóatl?

APOCALYPTO comienza con una serie de bromas que realiza la tribu de cuyo nombre no me acuerdo, lo siento, y que me hiciera reflexionar en el filme australiano de Rolf de Heer, TEN CANOES (DIEZ CANOAS, 2006), cuya historia se basa en una especie de génesis para los aborígenes, como lo fuera el Popol Vuh; a propósito, la película es simplemente maravillosa. En el inicio de APOCALYPTO me pareció que sería algo por el estilo, nada más alejado.

En relación con el espacio y el tiempo de la cinta, éstos no corresponden a espacios y tiempos reales de la acción, es decir, los errores son de contenido más que de forma: la luna llena después del eclipse (los eclipses ocurren en luna nueva); la imprevisibilidad del eclipse: para otros sí, pero no para los observadores- astrónomos mayas; el tema de las distancias: costas-zona maya; la falta de correspondencia de la pirámide principal con la supuesta de Chichen-Itzá; la llegada de los españoles después de la caída del imperio maya. El filme ha recibido críticas severas por parte de los especialistas como el historiador Roberto Romero, quien ha cuestionado “el río lleno de muertos”, observa que en la cinta aparece una fosa de cadáveres como si se tratara de Auschwitz, al estilo nazi. En el Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM han declarado que: “Los 3 mil años de historia de esa cultura prehispánica parece que fueron metidos a una licuadora y lo que vimos en pantalla fue el resultado de eso, es decir, una mezcla aberrante en tiempo y espacio”2.

En fin, si fuera amiga cercana de Mel-Max le sugeriría otro investigador para la próxima, pues Richard Hansen cometió grandes errores.

Sin embargo, hay varios aciertos en la película de Mel/Max: el haber contratado actores desconocidos y en su mayoría, mexicanos o de tribus comanches de EU; el diseño de la producción de Tom Sanders, la excelente fotografía de Dean Semler; la elección del maloso Raoul Trujillo quien es verdaderamente malo, calculador, frío y corpulento; la selección que hizo Simon Atherton de las armas empleadas en el filme; el vestuario de Mayes Rubeo, aunque un poco excesivo para mi gusto, pero bien logrado; el maquillaje de Simona Castaldi y desde luego sorprendentes efectos visuales a cargo de Ted Rae. En cuanto al montaje, pertenece a un trabajo verdaderamente cuidado.

Se habla de APOCALYPTO, se considera una película de acción por la cacería y el triunfo del bueno sobre el malo. Tal vez podamos aprender de los errores, tal vez nuestras palabras de ¡Basta! las escuche Mel Gibson. Y entonces, quizá, podamos contar una historia.

Sin pena ni gloria en el mercado australiano. La gente va a ver el LABERINTO DEL FAUNO, pero no al apocalíptico Max, pues ya saben de qué va.


Notas:

1 Charles Sanders Peirce (1839-1914), matemático, lógico, fundador del Pragmatismo. Iniciador de la semiótica en norteamérica.
2 Huerta, César y Gustavo Silva G. El Universal. Jueves 25 de enero de 2007.


Dra. Susana Arroyo-Furphy
Investigadora, The University of Queensland, Australia

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