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Por Susana Arroyo-Furphy
Número
55
Peirce1
era muy bromista. Un día un amigo le preguntó
sobre la triada y él simplemente contesó
que todo lo veía en tres partes o tres
dimensiones, en fin, que para él el mundo
estaba dividido en tres.
Como a mí
también me gustan las bromas, dividiré
esta presentación en tres partes: primero,
hablaré sobre Mel Gibson, luego sobre
APOCALYPTO y después sobre la relación
de la película con el lector/público,
en el que me incluyo.
He de decir
que tengo sentimientos encontrados hacia Mel
Gibson. Recuerdo haberme enamorado (y es que
me fascinan los autos) del Interceptor
Ford XB Falcon Hardtop, 1973, de Max Rockatansky
es decir, Mel, en la apocalíptica cinta
MAD MAX. El filme se rodó en 1979 pero
se estrenó en el mundo en 1980. Recuerdo
que al leer sobre la película la escasa
información que se podía encontrar
en esos tiempos, me llamó la atención
que Max y yo éramos de la misma edad;
sin embargo, desde hace algunos años,
cada vez que leo la biografía de Max (o
sea Mel), me doy cuenta que es 4 años
menor que yo. ¡No me lo puedo creer!
Al pasar el
tiempo y tras la gran decepción de verle
con esa horrible peluca en CORAZÓN VALIENTE
(1995) y cientos de miles de soldados, algo incalculable
en el siglo XIII -pues tan sólo para armar
a cada uno de los caballeros y montarlo en un
caballo, se requería al menos de 30 hombres-,
dejé de interesarme en el norteamericano-australiano
actor-director-productor. Una de las tantas críticas
a Max se basaba en que el actor andaba rondando
los 50 e interpretaba a un personaje que murió
a los 20. No era nada de extrañarse pues
recuerdo a un avejentado Hamlet, quien difícilmente
recitó el famoso: “To be or not
to be... that is the question”; quizá
lo pensó demasido o tal vez él
mismo se dio cuenta de que esa reflexión
la hizo el príncipe Hamlet siendo realmente
eso, un príncipe… y los príncipes
son jóvenes (HAMLET, Franco Zeffirelli,
1990).
Un día
tuve deseos de tirar el cerebro a la basura por
un par de horas y en lugar de ir al salón
de belleza a leer Cosmopolitan o Vanidades,
decidí ver “con mis propios ojos”
lo que se había hecho de la Canción
de Navidad de Charles Dickens, ahora en un filme
titulado EN QUÉ PIENSAN LAS MUJERES (WHAT
WOMEN WANT, Nancy Meyers, 2000) y entonces reconocí
mi odio hacia Max pues me sentí “fatal”
al verlo -¡ahora sí mucho más
joven que yo!- tan guapo, jovial, atlético
y con sus increíbles ojos azules, aunque
no tan increíbles como los de Paul Newman,
pero aún buen mozo haciendo gala de gracia,
talento y simpatía.
Hace varios
años me enteré de la religiosidad
y filantropía de Max, y fue entonces cuando
hizo un filme que no he visto ni veré,
llamado LA PASIÓN DE CRISTO (THE PASSION
OF THE CHRIST, 2004). Pero como decía
mi profesor de Filología Hispánica
“eso no obsta para que conste”, así
que aún sin haber visto toda su filmografía
(bueno, admito haberme entretenido con THE PATRIOTS,
ARMA LETAL 1 Y 2 y alguna que otra lindeza por
el estilo), me atrevo a hablar sobre este documento
(?) llamado APOCALYPTO.
Considero que
la mercadotecnia en la actualidad puede hacer
magia. Ya lo apuntaba Pierce: Three elements
are active in the world: first, chance; second,
law and third, habit-taking. Si un nombre,
en este caso Max (o Mel) y una trayectoria constante
y en ascenso pueden lograr que el objeto de análisis
se convierta en un pretexto para interesarse
por nuestro país, bueno pues adelante.
Max/Mel es australiano
por elección, así que -como vivo
en Australia- he observado la crítica
de los compatriotas -los de Max- sobre ese “orgullo
nacional” como el que nosotros sentimos
por Salma Hayek, por ejemplo, Frida Kahlo o Diego
Rivera, el tequila o Lila Downs (quien por cierto
ya se ha presentado en Australia), la música
ranchera o los tacos al pastor. He logrado inferir
que no existe esa simpatía latente como
la que hay por la llamada “our own top
princess” Kylie Minogue, o por la camaleónica
Cate Blanchet, o la bella Nicole Kidman; percibo
gran admiración hacia Geoffrey Rush o
hacia la notable Judy Davis y satisfacción
al ver a un Heath Ledger más allá
del legendario Ned Kelly, a un Orlando Bloom
troyano-piratesco, a la siempre consistente y
exquisita Naomi Watts, a un Eric Bana quien despliega
músculos y talento en todas sus interpretaciones
o el eternamente recordado Errol Flynn; sin embargo
Max… pues no, él es entre americano
y ciudadano del mundo. Y es que esto de vivir
en otro país aún cuando sea por
elección siendo niño o viejo, siempre
es difícil.
Volviendo a
APOCALYPTO, o dando inicio a mi comentario sobre
el filme, creo que hay más críticas
negativas que positivas. La cinta se basa en
una serie de aventuras de un buen joven maya
quien escapa de los malosos para reencontrarse
con su amada. Sin embargo, considero que Max
podría hacer una readaptación a
su apocalíptica APOCALYPTO y hacer una
película para niños. Sí,
justamente me vino la idea a la cabeza cuando
vi al singular Rudy Youngblood (“Jawar
Paw”) quien al trepar a un árbol
para esconderse de los malosos que lo acechan,
encuentra a un bebé pantera. Cuando ocurrió
esto, pensé “la mamá pantera
estará detrás” y ¡en
efecto!, tal como sucede en las películas
para niños, la pantera aparece, ruge horrible
y, bueno, yo le quitaría la fea escena
en la que se come la cabeza de uno de los malosos
en medio del horror de los otros guerreros; era
como ver a Timón y Pumba cantando Hakuna
Matata, sí, del REY LEÓN (1994)
o a Mowgly en EL LIBRO DE LA SELVA la que, por
cierto, no es original de los estudios Disney
sino del poeta hindú Rudyard Kipling quien
la escribiera en el invierno de 1892 y en la
cual un niño fue criado por los lobos,
igual que si se tratara de un lobezno. Kipling
moldeó la idea y creó una galería
de inolvidables personajes, fue dando forma a
El libro de la selva que posteriormente
ampliaría con un nuevo y definitivo volumen.
Así brotó este libro maravilloso
de la pluma de un escritor excepcional, de quien
dijo Borges que después de Shakespeare,
era el único autor inglés que escribía
con todo el diccionario.
La pantera (de
APOCALYPTO) como tal, es ágil, ligera
y veloz, pero “Jaguar Paw” lo es
más, así que nunca logra alcanzarle.
A partir de tales escenas, mi óptica hacia
APOCALYPTO fue más benévola y entonces
he dedicido enviar mi sugerencia al señor
Rockatansky-Gibson y sugerirle que cambie todo
y empiece de nuevo. Ah, pero que modifique el
escenario: las panteras negras son normalmente
africanas, en América hay pumas, algunos
casi negros pero tienen manchas.
El filme se
promueve en algunos sitios con un calendario
azteca (!) y otros signos similares que permean
la película reflejando su todo-signo -el
sinsigno, para Peirce-, los cuales -los signos-
son muestras inequívocas de nuestra decadente
sociedad. La idea -como molécula fenomenológica,
para Peirce-: “Cuando llegue el fin no
todos estarán preparados” nos deja
perplejos, es decir, nunca lograremos descifrar
el axioma: la humanidad debe preparase en general
para el fin, o es quizá que algunos están
preparados y otros no. Los malosos también
morirán. Nadie es inmortal.
Prosigamos.
Hay un signo, otro, que es un medallón
parecido a la Mictlanteutli o a Mictlancihuatl
y que, de ser tal, tiene relación
con el sentido de la muerte, pero tiene más
parecido con el que se encuentra en el Códice
Borbónico, el cual es el Tonalamatl
que, en efecto, es una imagen esotérica;
pero es azteca... lástima, Max.
Se sabe que
Max es un adorador de la cultura maya y cuando
lo entrevistan siempre tiene estatuillas mayas
detrás, ¿las habrá comprado?
Cuando escucho
a los que hicieron la película y veo las
escenas de tan ambicioso filme, tengo la idea
de que la relación signo (personas) –
objeto (película), cuyo producto (interpretante)
es el resultado final de tal conexión,
es decir, la triada periceana, pues
simplemente no encuentro tal vinculación.
Es decir, Farhad Safinia, por ejemplo, quien
es coproductor de APOCALYPTO habla del jaguar…?
El académico que fungió como consultor
Dr Richard Hansen, es especialista en arqueología
maya de la zona de Guatemala, lo cual me hace
pensar que ese fue el motivo por el que utilizó
la pirámide de Tikal en lugar de la de
Chichen-Itzá.
Estoy segura
de haber visto ladrillos en la pirámide,
quizá lo eran pues según me he
informado, el set fue preparado exprofeso para
el filme.
Tengo muchas
dudas: hay un momento en el que Garra de Jaguar
(pues eso significa “Jaguar Paw”)
se asombra al ver a los españoles. ¿No
había desaparecido el imperio maya cuando
arribaron los conquistadores? ¿No está
muy lejos el mar de las pirámides en esa
zona? (¿especialmente la de Tikal?). ¿El
eclipse sorprendió a los mayas? ¿No
eran astrónomos? ¿Los sacrificios
se hacían por docena? ¿Kukulkan
andaba por ahí merodeando? ¿No
era un dios como Quetzalcóatl?
APOCALYPTO comienza
con una serie de bromas que realiza la tribu
de cuyo nombre no me acuerdo, lo siento, y que
me hiciera reflexionar en el filme australiano
de Rolf de Heer, TEN CANOES (DIEZ CANOAS, 2006),
cuya historia se basa en una especie de génesis
para los aborígenes, como lo fuera el
Popol Vuh; a propósito, la película
es simplemente maravillosa. En el inicio de APOCALYPTO
me pareció que sería algo por el
estilo, nada más alejado.
En relación
con el espacio y el tiempo de la cinta, éstos
no corresponden a espacios y tiempos reales de
la acción, es decir, los errores son de
contenido más que de forma: la luna llena
después del eclipse (los eclipses ocurren
en luna nueva); la imprevisibilidad del eclipse:
para otros sí, pero no para los observadores-
astrónomos mayas; el tema de las distancias:
costas-zona maya; la falta de correspondencia
de la pirámide principal con la supuesta
de Chichen-Itzá; la llegada de los españoles
después de la caída del imperio
maya. El filme ha recibido críticas severas
por parte de los especialistas como el historiador
Roberto Romero, quien ha cuestionado “el
río lleno de muertos”, observa que
en la cinta aparece una fosa de cadáveres
como si se tratara de Auschwitz, al estilo nazi.
En el Centro de Estudios Mayas del Instituto
de Investigaciones Filológicas de la UNAM
han declarado que: “Los 3 mil años
de historia de esa cultura prehispánica
parece que fueron metidos a una licuadora y lo
que vimos en pantalla fue el resultado de eso,
es decir, una mezcla aberrante en tiempo y espacio”2.
En fin, si fuera
amiga cercana de Mel-Max le sugeriría
otro investigador para la próxima, pues
Richard Hansen cometió grandes errores.
Sin embargo,
hay varios aciertos en la película de
Mel/Max: el haber contratado actores desconocidos
y en su mayoría, mexicanos o de tribus
comanches de EU; el diseño de la producción
de Tom Sanders, la excelente fotografía
de Dean Semler; la elección del maloso
Raoul Trujillo quien es verdaderamente malo,
calculador, frío y corpulento; la selección
que hizo Simon Atherton de las armas empleadas
en el filme; el vestuario de Mayes Rubeo, aunque
un poco excesivo para mi gusto, pero bien logrado;
el maquillaje de Simona Castaldi y desde luego
sorprendentes efectos visuales a cargo de Ted
Rae. En cuanto al montaje, pertenece a un trabajo
verdaderamente cuidado.
Se habla de
APOCALYPTO, se considera una película
de acción por la cacería y el triunfo
del bueno sobre el malo. Tal vez podamos aprender
de los errores, tal vez nuestras palabras de
¡Basta! las escuche Mel Gibson. Y entonces,
quizá, podamos contar una historia.
Sin pena ni
gloria en el mercado australiano. La gente va
a ver el LABERINTO DEL FAUNO, pero no al apocalíptico
Max, pues ya saben de qué va.
Notas:
1
Charles Sanders Peirce (1839-1914), matemático,
lógico, fundador del Pragmatismo. Iniciador
de la semiótica en norteamérica.
2 Huerta, César
y Gustavo Silva G. El Universal. Jueves
25 de enero de 2007.
Dra.
Susana Arroyo-Furphy
Investigadora, The University
of Queensland, Australia |