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Por Susana Arroyo-Furphy
Número
55
El
Manual para aprender Náhuatl1
del maestro Marcelino Hernández Beatriz
no es un manual más para aprender un idioma,
es un compendio del saber de los tiempos, es
la piedra filosofal de la historia de nuestros
pueblos, de nuestra raza, de nuestra verdad.
Conocí
a Marcelino en los pasillos de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UNAM. Y reconocí
de inmediato su interés por la Semántica,
materia que impartí a lo largo de 13 años.
Las aulas de nuestra máxima Casa de estudios
se ven engalanadas, aunque no de manera frecuente,
con personas que son verdaderos amantes del estudio,
no como mero trayecto hacia la obtención
de un título sino como fin y objeto de
encuentro, de discusión, de trascendencia.
Marcelino Hernández Beatriz ha sido una
de esas personas de quien al humilde catedrático
le queda el placer y el deleite de haber compartido
las horas de un curso.
Marcelino propone, en su Manual, conocer la lengua
náhuatl desde su morfología y no
desde un punto de vista aislado como palabras
con sentido literal sin considerar el contorno
del medio natural y social. Y es que Marcelino
es hablante nativo del melodioso idioma que heredamos
de nuestros antepasados. Y es que, además,
es amante del conocimiento y del encuentro de
la palabra con la idea, con el concepto, con
la imagen, con el símbolo y con la realidad
que le ha tocado –y ha elegido vivir- día
con día en sus talleres de creación
literaria, en sus actividades hacia la trascendencia
de la añeja cultura.
El Manual
comienza con la identificación de
los aztequismos en la lengua española
y poco a poco nos conduce al mundo maravillosos
del náhuatl, hasta llegar a realizar traducciones
del español al náhuatl y del náhuatl
al español.
Me siento afortunada
de ser amiga de Marcelino y de que hasta esta
gran isla-continente donde vivo: Australia, me
ha enviado su Manual, el cual es producto
de sabiduría, constancia, férrea
disciplina y absoluto rigor.
El autor ha
considerado la importancia de enseñarnos
el alfabeto pues hay sonidos del español
que no existen en la lengua náhuatl, así,
notamos la ausencia de “b”, “d”,
“f”, “g”, “ñ”,
“r”, “v”; observamos
que “c” y “q” se sustituyen
por la “k”; y la “z”
se sustituye por la “s”. Sin embargo,
percibimos que en náhuatl “tl”
no es parte de una sílaba sino una letra,
así como “ts”.
En relación
con la acentuación, el Manual señala:
“la lengua náhuatl es de acentuación
grave, es decir, que la sílaba tónica
se presenta en la penútima sílaba.
Sin embargo, en algunas variantes podemos encontrar
que se acentúa como aguda. Ejemplos: maltí,
se baña; mauiltí,
juega; si no se pone el acento respectivo y se
lee como una palabra grave, cambia de tiempo
presente a pasado.” (p. 13)
El mosaico,
o mejor dicho, el tejido laborioso de la lengua
nos invita a internarnos en un mundo mágico.
Algunos objetos considerados inanimados en español
o en otros idiomas como ‘estrella’
= sitlali o ‘cerro’
= tepetl, “no son cosas
inanimadas para los indígenas ya que se
les da vida y se les rinde culto” (p. 29).
El Manual
nos lleva de la mano mediante capítulos
que nos acercan a la gramática, al vocabulario,
y lo más importante a la cosmogonía
de la cultura náhuatl; nos explica las
diferencias dialectales, nos ubica en el tiempo
y en el espacio, elementos sine quan non del
idioma y de la percepción del mundo de
los hablantes.
A lo largo de
sus cien páginas se encuentran fotografías
ad hoc al proceso de concienciación
del lector en el mundo actual que viven las comunidades
indígenas en nuestro país cuya
población se estima en 1,697,000 habitantes,
según la más reciente información
de Etnologue, de 19962,
siendo el náhuatl la familia de lenguas
indígenas con más hablantes.
El náhuatl
es la lengua que hablaban los aztecas en México-Tenochtitlan,
en los siglos XV y XVI, sin embargo, existen
variantes, una de ellas, la de los aztecas, es
la denominada náhuatl clásico.
En la actualidad las variantes del náhuatl
se encuentran algunas partes del Distrito Federal
(Ciudad de México) y en los estados de
Durango, México, Guerrero, Michoacán,
Morelos, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí,
Tabasco, Tlaxcala y Veracruz.
Aunque el estudio
del maestro Marcelino se ha centrado en el náhuatl
hablado en el estado de Hidalgo, su tierra de
origen, el Manual comprende reglas generales
para la comprensión de la estructura del
idioma.
El náhuatl
es una lengua aglutinante, es decir, añade
muchas clases de afijos (prefijos y/o sufijos)
a una raíz hasta poder construir palabras
muy largas; de tal suerte, encontramos palabras
como: ‘tsinkechkuayotl’ = ‘cintura’,
o ‘kuitlapamitl’ = ‘espalda’.
O ideas contenidas en una sola palabra: ‘atsintla’
= ‘atraviesa el agua’.
El Manual
está orientado tanto para los hablantes
de la lengua indígena, como para los no
hablantes, investigadores, maestros bilingues,
amas de casa y a todas las personas interesadas
en comprender y entender esta lengua.
El maestro Marcelino
se ha dado a la tarea de colocar mapas cuidadosamente
elaborados para la identificación de los
lugares donde se habla el náhuatl, un
glosario, un apéndice con las partes del
cuerpo, los números, colores, multiplicaciones
y variadas referencias. Dentro del apéndice,
observamos con deleite un listado de algunas
palabras de origen náhuatl, entre ellas:
aguacate, ajonjolí, atole, cacahuate,
coyote, ejote, chapulín, elote, epazote,
mecate, metate, milpa, nixtamal, papalote, tecolote,
tianguis, tomate, zacate, zapote, zopilote,
y muchas más.
Esta breve semblanza
de una parte del trabajo del maestro Marcelino
es una invitación a conocer su trabajo,
a disfrutar de un idioma maravilloso y verdadero,
actual y vigoroso.
Marcelino se
ha dado a la tarea, además, de compartirnos
su amor por las letras pues es un estudioso de
la gramática, dirige talleres literarios,
escribe, organiza actividades y forma parte de
fundaciones que se orientan a la divulgación
de la lengua náhuatl, es maestro, padre
de familia, poeta, es un hombre comprometido
con su tiempo y con su historia… me siento
muy orgullosa de ser su amiga.
Para quienes
no conozcan nada del idioma, he querido transcribir
un poema de Nezahualcóyotl, el rey poeta.
Curiosamente este fragmento se encuentra en los
billetes mexicanos de 100 pesos:
Nehhuatl nictlazohtla
in centzontototl
icuicauh
nehhuatl nictlazohtla
chalchihuitl itlapaliz
ihuan in ahuiyacmeh
xochimeh
zan oc cencah,
noicniuhtzin
in
tlacatl,
nehhuatl nictlazohtla3
Notas:
*Hernández
Beatriz, Marcelino. Manual para aprender
náhuatl. México, Edición
Makuilxochitl, Cruzhica, 2004.
1
Marcelino Hernández Beatriz nació
en la comunidad de Cruzhica, municipio de Xochiatipan,
en el estado de Hidalgo. Hizo sus estudios primarios
en su propia localidad. Es egresado de la Facultad
de Filosofía y Letras de la UNAM donde
estudió la carrera de Letras Hispánicas.
Ha sido Coordinador Académico de la región
de Huejutla que forma parte del Consejo Nacional
de Fomento Educativo, desde 1995. Ha realizado
estudios de inteligibilidad de la lengua náhuatl
logrando con ello la reorientación del
trabajo pedagógico del PAEPI.
Es traductor del náhuatl, principalmente
en poesía. Ha publicado la Monografía
del estado y El Vocabulario náhuatl-español
de la huasteca hidalguense.
Escribe poesía y cuento, además
de impartir talleres sobre la lengua náhuatl
y realizar actividades de difusión cultural.
Actualmente es Jefe de Programas Eductivos en
el CONAFE, delegación Hidalgo.
2 2,500,000
de hablantes, según datos del INEGI, 2000.
3 Amo el canto
del zenzontle
pájaro
de cuatrocientas voces
amo el color verde del jade
y el enervante perfume de las flores
pero amo más a mi hermano: el hombre.
Dra.
Susana Arroyo-Furphy
Investigadora, The University
of Queensland, Australia |