Razón y Palabra Bienvenidos a Razón y Palabra.
Primera Revista Electrónica especializada en Comunicación
Sobre la Revista Contribuciones Directorio Buzón Motor de búsqueda


14 de Mayo
2007

 

Número del mes
 
Números anteriores
 
Editorial
 
Sitios de Interés
 
Novedades Editoriales
 
Ediciones especiales



Proyecto Internet


Carr. Lago de Guadalupe Km. 3.5,
Atizapán de Zaragoza
Estado de México.

Tels. (52) 58 64 56 13
Fax. (52) 58 64 56 13

Cine y Libros

Quisiera hablar del Das Leben der Anderen (The Lives of Others) de Florian Henckel Von Donnersmarck

 

Por Susana Arroyo-Furphy
Número 56

Aun cuando EL LABERINTO DEL FAUNO (PAN’S LABYRINTH), la cinta de “nuestro” Guillermo del Toro recibió la nominación al Óscar como mejor película extranjera del 2006, y hacia nuestros “adentros” deseábamos que le otorgaran el premio a ese extraordinario filme con el maloso catalán Sergi López, quien se ha consagrado como un gran actor (JET-LAG, (2002) de Danièle Thompson; SÓLO MÍA (2001) de Javier Balaguer; pero además de sus roles de hombre malo y duro, tiene una faceta muy graciosa como en la delicada JANIS ET JOHN (2003) de Samuel Benchetrit, en la que comparte créditos con la inolvidable Marie Trintignat, cuya última participación fílmica hacia el trágico final de su vida seduce y fascina), pues, decía, que aun cuando esta cinta mexicano-española circundada de fantasía y ficción, en medio de ogros simpáticos, faunos, hadas encantadoras y como oxímoron1 los horrores de la guerra en su etapa final, ubicada en la España de los 40’s, quedase en un digamos segundo lugar, he tenido que aceptar, muy a mi pesar nacionalista, que THE LIVES OF OTHERS es una obra cinematográfica pródiga en profundos sentimientos, emociones y pensamientos2 comunes a la humanidad.

En su intensa alemanidad (¿se aceptaría el término como cuando decimos “mexicanidad”?), la película del veterano Florian Henckel Von Donnersmarck se halla permeada de universalidad. Se trata de una película atemporal en el sentido estricto de la estética fílmica.

Y es que este director es un veterano en cuanto al manejo de la escena, el certero suspense, la exacta explotación de la espléndida belleza de Martina Gedeck (una de mis actrices alemanas favoritas: hay que disfrutar las DELICIAS DE MARTHA (2001) MOSTLY MARTHA (BELLA MARTHA), de Sandra Nettelbeck; SOMMER ’04 (2006) de Stefan Krohmer3, amén de su extenso repertorio televisivo). Martina tiene una belleza imprecisa, real, mágica, ella es aunque diferente en apariencia muy similar a su compatriota Franka Potente (quien es otra de mis favoritas alemanas (LOLA RENT (1998), LA PRINCESA Y EL GUERRERO (2000), ambas de Tom Tykwer; BLOW (2001), de Ted Demme; por cierto, se le ha visto poco últimamente, con una aparición momentánea en la discutible cinta de Greenaway). Este veterano director, decía, de solamente 33 años resuelve, en su ópera prima, uno de los secretos no solamente de la dictadura comunista de la que fue objeto la República Democrática Alemana, sino el secreto del arte fílmico. Resuelve el problema de Gerd Wiesler (Ulrich Muehe), quien no puede considerarse un simple voyeur, es ¡un libertador!, es un salvador de las causas desesperadas, es un epítome del empleado público, es un ídolo de las multitudes, y con todo eso, aún más, se salva a sí mismo. Se salva de la mediocridad, de la ramplonería, de la vulgaridad, del asco, de la vergüenza.

Al inicio de la cinta, Gerd/Ulrich, el soldado perfecto, es odiado por los espectadores como maestro ejemplar de un grupo de inquietos jóvenes que tienen-deben4 seguir sus pasos; y al final de la película es amado por el protagonista Georg Dreyman (Sebastian Koch) y por todos nosotros, quienes lo conocemos de tiempo, pues hemos vivido todos sus problemas a lo largo de casi 90 minutos. Gerd/Ulrich es, en definitiva, el héroe problemático5 a quien convulsiona el enfrentamiento de los valores éticos y estéticos con el deber-ser.

La cinta es un juego de interrelaciones en la cual el director inaugura un proceso único: el de hacer participar al espectador no de manera activa, sino consciente; no para agregar lo que a él le ha faltado, sino para reservarse la humillación de que ha sido objeto.

Gerd/Ulrich nos ha humillado. No sólo a los espectadores sino a la humanidad. Nos da un ejemplo de vida, de amor, de bondad, de integridad humana. El intenso y profundo sentimiento de belleza que la rutilante Martina Gedeck/Christa-Maria Sieland le inspira, el estremecimiento que experimenta al escuchar (vivir-repetir-revivir-manifestar-sentir-sufrir) el momento único y supremo, exclusivo, del ejercicio del acto de amor como un acto sagrado, el cual es espiado, bebido, sentido, inspirado por Gerd/Ulrich; el esplendor de la pieza musical; el respeto al intenso y verdadero amor que le profesa a Christa/Martina, y además el respeto a la verdad, a la integridad recuperada por el escritor Georg/Sebastian, superan la capacidad de asombro de cualquier ser humano.

Este humilde, insípido, absurdo soldado en su monástico silencio descubre las pasiones de las que un ser humano es capaz de experimentar. Odia al Jefe violador, se odia a sí mismo por la extravagancia de los procesos de los que él mismo formaba parte. Se convierte en un juez de sus propios errores. Mira hacia adentro, no sólo de sí mismo, sino del sistema, de la corrupción y de los horrores.

La edición del filme es extraordinaria. El juego de elementos como el símbolo máquina de escribir, el cual será el objeto/sujeto de la muerte, del desenlace funesto, pero también de la redención. Este símbolo es el color de Kieslowski, es el arco iris de Kurosawa, es el barco, el mar, el jardín, es decir, pasa a formar parte de los elementos universales de la narración6. En esa máquina de escribir distinta, de tinta solamente roja, otro símbolo cargado de sentidos, se resolverán los conflictos, se expondrán los dolores, la rabia, el desconsuelo de los que intentan quebrantar el ridículo orden establecido.
Dentro de esta historia-narración-exposición se encuentra el ojo siempre vigilante de la cámara que participa y nos participa de los hechos como hallazgos. Es como si juntos, director, camarógrafo, espectador, fuésemos descubriendo el hilo de los sucesos. No hay sorpresas para nadie, el tratamiento es tan simple en su propuesta como complicado en su proceso. Es decir, se cumple de manera fehaciente el axioma peirceano en el que se establece que mientras más complejo es el código, más claro es el mensaje.

La cinta THE LIFES OF OTHERS contiene un trabajo extraordinario dentro de su aparente sencillez. Cumple las necesidades visuales, auditivas y escénicas de cualquier espectador.

La música de la cinta es de una delicadeza inigualable, por ella pasan y traspasan sentidos los dolores, las emociones, las pasiones; excelentes Gabriel Yared (BREAKING AND ENTERING (2006), COLD MOUNTAIN (2003) ambas de Anthony Minghella; BON VOYAGE (2004) de Jean-Paul Rappeneau, entre muchas otras) y el impresionante trabajo del gran músico checo Stéphane Moucha.

Puedo asegurar que THE LIFES OF OTHERS es una película de amor. Que será considerada una película clásica. Que ya lo es.


Notas:

1 Figura retórica que consiste en la oposición de dos sentidos sintácticos; en este caso: alegría y tristeza, o dulce fantasía y cruel realidad.
2 Mezcla, conjunción necesaria a la manera de A. J. Greimas (Semántica Estructura, 1977. Madrid, Gredos).
3 Película integrante del Festival de Cine Alemán en Australia, 2007.
4 He aquí la manera de cumplirse las máximas greimasianas: poder-deber-hacer.
5 Me refiero al concepto “héroe problemático” expuesto por Georg Lukács y dilucidado por Lucien Goldman (v. Teoría de la novela social).
6A semejanza de las categorías planteadas por W. Guerin.


Dra. Susana Arroyo-Furphy
Investigadora, The University of Queensland, Australia

Columnas anteriores