|
Por Susana Arroyo-Furphy
Número
56
Aun
cuando EL LABERINTO DEL FAUNO (PAN’S LABYRINTH),
la cinta de “nuestro” Guillermo del
Toro recibió la nominación al Óscar
como mejor película extranjera del 2006,
y hacia nuestros “adentros” deseábamos
que le otorgaran el premio a ese extraordinario
filme con el maloso catalán Sergi López,
quien se ha consagrado como un gran actor (JET-LAG,
(2002) de Danièle Thompson; SÓLO
MÍA (2001) de Javier Balaguer; pero además
de sus roles de hombre malo y duro, tiene una
faceta muy graciosa como en la delicada JANIS
ET JOHN (2003) de Samuel Benchetrit, en la que
comparte créditos con la inolvidable Marie
Trintignat, cuya última participación
fílmica hacia el trágico final
de su vida seduce y fascina), pues, decía,
que aun cuando esta cinta mexicano-española
circundada de fantasía y ficción,
en medio de ogros simpáticos, faunos,
hadas encantadoras y como oxímoron1
los horrores de la guerra en su etapa final,
ubicada en la España de los 40’s,
quedase en un digamos segundo lugar, he tenido
que aceptar, muy a mi pesar nacionalista, que
THE LIVES OF OTHERS es una obra cinematográfica
pródiga en profundos sentimientos, emociones
y pensamientos2
comunes a la humanidad.
En su intensa
alemanidad (¿se aceptaría el término
como cuando decimos “mexicanidad”?),
la película del veterano Florian Henckel
Von Donnersmarck se halla permeada de universalidad.
Se trata de una película atemporal en
el sentido estricto de la estética fílmica.
Y es que este
director es un veterano en cuanto al manejo de
la escena, el certero suspense, la exacta explotación
de la espléndida belleza de Martina Gedeck
(una de mis actrices alemanas favoritas: hay
que disfrutar las DELICIAS DE MARTHA (2001) MOSTLY
MARTHA (BELLA MARTHA), de Sandra Nettelbeck;
SOMMER ’04 (2006) de Stefan Krohmer3,
amén de su extenso repertorio televisivo).
Martina tiene una belleza imprecisa, real, mágica,
ella es aunque diferente en apariencia muy similar
a su compatriota Franka Potente (quien es otra
de mis favoritas alemanas (LOLA RENT (1998),
LA PRINCESA Y EL GUERRERO (2000), ambas de Tom
Tykwer; BLOW (2001), de Ted Demme; por cierto,
se le ha visto poco últimamente, con una
aparición momentánea en la discutible
cinta de Greenaway). Este veterano director,
decía, de solamente 33 años resuelve,
en su ópera prima, uno de los
secretos no solamente de la dictadura comunista
de la que fue objeto la República Democrática
Alemana, sino el secreto del arte fílmico.
Resuelve el problema de Gerd Wiesler (Ulrich
Muehe), quien no puede considerarse un simple
voyeur, es ¡un libertador!, es
un salvador de las causas desesperadas, es un
epítome del empleado público, es
un ídolo de las multitudes, y con todo
eso, aún más, se salva a sí
mismo. Se salva de la mediocridad, de la ramplonería,
de la vulgaridad, del asco, de la vergüenza.
Al inicio de
la cinta, Gerd/Ulrich, el soldado perfecto, es
odiado por los espectadores como maestro ejemplar
de un grupo de inquietos jóvenes que tienen-deben4
seguir sus pasos; y al final de la película
es amado por el protagonista Georg Dreyman (Sebastian
Koch) y por todos nosotros, quienes lo conocemos
de tiempo, pues hemos vivido todos sus problemas
a lo largo de casi 90 minutos. Gerd/Ulrich es,
en definitiva, el héroe problemático5
a quien convulsiona el enfrentamiento de los
valores éticos y estéticos con
el deber-ser.
La cinta es
un juego de interrelaciones en la cual el director
inaugura un proceso único: el de hacer
participar al espectador no de manera activa,
sino consciente; no para agregar lo que a él
le ha faltado, sino para reservarse la humillación
de que ha sido objeto.
Gerd/Ulrich
nos ha humillado. No sólo a los espectadores
sino a la humanidad. Nos da un ejemplo de vida,
de amor, de bondad, de integridad humana. El
intenso y profundo sentimiento de belleza que
la rutilante Martina Gedeck/Christa-Maria Sieland
le inspira, el estremecimiento que experimenta
al escuchar (vivir-repetir-revivir-manifestar-sentir-sufrir)
el momento único y supremo, exclusivo,
del ejercicio del acto de amor como un acto sagrado,
el cual es espiado, bebido, sentido, inspirado
por Gerd/Ulrich; el esplendor de la pieza musical;
el respeto al intenso y verdadero amor que le
profesa a Christa/Martina, y además el
respeto a la verdad, a la integridad recuperada
por el escritor Georg/Sebastian, superan la capacidad
de asombro de cualquier ser humano.
Este humilde,
insípido, absurdo soldado en su monástico
silencio descubre las pasiones de las que un
ser humano es capaz de experimentar. Odia al
Jefe violador, se odia a sí mismo por
la extravagancia de los procesos de los que él
mismo formaba parte. Se convierte en un juez
de sus propios errores. Mira hacia adentro, no
sólo de sí mismo, sino del sistema,
de la corrupción y de los horrores.
La edición
del filme es extraordinaria. El juego de elementos
como el símbolo máquina de escribir,
el cual será el objeto/sujeto de la muerte,
del desenlace funesto, pero también de
la redención. Este símbolo es el
color de Kieslowski, es el arco iris de Kurosawa,
es el barco, el mar, el jardín, es decir,
pasa a formar parte de los elementos universales
de la narración6.
En esa máquina de escribir distinta, de
tinta solamente roja, otro símbolo cargado
de sentidos, se resolverán los conflictos,
se expondrán los dolores, la rabia, el
desconsuelo de los que intentan quebrantar el
ridículo orden establecido.
Dentro de esta historia-narración-exposición
se encuentra el ojo siempre vigilante de la cámara
que participa y nos participa de los hechos como
hallazgos. Es como si juntos, director, camarógrafo,
espectador, fuésemos descubriendo el hilo
de los sucesos. No hay sorpresas para nadie,
el tratamiento es tan simple en su propuesta
como complicado en su proceso. Es decir, se cumple
de manera fehaciente el axioma peirceano en el
que se establece que mientras más complejo
es el código, más claro es el mensaje.
La cinta THE
LIFES OF OTHERS contiene un trabajo extraordinario
dentro de su aparente sencillez. Cumple las necesidades
visuales, auditivas y escénicas de cualquier
espectador.
La música
de la cinta es de una delicadeza inigualable,
por ella pasan y traspasan sentidos los dolores,
las emociones, las pasiones; excelentes Gabriel
Yared (BREAKING AND ENTERING (2006), COLD MOUNTAIN
(2003) ambas de Anthony Minghella; BON VOYAGE
(2004) de Jean-Paul Rappeneau, entre muchas otras)
y el impresionante trabajo del gran músico
checo Stéphane Moucha.
Puedo asegurar
que THE LIFES OF OTHERS es una película
de amor. Que será considerada una película
clásica. Que ya lo es.
Notas:
1
Figura
retórica que consiste en la oposición
de dos sentidos sintácticos; en este caso:
alegría y tristeza, o dulce fantasía
y cruel realidad.
2
Mezcla, conjunción necesaria a la manera
de A. J. Greimas (Semántica Estructura,
1977. Madrid, Gredos).
3
Película
integrante del Festival de Cine Alemán
en Australia, 2007.
4
He aquí
la manera de cumplirse las máximas greimasianas:
poder-deber-hacer.
5
Me refiero al
concepto “héroe problemático”
expuesto por Georg Lukács y dilucidado
por Lucien Goldman (v. Teoría de la novela
social).
6A
semejanza de las categorías planteadas
por W. Guerin.
Dra.
Susana Arroyo-Furphy
Investigadora, The University
of Queensland, Australia |